Jornada I
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Escena I |
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Salen CIPIÓN y
JUGURTA.
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CIPIÓN | Esta difícil y pesada
carga | | que el senado romano me ha encargado, | | tanto me
aprieta y me fatiga y carga, | | que ya sale de quicio mi cuidado:
| | guerra de curso tan extraño y larga, | 5 | y que tantos
romanos ha costado, | | ¿quién no estará suspenso
al acabarla? | | ¿O quién no temerá de renovarla?
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JUGURTA | ¿Quién, Cipión? Quien tiene la ventura
| | y el valor nunca visto, que en ti encierras; | 10 | pues con
ella y con él está segura | | la victoria y el
triunfo destas guerras. | |
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CIPIÓN | El esfuerzo regido
con cordura | | allana al suelo las más altas sierras;
| | y la fuerza feroz de loca mano | 15 | áspero vuelve lo
que está mas llano. | | Mas no hay que reprimir, a lo
que veo, | | la furia del ejército presente, | | que olvidado
de gloria y de trofeo | | yace entregado a la lascivia ardiente:
| 20 | esto sólo pretendo, esto deseo, | | volver a nuevo
trato a nuestra gente; | | que enmendando primero el que es
amigo | | sujetaré más pronto al enemigo. | | ¿Mario?
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(Sale GAYO MARIO.)
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CIPIÓN | Haz
que a noticia venga | 25 | de todo nuestro ejército en
un punto, | | que, sin que estorbo alguno le detenga | | parezca
en este sitio todo junto; | | porque una breve plática
o arenga | | le quiero hacer. |
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CIPIÓN | Camina, porque es bien que
sepan todos | | mis nuevas trazas y mis viejos modos. | |
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(Vase GAYO MARIO.)
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JUGURTA | Sete decir, señor,
que no hay soldado | | que no te tema juntamente y te ame:
| | y porque ese valor tuyo extremado | 35 | de Antártico
a Calisto se derrame, | | cada cual con feroz ánimo
osado, | | cuando la trompa a la ocasión le llame, | | piensa de hacer en tu servicio cosas | | que pasen las hazañas
fabulosas. | 40 |
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CIPIÓN | Primero es menester que se refrene
| | el vicio que entre todos se derrama: | | que si esto no se
quita, en nada tiene | | con ellos que hacer la buena fama:
| | si este daño común no se previene, | 45 | y se
deja arraigar su ardiente llama, | | el vicio sólo puede
hacernos guerra, | | mas que los enemigos de la tierra. | |
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(Toca dentro a recoger el tambor.)
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JUGURTA | No
dudo yo, señor, sino que importa | | regir con duro
freno la milicia, | 50 | y que se dé al soldado rienda
corta, | | cuando él se precipita en la injusticia | | la fuerza del ejército se acorta | | cuando va sin
arrimo de justicia, | | aunque más le acompañen
a montones | 55 | mil pintadas banderas y escuadrones. | |
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(A este tiempo han de entrar los más soldados romanos
que pudieren y GAYO MARIO; y CIPIÓN se sabe sobre
una peñuela, y mirando a los soldados, dice:)
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CIPIÓN | En el fiero ademán, en los lozanos
| | marciales aderezos y vistosos, | | bien os conozco, amigos,
por romanos, | | romanos digo, fuertes y animosos: | 60 | mas en
las blancas delicadas manos, | | y en las teces de rostros
tan lustrosos, | | allá en Bretaña parecéis
criados | | y de padres flamencos engendrados. | | El general
descuido vuestro, amigos, | 65 | el no mirar por lo que tanto
os toca, | | levanta los caídos enemigos, | | y vuestro
esfuerzo y opinión apoca. | | Desta ciudad los muros
son testigos, | | que aún hoy están cual bien
fundada roca, | 70 | por vuestras perezosas fuerzas vanas, | | que
sólo el nombre tienen de romanas. | | ¿Paréceos,
hijos, que es gentil hazaña | | que tiemble del romano
nombre el mundo, | | y que vosotros solos en España
| 75 | le aniquiléis y echéis en el profundo? | |
¿Qué flojedad es ésta tan extraña? | | ¿Qué flojedad?... Si mal yo no me fundo, | | es flojedad
nacida de pereza, | | enemiga mortal de fortaleza. | 80 | La blanda
Venus con el duro Marte | | jamás hacen durable ayuntamiento
| | ella regalos sigue; él sigue el arte | | que incita
a daños y a furor sangriento. | | La cipria diosa estese
agora aparte: | 85 | deje su hijo nuestro alojamiento: | | que mal
se aloja en las marciales tiendas | | quien gusta de banquetes
y meriendas. | | ¿Pensáis que sólo atierra la
muralla | | el ariete de ferrada punta, | 90 | y que sólo
atropella la batalla | | la multitud de gente y armas junta?
| | Si el esfuerzo y cordura no se halla, | | que todo lo previene
y lo barrunta, | | poco aprovechan muchos escuadrones, | 95 | y
menos infinitas municiones. | | Si a militar concierto se reduce
| | cualquier pequeño ejército que sea, | | veréis
que como sol claro reluce | | y alcanza las victorias que desea:
| 100 | pero si a flojedad él se conduce, | | aunque abreviado
el mundo en él se vea, | | en un momento quedará
deshecho | | por más reglada mano y fuerte pecho. | |
Avergüenceos, varones esforzados, | 105 | ver que a nuestro
pesar con arrogancia | | tan pocos españoles y encerrados
| | defienden este nido de Numancia. | | Diez y seis años
son y más pasados | | que mantienen la guerra y la jactancia
| 110 | de haber vencido con feroces manos | | millares de millares
de romanos. | | Vosotros os vencéis, que estáis
vencidos | | del bajo antojo femenil liviano, | | con Venus y
con Baco entretenidos, | 115 | sin que a las armas apliquéis
la mano. | | Correos agora, si no estáis corridos | |
de ver que este pequeño pueblo hispano | | contra el
poder romano se defienda, | | y cuando más sitiado,
más ofenda. | 120 | De nuestro campo quiero en todo caso
| | que salgan las infames meretrices, | | que de ser reducidos
a este paso | | ellas solas han sido las raíces. | | Para
beber no quede más de un vaso, | 125 | y los lechos, un
tiempo ya felices, | | llenos de concubinas, se deshagan, | | y de fagina y en el suelo se hagan. | | No me huela el soldado
a otros olores | | que al olor de la pez y la resina, | 130 | ni
por gulosidad de los sabores | | traiga aparato alguno de cocina
| | que el que busca en la guerra estos primores | | muy mal
podrá sufrir la coracina. | | No quiero otro primor,
ni otra fragancia | 135 | en tanto que español viva en Numancia.
| | No os parezca, soldados, escabroso | | ni duro éste
mi justo mandamiento, | | que al fui conoceréis ser
provechoso, | | cuando aquel consigáis de vuestro intento.
| 140 | Bien sé se os ha de hacer dificultoso | | dar a vuestras
costumbres nuevo asiento; | | mas si no las mudáis,
estará firme | | la guerra que esta afrenta más
confirme. | | En blandas camas, entre juego y vino | 145 | hállase
mal el trabajoso Marte, | | otro aparejo busca, otro camino,
| | otros brazos levantan su estandarte | | cada cual se fabrica
su destino; | | no tiene aquí fortuna alguna parte;
| 150 | la pereza fortuna baja cría, | | la diligencia imperio
y monarquía. | | Estoy con todo esto tan seguro | | de
que al fin mostraréis que sois romanos, | | que tengo
en nada el defendido muro | 155 | destos rebeldes, bárbaros
hispanos; | | y así os prometo por mi diestra, y juro,
| | que si igualáis al ánimo las manos, | | que
las mías se alarguen en pagaros, | | y mi lengua también
en alabaros. | 160 |
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(Miranse los SOLDADOS unos a otros
y hacen señas a GAYO MARIO para que responda por todos.)
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GAYO MARIO | Si con atentos ojos has mirado, | | ínclito
general, en los semblantes | | que a tus breves razones han
mostrado | | los que tienes agora circunstantes, | | cual habrás
visto sin color, turbado, | 165 | y cual con ella: indicios bien
bastantes | | de que el temor y la vergüenza a una | | los
aflige, molesta e importuna: | | vergüenza, de mirarse
reducidos | | a términos tan bajos por su culpa, | 170 | que
viendo ser por ti reprehendidos, | | no saben a su falta hallar
disculpa; | | temor, de tantos yerros cometidos, | | y la torpe
pereza que los culpa, | | los tiene de tal modo, que se holgaran
| 175 | antes morir que en esto se hallaran. | | Pero el lugar y
tiempo que les queda | | para mostrar alguna recompensa, | |
es causa que con menos fuerza pueda | | fatigarles el peso
de la ofensa. | 180 | De hoy más con presta voluntad y leda
| | el mas mínimo destos cuida y piensa | | de ofrecer
sin reparo a tu servicio | | la hacienda, vida y honra en sacrificio.
| | Admite pues de sus intentos sanos | 185 | el justo ofrecimiento,
señor mío, | | y considera al fin que son romanos,
| | en quien nunca faltó del todo el brío. | |
Vosotros levantad las diestras manos | | en señal que
aprobáis el voto mío. | 190 |
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SOLDADO | Todo lo que
aquí has dicho confirmamos. | |
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CIPIÓN | Pues arrimada a tal ofrecimiento,
| | crecerá desde hoy más mi confianza, | | creciendo
en vuestros pechos ardimiento, | 195 | y del viejo vivir nueva
mudanza. | | Vuestras promesas no se lleve el viento, | | hacedlas
verdaderas con la lanza, | | y tened en las mías confianza.
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SOLDADO | Dos numantinos con seguro vienen | 200 | a darte, Cipión,
una embajada. | |
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CIPIÓN | ¿Por qué no llegan ya?
¿En qué se detienen? | |
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SOLDADO | Esperan que licencia
les sea dada. | |
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CIPIÓN | Si son embajadores ya la tienen.
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CIPIÓN | Dales
entrada: | 205 | que el descubrir el cierto o falso pecho | | del
enemigo, siempre es de provecho. | | Jamás la falsedad
vino cubierta | | tanto con la verdad, que no mostrase | | algún
pequeño indicio, alguna puerta | 210 | por donde su maldad
se investigase. | | Oír al enemigo cosa es cierta | |
que siempre aprovechó, no que dañase; | | y en
las cosas de guerra, la experiencia | | muestra que lo que
digo es cierta ciencia | 215 |
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(Entran dos EMBAJADORES
NUMANTINOS, 1.º y 2.º.)
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EMBAJADOR 1.º | Si nos das,
general, grata licencia | | de decir la embajada que traemos,
| | do estamos, o ante sola tu presencia, | | todo a lo que venimos
te diremos. | |
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CIPIÓN | Decid, que donde quiera doy audiencia.
| 220 |
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EMBAJADOR 1.º | Pues con ese seguro que tenemos, | | y tu benignidad
ha concedido, | | daré principio a lo que soy venido.
| | Numancia, de quien yo soy ciudadano, | | ínclito general,
a ti me envía, | 225 | como ni más fuerte Cipión
romano, | | que ha cubierto la noche, o visto el día,
| | a pedirte le des la amiga mano, | | en señal de que
cesa la porfía, | | tan trabada y cruel de tantos años,
| 230 | que ha cansado sus propios y tus daños, | | dice que
nunca de la ley y fueros | | del romano senado se apartara,
| | si el insufrible mando y desafueros | | de un cónsul
y otro no la fatigara. | 235 | Ellos con duros estatutos fieros,
| | y con su estrecha condición avara, | | pusieron tan
gran yugo a nuestros cuellos | | que forzados salimos dél
y dellos; | | y en todo el largo tiempo que ha durado | 240 | entre
ambas partes la contienda, es cierto | | que ningún
general hemos hallado | | con quien poder tratar de algun concierte
| | empero agora, que ha querido el hado | | reducir nuestra
nave a tan buen puerto, | 245 | las velas de la guerra recogemos,
| | y a cualquier partido nos ponemos. | | Y no imagines que
temor nos lleva | | a pedirte las paces con instancia; | | pues
la larga experiencia ha dado prueba | 250 | del poder valeroso
de Numancia: | | tu virtud y valor es quien nos ceba, | | y nos
persuade que será ganancia | | mayor de cuantas desear
podremos | | si por jefe y amigo te tenemos. | 255 | A esto ha sido
la venida nuestra, | | respóndenos, señor, lo
que te place. | |
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CIPIÓN | Tarde de arrepentidos dais la
muestra; | | poco vuestra amistad me satisface: | | de nuevo
ejercitad la fuerte diestra, | 260 | que quiero ver lo que la mía
hace, | | ya que ha puesto en ella la ventura | | la gloria mía
y vuestra desventura. | | A desvergüenza de tan largos
años | | es poca recompensa pedir paces: | 265 | seguid la
guerra, renovad los daños; | | salgan de nuevo las valientes
haces. | |
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EMBAJADOR 2.º | La falsa confianza mil engaños
| | consigo trae: advierto lo que haces, | | señor, que
esa arrogancia que nos muestras | 270 | renovará el valor
de nuestras diestras; | | y pues niegas la paz, que con buen
celo | | te ha sido por nosotros demandada, | | de hoy mas la
causa nuestra con el cielo | | quedará por mejor calificada;
| 275 | y antes que pises de Numancia el suelo | | probarás
do se estiende la indignada | | furia de aquel, que siéndote
enemigo, | | quiere serte aliado y fiel amigo. | |
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EMBAJADOR 1.º | No;
mas tenemos | 280 | que hacer, pues tú, señor, ansí
lo quieres, | | sin querer la amistad que te ofrecemos, | | correspondiendo
mal a ser quien eres. | | Pero entonces verás lo que
podemos, | | cuando nos muestres tú lo que pudieres:
| 285 | que es una cosa razonar de paces, | | y otra romper por las
armadas haces. | |
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CIPIÓN | Verdad dices; y ansí,
para mostraros | | si sé tratar en paz y obrar en guerra,
| | no quiero por amigos aceptaros, | 290 | ni lo seré jamás
de vuestra tierra; | | y con esto podéis luego tornaros.
| |
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EMBAJADOR 2.º | ¿Que en esto tu querer, señor, se encierra?
| |
|
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EMBAJADOR 2.º |
Pues
sus, al hecho, | | que guerras ama el numantino pecho. | 295 |
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(Salen los EMBAJADORES; y QUINTO FABIO, hermano de CIPIÓN,
dice:)
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FABIO | El descuido pasado nuestro ha sido
| | el que os hace hablar de aquesa suerte: | | mas ya ha llegado
el tiempo, ya es venido | | do veréis nuestra gloria
y vuestra muerte | |
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CIPIÓN | El vano blasonar no es permitido
| 300 | de pecho valeroso, honrado y fuerte: | | templa las amenazas,
Fabio, y calla, | | y tu valor descubre en la batalla: | | aunque
yo pienso hacer que el numantino | | nunca a las manos con
nosotros venga, | 305 | buscando de vencerte tal camino, | | que
más a mi provecho le convenga. | | Yo haré que
abaje el brío y pierda el tino, | | y que en sí
mismo su rubor detenga. | | Pienso de un hondo foso rodeallos,
| 310 | y por hambre insufrible sujetallos. | | No quiero ya que
sangre de romanos | | colore más el suelo desta tierra;
| | basta la que han vertido estos hispanos | | en tan larga,
reñida y cruda guerra. | 315 | Ejercítense agora
vuestras manos | | en romper y cavar la dura tierra, | | y cúbranse
de polvo los amigos, | | que no lo estén de sangre de
enemigos. | | No quede de este oficio reservado | 320 | ninguno que
te tenga preeminente: | | trabaje el decurión como el
soldado, | | y no se muestre en esto diferente: | | yo mismo
tomaré el hierro pesado | | y romperé la tierra
prontamente. | 325 |
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FABIO | Valeroso señor y hermano mío,
| | bien nos muestras en esto tu cordura; | | pues fuera conocido
desvarío | | y temeraria muestra de locura | | pelear
contra el loco airado brío | 330 | destos desesperados sin
ventura. | | Mejor será encerrallos, como dices, | | y
quitarles al brío las raíces. | | Bien puede
la ciudad toda cercarse, | | si no es la parte por do el río
la baña. | 335 |
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CIPIÓN | Vamos, y venga luego a efectuarse
| | ésta mi nueva, poco usada hazaña: | | que si
en nuestro favor quiere mostrarse | | el cielo, quedará
sujeta España | | al senado romano, solamente | 340 | tomando
por asedio aquesta gente. | |
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Escena II |
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Sale una doncella coronada de torres y castillos, que representa
a ESPAÑA, y dice:
|
ESPAÑA | Alto, sereno
y espacioso cielo, | | que con tus influencias enriqueces | | la parte que es mayor deste mi suelo, | | y sobre muchos otros
le engrandeces; | 345 | muévate a compasión mi amargo
duelo, | | y pues al afligido favoreces, | | favoréceme
a mí en ansia tamaña, | | que soy la sola, desdichada
España. | | Bástete ya que un tiempo me tuviste
| 350 | todos mis fuertes miembros abrasados, | | y al sol por mis
entrañas descubriste | | el reino escuro de los condenados
| | a mil tiranos mis riquezas diste: | | a fenicios y griegos
entregados | 355 | mis reinos fueron, porque tú has querido,
| | o porque mi maldad lo ha merecido. | | ¿Será posible
que contino sea | | esclava de naciones extranjeras, | | y que
un pequeño tiempo yo no vea | 360 | de libertad tendidas
mis banderas? | | Con justísimo título se emplea
| | en mí el rigor de tantas penas fieras, | | pues mis
famosos hijos y valientes | | andan entre sí mismos
disidentes. | 365 | Jamás en su provecho concertaron | | los
divididos ánimos briosos; | | antes entonces más
los apartaron | | cuando se vieron mas menesterosos; | | y ansí
con sus discordias convidaron | 370 | los bárbaros de pechos
codiciosos | | a venir y entregarse en mis riquezas, | | usando
en mí y en ellos mil crudezas. | | Sola Numancia es
la que sola ha sido | | quien la luciente espada sacó
fuera, | 375 | y a costa de su sangre ha mantenido | | la amada libertad
suya primera. | | ¡Mas ay!, que veo el término cumplido,
| | y llegada la hora postrimera, | | do acabará su vida,
y no su fama, | 380 | cual fénix, renovándose en
la llama. | | Estos tan muchos, tímidos romanos, | | que
buscan de vencer cien mil caminos, | | rehúsan de venir
más a las manos | | con los pocos valientes numantinos.
| 385 | ¡Oh, si saliesen sus intentos vanos, | | y fuesen sus esfuerzos
desatinos, | | y esta pequeña tierra de Numancia | | sacase
de su pérdida ganancia!... | | Pero, ¡ay!, que el enemigo
la ha cercado, | 390 | no sólo con las armas contrapuestas
| | al flaco muro suyo, mas ha obrado | | con diligencia extraña
y manos prestas | | un foso por la margen trincheado, | | rodeando
la ciudad por llano y cuestas | 395 | sólo la parte por
do el río se extiende | | de este ardid nunca visto
se defiende. | | Ansí están encogidos y encerrados
| | los tristes numantinos en sus muros; | | ni ellos pueden
salir, ni ser entrados, | 400 | y están de los asaltos bien
seguros; | | pero en sólo mirar que están privados
| | de ejercitar sus fuertes brazos duros, | | con horrendos
acentos y feroces | | la guerra piden, o la muerte, a voces.
| 405 | Y pues sola la parte por do corre | | y toca a la ciudad
el ancho Duero, | | es aquella que ayuda y que socorre | | en
algo al numantino prisionero, | | antes que alguna máquina
o gran torre | 410 | en sus aguas se funde, rogar quiero | | al caudaloso
conocido río | | en lo que puede ayude al pueblo mío.
| | Duero gentil, que con torcidas vueltas | | humedeces gran
parte de mi seno, | 415 | ansí en tus aguas siempre veas
envueltas | | arenas de oro, cual el Tajo ameno, | | y ansí
las ninfas fugitivas sueltas, | | de que está el verde
tirado y bosque lleno, | | vengan humildes a tus aguas claras,
| 420 | y en prestarte favor no sean avaras, | | que prestes a mis
ásperos lamentos | | atento oído, o que a escucharlos
vengas, | | y aunque dejes un rato tus contentos, | | suplícote
que en nada te detengas. | 425 | Si tú con tus continuos
crecimientos | | destos fieros romanos no me vengas, | | cerrado
veo ya todo camino | | a la salud del pueblo numantino. | |
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|
|
(Sale el RÍO DUERO.)
|
DUERO | Madre y querida
España, rato había | 430 | que hirieron mis oídos
tus querellas; | | y si en salir acá me detenía,
| | fue por no poder dar remedio a ellas. | | El fatal, miserable
y triste día, | | según el disponer de las estrellas,
| 435 | se llega a Numancia, y cierto temo | | que no hay dar medio
a su dolor extremo, | | con Orvion, Minuesa, y también
Tera, | | cuyas aguas las mías acrecientan, | | he llenado
mi seno en tal manera | 440 | que los usados márgenes revientan;
| | mas sin temor de mi veloz carrera, | | cual si fuera un arroyo,
veo que intentan | | hacer lo que tú, España,
nunca veas, | | sobre mis aguas torres y trincheras. | 445 | Mas
ya que el revólver del duro hado | | tenga el último
fin estatuido | | deste tu pueblo numantino amado, | | pues a
términos tales ha venido, | | un consuelo le queda en
este estado | 450 | que no podrán las sombras del olvido
| | oscurecer el sol de sus hazañas, | | en toda edad
temidas por extrañas. | | Y puesto que el feroz romano
tiende | | el paso agora por tu fértil suelo, | 455 | y que
te oprime aquí, y allí te ofende | | con arrogante
y ambicioso celo, | | tiempo vendrá, según que
ansí lo entiende | | el saber que a Proteo ha dado el
cielo, | | que esos romanos sean oprimidos | 460 | por los que agora
tienen abatidos. | | De remotas naciones venir veo | | gentes
que habitarán tu dulce seno, | | después que,
como quiere tu deseo, | | habrán a los romanos puesto
freno: | 465 | godos serán, que con vistoso arreo, | | dejando
de su fama al mundo lleno, | | vendrán a recogerse en
tus entrañas, | | dando de nuevo vida a sus hazañas.
| | Estas injurias vengará la mano | 470 | del fiero Atila
en tiempos venideros, | | poniendo al pueblo tan feroz romano
| | sujeto a obedecer todos sus fueros; | | y portillos abriendo
al Vaticano, | | tus bravos hijos, y otros extranjeros, | 475 | harán
que para huir mueva la planta | | el gran piloto de la nave
santa. | | Y también vendrá tiempo en que se
mire | | estar blandiendo el español cuchillo | | sobre
el cuello romano, y que respire | 480 | sólo por la bondad
de su caudillo, | | el grande Albano; haciendo se retire | |
el español ejército, sencillo, | | no de valor,
sino de poca gente, | | que iguala al mayor número en
valiente. | 485 | Pero el que más levantará la mano
| | en honra tuya y general contento, | | haciendo que el valor
del nombre hispano | | tenga entre todos el mayor asiento.
| | Un rey será, de cuyo intento sano | 490 | grandes cosas
me muestra el pensamiento: | | será llamado, siendo
suyo el mundo, | | el segundo Filipo, sin segundo. | | Debajo
de su imperio tan dichoso | | serán a una corona reducidos,
| 495 | por bien universal y tu reposo, | | tus reinos hasta entonces
divididos: | | el girón lusitano, tan famoso, | | que
un tiempo se cortó de los vestidos | | de la ilustre
Castilla, ha de zurcirse | 500 | de nuevo, y a su estado antiguo
unirse. | | ¡Qué envidia y qué temor, España
amada, | | te tendrán las naciones extranjeras, | | en
quien tú teñirás tu aguda espada, | |
y tenderás triunfando tus banderas! | 505 | Sírvate
esto de alivio en la pesada | | ocasión, por quien lloras
tan de veras; | | pues no puede faltar lo que ordenado | | ya
tiene de Numancia el duro hado. | |
|
|
ESPAÑA | Tus razones
alivio han dado en parte, | 510 | famoso Duero, a las pasiones
mías, | | sólo porque imagino que no hay parte
| | de engaño alguno en estas profecías. | |
|
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DUERO |
Bien puedes de eso, España, asegurarte, | | puesto que
tarden tan dichosos días; | 515 | y a Dios, porque me esperan
ya mis ninfas. | |
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|
ESPAÑA | El cielo aumente tus sabrosas
linfas. | |
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|
Jornada II
|
Escena
I |
|
TEÓGENES y CORABINO, con otros cuatro
numantinos, gobernadores de Numancia. Siéntanse a
consejo los cuatro NUMANTINOS, que no tienen nombres, y se
señalan con los de 1.º, 2.º, 3.º y 4.º.
|
TEÓGENES |
Paréceme, varones esforzados, | | que en nuestros daños
con rigor influyen | | los tristes signos y contrarios hados,
| | pues nuestra fuerza y maña disminuyen: | | tiénemos
los romanos encerrados, | 5 | y con cobardes mañas nos
destruyen; | | ni con matar muriendo hay ya vengarnos, | | ni
podemos sin alas escaparnos. | | No solos a vencernos se presentan
| | los que habemos vencido veces tantas. | 10 | Que también
españoles se conciertan | | con ellos a segar nuestras
gargantas. | | Tan gran maldad los cielos no consientan; | |
con rayos hieran las traidoras plantas | | que se mueven en
daño del amigo, | 15 | favoreciendo al pérfido enemigo.
| | Mirad si imagináis algún remedio | | para salir
de tanta desventura, | | porque este largo y trabajoso asedio
| | sólo promete al fin la sepultura. | 20 | El ancho foso
nos estorba el medio | | de probar con las armas la ventura;
| | aunque a veces valientes, diestros brazos | | rompen mil
contrapuestos embarazos. | |
|
|
CORABINO | A júpiter pluguiera
soberano | 25 | que nuestra juventud sola se viera | | con todo
el bravo ejército romano | | adonde el brazo revólver
pudiera: | | que allí al valor de la española
mano | | la mesma muerte poco estorbo fuera | 30 | para dejar de
abrir ancho camino | | a la salud del pueblo numantino: | | mas
pues en tales términos nos vemos | | que estamos como
hembras encerrados, | | hagamos todo cuanto hacer podremos
| 35 | para mostrar los ánimos osados. | | A nuestros enemigos
convidemos | | a singular batalla, que cansados | | de este cerco
tan largo, ser podría | | quisiesen acabarle por tal
vía. | 40 | Y cuando este remedio no suceda | | a la justa
medida del deseo, | | otro camino que intentar nos queda | |
aunque más trabajoso a lo que creo: | | este foso y
muralla, que nos veda | 45 | el paso al enemigo que allí
veo, | | en un tropel de noche le rompamos, | | y por ayuda a
los amigos vamos. | |
|
|
NUMANTINO 1.º | O sea por el foso, o por
la muerte, | | de abrir tenemos paso a nuestra vida: | 50 | que
es dolor insufrible el de la muerte, | | si llega cuando más
vive la vida. | | Remedio a las miserias es la muerte, | | si
se acrecientan ellas con la vida, | | y suele tanto más
ser excelente, | 55 | cuanto se muere más honradamente.
| |
|
|
NUMANTINO 2.º | ¿Con qué más honra pueden apartarse
| | de nuestros cuerpos estas almas nuestras, | | que en las
romanas armas arrojarse | | y en su daño mover las fuertes
diestras? | 60 | En la ciudad podrá muy bien quedarse | | quien guste de cobarde dar las muestras: | | que yo mi gusto
pongo en quedar muerto | | en el cerrado foso, o campo abierto.
| |
|
|
NUMANTINO 3.º | Esta insufrible hambre macilenta, | 65 | que tanto
nos persigue y nos rodea, | | hace que en vuestro parecer consienta,
| | puesto que temerario y duro sea: | | muriendo excusaremos
tanta afrenta: | | quien pues morir de hambre no desea | 70 | arrójese
conmigo al foso, y haga | | camino a su remedio con la daga.
| |
|
|
NUMANTINO 4.º | Primero que vengáis al trance duro
| | desta resolución que habéis tomado, | | paréceme
ser bien que desde el muro | 75 | nuestro fiero enemigo sea avisado
| | diciéndole que dé campo seguro | | a un numantino,
y otro su soldado, | | que la muerte de uno sea sentencia | | que acabe nuestra antigua diferencia. | 80 | Son los romanos
tan soberbia gente, | | que luego aceptarán este partido;
| | y si le aceptan, creo firmemente | | que nuestro amargo daño
es fenecido. | | También primero encargo que se haga
| 85 | a Júpiter solemne sacrificio, | | de quien podemos
esperar la paga, | | harto mayor que nuestro beneficio. | | Cúrese
luego la profunda llaga | | del arraigado inveterado vicio;
| 90 | quizá con esto mudará de intento | | el hado
esquivo, y nos dará contento. | | Para morir jamás
le falta tiempo | | al que quiere morir desesperado | | siempre
seremos a sazón y a tiempo | 95 | para mostrar muriendo
el pecho osado: | | mas porque no se pase en balde el tiempo,
| | mirad si os cuadra lo que aquí he notado; | | y si
bien no os parece, dad un modo | | que mejor venga y que convenga
a todo. | 100 |
|
|
TEÓGENES | Ese arbitrio que muestran tus razones
| | es aprobado del intento mío: | | háganse sacrificios
y oblaciones, | | y póngase en efecto el desafío.
| | Yo desde aquí me ofrezco, si os parece | 105 | que puede
de mi esfuerzo algo fiarse, | | de salir a este duelo que se
ofrece, | | si por ventura viene a efectuarse. | |
|
|
CORABINO | Mas
honra tu valor raro merece; | | bien pueden de tu esfuerzo
confiarse | 110 | más difíciles cosas y mayores,
| | pues eres el mejor de los mejores; | | y pues tú ocupas
el lugar primero | | de la honra y valor con causa justa, | | yo, que en todo me cuento por postrero, | 115 | quiero ser el
heraldo desta justa. | |
|
|
NUMANTINO 1.º | Pues yo con todo el pueblo
me prefiero | | para hacer lo que a Júpiter más
gusta, | | que son los sacrificios y oraciones, | | si van con
enmendados corazones. | 120 |
|
|
NUMANTINO 2.º | Vamos pues, y con presta
diligencia | | hagamos cuanto aquí propuesto habemos,
| | antes que la mortífera dolencia | | de la hombre nos
ponga en los extremos. | |
|
|
NUMANTINO 3.º | Si tiene el cielo dada
la sentencia | 125 | de que en este rigor fiero acabemos, | | revóquela,
si acaso lo merece | | la justa enmienda que Numancia ofrece.
| |
|
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Escena II |
|
Salen primero dos soldados
numantinos, MORANDRO y LEONCIO.
|
LEONCIO | Morandro
amigo, ¿a do vas | | ¿Adónde mueves el pie? | 130 |
|
|
MORANDRO |
Si yo mismo no lo sé, | | tampoco tú lo sabrás.
| |
|
|
LEONCIO | ¡Cómo te saca de seso | | tu amoroso pensamiento!
| |
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|
MORANDRO | Antes después que le siento | 135 | tengo más
razón y peso. | |
|
|
LEONCIO | Eso ya está averiguado
| | que el que sirviese al amor | | ha de ser por su dolor | |
con razón muy más pesado. | 140 |
|
|
MORANDRO | De malicia,
o de agudeza, | | no escapa lo que dijiste. | |
|
|
LEONCIO | Tú
mi agudeza entendiste; | | mas yo entiendo tu simpleza. | |
|
|
MORANDRO |
¿Que soy simple en querer bien? | 145 |
|
|
LEONCIO | Si ya el querer
no se mide, | | como la razón lo pide, | | con cuándo,
cómo y a quién. | |
|
|
MORANDRO | ¿Reglas quieres dar
de amor? | |
|
|
LEONCIO | La razón puede ponellas. | 150 |
|
|
MORANDRO |
Razonables serán ellas; | | mas no de mucho primor.
| |
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|
LEONCIO | En la amorosa porfía | | a razón no
hay conocella. | |
|
|
MORANDRO | Amor no va contra ella, | 155 | aunque
della se desvía. | |
|
|
LEONCIO | ¿No es ya contra la razón
| | siendo tú tan buen soldado, | | andar tan enamorado
| | en esta estrecha ocasión? | 160 | ¿Al tiempo que del dios
Marte | | has de pedir el furor, | | te entretienes con amor
| | que mil blanduras reparte? | | Ves la patria consumida, | 165 | y de enemigos cercada, | | ¿y tu memoria, turbada | | por amor,
della se olvida? | |
|
|
MORANDRO | En ira mi pecho se arde | | por
verte hablar sin cordura | 170 | ¿hizo el amor por ventura | | a
ningún pecho cobarde? | | ¿Dejo yo la centinela | | por
ir donde está mi dama? | | ¿O estoy durmiendo en la
cama | 175 | cuando mi capitán vela? | | ¿Hasme tú
visto faltar | | de lo que debo al oficio, | | por algún
regalo o vicio, | | ni menos por adamar? | 180 | Y si nada me has
hallado | | de que deba dar disculpa, | | ¿por qué me
das tanta culpa | | de que sea enamorado? | | Y si de conversación
| 185 | me ves que ando siempre ajeno | | mete la mano en tu seno,
| | verás si tengo razón. | | ¿No sabes los muchos
años | | que tras Lira ando perdido? | 190 | ¿No sabes que
era venido | | el fin de mis tristes daños, | | porque
su padre ordenaba | | de dármela por mujer, | | y que
Lira su querer | 195 | con el mío concertaba? | | También
sabes que llegó | | en tan dulce coyuntura | | esta fiera
guerra dura, | | por quien mi gloria cesó. | 200 | Dilatose
el casamiento | | hasta acabar esta guerra, | | porque no está
nuestra tierra | | para fiestas y contento. | | Mira cuan poca
esperanza | 205 | puedo tener de mi gloria, | | pues está
nuestra victoria | | toda en la enemiga lanza, | | que como veo
llevar | | mis esperanzas el viento, | 210 | ando triste y descontento,
| | así cual me ves andar. | |
|
|
LEONCIO | Sosiega, Morandro,
el pecho, | | vuelve al brío que tenías, | | quizá
por ocultas vías | 215 | se ordena nuestro provecho | | que
Júpiter soberano | | nos descubrirá camino | |
por do el pueblo numantino | | quede libre del romano; | 220 | y
en dulce paz y sosiego | | de tu esposa gozarás, | | y
las llamas templarás | | de ese tu amoroso fuego: | |
que para tener propicio | 225 | al gran Júpiter Tonante,
| | hoy Numancia en este instante | | le quiere hacer sacrificio.
| | Ya el pueblo viene y se muestra | | con las víctimas
e incienso, | 230 | ¡Oh Júpiter, padre inmenso, | | mira la
miseria nuestra! | |
|
|
Escena III |
|
Salen
dos numantinos vestidos de sacerdotes antiguos, y traen asido
de los cuernos, en medio de entrambos, un carnero grande,
coronado de oliva o hiedra y otras flores; y un paje, con
una fuente de plata y una toalla al hombro; otro con un jarro
de plata lleno de agua; otro con otro lleno de vino: otro
con otro plato de plata, con un poco de incienso; otro con
fuego y leña; otro que ponga una mesa con un tapete,
donde se ponga todo esto; y salgan en esta escena todos los
que hubiere la tragedia, en hábito de numantinos,
y luego los SACERDOTES: y dejando el uno el carnero de la
mano, diga:
|
SACERDOTE 1.º | Señales ciertas
de dolores ciertos | | se me han representado en el camino,
| | y los canos cabellos tengo yertos. | 235 |
|
|
SACERDOTE 2.º | Si acaso
yo no soy mal adivino, | | nunca con bien saldremos desta empresa.
| | ¡Ay, desdichado pueblo numantino! | |
|
|
SACERDOTE 1.º | Hagamos
nuestro oficio con la priesa | | que nos incitan los agüeros
tristes. | 240 |
|
|
SACERDOTE 2.º | Poned, amigos, hacia aquí
esa mesa, | | el vino, incienso y agua que trujistes, | | ponedlo
encima, y apartaos afuera, | | y arrepentíos de cuanto
mal hicistes: | | que la oblación mejor, y la primera
| 245 | que se debe ofrecer al alto cielo, | | es alma limpia y voluntad
sincera. | |
|
|
SACERDOTE 1.º | El fuego no te hagáis vos
en el suelo, | | que aquí viene brasero para ello, | | que ansí lo pide el religioso celo. | 250 |
|
|
SACERDOTE 2.º |
Lavaos las manos, y limpiaos el cuello. | |
|
|
SACERDOTE 1.º | Dad
acá el agua: ¿el fuego no se enciende? | |
|
|
UNO | No hay
quien pueda, señores, encendello. | |
|
|
SACERDOTE 2.º | ¡Oh
Júpiter! ¿Qué es esto que pretende | | hacer
en nuestro daño el hado esquivo? | 255 | ¿Cómo el
fuego en la tea no se enciende? | |
|
|
UNO | Ya parece, señor,
que está algo vivo. | |
|
|
SACERDOTE 1.º | Quítate
afuera, o flaca llama oscura, | | que dolor en mirarte ansí
recibo. | | ¿No miras cómo el humo se apresura | 260 | a caminar
al lado de poniente, | | y amarilla la llama, mal segura, | | sus puntas encamina hacia el oriente? | | Desdichada señal,
señal notoria | | que nuestro mal y daño está
presente. | 265 |
|
|
SACERDOTE 2.º | Aunque lleven romanos la victoria
| | de nuestra muerte, en humo ha de tornarse, | | y en llamas
vivas nuestra muerte y gloria. | |
|
|
SACERDOTE 1.º | Pues debe con
el vino rociarse | | el sacro fuego, dad acá ese vino,
| 270 | y el incienso también que ha de quemarse. | |
|
|
|
(Rocían el fuego a la redonda con el vino; y luego
ponen el incienso en el fuego; y dice el SACERDOTE 2.º:)
|
SACERDOTE 2.º | Al bien del triste pueblo numantino
| | endereza, o gran Júpiter, la fuerza | | propicia del
contrario amargo sino. | |
|
|
SACERDOTE 1.º | Así como este
ardiente fuego | 275 | a que en humo se vaya el sacro incienso,
| | ansí se haga el enemigo fuerza | | para que en humo
eterno, padre inmenso, | | todo su bien, toda su gloria vaya,
| | ansí como tú puedes y yo pienso. | 280 |
|
|
SACERDOTE
2.º | Tengan los cielos su poder a raya, | | ansí como
esta víctima tenemos, | | y lo que ella ha de haber
él también haya. | |
|
|
SACERDOTE 1.º | Mal responde
el agüero; mal podremos | | ofrecer esperanza al pueblo
triste | 285 | para salir del mal que padecemos. | |
|
|
|
(Hágase
ruido debajo del tablado con un barril lleno de piedras,
y dispárese un cohete volador.)
|
SACERDOTE
2.º | ¿No oyes un ruido amigo? ¿Viste | | el rayo ardiente que
pasó volando? | | Présago verdadero desto fuiste.
| |
|
|
SACERDOTE 1.º | Turbado estoy, de miedo estoy temblando.
| 290 | ¡Oh qué señales en el aire veo, | | qué
amargo fin nos van pronosticando! | | ¿No ves un escuadrón
airado y feo | | de unas águilas fieras, que pelean
| | con otras aves en marcial rodeo? | 295 |
|
|
SACERDOTE 2.º | Sólo
su esfuerzo y su rigor emplean | | en encerrar las aves en
un cabo, | | y con astucia y arte las rodean. | |
|
|
SACERDOTE 1.º
| Águilas son romanas vencedoras, | | que anuncian de
Numancia presto el cabo. | 300 |
|
|
SACERDOTE 2.º | Águilas, de
gran mal anunciadoras, | | partíos, que y a el agüero
vuestro entiendo; | | ya al efecto contadas son las horas.
| |
|
|
SACERDOTE 2.º | Con todo, el sacrificio hacer pretendo | | desta
inocente víctima, guardada | 305 | para aplacar el dios
del rostro horrendo. | | Oh gran Plutón, a quien por
suerte dada | | te fue la habitación del reino oscuro,
| | y el mando en la infernal triste morada, | | ansí
vivas en paz, cierto y seguro | 310 | de que la hija de la sacra
Ceres | | corresponde a tu amor, con amor puro, | | que todo
aquello que en provecho vieres | | venir del pueblo triste
que te invoca | | lo allegues cual se espera de quien eres:
| 315 | atapa la profunda oscura boca, | | por do salen las tres
fieras hermanas | | a hacernos el daño que nos toca;
| | y sean de dañarnos tan livianas. | | (Quita algunos
pelos al carnero, y échalos al aire.) | Sus intenciones,
que las lleve el viento; | 320 | y ansí como yo baño
y ensangriento | | este cuchillo en esta sangre pura, | | con
alma limpia, y limpio pensamiento, | | ansí la tierra
de Numancia dura | | se baile con la sangre de romanos, | 325 | y
aún les sirva también de sepultura. | |
(Aquí
ha de salir por el hueco del tablado un demonio hasta el
medio cuerpo, y ha de arrebatar el carnero y meterle dentro,
y tornar luego a salir y derramar y esparcir el fuego y todos
los sacrificios.)
| ¿Mas quién me ha arrebatado de
las manos | | la víctima? ¿Qué es esto, dioses
santos? | | ¿Qué prodigios son estos tan insanos? | |
¿No os han enternecido ya los llantos | 330 | deste pueblo lloroso
y afligido, | | ni la sagrada voz de nuestros cantos? | |
|
|
SACERDOTE
2.º | Antes creo que se han endurecido, | | cual se puede inferir
de las señales | | tan fieras como aquí han acontecido.
| 335 |
|
|
UNO DEL PUEBLO | En fin dado han los cielos la sentencia | | de nuestro amargo fin y miserable; | | no nos quiere valer
ya su clemencia. | |
|
|
OTRO | Lloremos pues en son tan lamentable
| | nuestra desdicha, que en la edad postrera | 340 | dél
y de nuestro esfuerzo siempre se hable. | |
|
|
|
(Sálense
todos; y quedan solos MORANDRO y LEONCIO.)
|
MORANDRO |
Leoncio, ¿qué, te parece? | | ¿Tendrán remedio
mis males, | | con semejantes señales | | que aquí
el cielo nos ofrece? | 345 | Tendrá fin mi desventura | |
cuando se acabe la guerra, | | que será cuando la tierra
| | me sirva de sepultura? | |
|
|
LEONCIO | Morandro, al que es buen
soldado | 350 | agüeros no le dan pena, | | pues pone la suerte
buena | | en el ánimo esforzado; | | y esas vanas apariencias
| | nunca te turban el tino; | 355 | su brazo es su estrella y sino,
| | su valor sus influencias. | |
|
|
MORANDRO | Avisemos este caso
| | al pueblo, que está mortal: | | mas para dar nueva
tal, | 360 | ¿Quién podrá mover el paso? | |
|
|