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ArribaAbajo Capítulo undécimo

Comparaciones gramaticales del ópata, eudeve, cahita, pima, tepehuan, tarahumar y cora entre sí y con el mexicano



Observaciones preliminares

Las siete lenguas que comparo en este capítulo, quitado el mexicano, pertenecen como otras varias que adelante conoceremos, a la familia llamada ópata-tarahumar-pima por el señor Orozco, y sonorense por el doctor Buschmann. Esos siete idiomas no los he elegido caprichosamente para compararlos entre sí y con el mexicano, sino porque son los únicos de la familia de que tengo algunas noticias gramaticales. Empero, se comprenderá fácilmente que son bastantes para representar a todos sus congéneres.

La afinidad del ópata y el eudeve se percibió luego por los primeros que conocieron esos idiomas, asegurándose que eran tan parecidos como el portugués y el castellano   —300→   (Documentos para la historia de México, 3.ª serie, tomo 1.º).

Clavijero (Historia antigua de México) manifiesta después la afinidad no sólo del ópata y el eudeve entre sí, sino con el tarahumar. A esos tres idiomas añadió Hervás el pima, como análogo, según consta en su Catálogo, volumen 1.º, página 333. Al pima fue fácil reunir el tepehuan, pues son idiomas muy semejantes; su semejanza fue indicada entre otros, por Rinaldini en el proemio de su Gramática tepehuana.

Respecto al cora se sospechó también antiguamente su relación con el pima, según consta de la noticia de un misionero jesuita que existe en el Archivo Nacional de México, donde se leen estas palabras: «No carezco totalmente de datos para creer que los indios nayares (coras) son pimas o al menos descendientes de ellos» (Véase Orozco, opere citato, página 39).

Por último, el señor Orozco y Berra incluyó el cahita en la familia ópata-pima conforme a las noticias que yo le comuniqué, y así lo manifiesta en su obra varias veces citada, página 34.

Hasta aquí, sin embargo, resulta que el parentesco de los idiomas sonorenses va fundado sólo en indicaciones, y no en comparaciones filológicas. El primero, que yo sepa, hizo esas comparaciones fue el lingüista alemán Buschmann en sus escritos: Die Pimasprache (1857), Die Spuren der aztekischen Sprache (1859) y Gramatik der sonorischen Sprachen (1864). Empero, y como consta especialmente de esta última obra, Buschmann a lo que   —301→   dirigió sus principales investigaciones fue a cuatro idiomas: tarahumar, tepehuan, cora y cahita, aun resultando incompleta la comparación por falta de materiales. Con efecto, el señor Buschmann no tuvo, respecto al cahita, ninguna gramática, supliéndose con un Manual para administrar los sacramentos, que no puede dar idea exacta del idioma. Tocante al ópata y al eudeve sólo pudo disponer de la oración dominical en esos idiomas, y en cuanto al pima no conoció la gramática citada en esta obra, capítulo 7.º.

Por mi parte, más feliz en la adquisición de documentos, trato de presentar ahora una comparación más completa de idiomas sonorenses, si bien evitando esa prolijidad innecesaria de la mayor parte de los autores alemanes, que los hace cansados y oscuros, prolijidad que se encuentra desgraciadamente en lo que de nuestras idiomas trató el señor Buschmann. Si este ilustrado, laborioso e inteligente lingüista hubiera tenido más datos para escribir, y hubiese usado de la forma concisa, sencilla y clara que recomienda especialmente a los franceses, no habría qué desear sobre los idiomas sonorenses.

Respecto a la relación del mexicano con la familia ópata-pima, mis antecesores no la han explicado con toda precisión y claridad.

El padre Ribas en su Historia de los triunfos de nuestra santa fe, hablando de las lenguas de Sinaloa dice: «En casi todas se hallan vocablos principalmente los que llaman radicales, que o son de la lengua mexicana, o se derivan de ella, y retienen muchas de sus sílabas, de que   —302→   pudiera hacerse aquí un muy largo catálogo. De todo lo cual se infieren dos cosas. La primera, que casi todas estas naciones comunicaron en puestos y lengua con la mexicana, y aunque las Artes y Gramáticas de ellos son diferentes, pero en muchos de sus preceptos concuerdan. La segunda es que todas estas naciones salieron del Norte».

Por una parte parece indicar Ribas que entre los mexicanos y los pueblos del norte de México sólo hubo comunicación; por otra que todos tuvieron el mismo origen.

El padre Ortega en su Vocabulario de la lengua cora (advertencia tercera) dice que en esta hay muchas palabras mexicanas; pero las considera como extrañas al idioma. He aquí sus propios conceptos: «Muchos vocablos de la lengua mexicana los han corizado haciéndolos propios de su idioma tan antiguamente, que ya hoy en día corren y se tienen por coras».

Vater en el Mithridates hizo algunas comparaciones entre el mexicano, el cora y el tarahumar, llamó la atención sobre su analogía de sonidos; pero no decidió. «No queremos -dice- que se considere en todas estas palabras la semejanza como convincente en sí [...] pero tienen en lo general suficiente semejanza de sonido para llamar la atención sobre la relación de estos idiomas y exitarla».

Balbi en su Introducción al Atlas (página 301) considera el cora como de la familia mexicana; pero sin dar pruebas; sobre el tarahumar opina que también pertenece a la familia mexicana; pero no se decide a colocarle en ella   —303→   diciendo: «Nous n'avons pas cependant osé le faire, faute de moyens suffisans et de loisir pour pousser plus loin nos recherches».

Buschmann, no obstante que practicó las investigaciones filológicas que Balbi no pudo hacer, tampoco resuelve la cuestión. Más que ninguno demuestra las analogías léxicas y gramaticales del mexicano y sonorense, y sin embargo en repetidas lugares de sus obras manifiesta que no decide sobre el parentesco o relación de esos idiomas, dudando si por comunicación el azteca influyó en el sonorense o el sonorense en el azteca.

Orozco y Berra no ha conocido ni conoce más obra de Buschmann que los Nombres de lugares aztecas, traducida en México; pero tuvo a la mano todos los datos que el escritor alemán y algunos más, para aquél desconocidos. Sin embargo, comentando al padre Ribas, y de acuerdo con él, respecto a las lenguas del norte de México y al azteca opina así: «No tienen analogía sino en cuanto se encuentran en aquéllas algunas raíces y palabras pertenecientes a ésta, cosa que no indica comunidad de origen en las lenguas sino únicamente las relaciones, y el trato que las tribus que las usan tuvieron entre sí en tiempos remotos» (página 14).

El autor que encuentro más decidido en favor del parentesco del mexicano y el sonorense es monsieur Charencey en su opúsculo Notice sur quelques familles de langues du Mexique. Sin embargo, este autor se funda en los trabajos de Buschmann y en los míos, primera edición de esta obra. Tocante a éstos nada tengo que reclamar,   —304→   sino antes dar las gracias al escritor francés que me honró tomándome por guía, y no por medio de un plagio sino manifestándolo claramente. Respecto a Buschmann, hay un error en creer, como cree monsieur Charencey, que él estableció el parentesco del mexicano con las lenguas del norte de México, pues ya he dicho que el autor alemán no lo decide, y consta no en uno sino en varios pasajes de sus obras, entre otros las páginas 133 y 666 del libro, Die Spuren der aztekischen Sprache. He aquí sus propias palabras literalmente. «Para poder dar sobre esto, bajo estas condiciones sumamente complicadas, una decisión segura, es mi sola voz, que todavía sigue balanceando bastante insuficiente; ella es un llamamiento al co-examen a otros y varios inteligentes, como a todo el mundo filósofo-filológico».

De todas maneras, yo paso a comparar las siete lenguas sonorenses ya mencionadas, entre sí, y con el mexicano, para comprobar la opinión que he formado, y es ésta: las lenguas sonorenses tienen entre sí tanta analogía que pertenecen a la misma familia, esa analogía es más remota con el mexicano; pero existe indicando una relación que permite colocar este idioma no en la familia ópata-pima; pero sí en el mismo grupo. Véase en el prólogo de esta obra lo que entiendo por familia y por grupo, así como mis explicaciones respecto a que el filólogo debe reunir las lenguas que encuentre análogas, venga su analogía por origen o por comunicación; una u otra circunstancia pueden aclararse con la historia y la fisiología; al lingüista le basta el hecho de que dos   —305→   lenguas sean análogas para juntarlas más o menos próximamente según su grado de analogía.




Comparaciones gramaticales

Como en los capítulos anteriores he explicado ya lo correspondiente a la gramática de cada idioma, aquí sólo haré indicaciones con referencia allá.


1. Alfabeto

Todos estos idiomas tienen las cinco vocales claras a, e, i, o, u; pero además varios de ellos usan algunas vocales de sonido confuso. En ópata la e final, a veces, casi no suena, y lo mismo en mexicano cuando concurre en la final tle. En tarahumar son promiscuas la e y la i, como también suelen serlo en mexicano; verbi gratia, olli u olle. En tepehuan hay u cerrada y u aguda, y se confunden frecuentemente la a y la e, la e y la i, la o y la u; de esta última confusión tenemos también ejemplo en mexicano donde se encuentra una u que suena entre o y u.

En cuanto a las consonantes ocurren las siguientes observaciones, y además consúltase el capítulo siguiente sobre el cambio de letras.

B. Sólo el mexicano carece de ella; pero tiene su análoga la p.

Ch. Sólo falta en pima, pero tiene semejanza de sonido la rh que se encuentra en su alfabeto. En confirmación de esto veremos en el capítulo siguiente que la ch,   —306→   en algunos de estos idiomas, cambia en s o z simple o compuesta, y ya hemos dicho (capítulo 7, § 3) que la rh suena a modo de s.

D. No la hay en mexicano, tarahumar, cahita y cora; pero tiene su análoga la t. En tepehuan d y t se usan promiscuamente.

G. Carecen de esta letra el mexicano, cahita y cora; pero tienen su afín la k.

H. Se encuentra en todos estas idiomas.

J. No se halla en mexicano, ópata, eudeve y cora; pero suple la h, que es aspirada.

K. Se encuentra en todos estos idiomas, mal expresada por medio de la ortografía española con qu.

L. Falta en ópata, eudeve, pima y cora; pero se suple con la r muy suave. En tarahumar la l y la r se usan promiscuamente. En mexicano ll suenan como eles, y no como en castellano elle.

M, N, P, T, Z o S. Se encuentran en mexicano y la familia ópata, sin excepción.

V. Se pronuncia como en castellano, tanto en ópata como en cahita y azteca, aunque en este último idioma también suena como u (mexicano, § 3).

X. En mexicano vale como sh inglesa, y pronunciación semejante tiene en ópata. Su afín es la ch. (Véase).

En cora se encuentra la x, y supongo se pronuncia como en mexicano, aunque no he encontrado explicación clara sobre este punto.

Y. Sólo falta en ópata y eudeve, encontrándose fácilmente sus afines como la i.

  —307→  

Tl. Del mexicano. Su análoga en pronunciación se encuentra en la th del ópata (ópata, § 2); pero además debe notarse que es una letra compuesta, la cual sin salir de los límites del azteca suele quedar en t o en l; lo uno se observa en los ejemplos puestos del dialecto llamado niquiran (capítulo 2.º), y lo otro en el jaliscience; el padre Guerra observa en su Gramática que tanto en la tz como en la tl se acostumbra suprimir la t.

Tz. Sólo falta en pima y tarahumar; pero tienen otras letras afines. (Véase lo observado sobre la tl).

De todo lo dicho resulta que, comparadas entre sí las lenguas de la familia sonorense y con el mexicano, no presentan diferencia esencial respecto a los primeros elementos del lenguaje: los sonidos.




2. Sílabas

Todos los idiomas de que trato en este capítulo son polisilábicos, y abundan en ellos las palabras largas, no sólo compuestas sino simples. Sin embargo, respectivamente hablando, parece que en mexicano es en donde se encuentran palabras más largas.




3. Composición

Tanto el mexicano como los idiomas ópatas son ricos en procedimientos de composición, haciendo uso del metaplasmo para conseguir la eufonía. Se componen entre sí unas mismas partes de la oración o con otras, y además hay varias partículas que entran en la composición de las voces, ya antepuestas ya intercaladas. De tal manera es sintético el genio de estos idiomas que hay partes de la oración que nunca, o casi nunca, se usan separadas como lo iremos observando en adelante, y se explica en la parte descriptiva. (Véase entre   —308→   otros mexicano y cahita, §§ 6). Sin embargo, algunos de las idiomas a que me refiero componen más que otros, donde he podido observar más casos de composición es en mexicano, ópata y cahita.




4. Palabras holofrásticas

Uno de los caracteres del mexicano, ópata, etc., que comprueban su genio polisintético, es el uso de las palabras que he llamado holofrástica de olos, entero, y fraeo, expresar, porque con una de ellas, aun siendo simples, se dice lo que nosotros tenemos que expresar por medio de circunloquios. Por ejemplo la palabra cora zitati tiene que traducirse con ocho palabras nuestras: «mazorca de maíz antes que cuaje el grano». La voz ópata kavotzu necesita nueve palabras para expresar esta idea. «Hurtar la mazorca de maíz dejando compuestas las hojas».




5. Onomatopeyas

Parece que la ley de onomatopeya no ha influido en la formación del mexicano y lenguas ópatas, pues son pocas las palabras de esa clase que se encuentran en su diccionario. Entre cosa de mil voces tepehuanas, apenas he hallado una que parezca onomatopeya. Véase la parte descriptiva especialmente el mexicano, § 12, cahita, § 8 y cora, § 7.




6. Caso

El ópata, eudeve y cahita tienen declinación para expresar el caso, siendo el primero más rico en finales; la semejanza o igualdad de éstas (genitivo) en los tres idiomas es patente.

  —309→  

Ópata Cahita Eudeve
Te Ta, e Ta, t, e
Tzi Ze __
Ki, ku K Ke

En tarahumar queda un resto de declinación que es la final ra o ta de genitivo. En mexicano hay la interjección e, pospuesta, para expresar vocativo, cuya forma se encuentra también en ópata. Fuera de la declinación, estas lenguas emplean los mismos procedimientos para expresar el caso, y son la yuxtaposición de las palabras, el lugar que ocupan en el discurso, los verbos llamados aplicativos para marcar dativo, ciertas partículas que acompañan el verbo o nombre que rige señalando acusativo, y el uso de preposiciones. De todo esto se encuentran explicaciones y ejemplos en la parte descriptiva; y más adelante, al tratar del verbo, haremos nuevas aclaraciones respecto a los medios para expresar dativo y acusativo.




7. Número

En los idiomas de la familia sonorense que aquí comparo, exceptuando el cora, encuentro una forma común para expresar plural que llama la atención por su sencillez e ideología, cuya forma consiste en duplicar una sílaba del nombre en singular. Este mismo sistema se encuentra en mexicano, pues los derivados llamados reverenciales y algunos aumentativos y diminutivos duplican la final, y varios nombres primitivos la primera sílaba. Véase mexicano, § 14. Otra circunstancia de casi todas estas lenguas, mexicano y ópatas, es   —310→   que el plural sólo se usa generalmente con nombres de seres animados o que parecen serlo. El uso de finales reguladas, más o menos abundantes para expresar plural, se encuentra en mexicano, cahita y cura. En ópata, eudeve y pima se observan finales, aunque irregularmente, en algunos nombres plurales. Lo que sí es común a los idiomas de que aquí trato es suplir el plural, en los nombres que no le tienen, por medio de partículas, adverbios u otras palabras que indican muchedumbre, como en mexicano miek, mucho. Entre las finales de plural hay las siguientes analogías.

Mexicano. me y también m; verbi gratia, i de él; im, de ellos.

Cahita. m y también me significando abundancia (§ 13).

Cora. mea inicial y moa final.

Eudeve. m, me, con los verbos.

Pima. mu, en el pronombre personal de la segunda persona en plural; ma, en la tercera persona del personal (plural), pronombre demostrativo (§ 11) y algunos adverbios (§ 19).

Tepehuan. ma, m, en los pronombres de plural (§ 11).

Mexicano. Tin.

Cahita. Zim.

Cora. Te, ti, tzi.

Pima, dialecto. Ti o ri (letras promiscuas).




8. Género

Todos estos idiomas carecen de signos para marcar el género; pero tienen algunas formas que indican el sexo de la persona que habla, principalmente con los nombres de parentesco. Por ejemplo, el padre   —311→   usa una palabra para decir hijo, y otra distinta la madre.




9. Derivados

El mexicano y las lenguas ópatas son ricas en derivados, que se forman generalmente por medio de finales, algunas de las cuales tienen igualdad o semejanza. Ragua es final de abstractos en ópata y eudeve, raua en cahita, en tarahumar gua, en pima daga, en tepehuan ga.

La final tla, en mexicano, expresa colectivo, ta; en cora, su-ra, en ópata y eudeve o su-ta, porque en estos idiomas t y r suelen ser promiscuas.

En mexicano las finales e, o, indican que el derivado tiene la cualidad del primitivo, y las mismas, entre otras, se encuentran en eudeve con igual objeto, así como en ópata i en los verbos de igual significado (§ 32).

La final sari en ópata y eudeve indica cosa mala, despreciable. Los adjetivos que indican privación suelen expresarse en las lenguas ópatas con la negación antepuesta; verbi gratia, deni, bueno, ka deni, no bueno, malo (en eudeve); la misma forma se encuentra en mexicano con la inicial a contracción de amo, no.

Sólo el mexicano usa finales para formar nombres que expresan reverencia o respeto, así como de aumento y diminución, y sólo el eudeve tiene una final sguari para marcar superlativo; el ópata posee una partícula semejante que expresa lo mismo, gueua, que significa muchísimo, y creo se deriva de gue, grande.

El tarahumar forma el comparativo con la final be, y el superlativo alargando la pronunciación del comparativo,   —312→   encontrándose en el cahita una forma semejante (cahita, § 13). Por lo demás, los idiomas a que me refiero suplen el comparativo y el superlativo con los adverbios más y muy.

El mexicano y algunas lenguas ópatas abundan en derivados de adjetivo numeral.




10. Verbales y participios

La siguiente tabla comparativa demuestra las finales análogas que tienen el mexicano y las lenguas ópatas en los derivados de verbo.

Respecto a la final kame tengo que hacer las siguientes observaciones. No es ame, como manifiesta Buschmann en varios de sus escritos; ame y me son contracciones de kame; la k es de uso muy marcado no sólo en los participios sino en los gerundios sonorenses, como podremos observar en la comparativa de éstos (§ 13). Tampoco es exacto que kame sea final tan característica de los idiomas sonorenses, como cree el mismo Buschmann, pues en eudeve no se encuentra.

La analogía de me, abreviación de kame, con los verbales mexicanos en ni no es muy remota, porque en algunos idiomas sonorenses m suele cambiar en n, y aun en mexicano mismo, verbi gratia, im o in, de ellos (mexicano, § 20). Véase también conmutada la m en n en otras idiomas como del latín al castellano; verbi gratia, de assumpto, asunto; de triumpho, triunfo. Además, en eudeve ya encontramos los verbales en n; verbi gratia, baan, hecho. (Véase en el capítulo siguiente la palabra diente y algunas otras).

  —313→  

Mexicano Ópata Eudeve Pima Tepehuan Tarahumar Cahita Cora
ia __ __ __ __ __ ia __
yan __ __ __ __ __ ye __
kan, ka, k ka, ko __ __ __ ke kau, kaye __
li sa-li, sa-ri __ __ __ me-li, me-ri ri, li __
i __ __ __ __ __ i __
tli, tl __ __ __ __ sa-ti __ ti, t
__ kame __ kama, me kami kame kame, me kame, huame, me
__ kara, ra __ karha jare __ ra __
o __ __ __ __ __ u __
__ __ __ dama demue __ __ __
ian __ an, en __ __ __ __ __
__ __ __ rhaga raga __ __ __
__ __ __ daga daraga __ __ __
__ si siven __ __ __ __ __
oni, ini, ni d-éni r-ina __ __ __ __ __
  —314→  

En la parte descriptiva hemos visto que en mexicano (§ 18) el verbo, sin ningún signo de tal, significa como nombre, y lo mismo sucede en algunos lenguas ópatas como el eudeve, tarahumar, cora, etc.




11. Pronombre personal

En mexicano y en las lenguas ópatas el pronombre personal tiene dos formas: entero y abreviado; abreviado se usa generalmente en composición. Ejemplo: en mejicano se dice nehuatl o ne, yo; tehuatl o te, etc. El siguiente cuadro comparativo demuestra la analogía del pronombre en los idiomas que son el objeto de este capítulo.

YO

Mexicano. Ne ni. Ópata. Ne. Eudeve. Nec, ne. Pima. A-ni. Tepehuan. A-ne. Tarahumar. Ne. Cahita. Ne. Cora. Ne-a, ne.

Ópata. Ma. Tarahumar. Mu. Pima. Mu (oblicuo). Mexicano. Mo (oblicuo). Cahita. E-mo (ablativo).

Eudeve. N-ap. Pima. Ap, ap-i. Tepehuan. Ap-i. Tarahumar. Ne. Cora. Ap.

ÉL

Mexicano. Ye-hua, ye-ua. Cahita. Ua-haa. Cora. Achp.

ÉL

Mexicano de Jalisco. Ki. Pima. Hu-ka.

  —315→  

ÉL

Ópata. It. Eudeve. Id.

Ópata. Da, re (oblicuo). Eudeve. A-re. Tarahumar. Ta, ra. Pima (dialecto). Se-re-i.

ÉL

Pima. Hugai. Tepehuan. Egue.

NOSOTROS

Mexicano. Te-hua, te-ua. Ópata. Ta. Eudeve. Ta-mide. Tarahumar. Ta-mu. Cora. Te, ite-an. Cahita. Te, i-te-ri-ua. Pima. A-ti. Tepehuan. A-tu-m.

VOSOTROS

Mexicano. Ame-huan, an. Ópata. Emi-do. Eudeve. Emí-de. Tarahumar. Eme. Cahita. Emee. Cora. Amo, an.

VOSOTROS

Pima. Apimu. Tepehuan. Apum.

ELLOS

Mexicano. Ye-hua-n, ye-ua-n. Cahita. Ua-mee.

ELLOS

Ópata. Me. Cahita. Met. Cora. Me.

ELLOS

Pima. Hugama. Tepehuan. Egama.



  —316→  
12. Posesivo

En mexicano, ópata, etc., el pronombre posesivo siempre, o casi siempre, se usa en composición especialmente con nombres de parentesco y de miembros del cuerpo. En mexicano y cora se altera la final de algunos nombres al componerse con posesivo, y lo mismo sucede en ópata con los nombres de parentesco. En mexicano, compuestos los posesivos con nombres indican posesión; pero con las otras partes del discurso equivalen al personal; lo mismo sucede en cora juntándose el posesivo con la preposición. En las lenguas ópatas y en mexicano hay ciertas partículas o finales que se agregan al nombre o verbo para indicar posesivos, como explico más a la larga en la parte descriptiva. He aquí la explicación y analogía de esas partículas y finales.

Mexicano. i pronombre posesivo usado como inicial; kauh final de las que reciben los nombres compuestos con posesivo (§ 20); hua terminación de derivados que expresan posesión (§ 18).

Ópata. ka, gua, guat con nombres; i con verbos que expresan posesión (§ 32).

Eudeve. i final (§ 9); guagua partícula (§ 10).

Cahita. i posesivo usado como inicial, abreviación de in o im (§ 15); k con el verbo que expresa posesión usada como final (§ 28); gua partícula (capítulo 12, § 2).

Pima. di final (§ 10); ga final con los verbos (§ 18).

Tepehuan. di posesivo como final (§ 12); ga partícula (§ 12).

Tarahumar. i final, y gua partícula (§ 16).

  —317→  

En cora, a, contracción del posesivo ana, tiene analogía con la inicial del tepehuan a (§ 12), en pima ha.

Una de las finales de genitivo en ópata es te (§ 10); en mexicano te es uno de los posesivos (§ 20).

Veamos ahora el pronombre posesivo comparado.

MÍO

Mexicano. No. Ópata. No. Eudeve. No. Pima. Ni. Tarahumar. Ne, no. Cora. Ne. Cahita. In, n.

MÍO

Tepehuan. In. Cahita. In, im.

TUYO

Mexicano. Mo. Ópata. A-mo. Eudeve. A-mo. Tarahumar. Mu. Pima. Mu. Cahita. Em.

SUYO, DE ÉL

Mexicano. I. Pima. Di. Tepehuan. Di. (Véase el principio de este §).

SUYO

Ópata. Are. Eudeve. Are. Cahita. A. Cora. Ane.

NUESTRO

Mexicano. To. Ópata. Tamo. Eudeve. Tamo. Tepehuan. Ut. Pima. Ti. Tarahumar. Tamu. Cahita. Itom. Cora. ta.




13. Verbo

Ni el mexicano ni las lenguas ópatas tienen infinitivo, el cual se suple con el futuro, o de otras maneras que explico en la parte descriptiva.

  —318→  

Las lenguas ópatas son tan ricas en gerundios que las caracterizan. El padre Tellechea decía, con razón, del tarahumar (y lo mismo puede aplicarse a sus congéneres): «la gramática de esta lengua pende toda de los gerundios».

Es de advertir que en la descripción del cora no he hecho mención especial del gerundio por carecer de gramática que le explique, y no porque sepa yo deje de existir. En mexicano, el gerundio se expresa por medio de la inicial ti (§ 28), en jaliscience to final (capítulo 2.º). Veamos ahora la analogía de signos del gerundio en las lenguas que comparamos, menos cora por falta de noticias.

  —319→  

Mexicano Jaliscience Ópata Eudeve Cahita Pima Tepehuan Tarahumar
ti to __ do __ tu ti __
__ __ ko ko, kauh ko ka __ go
__ __ si-kara __ kari __ __ __
__ __ seako __ kako __ __ sago
__ __ __ dauh __ da dati __
__ __ __ __ __ __ __ __
__ __ __ __ __ aguida atade __
__ __ __ __ yo __ __ yo

Aunque ya he dicho que no encuentro explicaciones respecto al gerundio en cora, obsérvese que esta lengua tiene verbales formados con la inicial ti, como el gerundio mexicano. (Cora, § 11).

  —320→  

La analogía de los derivados de verbo (verbales y participios) en mexicano y la familia ópata está ya demostrada anteriormente (§ 10).

La manera de marcar las personas del verbo en todos estos idiomas, con diferencias de orden secundario, es esencialmente la misma, pues consiste en el uso del pronombre personal. En mexicano y cora se pone abreviado como prefijo. En ópata, entero antes de la radical, como en presente de indicativo, o después como en optativo; también se usan como sufijos mere y re (ópata, § 22). En eudeve se usa el pronombre antepuesto; pero muy comúnmente abreviado como sufijo. En pima se antepone entero o abreviado. En tepehuan se antepone como en indicativo, o se pospone como en imperativo. En tarahumar va el pronombre entero antes de la radical del verbo, aunque acaso se use de otro modo también. En los ejemplos que he visto del cahita se usa el pronombre abreviado antepuesto. Todo lo dicho se entenderá mejor con los ejemplos y explicaciones de la parte descriptiva. Respecto a la analogía del pronombre en todos estos idiomas, consta de la comparación hecha anteriormente (§ 11) Con los mismos pronombres se marca el número en el verbo; pero en mexicano el plural se distingue por el acento, o una final (§ 25) y en eudeve por una final.

Para formar el pretérito perfecto de indicativo, la regla general en mexicano y en pima es cambiar las terminaciones del pretérito; pero por lo demás en estas lenguas la formación de aquel tiempo es variable e irregular y, en consecuencia, difícil de sujetarse a reglas.

  —321→  

Donde hay menos dificultad es en tarahumar y en cahita, y, sin embargo, la gramática da más reglas para la formación de ese tiempo que para la de los demás. Hay, pues, un carácter común de complicación gramatical en el pretérito perfecto de indicativo. En lo general hablando, los tiempos y modos se forman con finales o partículas; la semejanza o igualdad de algunas consta de la siguiente tabla.

  —[322]→  

Mexicano Ópata Eudeve Cahita Pima Tepehuan Tarahumar
Pretérito
imperfecto
de indicativo
ya, ia o ia-ia
en jaliscience
ia (perfecto) __ i en imperfecto
y a perfecto
o ai
__ __ ye, ie (pluscuamperfecto)
__ karu ru __ __ __ __
__ katu __ __ kada __ __
__ __ __ __ tada tade __
Pretérito
perfecto
uh __ __ u hi __ __
ki
(en singular)
kia __ kai, ka, k t'igui (partícula) iki (partícula) ka, ke, ki, ku
__ ia __ a, ai __ __ __
__ ria ri __ rha (partícula) __ re o te
Pluscuamperfecto ka __ __ kai, k t'kada (partícula) __ __
__ siruta riru __ __ __ __
  —[323]→  

Mexicano Ópata Eudeve Cahita Pima Tepehuan Tarahumar
Futuro z zea, sea tze te __ __ ta o ra
__ sak
(de irregular)
__ nake muku mokue __
Imperativo ma (partícula) __ __ ma (partícula) __ __ ba (partícula)
z zea, sea __ __ __ __ zi, si
__ __ __ __ __ __ __
ni (optativo) __ __ n ni a-na __
__ __ __ __ ga (partícula) gui, guer (partículas) __
__ bu, vu __ bu __ __ __
Subjuntivo u optativo zkia zia __ __ __ __ __
ni __ __ na na ana __
kia (contracción de zkia) a-gue (partícula) __ __ ko, iki, igui (partículas) __ ke, reke (finales) y ka (partícula)
__ __ __ __ __ __ __
  —324→  

No he incluido el cora por falta de noticias gramaticales, y sólo puedo decir que tiene una partícula che de subjuntivo y optativo, así como la final ni de los mismos modos igual a la del mexicano. Aka, ka son finales coras de imperativo, en mexicano kan.




14. Verbos derivados

Todos estos idiomas abundan en verbos derivados, como consta en la parte descriptiva y de los siguientes ejemplos, donde se notará generalmente igualdad de procedimientos gramaticales.

En ópata, el verbo pasivo o voz pasiva se forma añadiendo terminaciones al participio de pretérito; en las demás lenguas ópatas y en mexicano las finales o ciertas partículas se agregan a la voz activa. Por medio de la siguiente comparación veremos la analogía que hay entre algunas de esas finales o partículas: karu es final de pretérito en ópata para la pasiva, y rue o ru es signo de pasivo en tarahumar. La partícula amu en pima, y la final kamue en tepehuan, sirven para formar verbos pasivos. En cahita tiene el mismo objeto la final ua, en eudeve uh.

En mexicano, ópata y cahita se expresa reflexión por medio de los pronombres reflexivos, los cuales son una combinación de los personales y posesivos (véase en la parte descriptiva mexicano, § 31; ópata, § 16 y cahita, § 19).

La compulsión se expresa con finales análogas, a saber.

Mexicano. Tia. Ópata. Tuda. Eudeve. Tudem. Tepehuan. Tude. Pima. Tuda. Cahita. Tua.

En mexicano y en cahita se duplica una sílaba del verbo para expresar frecuencia; pero además, en mexicano,   —325→   hay finales con el mismo objeto. También en ópata, eudeve y tarahumar encuentro terminaciones especiales para formar verbos frecuentativos, entre algunas de los cuales hay analogía. Mexicano. Tza. Ópata. Zi o si. Eudeve. Zen o sen. Mexicano. Ni. Ópata. Ve-ni.

En mexicano los verbos llamados aplicativos tienen por signo la final lia o via; en cahita lia, ria, ia; en tarahumar ie o ye. En ópata, la final de los aplicativos es da, en eudeve deui, en pima da, en tepehuan di, de.

La final tzinoa es la que especialmente sirve en mexicano para expresar estimación, reverencia o respeto, formando los verbos llamados reverenciales. En ópata y eudeve los verbos que significan estimación tienen finales semejantes a la del mexicano, tzi en ópata, tzeni en eudeve.

Para indicar que en la oración hay complemento tácito o expreso se agregan al verbo, en mexicano, ciertas partículas que expliqué en el lugar correspondiente (mexicano, § 39). La misma forma, más o menos desarrollada, se encuentra en las otras lenguas que aquí comparo. En ópata y cahita la partícula hi o gi (en mexicano ki) es nota de acusativo de cosa implícita, pues entonces no se expresa; ne es signo de acusativo tácito, tratándose de personas, en ópata, y en cahita iore, aunque también se encuentra ne con el verbo mandar. En pima la partícula tu, antepuesta a los verbos, es nota de acusativo tácito de persona muy semejante a la partícula mexicana te, que tiene el mismo objeto. En tarahumar se encuentra la partícula ke antepuesta al paciente de   —326→   la oración, que recuerda algunas de las partículas mexicanas de que he hablado, y son k, ki, ko. En cora, cuando se expresa el complemento del verbo activo, en singular, se usa la partícula a, y si está en plural hua; cuando se calla el complemento del verbo se ponen las partículas ti o teu; en mexicano te, tla.

Respecto a verbos nominales o derivados de nombre los hay en mexicano con diversos significados y terminaciones, y del mismo modo en las lenguas ópatas. (Véase la parte descriptiva). Después de las comparaciones hasta aquí hechas me parece innecesaria mayor prolijidad, y sólo agregaré las siguientes observaciones.

En las lenguas ópatas hay verbos plurales y singulares, esto es, verbos que se aplican a una sola cosa o a muchas. (Ópata, § 26, etc.).

En los mismos idiomas, por lo menos en algunos de ellos, se hacen verbos del nombre con sólo adaptar a éste los signos de aquél, de cuya forma no falta ejemplo en mexicano (§ 41).




15. Verbo sustantivo

Ni en mexicano ni en las lenguas de la familia97 ópata hay verbo sustantivo puro, sino que tiene otros significados, estar, haber, tener, etc. En las comparaciones léxicas veremos la analogía de forma del verbo sustantivo en estos idiomas.

En mexicano, cahita y tepehuan se suple el verbo sustantivo de una manera análoga, conjugando el nombre, esto es, adaptándole los signos del verbo. (Mexicano, § 41; cahita, § 27; tepehuan § 20).




16. Preposición

En mexicano y en las lenguas de la familia98 ópata la preposición se pospone a su régimen.







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