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María de Zayas y Sotomayor

María de Zayas en el ambiente literario de su tiempo

Por Elizabeth Treviño Salazar
Instituto de Investigaciones Bibliográficas
Universidad Nacional Autónoma de México

A diferencia de su vida personal, la trayectoria profesional de doña María de Zayas y Sotomayor ha dejado menos a la especulación: fue reconocida y alabada por plumas coetáneas, sus composiciones poéticas fueron incluidas en obras de otros escritores y sus colecciones de novelas fueron reimpresas y reeditadas en distintas ocasiones en el siglo que la vio nacer y desarrollarse. La misma novelista aludió, no sin un dejo de orgullo, al éxito de su obra en la Parte segunda del sarao, pues al finalizar el cuarto desengaño se lee:

Que trabajos del entendimiento, el que sabe lo que es, le estimará, y el que no lo sabe, su ignorancia le disculpa, como sucedió en la primera parte de este sarao, que si unos le desestimaron, ciento le aplaudieron, y todos les buscaron y le buscan, y ha gozado de tres impresiones, dos naturales y una hurtada.[1]

Portada de María de Zayas, «Parte segunda del sarao y entretenimiento honesto», Barcelona, Sebastián de Cormellas mercader y a su costa, 1649. Fuente: Biblioteca Nacional de España - Biblioteca Digital Hispánica.

Las palabras que otros escritores coetáneos le dedicaron a doña María de Zayas y Sotomayor constituyen el principal testimonio del lugar que nuestra autora ocupó en los círculos literarios de la España del siglo XVII. A continuación, haremos un repaso de estas, pero antes cabe mencionar un aspecto que ha dado que hablar entre los estudiosos de la obra zayesca: la posible participación de la autora en las academias literarias tan en boga en la España del XVII. En su estudio, King [1963: 93, n. 81] señala que: el grupo de Mendoza -y quizá también el de Medrano- permitieron participar en sus actividades a la brillante y capacitada novelista Doña María de Zayas y Sotomayor. Con certeza, añade King, Zayas participó en la Academia de Mendoza, la más célebre academia literaria en Madrid en esos años; sin embargo, no hemos encontrado evidencia de esta participación concreta.[2] Las únicas dos pruebas que tenemos, a la fecha, de la participación de Zayas en las academias las encontramos, primero, en las palabras de sus colegas escritores y, segundo, en una referencia directa que de ella se hace en un Vejamen del poeta Francesc Fontanella leído en la Academia de Santo Tomás de Aquino de Barcelona en el año 1643.

Lo cierto es que sobre escritores coetáneos que reconozcan la labor de nuestra autora en certámenes y academias tenemos las siguientes palabras que Juan Pérez de Montalbán incluye sobre Zayas en su Para todos (1632): Décima musa de nuestro tiempo, ha escrito a los certámenes con grande acierto. Tiene acabada una comedia de excelentes coplas, y un libro para dar a la estampa en prosa y verso…[3] Asimismo, da cuenta de esto el misterioso autor del «Prólogo de un desapasionado»[4] que encabeza en 1637 las Novelas amorosas y ejemplares: La señora doña María de Zayas, gloria de Manzanares y honra de nuestra España, a quien las doctas academias de Madrid tanto han aplaudido y celebrado (I, p. 163). Pero, más allá de estas alusiones genéricas, no disponemos de más pruebas de su participación en academias precisas, salvo la barcelonesa que comentaremos a continuación.

La noticia de la participación de Zayas en las actividades de la academia barcelonesa de Santo Tomás de Aquino la dio originalmente el filólogo Rubió i Balaguer en 1946,[5] pero ha sido Brown [1993] quien se ha dado a la tarea de estudiar y elaborar una edición crítica del vejamen en donde figura su nombre. Según cuenta Brown [1993: 356-357], Francesc Fontanella

leyó una sátira literaria en verso, un vejamen de tendencia secesionista, para una de las muchas actividades organizadas por la Academia de Santo Tomás de Aquino, de Barcelona […] Mientras las tropas combinadas de franceses y catalanes peleaban contra un pequeño ejército real no muy lejos de la Ciudad Condal (siendo esta nada más que otra escaramuza de la Guerra de Secesión 1641-1659; capitulación de Barcelona en 1652), eclesiásticos, universitarios, un arquitecto (Rafael Planó), un famoso compositor de música litúrgica (Joan Cererols) y una muy conocida autora de Castilla estarían presentes para absorber las barbas verbales del secretario de la mencionada academia literaria: el ingenioso y políticamente volátil Francesc Fontanella.

En el vejamen, el poeta barcelonés narraba, entre otras cosas, cómo había caído dormido mientras los participantes en el certamen literario de la semana previa recitaban sus poemas, pues le parecieron aburridos; ridiculizaba también a los poetas Fra Montaner, Francesc Garriga, Martín de Langa, María de Zayas y Sotomayor, "Melanio", Francesc Mas, Carlos Soler y un don Diego de Noche que venía de la capital provincial de Vich (Brown, 1993: 358). Es importante subrayar que Brown no encontró versos de la pluma de Zayas, pero en el vejamen que describe sí encontramos el poema que Fontanella dedica a nuestra escritora, a quien llama glosadora infeliz, de quien dice que es hombruna, que tiene cara varonil, poco atractiva, y que el premio a su contribución poética será el aro de su propia falda; que aunque no posee todo el equipo masculino bajo las faldas, debajo de sus sayas, sinónimo de falda, doña María parece más varón que hembra.

Doña María de Zayas
viu ab cara varonil.
que a bé que "sayas" tenia
bigotes tilava altius.
Semblava a algun cavaller.
mes jas’ vindrà a descubrir
que una espasa mal se amaga
baix las "sayas" femenils.
En la décima tercera
fou glosadora infeliz,
que mala tercera té
quant lo pris vol adquirir.
O Senyora Doña Saÿa,
per premiar sos bons desitgs
del sèrcol de un guardainfant
tindrà corona gentil![6]

Ahora bien, dejando de lado las teorías sobre la redacción de La traición en la amistad, cuya fecha de composición desconocemos, tenemos que la primera composición de la pluma de Zayas es, con certeza, un poema incluido como parte de los preliminares de La fábula de Píramo y Tisbe, de Miguel Botello, publicada en Madrid en la imprenta de la viuda de Fernando Correa en el año 1621. El siguiente soneto aparece en los preliminares junto a las composiciones de Manuel de Faria y Sosa; don Francisco de Tapia y Leyva, Conde del Basto, hijo del Marqués de Belmonte; y don Cristóbal de la Serna:

Soneto de María de Zayas en los preliminares de la «Fábula de Píramo y Tisbe», de Miguel Botello (Madrid, Imprenta de la viuda de Fernando Correa, 1621). Es el primer texto que escribió María de Zayas. Fuente: Biblioteca Nacional de España - Biblioteca Digital Hispánica.

Fue ingrata Daphne y coronose Apolo,
ella por ser laurel, y él por guardaros
el premio, gran Miguel, que hoy viene a daros[7]
solo en valor, como en ingenio solo.
Pase la fama el uno, y otro Polo
ocupando su voz en alabaros,
nazca Homero otra vez para cantaros,
hagan a vuestro nombre Mauseolo.
Ténganse estos amantes por dichosos,
que si murieron, vuestra heroica pluma
vivos a nuestros ojos los ofrece.
Estos siglos se llamen venturosos,
mi frágil lira de inmortal presuma,
pues alabar vuestro valor merece.

Un año después, en 1622, aparece, también en otra obra de Miguel de Botello, una aportación literaria de Zayas: dos décimas que forman parte de los preliminares de Prosas y versos del pastor de Clenarda, publicada en Madrid en la imprenta de la viuda de Fernando Correa Montenegro en 1622.

Si cantando Tisbe os dio
Apolo su acción gallarda
para cantar a Clenarda,
(sabio Miguel), ¿qué dejó?
Su lira os consagro yo,
y dirá el mundo que acierto,
pues cantáis con tal concierto,
ya después que sois pastor,
que tenéis al niño amor,
de amor de Clenarda muerto.
Dichosa, por cierto, ha sido,
pues tal pastor mereció,
que cantando la dejó,
su nombre libre de olvido,
enamorado a Cupido,
celosa a su madre hermosa,
mi humilde pluma dichosa,
confuso al señor de Delo,
admirado a todo el suelo
y a nuestra España gloriosa.[8]

En los preliminares de esta obra de Botello también escriben Miguel de Silveira, Antonio López de Vega, Alonso de Salas Barbadillo, don Baltasar de León Espinosa, don Rodrigo de Herrera, su mejor amigo, Manuel de Faria y Sosa, Tomás Sibori, Gerónimo de la Fuente, Simón de Nisa y doña Inés de Peralta.

En el Orfeo en lengua castellana, de Juan Pérez de Montalbán, publicado en Madrid en la imprenta de la viuda de Alonso Martín en 1624, también aparece una composición de María de Zayas en los preliminares:

Sospechoso parece,
Montalbán, el deseo,
que de alabar a Orfeo
tu heroica pluma ofrece,
pues haberle excedido
agravio, y no lisonja, ha parecido.
Cantas con voz tan tierna
que eleva, agrada, admira,
por la tuya la lira,
y así el nombre de eterna,
puesto que en gloria suya
le debe, no a su voz, sino a la tuya.[9]

Posteriormente, en 1626, saldría a la luz Experiencias de amor y fortuna, de Francisco de las Cuevas -seudónimo de Francisco de Quintana- en Madrid con el sello de la viuda de Alonso de Martín. En los preliminares de esta obra encontramos una canción de María de Zayas junto a composiciones poéticas de Juan Pérez de Montalbán y Frutos de León y Tapia.

Canción de María de Zayas en los preliminares de «Experiencias de amor y fortuna», de Francisco de las Cuevas, seudónimo de Francisco de Quintana (Madrid, Viuda de Alonso de Martín, 1626). Fuente: Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid.

Canción en elogio de Francisco de las Cuevas

Quisiera, pluma mía,
que de deidad un resplandor tuvieras,
para que en este día,
a pesar de la invidia, te excedieras;
pluma de Homero fueras
que tanto el mundo alaba,
o aquesta lira maravillosa octava.
Dijera de Feniso,
Apolo desta edad, milagro nuevo,
cuanto miro preciso
en su elocuencia y a su genio debo;
mas contigo me atrevo
para que se presuma,
si hay cortedad, que solo está en la pluma.
De Castilla tesoro
es poco, pues llamarle Fénix puedo;
mas si al celeste coro
no subo su alabanza, corta quedo.
Sol le llamo, y no excedo
la gloria que se merece,
pues tanto en sus fortunas resplandece.[10]

Hasta aquí hemos incluido las composiciones de Zayas en libros de otros autores. Todas estas colaboraciones son testimonio de la red de vínculos literarios de la autora y de cómo logró desenvolverse con soltura en el ambiente literario de la España áurea, confiada en la calidad de su obra. Recordemos las palabras de la autora presentadas arriba: Que trabajos del entendimiento, el que sabe lo que es, le estimará, y el que no lo sabe, su ignorancia le disculpa, como sucedió en la primera parte de este sarao, que si unos le desestimaron, ciento le aplaudieron, y todos le buscaron y le buscan.

La primera vez que se menciona a Zayas en la obra de otro escritor no resulta menos relevante, tanto por la naturaleza de esta como por la pluma que la firma: alude a ella Lope de Vega en nada menos que su Laurel de Apolo (1630). En este poema, perteneciente al «ciclo de senectute» del Fénix, este elogia a los poetas y escritores de su tiempo e incluye a nuestra autora, reconociendo su destreza literaria y colocándola junto a otros grandes ingenios de la época. En la Silva VIII de su Laurel de Apolo se lee:

¡Oh dulces Hipocrénides hermosas!,
los espinos pangeos
aprisa desnudad, y de las rosas
tejed ricas guirnaldas y trofeos
a la inmortal doña María de Zayas,
que, sin pasar a Lesbos ni a las playas
del vasto mar Egeo
que hoy llora el negro velo de Teseo,
a Safo gozará mitilenea
quien ver milagros de mujer desea;
porque su ingenio, vivamente claro,
es tan único y raro,
que ella sola pudiera
no solo pretender la verde rama,
para sola ser sol de tu ribera,
y tú por ella conseguir más fama
que Nápoles por Claudia, por Cornelia
la sacra Roma y Tebas por Targelia.[11]

En 1632 -el mismo año en que la menciona Pérez de Montalbán en su Para todos-, aparecería una décima de María de Zayas entre los preliminares de El adonis, de Antonio del Castillo Larzával, publicado en Salamanca, en la oficina de Jacinto Tarberniel, impresor de la Universidad.[12] La lista de los autores de los preliminares que se incluyen en El adonis es bastante larga; además del nombre de nuestra escritora encontramos piezas de Francisco de Eraso, Antonio Hurtado de Mendoza, García Manrique Lara, Pedro de Ordóñez de Villaquirán, Pedro Calderón, Antonio Mira de Amescua, Antonio de Aguilar, Juan Pérez de Montalbán, Juan de Aux y Eredia, Francisco López de Zárate, Antonio Maldonado y Texeda, Gerónimo de Villaizan y Garcés, Gabriel Téllez (Tirso de Molina), Alonso Pérez Seráfico, Diego Collazos de Mendoza, Leonor de Ávalos y Velasco, Eugenia de Contreras y Antonia de Ledesma Maldonado y Guiral. La décima de María de Zayas es la siguiente:

Divino joven, te aclama
la admiración y tu nombre,
solicitando que asombre,
dice en tu Adonis la fama:
rayo a rayo, llama a llama,
vences a Apolo, pues él,
siguiendo a Dafne cruel,
injustamente tirana,
no la gozó en forma humana,
por premiártela en laurel.

Posteriormente encontramos un soneto de la pluma de Zayas en la Fama póstuma a la vida y muerte del doctor frey Lope Félix de Vega Carpio y elogios panegíricos a la inmortalidad de su nombre. Escritos por los más esclarecidos ingenios, solicitados por el doctor Juan Pérez de Montalbán, que se publicó en el año 1636, en Madrid, a costa de Alonso Pérez de Montalbán.

Si mi llanto a mi pluma no estorbara
oh Fénix de la patria, oh nuevo Apolo!,
de mi lira te hiciera un mauseolo,
que tu inmortalidad aposentara.
Mejor que yo ninguno te alabara,
que como tú del uno al otro polo
el único naciste, el sol y el solo,
solo mi amor por solo te igualara.
¿Mas cómo cantaré cuando te lloro
sin esperanza de ningún consuelo
o ya ternura sea o sea decoro?
Pues pierden hoy, porque te gane el cielo,
Mantua su prenda, España su tesoro,
su Dios las Musas y su Vega el suelo.[13]

Un año después salen a la luz las Novelas amorosas y ejemplares, compuestas por doña María de Zayas y Sotomayor, natural de Madrid, en el Hospital Real y General de Nuestra Señora de Gracia, a costa de Pedro Esquer, en Zaragoza, 1637. Y un par de años después, en 1639, en Madrid, se publica Lágrimas panegíricas a la temprana muerte del gran poeta y teólogo insigne, don Juan Pérez de Montalbán. Lloradas y vertidas por los más ilustres ingenios de España. Recogidas y publicadas por la estudiosa diligencia del licenciado don Pedro Grande de Tena…, en donde se incluyen los siguientes versos escritos por María de Zayas.

Versos de María de Zayas en «Lágrimas panegíricas a la temprana muerte del gran poeta teólogo insigne, don Juan Pérez de Montalbán. Lloradas y vertidas por los más ilustres ingenios de España…», por Pedro Grande de Tena, Madrid, 1639. Fuente: Biblioteca Nacional de España - Biblioteca Digital Hispánica.

Cúbrase de luto el mundo,
pues ya del mundo faltó
aquel sol que con sus rayos
escureció al mismo sol.
No madrugue ya el aurora,
estése con su Titón,
que si a ver el sol salía,
ya su sol se escureció.
No canten los pajarillos,
solo diga el ruiseñor,
en sus lamentos, que el fénix
al cielo se remontó.
Y las selvas, a quien dijo
en dulce acento su voz
mil amorosos requiebros,
secas muestren su dolor.
Porque si les faltó Lope,
nunca Lope les faltó,
mientras Montalbán les daba
aliento, vida y verdor.
No sienta Venus la muerte
de su amante cazador,
la de aqueste Adonis sí,
que la llore es más razón.
¡Oh Parca, si tú supieras
el empleo de tu arpón,
lloraras, como otro César,
de tu guadaña el rigor!
Préciate, pues ya lo hiciste,
de haber marchitado en flor
la gala de Manzanares,
la gloria de su nación.
Treinta y seis años postraste;
¡oh, muerte! pluguiera a Dios
que contara a tu despecho
los del caduco Néstor.
Su gala, su bizarría,
todo a tus pies se rindió,
porque a ti sola pudiera
reconocer por mayor.
Su divino entendimiento
(¡oh, qué valerosa acción!),
para morir sin estorbo,
en sí mismo le escondió.
¡Oh muerte! mas bien hiciste;
porque fuera sinrazón
quitarle el puesto que goza
por el puesto que perdió.
Tú caminante que pasas,
si te deja tu pasión,
vuelve a este mármol los ojos,
oye que dice su voz:
ayer fui, ya no soy nada,
la muerte de mí triunfó:
aprended, hombres, de mí
lo que va de ayer a hoy.
Si vistes mi bizarría,
mirad cómo polvo soy;
mi cuerpo cubre esta losa,
mi alma goza de Dios.
Respóndele, caminante:
reposa en paz, y si no
puedes hablar, con la pena
llora, llora, como yo.[14]

También encontramos otra referencia a Zayas poco después, en 1642, cuando se publica La garduña de Sevilla, y anzuelo de las bolsas, de Alonso de Castillo Solórzano, en Madrid, en la Imprenta del Reino a costa de Domingo Sanz de Herrán. En esta obra, el novelista español se refiere a María de Zayas como «Sibila de Madrid», y en el pasaje que reproducimos a continuación se pueden empezar a observar las reflexiones que desata nuestra escritora, en tanto que autora de novela corta, por parte de un hombre con el que comparte oficio:

y es atrevimiento grande escribir en estos tiempos, cuando veo que tan lucidos ingenios sacan a luz partos tan admirables cuanto ingeniosos; y no solo hombres que profesan saber humanidad; pero en estos tiempos luce y campea con felices lauros el ingenio de doña María de Zayas y Sotomayor, que con justo título ha merecido el nombre de Sibila de Madrid, adquirido por sus admirables versos, por su felice ingenio y gran prudencia, habiendo sacado de la estampa un libro de diez novelas que son diez asombros para los que escriben de este género, pues la meditada prosa, el artificio de ellas y los versos que interpola, es todo tan admirable, que acobarda las más valientes plumas de nuestra España. Acompáñala en Madrid doña Ana Caro de Mallén, dama de nuestra Sevilla, a quien se deben no menores alabanzas, pues con sus dulces y bien pensados versos suspende y deleita a quien los oye y lee; esto dirán bien los que ha escrito a toda la fiesta que estas Carnestolendas se hizo en el Buen Retiro, palacio nuevo de Su Majestad y décima maravilla del orbe, pues trata de ella con tanta gala y decoro como mereció tan gran fiesta, prevenida muchos días antes para divertimiento de las Majestades Católicas.[15]

Aprovechamos para reproducir arriba la continuación del pasaje donde Castillo Solórzano habla de María de Zayas pues en este también se hace mención de Ana Caro de Mallén y esto ha llevado a numerosos críticos a aseverar que existía una firme amistad entre ambas escritoras, mas el único testimonio que tenemos de esta posible relación es, justamente, lo que acabamos de ver y dejó escrito Castillo Solórzano[16]. Es cierto que nuestra escritora la menciona en esta Parte segunda: la señora doña Ana Caro, natural de Sevilla: ya Madrid ha visto y hecho experiencia de su entendimiento y excelentísimos versos, pues los teatros la han hecho estimada y los grandes entendimientos le han dado laureles y vítores, rotulando su nombre por las calles (p. 144), pero solo por única ocasión. Colón [2010: 687] estudia la contraparte, es decir, si Caro Mallén da pistas de esta supuesta amistad y concluye que no hay evidencia concreta de esta:

Caro, salvo el poema preliminar [se refiere a las décimas “Crezca la gloria española…” que se incluyen en la primera edición de las Novelas amorosas y ejemplares], no la menciona en ninguna de sus obras; y Zayas solo se refiere a ella en la Parte segunda (1647, marco de la cuarta novela); el único testimonio contemporáneo de esa supuesta convivencia es una alusión de Castillo Solórzano en La garduña de Sevilla, que bien podría estar refiriéndose al hecho de que hay una mujer que escribe en Sevilla, Ana Caro, al igual que hay otra en Madrid, Zayas, y lo aduce como prueba de que no solo los varones componen obras literarias.

Después de esta evocación a María de Zayas por parte de Castillo Solórzano, y la posterior mención de Francesc de Fontanella en el vejamen de 1643 que describimos antes, ya no tenemos más referencias de la escritora en otras obras de escritores coetáneos, ni tampoco aparecen más colaboraciones de su autoría en los preliminares de otros. Así es que llegamos a la última aportación literaria de nuestra escritora: la publicación de la Parte segunda del sarao y entretenimiento honesto, que sale a la luz en 1647 en la ciudad de Zaragoza, en la imprenta del Hospital Real y General de Nuestra Señora de Gracia, y a costa de Matías Lizau. Esta decena de novelas cortas es la última obra zayesca en darse a la estampa. Por siglos, el silencio que siguió a esta publicación parecía inexplicable, hasta que, en tiempos recientes, gracias a los trabajos de Rodríguez de Ramos [2014 y 2022] y Sáez González [2023], ha sido posible dilucidar el fatídico ocaso de una de las más grandes escritoras de nuestra tradición literaria. Véase biografía.

[1] Citamos por nuestra edición (Treviño, 2018: 178).

[2] Y, hasta donde sabemos, otros zayistas tampoco han tenido suerte en esta empresa (cfr. Yllera, 1983: 13, n. 14 y Colón, 2010: 686).

[3] Pérez de Montalbán, Juan, Para todos. Exemplos morales, humanos y divinos…, Madrid, En la Imprenta del Reyno, 1632, fol. 13r. Corresponde al núm. 246 del «Índice de ingenios de Madrid».

[4] Sobre este prólogo, cabe señalar, Martínez del Portal [1973: 10] sugiere la posibilidad de ser de la autoría de Alonso de Castillo Solórzano, mas no profundiza en la idea.

[5] Según reconoce Brown, Rubió i Balaguer había localizado una referencia puntual a la autora en el Vexamen del 15 de marzo de 1643 del poeta barcelonés Francesc Fontanella (Brown, 1993: 356).

[6] Incluimos el texto original en catalán. El subrayado es nuestro. El vejamen se localiza en la Biblioteca Nacional de Cataluña, bajo la signatura Ms 172, BNC; el poema, en p. 362.

[7] En el ejemplar consultado (R/1743 de la BNE) se lee «daro», en singular por lo que enmendamos a «daros» por rima (f. 2v.).

[8] Dice Colón [2010: 688]: El ejemplar R/12887 de la BNE tiene recortados y pegados los datos de impresión […] anotaciones manuscritos, una de ellas afecta el verso 7 del poema de Zayas, pero el ejemplar R/6344 que encontramos y del cual tomamos el poema que aquí reproducimos se encuentra completo y en buen estado (f. 9v.).

[9] Ejemplar R/5805(2) de la BNE, f. 4v., Colón [2010: 688] señala que en las ediciones posteriores de esta obra ya no se incluyen los poemas María de Zayas ni de Francisco de Francia y Acosta.

[10] El ejemplar consultado de la primera edición, la de 1626, se encuentra en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid (BH FLL Res. 832); la canción se localiza en f. 6v. De las ediciones que existen de esta obra, Colón [2010: 689] señala que el ejemplar de Zaragoza (Pedro Lanaja y Lamarca, a costa de Iusepe Alfay, 1647): contiene alguna anotación manuscrita sobre fechas de otras ediciones y en el verso de la portada un escudo dividido en cuatro cuarteles con cimera con hojas en la parte superior y en la parte inferior la leyenda "D. L. Escveres", que hace referencia al mercader de libros Pedro Esquer, aunque aparentemente no participó en la impresión, el hecho resulta de interés por cuanto el escudo se encuentra igualmente en la portada de la primera edición de las Novelas de 1637 de María de Zayas, que sí había sido costeada por Pedro Esquer, así como, entre otros, en el Para todos de Pérez de Montalbán, todo lo cual parece indicar cierta relación entre Escuer, Zayas y Montalbán.

[11] Edición de A. Carreño, vv. 579-596.

[12] Tras considerar las aportaciones de Cruickshank [2009], hemos podido encontrar un ejemplar en la Biblioteca de Santiago de Compostela (Bib. Xeral FOLL 267-19, h. 14). Barbeito Carneiro [1986: I, 868] da cuenta de otro ejemplar, localizado en la BNE bajo la signatura R-Varios, 154-4, mas señala que carece de preliminares.

[13] Edición de Di Pastena, p. 214.

[14] Ejemplar consultado: BNE R/4075, fol. 51v.

[15] Edición de F. Ruiz Morcuende, pp. 66-67; los subrayados son nuestros. Esos «versos que interpola» a los que alude Castillo Solórzano son los que se encuentran intercalados tanto en las Novelas como en la Parte segunda del sarao, algunas veces como parte del marco narrativo que las une, pero también dentro del cuerpo mismo de los relatos. Al respecto recomendamos los estudios de Rivers [1999: I, 323-334] y Quintana [2011: 105-119].

[16] Ciertamente, Barrera y Leirado [1860: 508], en su Catálogo bibliográfico y biográfico del teatro antiguo español, cuenta: Yo recuerdo haber leído en un manuscrito del siglo pasado que fue íntima amiga de la poetisa sevillana doña Ana Caro de Mallén, y que vivió algún tiempo en su compañía, mas no se sabe cuál pudo haber sido tal fuente. Serrano y Sanz [1905: 584], por ejemplo, lo toma por cierto: como también [es indiscutible] que tuvo estrecha amistad con la poetisa D.ª Ana Caro Mallén de Soto, y también insisten en este nexo amistoso entre las escritoras posteriormente, y muy probablemente siguiendo a este estudioso, otros zayistas como Sylvania [1922: 5], Montesa [1981: 25], Barbeito Carneiro [2007: 64] y Olivares [2017: II, 875].

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