Prosigue la lección IV, y se trata de las Artes de luxo(34).
Un Filósofo Cínico de aquellos a quienes todo parecía superfluo, iba al arroyo con un vaso de madera a sacar agua para beber: llegó otro Filósofo de la misma secta, y comenzó a beber con la mano, desde luego conoció el primero su error y arrojó el vaso como cosa superflua; pero de este modo todo sería superfluo y luxo, aun aquellas cosas que la costumbre y modo de vivir hacen más necesarias. Es claro, pues, que esta voz luxo no tiene una significación absoluta, sino relativa a las personas, tiempos, y clases. Lo que para los Romanos era un soberbio luxo como la seda, ahora en cierta clase de personas no es notado: lo que para los sugetos más principales es decencia, es luxo en los más ínfimos del pueblo: lo que para los jóvenes es decente, es indecente y superfluo para los ancianos.
Siendo, pues, el luxo una voz relativa para explicar con propriedad lo que por ella comúnmente se entiende, hemos de tener presente lo que Ciceron dice a otro propósito, que la naturaleza no nos había dado ningún conocimiento de los términos de las cosas, y así que al que preguntase por menor hasta qué grado una cosa es grande, y quál es el punto fixo donde comienza a ser pequeña: quántas riquezas eran menester para ser uno rico, y hasta qué estado se llama pobre, y otras cosas de este género: no podíamos responder nada de cierto. En efecto todas las voces relativas tienen según la opinión de los Lógicos alguna obscuridad y extensión en su significado, de suerte que nunca se puede determinar lo que significan sino por relación a otras cosas. Así sucede a esta voz luxo; porque aunque en la noción común significa exceso, o superfluo, demasiado: vicio opuesto en el exceso a la magnificencia, decencia y sencillez; pero con todo para determinar qué es lo que debe llamarse exceso y superfluo, se han de atender tantas circunstancias, que se requiere mucho juicio y discernimiento para difinirlo.
Nosotros para determinar su noción procuraremos, según el sentido común, explicar qué es barbarie, miseria, y sordidez: qué es cultura, decencia, y magnificencia; y conocidos estos extremos, será fácil conocer lo que se entiende por esta voz luxo, y después considerar qué causas morales introduxeron en la Sociedad civil su significado, o el deseo de lo superfluo, y qué efectos, o daños causa en los Estados(35).
Adviértase que siempre hablamos del luxo en el sentido común, porque algunos por defenderle le toman en otro sentido, entendiendo lo que excede de lo necesario, como el vaso del Filósofo, y de esta manera todo dicen que es luxo, aun aquellas cosas que el uso y modo de vivir hacen mas necesarias. No negamos que los Filósofos tienen la libertad de difinir las voces y hacerlas servir contra el uso común para significar algunas nociones que les son proprias, scimus et hanc veniam; pero querer que una voz que siempre en el sentido común ha significado un vicio, signifique una virtud, es querer imponer a las gentes y confundir lo malo con lo bueno. Ya es muy antiguo este arte de confundir las veces, o mudarlas para pretextar los desórdenes. Jam pridem vera rerum vocabula amisimus, se quejaba Catón, según refiere Salustio.
Pero volviendo a explicar estas nociones, el pueblo que carece de artes y ciencias, de agricultura, y de decencia y aseo en el trato y modo de vivir, se llama bárbaro: un pueblo que a la agricultura añade el conocimiento de las artes y ciencias, que pueden mejorar realmente la condición de los hombres, se llama culto y civil: y un pueblo que ha buscado raras y exquisitas maneras de distinguirse y acomodarse, y en efecto no logra más utilidades, ni bienes efectivos, que el pueblo culto, sino más bienes de imaginación y capricho, se dice poseído del luxo. Las otras nociones se refieren comúnmente a los particulares: miseria, o interés es por amor del dinero no gastar en aquellas cosas en que otras gentes de la misma clase y moderadas suelen gastar; y si llega al extremo, como en el Euclión de Plauto, que perdida la vergüenza se hacen cosas que los hombres moderados de la misma clase tienen por baxas y viles, se llama sordidez. Las virtudes opuestas de decencia y magnificencia se distinguen según la clase de personas. Gastar en aquellas cosas que procuran alguna comodidad, utilidad, o distintivo proprio de la clase en que algun sugeto se halla, y que los sugetos moderados de la misma clase suelen gastar, se llama decencia. En los Príncipes y personas públicas gastar en aquellas cosas que son proprias para excitar en el pueblo la idea del esplendor y dignidad de su estado, y que pueden servir a conciliar alguna insigne utilidad, o comodidad al común, se llama magnificencia.
Explicadas estas nociones, ya se conoce qué le queda para el luxo; pero para descifrarle mejor, distingamos dos géneros de luxo(36), uno de vanidad, y otro de comodidad. Como los proprietarios viven en la independencia, yestos son pocos, fórmanse muchas clases de personas en un Estado, según hemos dicho, y todas ellas forman una pirámide, que tiene en lo superior a los proprietarios que poseen grandes feudos, y en la cúspide al Príncipe. Estas varias clases se distinguen en el modo de vivir. La emulación, aquella noble guerra de Hesiodo, las mueve a todas, y pretenden llegar hasta tocar en la cúspide de la pirámide: quando cada uno quiere distinguirse y sobresalir por el verdadero mérito y por las acciones gloriosas hasta llegar a la clase inmediata, esta emulación es utilísima, como fue la de Demóstenes; pero quando desconfiando lograrlo por este camino se pretende sobresalir en su clase, e igualar a la superior imitando su modo de vestir, su tren, trato y género de vida, este es luxo de vanidad y orgullo, hijo infeliz del amor proprio, y que siempre va junto con la impostura y baxeza de ánimo. Los AA. de la Historia universal dicen que unos salvages del África llevan colgada una infinidad de campanillas de unas correas de elefante: muy delgadas, que rodean su vestido, y a cada paso hacen un ruido increíble: Pues en esto consiste el luxo de vanidad, en hacer ruido.
El luxo de comodidad es una enfermedad, o debilidad del ánimo, efecto, del desordenado amor de los deleytes, que ya cansados de los deleytes naturales, hace a los hombres desear cosas de mero capricho: así el sombrero debe ser de castor, porque es algo mas ligero, y de más luciente negro, aunque el de lana sea igualmente cómodo para los que no tienen la cabeza muy ligera.
De esta pintura que hacemos del luxo qualquiera colegirá lo que nosotros juzgamos de él; y aunque tengamos determinado ni nombrarle en todo este tratado, al fin nos resolvimos a explicar sus nociones, porque algunos que leen superficialmente lo que no entienden, creen que en él está envuelta la felicidad de la Nación. La causa, pues, del luxo de vanidad es la división de las clases, de donde nació el deseo de distinguirse; y el hallarse algunas de estas clases en estado no solo de satisfacer sus necesidades naturales, sino también sus caprichos, e imaginaciones a que comenzaron a habituarse, y después las hallaban menos, fue causa del luxo de comodidad.
Los efectos que el luxo causa en un Estado, sin hablar de los efectos morales, sino sólo de los políticos, esto es, si contribuye, o no a la grandeza y opulencia de un Estado, son fáciles de conocer; porque es lo mismo que decir si será más feliz un pueblo que tenga costumbres sencillas, las ciencias, y todas las artes que producen verdaderas comodidades, como los Griegos y Romanos; o si es más feliz un pueblo cuyos moradores viven hechos unos gusanos de seda sin tener mas comodidades, y teniendo más deseos y más necesidades. Pero para conocer más menudamente sus efectos, se ha de distinguir; porque o el luxo se fomenta de géneros estrangeros(37) a que naturalmente inclina, siendo su cebo lo raro y lo caro; y entonces despuebla y empobrece la nación; porque es preciso que las tierras se destinen para mantener a los artesanos estrangeros: o se mantiene de géneros nacionales, y en este caso es menos nocivo; con todo muchas tierras que podían destinarse a frutos para mantener hombres, se destinan para pastos, y para las otras materias del luxo, se da demasiada estimación a las artes sobre la agricultura, y los labradores la abandonan y se ponen a artesanos. En fin, el luxo de la Europa(38), aunque nos descarga de un sobrante de plata que nos subministra la América, nos llena de nuevas necesidades inútiles, y causa la despoblación, y la muerte de tantos infelices que se sacrifican por nuestros deleytes. Con todo se debe observar generalmente, que como a la naturaleza no se la puede engañar, el luxo es causa de que los que por liberalidad y magnificencia no daban su sobrante a las otras clases, le den por necesidad, y arruinándose hagan lugar a los hombres moderados y frugales que ocupan su puesto, hasta que adormecidos con la abundancia se dexan llevar de la costumbre como de un rápido torrente.