Querellas
1856.
A Lope de Vega
¡Salve, gran Lope, de la tierra espanto, | ||
de España eterno honor, oh el más fecundo | ||
de cuantos vates vio jamás el mundo | ||
y la Gloria endiosó en su templo santo! | ||
Si a tu tan fácil vena, a caudal tanto, | 5 | |
arte correspondiera más profundo, | ||
sin par te declarara, y sin segundo | ||
el dios augusto que preside al canto. | ||
¡Cuántas veces tu rica fantasía | ||
las tres jornadas animó de un drama | 10 | |
en el pasmoso término de un día! (3) | ||
Y aunque imperfectos la Razón los llama, | ||
bástele de tu patria a la ufanía | ||
que de ti sólo lo contó la Fama. |
Despedida de un indio
al partir a la guerra civil
Si de la patria en defensa, | 35 | |
contra extranjera Nación, | ||
a combatir nos llevaran, | ||
¡cuán gozoso fuera yo! | ||
nada me arredrara entonces | ||
morir; celeste favor | 40 | |
antes juzgara mil vidas | ||
perder de la patria en pro, | ||
y con más vivo deseo, | ||
con regocijo mayor | ||
fuera entonces a la guerra | 45 | |
que a esperada fiesta voy. | ||
¡Ah! ¡feliz, feliz mil veces | ||
el soldado que peleó, | ||
bajo el mando de Bolívar, | ||
contra ejército español! | 50 | |
Entonces sí que se daba | ||
empleo digno al valor; | ||
pero sólo contra hermanos | ||
a pelear vamos hoy, | ||
y Peruanos con Peruanos, | 55 | |
sin sospechar la ocasión, | ||
que nos matemos es fuerza | ||
en bárbara lid feroz. | ||
Mas ¿cómo sentir podré | ||
ciego bélico furor, | 60 | |
si sé que en cada contrario | ||
la muerte a un hermano doy? | ||
¡No da, no, en contiendas tales | ||
el triunfo satisfacción, | ||
y tanto como al vencido | 65 | |
llorar cumple al vencedor, | ||
porque fue a común patria | ||
quien siempre las lamentó! | ||
Y entretanto al extranjero, | ||
a quien la fama veloz | 70 | |
va a contar nuestras discordias, | ||
de regocijo le son, | ||
si piensa que nuestras fuerzas | ||
tesoros, gente, valor | ||
estarán exhaustos, cuando | 75 | |
le dé la suerte ocasión | ||
de invadir la moribunda | ||
antigua tierra del Sol. |
1857.
Noticias de la patria
1857.
Yaraví
Cuando doblen las campanas, | ||
no preguntes quien, murió: | ||
quien, de tus brazos distante, | ||
¿quién puede ser sino yo? |
1857.
A la Virgen
1857.
En Nápoles
1857.
Castigo
1857.
A Londres
1857.
A Elena
1857.
El temblor
1857.
El juicio final
1857.
El picaflor y la florecilla
1857.
Adela a Carlos
1857.
L... a E...
1857.
Visión
I | ||
Iba la más oscura taciturna | ||
y triste Hora nocturna | ||
moviendo el tardo soñoliento vuelo | ||
por el dormido cielo, | ||
cuando, dejando mi alma | 5 | |
en brazos del hermano de la Muerte | ||
a su cansado compañero inerte, | ||
libre de su cadena, | ||
voló a su patria desde el turbio Sena. | ||
Y toda en breve punto recorriola, | 10 | |
desde el postrero linde Ecuatoriano | ||
hasta la gran laguna, | ||
de los hijos del sol sagrada cuna, | ||
y desde el océano | ||
hasta el inmenso río | 15 | |
que entre todos merece el señorío: | ||
así en el breve Mapa retratada, | ||
la recorre la rápida mirada. | ||
Mas ¡ay! que por do quiera | ||
que el vuelo dirigiera, | 20 | |
de pasadas contiendas las señales | ||
y aprestos encontraba | ||
de futuras contiendas fraternales, | ||
y de discordia que jamás acaba. | ||
Al fin rendido me senté y doliente | 25 | |
en un profundo valle que, a la falda | ||
de los Andes tendido, en noche doble | ||
se envolvía a la sombra de su espalda: | ||
de aquel salvaje natural retiró | ||
era el silencio dueño, | 30 | |
y sólo de mi pecho algún suspiro | ||
tal vez interrumpía con son blando | ||
de la naturaleza el hondo sueño. | ||
En tal estado ignoro | ||
cuanto tiempo pasé, mi faz regando | 35 | |
con encendido lloro, | ||
cuando llegó a mi oído | ||
desde el confín del cielo | ||
como el rumor que alzara de distante | ||
ejército de cóndores el vuelo: | 40 | |
los ojos alzo, y miro tan radiante | ||
blanca figura descender ligera, | ||
cual si astro rutilante | ||
despeñado bajase a nuestra esfera; | ||
las débiles pupilas, deslumbrado, | 45 | |
fuerza cerrar me fue, y cuando las hube | ||
de nuevo abierto, ya encontré a mi lado | ||
a celestial querube. | ||
Tan alta remontaba su estatura, | ||
que ni cerca del Ande | 50 | |
se olvidaban los ojos de su altura; | ||
no de la Tierra la soberbia prole | ||
que al magno Jove pudo dar asombros | ||
alzaba al cielo tan gigante mole; | ||
aún tremolaban en sus altos hombros | 55 | |
sonantes alas, en grandeza tales, | ||
que con alas rivales | ||
nunca los ojos míos | ||
volar miraron sobre el mar navíos (4). | ||
Era su cuerpo deslumbrante nieve, | 60 | |
Y de su rostro la beldad tan rara, | ||
Que mi estro no se atreve | ||
de su pintura a acometer ensayos; | ||
y cual del Sol la rutilante cara | ||
en la mitad del día, | 65 | |
derramaba ancho círculo de rayos, | ||
sol portentoso de la noche umbría. | ||
A vista tal, lleno de asombro y miedo, | ||
con las manos cubriéndome los ojos, | ||
caí sin voz, helado, fiel remedo | 70 | |
de mortales despejos; | ||
entonces a mi oído aquestas voces | ||
llegan, cual si del cielo descendieran: | ||
«Yo soy el genio del Perú, el arcángel | ||
a quien el sumo rey del Universo | 75 | |
encargó de esta tierra la custodia; | ||
yo, a pesar del perverso | ||
ángel que la verdad y la luz odia, | ||
ciego rey de las indias muchedumbres, | ||
a los míseros Incas | 80 | |
de la fe verdadera di vislumbres: | ||
yo vi, como falange del Averno, | ||
inundar las riberas perüanas | ||
negra nube de iberos asesinos, | ||
y mis ojos divinos | 85 | |
verter pudieron lágrimas humanas; | ||
yo acompañaba al mísero Atahualpa, | ||
al último suplicio, | ||
donde, a la luz que le mostré propicio, | ||
la vanidad de sus creencias palpa; | 90 | |
yo, desatando de su error la venda, | ||
el agua santa que las culpas lava | ||
y del glorioso cielo abre la senda, | ||
hice que recibiera, y consolaba | ||
del imperio perdido la amargura | 95 | |
con la promesa del que nunca acaba; | ||
yo en las heroicas vengadoras lides | ||
de Junin y Ayacucho | ||
estuve con los libres, y delante | ||
de los dos inmortales adalides, | 100 | |
iba sus nobles pechos resguardando | ||
con el escudo de tenaz diamante | ||
que en los combates embrazaba, cuando | ||
en los campos celestes | ||
desbaratamos de Luzbel las huestes. | 105 | |
Mas tú ¿por qué a estas horas | ||
en tan desiertas soledades lloras? | ||
Desata el labio, y sin tardanza dime | ||
qué congoja te oprime.» | ||
Alcé a estas voces la abatida frente, | 110 | |
y, mirando al arcángel cara a cara, | ||
que el fulgor igualó que despedía | ||
con la flaqueza de la vista mía, | ||
respondí de esta suerte, | ||
que, al solo nombre de la patria cara, | 115 | |
se despejó mi corazón de miedo: | ||
«Celeste ciudadano», ¿cómo puedo | ||
no penar y gemir constantemente, | ||
cuando el hado consiente | ||
tantos desastres a la patria mía, | 120 | |
de la Discordia y Ambición teatro? | ||
Como el inquieto imperio en que a los cuatro | ||
elementos indómitos gobierna | ||
la Discordia bëoda, | ||
mírala en honda confusión eterna, | 125 | |
segundo caos, agitarse toda. | ||
Cual se disputan en porfiada riña, | ||
con pico agudo y garra carnicera, | ||
hambrienta turba de aves de rapiña | ||
el gran cadáver de enemiga fiera, | 130 | |
así un puñado de ávidos caudillos | ||
por los despejos de la patria triste | ||
esgrimen los sacrílegos cuchillos. | ||
«Mas ¿qué digo un puñado? | ||
Si ya no hay ruin soldado, | 135 | |
ni vil cabeza de más vil pandilla, | ||
que a la suprema silla | ||
no ambicione subir, y al más indigno | ||
tal vez da el triunfo nuestro adverso signo; | ||
y en vano de la insignia blanca y roja | 140 | |
el uno al otro sin cesar despoja; | ||
que nunca, por cambiar eternamente, | ||
fue mejor nuestro estado; | ||
antes siempre nos hizo lo presento | ||
extrañar, cual dichoso, lo pasado; | 145 | |
ni porvenir aguardo diferente; | ||
que entre cuantos la atenta | ||
mirada en torno a divisar alcanza, | ||
ni uno, ni uno tan sólo se presenta | ||
en quien ponga la patria su esperanza. | 150 | |
«¿Cuándo el Señor nos enviará piadoso | ||
el heroico varón, digno del Tibre, | ||
amador de la patria verdadero, | ||
que por solo su amor el noble acero | ||
do quier triunfante vibre, | 155 | |
y cuando de famélicos millares | ||
de pretendientes nuestro suelo libre, | ||
volver anhele a sus modestos lares? | ||
Mas, ¿qué profiero insano? | ||
¡Hechos espero de valor romano | 160 | |
adonde sombra no hay de patriotismo, | ||
sino abyecto interés, duro egoísmo! | ||
Bailes, palacios, coches, pingüe mesa, | ||
esa, de cada cual la patria es ésa; | ||
la patria, el bien primero, | 165 | |
el dios universal es el dinero, | ||
que aún por infames modos | ||
alcanzan muchos y codician todos. | ||
La Justicia comprada | ||
deja dormir la vengadora espada, | 170 | |
sin que supla siquiera | ||
su venganza, con oro adormecida, | ||
el castigo del público desprecio; | ||
antes a aquel que el robo no enriquece, | ||
y a quien en vano la ocasión convida | 175 | |
con risa infame lo apellidan necio: | ||
y lo que escapa a tan rapaces manos | ||
de mar y tierra la milicia sorbe, | ||
y hambriento enjambre de empleados vanos. | ||
Y en tanto ¡cuánta aldea, | 180 | |
sumergida en tinieblas de ignorancia, | ||
la luz primera del saber anhela, | ||
sin que a su tierna infancia | ||
abra sus puertas solitaria escuela! | ||
Y en tanto, ¡entre las penas del camino, | 185 | |
por montañas y selvas y el desierto, | ||
para el viajero, de su senda incierto, | ||
o del bruto a merced vaga sin tino! | ||
Y echando menos el seguro puente, | ||
¡tienta el difícil peligroso vado, | 190 | |
do perece tal vez, arrebatado | ||
del ímpetu veloz de la corriente! | ||
Y en tanto ancho arenal, cuya encendida | ||
sed no alivia ni el llanto del rocío, | ||
¡espera en vano que distante río | 195 | |
venga a llenarle de verdor y vida! | ||
«De los jueces la hidrópica codicia | ||
convierte en compra y venta la justicia; | ||
no Jesucristo, Satanás modela | ||
el vivir del indigno sacerdote; | 200 | |
y es la milicia de traición escuela | ||
y de la patria el más crüel azote; | ||
el tierno joven en la mente abriga | ||
torpes sofismas, y en el pecho bajo | ||
el ardiente deseo, | 205 | |
(Pues el paterno ejemplo es bien que siga,) | ||
no de honroso trabajo, | ||
sino del sueldo y del ocioso empleo; | ||
y ansiando todos del Estado oficios, | ||
la industria nacional yace desierta, | 210 | |
y a objetos que fomentan lujo y vicios | ||
abre solo el Comercio fácil puerta; | ||
las ciencias y las nobles liberales | ||
artes que el mundo acata, aquí de franco | ||
menosprecio son blanco; | 215 | |
y a los hijos de Apolo, | ||
que la presencia de tamaños males | ||
a sacrosanta indignación provoca, | ||
torpe escarnio y baldón les cabe solo. | ||
«Por eso ¡ay Dios! con arrogante boca, | 220 | |
bien como a gente bárbara o inculta, | ||
nos befa el extranjero y nos insulta; | ||
y los Peruanos defender no pueden | ||
en ajenas orillas | ||
a su patria afrentada, y sus mejillas, | 225 | |
(Pues fuerza es siempre que verdad tan clara | ||
sus amorosos argumentos venza,) | ||
se tiñen del color de la vergüenza; | ||
y así de nuestras armas la divisa | ||
que a mísera, discorde, débil gente | 230 | |
Feliz y firme por la unión declara | ||
es un sarcasmo que provoca a risa... | ||
Pero de nuestros males ¿quién contarte | ||
podrá jamás más que una breve parte? | ||
en turba tan crecida, | 235 | |
por uno que relata cien olvida | ||
el labio, y aún mil bocas | ||
con que hablarte pudiese fueran pocas. | ||
«Y a tal estado, celestial mancebo, | ||
dime, ¿hasta cuándo nos condena el hado? | 240 | |
¿O es maldito de Dios nuestro linaje, | ||
que en él castiga sin piedad, cual nuevo | ||
original pecado, | ||
la inaudita traición que cometieron | ||
esos que un día al crédulo hospedaje | 245 | |
del Inca generoso respondieron | ||
con robo, estupro, llamas y matanza | ||
y cuanto daño a imaginar se alcanza? | ||
¿Y nosotros, remotos descendientes | ||
de tan bárbaras gentes, | 250 | |
de sus delitos fieros | ||
y del castigo somos herederos? | ||
«¡Con que (5) no hay de esperanza luz alguna! | ||
Y, sin vivir, perecerá mi patria, | ||
niña a quien sirve de ataúd la cuna! | 255 | |
Naciones mil la Fama nos recuerda | ||
que sepultó en su ocaso la Fortuna; | ||
mas murieron decrépitas ancianas, | ||
de más lauros cubiertas que de canas: | ||
mas ¿cuál hubo jamás como la nuestra | 260 | |
que, ayer no más nacida, | ||
dando está clara muestra | ||
que se le acaba la doliente vida? | ||
Y, como muchos de sus propios hijos, | ||
niños de edad y en corrupción ancianos, | 265 | |
ningunos vicios ya le son extraños | ||
de cuantos manchan en crecida tropa | ||
de Asia las sociedades y de Europa, | ||
ya mayores en siglos que ella en años. | ||
«¿Y a quién pues que esto mira | 270 | |
del hondo corazón lágrimas rojas | ||
no exprimen sus fierísimas congojas, | ||
su generosa cuanto inútil ira? | ||
Dadme, dadme la lira | ||
con que el triste profeta Jeremías | 275 | |
de Sión cantaba los postreros días, | ||
y vierta en cantos de tristeza suma | ||
el duelo inmenso que mi pecho abruma, | ||
viendo a fatal inevitable ruina | ||
mi infortunada patria ya vecina!» | 280 | |
II | ||
Así dije, y el llanto y los sollozos | ||
mi discurso acabaron, mas el hijo | ||
del cielo esto me dijo: | ||
«Hombre de poca fe, bien sé que es cierto | ||
cuanto con voces de dolor me dices; | 285 | |
mas no por eso es bien que llores muerto | ||
el último consuelo de infelices; | ||
que, aunque el mal, en tan hondo desconcierto, | ||
echara profundísimas raíces, | ||
para la fuerte voluntad sagrada | 290 | |
es el mayor impedimento nada. | ||
«Dios del abismo de la negra pena | ||
sacar la dicha y el contento sabe, | ||
y el mal más fiero, si morir le ordena, | ||
antes fenece que su voz acabe; | 300 | |
corta de su ira y su furor la vena, | ||
y ya en la palma de un infante cabe | ||
el mar que, derramado y furibundo, | ||
bajo sus ondas sepultaba el mundo, | ||
«Aquel en cuyo pecho halla cabida | 305 | |
la desesperación cobarde y ciega, | ||
mientras aún dura la mudable vida, | ||
no merece la dicha, que al fin llega: | ||
la merece tan sólo quien anida | ||
la fe en el suyo, y siempre espejea y ruega; | 310 | |
que todo, todo del Señor se alcanza | ||
con oración, con fe, con esperanza. | ||
«Abrigad firme fe; ved que sin ella | ||
todo falta, con ella todo sobra; | ||
y quien la abriga, mientras más le huella | 315 | |
el hado, más aliento y fuerzas cobra; | ||
vence el influjo de contraria estrella | ||
y maravillas o imposibles obra; | ||
manda al sol que al ocaso no descienda, | ||
y abre en el océano enjuta senda. | 320 | |
«De esperanzas, oh jóvenes, colmaos, | ||
que como al huracán cuya pujanza | ||
hunde o estrella las endebles naos | ||
sucede placidísima bonanza, | ||
como al confuso alborotado caos | 325 | |
siguió la creación, tened confianza | ||
que, madre de mil bienes, la paz leda | ||
a la discordia bárbara suceda. | ||
«Concordia tal, de la del cielo emblema, | ||
ha de enlazar a todos los Peruanos, | 330 | |
que de sus armas ya no mienta el lema, | ||
y sean todos con verdad hermanos | ||
firme estado fundando que no tema | ||
extranjeros audaces ni tiranos, | ||
cuya amistad y alianza Europa pida, | 335 | |
hoy con él tan injusta y engreída. | ||
«Del negro Averno a los profundos senos | ||
volverá de los vicios la cohorte | ||
que a cada estado, y a ninguno menos, | ||
visiblemente hoy amancilla el porte; | 340 | |
de esa feliz república de buenos | ||
será la santa ley único norte, | ||
y la Justicia romperá su espada, | ||
en sola su balanza confïada. | ||
«Las que hoy son espantosas soledades, | 345 | |
océano de plantas o de arenas, | ||
serán grandes magníficas ciudades | ||
de población y de bullicio llenas; | ||
y el que desierto fue tantas edades | ||
podrá en sus senos abrigar apenas | 350 | |
la gente innumerable pobladora | ||
que abunde entonces cual arenas hora. | ||
«Los monstruos, del espacio vencedores, | ||
que del vapor el alma inquieta mueve, | ||
escalarán del Ande las mayores | 355 | |
cumbres que ciñe sempiterna nieve; | ||
recorrida de carros voladores, | ||
tan inmensa región ya será breve, | ||
y rival el vapor del pensamiento, | ||
difundirá sus luces al momento. | 360 | |
«El mar, hoy de bajeles tan escaso, | ||
de tantas naves se verá cubierto | ||
que manden Norte, Sur, Este y Ocaso, | ||
que ostente dos ciudades cada puerto; | ||
y abriéndose en las ondas libre paso | 365 | |
vuestros bajeles hasta el polo yerto, | ||
sin que su hielo, perennal lo estorbe, | ||
descubrirán los límites del orbe. | ||
«De Europa abandonando las orillas, | ||
donde siglos su luz resplandeciera, | 370 | |
las Artes nobles sus doradas sillas | ||
trasladarán a esta feliz ribera: | ||
y pródigas, aquí de maravillas, | ||
audaces moles hasta en alta esfera | ||
verán erguirse los nocturnos soles | 375 | |
que venzan griegas o italianas moles. | ||
«Las ornará la pródiga Escultura | ||
de estatuas que parezcan animadas, | ||
y de frescos y telas la Pintura | ||
que persuadan vivir a las miradas; | 380 | |
y se verán do quier con tal hartura | ||
estatuas y pinturas derramadas, | ||
que parezcan artísticos museos | ||
palacios, templos, plazas y paseos. | ||
«De tan sublimes vuelos Poesía, | 385 | |
digno amor tuyo, entonces hará muestra, | ||
que igualar mi logre su osadía | ||
el alto numen de la estirpe nuestra; | ||
no se disputen ya la primacía | ||
Roma, Florencia y quien les fue, maestra, | 390 | |
y a la Atenas mayor del Mundo Nuevo | ||
concordes rindan el laurel de Febo. | ||
«Y con artistas sumos y poetas | ||
florecerán filósofos y sabios, | ||
que ahonden las verdades más secretas | 395 | |
y eternos hagan al error agravios; | ||
y en espaciosas academias quietas | ||
verás colgada de sus doctos labios | ||
inmensa juventud, cuya impaciente | ||
sed de saber con el saber aumente. | 400 | |
«Ni en extranjero labio ya el idioma | ||
molestará, Peruanos, vuestro oído, | ||
por el que ardiente a vuestro rostro asoma | ||
de la amarga vergüenza e1colorido; | ||
y, como el hijo de la antigua Roma | 410 | |
con patria tan magnánima engreído, | ||
así vosotros donde quier ufanos | ||
ya podréis exclamar: somos Peruanos. | ||
«Y, como hoy vais, llevados del deseo, | ||
de Europa a visitar las capitales, | 415 | |
os vendrá a visitar el Europeo | ||
a quien la sed hoy trae de caudales. | ||
vencer en fin por todas partes veo | ||
futuros bienes a pasados males, | ||
y ser tu patria, en hado tan diverso, | 420 | |
modelo, asombro, luz del Universo.» | ||
Así decía el celestial gigante, | ||
y de extraña alegría | ||
que renueva el recuerdo a cada instante, | ||
me colmaba la dulce profecía | 425 | |
de tiempo tan glorioso y tan risueño; | ||
y mientras nuevamente hablarle fío, | ||
en menos que lo dice el labio mío, | ||
se van juntos el ángel y mi sueño. |
1857.
A una espada
1857.
Reto al destino
1857.
La transfiguración
1857.
A Jesucristo
1857.
A Dios
1857.
A Elena
Dulcísima virgen, eres | ||
bella entre cuantas mujeres | ||
de rara belleza vi; | ||
ni en el bajo suelo hay cosas | ||
dignas, por puras y hermosas, | 5 | |
de que las compare a ti. | ||
Jamás estrellas rivales | ||
de tus ojos celestiales | ||
en la tierra contemplé, | ||
ni les hallo semejantes | 10 | |
entre los ojos distantes | ||
con que la Noche nos ve. | ||
Más blanca eres que la luna, | ||
y no es dado en flor ninguna | ||
tan fresca púrpura ver, | 15 | |
que de tu lozana cara, | ||
que la Salud envidiara, | ||
no la venza el rosicler. | ||
Si sonríe tu bermeja | ||
boca, que engañada abeja | 20 | |
por flor pudiera picar, | ||
enseñas entre corales | ||
perlas más blancas e iguales | ||
que las de rico collar. | ||
Tu dorada cabellera | 25 | |
que te cubre toda entera, | ||
suelta al céfiro feliz, | ||
ya es diadema de tu frente, | ||
ya te viste un manto ardiente | ||
de gloriosa emperatriz. | 30 | |
De frente en igual decoro, | ||
no parte y destrenza el oro | ||
marfil dentado o carey; | ||
ni tal ser pudo el cabello | ||
del tan (6) vano cuanto bello | 35 | |
hijo del profeta rey. | ||
No a Venus formas envidias, | ||
ni las ideó tales Fidias; | ||
ni tanto el gran Rafael | ||
voló con su ingenio y arte, | 40 | |
que presuman igualarte | ||
las hijas de su pincel. | ||
La tierra toca tan blando | ||
tu breve pie, cual si hollando | ||
frágil piso de cristal | 45 | |
con timidez estuvieras, | ||
o como si a volar fueras | ||
a tu patria celestial. | ||
Tal, antes de darse al vuelo, | ||
por sobre el herboso suelo | 50 | |
andando un pájaro va | ||
con tan airosa manera, | ||
que a cada instante se espera | ||
Verle que se encumbre ya. | ||
Si de beldad tan subida | 55 | |
es tu cuerpo, en él se anida | ||
hermosura superior: | ||
una alma tan noble y pura, | ||
que recrearse en su hechura | ||
debió el divino Hacedor. | 60 | |
Luce en ti tan manifiesto | ||
tu virtuoso ánimo honesto, | ||
que el mismo impío Don Juan | ||
hubiera dicho a tu vista: | ||
«Es imposible conquista | 65 | |
al más obstinado afán.» | ||
Si a loarte alguien comienza, | ||
tu faz modesta vergüenza | ||
tiñe en más vivo carmín; | ||
y, bajando la mirada, | 70 | |
muda ruegas y turbada | ||
de tus loores el fin. | ||
Cuando bordas, sobrepuja | ||
a diestro pincel tu aguja, | ||
y en su tarea menor | 75 | |
representas a Minerva, | ||
cuando de la gente sierva | ||
presides a la labor. | ||
Tus músicas y canciones | ||
aquietan de las pasiones | 80 | |
el tumulto y fiera lid, | ||
como de Saúl la ira | ||
apaciguaban la lira | ||
y los cantos de David. | ||
Nada dices, no haces cosa | 85 | |
que no te muestre graciosa, | ||
y tenga secreto imán; | ||
la Gracia misma te enseña | ||
hasta la acción más pequeña | ||
y descuidado ademán. | 90 | |
No hay matrona que no quiera | ||
y solicite tal nuera, | ||
ni tierno noble garzón | ||
que su esperanza y empeño | ||
no ponga todo en ser dueño | 95 | |
de tu mano y corazón. | ||
Por ti el extranjero olvida | ||
su dulce patria querida, | ||
y alarga su estancia aquí; | ||
y en vano de allá le llama | 100 | |
o madre, o amante dama | ||
que echó en olvido por ti. | ||
¡Ah! ¡feliz tu noble padre! | ||
Y tu envanecida madre | ||
¡Feliz cien veces y cien! | 105 | |
Y ¡felices tus hermanos, | ||
y cuantos te están cercanos | ||
y siempre te oyen y ven! | ||
¡Y tus amigos y amigas, | ||
y aquellos a quienes digas, | 110 | |
adiós, al pasar, siquier! | ||
Y ¡más que todos dichoso | ||
quien ser el amado esposo | ||
alcance de tal mujer! |
1857.
A París
La virgen María
1857.
A la virgen
1857.
La tarde a orillas del mar
A *** |
1857.
Lamento de David
Por la muerte de Saúl y Jonatás
1857.
Rosaura
Luce del alba el resplandor primero, | ||
y ya ante el claro tocador se aliña | ||
Rosaura, hermosa, presumida niña | ||
que el día en ataviarse gasta entero; | ||
y, como enamorada de sí propia, | 5 | |
en su beldad se ufana y se recrea, | ||
y en el cristal luciente que la copia | ||
atenta ve el peinado y la presea | ||
que más el blanco rostro le hermosea: | ||
De frente ora contempla su hermosura, | 10 | |
ora entre dos espejos | ||
su espalda o su perfil mirar procura, | ||
de cerca ya se mira, ya de lejos; | ||
y cuanta (7) airosa artística postura | ||
y ademán elegante | 15 | |
la Trinidad enseña de las Gracias | ||
su vanidad ensaya y los apura | ||
ante el amigo espejo | ||
adulación pidiéndole y consejo. | ||
Al verla así, creyeras | 20 | |
lector, que enamorada está de veras | ||
de la hermosa que dentro | ||
habita del espejo y al encuentro | ||
le sale alegre y presta | ||
siempre que a verse llega, y la saluda, | 25 | |
y con amor y con lisonja muda | ||
sus miradas y risas le contesta. | ||
La Elegante voz pública la llama, | ||
pues no hay en Lima dama, | ||
o casada o soltera, | 30 | |
que le usurpe la fama | ||
de ser en el vestirse la primera. | ||
y como entre aves de pintada pluma | ||
el pavón altanero | ||
despliega de su falda la ancha rueda | 35 | |
de piedras salpicada, que remeda | ||
deslumbrante vidriera de joyero; | ||
como entre flores mil que del verano | ||
pinto la rica mano | ||
se mece al soplo de la plácida aura, | 40 | |
la presumida rosa, o entre estrellas | ||
su luz ostenta la serena luna; | ||
tal descuella Rosaura | ||
entre mil y mil bellas | ||
que iluminado ancho salón aduna. | 45 | |
¡Oh doncella feliz, cuyo cariño | ||
único son las cintas, los encajes, | ||
las joyas y los trajes | ||
y los demás ministros de su aliño; | ||
su afán estar al cabo de las modas | 50 | |
que nuevas cada día | ||
al sexo encantador París envía, | ||
y en Lima ser quien las estrene todas; | ||
y que, cuando se case, su desvelo | ||
mayor será el vestido y blanco velo | 55 | |
que ha de ponerse el día de sus bodas! | ||
Nunca mayor desgracia la molesta | ||
que dejar de asistir al baile ansiado, | ||
por no haber acabado el prometido | ||
esperado vestido | 60 | |
la modista traidora; | ||
pero lo que más lágrimas le cuesta | ||
es que esa noche su rival Aurora | ||
haya de ser la reina de la fiesta. |
1857.