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Daniel Moyano, Libro de navíos y borrascas. Bs. As., Legasa, 1983, 249. Como todas las citas corresponden a esta edición, me limito de aquí en más a señalar el número de página. En adelante me referiré al texto mediante la sigla LNB.
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A esta altura conviene deslindar entre la realidad y lo real. Por lo real entiendo el conjunto de hechos, objetos, relaciones, a los cuales atribuimos una existencia histórica, empíricamente efectiva, existencia que en gran medida depende de representaciones personales y culturales, lo que la torna inapresable, imposible de «probar» como tal. Sobre esos data de lo real, construimos una representación que los organice en una estructura, construcción a la que me refiero con el término realidad.
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En relación con esto podría notarse la muy frecuente alusión al Quijote que se lleva a cabo a lo largo del texto, alusión efectuada mediante mecanismos diversos: mención directa, cita, paráfrasis, etc. Alusión que se toma significativa por tratarse de un personaje paradigmático en su exilio de la realidad, y eso no por haber decidido vivir en la ficción sino por haber borrado las fronteras entre ambos territorios. Pero este es tema que ameritaría un trabajo aparte.
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Este fragmento pertenece a una declaración del autor recogida por reina Roffé en el artículo citado en la bibliografía.
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Descendiente de inmigrantes -lo que es una forma de exilio-, debió emigrar con su familia a Córdoba, luego, voluntariamente, a La Rioja, y de ahí, a España. Un escritor exiliado en el momento de producción de la novela, que escribe sobre los exiliados y el exilio.
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Tomo este concepto de Deleuze, quien lo expone en su Lógica del sentido.