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Jornada segunda



Salen don Sancho y Laín
SANCHO: Yo estoy muriendo, Laín.
LAÍN: Pues vete a acostar, señor.
Iré a llamar al doctor,
tendrás a la moda fin.
SANCHO: ¡Que el rey a quien tan leal
serví me pagase así,
que de Florinda (¡ay de mí!)
me privase! (¡Fiero mal!)
LAÍN: Consuélate en tu quebranto
con los que lo mismo pasa, 10
porque en Toledo no hay casa
que de él no sienta otro tanto.
SANCHO: Y después (¡desdicha mía!)
que con Zara mitigado
sentía el dolor pasado,
con que el pesar resistía,
por más tremendo castigo
con ella se casó.
LAÍN:                            Sí,
y si me quisiera a mí
aun se casara conmigo; 20
pero tú la culpa tienes,
que si hicieras lo que ha hecho
Florinda, que con despecho,
viendo perdidos sus bienes,
luego se despareció,
pues aquí, según parece,
te puedo asegurar yo
que con ella consolara
el desaire de Eliata,
y muera también quien mata 30
y así vengado quedaras.
SANCHO: Bárbaro, infame, villano,
¿a mí me aconsejas tal?
¿Yo faltar a ser leal?
LAÍN: ¡Ah!, señor, detén la mano,
que no pensando ofenderte
se me fue aquella razón,
y ya se fue quien la dijo.
SANCHO: Más siento que mi valor,
que el rey falte a ser quien es, 40
ofendiendo tanto a Dios,
pues encenagado en vicios
puede temer el atroz
castigo de su justicia
toda España.
LAÍN:                      Buen sermón:
sin duda que estás ya santo,
pues te haces predicador.
SANCHO: Aunque mal cristiano, Laín,
soy católico, y por Dios,
por mi rey y por mi ley 50
daré la vida en rigor.
LAÍN: Pues que tan conforme estás,
bien puedes sufrir, señor,
con paciencia las flaquezas
de nuestros prójimos.
SANCHO:                                  ¿No
es el rey el que a esta sala
sale?
LAÍN:          El propio pecador
es que te hace merecer:
llévalo en amor de Dios.
SANCHO: Y también viene con él 60
la corte; ¿qué prevención
será ésta?
LAÍN:                  Ello dirá
la historia, plena a renglón.

Salón regio. Salen el rey, don Opas, don Pelayo, Almerique, la reina Eliata y Estrella. Salón con el trono

REY: Corte y nobleza de España,
vasallos, deudos y amigos,
a todos comunicaros
quiero el cuidado en que vivo.
Después que Florinda falta
de mis reinos y dominios,
y se sabe que ha pasado 70
a la África, el designio,
aunque todos los ignoráis,
os diré en lo que imagino:
y es que como en mi palacio
la trataba con cariño,
por los méritos del conde
y lo bien que me ha servido,
he imaginado que ella
sin duda creyó que el mismo
agasajo que le hacía, 80
por lo que ya llevo dicho,
a otra intención dirigía
los pasos de mi cariño:
y no os admiréis de aquesto,
que es su genio tan altivo,
por lo que he experimentado
en las veces que la he visto,
que imaginara sin duda
que postrado mi albedrío
la quería para esposa, 90
ajando el ser peregrino
de rey con una vasalla;
y siendo así, he presumido
que con alguna cautela
o fabricado artificio
habrá ido al conde su padre
a incitarle vengativo,
para que patrocinado
del alarbe, y persuadido,
venga a tomar la venganza 100
de lo que formó su juicio;
pues temiendo esta cautela,
ya veis cuán destituidos
de armas, víveres y gentes
estamos en tal peligro.
Y así yo he determinado,
obligado y persuadido
de tan gran necesidad,
abrir la torre, o castillo
encantado, que extramuros 110
de Toledo, ha tantos siglos
que se conserva cerrada,
sin que ninguno haya habido
de cuantos lo han intentado
los antecesores míos,
que asombrados del horror
no vuelvan arrepentidos;
y por si hay algún tesoro,
como ya lo he presumido,
he de poner el esfuerzo 120
mayor para conseguirlo,
pues yo con ello podré
fortalecer los castillos,
plazas fuertes y fronteras,
para esperar prevenido
las resultas de este amago
que ya formado imagino;
conque pasando mi corte
a Córdoba, que es distrito
más a la vista del daño, 130
estar quiero apercibido.
Ya he mandado reclutar
en todos mis señoríos
tropas para resistir
el furor del enemigo
y marchar a toda prisa
a la frontera y recinto
de África; pues de una suerte
o de otra, determino
estar a la vista yo, 140
para todo prevenido.
OPAS: Señor, vuestro parecer
apruebo por peregrino,
¿pues quién duda algún tesoro
hay en su centro escondido
debajo de algún encanto
con diabólico artificio?
Y aquesto, con los conjuros,
oraciones y exorcismos,
espero que he de vencerle, 150
y vos podáis, advertido,
sacarle, y valeros de él
para tan justo motivo.
(Aparte. No es sino porque perezca
en su ciego laberinto.)
PELAYO: De recelar es, señor
lo que tenéis presumido,
y así es acertado acuerdo,
para lograr el designio
de tan cuerda prevención, 160
entrar en ese castillo
y mirar lo que en sí encierra.
SANCHO: Yo, señor, digo lo mismo,
que en el estado en que estamos
podemos hallar asilo
en él; y cuando no, vemos
qué contiene ese prodigio,
que es vergüenza de españoles
el no haberlo conseguido.
ALMERIQUE: Y el no haberlo ya apurado 170
será porque a otros remisos,
temerosos del estruendo,
les habrán faltado bríos,
y la necesidad hace
atropellar los peligros.
REY Todos como valerosos
y leales, respondido
habéis.
ELIATA:              Gran señor, si puede
en tal caso el voto mío
tener lugar de atención, 180
que me atendáis os suplico.
REY: ¿Pues qué podéis vos, señora,
decir en tanto conflicto?
Esto conviene a mis reinos;
si vuestro recelo tibio
quiere decir cosa en contra
de lo que está conferido,
es tiempo gastado en vano.
ELIATA: Perdonad, que he de decirlo.
PELAYO: Escuchemos, gran señor, 190
a la reina.
REY:                 Algún delirio
será: decid.
ELIATA:                    Pues, señor,
lo que os aconsejo y pido
es que no entréis en la torre,
porque es yerro conocido
el intentar apurar
amenazas y prodigios;
en la puerta que cerrada
de ese portentoso archivo
dura mordaza es de acero, 200
que le hace tener sigilo
de lo que dentro resguarda,
dicen que en griego está escrito
un enigma que contiene:
«El rey que aquí inadvertido
entrare, encontrará bienes
y males»; si esto es fijo,
aunque los bienes y males
sean para aqueste mismo,
y no sean para otros 210
los bienes que en su distrito
pronostica, ¿quién prudente
no perdonará advertido,
por no tener males, bienes,
cuando se sabe que ha sido
un pesar solo bastante
a frustrar mil regocijos?
Y fuera de esto, señor
poderoso y dueño mío,
nobles y grandes de España, 220
y vos, dignísimo obispo
de la primitiva iglesia,
donde el cimiento más fijo
fundó España en el sagrario
que del mismo Dios fue archivo,
que se venera en Toledo
desde que la fe principio
tuvo en los godos, de Dios
para suyos elegidos;
pues todos consideráis 230
que es el principal motivo
para temer esta guerra
estar Dios tan ofendido
de los que ya le conocen,
faltando el culto y en vicios
aquí obstinados, ¿por qué
no solicitáis rendidos
con lágrimas y oraciones
que le halle el ruego benigno?
Pues con eso evitaréis 240
vuestro seguro castigo,
porque los medios humanos
no embarazan los divinos.
Yo, aunque tan recién lavada
con el agua del bautismo,
catecúmena reciente
en los misterios benditos
de nuestra fe, os lo amonesto,
y creo hallaréis propicio
al Señor, si procuráis 250
desenojarle rendidos.
REY: Siempre discurrí que era
del sexo flaco y remiso
de mujer algún dictamen.
Señora, también Dios mismo
dice que nos ayudemos
y nos ayudará fino,
y así lo determinado
se ha de hacer. Vamos, amigos. (Vase.)
PELAYO: Prodigio es la reina Eliata 260
de virtud.
LAÍN:                 Bien ha cogido
los misterios de la fe. (Vase.)
SANCHO: ¡Ay, perdido dueño mío! (Vase.)
OPAS: (Aparte. Por acreditarse ésta
de cristiana, persuadirnos
quiere con hipocresías.)
Señora, aquesto es preciso. (Vase.)
ALMERIQUE: Que el rey no estime a la reina,
siendo de virtud prodigio,
me admira; mas es pensión 270
de su torpe desvarío. (Vase.)
ESTRELLA: Todos se han ido y no han hecho
caso de ti.
ELIATA:                   No me admiro,
que el consejo de mujer
siempre despreciado ha sido;
permita Dios que no sean
locos en no recibirlo.
ESTRELLA: Asombrada estoy, señora,
de lo que en el rey admiro.
¿Quién no le vio, cuando Sancho 280
cautivó (siendo cautivo
de tu beldad) tu hermosura,
tan absorto y suspendido
como al verte se quedó?
Olvidando otro cariño,
y luego sabiendo que
eras de reales principios,
para que te cristianaras
prometió ser tu marido.
ELIATA: Ordinaria es en el mundo 290
que la tormenta del vicio
calme con la posesión;
pero habiendo conseguido
la ley de la luz de Dios,
que ya confieso y admiro,
doy por muy bien empleado
sufrir del rey los desvíos,
pues aunque no le merezca
recíproco en mis cariños,
en el alma es todo gloria 300
lo que en el cuerpo es martirio.
ESTRELLA: ¿No te acuerdas de tu padre,
señora?
ELIATA:              Nunca me olvido;
mas es porque le dé el cielo
luz de los altos prodigios
de mi fe.
ESTRELLA:                De que el rey
no la estime, pierdo el juicio.
ELIATA: A pedir a Dios iré
saque con bien a Rodrigo
del peligro a que se arroja. 310
Estrella, vamos.
ESTRELLA:                           Ya os sigo. (Vanse.)
Torre y selva
2ª VOZ: (Dentro.) Boga a tierra, canalla.
OTROS:                                   Caza, caza.
OTROS: Amparémonos todos de la plaza;
porque es loca impaciencia
hacer al desembarco resistencia.
MUZA: (Dentro.) A la plaza retíranse cobardes.
Sale el conde
CONDE: La primera que en ellos haga alarde
ha de ser esta espada
que contra España está desenvainada
en desagravio fiero 320
de mi honor, y así seré el primero
que la tiña con sangre fementida
hasta cobrar mi honor, del alma y vida.
Sale Florinda armada
FLORINDA: Padre y señor, detente,
no siga tu valor aquesa gente,
que, admirados de ver la mar poblada
de esa copiosa y valerosa armada
que por divisas traen las medias lunas
aunque menguantes, para mí oportunas,
huyendo del rigor que ya amenaza, 330
van a ampararse absortos de la plaza.
CONDE: Florinda, ¿qué es aquesto?
¿Cómo te encuentro así en aqueste puesto?
FLORINDA: Apenas a mi carta respondiste
(por donde mi desgracia cruel supiste)
que convocado habías para el fin
de tu venganza a Miramamolín,
que auxiliado de alarbes tropas vienes,
cuando a Villaviciosa, en quien previenes
que has de desembarcarte, 340
vistiendo adornos del sangriento Marte,
a recibirte vengo despechada,
más que de acero, de valor armada.
CONDE: Más valiera, Florinda, que te armaras
antes que así vencida te miraras,
de honrosa valentía.
FLORINDA: Embistióme el traidor con batería
de cautelas, promesas y asechanzas;
pero ¿cómo, señor, desconfianzas
de mí haces indignas? Si rendí 350
el homenaje de mi honor allí,
fue con decentes pactos a mi honor;
y porque sepas mi razón mejor
mientras el desembarco se fenece,
óyeme por menor lo que acontece;
verás si soy culpada,
y si lo soy, señor, aquesa espada
me prive de una vida,
que por mi honor la doy por bien perdida.
Señor, desde que saliste 360
enviado del homicida
de mi honor, para servirle
a las costas berberiscas,
movido quizá de cuando
le llevaste con sencilla
intención a que me viera
al retiro en que vivía
en palacio (¡qué bien dije!
pues que sólo antes podía
decir que vivía en él 370
quien después en él moría);
después, digo, me faltó
tu presencia de mi vista,
dio en visitarme a menudo
el crüel con más caricias,
hasta que soplando el fuego
amor, para su osadía,
con el afán de sus vuelos,
declaró la llama altiva,
y viendo en mi resistencia 380
que a quien soy correspondía,
me dio palabra de esposo
con fe tan encarecida,
que al recato más prudente
hacer tropezar podría
en el escollo esgañoso
de Caribdis y de Escila;
mas yo, que de sus encantos
estaba bien advertida,
bordeando el peligro, estaba 390
huyendo de la desdicha,
y para mejor lograrlo,
tomé el rumbo que podía
asegurar a la nave
de no tocar con la quilla
en los bajíos del mar
proceloso de mi ruina.
Díjele que yo ganaba
en dicha tan peregrina;
mas no obstante, pues su intento 400
sólo era el hacerme digna
esposa suya, hasta tanto
que lograse tanta dicha,
no ajase mi pundonor
con la villana malicia
de los que (viéndole entrar
en mi cuarto) hacer podían.
Resistióse con extremos
hasta que ya convencida
(a mi entender, su pasión 410
me prometió que lo haría),
valióse de una crïada,
que son forzosas espías
en el campo del honor,
que al enemigo le avisan
del descuido de su dueño
para lograr la conquista.
Díjole que aquella tarde
en el baño me podía
ver. (¡Ay, criadas, y qué poco 420
consideráis esta ruina!)
Él, áspid disimulado,
en las verdes celosías
del jardín estuvo oculto,
hasta la ocasión precisa
de su intento, y acechando
a mi desnudez sencilla,
fue basilisco encubierto
que me mató con la vista,
y logrando con violencias 430
lo que perdió con caricias.
Murió mi amor sin remedio,
pues trayendo una cautiva
don Sancho al rey (¡ay de mí!)
de costas de Berbería,
enamorándose de ella
después de saber ser hija
del rey Mahometo Ononín,
única, sola y querida
Zara (que así se llamaba 440
la que Eliata hoy se confirma),
se casó infame con ella
después de estar reducida
a nuestra ley, y lavada
con las tersas aguas limpias
de la fuente de la gracia
la mancha de la morisma
secta; de suerte que el agua
fue la causa de su dicha,
y de mi desdicha en mí, 450
pues fue en donde su maligna
intención logró el virreino
novador de mi tranquila
quietud. Mira ahora si tengo
culpa, cuando combatida
de promesas cautelosas
y de cohechadas espías,
viendo perdido el recato,
que es de honor la joya digna,
abandoné lo demás 460
por si cobrarlo podía;
y si aquesto no es disculpa
suficiente a mi desdicha,
quítame la vida tú,
antes que sea homicida
yo propia de mí, que no
quiero vivir una vida
sin descanso en la venganza,
sin disculpa en mi ignominia,
sin consuelo en tu prudencia, 470
y sin sosiego en la ruina;
que vivir de aquesta suerte,
más que vida, es muerte indigna.
CONDE: Hija Florinda, tú obraste
con la advertencia sencilla
que debes a tu recato,
viendo violada la línea
de tu honestidad preciosa,
pues sólo se redimía
que, vista con impureza, 480
fuese de tu esposo vista.
Pero tan atroz agravio
hará la venganza mía
atroz, no sólo acabando
con el fiero patricida
de mi honor, sino con todos
cuantos a su lado asistan;
¡poco es!, con todos tos que
la infeliz España habitan;
sin que de tan fiero agravio 490
no quede en el tiempo escrita
noticia de la memoria,
memoria de la noticia.
Salen Muza y Tarif
TARIF: Ya, valiente don Julián,
tienes la ocasión vecina
de tu venganza; mas, cielos,
¡qué beldad tan peregrina!
MUZA: Y ya fenecido está
el desembarco: (Aparte. ¡qué miran
mis ojos!)
CONDE:                  ¿Qué os ha admirado?
TARIF: Esa cristiana.
CONDE:                       Es mi hija,
que, sabiendo que a esta costa
el rumbo nos conducía
por habérselo avisado,
a recibirme movida
de su mucho afecto llega.
TARIF: (Aparte.) Para matar con la vista.
FLORINDA: Y agradecer el amparo
que en vuestro auxilio se cifra.
TARIF: Si por el conde, señora, 510
con tanto gusto venía,
ya soy dos veces dichoso,
sabiendo que a vos os sirva
de instrumento en la venganza
a que el conde me conspira.
FLORINDA: Es de muy gallardos pechos
darle, a quien lo necesita,
favor.
TARIF:            Y muy de deidad
admitir el culto pía,
y así no dudéis, señora, 520
cuando el gran poder le auxilia
del rey Miramamolín,
que el desagravio consiga.
CONDE: Ni tú, valiente Tarif,
lo que otra vez revalida
mi promesa en entregarle
la corona prometida
de España.
TARIF:                    Y será pagarle
la fe y confianza digna.
CONDE: Y aun con eso quedará 530
mi venganza muy corrida.
FLORINDA: Y como instrumento yo
de la torpe alevosía,
convocando a mi venganza
mi familia esclarecida
y otros muchos que mi agravio
la venganza les incita,
cuyas valerosas tropas
se llamarán julianistas,
prometo hacer que no queden 540
de España ni aun las cenizas,
porque de mi fiero aliento
quedarán desvanecidas.
TARIF: ¿Conque vos sois la que llora
el rigor de la ignominia?
FLORINDA: Yo soy, porque con decirlo
mi noble sangre encendida
hará que del alevoso
quede la suya corrida.
TARIF: Ya con más indignación 550
a la venganza conspira
el valor, pues que la causa
que nos convoca es divina.
VOCES: (Dentro.) ¡Viva el conde don Julián!
Clarines
TARIF: ¿Qué es esto?
MUZA:                        Alguna salida
que hacer de la plaza intentan.
TARIF: Salga la caballería
a resistirlos.
CONDE:                      No creo
que sea lo que imaginas,
porque bandera de paz 560
tremolan.
VOCES: (Dentro.) ¡El conde viva!
OTROS: Llegue sólo el principal
y deténganse a la vista
los demás.
OTROS:                   Pues Teodomiro
llegue.
TARIF:            ¿Qué es eso?
ANDALI: (Sale.)                                   Lucida
tropa de cristianos es
que al conde hablar solicitan,
y estorbándola los nuestros
al principal sólo envían
en su nombre.
TARIF:                        Pues que llegue, 570
ANDALI: Ya está, señor, a tu vista.
Sale Teodomiro
TEODOMIRO: Tío y señor.
CONDE:                    ¡Teodomiro!
TEODOMIRO: Dame los pies.
CONDE:                        Antes mira
que el gran Tarif Zaray
es el que presente miras.
TEODOMIRO: Perdonad que el regocijo
de ver al conde me olvida
de la atención que se os debe.
TARIF: Es en el conde precisa.
TEODOMIRO: ¡Prima Florinda!
FLORINDA:                           No des 580
el digno nombre de prima,
Teodomiro, a quien sin honra
infama tu sangre digna.
TEODOMIRO: Presto querrá el cielo que
lave la mancha la impía
sangre del tirano rey.
CONDE: ¿A qué es, pues, vuestra venida?
TEODOMIRO: Convoyando muchos nobles
y numerosas familias
que ofendidas de tu agravio 590
a desagraviarte aspiran;
y sabiendo que tú eres
el que entre tropas lucidas
de africanos valerosos
tu venganza solicitas,
las principales cabezas
que aquesa ciudad habitan,
a rendirle la obediencia
al gran señor vienen finas.
TARIF: Tan fina demostración 600
merece ser atendida
del gran Miramamolín,
y mi atención solicita
reconozcáis en nosotros
su agasajo y sus caricias.
CONDE: Es tan de su noble pecho
ejercitar las benignas
demostraciones honrosas
con los que a servirle aspiran,
que no dudo aplaudiréis 610
ser vasallos de su invicta
majestad.
TEODOMIRO:                Así entendidos
estamos por las noticias
que de sus prendas tenemos,
en su piedad y justicia.
TARIF: Buenos fines nos promete
tal principio.
VOCES: (Dentro.) ¡Viva, viva (Caja y clarín.)
el gran Miramamolín!
MUZA: Ya las tropas conducidas
vienen por Mahometo, infante 620
de Túnez; introducidas
están con las nuestras, y él
llega, señor, a tu vista.
TARIF: Salgamos a recibirle,
que es obligación precisa.
Sale Mahometo
MAHOMETO: Ya, Tarif valiente, tienes
a tu lado mi cuchilla.
TARIF: Pues que venga el mundo ahora
con tan fuerte compañía.
MAHOMETO: Apenas yo vi el decreto 630
del gran califa en que intima
que se recluten en Túnez
tropas, y que conducidas
sean por mí, para el logro
de esta tan justa conquista,
fueron tantos los que al eco
del bando que lo publica
acudieron, que no hallaba
buques en que la infinita
multitud cupiera; en fin, 640
con los que pude, las limpias
alas desplegué de lino,
cortando cables, que asidas
las fuertes áncoras de ellos
me impedían la salida;
y así emprende, gana, vence,
arruina, tala, conquista,
premia, castiga o perdona,
que a tus órdenes ceñida
mi obediencia estará siempre, 650
obedeciéndote fina.
TARIF: Hablad al conde, Mahometo.
MAHOMETO: La atención, el alegría
de haber llegado a tu lado
me ha impedido; ya sabida
por todo el mundo, gran conde,
es la razón que os incita
a vuestra justa venganza,
y así esperad conseguirla,
pues de vuestra parte está 660
la razón y la justicia.
CONDE: Con vuestra valiente espada
que la logre es razón fija.
MAHOMETO: ¿Quién es esta diosa humana?
CONDE: Aquesta es mi hija Florinda.
MAHOMETO: Copia es de la primavera,
más que Florinda, florida.
FLORINDA: Más retrato es del estío,
agostada la honra mía;
pero regada con sangre 670
florecerá siempre viva.
Dentro, algazara de moros
TARIF: Mirad, mirad, ¿qué es aqueso?
ANDALI: ¿Pues desde aquí no lo miras?
Una vieja es, que corriendo
viene a este real con gran prisa,
con una caña en la mano
que forma una banderilla
con un lienzo o trapo blanco.
TEODOMIRO: Ella es figura exquisita.
Sale la Cabezuda, vieja labradora
CABEZUDA: ¿A dónde está el general? 680
TARIF: Yo soy; di qué solicitas.
CABEZUDA: La presencia es ella propia:
¿tenéis un lunar por dicha
por cima del hombro diestro?
TARIF: ¿Quién te ha dado esa noticia
de esa señal?
CABEZUDA:                       ¿Lo tenéis?
TARIF: Sí, mujer.
CABEZUDA:                 Pues, en albricias
de una noticia que os traigo,
os pido que a mi familia
no se le haga ningún daño. 690
TARIF: Yo os lo ofrezco.
ANDALI:                             Hechicería
debe de ser, porque vieja
y adivinar, bien se indicia.
CABEZUDA: Pues yo soy la Cabezuda,
por tal nombre conocida
por esta comarca; habrá
ochenta años, siendo niña,
que estando un día leyendo
un papel de profecías
de un santo varón mi padre, 700
al calor de la cocina,
decía que nuestra España
árabes la poseerían,
y el que había de empezar
tan valerosa conquista
tendría un lunar, señor,
del hombro derecho encima;
y más decía también,
que su mano taparía,
sin bajar el cuerpo nada, 710
toda la diestra rodilla:
(Violentándose.) ved si tenéis esta seña,
si merezco las albricias.
TARIF: Sí, merecéis, porque son
las señales peregrinas
con que Alá me señaló,
por brazo de su justicia,
sin duda.
MUZA:                Con tal anuncio
cierto es, a España, rendirla.
MAHOMETO: Y que a la ley de Mahoma 720
reduzcamos sus familias.
FLORINDA: (Aparte.) ¡Ay de mí, infeliz, qué he oído!
¿Yo puedo ser causa impía
de estos daños?; pero como
me vengue yo, en nada mira
mi rencor.
TEODOMIRO:                  Gran Tarif, vamos
adonde con fe rendida
os sirva de alojamiento
Villaviciosa, aunque indigna.
TARIF: Vamos, infante Mahometo, 730
don Julián, bella Florinda,
vamos; ¿qué es eso?, que el rostro
nuevo pesar pronostica.
FLORINDA: Cuanto más entro en mi patria
me acuerdo de mi desdicha.
CONDE: Presto se volverá gozo
viendo de España la ruina.
MUZA: Yo os lo ofrezco.
CABEZUDA:                             Yo os lo anuncio.
MAHOMETO: Mi acero lo facilita.
TEODOMIRO: Nuestro auxilio lo promete. 740
TARIF: Y vuestra razón lo afirma.
CONDE: Pues a la venganza vamos;
¡muera España!
TODOS:                             ¡África viva'
(Vanse todos.)
Salen el rey, don Sancho, don Pelayo, don Opas, Laín y Almerique
SANCHO: Esta es la torre, señor,
prodigiosa que no ha habido
quien abrirla haya podido
para penetrar su horror.
REY: ¿Traéis dispuestas las luces
para examinar su estancia?
SANCHO: Atrás vienen, y a distancia 750
corta.
LAÍN:          Multitud de cruces
era mejor, por librarse
de los diablos que la habitan;
yo creo que solicitan
éstos en vida infernarse.
PELAYO: A su horrorosa mansión
no entréis vos, señor, os pido,
porque el verlo conseguido
lográis en esta ocasión
conque nosotros entremos, 760
sin arriesgar tu persona.
REY: El mayor riesgo abandona
mi valor; dejad extremos.
OPAS: Esto de encantos, sólo es
fantasías y amenazas;
y así, ¿para qué embarazas
de esta gloria el interés
a su majestad? Pues cuando
el diablo poder tuviera
de hacer daño, le venciera 770
exorcismos pronunciando.
LAÍN: ¡San Antón!, ¿encantos dijo?
El diablo me trajo aquí.
ALMERIQUE: ¿Llegan los villanos?
SANCHO:                                  Sí.
LAÍN: Ya yo de verlos me aflijo.
Salen dos villanos con teas y picos
1ER. VILLANO: ¿Qué intenta su majestad,
si estamos aparejados
con las teas encendidas
y los picos en las manos?
LAÍN: Tener a la mano el pico 780
es muy propio en los villanos
pues que más que con la lengua
se explican, cuando enojados,
con las manos.
REY:                        Que esa puerta
derribéis y entréis guiando
con la luz.
2º VILLANO:                 ¡San Nicudemo
me valga!
1ER. VILLANO: ¡Y san Todos Santos!
2º VILLANO: El romper la puerta vaya,
pero entrar, señor, guïando,
no sabemos el camino, 790
y ha de ser muy intrincado.
PELAYO: ¿De qué, villano, lo infieres?
LAÍN: De que el camino del diablo,
aunque lo pone muy liso,
no le parece muy llano.
REY: Acabad, villanos.
OPAS:                             Vaya,
¿qué aguardáis?
LOS DOS:                          Señor, ya vamos.
1ER. VILLANO: ¡Qué cara tiene el obispo!
¿No se parece a Pilatos?
OPAS: Picad con fuerza, ¿qué es esto? 800
2º VILLANO: Señor, con fuerza picamos,
pero se nos hace duro.

A los golpes que dan con los picos en la puerta suenan truenos dentro de la torre, y caen ellos

1ER. VILLANO: ¡Válgame san Tesifón!
2º VILLANO: ¡Ay, que me llevan los diablos!
LAÍN: Afuera suenan los truenos;
si entran allá, dará el rayo.
REY: Entremos nosotros, que estos
no ha de ser posible hagamos
que entren; dejad esa tea,
seguidme, que yo guïando
voy.
SANCHO: Señor...
REY:              Nadie pretenda
estorbar mi intento. (Vase.)
PELAYO:                                           Vamos
tras él, pues que no podemos
conseguir el evitarlo. (Vase.)
SANCHO: Entra tú.
LAÍN:               Yo no, señor.
SANCHO: ¿Por qué?
LAÍN:                  Porque es necesario
quien ayude a los conjuros
del obispo, y yo me hallo
capaz para responder
a todo, que fui ordenado 820
de tonsura allá en mi tierra.
SANCHO: Quédate, infame villano. (Vase.)
LAÍN: Sea muy en hora buena
infame, villano, y cuanto
usted quiera, como no
sea en vida condenado.
OPAS: Idos, villanos, de aquí.
LOS DOS: De buena gana. (Vanse.)
LAÍN:                           Aguardaos.
OPAS: Vete tú también, cobarde.
LAÍN: Ya ese camino está andado. (Vase.) 830
OPAS: Rumor ninguno se escucha
dentro del lóbrego espacio:
¿si habrán todos perecido?,
¿quién lo duda?; pues ni aun pasos
se escuchan; ¡pluguiera al cielo
fuera cierto!; pues quedando
sepultados en su abismo
pudiera sin embarazo
poseer esta corona
que ciñe aqueste tirano, 840
el legítimo heredero
de Witiza, que amparado
del mahometano se halla;
y yo juzgo se ha logrado,
pues no se escucha rumor,
y ya ha gran tiempo que entraron;
sin duda que el justo cielo
el castigo le habrá dado
de sus insultos y vicios;
mas rumor acelerado (Terremoto.) 850
siento, ¿qué será?
Salen el rey y los que entraron, asombrados
REY:                              Don Opas.
OPAS: Gran señor! (Aparte. ¿Qué, se han librado?)
TODOS: Valednos, piadosos cielos.
OPAS: La torre se viene abajo,
no os asustéis. (Aparte. ¡Que ahora fuese
y no cuando dentro entraron!)
Arruínase la torre
PELAYO: Todo se ha hundido.
SANCHO:                                 ¡Qué asombro!
ALMERIQUE: Todo ha quedado arruinado.
REY: ¡Pastor y padre, ay de mí!
OPAS: ¿Qué has visto, señor?
REY:                                    No acabo 860
de desechar el pavor.
OPAS: Sosiégate, y recobrado
di lo que has visto, señor.
REY: Ya en el cielo soberano
se ha leído la sentencia
de España, y no admite fallo;
ya el brazo de la justicia
contra mí está levantado
y contra este infeliz reino.
SANCHO: ¡Gran portento!
PELAYO:                          ¡Horrible caso! 870
OPAS: ¿Pues qué has visto, señor, di?
REY: Atiende para admirarlo.
Apenas por el bostezo
de aquese fúnebre espacio,
con pasos flojos y torpes,
medrosos, los cuatro entramos,
cuando, trémulas las luces
de las teas, al delgado
soplo del aire que, frío,
era a los miembros letargo, 880
todo cuanto se miraba,
como la llama vagando
andaba al rigor del viento,
parecía que al espacio,
vago edificio del aire,
le temblaban asustados
de aquel viviente edificio
los miembros que le formaron;
mas, convocando el valor,
del pundonor irritado, 890
al más oculto retiro,
valerosos penetramos,
y a la escasa luz nocturna
que las teas mendigaron,
en un obscuro retrete
del horror, funesto espacio,
miré una estatua de bronce
que incesantemente dando
fuertes golpes sobre un globo,
decía: «Mi oficio hago»; 900
de donde yo colegí
que era el tiempo, que allí dando
sobre el mundo, con los golpes
de días le iba acabando.
Y reparando el peligro
de tal golpe, anticipado,
le pedí que sosegase
su tarea un breve rato,
porque sólo era mi intento,
sin descomponer su encanto, 910
saber lo que contenía,
y suspendiendo el cansado
golpe, oí que articuló
con grande acento formado:
«¿Dónde vas, infeliz rey?
Por tu mal aquí has entrado.»
Quedé a la voz suspendido,
y pronunció de allí a un rato:
«Que por extrañas naciones
me vería despojado 920
del reino (¡cruel profecía!)
y mis gentes (¡qué presagio!)
castigadas crüelmente.»
Quedé absorto, yerto, helado,
y sin poder responder,
y volviendo al continuado
afán, dijo: «Arbes invoco»;
y huyendo del fuerte amago
nos volvimos a salir
confusos, ciegos, turbados, 930
y en saliendo, como viste,
su edificio desplomado,
para crecer el asombro,
no dejó seña ni rastro
de lo que fue: conque advierte
si con gran razón me hallo
temeroso y confundido,
pues por no ver lo que aguardo,
me hubiera sido mejor
que sobre mí, desquiciado, 940
quedara para no ver
tan lamentable presagio.
OPAS: Señor, esas amenazas
que tu aprensión ha formado,
profecías misteriosas
pueden ser, avisos falsos
del enemigo, que viendo
que estás tan necesitado
para socorrer tu reino
del tesoro, para erario 950
de tu corona, te puso
aquel funesto aparato,
para que tú, confundido,
no lograses el sacarlo,
y bien se ha visto después
con dejarlo sepultado
en las ruinas del castillo,
de donde imposible hallo
que se pueda conseguir;
y así otros medios tomando, 960
y sacando de la iglesia
el tesoro reservado,
te puedes valer de él
para pretexto tan santo.
(Aparte. ¡Añada culpas a culpas
para que admire su estrago!)
SANCHO: El obispo, gran señor,
discurre como tan sabio;
pongamos de nuestra parte
sin desmayar por amagos, 970
y haga Dios lo que servido
fuere, pues que de su mano
somos hechura, y es dueño
de deshacer lo formado.
PELAYO: Aliéntate, gran Rodrigo.
REY: Es el alentarme en vano,
que todo cuanto me ha dicho
don Opas sólo es llevado
de procurar mi consuelo;
lo creyera resignado, 980
a no mirarme vencido
de tan inmensos pecados
como contra Dios y el mundo
de la fe y de mis vasallos,
cometimos en España
así yo como el tirano,
mi antecesor Witiza,
y conozco que obstinado
el cielo, de los insultos,
nos previene el justo estrago; 990
mas, pues no tiene remedio
el castigo que esperamos,
sea dando mucho asunto
a los volúmenes raros,
y a la sangre generosa
que conservo de los baltos;
y así, yo en persona quiero
arrojarme despechado
al riesgo que me predice
el anuncio soberano. 1000
Y ahora sin dilación
mi real corte pasando
a Córdoba, me pondré
el primero yo en el campo,
expuesto el pecho al castigo,
consiguiendo eterno lauro.
OPAS: (Aparte.) Y yo con mi industria espero
que he de ponerte en las manos
de tus propios enemigos.
SANCHO: Señor, si determinado 1010
estás ya de ir en persona,
no quedará en el espacio
de España quien no te siga
para morir a tu lado.
PELAYO: Y verás cómo el valor
de tus valientes vasallos
te quita de la aprensión
y recelo que has formado,
venciendo tus enemigos.
ALMERIQUE: Y más llevando a tu lado 1020
de Almerique la osadía.
OPAS: Y yo, que dejando a un lado
de obispo la dignidad,
he de ser fatal estrago
de quien se oponga a tu imperio.
REY: Algo me habéis consolado,
y así, amigos y parientes,
vamos al intento.
TODOS:                            Vamos.
REY: Con vuestro aliento me aliento.
TODOS: De vuestra vista mirados... 1030
SANCHO: ¿Quién no ejecutará hazañas?
PELAYO: ¿Quién no postrará africanos?
ALMERIQUE: ¿Quién nos podrá competir?
OPAS: ¿Quién no peleará gallardo?
REY: Pues al riesgo.
SANCHO:                        A la victoria.
PELAYO: Al triunfo.
ALMERIQUE:                 Al peligro osados.
OPAS: (Aparte.) A entregarte a su venganza.
REY: ¡Viva España!
TODOS:                        ¡Muera el falso
Alcorán del vil profeta!
REY: Pues vamos, amigos.
TODOS:                                 Vamos. 1040

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