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Para la cronología de la «Historia de Santa Orosia», de Bartolomé Palau

Francisco Ynduráin Hernández





La cronología de las obras del Bachiller Bartolomé Palau, que en opinión de Cañete y Fernández Guerra escribió en la primera mitad del siglo XVI, fue modificada por Léo Rouanet y M. Serrano y Sanz1, de modo convincente.

Siguiendo la ingeniosa hipótesis de este último para la fecha de la perdida «Historia de Santa Librada», en el artículo citado, creemos que se puede proponer fundadamente la fecha de la composición de la «Historia de la Gloriosa Santa Orosia», del mismo Palau.

Suponía Serrano y Sanz que la «Historia de Santa Librada» se representaría en Burbáguena, pueblo natal de nuestro autor, en 1569 y con ocasión de trasladarse a la iglesia reedificada algunas reliquias del cuerpo de la Santa desde la catedral de Sigüenza. Sabido es que las fiestas de santos se celebraban con representaciones teatrales, muchas veces de tema adecuado a la festividad. Así, y para este fin, se compusieron la «Farsa de Santa Bárbara» y la «Farsa de San Pedro», de Diego Sánchez de Badajoz, por ejemplo2. Sería, pues, muy probable que una celebración especial de Santa Orosia hubiera dado motivo a la obra de Palau. La confirmación nos la proporciona el «Teatro Histórico de las Iglesias del Reyno de Aragón», t. VIII, «De la Santa Iglesia de Jaca», autor el R. P. Fr. Ramón de Huesca, del Orden de Capuchinos, Pamplona, MDCCCII. Leemos allí, página 241: «Uno de los pueblos que más se han señalado en la devoción de Santa Orosia es Burbáguena, lugar rico y notable de la Comunidad de Daroca, sobre el río Xiloca, Diócesis de Zaragoza. De tiempo inmemorial hubo en la iglesia parroquial una excelente capilla de la Santa, que se cree fundada por la noble familia de los Baylos, originaria de las montañas de Jaca, como también una capellanía y otras fundaciones que había en ella baxo la advocación de Santa Orosia para su mayor culto. En el siglo XVI se renovó la capilla a expensas de los vecinos de Burbáguena, los quales tenían a Santa Orosia por Patrona, guardaban su fiesta y recurrían a su patrocinio en todas las necesidades públicas y privadas. Lo que prueba, sobre todo, su gran devoción es el empeño y diligencias extraordinarias que hicieron para conseguir reliquias de la Santa. A este fin solicitaron y consiguieron de Felipe segundo, Rey de España, escribiese dos cartas, una a don Juan de Zúñiga, su Embaxador en Roma, y otra al Papa Gregorio XIII, ambas con fecha de 12 de julio de 1576, en que haciendo presentes los deseos de los vecinos de Burbáguena, suplica a Su Santidad dirija un Breve al Obispo de Jaca para que tome del cuerpo de Santa Orosia, que está en Jaca, una Reliquia y la entregue a la Comunidad y particulares de Burbáguena; y el Papa, condescendiendo a la súplica, expidió su Breve a 25 de noviembre del mismo año. El Padre Fray Martín de la Cruz, en el capítulo último de su «España restaurada»3, publicó las cartas del Rey, como también el Breve del Pontífice vertido a nuestro idioma... que reproducimos aquí... Y sigue en la pág. 243: «Con este Breve subieron a Jaca don Blas Bailo, entonces Canónigo y después Deán de la Iglesia Colegial de Daroca, y cuatro Síndicos más, naturales todos de Burbáguena, con poderes de su Concejo. Era en esta ocasión Obispo de Jaca don Pedro del Frago, quien temiendo el alboroto del pueblo que comenzaba a moverse, y a las resultas que podían seguirse si se sacaba la Reliquia de Jaca, como disponía el Breve, envió a los Síndicos a la villa de Yebra en compañía de su Vicario General, quien visitando la Cabeza de Santa Orosia, les entregó dos pedacitos de hueso de la nariz, otros dos pedacitos de la carne y piel de la misma cabeza y porción de los algodones empapados en la sangre que salió de la Cabeza de la Santa con la ocasión que se dirá en el párrafo siguiente».

He transcrito largo para probar la ocasión probable en que sería representada la «Historia de Santa Orosia» en el pueblo nativo del autor, no de otra manera que se representaría la «Historia de Santa Librada», según el artículo citado del señor Serrano y Sanz. Santa Orosia, Patrona de Jaca, tuvo y tiene un culto muy extendido por aquellas montañas, tan alejadas del pueblo de Burbáguena, en la actual provincia de Teruel. El texto aducido explica bien la dramatización de Palau y la fecha, finales de noviembre de 1576, en que se expide el Breve, autoriza a suponer que la traslación de las reliquias y la representación teatral pudieron hacerse en el mismo año o -en el siguiente. No he comprobado la veracidad de los datos aducidos fiado en B. Sánchez Alonso, que en su «Historia de la Historiografía española», CSIC, Madrid, 1950, t. III, págs. 224 a 226, concede a Fray Ramón de Huesca «excelente dotes... mucha circunspección» y añade que «no puso mano en el trabajo hasta no prepararse con intenso manejo de los archivos y el conocimiento de la bibliografía indispensable... Aspira a mantenerse equidistante de la credulidad y la crítica excesiva; no se arriesga fácilmente a afirmar y adopta una mesurada posición muy discreta. Muéstrase muy sagaz en los razonamientos para apoyar la verosimilitud de sus asertos contra las negativas tajantes de otros».

A mayor abundamiento la fecha que aquí se propone para esta pieza de Palau no contradice, antes refuerza, la cronología de sus restantes obras tal como Rouanet y Serrano la han establecido. Del final de la «Farsa Custodia del hombre», se desprende que Palau era joven en 1547; pudo ser escrita entre 1540 y 1547 (Rouanet). Si nació o no entre 1525 y 1530, como supone el mismo erudito, ya es más problemático. La más antigua edición conocida de la «Victoria de Christo» es de 1563, impresa en Zaragoza, en casa de Ana de Nagera4, que dedicó al Arzobispo de Zaragoza don Hernando de Aragón (1539-1570) en epístola inicial, donde se incluye entre los «súbditos y capellanes y fieles servidores del prelado».

Si Morel-Fatio5 da a la dedicatoria de la «Victoria Christi» la fecha de 1570 es porque no conoció las ediciones anteriores, la citada de 1563 y la de Çaragoça, 1569, hecha por Miguel de Guessa. De esta edición posee un ejemplar, único probablemente, el bibliófilo zaragozano don Juan Crusells. También hace más verosímil la nueva cronología de Palau la supuesta alusión satírica que le dedicaría Lope de Rueda en el paso de «El invitado», donde figura un Licenciado Jáquima «natural de Burbáguena», según aventuró Morel-Fatio en el artículo citado. Queda, pues, nuestro autor aragonés entre Torres Naharro y Lope de Rueda, más cerca, desde el punto de vista de la forma dramática, del extremeño. Finalmente, el análisis de la «Historia de Santa Orosia» revela una técnica teatral más avanzada que las restantes obras conocidas del Bachiller Palau y podemos suponer hasta donde lo permite nuestro conocimiento de su producción dramática que esa fue su última obra. Pero de esto hemos de tratar en otra ocasión.





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