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Una medalla masónica

Vicente de la Fuente





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A principios del siglo pasado se les antojó á varios caballeros franceses jugar á los Templarios, como podían haberse puesto á jugar á los soldados, ó á cualquiera otra cosa de pasatiempo más ó menos honesto y recreativo. Hacia el año 1715 Felipe de Orleans se puso al frente de esta orden, á falta de otro mejor entretenimiento. Entonces un jesuíta italiano, llamado el Padre Bouanni, gran anticuario y buen dibujante, se entretuvo también ¡mal pecado! en inventar un acta, de la cual aparece que estando Jacobo Molay preso en la Bastilla y previendo la extinción de la orden de los Templarios y los obsequios calurosos que el Rey Felipe el Hermoso le preparaba, transmitió su jurisdicción y derechos maestrales á un tal Juan Marco Lamenius; el cual, á su tiempo, nombró por sucesor á un tal Tomás Teobaldo de Alejandría; el cual á su vez transmitió su jurisdicción á otros; de modo que la orden se fué perpetuando de siglo en siglo hasta fines del XVII.

Acompañaban á esta puntualizada relación un relicario de cobre con huesos calcinados del Maestre Molay (los cuales, si no eran podían ser suyos, como también de cualquier quemado) un casco viejo con embutidos de oro, tres mitras y otros enseres, que se decían ser de caballeros de la orden. Lo más curioso de todo es lo de las tres mitras; pues costaría trabajo explicar para qué las querían aquellos buenos señores; puesto que no eran ni abades ni obispos.

Dolíanse todos de la pérdida de las actas en que estos grandes Maestres, parientes de Amadís de Gaula y Palmerín de Hircania, habían consignado sus hechos y derechos posteriores; pero el P. Bouanni se propuso hallarlas y las halló en efecto en el tiempo que un anticuario regular hubiera tardado en escribirlas; seguro que si hubiese resucitado el P. Román de la Higuera, de grato recuerdo entre los descubridores ultra-fantásticos, se   —167→   hubiera muerto de envidia á vista de aquel hermano suyo sucesor de Anio de Viterbo y otros bellacuelos italianos.

Felipe de Orleans ya Regente, tuvo la feliz ocurrencia de querer emparentar sus nuevos Templarios con los Caballeros de la Orden de Cristo en Portugal; pero el Rey D. Juan V halló algunas dificultades para este entronque, y aun puso en decorosa custodia en un castillo á uno de los emisarios franceses á fin de que estudiase el punto más despacio, y el otro emisario escapó de priesa á Gibraltar quizá en busca de mejores noticias.

Dicen que el hermano Ledrú compró en 1804 un mueble del Duque de Cosse-Brissac, en que estaba oculta el acta de transmisión; y la enseñó á su condiscípulo de seminario Fabre Palaprat. Ambos acordaron hacerse Templarios, en 1804, época de las grandes farsas masónicas, y restablecer la orden del Temple en Francia. Así lo refiere Clavel á la pág. 355 de la Historia de la Francmasonería.

Restablecióse, pues, la orden del Temple en aquel año poniéndose al frente de ella el ex-seminarista y cirujano callista ó sea pedicuro llamado M. Fabre Palaprat. Habían desaparecido el relicario con los huesos del Maestre Jacobo Molay, la espada, casco, mitras y demás objetos hallados en 1715, pero habiendo prenderías en París y en algunas de ellas objetos de antigüedad, no fué difícil volver á encontrar los huesos y demás objetos, auténticos por supuesto, y tan verdaderos como los de cien años antes. Dícese que Mr. Bernave Remond ó Raimundo Fabre Palaprat, llegó á usarlas y se consideró como obispo templario y ofició de pontificial y los Templarios revestidos con sus mantos y túnicas, cotas y avíos con sobrepellices y casullas, asistían a los oficios públicos en una cochera que habían alquilado, blanqueándola y habilitándola para iglesia. El público asistía con gran fruición á este espectáculo nuevo; del cual decían los parisienses lo mismo que suele decirse de la francmasonería, que es la religión de los que no tienen religión. Y en efecto, los Templarios de Fabre Palaprat lograron emparentar con los Templarios masónicos y caballeros Rosa-Cruces con más facilidad que con el intransigente y fanático Rey de Portugal D. Juan V.

Todas estas noticias las debemos á F. Clavel en la Historia pintoresca   —168→   de la francmasonería. El abate Berges da noticias acerca de otras travesuras templarias del Maestre pedicuro, al hablar de la Iglesia nacional francesa fundada en 1830 por el abate Chatel. Después de una vida algo borrascosa y poco clerical, Chatel se propuso ser obispo, no contentándose con ser capellán de regimiento; pero se halló con que los obispos católicos no eran del mismo parecer. La Iglesia nacional francesa se componía de una media docena de individuos, entre los cuales el principal, después de Chatel, era un cómico de la legua.

Chatel pensó pasar al Oriente en busca de algún obispo cismático que le consagrara, pero temiendo por una parte los gastos del viaje y por otra no encontrar obispo alguno, ni aun cismático, que le ordenara, desistió de su viaje y prefirió ponerse en manos del gran Maestre de los Templarios Fabre Palaprat, que le ofreció hacerle obispo, con la misma autoridad y jurisdicción con que él había sido hecho gran Maestre del Temple. Accedió Chatel, ofreciendo que, en cambio, él y sus discípulos serían Templarios y sustituiría á los cuatro evangelios el Leviticon de San Juan, libro apócrifo que se dice escrito por San Juan Evangelista y que Fabre ó algún otro Templario, decía haber hallado en algún antiquísimo códice griego para Evangelio ad usum.

La ceremonia de la consagración de Chatel fué muy sencilla, tuvo lugar en el gabinete de operaciones del gran Maestre pedicuro y entre las herramientas del oficio. Fabre Palaprat vestido de gran Maestre y asistido de dos caballeros, uno que tenía el estoque maestral y el otro la bandera del Temple, ungió con un aceite ó especie de cosmético al futuro obispo asistido de dos discípulos suyos vestidos de diáconos; y quedaron tan contentos el Maestre consagrante del obispo consagrado y este de aquel, que según se decía en París, Fabre dijo al salir de su casa refiriéndose al consagrado- Vaya un bribón, á quien leernos hecho obispo; y Chatel, al llegar á su habitación decía al cómico-diácono ¡vaya una farsa indecente á que nos lean sujetado esos bribones! Todos tenían razón.

Preciso es descender á estos pormenores para descifrar la medalla de bronce que posee el Sr. Saavedra y presenta á la Academia. Tiene esta en el anverso un busto rodeado de signos enigmáticos   —169→   parecidos al alfabeto masónico francés. En el reverso hay una cruz como la que usaban los seudo templarios modernos franceses, según le plugo al P. Bonanni dibujarla en el acta llamada de transmisión. Esta cruz es igual, jironada de gules, parecida á la de plata que usaba D. Jaime el Conquistador en el primer cuartel de su escudo. Pero esta cruz en nada se parece á la verdadera de los Templarios. Sabido es que los Templarios de la Corona de Aragón que entraron á formar la orden de Montesa con los de San Jorge de Alfambra no quisieron quitarse la cruz de Templarios, sino que pusieron la roja de San Jorje sobre la negra del Temple que era algo más ancha que la de San Jorje, de modo que formaba la del Temple como una orla negra alrededor de la cruz griega y roja de San Jorje.

Se ve, pues, aquí, la necedad de estos seudo Templarios franceses, que ni aun sabían cual era la forma de la verdadera cruz usada por los Templarios.

Esta cruz jironada es la que puso Fabre Palaprat en la adjunta medalla acuciada en 1820 para perpetuar la memoria de su maestrazgo y hacer pasar á la posteridad, su rostro, su dignidad y su nombre.

Los caracteres uniformes que en él se ven y triangulares son en parte parecidos á los del alfabeto masónico francés, pero más cerrados. Así, por ejemplo; en el alfabeto masónico la A es Carácter, la B Carácter y en el templario son la A = V, la B = Carácter.

Inmediatamente debajo del busto se ven el nombre del grabador y la fecha de la medalla en caracteres latinos que quieren decir: Cognardon Caballero del Temple la grabó en 1820.

Debajo de estas palabras se ve en caracteres templarios el nombre del Gran Maestre «Fabre Palaprat.»

En el reverso se ven las armas del gran Maestre coronadas por una especie de corona imperial de la que salen unas ínfulas ó bandas á manera de estola con la cruz del Santo Sepulcro. Dos de los cuatro cuarteles del escudo ostentan la cruz apócrifa del Temple y sobre la cruz de la corona una pica con las letras V. D. S. A.

Las fechas que se ven al pie 686-1804, son la primera la de antigüedad de la orden á contar desde Hugo des Payens en 1118; y la segunda el año 1804, es propia del Maestrazgo de Fabre Palaprat   —170→   que principió en aquel año, si no mienten las crónicas de la orden.

No son fáciles de averiguar las cifras restantes en caracteres Templarios. En esta materia de cifras cada uno entiende lo que quiere.

Las del reverso sospecho que digan «Por Dios y por la patria», -Pro Deo et patria- leyenda que se ve en el escudo que mandó grabar en 1846 el hermano José María Moralejo Maestre legacial de la orden del Temple en España, que en el trienio de 1820 al 23 fué muy conocido en Madrid con el título de Cura de Brihuega.

Esto es lo que he podido descifrar de la curiosa medalla Templaria que posee nuestro compañero el Sr. Saavedra.





Madrid, 15 de Noviembre de 1870.



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