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Una vida de Castilla

Ricardo Gullón





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Por esta apretada tierra castellana se ven todavía hombres así: años y años bebiéndose el cielo, y un buen día virar de pronto y plantarse bruscamente en un alcor de la Historia -grave dama a quien anotamos con mayúscula-. Acercarse a una existencia semejante requiere el tácito paso de un enamorado que no se limite a recoger la peripecia externa, sino que sepa hundirse como un pez en las aguas profundas por donde corre el   —30→   último latir que motiva la acción. Para infundir humano aliento cálido a un conjunto de fechas, de anécdotas deslavazadas, de secos documentos «de la época», mejor que refugiarse en sombras de archivo es hacer lo que Eduardo de Ontañón al crear su Cura Merino: lanzarse por campos de Burgos y de Soria para descubrir al personaje en conversación con serranos y cabreros, dialogando con las encinas y contemplando los chaparros que conservan mejor que mohosos libracos el perfume de una existencia.

Días sintiendo la caricia aguda del viento de Urbión, de recoger entre los pinos -cerca de San Leonardo o de Navaleno- ecos de una vida que va haciéndose entre sus manos. El gozo de ir plasmando la línea firme del guerrillero, y al final una magnífica interpretación de Castilla, fondo y alma del libro y de su autor. Pues la obra de Ontañón es, ante todo, lo que debe de ser: una biografía, una excelente biografía del Cura, pero además -y en éste además ha de cargarse el acento- es un gran libro lírico y romántico sobre Castilla.

Garbo cierto en la prosa, despejo de gracia auténtica en la narración y en el comentario, resaltando el primor en el hallazgo del adjetivo que califica el hombre o la cosa. Señalemos la bella reminiscencia del «esa», «esos», tan caros al Juglar de Medinaceli y que Ontañón emplea con frecuencia.

No importa demasiado que se trate de biografía exacta o de vida inventada. Lo esencial queda ahí: vivo espíritu preciso, arte de biógrafo que no trata de resucitar un cadáver, sino de crear su personaje. Apasionada tensión en lo entrañable, luces, en lo alto, de amanecer.





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