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La vieja canción




ArribaAbajoLa vieja canción



I

ArribaAbajo    Ésta es la vieja canción
que en una vieja guitarra,
mi coplero, viejo y ciego,
a quien quiere oírla, canta:
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   «La Muerte es una madre,  5
la Vida una madrastra;
mortal, no te importe sufrir en el mundo,
el mundo es un Valle de Lágrimas [...]».
«Resígnate a ser pobre
si pobre eres y aguarda;  10
los pobres del mundo son ricos del cielo,
los ricos allá no son nada [...]».

    Esta es la vieja canción
que en una vieja guitarra,
la Ilusión, viejo coplero,  15
a quien quiere oírla canta.


II

    Esta es la vieja canción;
mas por vieja ya no priva,
nadie escucha al pobre diablo
que la espeta en una esquina.  20

   La humanidad ya no sueña
y de su fe desprovista,
mas quiere un «¡ten!» aquí abajo
que dos «te daré» allá arriba...
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III

    Tú y yo, Damiana, los últimos  25
abencerrajes del Sueño,
somos acaso los solos
que oímos al pobre ciego.

   La calle está solitaria,
la noche tiende en el cielo  30
sus alas imponderables
agresivas de misterios.

   Marchamos los dos del brazo
por el bulevar desierto,
y mientras que la canción  35
sigue sonando a lo lejos,
nos hundimos en la sombra,
pensando: «Si fuera cierto...».

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El mago




ArribaAbajoEl mago


ArribaAbajo    Yo marcho
y un tropel de corceles piafadores
va galopando tras de mí...

       Yo vuelo
y me sigue un enjambre de cóndores  5
por la inviolada majestad del cielo.
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    Yo canto
y las selvas de música están llenas
y es arpa inmensa el florestal...

      Yo nado  10
y una lírica tropa de sirenas
va tras mí por el mar alborotado.

   Yo río
y de risas se puebla el éter vago,
como un coro de dioses...  15

       Yo suspiro
y el aura riza suspirando el lago;
yo miro, y amanece cuando miro...

Yo marcho, vuelo, canto, nado, río,
suspiro, y me acompaña el Universo  20
como una vibración: Yo soy el Verso,
¡y te busco y me adoras y eres mío!

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El retorno




ArribaAbajoEl retorno


ArribaAbajo    Vuelvo, pálida novia, que solías
mi retorno esperar tan de mañana,
con la misma canción que preferías
y la misma ternura de otros días
y el mismo amor de siempre, a tu ventana.  5
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    Y elijo para verte, en delicada
complicidad con la naturaleza,
una tarde como esta, desmayada
en un lecho de lilas e impregnada
de cierta aristocrática tristeza.  10

    Vuelvo a ti con mis dedos enlazados
en actitud de súplica y anhelo,
como siempre, y mis labios, no cansados
de alabarte ¡y mis ojos obstinados
en ver los tuyos a través del cielo!  15

   Recíbeme tranquila, sin encono,
mostrando el dejo suave de una hermana;
murmura un apacible: «Te perdono»,
y déjame dormir con abandono
en tu noble regazo hasta mañana...  20

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Condenación del libro




ArribaCondenación del libro



EL PRELADO

Arriba    Condenamos este libro por exótico y, perverso,
porque enciende sacros nimbos en las testas profanadas,
porque esconde bajo el oro leve y trémulo del verso
la dolosa podredumbre de las criptas blanqueadas.
   Cierto, a veces algo emerge con virtudes misteriosas;  5
pero es más lo que se abate, lo que cede y se derrumba;
de la noche de estas rimas surgen raras mariposas;
pero son las agoreras mariposas misteriosas que germinan en la tumba...
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    Y por tanto, Nos, Fidelio, por la gracia de la Sede
Pontificia Obispo in partibus de Quimera y Utopía,  10
decretamos que este libro de tristeza y mofa, quede
relegado a la ignominia y al olvido que precede
al abismo sin fronteras...

EL POETA

Del abismo brota el día...


 
 
FIN