Ni hablar ni callar podré.
con dos galeazas solas,
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Fue tu intento que llegase
llamada en un tiempo Elisa,
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aquella que está a la boca
del Freto Hercúleo fundada
-que Ceido, Ceuta en hebreo,
vuelto en el árabe idioma
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y ella es ciudad tan hermosa-,
aquella, pues, que los cielos
quizá por justos enojos
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y en oprobio de las armas
en sus torres se enarbolan
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tenidos siempre a los ojos:
nuestros aplausos, un freno
que nuestro orgullo reposa,
un Cáucaso que detiene
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la corriente y, puesta en medio,
el paso a España le estorba.
de mirar y inquirir todas
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que hoy tiene y cómo podrás
emprender la guerra. El cielo
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mayor desdicha, pues creo
que está su empresa dudosa
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te está apellidando otra;
pues las armas prevenidas
para la gran Ceuta importa
que sobre Tánger acudan,
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de igual pena, igual desdicha,
igual ruina, igual congoja.
que, medio dormido el sol,
rubios cabellos, que enjugan
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con paños de oro a la aurora
lágrimas de fuego y nieve
que el sol convirtió en aljófar,
venía una gruesa tropa
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de naves, si bien entonces
si eran naos o si eran rocas,
porque como en los países
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que en perspectiva dudosa
y tal ciudades famosas,
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porque la distancia siempre
monstruos imposibles forma,
hicieron luces y sombras,
confundiendo mar y cielo
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con las nubes y las ondas
pues ella entonces curiosa
sólo apercibió los bultos
y no distinguió las formas.
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viendo que sus puntas tocan
con el cielo, que eran nubes
de las que a la mar se arrojan
lluvias que el cristal aborta;
sorberse el mar gota a gota.
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Luego, de marinos monstruos
nos pareció errante copia
que a acompañar a Neptuno
pues sacudiendo las velas,
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que son del viento lisonja,
una inmensa Babilonia,
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de quien los pensiles fueron
flámulas que el viento azota.
la vista, mejor se informa
de que era armada, pues vio
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a los surcos de las proas,
ya se encrespan, ya se entorchan,
de cristal cuajarse rocas.
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Yo, que vi tanto enemigo,
volví a su rigor la proa,
y así, como más experto
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que mar, cielo, tierra asombra.
deseoso -¿quién lo ignora?-
salí otra vez, donde logra
en esta ocasión dichosa,
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pues vi que de aquella armada
porque, según después supe,
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de una tormenta que todas
deshecha, rendida y rota;
y así llena de agua estaba
sin que bastasen las bombas
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ya a aquella parte, ya a estotra,
si se ahoga o no se ahoga.
Llegué a ella y, aunque moro,
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les di alivio en sus congojas,
que el tener en las desdichas
suele servir de lisonja.
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tanto a alguno le provoca
que, haciendo animoso escalas
a la prisión se vinieron,
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si bien otros les baldonan,
eterno es vivir con honra;
y aun así se resistieron...
¡portuguesa vanagloria!
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muy por estenso me informa;
dice, pues, que aquella armada
para Tánger y que viene
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las quinas que ves en Ceuta
cada vez que el sol se asoma.
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ha de volar con las plumas
envía a sus dos hermanos
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Enrique y Fernando, gloria
deste siglo, que los mira
Maestres de Cristo y Avís
son; los dos pechos adornan
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cruces de perfiles blancos,
son, gran señor, los que cobran
sus sueldos, sin los que vienen
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Mil son los fuertes caballos
los vistió para ser tigres,
los calzó para ser onzas.
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Ya a Tánger habrán llegado
y ésta, señor, es la hora
que, si su arena no pisan,
al menos sus mares cortan.
Salgamos a defenderla,
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baje en tu valiente brazo
que aquesta cuchilla corva
volvió con su sangre rojas.
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