Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

ArribaAbajo

Ausencia



                                                                                                                                         
   �Quién me diera tomar tus manos blancas
para apretarme el corazón con ellas,
y besarlas... besarlas, escuchando,
de tu amor las dulcísimas querellas!
 
   �Quién me diera sentir sobre mi pecho,
reclinada tu lánguida cabeza,
y escuchar, como enantes, tus suspiros,
tus suspiros de amor y de tristeza!
 
   �Quién me diera posar casto y süave
mi cariñoso labio en tus cabellos,
y que sintieras sollozar mi alma
en cada beso, que dejara en ellos!
 
   �Quién me diera robar un solo rayo
de aquella luz de tu mirar en calma,
para tener al separarnos luego
con qué alumbrar la soledad del alma!
 
   �Oh! quién me diera ser tu misma sombra,
el mismo ambiente que tu rostro baña,
y, por besar tus ojos celestiales,
la lágrima que tiembla en tu pestaña.
 
   Y ser un corazón todo alegría,
nido de luz y de divinas flores,
en que durmiese tu alma de paloma
el sueño virginal de sus amores.
 
   Pero en su triste soledad el alma
es sombra y nada más, sombra y enojos...
�Cuándo esta noche de la negra ausencia
disipará la aurora de tus ojos...?






ArribaAbajo

Soñando



                                                                                                                                         
   Anoche te soñaba, vida mía,
estaba solo y triste en mi aposento,
escribía... no sé qué; mas era algo
de ternura, de amor, de sentimiento.
Porque pensaba en ti. Quizá buscaba
la palabra más fiel para decirte
la infinita pasión con que te amaba.
 
   De pronto, silenciosa,
una figura blanca y vaporosa
a mi lado llegó... Sentí en mi cuello,
posarse dulcemente
un brazo cariñoso, y por mi frente
resbalar una trenza de cabello.
Sentí sobre mis labios
el puro soplo de un aliento blando,
alcé mis ojos y encontré los tuyos
que me estaban, dulcísimos, mirando.
Pero estaban tan cerca que sentía
un yo no sé qué plácido desmayo,
que en la luz inefable de su rayo
entraba toda tu alma hasta la mía.
 
   Después, largo, süave,
y rumoroso apenas, en mi frente
un beso melancólico imprimiste,
y con dulce sonrisa de tristeza
resbalando tu mano en mi cabeza
en voz baja, muy baja, me dijiste:
�-Me escribes y estás triste
porque me crees ausente, pobre amigo;
pero �no sabes ya que eternamente
aunque lejos esté, vivo, contigo?�
 
   Y al despertar de tan hermoso sueño
sentí en mi corazón plácida calma;
y me dije: Es verdad... �Eternamente...!
�Cómo puede, jamás., estar ausente
la que vive inmortal dentro del alma?




ArribaAbajo

Tu imagen



                                                                                                                                         
   Tu imagen vino a visitarme en sueños;
sentí un aliento, acariciar mi frente,
y luego un labio trémulo y ardiente
que buscaba mi labio... y desperté.
La sombra nada más, la triste sombra,
la muda soledad, la negra calma
imagen de la noche de mi alma,
esto tan sólo al despertar hallé.
 
   �Ah! Si en la noche de la triste ausencia
�no me sonriera la esperanza hermosa
de que en tu seno, virgen cariñosa,
el sueño de la dicha he de dormir;
yo me hundiera en mi lóbrega tristeza
hasta llegar al seno de la muerte;
porque no puedo ya vivir sin verte,
porque amar y estar lejos, es morir.
 
   Pero, al menos tú sabes que te amo
con un amor que la creación llenara,
con un amor que el ángel envidiara
si no fueras un ángel tú también.
Si dueño fuera de la tierra toda,
la tierra toda ante tus pies pusiera...
Si fuera Dios... �hasta los cielos diera
por sólo un beso en tu divina sien...!
 
   Mis noches son para soñar tu imagen,
tu imagen es para encantar mi vida,
mi vida para, ti, virgen querida,
y tú para mi eterna. adoración.
Tú, caricia, dulcísima del alma,
tú, beso de los cielos desprendido
y en medio de mis lágrimas caído,
aquí, dentro mi mismo corazón.
 
   �Oh! �ven a mí! Mi vida solitaria
se acaba, se consume en el hastío;
necesito de ti, dulce bien mío,
necesito de ti para vivir.
Es tu sombra la luz de mi camino,
sin ti me siento el corazón ateo;
me estoy muriendo porque no te veo,
porque amar y estar lejos, es morir.
 
   �Oh! si me amas también, si también lloras;
si, a tu lado buscándome, suspiras;
si sientes este fuego que me inspiras,
alma de mi alma enamorada, �ven!
ven a mi pecho, si en el tuyo, viva
ardiendo está de la pasión la hoguera...
�Oh! �ven a mí! mi corazón te espera,
que ardiendo está mi corazón también.
 
   Te veo en mi sueño... �Y en mi sueño, loco,
temblando el alma de pasión, te llamo!
y te grito... te grito... �que te amo!
�que soy tu dueño, que tu esclavo soy!
�que instante tras instante de mi vida,
del corazón latido tras latido,
para volar a ti se han desprendido,
y que sin vida, que sin alma estoy!
 
   Te llamo en sueños... y venir te siento...
el ruido de tu paso: me estremece,
y mi frente, abrasada palidece
al eco, idolatrado de tu voz.
Y siento que te acercas... que tu aliento
ardiente y suave mi mejilla toca,
y que juntas tu boca con mi boca...
�Y despierto..., con fiebre el corazón...!
 
   �Ven...! �y una dicha buscaré suprema
para pagarte la que tú me dieres,
inundaré tu vida de placeres,
incendiaré de amor tu corazón!
Y entonces, cuando loco, de tus labios
bebiendo esté torrentes de delicias,
�mátame, por piedad, con tus caricias!
�mátame entre tus brazos... de pasión!




ArribaAbajo

A Rosario



                                                                                                                                         
   �Qué...! �porque nada el porvenir me guarde
buscaré, luchador desfallecido,
el rincón solitario del olvido
para morir allí triste y cobarde?
 
   �Jamás, mi corazón, jamás...! Aun arde
bajo tu dura nieve comprimido
el fuego de un volcán. No estás vencido,
y para combatir jamás es tarde.
 
   Lucharé y venceré. Todo se inmola
de amor ante el esfuerzo, temerario;
y en mi alma, del amor bajo la aureola,
 
   como Dios en el alma del santuario,
bella, serena, indestructible y sola
resplandece la imagen de Rosario.




ArribaAbajo

Ven



                                                                                                                                         
   �Me visita tu espíritu, amor mío?
Yo no lo sé; pero tu imagen bella
vino a mi lado, y en el mundo vago
del sueño, anoche, deliré con ella.
 
   Era Chapultepec, y la ancha sombra
del canoso alruehuetl nos daba abrigo,
la luna llena iluminaba el bosque y
estábamos, mi vida, sin testigo.
 
   Tú sabes lo demás... El alma mía
en su fiebre de amor feliz y loca,
a cada beso tuyo agonizaba
en el nido de amores de tu boca.
 
   �Oh, ven, mi desposada! En el ramaje
el rayo de la luna desfallece,
y amor, el rhismo amor, tálamo blando
en las hojas caídas nos ofrece.
 
   Llegan allí, perdidos en las brisas
que el bosque perfumadas atraviesan,
arrullos de torcaces que se llaman,
suspiros de las hojas que se besan.
 
   �Oh, ven...! �Adónde estás...? Envíame loca
en el aire que pasa tus caricias,
que yo en el aire beberé tus besos
y mi alma embriagaré con tus delicias.
 
   Ven a la gruta en que el placer anida;
el viejo bosque temblará de amores,
suspirarán de amor todas las brisas
y morirán de amor todas las flores.
 
   Apagará tus besos el susurro
del aura que suspira en los follajes,
y arrullarán tu sueño entre mis brazos
los himnos de los pájaros salvajes.
 
   Y a la luz indecisa de la luna
allá a lo lejos, y de ti celosa,
la antigua Diana, de los viejos bosques
diosa caída, vagará medrosa.
 
   La noche azul nos brinda su misterio
y templo el bosque a nuestro amor ofrece:
mi alma te busca, mi pasión te espera
y ebrio de amor mi corazón fallece.
 
   �Oh, ven, mi seducción, mi cariñosa!
ven a la gruta en que el placer anida,
que la dicha no mata... y si me mata
tú con tus besos me darás la vida.




ArribaAbajo

Nuestro amor



                                                                                                                                         
   En medio el ancho mar soberbia roca
      se yergue entre la bruma;
en torno se sacude ruda y loca
   la turbulenta espuma.
 
   La azota el huracán; del rayo torva
      chispea allí la lumbre,
y el Dragón-Tempestad su dorso encorva
   erizado en la cumbre.
 
   La roca inmóvil se levanta en tanto
      al beso de la nube,
y es, cuando ruge, de su triunfo el canto
   que de sus plantas sube.
 
   Así, Rosario, nuestro amor sea roca
      que inmóvil se levante;
y deja que a sus pies la envidia loca
ruja impotente y nuestro triunfo cante.




ArribaAbajo

Hojas dispersas



                                                                                                                                         

- I -

   Escucha dulce niña,
que pides al poeta
te diga de sus versos
la inspiración secreta.
 
   Suspiros ahoga el labio
que brota el corazón,
suspiros que son ayes
de incógnito dolor.
 
   Lágrimas que los ojos
suben a humedecer
y vuelven en el alma
ardientes a caer.
 
   Palabras que no deben
los labios pronunciar,
si aquella a quien se dicen
no sabe qué es amar.
 
   Mis versos son las flores
nacidas de mi llanto;
de mis suspiros brotan
las notas de mi canto.
 
   Entro esas flores tristes,
en ese vago acento,
palpita todo un mundo
de amor y sentimiento.
 
   La voz que se levanta
en mi alma solitaria
tiembla como un sollozo,
porque es una plegaria.
 
   Llena de lo imposible
está mi mente loca,
de lágrimas y besos
sedienta está mi boca.
 
   Amaba la esperanza,
hoy el recuerdo adoro,
amor supremo y triste,
mi culto y mi tesoro.
 
   Soñaba todo un mundo
de amor y de grandeza,
hoy en la vida solo
me muero de tristeza.
 
   Ignoro mi destino,
ignoro lo que quiero,
tan sólo sé que sufro,
tan sólo sé que muero.
 
   Tú no comprenaes, niña,
lo que mis versos son...
Tampoco ella comprende
lo que es mi corazón.
 

- II -

   Vuelve a mi corazón, queda escondida,
ilusión imposible de mi vida,
ternura de poeta, pasión loca...
Si no has de ser dichosa ni creída,
vive en mi corazón, calla en mi boca.
 

- III -

   �Qué dice la ola
que va perdida?
-Dice, �no oyes?:
Yo soy la vida.
 
   �Y qué la rosa,
gala de un día?
-�No la oyes? Dice:
Soy la alegría.
 
   �Y el ave en busca
de otra región?
-�No va diciendo:
soy ilusión?
 
   �Y aquel lucero
que no se alcanza?
-�No dice, acaso:
Soy esperanza?
 
   �Y estas tinieblas
en que me pierdo?
-�No las conoces?
Son tu recuerdo.
 
   �Y este sollozo
de mi dolor?
-Tú bien lo sabes,
ese es tu amor.
 

- IV -

   Soy una voz de lágrimas que cuenta
la historia de un amor sin esperanza,
soy el gemido trémulo que lanza
          el alma sin fe ya.
 
   Soy el recuerdo de una dicha, espectro
del alma en las ruinas escondido,
soy un inmenso corazón herido
          que nadie curará..
 

- V -

   Halláronse mis ojos
con otros ojos bellos,
el beso de una virgen
pasó por mis cabellos,
y penetró en mi alma,
y la llenó de luz.
 
   Después..., vino la noche,
la noche sin luceros;
oí dentro mi pecho
sollozos lastimeros...
Mi corazón estaba
clavado en una cruz.
 

- VI -

Mariposas celestes
   en lontananza,
son los vagos ensueños
   de la esperanza.
�Ay si corréis tras ellas,
   almas ansiosas!
Los niños nunca cogen
   las mariposas.
 
Y si a cogerlas llegan,
   quédales sólo,
de sus brillantes alas
   el polvo de oro;
como queda el recuerdo
   del bien perdido,
cuando esperanza y dicha
   nos han huido.
 
Que las almas son rosas;
   la dicha y. la esperanza
   son mariposas.
 

- VII -

   �Cómo puede la alondra del valle
      que pasa ligera
en pos de otro clima, dudar que sus flores
      le da primavera?
 
   �Cómo pueden las flores que se abren
      al beso del día,
dudar que el sol de oro, su amante celeste,
      su luz les envía?
 
   �Cómo el sol que en el cielo la mano
      divina suspende,
dudar puede que el Dios de los astros
      sus rayos enciende?
 
   �Cómo puedo dudar que infelice
      de no verte muero?
�y tú cómo puedes, pedazo del alma,
      dudar que te quiero?
 

- VIII -

La niña

   Si no te enoja, poeta,
mi curiosa pretensión,
quisiera leer una hoja
del álbum del corazón.
 

El poeta

   Pero, niña, si es un libro
que ni divierte ni alegra,
un libro en que cada página
es una página negra.
Cuando a vivir empezamos
son blancas las hojas todas
después vamos escribiendo
coplas, sonetos y odas.
Hay páginas, que son versos
de música deliciosa,
otras que son elegías,
y otras muchas que son... prosa.
 

La niña

Mas la página primera
�no es la del amor quizás?
 

El poeta

Es la portada del libro,
el prólogo... nada más.
 

La niña

�La esperanza es tan querida!
y cuando por fin se alcanza...
 

El poeta

Es una página rota
la que habla de la esperanza.
 

La niña

�Pero la gloria, ese lauro
a cuya conquista arroja
todo su ser el poeta?
 

El poeta

No, hay en mi libro esa hoja.
 

La niña

Pero al menos la memoria
de haberse querido tanto,
la página de la dicha...
 

El poeta

Está borrada con llanto.
 

La niña

Triste es, poeta, tu callada historia:
 

El poeta

Siempre de luto el corazón está.
 

La niña

�No hay siquiera fugaz en tu memoria
el sueño de una dicha transitoria...?
 

El poeta

�La dicha...! Ni soñarla puedo ya.
 

- IX -

   �Qué...? �mi corazón despierta
y ya sacudiendo altivo
el polvo de su fe muerta
se alza con la herida abierta
pero palpitante y vivo?
 
   �Aun otra ilusión me inspira...?
�Aun brotarán en mi lira
las canciones del amor...?
�para hallar otra mentira?
�para hallar otro dolor?
 

- X -

   Como para el mundo un cielo,
como para el cielo un sol,
cual Dios, que no lo sería
si lo pudieran ser dos,
así para nuestras almas
existe sólo un amor
que por único y por grande
es sol, es cielo y es Dios.
 

- XI -

   Te he dado toda mi vida,
te he dado toda mi alma,
todo cuanto soy te di;
y aun no he podido pagarte
lo que tú me has dado a mí.
 

- XII -

   El alma que en la mirada
es caricia y embeleso,
se hace suspiro, y, temblando,
penetra el alma en un beso.
 

- XIII -

   Triste es la tarde, sin luz el cielo.
Niebla que pasas, �adónde vas?
   -Sólo Dios, sabe mi incierto vuelo.
Niebla, �qué eres?
                                    -Sombra, no más...
   La noche llega, la flor se aduerme,
brisa que pasas con lento giro,
�adónde vuelas?
                                      -Voy a perderme.
Dime, �qué eres?
                                       -Soy un suspiro.
   Es alta noche: grato beleño
cierra mis ojos, y en lontananza
un ángel blanco miro, en mi sueño.
Ángel, �quién eres?
                                       -Soy la esperanza.
 
   Así es la vida; niebla pasajera
que cruza vagabunda por la esfera
deshaciéndose en vaga lontananza.
   Y nuestra dicha, frágil e indecisa,
un suspiro que pasa con la brisa,
y sueño nada más nuestra esperanza.
 

- XIV -

   Allá cuando era joven, el alma en primavera,
soñando ya en amarte, mi dulce compañera,
                  se desbordaba en flores
                  y músicas de amor.
El aura de la vida ungía mi cabellera
con el celeste aroma de la esperanza en flor.
 
   Entonces, una noche... el cielo nos veía
con su mirada de astros; la bóveda sombría
                  era un inmenso templo,
                  el sacerdote, Dios.
Ante Él tu fe me diste, ante Él te di la mía:
quedaron desposadas las almas de los dos.
 
   Pero hoy... la noche es negra. La bóveda enlutada
es una inmensa tumba... Murió mi desposada,
                  perdiose en lo infinito,
                  el alma de mi amor.
El templo está desierto, la lámpara apagada,
y, sólo, en las tinieblas solloza mi dolor.
 

- XV -

   Tú no supiste nunca
lo que es el sentimiento
inmenso, de ternura
que guarda el corazón.
�De qué me sirve el alma?
�De qué mi pensamiento...?
Yo soy una hoja seca
llevada del turbión.
 
   En el ingrato mundo
mi vida es una ola
que no hallará más playa
do pueda descansar,
que una cercana tumba
abandonada y sola,
do nadie irá su llanto
de amor a derramar.
 

- XVI -

   Bajo la sacra bóveda del templo
      do humea el incensario
y el oro resplandece, si levanto
      mi ruego solitario,
el alma habla a su Dios en el santuario.
 
   Pero en medio del bosque, en el desierto
      donde vive la palma
o a la orilla del mar, do resplandece,
Naturaleza en tempestad o en calma,
      es Dios quien habla al alma.
 

- XVII -

   Cuando después del fatigoso día
vengo paz a buscar bajo mi techo
en los brazos del sueño, hay un fantasma
que se sienta a la orilla de mi lecho.
 
   En vano quiero separar mis ojos
de aquel fantasma que de luto viste;
allí está, siempre está, siempre me mira
inmóvil, mudo, pavoroso, triste:
 
   Y cae sobre mi espíritu el espanto;
pero evitar no puedo su presencia,
porque ese triste espectro de mis noches
está en mi propio ser... es mi conciencia.
 

- XVIII -

   Corazón, �qué es lo que quieres?
Amor, dolores, placeres,
ya de todo te sacié,
y sin embargo, �te mueres,
y no sabes ni de qué...!
 

- XIX -

   En un abrazo inmenso confundo mis amores,
mujeres de delicias, mujeres de dolores,
                  mi infierno de placeres,
                  mi cielo, de dolor.
 
   Mis labios están hartos de lágrimas y besos,
y aun tiene sed el alma de no sé qué embelesos...
                  �En dónde está la dicha?
                  �En dónde, está el amor?
 

- XX -

   Sondead la tierra, y en el seno oscuro
donde guarda el abismo su tesoro,
envuelto en su ropaje de granito,
en tosca piedra encontraréis el oro.
 
   Sondead el mar... Las olas turbulentas
se agitan con furor por esconderla,
pero bajad al fondo del Océano
y allá, en su concha, encontraréis la perla.
 
   Sondead el cielo, y en lo más remoto,
donde tan sólo Dios deja su rastro,
del infinito en la perpetua noche,
mundo de luz, encontraréis el astro.
 
   Sondead el corazón, hasta ese fondo
donde temblando la conciencia entra,
y de su abismo en la tiniebla impura,
      decidme, �qué se encuentra...?
 

- XXI -

   �Qué dulce es el hogar, Lleno de sombra
            mi corazón traía,
crucé el umbral de mi modesta casa
y �cuán hermoso fulguraba el día!
 
   �Qué bueno es el hogar! Amargas iras
            me anegaban el alma,
pero al besar las canas de mi madre
llenó mi pecho de perdón y calma.
 
   �Qué tierno es el hogar! �Oh! �cuántas lágrimas
            en cariño infinitas,
sobre mi frente pálida cayeron,
dulcísimas, temblantes y benditas!
 
   �Qué santo es el hogar! Quizá mi labio
            el existir maldijo,
pero lloré, y creí con toda mi alma
cuando mi santa madre me bendijo.
 

- XXII -

   Tú que pasas ruidosa y deslumbrante
en cano de oro, entre el aplauso inmenso
de la turba servil y del incienso
con que falaz lisonja te importuna,
         �quién eres, cortesana?
-Soy la reina del mundo, la Fortuna.
   Y tú, pálida virgen, tan hermosa,
que vas a pie, descalza y olvidada,
de estrellas y de espinas coronada,
vuelta la espalda a la Fortuna impía,
         �quién eres, dulce virgen?
-Hija del cielo soy: la Poesía.
 

- XXIII -

   �Qué bosque tan feraz! �Y cuán profuso
en sombras, en misterio, y en reposo!
�Cómo cantan las aves y cuál rueda
el agua fresca su raudal copioso!
 
   Por falta de unas gotas de esa agua,
y de algo de esa sombra, en el desierto,
jadeante, sin vigor, desesperado,
      cae el viajero, muerto.
 
 
   Ved esa caja en el rincón oculta
de mísero desván..., �cuánto tesoro!
Tiemblan las manos del avaro, y ruedan
los diamantes revueltos con el oro.
 
   Por falta nada más de una moneda
de ese tesoro por que tantos gimen,
pálida, al lupanar la virgen llama,
         y marcha el hombre al crimen.
 
 
   Estremece la bóveda del templo,
del órgano, la voz, grave y severa,
y el alma del creyente, conmovida,
en su éxtasis ve a Dios, ruega y espera.
 
   Por falta de una chispa, de una sola
de esa divina fe, paz y consuelo,
el hombre en su dolor a Dios olvida
         y hasta se niega el cielo.
 

- XXIV -

   Hermosa y, como siempre fugitiva,
a mi lado un instante el raudo vuelo
detuvo compasiva
la Esperanza feliz, hija del cielo.
 
   Posó su dulce labio en la sombría
pálida frente del poeta triste...,
y la encontró apagada, seca y fría
como la frente del que ya no existe.
Buscó en sus ojos lágrimas, y estaban
áridos cual arena del desierto;
tocó su pecho ansiosa
y buscó el corazón..., �y estaba muerto...!
 
   Entonces la Esperanza hija del cielo
lanzó un suspiro y prosiguió su vuelo.
 
 
   De ella en pos melancólico y sombrío,
con vuelo triste y lento
otro ángel se acercó. Su vestidura
era más negra que la noche oscura
y de él en torno sollozaba el viento.
La frente inanimada del poeta,
besó también, pero con tal cariño,
cual si fuese una madre que adurmiese
en el regazo del amor su niño.
Y luego, con afán siempre materno,
en su seno de sombras descansola
como para dormir el sueño eterno.
 
   Desde entonces reclino mi cabeza
en el regazo maternal y tierno
del ángel funeral de la Tristeza.
 

- XXV -

   El viejo, sol en su inmortal carrera
ha alumbrado al monarca y al guerrero,
el sabio y al artista y al poeta,
al rico, altivo, al sacerdote austero.
 
   Ha alumbrado, al apóstol y al creyente,
al inocente, al mártir y al que es justo,
y hasta al mismo Hombre-Dios en la figura
santa y hermosa de Jesús augusto.
 
   Cuanto viviente ser dentro sus siglos
la triste y vasta humanidad encierra,
ha visto el viejo sol... y no ha encontrado
un solo hombre feliz sobre la tierra.
 

- XXVI -

   �Qué hermoso brilla el sol! Desque amanece
hasta que cae soberbio en el ocaso
fecunda vivifica y resplandece.
Pero el hombre infeliz, paso tras paso,
sin saber dónde va, gime y padece;
juguete miserable del acaso,
todo le engaña, le escarnece y hiere
hasta que, roto, se doblega y muere...
 

- XXVII -

   He gozado... si goce es 1a locura
      de soñar lo imposible,
y creerlo realizado, y estrellarse
contra algo infame, estúpido o risible.
 
   He sufrido... No sé desde qué hora
      mi martirio comienza,
pero sé que he llorado, y que llorando,
de mi propio dolor tuve vergüenza.
 
   �Vergüenza de encontrarme arrodillado
      ante ídolos de lodo,
vergüenza de la farsa de la vida,
vergüenza de los hombres... y de todo!
 
   Ilusión, amistad, amor... locuras
      por que el hombre delira,
venid para escupiros a la cara
el solo nombre que tenéis... �Mentira!
 
 

- XXVIII -

   No soy más que mi sombra... ya estoy muerto,
      lo siento en esta calma
que hay en todo mi ser. Es un desierto
      lo que llevo en el alma.
 
   Tanto he querido y con pasión tan loca
que dejé, sin sentirlo en mi embeleso,
un poco de mi vida en cada boca,
un pedazo de mi alma en cada beso.
 
 

- XXIX -

   �No más vida, Señor, ya no más vida...!
Cuando lloraba el alma dolorida,
      me nutría el pesar.
Ahora no sufro ya, no deseo nada;
pero tengo, Señor, mi alma cansada
      y quiero, reposar.
 
 

- XXX -

   Un viaje por un mar de tempestades
es la vida mortal; la tumba es puerto.
Morir es regresar a nuestra patria...
No se debe llorar por los que han muerto.

Arriba