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Teatro Les Mathurins

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ArribaAbajoMaría Casares

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Actriz española nacida en A Coruña, Galicia, el 21 de noviembre de 1922; y fallecida en La Vergne (Francia), el 22 de noviembre de 1996. Hija del político gallego Santiago Casares Quiroga, a los catorce años se exilia a Francia, donde triunfa como actriz, convirtiéndose en figura clave de la vanguardia escénica. Musa del existencialismo y de Albert Camus, interpreta varias de las obras de éste, como El malentendido (1943), Estado de sitio (1948) o Los justos (1949); así como El diablo y Dios (1961) de Jean-Paul Sartre. En 1951 ingresa en la Comédie Française -siendo la primera intérprete no francesa admitida en la compañía-, y trabaja también en el Teatro Nacional Popular (con Jean Vilar y Gérard Philipe) y en el Théâtre de France con Barrault, llegando a ser un mito de la escena del país vecino. En 1976 vuelve a España para interpretar El adefesio de Rafael Alberti. También representó otras obras del teatro español, como Divinas palabras de Valle-Inclán o Yerma de García Lorca. En el cine trabajó en pocas pero muy destacadas películas, como Les Enfants du Paradis (1945) de Marcel Carné -su debut en la pantalla grande-, Les dames du bois de Boulogne (1946) de Robert Bresson o el díptico Orfeo (1949) y El testamento de Orfeo (1960) de Jean Cocteau. Su última película fue La otra América (1995) de Goran Paskaljevic. En 1990 fue distinguida con el Premio Nacional de Teatro de Francia. Dejó escrito un libro de memorias: Residente privilegiada.




ArribaAbajoMaría Casares y el Teatro Les Mathurins

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Mi nombre es María Casares. Nací en noviembre de 1942 en el teatro Mathurins. Me eduqué allí bajo la tutela de Marcel Herrand y Jean Marchat, dos franceses de pura cepa, lo más distintos que imaginarse pueda, y que combinaron sus esfuerzos para dotarme, de una parte, con la buena dosis de humor y de inocencia que se necesitan para vivir entre bastidores y en escena; de otra, con el gusto por la aventura y la capacidad necesaria para vencer mis pusilanimidades y permitirme así aventurarme. Me dieron también mi nombre.


(Texto de María Casares, Residente privilegiada, Barcelona, Argos, 1981.)                





ArribaAbajoLos papeles en la vida de María Casares

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Mi patria es el teatro; y los dramas, las tragedias, las farsas, melodramas, sainetes, comedietas, milagros o misterios, toda la comedia humana, en fin, que en él se representan, es la que vivo. Las informaciones que se aprenden en él sobre el mundo y sus habitantes constituyen mis conocimientos; y mi experiencia de la vida sería bien pobre si no hubiese tenido, para enseñármela, el caleidoscopio precipitado y de aumento que la refleja para mí en el teatro. He conocido, en escena, más problemas, dificultades, incidentes, accidentes, fracasos, triunfos, placeres, alegrías, éxtasis, acontecimientos de toda clase y de toda envergadura de los que se podrían acumular en la más rica de las existencias. Viajé por todas partes en el espacio y en el tiempo. [...]

Habité en los palacios del Renacimiento, los castillos de la Edad Media, las ruinas del Imperio azteca. Cabalgué en las monturas de las amazonas. Pasé a través de las puertas cerradas. Atravesé los siglos. Anduve por el otro lado de los espejos. Sobreviví a la guerra, a la peste, incluso a la muerte. Fui la Muerte, y la Vida, y el Hombre, y la Mujer, una Planta, una Serpiente, una Isla en el océano Índico. Viví cien destinos. Padecí los más graves casos de conciencia. Maté. Traicioné. Fui verdugo y mártir. Sádico y masoquista. Tirana y esclava. Hombre y mujer. Representé las más bellas historias de amor.


(Texto de María Casares, extraído de Residente privilegiada, Barcelona, Argos, 1981.)                





ArribaAbajoRefugiada española en Francia

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Y como mi misión en sociedad me fue conferida para la representación, estoy obligada a representar lo mejor posible lo que me ha sido confiado, es decir, al mundo en el teatro y, a través de los teatros del mundo, a Francia fuera de Francia, a la España errante en Francia y al exilio en todas partes. [...]

Pero aunque hija de Francia, en mi nueva patria el teatro, mi nacionalidad -lo mismo que mis orígenes- sigue siendo española o, para decirlo mejor, refugiada española en Francia. Ahora bien, para ser digna de la Francia que me acogió y me hizo y a todos estos documentos que representan, estoy obligada en primer lugar a seguir siendo fiel, si no a la España que se halla más allá de los Pirineos y que es mi tierra de nacimiento, sí por lo menos a la España errante, sin tierra, que coloniza poco a poco a tantos países de Europa y de América.


(Texto de María Casares, extraído de Residente privilegiada, Barcelona, Argos, 1981.)                





ArribaAbajoResidente privilegiada

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María Casares escribió sus memorias con el título de Residente privilegiada, que había sido el título que le había otorgado el gobierno francés en su documento de identidad:

En una esquina, sellada, una foto sacada de la película de Jean Cocteau, Orfeo, presenta una cara: la de la Princesa de la Muerte.[...] Y en la cubierta, encima del número la tarjeta, con letras grandes, bien a la vista, su título:

RESIDENTE PRIVILEGIADA.


(Texto de María Casares, extraído de Residente privilegiada, Barcelona, Argos, 1981.)                





ArribaLa muerte

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Preferí coger el tren. Soportaba mal la idea del salto brutal que el avión nos obliga a dar en el espacio. Necesitaba la densidad de todo mi tiempo para recorrer mi propio espacio. Quería avanzar lentamente como me gustaría morir lentamente, en estado de alerta, para no verme frustrada de mi muerte.


(Texto de María Casares, extraído de Residente privilegiada, Barcelona, Argos, 1981.)                


Así comenzaba sus memorias. María Casares murió mientras dormía a los 74 años en su casa del oeste de Francia.





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