51
Véase el reciente estudio de P. Álvarez de Miranda, «"El mejor amigo que tengo". En torno al epistolario de Mayans y Martínez Pingarrón», en MESTRE SANCHIS, A. (ed.), Actas del congreso internacional sobre Gregorio Mayans, Valencia, Publicaciones del Ayuntamiento de Oliva, 1999, pp. 265-268.
52
LUZÁN, I. de, Memorias literarias de París: actual estado, y método de sus estudios, Madrid, imprenta de Gabriel Ramírez, 1751; sobre la dudosa capacidad de Luzán como intermediario cultural, vid. CARNERO, G., «Las Memorias literarias de París y la supuesta modernidad de Ignacio de Luzán ante la ciencia y la literatura de su tiempo», en CARNERO, G., Estudios sobre el teatro español del siglo XVIII, Zaragoza, PUZ, 1997, pp. 45-65. Sobre la obra de Almodóvar puede verse el artículo de LAFARGA, F., «Francia en la Década epistolar del duque de Almodóvar: información, opinión e imagen», en AYMES, Jean-René (ed.), La imagen de Francia en España durante la segunda mitad del siglo XVIII, Alicante, Instituto de cultura Juan Gil-Albert, 1996, pp. 215-222.
53
Cartas familiares, tomo III, Carta I, pp. 15-16.
54
Cartas familiares, tomo III, Carta I, pp. 198-200.
55
Véanse a este respecto sus comentarios en torno a la intensa participación de la nobleza en la vida cultural de Turín (Cartas familiares, tomo V, Carta VII, pp. 104-106).
56
Cartas familiares, tomo II, Carta XI, pp. 67-68. Otra queja contra el desinterés por el comercio exterior de nuestros impresores y libreros puede leerse en Cartas familiares, tomo III, Carta V, pp. 135-137.
57
Testimonio
contemporáneo de la inextinguible desconfianza de los
reformistas borbónicos hacia los literatos jesuitas, incluso
tras veinte años de exilio, puede ser este párrafo de
una carta confidencial de J. Nicolás de Azara, ministro
plenipotenciario español ante el papa Pío VI, al
conde de Floridablanca, secretario de Estado, fechada en Roma a 18
de marzo de 1789: «Por lo que toca a
nuestros españoles en particular, yo no sé
cómo se piensa ahí de esta inundación de obras
que envían cuasi todas las semanas nuestros ex jesuitas; y
que si Dios no lo remedia, han de henchir el Reino de un nuevo
género de libros no sólo inútil, sino el
más perjudicial a la nación; porque no hay uno que
pase de la mediocridad, y poquísimos los que alcancen aun
este grado. Muchos corrompen la nación fomentando la
vanidad, la ignorancia y la suficiencia. Otros, sin enseñar
nada de nuevo, disfrazan lo que han leído en cuatro libretos
vulgares por Italia, y los más hacen historias y
descripciones de Indias sin saber lo que se dicen, de memoria y sin
haber saludado tan siquiera la geografía, la historia
natural ni ninguna de las ciencias naturales de que pretenden
hablar. Cuando alguno de ellos se ha atrevido a publicar
aquí alguna obra de éstas en italiano o latín,
se han reído de él estos literatos, no obstante que
dichas ciencias no sean las que más florecen en este
país. Sin embargo de esto, ya ve V.E. el diluvio de ellas que nos
amenaza. Hay más de mil que por su desgracia y por la
nuestra saben escribir, y se ocupan en esto actualmente a salga lo
que saliere; y lo hacen con tres fines principales: 1°, por
ganar la pensión doble que han visto se ha dado a muchos en
premio de los libros que han publicado; 2°, por introducir a
venga o no venga en todas sus obras las doctrinas, máximas y
sistemas de la antigua Compañía,
refrescándolas en la memoria de los españoles, y
más de los indianos; 3°, por hacer hablar de sí
en el Reino, despertar la compasión y hacer sentir a los
incautos la falta que hace en España una gente tan aplicada
y tan necesaria para la instrucción. Nosotros mismos hemos
contribuido a fomentar este falso sistema, animándolos a
escribir, premiando sus trabajos y haciendo imprimir sus obras. Yo
por mi parte confieso que soy en esto de los más culpados,
porque he sido tal vez el que más los ha estimulado a
emplearse en este ejercicio; pero lo hice al principio viendo la
ociosidad en que se marchitaban tantos españoles que
podían ser útiles a la sociedad aplicándose;
pero no lo habría hecho si hubiera podido adivinar el abuso
que habían de hacer del bien que se les hacía. Cuando
lo he conocido, ya no me he atrevido a contrarrestar el torrente
por muchas razones; y principalmente porque ya habían ganado
ahí demasiados protectores engañados con la
apariencia de la utilidad; por no oponerme al bien que resultaba a
esta gente; por algún respeto infeliz, y por no meterme,
como he dicho arriba, a hacer el literato cuando debo hacer el
ministro.»
(Archivo Ministerio de Asuntos Exteriores,
Santa Sede, legajo 360, exp.
13).
58
Cartas familiares, tomo I, Carta I, pp. 5-6. Sobre el exilio de los literatos jesuitas, es de consulta obligada el estudio de BATLLORI, M., La cultura hispano-italiana de los jesuitas expulsos españoles - hispanoamericanos - filipinos, 1767-1814, Madrid, Gredos, 1966. Véase también TIETZ, M. (ed.), Los jesuitas españoles expulsos: su imagen y su contribución al saber sobre el mundo hispánico en la Europa del siglo XVIII, Madrid, Iberoamericana, 2001.
59
Cartas familiares, tomo II, Carta X, pp. 47-48, en nota a la segunda edición. Se alude aquí a la obra Descrizione dei circi, particolarmente di quello di Caracalla e dei giuochi in essi celebrati, opera postuma, ordinata e pubblicata dal architetto Angiolo Uggeri, con note da Carlo Fea, e con versione francese, Roma, Pagliarini, 1789, fol., con 20 estampas. No hemos logrado identificar al literato exjesuita al que se refiere.
60
Cartas familiares, tomo II, Carta XV, pp. 258-260 y 262-263.