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«Revelación», en Poesía no eres tú. Poesías reunidas, México, FCE, 1972, p. 179.

 

12

Recordemos que El laberinto de la soledad se publicó por vez primera en 1949 como corolario de una serie de estudios sobre el mexicano entre los que destacan el clásico ensayo «Perfil del Hombre», en La cultura en México de Samuel Ramos y, en el campo de la narrativa, El luto humano de José Revueltas, cuyas propuestas fueron luego continuadas en el marco de la filosofía del existencialismo por el grupo Hiperión: Leopoldo Zea, Luis Villoro, Emilio Uranga, etcétera. A su vez, en una obra posterior de Carlos Fuentes, La muerte de Artemio Cruz -década de los sesenta- se conjuga el verbo chingar, como sostén y argamasa de lo narrativo, actuación y desenlace del personaje de la Malinche-Chingada, analizado por Paz.

 

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En la importante novela de folletín decimonónica, Los bandidos de Río Frío de Manuel Payno, los jornaleros indios y las criadas o herbolarias indias se llaman simplemente José y María. Asimismo, hoy en día, las vendedoras ambulantes indias que se han desplazado a la capital por los agudos problemas que alcanzan al campo mexicano se conocen aquí con el nombre genérico de las Marías. Véase Lourdes Arizpe, Indígenas en la ciudad de México. El caso de las Marías, México, SepSetentas-Diana, 1980.

 

14

Rosario Castellanos, Balún Canán, México, FCE, 1983. La paginación corresponde a esta edición. La señalaré en el cuerpo del texto.

 

15

«Rosario Castellanos», en Emmanuel Carballo, Diecinueve protagonistas de la literatura mexicana del siglo XX, México, Empresas Editoriales, 1965, p. 419.

 

16

Le declara textualmente a Emmanuel Carballo: «Si me atengo a lo que he leído dentro de esa corriente (la novela indigenista...), que por otra parte no me interesa, mis novelas y cuentos no encajan en ella. Uno de sus defectos principales reside en considerar el mundo indígena como un mundo exótico en el que los personajes, por ser las víctimas, son poéticos y buenos. Esa simplicidad me causa risa. Los indios son seres humanos absolutamente iguales a los blancos, sólo que colocados en una circunstancia especial y desfavorable», op. cit., p. 422.

 

17

Ibid., p. 419.

 

18

«En 1953, estando enferma en Berna y después de un estruendoso tratamiento de cortisona escribí Los recuerdos del porvenir, como un homenaje a Iguala, a mi infancia...», Emmanuel Carballo, op. cit., p. 504. Sobre Elena Garro y su relación con la Malinche hay numerosos ensayos, véase Gabriela Mora, «A Thematic Exploration of the Works of Elena Garro», en Yvette Miller y Charles M. Tatum, eds., Latin American Women Writers: Yesterday and Today, en Latin American Literary Review, 1977; Sandra Messinger Cypess, op. cit., y «From Colonial Constructs to Feminist Figures: Re/visions by Mexican Women Dramatists», en Theatre Journal, 41.4, 1989; Sandra Messinger Cypess, «The Figure of La Malinche in the Texts of Elena Garro», en Anita K. Stoll, ed., A Different Reality. Studies on the Work of Elena Garro, Pennsylvania, 1990. No he podido consultar todos los textos.

 

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Elena Garro, La semana de colores, México, Grijalbo, 1987. La paginación es de esta edición. Las cursivas, si las hay, son mías. Fabienne Bradu en su libro Señas particulares: escritora, México, FCE, 1987, niega implícitamente que los textos de La semana de colores tengan un trasfondo autobiográfico. Creo que basta con leer sus entrevistas para comprobar lo contrario; los libros, obviamente, lo corroboran.

 

20

Georges Baudot, Utopía e historia en México, Madrid, Espasa-Calpe, 1983.

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