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Jornada II

 

ALISO, ROSINA, ALBINO, ELENO, BELISENA, MEDORO.

 
 

ALISO y ROSINA salen cantando esta canción.

 
    El amor nos ha cegado,
de tal suerte nos hirió,
que el remedio nos faltó.
    Por quien amor no nos tiene
cada cual de amores muere, 5
yo quiero, y aqueste quiere,
y el querer no nos conviene.
Amor con nosotros viene
aunque nunca nos juntó,
porque el remedio faltó. 10
    Cada cual su corazón
dio a quien quiso amor primero,
aqueste muere, y yo muero,
y otros por nuestra afición,
hizo amor nuestra pasión, 15
ventura no nos juntó
porque el remedio faltó.
ROSINA
Aliso, ¿estás ya cansado
de cansarme y ofenderme?
¿Piensas, Aliso, quererme, 20
por ventura haste mudado
o has por tuya de tenerme?
Habla, ¿qué dices?, pastor,
respóndeme, pues te llamo.
Oyeme, mi dulce amor, 25
cata que te quiero y amo,
dame, Aliso, algún favor.
    Huyes siempre de me ver,
no vas comigo do voy,
apartaste donde estoy, 30
y no me quieres querer,
aunque por tuya me doy;
sólo dejas el ganado,
las veces que voy a verte.
Di, pastor desamorado, 35
¿Por ventura soy la muerte?
¿O por qué me has olvidado?
    ¿No me amabas tú, pastor?
¿No buscabas mi figura?
Ves aquí mi hermosura, 40
¿adónde está aquel amor?
¿Trocótelo la ventura?
¿No eras tú el que me cantabas
al alba dos mil canciones,
el que mis cabras guardabas, 45
y él que aquestos tus pasiones
cada hora me mostrabas?
    ¿No eras tú el que de mil flores
una guirnalda hacías,
y en mi cabeza ponías, 50
y cantabas tus amores
todos las noches y días,
no eres tú? Mudado estás,
¿qué es esto, mi Aliso, di?
Pastor, no me olvides más, 55
cata que vivir sin ti
no podré verme jamás.
ALISO
Rosina, déjame ya,
cata que es importunarme;
no quiero por tuyo darme. 60
Amor pagado te ha
como quisiste pagarme,
si en algún tiempo te amé,
no fue, Pastora, quererte,
con aquello te pagué, 65
agora mudó mi suerte
en otro lugar mi fe.
    Yo te amé; tú, no me amaste;
quísete, y no me quisiste,
hago lo que tú hiciste, 70
y por donde me mataste,
pastora, te destruiste.
Déjame pues ya, Rosina,
que mi fe ya se mudó,
ya sabes donde se inclina 75
mi corazón, que tomó
por suyo mi amor Albina.
    Por ella juro, pastora,
no olvidalla, ni quererte,
y pues aun no quiero verte, 80
gran locura es tuya agora
porfiar contra la muerte.
ROSINA
No te aprovecha huir,
cruel pastor desamorado,
contigo tengo de ir, 85
que el amor me lo ha mandado,
no lo puedo resistir.
ALBINA
Déjame.
ROSINA
No dejaré.
ALBINA
Vete, pastora, de ahí.
ROSINA
Apártame a mí de mí, 90
o sino dame la fe,
Aliso, que ya te di.
ALBINA
Tómala, y ¿a dónde está?
ROSINA
En mi triste corazón.
ALBINA
Suéltame, pastora, ya. 95
ROSINA
Suelta tú la posesión
de la que contigo va.
ALBINA
Cata que no he de quererte.
ROSINA
Cata que no he de olvidarte.
ALBINA
Vete, que yo he de mirarte. 100
ROSINA
Vete, que yo he de tenerte.
Tuya soy, tengo de amarte.
ALBINA
No me ames, ¿para qué?
ROSINA
Para que muero por ti.
ALBINA
Pues yo jamás te querré. 105
ROSINA
Yo jamás podré de mí
desechar, pastor, tu fe.
ALBINA
¡Oh qué amor tan escusado!
ROSINA
No lo excusa mi pasión.
ALBINA
Excúsalo la razón. 110
ROSINA
No hay razón en el cuidado
que amor hace en afición.
ALBINA
Cata que parece feo,
suéltame que no me iré.
ROSINA
Ay, pastor, que no lo creo. 115
ALBINA
Aunque quiera no podré,
que viene allí mi deseo.
    Mi pastora, mi alegría,
mi bien, ¿por qué no me quies?
Cátame aquí, ¿no me ves? 120
Ves aquí, pastora mía,
postrado Aliso a tus pies,
vuélvete a mí, háblame.
Quiéreme pues que te quiero,
pastora, recibeme 125
que pues a tu causa muero,
segura tienes mi fe.
    ¿Qué te he hecho, di, pastora,
en qué ofendí tu beldad?
Deja ya tanta crueldad, 130
¿por qué quieres cada hora
ofender tu libertad?
Mira que quererme a mí,
es ser libre pues te amo,
siempre te amé y te serví, 135
a sola tu beldad llamo,
y sola te quiero a ti.
    Sólo quiero que me quieras,
sólo quiero quererte,
mi contento es poder verte, 140
y verte porque me vieras,
que en esto estriba mi suerte,
no me niegues por ninguno,
cata que es para engañarte,
zagala, soy importuno, 145
y he de sello, que en amarte
sólo pienso que soy uno.
ALBINA
Poco te aprovecha, Aliso,
déjame, no estés cansando,
Eleno me está matando, 150
Eleno es mi paraíso,
en Eleno estoy pensando,
Eleno me da la vida,
Eleno sólo es mi amor.
Por Eleno soy perdida, 155
por Eleno es mi dolor,
por Eleno aborrecida.
    Por él no quiero quererte,
por él quiero nunca amarte,
por él jamás he de verte, 160
por él tengo de olvidarte,
por él tengo de ofenderte,
por Eleno he de morir,
por Eleno he de perderme,
por ti tengo de huir, 165
por Eleno he de quererme,
sin él no quiero vivir.
    Bástete aquesto, pastor,
bástete estar avisado
que el amor me lo ha mandado, 170
yo soy hija del amor,
para Eleno me ha engendrado.
ALBINA
¡Oh mal empleada fe
oh perseverancia fea!
Deséchasme que te amé, 175
placerá a Dios que ansí sea,
que de ti me vengaré.
    Mas ay, pastora, qué digo,
antes en este lugar
me veas la muerte dar, 180
que por lo que haces comigo
verte a ti algún mal pasar.
No plega a Dios que por mí,
aunque sea a mi despecho,
vea alguna pena en ti, 185
que más quiero tu provecho
de lo que he mostrado aquí.
ALBINA
Eleno, mi dulce amor.
ELENO
Belisena, vida mía.
BELISENA
Mi Medoro, mi alegría. 190
MEDORO
¡Oh qué escusado favor,
para el que amor no sentía!
ALBINA
Albina, sólo mi bien.
ROSINA
Aliso, mi deseado.
ALBINA
Detente, Aliso, detén. 195
ROSINA
Pastor, ponte aquí a mi lado.
BELISENA
Y tú, Medoro, también.
MEDORO
Quita, Belisena, ahí.
ELENO
Belisena, yo te quiero.
ALBINA
Eleno, yo por ti muero. 200
ALBINA
Yo vivo solo por ti.
ROSINA
Aliso, mi amor primero.
ALBINA
¿Pues cómo, no es gran lema
querer yo a quien no me quiere.
No es la suma desventura? 205
Pues venga lo que viniere
que yo mudaré ventura.
    Tener quiero libertad,
y olvidar a quien me olvida,
que vencer siendo vencida 210
no cabe en capacidad
rústica y desconocida;
aparta, aparta de mí,
pastor ingrato y grosero,
no me quieras, ni te quiero, 215
y antes que quererte a ti
querré la muerte primero.
ELENO
¿No veis cuán notorio engaño
penar yo por Belisena,
la que me aflige y condena, 220
y me causa tanto daño,
tanta pasión, tanta pena?
Fuera, fuera ingratitud,
fuera el antiguo dolor,
que el amor con desamor 225
no se asienta en la virtud
de verdadero amador.
    Albina enciende ya el fuego,
pues Belisena lo mata,
afuera, pastora ingrata, 230
que al fin el amor más ciego
con nuevo amor se desata.
Ya torno a reconocer;
háblame, mi dulce Albina.
ALBINA
¿Que te hable, Lucirer? 235
Habla allá a tu Belisena,
que yo no te puedo ver.
BELISENA
A la triste, que quedó
metida entre puerta y puerta,
y una y otra le cerró, 240
buscar la parte más cierta
me conviene, entiendo yo
por lo cual quiero dejar
cuidado en quien tanto peno,
y tornármebe a mi Eleno, 245
que si fue firme en amor
no me echará de su seno.
    Eleno, pues, vuelve agora
esa imagen cristalina
si tu corazón se inclina. 250
ELENO
Tarde acordaste, pastora,
que ya se le tiene Albina.
ALBINA
No tengo tal ni es ansí.
ELENO
Yo te lo di, y le pediste.
ALBINA
Diste, mas no le pedí. 255
ELENO
Sí, pediste, y te lo di.
ALBINA
Cuando pedí, no le dice.
MEDORO
Oh ceguedad tan ingrata,
oh ingratitud cruel,
no dicen que aquel que mata 260
debe también morir él
porque la ley lo desata
pues como matando yo
a la linda Belisena,
pienso ser libre de pena, 265
no se sufre aquesto, no,
que no cabe en razón buena.
    Alcemos nuevo pendón,
que ya el amoroso fuego
traspasa mi corazón, 270
y la ingratitud del ciego
brota la luz de afición.
Ah Belisena, pastora,
ah zagala, entiéndeme,
que ya te quiero, y querré 275
por mi bien y mi señora,
alégrate y gózate.
BELISENA
Pastor, muy tarde acordaste
que yo por Eleno muero.
ELENO
Zagala, yo no te quiero. 280
BELISENA
¿Cómo, y tú no me rogaste?
ELENO
Si rogué, mas fijé primero.
MEDORO
¿No eras tú quien me querías?
BELISENA
Sí quise, mas ya olvidé.
Y a mi Eleno di la fe. 285
ELENO
Ya es Albina mi alegría.
ALBINA
Yo a Aliso me entregué.
ALISO
Afuera, pastora, ya,
que el amor nos ha pagado,
yo de ti fui desamado 290
y agora el amor te da
el pago de tu pecado;
ya yo no te puedo ver,
no me hables mas, Albina,
mudose mi padecer, 295
y el amor me dio a Rosina
para la amar y querer.
    Pastora, tú me olvidaste,
tu crueldad me libertó,
y a Rosina me llevó. 300
Con desamor me trataste,
y ansí hago agora yo.
No te quejes sin razón
que a ti mesma condenas,
tú me diste la ocasión, 305
que si por ti sufrí penas,
no quiero mas tu afición.
ALBINA
¡Oh nuevo engaño de amor,
oh dolor de nuevo engaño,
oh qué claro desengaño! 310
¡Cómo me pagas, pastor,
tan a mi costa mi daño!
Quesísteme, y no te amé,
quiérote, ya no me quies,
para mi daño esto fue 315
que siempre sale al revés
lo que procura mi fe.
    ¿Pues cómo ansí desa suerte
me tratas, Aliso, di?
ALISO
Pastora, vete de ahí, 320
pagada estás en no verte
que tal por mí, tal por ti.
ALBINA
¿Aliso, tú no me amaste?
ALISO
Améte, mas ya olvidé.
ALBINA
¿Pues cómo así me dejaste? 325
ALISO
Troqué, pastora, mi fe,
y olvidé porque olvidaste.
ALBINA
Quiéreme porque te quiero.
ALISO
Quísete, y no me quisiste,
llaméte y nunca me oíste; 330
por Rosina agora muero.
ROSINA
¿Por mí? Poco ha que mentiste.
ALISO
Sí, que te quiero, y te amo.
ROSINA
Yo no, sino te aborrezco.
ALISO
Pastora, a ti sola llamo. 335
ROSINA
Pues yo de tu amor carezco
y más que a muerte desamo.
ALISO
¿Por qué?
ROSINA
Tú lo sabes bien.
ALISO
Dilo tú, que no lo sé.
ROSINA
Aliso, ya yo te amé, 340
tú quisiste no sé a quien,
agora ya dejame.
ALISO
Ya no quiero más de a ti.
ROSINA
Ahora tarde acordaste.
Volvístete, Aliso, a mí, 345
cuando mal pleito llevaste,
pues no pienses será ansí.
    La culpa en ti, Aliso, está,
causaste, pastor, mi daño;
pues en los nidos de antaño, 350
Aliso, no se hallan ya
los pajaricos ogaño.
ALISO
Oh qué cierto refrán es,
que en volviendo la cabeza,
no quedan rastro los pies, 355
y en tardándoos una pieza
podéis decir ya es después.
ROSINA
Medoro, yo por ti muero.
MEDORO
Yo a Belisena amo.
BELISENA
Eleno, ven que te llamo. 360
ELENO
Albina, a ti sola quiero.
ALBINA
Yo no te quiero, liviano.
MEDORO
No escondas, pastora, el gesto.
BELISENA
Eleno, vuélvete a mí.
ELENO
Albina, ¿en qué te ofendí? 365
ALBINA
Quítate, no seas molesto.
MEDORO
¿Qué es aquesto? Estoy aquí.
ALBINA
Vaya fuera la fatiga,
el cuidado y la contienda,
tengamos fuerte la rienda, 370
y al enemigo enemiga,
mientras da la fe por prenda.
Rendido se me ha el amor,
pues me ha entregado este día
los despojos del dolor, 375
libre soy, ya no temía
las sospechas y temor.
    Perezca la sujeción,
y viva la libertad,
viva la tranquilidad 380
del alma y del corazón,
que es suma fidelidad.
Ya salí libre del fuego,
no quiero tornar a él,
ya desaté el nudo ciego, 385
ya de la hiel hice miel,
de hoy más del amor reniego.
BESISENA
Eleno, ya tu Albina
te ha dejado, y se te fue,
pues te quiero quererme, 390
y no olvides ansina,
pues yo nunca te olvidé,
que si te negué el favor,
y le puse en otra parte,
aquesto no fue olvidarte, 395
sino ensayarme en amor
para saber bien amarte.
    Fue probarme a mi ventura,
y a ti probarte en firmeza,
volviome naturaleza 400
a conocer tu figura,
y mi pasada dureza.
ELENO
¡Oh amor falso y lisonjero!
Alanzánasme de ti
cuando te quise primero, 405
y agora vuélveste a mí,
pastora, que no te quiero.
    No tengo otro corazón
que darte, ni me quedó,
Albina me lo llevó 410
cercado de la pasión
que tu olvido me causó.
BELISENA
Pues como y aquí ha parado
gentil pastor, tu firmeza,
engaño fue muy probado. 415
ELENO
Firme fue, mas tu dureza
mi firmeza ha derrocado.
BELISENA
¿Qué bastó para quebrar
tu firmeza firme pura,
y la constancia en amor? 420
ELENO
Lo que a ti para ablandar
tu pertinacia tan dura.
Como tú amaste ansí amé,
olvidé como olvidaste,
troqué, pastora, mi fe, 425
y la causa que tomaste
aquesa mesma tomé.
    No tienes razón aquí
de quejarte, Belisena,
que si en algo te ofendí, 430
lo que dijeres de mí
eso mesmo te condena.
BELISENA
Jamás sea visto en amor
la confusión que va en él,
¿Qué es esto, dime, pastor? 435
Mala cuando fui cruel
y cuando te amé, peor.
    Duélete de mí, cuitada,
pues que de ti me dolí.
ELENO
Dolístete de olvidada, 440
y el amor no fue por mí,
sino por ser desechada.
BELISENA
¿Pues qué piensas de hacer?
ELENO
De ir Albina buscando.
BELISENA
¿Y a mí no me has de querer? 445
ELENO
No.
BELISENA
Pues vámosnos cantando,
que aquí no hay más que hacer.


Jornada III

 

ELISENA, ELENO, ALISO, ROSINA, MEDORO.

 
 

ELISENA y ELENO.

 
 

Canción.

 
    Ya no suena bien el canto
en los discordes de amor,
sino el llanto y el dolor.
    Pues amor nos ha apartado,
suene el suspirar y el llanto, 5
calle dende hoy más el canto,
que el cantar es escusado.
Un corazón lastimado
no le está el canto mejor,
sino el llanto y el dolor. 10
ALISO
Rosina, no seas cruel,
quiéreme pues te quiero.
ROSINA
Vete, pastor lisonjero,
palabras de dulce miel,
y el corazón como acero; 15
no me hables en amor,
que a Medoro he de querer.
MEDORO
Pues yo no te puedo ver.
ROSINA
¿Por qué, grosero pastor?
MEDORO
Belisena es mi querer. 20
ROSINA
Mira como te dejó,
déjala pues que se fue.
MEDORO
Consigo llevó mi fe.
ROSINA
La suya nunca te dio,
yo te quiero, quiereme. 25
MEDORO
Rosina, no canses más,
déjame, que me das pena,
con Aliso ve do vas,
que yo quiero a Belisena,
y a ti no querré jamás. 30
ALISO
Pastora, pues, quiereme,
que desechada te quiero.
BELISENA
Medoro, cata que muero,
tuya soy, y tuya fue,
no me mates, carnicero. 35
MEDORO
Habla a quien habla contigo,
que no quiero hablarte.
ALISO
Rosina, vente comigo.
ROSINA
¿Para qué, para dejarte?
ALISO
Ven, haz ora lo que digo. 40
ROSINA
En fin, pastor, que me dejas.
MEDORO
Que excusado suspirar
acaba ya de arrancar,
que mientras tú no te alejas
no puedo contento estar. 45
ROSINA
Pues aborrecida só
de quien amo, yo me iré,
donde nadie no aportó
y allí triste lloraré.
La vida que me quedó. 50
ALISO
Rosina, vuélvete a mí.
No me dejes, pues te llamo.
ROSINA
¿Qué aprovecha tu reclamo?
¿No sabes, pastor, que allí
queda el pastor que yo amo? 55
Adonde no hay alegría
en vano es conversación.
ALISO
Vete ya en mi compañía.
ROSINA
Yo voy, mas el corazón
Medoro me lo tenía. 60
 

(ALISO y ROSINA se van y cantan este soneto.)

 
    La mayor soledad que se padece
es mucha compañía que no agrada,
y ansí es la soledad tan deseada,
cuanto la compañía se aborrece.
    No hay cosa que de gusto más se ofrece 65
al alma que está sola y apartada:
que es la soledad no conversada,
y aquí la compañía siempre crece.
    No hace mucha gente compañía
al que el cuidado tiene de sí ausente, 70
ni sólo está el que algo está pensando,
    Y ansí el amor a entrambos nos desvía:
porque amor en nos es diferente
y cada cual por otro va penando.
MEDORO

  (Solo.) 

Oh pastor desventurado, 75
el mayor que nunca ha sido,
quien me ve, y quien me vido
del amor tan apartado,
y agora en él tan metido.
Nadie diga, nadie caute 80
desta agua no beberé,
pues que por mi dicha sé
que no hay fuerza tan bastante
que resistencia le dé.
    ¡Quién vido la confusión 85
de aquestos cinco amadores!
¡Oh gran discordia en amores,
desconcertada pasión,
laberinto de dolores!
La que herida salió 90
tornó muy libre y sin pena
al que rogó Belisena,
Belisena le rogó
con causa tan justa y buena.
    Yo que por mi desventura, 95
salí salvo, y libre todo,
veisme vuelto de otro modo,
lleno de tanta amargura
y de amor puesto de lodo.
Nadie fíe del amor, 100
nadie le guste ni entienda,
antes se aparte y defienda
convidalle a este traidor
la ocasión de su contienda.
    Que es un tirano traidor, 105
que con blanda persuasión
engendra acá una afición,
mas después queda señor
del alma y del corazón;
y si alguno de atrevido 110
se metiere en tal cuidado,
él fenecerá su hado
triste, amargo y dolorido,
con que quedará pagado.






ArribaAbajoJerónimo Bermúdez

Conocido por el nombre de Antonio de Silva



Nise lastimosa


Argumento

El príncipe don Pedro de Portugal, que en esta tragedia primera por el decoro della se llama infante, siendo casado, y teniendo ya heredero, puso los ojos en una dama natural del reino de Galicia llamada doña Inés de Castro y Valadares, tan ilustre en hermosura, discreción, virtud y linaje, que muerta la princesa se pudo casar con ella en Verganza, aunque tan secretamente, que cuando el rey su padre lo vino a sospechar, ya tenía tres hijos en ella; y con todo eso, le mandó apartar, y se dejó persuadir de algunos envidiosos que el reino se perdería si el casamiento del príncipe pasaba adelante con hija bastarda de don Pedro Fernández de Castro, aunque un caballero de los más esclarecidos de España, y primo hermano del príncipe; y así vino a Coimbra, con determinación de matalla. La noche antes que llegase, la pobre señora había soñado el trance y amargo fin de sus amores, y así salió con aquellas ansias a pedir al rey las causas de su muerte, que no las hallando, dijo lo que Pilatos de Cristo nuestro señor, y remitió el fin de la jornada a los que le habían puesto en ella; los cuales con esta licencia y su maldad, se fueron a ella, que ya estaba segura con el perdón del rey, y cruelísimamente mataron a su propia princesa y natural señora, de la cual proceden agora todos los reyes cristianos. Fue el que te dio las puñaladas Álvaro González, merino mayor de Portugal, en compañía de Diego López Pacheco, y Pero Coello. El príncipe, que lo supo, quedó sin juicio por muchos días, y al cabo dellos que volvió en sí, trata de hacer guerra al rey su padre, que de verse en tales estrechos muere, y los matadores huyen a Castilla.



PERSONAJES
 

 
INFANTE DON PEDRO.
ÁLVARO GONZÁLEZ,   merino mayor.
PERO COELLO.
DOÑA INÉS DE CASTRO.
REY DON ALONSO.
DIEGO LÓPEZ PACHECO.
SECRETARIO.
CORO 1.º DE COIMBRESAS.
CORO 2.º
AMA.
MENSAJERO.



Acto I

 

INFANTE DON PEDRO, SECRETARIO, CORO 1.º, CORO 2.º

 
INFANTE
Otro cielo, otro sol, me parece este,
del que gozaba yo sereno y claro
allá de donde vengo; ¡ay, triste cielo,
cómo en ti veo el trance de mis hados!
Ay ¡que donde no veo aquellos ojos 5
que alumbran estos míos, cuanto veo
me pone horror y grima, y se me antoja
más triste que la noche, y más escuro.
Allá (ay dolor!) los dejo, allá en Coimbra,
tierra donde paró la edad dorada: 10
Oh! Que no es tierra aquella; paraíso
la llamo de deleites y frescuras:
allí tan claro es todo, que aun la noche
más día me parece que de día,
allí el esmalte del florido suelo 15
más que estrellado cielo representa,
allí el concento de las avecillas
es un reclamo dulce de las almas,
allí son tan vivíficos los aires,
que no dejan morir a los mortales: 20
el cancro y el león, que vivas llamas
de sus fogosas bocas echar suelen,
con que la tierra abrasan, y despojan
de su librea verde la campiña,
allí son tan clementes y templados 25
que dan su punto al amoroso fuego.
Allí más que la plata reluciente,
de más que humanas ninfas festejado
por el elisio valle y su llanura,
al Mondego veréis, que de tal vista 30
tanto se ensoberbece, que a Neptuno
diréis que va alanzar de sus mojones.
Oh doña Inés, mi bien, señora mía,
gusto desa mi vida, bien y gloria
desta alma tuya que te tengo dada, 35
aunque esa tierra gozas, si te gozas
sin mí, que yo sin ti viviendo muero.
¡Oh triste soledad! ¿Y qué haría,
cuando con no te ver por un momento,
pudiendo verte, y siempre estar contigo, 40
no vivo yo sin ti? ¿Qué vida triste
sería aquella? Vida no sería,
que en solo imaginalla ya me muero:
mi alma allá la tienes, yo la tuya
acá la tengo, trueco precioso, 45
de nobles corazones nudo ciego
de amor, que así dos vidas tiene atadas
tan fuertemente que la misma muerte
no puede deshacer ni llevar una,
sin que las lleve entrambas; oh despecho, 50
oh pensamientos míos tan amargos,
verdugos desta fe tan merecida,
que hayamos de morir, que venga tiempo
en que no nos veamos, y que cuando
de acá cansado vaya, no te halle 55
allá, oh espejo claro de mi vida,
ni esos tus ojos vea soberanos,
que al mismo sol deslumbran en su esfera:
¿Mas qué espíritu es este que me lleva
a imaginar el mal de que estoy libre? 60
Y aquestos ojos míos hechos fuentes
den muestras del quebranto que me causan
tan tristes pensamientos; ¿viviremos,
mi amor, en este amor tan casto y puro?
El cielo lo querrá, y cuando la muerte, 65
¡Oh muerte triste que así me entristeces!
Llamare al uno, llévenos a entrambos,
no quedes tú, señora, sin mí sola,
no quede yo sin ti, señora mía.
Mas no te hizo Dios tan santa y bella, 70
para llevarte luego de la tierra,
que hollada con tus pies gloriosa queda.
Que eso sería no te haber criada
con más ventajas que las otras hembras;
mas pues tan extremada entre ellas eres 75
extremos grandes son los de tu muerte:
aunque ella suele, como envidiosa,
buscar lo más precioso de la vida.
¡Ay qué temor es éste que saltea
mi corazón! Tú eres luz del mundo, 80
antes de todo el cielo rica muestra;
deja a los tristes, deja a los que no hacen
sombra en el mundo, y nuestra luz nos lleva.
Mostrarse quiere grande y poderosa
en deshacer las cosas excelentes, 85
espanto y maravilla destos ojos;
mas ésta, o muerte, está de ti guardada,
en esta te han mandado que no toques,
sino cuando quisieres juntamente
dejar a Portugal sin honra alguna, 90
todo el mundo sin bien, a mí sin vida.
Por ti, señora, vivo, por ti muero,
mas es que vida verte, mas que muerte
de ti verme apartado, mi señora;
mi padre, si porfía en lo mandado, 95
la vida ya me quita, ya no es padre.
Oh triste reino ciego, cruel, ingrato,
ingrato a mi alma, ingrato al cielo,
cruel contra ti mismo, ciertamente
Dios te ha cegado, pues quitarme piensas 100
la lumbre de mis ojos; rey maldito,
aquella corderica ¿qué te ha hecho?
Aquella santa hembra ¿en qué merece
ser despojada así del alto estado
para que fue nacida, y de los cielos 105
al mundo ingrato dada en don glorioso?
¿Quién vio jamás envidia tan sin tasa?
¿Quién vio tan cruel odio, y tan injusto?
Engañaste, mi padre, si imaginas
que puedo obedecerte en tal mandado. 110
La voluntad me arranca de este pecho,
arráncame del pecho esta alma triste,
con esto acabarás lo que pretendes.
No pienses que así puedo desviarme
de donde entero estoy, más inamovible 115
que otro Asfaltite contra las tormentas,
de donde está mi alma: que primero
la tierra subirá a besar los cielos;
el mar abrazará cielos y tierra;
el fuego será frío, el sol escuro; 120
la luna estará queda, y todo el mundo
saldrá del orden en que Dios lo puso,
que yo, mi bien, te deje, o lo imagine.
Yo te veré señora de mi reino,
y en esa tu cabeza tan dorada 125
pondré yo con mis manos la más rica
corona, que jamás nacidos vieron.
Entonces se hartará de enteros gozos
esta alma, que de largas esperanzas
agora se mantiene, y de congojas: 130
oh señor de los cielos, tú, no tardes,
no tardes en mostrarme un bien tamaño.
Después matarme puedes libremente,
si vieres que la vida no merezco,
al tiempo que más dulce me sería 135
el fruto della, y destas ansias mías.
SECRETARIO
Cual suelen agua y fuego, o noche y día,
en un mismo sujeto estar de acuerdo,
tal pueden concertarse amor y engaño,
lisonja y lealtad, virtud y vicio, 140
engaños y lisonjas: vengo armado
para emprender agora tal demanda,
aunque no sin recelo; mas el pecho
usado a la virtud, a las empresas
de más peligro aspira: si del cielo 145
algún sagrado espíritu quisiese
en esta socorrerme, aunque la vida
acabase: ¿qué fin más glorioso,
que por los cielos dar la baja tierra,
antes que por temor, virtud, y honra? 150
Aquel es que allí veo pensativo,
cual salamandra helado en vivo fuego.
¡Oh Dios, por tu clemencia sola, mira
al bien universal que aquí pretendo!
Esfuerzo ha menester, y vivo celo, 155
quien la mano metiere en irle a ella,
al príncipe o al señor que desvaría,
y no lo hacer es prueba de flaqueza.
INFANTE
¿Qué dices, secretario, a tanta fuerza
cuanta quieren hacer a esta alma mía? 160
SECRETARIO
Muchos toques, señor, en esta vida
nos lastiman, más por la flaqueza.
Con que los resistimos y esperamos,
que por la fuerza con que nos encuentran.
INFANTE
Encuéntranme de suerte que me rompen 165
el corazón y el alma que me quieren.
SECRETARIO
Quiérente solo, y sólo por tu honra,
quieren a la fortuna rigurosa
quebrar las alas, para que no tenga
de hoy más, contra ti fuerza ni osadía. 170
INFANTE
Antes dárselas quieren, pues procuran
de mi bien apartarme, y de mi vida.
SECRETARIO
Señor, vertehias muerto si te vieses,
¿Estás del todo ciego? ¿Vida llamas
vivir sin alma propia, con la ajena? 175
INFANTE
También tú me persigues, también vienes
afilado a cortarme las raíces
en este fuerte corazón plantadas.
SECRETARIO
Obra hace de piedad, al que está preso,
quien la prisión le corta, y la cadena: 180
Oh príncipe don Pedro, señor mío,
después que me conoces tus secretos,
de mí fiaste siempre sin recelo,
jamás te descubrí veras ni burlas,
ni Dios tal deslealtad en mí consienta 185
tu secretario he sido muchos días;
por hoy querría ser de tu consejo,
y bueno te le dar, pues te lo debo;
después tu saña venga, que no quiero
muerte mejor, que aquella con que libre 190
tu vida de deshonra y de peligro,
mi alma a tu servicio consagrada.
Oyeme pues, señor, lo que te digo.
Bien sabes que si el sol se oscureciese,
cuanto cubre y descubre quedarla 195
tan triste y negro, cuanto agora claro,
que está su color dando a cada cosa.
Pues tal es el buen príncipe, sol nuestro,
con cuya luz seguimos las virtudes,
que al cielo nos remontan gloriosos; 200
si estas en ti no vemos, ¿qué haremos,
qué será de nosotros? quedaremos
sin luz, sin gula, cual sin sol el suelo.
De príncipe tan alto así abatirte
a pensamientos bajos, y tan bajos, 205
que del más bajo pecho son extremos,
¿Cómo es posible que esto te parezca
grandeza de ti digna, y del estado
deste tan alto reino que te espera?
INFANTE
Perdónate el despejo tan osado 210
con que me hablas, di, pasa adelante,
que por mi realeza te aseguro
que aunque no quiera oírte, oyo degrado
la pura fe y amor con que me acusas.
SECRETARIO
Merced es ésa, señor mío, al peso 215
del que Dios puso en ti, pues ya vas viendo
que está mi libertad confiada.
La virtud me la da, que Dios me ha dado
para guardarte con el fruto dolía.
Oh príncipe más caro que la vida, 220
desengañarte deja de quien te ama,
y entiende que el rigor del buen amigo
se debe en más tener, que la blandura
del enemigo falso y lisonjero.
¿Alabas tú, señor, al que pudiendo 225
de sus pasados ensalzar la fama,
No lo hace, antes deslustra y oscurece
aquellos claros rayos de su gloria?
INFANTE
Antes el tal vivir no merecía,
antes no ser nacido, pues sabemos 230
que el águila real a sus hijuelos
en sólo que al sol miren los conoce.
SECRETARIO
¿Y qué dirás de aquel loco y perdido,
quien habiéndose de armar contra los golpes
de la cruel fortuna, anda buscando 235
modos, para tenella de contino
a su estado contraria, y a su vida?
INFANTE
Quien topa a la fortuna, y no procura
contra ella pertrecharse, nunca adversa
la dejará de hallar a sus placeres, 240
a los que se le rinden más persigue.
SECRETARIO
¿Juzgástete a ti mismo?
INFANTE
¿Yo a mí, cómo?
SECRETARIO
Aquel real linaje, aquella sangre,
tan clara y milagrosa, de altos reyes,
de cuyo tronco vienes, cuán escura, 245
cuán baja queda, cuán de poca estima,
si con otra que menos valga que ella
se mezcla, como es ésta, de quien digo,
de doña Inés de Castro, cuyos padres
jamás imaginaran que la suerte 250
en lo tan bien parado les cayera.
Echa, señor, de ver por el escarnio
que harán de ti los tuyos, el peligro
deste tu reino; mira la privanza
de esos parientes suyos, tan osados 255
con tu favor, que ya se descomiden
con quien sin él no dieran, ni tornaran.
¿Qué cosa más destruye un gran reino
que ver que el rey se avilta a cosas bajas,
y a todos acocea con sus vicios? 260
¿Con qué cara, señor, darás el pago
a quien un tal delito cometiere?
¿Cómo podrás hacer que la obediencia
a los padres debida, se les guarde,
si en esto que te piden justamente 265
los tuyos, siendo tales, se la niegas?
Memoria dejarás de mal ejemplo
a tus hijos darás licencia larga,
a reyes que esto oyeren, y motivo
de profazar tu nombre a toda gente. 270
De un mal ves cuantos se derivan todos
sobre ti caen luego, señor mío,
conócete mejor, entra en tu seno,
verás cuán justamente te importunan
tus caros padres, y este caro reino. 275
INFANTE
Hablaste confiado en la privanza
en que te tengo puesto.
SECRETARIO
Confiado
antes en ti, que estás allá juzgando
este amor, este celo a tu servicio.
INFANTE
Yo nunca fui jamás, ni Dios permita 280
que sea cual tú dices, o cual todos
vosotros me juzgáis: cierto otros ojos
más claros que los vuestros son los míos,
con que miro, y miro lo que hago.
Tan grande no es el mal como le pintan, 285
no yerro, ni errar puedo si me sigo
por lo que me revela y aconseja
mi espíritu real, porque sin duda,
otros secretos trata Dios conmigo
(esto hace con los príncipes y reyes) 290
que no alcanzáis vosotros, y así ciegos,
erráis en el juicio de mis obras.
Mirad bien a esta hembra, y contemplalda,
ved lo que su real valor promete,
¿Su sangre no es real como la mía? 295
¿Los Castros quiénes son, o quiénes fueron?
¿No son, ni han sido siempre esclarecidos
mis deudos y parientes muy cercanos,
y no mantienen bien su claro nombre,
pues ponen a su grado, y quitan reyes? 300
Alma real, dignísima de imperio,
mi bien, amores míos, alma mía,
del mundo yo quisiera ser monarca,
mil mundos lo quisiera para todos
ponellos a tus pies, y a mí con ellos. 305
Y cuando tus parientes no lo fueran
tan míos como son, ¿tú no podías,
cual gavilán balcones, franqueallos?
Por mi sagrado nombre, secretario,
te juro que muy baja me parece 310
de todo este alto reino la corona
para aquella cabeza, Dios me inspira
acá en el pensamiento cosas grandes,
que della han de salir, y así te mando
que en cosa tal no pienses más hablarme, 315
mi mansedumbre no te sea causa
de desmesura a mi real persona.
No quieran ya mis padres más cansarme,
porque no puedo en esto obedecellos,
ni los desobedezco aunque no haga 320
lo que me mandan con crueza tanta,
haré mientras vivieren una cosa,
el nombre de mujer tendré secreto,
mi dama digan que es, o que es mi amiga.
Oh con más justa cosa, mi señora 325
y tú por tal la reconoce y sirve,
sin descubrir a nadie tal secreto.
SECRETARIO
Oh señor, que me matas, Dios quisiera
que nunca yo me viera en honra tanta,
pues me pone en peligro de deshonra. 330
Seguir tu voluntad es destruirte,
destruir este reino, y a tu padre;
quererte apartar della, es imposible:
veo de que huir, no sé que siga,
descúbrete, señor, ya que eso quieres, 335
por mujer la publica, que esto quieren
tus padres y este reino, y por ventura,
el tiempo ablandará lo que está duro.
INFANTE
No quieras de mí más.
SECRETARIO
Señor, al cabo
aconsejarte puedo, y no forzarte 340
Dios me era testigo deste celo,
en ti Cupido reina, y en tu pecho,
ponzoña dulce siembra de honra y vida;
días como no te mueven tantos llantos
de tu madre la reina, tantos ruegos 345
del rey tu padre, y los consejos tantos
de cuantos a tus pies arrodillados,
te piden el remedio deste reino,
de la cruel fortuna amenazado,
no te declararás por honra tuya, 350
por el baldón del mundo que te infama
con nombre de pecado deshonesto
yo lloro de ver una mujer flaca,
mas fuerte contra ti que cuantas fuerzas
de todo el mundo están por ti tirando. 355
INFANTE
¡Oh persecución fuerte, o odio extraño!
¡Oh duros hados, todos conjurados
con cielos y planetas a perderme!
Hombres de entrañas fieras y dañadas,
¿qué me queréis? ¿Qué sinrazón os hago, 360
en amar desta suerte a quien me pago
con otro tal amor, a quien el mundo,
a quien todo este reino, a quien vosotros,
que así me perseguís, debéis servicio,
y gracias a los cielos que quisieron 365
con cosa tan divina enriqueceros?
Hombres que procuráis mi mal y muerte,
poné los ojos donde yo los míos,
de aquel corazón, y veréis luego
la ceguera en que estáis, ¡qué monarquía 370
de aquel acatamiento glorioso,
colgada no estará! Y aquella cara,
que tanto aborrecéis, ¿no es más que humana?
En cuerpo tan hermoso, alma hermosa,
discreta, noble, honesta, casta y pura, 375
¿Qué tachas podréis dar; o qué virtudes,
qué gracias, qué excelencias, qué riquezas
no están atesoradas en su pecho,
para que dellos vayan a la parte
tus deudos, y la tengan en mi casa? 380
SECRETARIO
¡Oh cuán peligroso es cualquier principio
del mal que en un descuido puede tanto,
que trae un ánimo alto a tal bajeza.
INFANTE
¿Adónde huiré porque me dejen?
SECRETARIO
Huir habrás de ti por tu remedio. 385
INFANTE
Ya no me vale hacer lo que, no puedo.
SECRETARIO
Tú mismo te pusiste en tal flaqueza.
INFANTE
No puedo, ni querría arrepentirme.
SECRETARIO
Con esa voluntad el yerro crece.
INFANTE
Si es yerro, como dices, otros hubo. 390
SECRETARIO
Hubo, mas todavía fueron yerros.
INFANTE
Descúlpenme otros reyes y monarcas.
SECRETARIO
No pueden a sí mismos, ¿a ti cómo?
INFANTE
No me persigas más
SECRETARIO
El mal persigo.
INFANTE
¿Un príncipe de un reino tan cuidado 395
ha de ser, y tan triste que no pueda
hacer lo que acostumbra otro cualquiera
de los bajos del pueblo?
SECRETARIO
Un príncipe antes
ha de tener tan levantado el pecho
del suelo, que levante los cuidados 400
de todo el reino que le está a la mira,
ha de ser un espíritu apurado,
sin heces, y sin liga de la tierra,
dechado de justicia y de templanza.
INFANTE
¿No pares más aquí, que es desvarío? 405
SECRETARIO
¿Quién puede gobernar un tal sujeto,
que otro señor no tiene que a sí mismo?
 

(CORO DE COIMBRESAS.)

 
CORO l.º
Este Cupido, de poetas Marte,
hijo del alma Venus engendrada
en los amargos senos de Neptuno, 410
¡Oh con cuánta crueza y osadía
sus flechas contra todo el mundo arroja!
Así aquella región donde el sol nace,
como la occidental donde se asconde,
así la más caliente al mediodía 415
como la más helada en contra puesta,
sus llagas sienten, y en sus fuegos arden.
En lo secreto más de las entrañas,
en el medio del alma siempre acierta
este joven cruel, cruel y ciego, 420
de allí derrama por las altas venas,
su tósigo mortal, su fuego vivo;
en la caliente sangre vivas llamas
enciende, y en la fría, el fuego muerto
aviva, y en el pecho no tocado 425
de la sencilla y retirada moza
entra su rayo furiosamente;
cuanto halla estraga: nunca tal tirano
al mundo vino, nunca todo el mundo
lanzar le pudo: todos a su yugo 430
están sujetos, sabios, altos, fuertes.
Del poderoso rey el esceptro rico,
la fuerte espada, el invencible brazo
del caballero, la sabiduría
de Salomón, ¿contra el Amor qué vale? 435
Oh Troya, Troya, ¿quién te puso fuego,
y no dejó de ti ni aun las cenizas?
Apolo rojo, ¿quién te dio cayado,
con pastoril zurrón por atavío,
y rústica majada por albergo? 440
¿Y a ti, Júpiter almo, quién te trajo
tan sin acuerdo de tu sacro nombre
en tan extrañas formas disfrazado?
Y tú, de Alchimena hijo valeroso,
¿Por qué la piel dejaste leonina? 445
¿Por qué la fuerte maza, y las saetas?
¿Por qué los duros dedos ablandaste
con los anillos de oro, y consentiste
untar de tus cabellos la melena?
¿Por qué aviltaste con mujeril traje 450
aquel robusto cuerpo, y ocupaste
con huso y rueca aquellas crudas manos,
con que leones fieros y osos bravos
bravas serpientes, tan ligeramente
desquijarabas? ¿Mas para qué quiero 455
tan lejos irme? Tú pues, nuestra España
fuerte, invencible, ¿cómo enflaqueciste?
¿Quién contrastó tus fuerzas y poderes,
quién te puso en las manos de Mahoma
de quién para librarte tanta sangre 460
ilustre se vertió, y aun hoy se vierte?
Este Amor, este mozo apetitoso
vence, destruye, mata, reina, vive,
       ninguno dél escapa.
CORO 2.º
También el mar sagrado 465
se abrasa en este fuego:
también allá Neptuno
por Menalipe anduvo,
y por Medusa ardiendo;
también las ninfas suelen, 470
en el húmido abismo,
de sus cristales fríos,
arder en estas llamas;
también las voladoras
y las músicas aves, 475
y aquella sobre todas,
de Júpiter amiga,
no pueden con sus alas
huir de Amor, que tiene
las suyas más ligeras: 480
¡Qué guerras, qué batallas,
por sus amores hacen
los toros; qué braveza
los mansos ciervos muestran?
Pues los leones bravos 485
y los crueles tigres,
heridos desta yerba,
¡cuán mansos que parecen!
¿Qué cosa hay en el mundo
que del amor se libre? 490
Antes el mundo todo,
visible, y que no vemos
no es otra cosa en suma,
si bien se considera,
que un espíritu inmenso, 495
una armonía dulce,
un fuerte y ciego nudo,
una suave liga
de amor, con que las cosas
están trabadas todas: 500
amor puro las cría,
amor puro las guarda
en puro amor respiran,
en puro amor acaban,
el cual nunca se acaba 505
seríamos peores
los hombres que las fieras
si amor no fuese el echo
de nuestros corazones
por tanto nadie debe 510
maravillarse agora
que el desdichado infante
esté cual otro Alcido
ardiendo en la alta fragua
que el aire soberano 515
de aquellos ojos claros
atiza en sus entrañas.
Oh ciego, y más que ciego,
mira el peligro grande
de tu preciosa vida, 520
y más preciosa fama,
a ti mismo te vence,
antes que el mal te venza;
no comprarás tan caro
triste arrepentimiento. 525