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ArribaAbajoCuadro III


Escena VI

 

Cúbrese el monte, y sale la NATURALEZA HUMANA.

 
NATURALEZA HUMANA
   De buscar a Narciso fatigada,
sin permitir sosiego a mi pie errante,
ni a mi planta cansada
que tantos ha ya días que vagante
examina las breñas5
sin poder encontrar más que las señas,
   a este bosque he llegado donde espero
tener noticias de mi bien perdido;
que si señas confiero,
diciendo está del prado lo florido,10
que producir amenidades tantas,
es por haber besado ya sus plantas.
   ¡Oh, cuántos días ha que he examinado
la selva flor a flor, y planta a planta,
gastando congojado15
mi triste corazón en pena tanta,
y mi pie fatigando, vagabundo,
tiempo, que siglos son; selva, que es mundo!
   Díganlo las edades que han pasado,
díganlo las regiones que he corrido,20
los suspiros que he dado,
de lágrimas los ríos que he vertido,
los trabajos, los hierros, las prisiones
que he padecido en tantas ocasiones.
   Una vez, por buscarle, me toparon25
de la ciudad las guardas, y atrevidas,
no sólo me quitaron
el manto, mas me dieron mil heridas
los centinelas de los altos muros,
teniéndose de mí por mal seguros.30
   ¡Oh ninfas que habitáis este florido
y ameno prado, ansiosamente os ruego
que si acaso al querido
de mi alma encontrareis, de mi fuego
Le noticiéis, diciendo el agonía35
con que de amor enferma el alma mía!
   Si queréis que os dé señas de mi amado,
rubicundo esplendor Le colorea
sobre jazmín nevado;
por su cuello, rizado Ofir pasea;40
los ojos, de paloma que enamora
y en los raudales transparentes mora.
   Mirra olorosa de su aliento exhala;
las manos son al torno, y están llenas
de jacintos, por gala,45
o por indicio de sus graves penas:
que si el jacinto es ay, entre sus brillos
ostenta tantos ayes como anillos.
   Dos columnas de mármol, sobre basas
de oro, sustentan su edificio bello;50
y en delicias no escasas
suavísimo es, y ebúrneo, el blanco cuello;
y todo apetecido y deseado.
Tal es, ¡oh ninfas!, mi divino amado.
   Entre millares mil es escogido;55
y cual granada luce sazonada
en el prado florido,
entre rústicos árboles plantada;
así, sin que ningún zagal Le iguale,
entre todos los otros sobresale.60
   Decidme dónde está El que mi alma adora,
o en qué parte apacienta sus corderos,
o hacia dónde -a la hora
meridiana- descansan sus luceros,
para que yo no empiece a andar vagando65
por los rediles, que Lo voy buscando.
Mas, por mi dicha, ya cumplidas veo
de Daniel sus semanas misteriosas,
y logra mi deseo
las alegres promesas amorosas70
que me ofrece Isaías
en todas sus sagradas profecías.
   Pues ya nació aquel niño hermoso y bello,
y ya nació aquel hijo delicado,
que será gloria el vello75
llevando sobre el hombro el principado:
admirable, Dios fuerte, consejero,
rey, y padre del siglo venidero.
   Ya brotó aquella vara misteriosa
de Jesé, la flor bella en quien descansa80
sobre su copa hermosa
espíritu divino, en que afianza
sabiduría, consejo, inteligencia,
fortaleza, piedad, temor y ciencia.
   Ya el fruto de David tiene la silla85
de su padre; ya el lobo y el cordero
se junta y agavilla,
y el cabritillo con el pardo fiero;
junto al oso el becerro quieto yace,
y como buey el león las pajas pace.90
   Recién nacido infante, quieto juega
en el cóncavo de áspid ponzoñoso,
y a la caverna llega
del régulo nocivo, niño hermoso,
y la manilla en ella entra seguro,95
sin poderle dañar su aliento impuro
   Ya la señal, que Acaz pedir no quiso,
y Dios le concedió, sin él pedilla,
se ve, pues ya Dios hizo
la nueva, la estupenda maravilla100
que a la naturaleza tanto excede,
de que una virgen para, y virgen quede.
   Ya a Abraham se ha cumplido la promesa
que Dios reiteró a Isaac, de que serían
en su estirpe y nobleza105
bendecidas las gentes que nacían
en todas las naciones,
para participar sus bendiciones.
   El cetro de Judá, que ya ha faltado,
según fue de Jacob la profecía,110
da a entender que ha llegado
del mundo la esperanza y la alegría,
la salud del Señor que él esperaba
y en profético espíritu miraba.
   Sólo me falta ya, ver consumado115
el mayor sacrificio. ¡Oh, si llegara,
y de mi dulce amado
mereciera mi amor mirar la cara!
Seguiréle, por más que me fatigue,
pues dice que ha de hallarle quien Le sigue.120
   ¡Oh, mi divino amado, quién gozara
acercarse a tu aliento generoso,
de fragancia más rara
que el vino y el ungüento más precioso!
Tu nombre es como el óleo derramado,125
y por eso las ninfas te han amado.
   Tras tus olores presta voy corriendo:
¡oh, con cuánta razón todas te adoran!
Mas no estés atendiendo
si del sol los ardores me coloran;130
mira que, aunque soy negra, soy hermosa,
pues parezco a tu imagen milagrosa.
   Mas allí una pastora hermosa veo.
¿Quién podrá ser beldad tan peregrina?;
mas, o miente el deseo,135
o ya he visto otra vez su luz divina.
A ella quiero acercarme,
por ver si puedo bien certificarme.


Escena VII

 

Sale la GRACIA, de pastora, cantando; y vanse acercando.

 
GRACIA
   Albricias, mundo; albricias,
Naturaleza humana,140
pues con dar esos pasos
te acercas a la Gracia:
¡dichosa el alma
que merece tenerme en su morada!
   Venturosa es mil veces145
quien me ve tan cercana;
que está muy cerca el sol
cuando parece el alba:
¡dichosa el alma
que merece hospedarme en su morada!150
 

(Repite la música este último verso, y llégase la NATURALEZA a ella.)

 
NATURALEZA HUMANA
   Pastora hermosa, que admiras,
dulce sirena, que encantas
no menos con tu hermosura
que con tu voz soberana;
pues a mí tu voz diriges155
y a mí albricias me demandas
de alguna nueva feliz,
pues dicen tus consonancias:
GRACIA y
NATURALEZA HUMANA
albricias, mundo; albricias
Naturaleza Humana, 160
pues con dar esos pasos
te acercas a la Gracia:
CORO 1.º
¡dichosa el alma,
que merece hospedarme en su morada!
NATURALEZA HUMANA
¿De qué son? Y tú, quién eres165
dime; porque aunque tu cara
juzgo que he visto otra vez,
las especies tan borradas
tengo, que no te conozco
bien.
GRACIA
Aquesto no me espanta,
170
que estuve poco contigo,
y tú entonces descuidada
no me supiste estimar,
hasta que viste mi falta.
NATURALEZA HUMANA
Pues en fin, dime ¿quién eres?175
GRACIA
¿No te acuerdas de una dama
que, en aquel bello jardín
adonde fue tu crianza,
por mandato de tu padre
gustosa te acompañaba180
asistiéndote, hasta que
tú por aquella desgracia,
dejándole a Él enojado,
te saliste desterrada,
y a mí me apartó de ti,185
de tu delito en venganza,
hasta ahora?
NATURALEZA HUMANA
¡Oh, venturosa
la que vuelve a ver tu cara,
Gracia divina, pues eres
la mejor prenda del alma!190
¡Los brazos me da!
GRACIA
Eso no,
que todavía te falta
para llegar a mis brazos
una grande circunstancia.
NATURALEZA HUMANA
Si está en diligencia mía,195
dila, para ejecutarla.
GRACIA
No está en tu mano, aunque está
el disponerte a alcanzarla
en tu diligencia; porque
no bastan fuerzas humanas200
a merecerla, aunque pueden
con lágrimas impetrarla,
como don gracioso que es,
y no es justicia, la Gracia.
NATURALEZA HUMANA
Y ¿cómo he de disponerme?205
GRACIA
¿Cómo? Siguiendo mis plantas,
y llegando a aquella fuente,
cuyas cristalinas aguas
libres de licor impuro,
siempre limpias, siempre intactas210
desde su instante primero,
siempre han corrido sin mancha;
aquésta es de los Cantares
aquella fuente sellada,
que sale del paraíso,215
y aguas vivíficas mana.
Éste, el pequeño raudal
que, misterioso, soñaba
Mardoqueo, que crecía
tanto, que de su abundancia220
se formaba un grande río;
y después se transformaba
en luz y en sol, inundando
los campos de su pujanza.
NATURALEZA HUMANA
Ya sé que ahí se entiende Esther225
y que, en Esther, figurada
está la imagen divina
de la que es llena de gracia.
¡Oh, fuente divina, oh pozo
de las vivíficas aguas,230
pues desde el primer instante
estuviste preservada
de la original ponzoña,
de la trascendental mancha,
que infesta los demás ríos;235
vuelve tú la imagen clara
de la beldad de Narciso,
que en ti sola se retrata
con perfección su belleza,
sin borrón su semejanza!240
GRACIA
Naturaleza feliz,
pues ya te ves tan cercana
a conseguir tu remedio,
llega a la fuente sagrada
de cristalinas corrientes,245
de quien yo he sido la guarda,
desde que ayer empezó
su corriente, inmaculada
por singular privilegio;
y encubierta entre estas ramas,250
a Narciso esperaremos,
que no dudo que Lo traiga
a refrigerarse en ella
la ardiente sed que Lo abrasa.
Procura tú que tu rostro255
se represente en las aguas,
porque llegando Él a verlas
mire en ti su semejanza;
porque de ti se enamore.
NATURALEZA HUMANA
Déjame antes saludarla,260
pues ha de ser ella el medio
del remedio de mis ansias.
GRACIA
Debido obsequio es, y así
yo te ayudaré a invocarla.

 (Canta.) 

   ¡Oh, siempre cristalina,265
clara y hermosa fuente:
tente, tente;
reparen mi ruina
tus ondas presurosas,
claras, limpias, vivificas, lustrosas!270
NATURALEZA HUMANA
   No vayas tan ligera
en tu corriente clara;
para, para,
mis lágrimas espera:
vayan con tu corriente275
santa, pura, clarísima, luciente.
GRACIA
   ¡Fuente de perfecciones,
de todas la más buena,
llena, llena
de méritos y dones,280
a quien nunca ha llegado
mácula, riesgo, sombra, ni pecado!
NATURALEZA HUMANA
   Serpiente ponzoñosa
no llega a tus espejos:
lejos, lejos285
de tu corriente hermosa,
su ponzoña revienta;
tú corres limpia, preservada, exenta.
GRACIA
   Bestia obscena, ni fiera,
no llega a tus cristales;290
tales, tales
son, y de tal manera,
que dan con su dulzura
fortaleza y salud, gusto y ventura.
NATURALEZA HUMANA
   Mi imagen representa295
si Narciso repara,
clara, clara;
porque al mirarla sienta
del amor los efectos,
ansias, deseos, lágrimas y afectos.300
GRACIA
   Ahora en la margen florida,
que da a su líquida plata
guarniciones de claveles
sobre campos de esmeraldas,
nos sentaremos en tanto305
que llega; que el que Lo atraiga
Naturaleza, no dudo,
si está junto con la Gracia.
NATURALEZA HUMANA
Si el disponerme a tenerla,
cuanto puedan mis humanas310
fuerzas, es lo que me toca,
ya obedezco lo que mandas.


Escena VIII

 

Llegan las dos a la fuente; pónese la NATURALEZA entre las ramas, y con ella la GRACIA, de manera que parezca que se miran; y sale por otra parte NARCISO, con una honda, como pastor, y canta el último verso de las coplas, y lo demás representa acercándose a la fuente.

 
NARCISO
   Ovejuela perdida,
de tu dueño olvidada,
¿adónde vas errada?315
Mira que dividida

 (Canta.) 

de mí, también te apartas de tu vida.
Por las cisternas viejas
bebiendo turbias aguas,
tu necia sed enjaguas;320
y con sordas orejas,

 (Canta.) 

de las aguas vivíficas te alejas.
   En mis finezas piensa:
verás que, siempre amante,
te guardo vigilante,325
te libro de la ofensa,

 (Canta.) 

y que pongo la vida en tu defensa.
   De la escarcha y la nieve
cubierto, voy siguiendo
tus necios pasos, viendo330
que ingrata no te mueve

 (Canta.) 

ver que dejo por ti noventa y nueve.
   Mira que mi hermosura
de todas es amada,
de todas es buscada,335
sin reservar criatura,

 (Canta.) 

y sólo a ti te elige tu ventura.
   Por sendas horrorosas
tus pasos voy siguiendo,
y mis plantas hiriendo340
de espinas dolorosas

 (Canta.) 

que estas selvas producen, escabrosas.
   Yo tengo de buscarte;
y aunque tema perdida,
por buscarte, la vida,345
no tengo de dejarte,

 (Canta.) 

que antes quiero perderla por hallarte.
   ¿Así me correspondes,
necia, de juicio errado?
¿No soy quien te ha criado?350
¿Cómo no me respondes,

 (Canta.) 

y (como si pudieras) te me escondes?
   Pregunta a tus mayores
los beneficios míos:
los abundantes ríos,355
los pastos y verdores,

 (Canta.) 

en que te apacentaron mis amores.
   En un campo de abrojos,
en tierra no habitada,
te hallé sola, arriesgada360
del lobo a ser despojos,

 (Canta.) 

y te guardé cual niña de mis ojos.
   Trájele a la verdura
del más ameno prado,
donde te ha apacentado365
de la miel la dulzura,

 (Canta.) 

y aceite que manó de peña dura.
   Del trigo generoso
la medula escogida
te sustentó la vida,370
hecho manjar sabroso,

 (Canta.) 

y el licor de las uvas oloroso.
   Engordaste, y lozana,
soberbia y engreída
de verte tan lucida,375
altivamente vana,

 (Canta.) 

mi belleza olvidaste soberana.
   Buscaste otros pastores
a quien no conocieron
tus padres, ni los vieron380
ni honraron tus mayores;

 (Canta.) 

y con esto incitaste mis furores.
   Y prorrumpí enojado:
«Yo esconderé mi cara
(a cuyas luces para385
su cara el sol dorado)

 (Canta.) 

de este ingrato, perverso, infiel ganado.
   Yo haré que mis furores
los campos les abrasen,
y las hierbas que pacen;390
y talen mis ardores

 (Canta.) 

aun los montes que son más superiores.
   Mis saetas ligeras
les tiraré, y la hambre
corte el vital estambre;395
y de aves carniceras

 (Canta.) 

serán mordidos, y de bestias fieras.
   Probarán los furores
de arrastradas serpientes;
y en muertes diferentes400
obrará, en mis rigores,

 (Canta.) 

fuera, el cuchillo; y dentro, los temores».
   Mira que soberano
soy, y que no hay más fuerte;
que yo doy vida y muerte,405
que yo hiero y yo sano,

 (Canta.) 

y que nadie se escapa de mi mano.
   Pero la sed ardiente
me aflige y me fatiga;
bien es que el curso siga410
de aquella clara fuente,

 (Canta.) 

y que en ella templar mi ardor intente.
   Que pues por ti he pasado
la hambre de gozarte,
no es mucho que mostrarte415
procure mi cuidado,

 (Canta.) 

que de la sed por ti estoy abrasado.