El gato con botas - videoteca
Érase una vez un molinero que al morir dejó a su hijo en herencia un gato con botas.
Al verlo, el hijo del molinero dijo:
-Esta cosa no sabe hacer nada, es torpe, no sirve para nada.
A lo que el gato contestó:
-¡Eh! Yo soy un gato muy especial y muy listo. Vamos a dar un paseo por la orilla del río y te lo demostraré.
-Vamos, dijo el hijo del molinero. Y los dos se fueron caminando.
Paseaban por la orilla del río cuando el gato divisó a lo lejos un carruaje en el que viajaban el rey y la princesa. Casi sin pensarlo, el gato empujó al hijo del molinero al río y comenzó a gritar:
-¡Socorro, socorro! ¡El marqués se está ahogando! Y dicho esto desapareció.
El rey detuvo su carruaje y se acercó a ver a aquel marqués que se estaba ahogando. Le ayudó a salir del agua, le ofreció después ropa seca porque estaba empapado y lo invitó a subir a su carruaje. Así, continuaron su camino.
Mientras tanto, el gato se había acercado a unas tierras en las que trabajaba un grupo de campesinos a quienes dijo:
-Si el rey viniera y os preguntara de quién son estas tierras, debéis responder que son de vuestro amo el marqués ¿De acuerdo?
-De acuerdo, contestaron los campesinos, antes de que el gato se marchara corriendo otra vez.
Al poco tiempo llegó el rey. Paró su carruaje frente a los campesinos que estaban trabajando y les preguntó:
-¿De quién son estas tierras?
-Estas tierras pertenecen al marqués, dijeron los campesinos.
-Vaya... Del marqués. Debe de ser importante este marqués. ¡Vamos!, dijo el rey.
Y continuaron su viaje.
Mientras esto sucedía, el gato se había acercado a un castillo muy grande y había llamado a la puerta. Un ogro enorme la abrió y le preguntó:
-¿Qué quieres?
El gato, algo asustado, contestó:
-Me han dicho que tú puedes convertirte en el animal que quieras.
-Claro que sí, ahora lo verás, dijo el ogro. Y en un instante se convirtió en un fiero león.
-¡Caray!, dijo el gato, pero… ¿A que no eres capaz de convertirte en un ratoncito?
-Claro que sí. Ahora lo verás, contestó el ogro. A aún no había terminado de decir estas palabras cuando se transformó en un pequeño ratón. El gato aprovechó la ocasión para lanzarse sobre él y comérselo. Ahora el castillo era de su marqués.
El gato esperó en la puerta del castillo hasta que se aproximó el carruaje real. Una vez allí, los recibió diciendo:
-Bienvenidos al castillo del Marqués.
El rey, la princesa y el hijo del molinero bajaron del carruaje y entraron al castillo.
Con el tiempo, el hijo del molinero y la princesa se casaron. Todo ocurrió así gracias a la sabiduría del Gato con botas.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.