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En esta organización del aparato administrativo, legislativo y jurídico del estado chileno, aunque en un marco declaradamente republicano, se incorporan muchos principios que eran propios de la monarquía constitucional de Inglaterra; en esto no deja de tener importancia la participación de Mariano Egaña y de Andrés Bello, que habían vivido en Londres y conocía bien la experiencia política de ese país.
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El Código Civil chileno, redactado por A. Bello, fue modelo para la organización legislativa de la sociedad civil en gran parte de los países hispanoamericanos, y es adaptado y/o usado como base para ordenamientos similares en Colombia (1858), Ecuador, Uruguay (1868), México (1879 y 1884), Nicaragua, Argentina, etc.
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Aparte de la numerosas reediciones en Chile en vida del autor, fue reimpresa en muchos países del continente (en Caracas, a iniciativa de Juan Vicente González, fue impresa por Vicente Espinal, en 1850); en 1853 se edita en España; en 1874 se hace en Bogotá la edición anotada de Rufino José Cuervo. Las incontables ediciones en diversos países la convierten en referencia absoluta para la propiedad en el uso y para la enseñanza del idioma en todo el mundo hispanoamericano.
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En realidad, como libro propiamente tal, y a pesar de la indicación expresa de la portada, se imprimió en 1847, según la nota final que aparece en el volumen. El título y los datos completos de esta obra de difícil acceso son los siguientes: América Poética. Colección escojida de composiciones en verso, escritas por americanos en el presente siglo. Parte Lírica. Valparaíso: Imprenta del Mercurio, 1846. La última página foliada lleva el número 823, y agrega una especie de colofón: «La América Poética se ha publicado en 43 entregas. -Apareció la primera en el mes de febrero de 1846 y la última a fines de junio de 1847. Comprende 53 autores; 455 composiciones escojidas de estos- y más de 54.500 versos».
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Puesto que en el volumen hay una sección especial en que se recogen los versos de Andrés Bello, este poema, colocado al inicio del libro, cumple una función distinta y mucho más importante, como definición y toma de posiciones respecto a la tarea que se emprende.
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Mención aparte correspondería a las antologías de la producción literaria coetánea, con las que se busca dar a conocer y afirmar una identidad nacional y hasta una propuesta estético-literaria. Pensamos, por ejemplo, en el Aguinaldo puertorriqueño (1843), preparado por jóvenes escritores de la isla, y en el volumen que con el título de Biblioteca de escritores venezolanos contemporáneos publica José María Rojas en 1875.
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Esta manera de incorporación de América Latina a la modernidad capitalista correspondería a lo que Celso Furtado describe como «vía de acceso indirecto», y estaría determinado por las condiciones de dominación y dependencia. Dicho modelo se caracteriza por diversificar «las pautas de consumo en ausencia total de las técnicas productivas», por lo que «se modernizaban ciertas pautas de consumo y se acumulaba de preferencia afuera del sistema productivo: en infraestructura urbana y en bienes durables de consumo importados» (Creatividad y dependencia. México: Siglo XXI Editores, 1979; p. 51-52).
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El término puede prestarse a equívocos, ya que en Brasil se denomina Modernismo en historia literaria el periodo que corresponde a las vanguardias, cuya fecha oficial de ingreso a la vida cultural se sitúa en la Semana de Arte Moderno de Sao Paulo (1922); el Modernismo en el espacio hispanoamericano correspondería a lo que en las letras brasileñas se conoce como Simbolismo.
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La información sobre los textos respectivos se encuentra en la Bibliografía al final de este trabajo.
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Este aspecto se encuentra desarrollado con cierta extensión en mi libro La formación de la vanguardia literaria en Venezuela (Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1985); esp. p. 23 y ss.