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Espacios viajeros e identidad femenina en el México de fin de siècle: «El Álbum de la Mujer» de Concepción Gimeno 1883-1890

Carmen Ramos Escandón






El Álbum de la Mujer, periodismo femenino como libro de viaje

La tradición viajera de las mujeres europeas del siglo XIX tuvo momentos culminantes con Flora Tristán o Maria Graham (nacida Dundas)1. Tristán da cuenta de su recorrido por Londres y sus observaciones sobre la clase obrera, tema por demás original y atrevido para ese momento, con observaciones que coinciden, pero anteceden a las de Federico Engels. Por su parte, Mary Calcott (antes Gram.) recorre lugares tan exóticos como Chile (1822) y Brasil (1823). Ambas demuestran el interés de las mujeres europeas por otros mundos, lejos de los que les son familiares y cotidianos. Son preferentemente las inglesas, austríacas, alemanas, las norteamericanas, las mujeres que recorren la amplitud del continente, las españolas viajan menos, pero hacia fin de siglo hay una excepción notable. Concepción Gimeno2 de Flaquer quien en 1883 comenzó a publicar en la ciudad de México El Álbum de la Mujer. Anunciándose como periódico ilustrado, esta nueva adición a la prensa de la ciudad de México se inserta en una lista de publicaciones destinadas a las mujeres que habían venido apareciendo por aquellos años3. Sin embargo, El Álbum de la mujer tenía una característica especial para la época, estaba dirigido por su propia dueña. «Directora propietaria» era el cargo oficial que aparecía bajo el nombre de Concepción Gimeno de Flaquer. Nacida en Alcañiz (Teruel) en diciembre de 1850, se educó en Zaragoza, capital de Aragón, de donde emigró a Madrid. Allí tuvo contacto con los círculos intelectuales de la península. Esta mujer española que vivía en ese momento en la ciudad de México, había publicado diez años antes, en 1873, su primera novela, Victorina o el heroísmo del corazón, drama sentimental sobre las opciones matrimoniales de una joven mujer, que accede al matrimonio a pesar de no estar enamorada. En 1872 residió en Cataluña fundando en Barcelona La ilustración de la mujer, publicación que claramente expresa su propósito de defender los intereses del colectivo femenino. Doña María de la Concepción Loreto Laura Rufina Gimeno y Gil contrajo matrimonio con Francisco de Paula Flaquer y Fraise, periodista, con quien pasó a México hacia fines de 1882. Sus contactos sociales entre la comunidad ibérica en la ciudad de México, su situación social privilegiada y su carácter de extranjera le permitieron establecerse entre la intelectualidad mexicana como la propietaria y directora de un periódico que, si no el primero, sí es de los pocos que se dedicaron específicamente a temas de la mujer desde una perspectiva claramente feminista en el fin del siglo diecinueve en México.

Este enfoque convierte a El Álbum de la mujer en una publicación sumamente original para la época, pues eran pocas las publicaciones dedicadas a la mujer, con un enfoque explícitamente feminista y menos aún las dirigidas por mujeres. Más aun, El Álbum puede leerse como un libro de viaje en la medida que transporta a sus lectoras mexicanas a otros mundos, tanto los ibéricos, de donde procede la Gimeno, como los mundos reconstruidos del pasado y la imaginación literaria.

El Álbum de la Mujer fue así mismo un difusor de la cultura hispana en México. De hecho, inmediatamente debajo del título, el periódico incluía un cintillo que decía: Cultura Hispano-Mexicana. En la parte superior se lee El Álbum de la Mujer, abajo: Ilustración Hispano-mexicana. El Álbum de la Mujer comenzó su publicación en septiembre de 1883, en su «saludo» que es el texto inicial en el que se da cuenta de las motivaciones de la publicación, su editora y dueña, proponía su explicación de lo que se proponía con la nueva publicación al decir:

Denomino el álbum de la mujer al periódico que os ofrezco porque el álbum es un monumento consagrado al bello sexo, en el que todo artista notable todo ilustre viajero y todo literato inminente, deja su fama como un homenaje de respetuosa admiración4.



Así, desde la aparición misma de la publicación, Gimeno declaraba el carácter de Álbum de viaje de su propia publicación, destacando el estilo misceláneo, de espacio de visita, de asombro y descubrimiento de otras realidades, tan característico de la literatura viajera. En efecto, el dibujo mismo que servía de frontispicio al periódico y enmarcaba su título, tiene un carácter abigarrado, en donde las varias actividades de la mujer están ilustradas simultáneamente. La mujer maestra enseña a leer, la mujer madre cuida de su infante, la mujer artista pinta, la mujer música toca el piano. Actividades femeninas todas que, sin embargo, hablan de los diferentes mundos de la mujer, de la posibilidad de una diversidad de actividades que la trasladan, como en un viaje imaginario, de un mundo a otro, que la sacan de la constricción de la domesticidad, de la repetición del cotidiano, acercando a diversas formas de cultura.

Gimeno de Flaquer define El Álbum en los siguientes términos: «El álbum, que para la mujer frívola es un alcázar donde cuelga los trofeos de su vanidad, es para la mujer seria una urna donde deposita los recuerdos que le son más queridos». El álbum se concibe así como un espacio para la mujer, para los «alfileres», los recuerdos de la mujer, un espacio también de consumo, de habitación, es pues un espacio femenino por antonomasia. Este sentido de colección, de minucia, de vida femenina interna es de destacar en esta publicación. En especial, resulta sumamente interesante cómo se construye discursivamente un imaginario de la identidad y la cultura femenina en donde se proyecta una otredad de mundos viajeros, de espacios de viajes imaginarios que apoyados en las ilustraciones del periódico, contribuyen a la creación de una sensibilidad femenina.

Particularmente importante es el uso de imágenes visuales de los lugares cuya visita y descripción se incluyen en el texto. El recurso significa un enfoque sumamente moderno para la época, dado que las ilustraciones resultaban costosas, y en su mayoría están hechas específicamente para el periódico. Sin embargo, además de aumentar su costo, lo que resulta interesante es el hecho de que su empleo constituyó una novedad editorial aparentemente empleada para aumentar el atractivo del diario.

El uso de imágenes resultó sumamente efectivo para las lectoras, que cuentan así con un apoyo visual en el cual asentar la construcción verbal de los lugares descritos. La visita a la otredad de la vida femenina se vuelve de este modo más tangible, más real.

Así pues, es interesante destacar el papel de El Álbum de la mujer como espacio de viaje, de mirada asombrada a otra realidad, de otredad de lo tradicionalmente femenino, es un proceso de construcción de un imaginario femenino alternativo en donde el viaje consiste en la transición del cotidiano irrelevante, al asombro intelectual, a la curiosidad nunca resuelta de la indagación, a la inquietud desquiciante del conocimiento. Se trata de un ir más allá de lo trillado, un traslado que le proporciona a la mujer la posibilidad de una alteridad cognoscitiva de otros mundos, de otros espacios en los que la mujer sale del encierro cotidiano, de la planicie de lo inmediato para explorar los mundos desconocidos de otras realidades.




El álbum como invención de un universo de alteridad

En primer lugar, Gimeno construye el concepto de álbum mismo con una historia que se antoja ficticia: según ella apunta, el concepto de «álbum» se origina en un monasterio cartujo en donde todos los viajeros que pasaban por allí dejaban sus recuerdos. Como es sabido el monasterio cartujo se distingue precisamente por el silencio sepulcral que reina en él, en cambio la palabra escrita no estaba prohibida y las anotaciones de los viajeros que visitan el lugar es lo que según Gimeno constituye el origen del «álbum».

Para explicar pues el desarrollo del concepto álbum, que le sirve como justificante de su enfoque en el periódico, Gimeno recurre a un cosmopolitismo que revela su familiaridad con diversos países y culturas. «Los ingleses tomaron como suya la invención del libro que se debió a los cartujos, llamado álbum, los franceses impusieron la moda de él, los españoles lo adoptaron, y yo me permito hacer una innovación en el álbum dedicándolo a las bellas mexicanas, en forma de periódico. ¿Les será grato?»5.

El formato del periódico, desde luego, tiende a atraer la atención de las lectoras con la ilustración a gran tamaño, de toda la página puede decirse, de una figura femenina. Así, en la portada, del primer número el grabado central es el de sor Juana Inés de la Cruz, con lo cual la revista, cosmopolita como pretende ser, adquiere un tono claramente local. Al respecto dice: «damos hoy con preferencia, como un homenaje a este ilustrado pueblo, el retrato de la notable escritora del siglo XVII, que indudablemente es una de las legítimas glorias hispano mexicanas, muy estimada en el mundo de las letras y vulgarmente llamada la monja de México. Nació en 1614 y murió en 1697. Estudió la lengua latina, la retórica y la filosofía bajo la dirección de un tío suyo y tomó velo en el convento de las madres jerónimas en esta ciudad, de resultas de una pasión desgraciada, después de repartir su patrimonio a los pobres. El juicio de sus obras lo fiamos a la autorizada pluma del ilustrado académico Sr. Conde de Casa Valencia»6. Paralelamente, en la ilustración que enmarca el título de la publicación, aparecen las viñetas de los muchos mundos de la actividad femenina, la mujer ángel, la mujer artista, la mujer madre y la mujer música, en este caso, pianista.




Los varios mundos femeninos

Bien puede pensarse que esta primera ilustración frontal sea una alegoría del papel de enseñanza y difusión que su directora le otorga a la publicación y no es casual que todas las figuras, inclusive la del Ángel, sean femeninas. La propia Concepción Gimeno, en su carácter de trasterrada española en México, se mueve entre los círculos políticos e intelectuales más destacados, tanto en España como en México. Propietaria y directora de un diario tan original, Concepción Gimeno incluía entre sus relaciones a figuras destacadas del mundo de las letras, del poder y de la realeza7. En efecto, en las páginas de El Álbum aparecieron artículos firmados por algunos de los más distinguidos escritores mexicanos y españoles tales como Emilio Castelar, Mesonero Romanos, Leopoldo Alas Clarín o bien algunas de las pocas y distinguidas mujeres escritoras como Carolina Coronado, Concepción Arenal o la propia Emilia Pardo Bazán, de quien por cierto se incluye también retrato y perfil biográfico.

El periódico aparecía semanalmente, los domingos. Se financiaba tanto con suscripciones como con venta de espacio en la publicación, pues dos páginas completas de las doce de que constaba, estaban dedicadas a anuncios, la mayoría de ellos de casas de comercio, de importación y exportación.

Para 1885 el periódico seguía apareciendo con toda regularidad cada semana e incluía varias secciones fijas, y en el propio diario se incluía un anuncio sobre la publicación, destacando su originalidad y el carácter viajero de la revista, su papel de ventanal abierto a otras realidades:

El álbum de la mujer es una ilustración hispano mexicana que no se ocupa de política y tiene por objeto la propagación de lecturas morales para las familias, el desenvolvimiento del amor a lo bello y la reproducción de retratos, paisajes y monumentos de cuanto célebre exista en Europa y América. Este periódico hace conocer las mejores novelas de autores mexicanos y españoles con objeto de desterrar las corruptoras novelas que tanto perjudican a la juventud. Nuestro periódico acentuará la parte literaria con secciones religiosas, científicas, variedades, galerías de tipos de todos los países y biografías. Daremos crónicas mexicanas, parisienses y madrileñas y publicaremos todo lo notable que se lea en el Ateneo de Madrid. El Álbum de la mujer, de gran tamaño, rico papel y parte tipográfica a la altura de las mejores publicaciones europeas no aumentará de precio a pesar de sus notables mejoras8.



El carácter de periódico ilustrado se confirma por la práctica, continuada a lo largo de los años que duró la publicación, y acentuada a partir de 1885, de presentar en la primera página, un grabado de una mujer célebre, acompañado de un artículo explicativo de los méritos de la escogida para aparecer en la portada. Por allí desfilaron sor Juana Inés de la Cruz, Isabel de Castilla, la cantante Ángela Peralta, la actriz Sarah Bernhardt, la reina Cristina de Suecia, doña Jimena (la esposa del Cid) y una pléyade de figuras femeninas tanto históricas como contemporáneas.

Sin embargo, la parte gráfica que resulta más reveladora de la función de la publicación como libro de viaje, es la que se refiere a las páginas interiores, generalmente las páginas centrales, donde pareados frente a frente se reproducían en grabados muy elaborados, de buena calidad, paisajes, iglesias, escenas de la vida doméstica y monumentos o sitios notables, tanto de España como de México, y hasta muebles9. Es este espacio gráfico y textual el que quiero destacar como espacio de construcción de una alteridad viajera, de un texto imaginario en el que aparece la construcción de un imaginario femenino que destaca el exotismo, lo diverso, pero al mismo tiempo de concreción específica local, pero en todo caso construyendo un espacio de viaje de traslado, de otredad que permite a las mujeres salir de la prisión de la domesticidad.

En efecto, ya desde su número inicial en 1883, El Álbum de la mujer dio cuenta de las motivaciones de la publicación. Así, señalaba que «quisiera poseer el pincel del sublime colorista, el pincel de Tiziano, con objeto de hacer fielmente vuestro asunto, anhelo la inspiración de Saint Buve para detallar los hermosos relieves de vuestra alma, para fijar de un modo indeleble los delicados contornos de vuestra silueta moral»10.

Doña Concepción, explicaba: «Denomino El álbum de la mujer al periódico que os ofrezco porque el álbum es un monumento consagrado al bello sexo, en el que todo artista notable todo ilustre viajero y todo literato inminente, deja su fama como un homenaje de respetuosa admiración»11.

Así pues, desde la aparición misma de la publicación, Gimeno declaraba el carácter de Álbum de viaje de su propia publicación. En este sentido, el Álbum es un libro de viaje, más aún, de múltiples viajes, puesto que se incluyen los sitios más diversos. En efecto, en esta parte gráfica de páginas interiores hay una intencionalidad de crear para las lectoras que acudían a las páginas de El Álbum, un espacio que hace referencia a otros países, a una realidad diversa, a una otredad no prevista, en suma a un espacio de alteridad, de viaje del imaginario, de la mente, aunque sin dejar la territorialidad específica del espacio real. Son mundos imaginarios en los que pasea la mujer, que leyendo desde su casa en la ciudad de México puede visitar mediante este recurso los sitios más exóticos, tanto de paisajes de la antigüedad, de la peninsular o de sitios bien concretos del interior de la República y aún de la propia ciudad de México.




Otros mundos, otras vidas

A partir de su primer número, el periódico se dedicó sistemáticamente a la reproducción de un paisaje de España y de México en cada uno de sus números. El primer viaje de El Álbum fue a la catedral de Burgos para el caso español y a una cascada en las cercanías de Córdoba, Veracruz, en el interior mexicano. La descripción que acompaña a estos paisajes pretende ser escueta pero informativa:

La catedral de Burgos es el más acabado ejemplo del gótico florido, presentando una grandiosidad y belleza que asombran. Para admirar este colosal monumento hay que colocarse en la plazoleta de Santa María viéndose la fachada principal y puerta llamada Real de Santa María y del Perdón. Esta portada, como toda la iglesia, es del gótico más sorprendente, y elevadísima altura de 500 pies del frente, los preciosos calados afiligranados, la solidez de todo el edificio, las numerosas estatuas que lo adoran lo gracioso de sus contornos, la riqueza de detalles y ornatos, especialmente del cimborio, producen el mayor encanto12.



Los grabados que ilustran este universo viajero incluyeron también, además de iglesias y monumentos, paisajes idílicos, sitios interesantes, como la plaza de la Concordia en París, un paisaje de Orizaba, en el estado de Veracruz, el templo de la merced en San Luis Potosí, y hasta sitios tan exóticos como un templo de Manila o las montañas del Himalaya. Se trata de una perspectiva que mezcla el cosmopolitismo geográfico e histórico, con la exploración regional e inmediata. Lo mismo se incluye un edificio famoso de la propia ciudad de México, que un paisaje natural del interior de la República o bien un grabado de la reconstrucción de una ciudad antigua, dígase Pompeya, por ejemplo.

Es a partir de este esfuerzo por transportar a la mujer a sitios desconocidos que puede decirse que El Álbum de la mujer es también un álbum de viaje y se inscribe en el estilo de literatura viajera, dado que a cada ilustración acompaña una descripción del lugar, de sus antecedentes históricos y de la relevancia para la cultura.

Es el rescate de esta sección de viaje, de este libro de viaje, de una publicación periódica, lo que resulta sumamente interesante para reconstruir el espacio cultural del fin de siglo mexicano. En particular, el mundo cultural femenino puede rastrearse en esta publicación periódica que toma la función de libro de viaje en un esfuerzo por transportar a sus lectoras más allá de las cuatro paredes de su casa y del mundo siempre igual de la domesticidad en la que se hallan. Al hacerlo, les proporciona otros espacios imaginarios. Se trata de la construcción de una realidad alternativa, de un sitio diverso, desde el cual la mujer puede trascender el aislamiento y la domesticidad. La propia Gimeno reconoce esa capacidad de viaje intelectual de las mexicanas cuando afirma:

La mujer mexicana no es refractaria a las artes ni a las letras, si hasta hoy no había aparecido en ateneos, academias y reuniones literarias, es porque no habían contado con ella los organizadores de tales fiestas13.



Así pues, Gimeno expresa una perspectiva sobre la mujer mexicana construida desde la mirada de una observadora extranjera. Esta mirada mundana de la editora del periódico, saca a las mexicanas de su localidad y las lleva a sitios que jamás pensaron visitar, salvo con el barco de la imaginación, como lo hace la literatura de viaje. En este sentido El Álbum es también un libro de viajes.

Se trata, pues, en las páginas de la publicación de un proceso paralelo, el de la construcción de un estereotipo de mujer mexicana y al mismo tiempo se construye un espacio de otredad, un espacio viajero en el que la mujer puede recrearse y olvidar su situación concreta de mujer.

La voz desde donde se construye este espacio es, paradójicamente, la de una española, es decir una extranjera, que viviendo en México, descubre los tesoros artísticos y geográficos regionales y, al mismo tiempo, evoca los sitios notables de la península ibérica, o de otros países europeos y de otras épocas. Así pues, se trata no solo de la reconstrucción del paisaje geográfico, como en un recorrido real, sino de la creación de un paisaje del imaginario emotivo y artístico que la autora crea a través de las descripciones e ilustraciones de su publicación.

La idea de Gimeno es que El Álbum proporcione a sus lectoras un espacio de solaz, de expresión. Gimeno, al publicar El Álbum de la mujer, está subvirtiendo el orden tradicional de la mujer condenada al silencio, o de la mujer como mero objeto de reflexión masculina, o como diría Geneviève Fraisse, la otredad es necesariamente la mujer, pero en este caso también desde la mujer14.

A través de las páginas de El Álbum de la mujer se construye al mismo tiempo una identidad cultural basada en el idioma, los valores culturales, el lenguaje y se da así la creación de un imaginario colectivo. En este sentido tendría que señalarse que el imaginario se construye sobre la base de la descripción tanto verbal como gráfica de otros mundos, otros espacios de vida interna donde se recrea la sensibilidad de la mujer.

En cuanto a El Álbum de la mujer como literatura de viaje, este se inscribe en una larga tradición, iniciada con la conquista, en la cual los europeos han escrito con fascinación sobre los nuevos territorios. En efecto, la fascinación y exploración de los europeos con América como el otro, es una tradición que se refleja en los numerosos trabajos publicados en Europa desde la conquista misma y que está presente sobre todo en los numerosos escritos de los viajeros europeos y británicos, a través de los cuales recrearon los territorios americanos, sus culturas y sus gentes como parte de la construcción de una nueva realidad, de un imaginario en el que a menudo, con el pretexto de los nuevos territorios, describían sus propias fantasías. Sin embargo, su periódico como una colección de ilustraciones, en realidad, al hacerlo está creando un mundo imaginario que le permite a la mujer explorar, viajar, ver otros sitios y mundos que no son los habituales para sus lectoras, quienes en su gran mayoría, podemos presumir que estaban constreñidas por el ideal de domesticidad al que la mujer porfiriana estaba sometida.

En efecto, es bien sabido que la literatura viajera ocupa un lugar destacado como forma de expresión femenina, incluso en el momento en que las mujeres viven apresadas por la moral victoriana del ángel del hogar. En este sentido Mary Louise Pratt ha señalado cómo la descripción viajera revela una buena dosis de construcción de auto identidad, es decir, que el imaginario europeo se reproduce y afirma en lo que ella ha llamado un fenómeno de transculturación, a través de un proceso de mutua fertilización e influencia que se da en las zonas de contacto entre las colonias y la metrópoli15. Así, nos encontramos con una viajera, y más que viajera, una residente española en la República mexicana, que fue, como todos sabemos, posesión del imperio español. Esta perspectiva de mujer transculturada le da a Gimeno una perspectiva única sobre la realidad mexicana. Por una parte, encuentra el aspecto de la cultura prehispánica, fascinante, exótica, ignota. Por otra parte, no puede menos de reconocerse en el idioma, en la sensibilidad paralela entre México y España, país de donde proviene y que tiene fuertes vínculos históricos y culturales con la nueva realidad a la que se enfrenta. Es un proceso de doble invención, de doble ejercicio de un imaginario viajero, ella describe, apoyada en imágenes gráficas, que no necesariamente son exactas, los paisajes europeos. En especial las reconstrucciones de sitios histórico-arqueológicos, como el Coliseo de Roma, no resulta en lo absoluto exacto, pero las incluye esperando despertar el imaginario de sus lectoras mexicanas, que jamás han visto tales paisajes. Paralelamente, lleva a cabo una labor de difusión de los paisajes y la cultura mexicana para sus lectoras europeas. Este ejercicio lo realiza con la repetición en El Álbum Iberoamericano, de algunos de los artículos e ilustraciones publicadas años antes en El Álbum de la mujer.

En efecto, en 1890 Gimeno, de vuelta en España, se hizo cargo de la dirección de una revista dirigida por su marido. El Álbum Iberoamericano, periódico que bajo su dirección tomó una perspectiva y formato muy similar a El Álbum de la mujer. Allí, Gimeno siguió tratando temas relativos a la mujer, desde un feminismo moderado que apoya la liberación intelectual y el reconocimiento de las capacidades culturales de la mujer, aunque condena su participación política. Paralelamente, desde las páginas de El Álbum Iberoamericano, Gimeno dio a conocer y promovió a autores y autoras latinoamericanos, continuando así su labor de difusión de la cultura hispana en ambos lados del Atlántico y el apoyo a los logros intelectuales de las mujeres.

De esta perspectiva feminista, es importante destacar el acento en el aspecto intelectual, en la especificidad de la cultura femenina y en el reconocimiento de la identidad hispana por encima de las diferencias regionales entre la península y la excolonia.

En este proceso de doble fertilización cultual, descubre y describe mundos imaginarios que no se encuentran ni en Europa ni en América, sino en el imaginario femenino de una mujer que se atreve a soñar y a hacer soñar a sus lectoras. Al hacerlo las arranca de lo cotidiano y las transporta al tiempo eterno de la invención de sí mismas en la que están empeñadas las mujeres.






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