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El príncipe constante

Comedia famosa

Pedro Calderón de la Barca

[Nota preliminar: Edición a cargo de Luis Iglesias Feijoo. Grupo de investigación Calderón de la Barca. Proyecto TC/12.]

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA



DON FERNANDO.
DON ENRIQUE.
DON JUAN.
REY MORO.
CELÍN.
MULEY.
FÉNIX.
ROSA.
ZARA.
TARUDANTE.
DON ALFONSO.
BRITO.
ESTRELLA.
SOLDADOS.
MOROS.
CAUTIVOS.

Salen dos CAUTIVOS cantando lo que quisieren y ZARA.

ZARA
Cantad aquí, que ha gustado,
mientras toma de vestir
Fénix hermosa, de oír
las canciones que ha escuchado
tal vez en los baños, llenas
5
de dolor y sentimiento.
CAUTIVO 1.º
Música cuyo instrumento
son los hierros y cadenas
que nos aprisionan, ¿puede
haberla alegrado?
ZARA
Sí.
10
Ella escucha desde aquí;
cantad.
CAUTIVO 1.º
Esa pena excede,
Zara hermosa, cuantas son,
pues sólo un rudo animal
sin discurso racional
15
canta alegre en la prisión.
ZARA
¿No cantáis vosotros?
CAUTIVO 2.º
Es
para divertir las penas
propias, mas no las ajenas.
ZARA
Ella escucha, cantad pues.
20
CAUTIVOS

(Cantan.)

Al peso de los años
lo eminente se rinde,
que a lo fácil del tiempo
no hay conquista difícil.

(Sale ROSA.)

ROSA
Despejad, cautivos; dad
25
a vuestras canciones fin,
porque sale a este jardín
Fénix a dar vanidad
al campo con su hermosura,
segunda aurora del prado.
30

(Salen las moras vistiendo a FÉNIX.)

ROSA
Hermosa te has levantado.
ZARA
No blasone el alba pura
que la debe ese jardín
la luz y fragancia hermosa
ni la púrpura la rosa
35
ni la blancura el jazmín.
FÉNIX
El espejo.
ESTRELLA
Es escusado
querer consultar con él
los borrones que el pincel
sobre la tez ha dejado.
40

(Danle un espejo.)

FÉNIX
¿De qué sirve la hermosura
-cuando lo fuese la mía-,
si me falta la alegría,
si me falta la ventura?
ZARA
¿Qué tienes?
FÉNIX
Si yo supiera,
45
¡ay, mi Zara!, lo que siento,
de mi mismo sentimiento
lisonja al dolor hiciera;
pero de la pena mía
no sé la naturaleza,
50
que entonces fuera tristeza
lo que hoy es melancolía.
Sólo sé que sé sentir;
lo que sé sentir no sé,
que ilusión del alma fue.
55
ZARA
Pues no pueden divertir
tu tristeza estos jardines,
que a la primavera hermosa
labran estatuas de rosa
sobre templos de jazmines,
60
hazte al mar; un barco sea
dorado carro del sol.
ROSA
Y cuando tanto arrebol
errar por sus ondas vea
con grande melancolía
65
el jardín al mar dirá:
«Ya el sol en su centro está,
muy breve ha sido este día».
FÉNIX
Pues no me puede alegrar,
formando sombras y lejos,
70
la emulación que en reflejos
tienen la tierra y el mar,
cuando con grandezas sumas
compiten entre esplendores
las espumas a las flores,
75
las flores a las espumas;
porque el jardín, envidioso
de ver las ondas del mar,
su curso quiere imitar;
y así el céfiro amoroso
80
matices rinde y olores,
que, soplando en él, los bebe,
y hacen las hojas que mueve
un océano de flores;
cuando el mar, triste de ver
85
la natural compostura
del jardín, también procura
adornar y componer
su playa, la pompa pierde
y, a segunda ley sujeto,
90
compite con dulce efeto
campo azul y golfo verde,
siendo ya con rizas plumas,
ya con mezclados colores,
el jardín un mar de flores
95
y el mar un jardín de espumas.
Sin duda mi pena es mucha;
no la pueden lisonjear
campo, cielo, tierra y mar.
ZARA
Gran pena contigo lucha.
100

(Sale el REY con un retrato.)

REY
Si acaso permite el mal,
cuartana de tu belleza,
dar treguas a tu tristeza,
este bello original
-que no es retrato el que tiene
105
alma y vida- es del infante
de Marruecos, Tarudante;
a rendir a tus pies viene
su corona. Embajador
es de su parte y no dudo
110
que embajador que habla mudo
trae embajadas de amor.
Favor en su amparo tengo;
diez mil jinetes alista
que enviar a la conquista
115
de Ceuta, que ya prevengo.
Dé la vergüenza esta vez
licencia, permite amar
a quien se ha de coronar
rey de tu hermosura en Fez.
120
FÉNIX
¡Válgame Alá!
REY
¿Qué rigor
te suspende de esa suerte?
FÉNIX
La sentencia de mi muerte.
REY
¿Qué es lo que dices?
FÉNIX
Señor,
si sabes que siempre has sido
125
mi dueño, mi padre y rey,
¿qué he de decir? (¡Ay, Muley,
grande ocasión has perdido!
El silencio, ¡ay, infelice!,
hace mi humildad inmensa:
130
miente el alma si lo piensa,
miente la voz si lo dice).
REY
Toma el retrato.
FÉNIX
(Forzada
la mano le tomará,
pero el alma no podrá).
135

(Disparan una pieza.)

ZARA
Esta salva es a la entrada
de Muley, que hoy ha surgido
del mar de Fez.
REY
Justa es.

(Sale MULEY con bastón de general.)

MULEY
Dame, gran señor, los pies.
REY
Muley, seas bien venido.
140
MULEY
Quien penetra el arrebol
de tan soberana esfera
y a quien en el puerto espera
tal aurora, hija del sol,
fuerza es que venga con bien.
145
Dame, señora, la mano,
que este favor soberano
puede mereceros quien
con amor, lealtad y fe
nuevos triunfos te previene
150
y fue a serviros y viene
tan amante como fue.
(¡Válgame el cielo! ¿Qué veo?).
FÉNIX
Tú, Muley (¡estoy mortal!),
vengas con bien.
MULEY
(No, con mal
155
será, si a mis ojos creo).
REY
En fin, Muley, ¿qué hay del mar?
MULEY
Hoy tu sufrimiento pruebas;
de pesar te traigo nuevas,
porque ya todo es pesar.
160
REY
Pues cuanto supieres di,
que en un ánimo constante
siempre se halla igual semblante
para el bien y el mal. Aquí
te sienta, Fénix.
FÉNIX
Sí haré.
165
REY
Todos os sentad. Prosigue,
y nada a callar te obligue.
MULEY
Ni hablar ni callar podré.
Salí, como me mandaste,
con dos galeazas solas,
170
gran señor, a recorrer
de Berbería las costas.
Fue tu intento que llegase
a aquella ciudad famosa,
llamada en un tiempo Elisa,
175
aquella que está a la boca
del Freto Hercúleo fundada
y de Ceido nombre toma
-que Ceido, Ceuta en hebreo,
vuelto en el árabe idioma
180
quiere decir hermosura,
y ella es ciudad tan hermosa-,
aquella, pues, que los cielos
quitaron a tu corona,
quizá por justos enojos
185
del gran profeta Mahoma,
y en oprobio de las armas
nuestras sabemos agora
que pendones portugueses
en sus torres se enarbolan
190
tenidos siempre a los ojos:
un padrastro que baldona
nuestros aplausos, un freno
que nuestro orgullo reposa,
un Cáucaso que detiene
195
al Nilo de tus vitorias
la corriente y, puesta en medio,
el paso a España le estorba.
Iba con órdenes, pues,
de mirar y inquirir todas
200
sus fuerzas para decirte
la disposición y forma
que hoy tiene y cómo podrás
a menos peligro y costa
emprender la guerra. El cielo
205
te conceda la vitoria
con esta restitución,
aunque la dilate agora
mayor desdicha, pues creo
que está su empresa dudosa
210
y con más necesidad
te está apellidando otra;
pues las armas prevenidas
para la gran Ceuta importa
que sobre Tánger acudan,
215
porque amenazada llora
de igual pena, igual desdicha,
igual ruina, igual congoja.
Y lo sé porque en el mar
una mañana a la hora
220
que, medio dormido el sol,
atropellando las sombras
del ocaso, desmaraña
sobre jazmines y rosas
rubios cabellos, que enjugan
225
con paños de oro a la aurora
lágrimas de fuego y nieve
que el sol convirtió en aljófar,
a largo trecho del agua
venía una gruesa tropa
230
de naves, si bien entonces
no pudo la vista absorta
determinarse a decir
si eran naos o si eran rocas,
porque como en los países
235
sutiles pinceles logran
unos visos, unos lejos,
que en perspectiva dudosa
parecen montes tal vez
y tal ciudades famosas,
240
porque la distancia siempre
monstruos imposibles forma,
así en países azules
hicieron luces y sombras,
confundiendo mar y cielo
245
con las nubes y las ondas
mil engaños a la vista;
pues ella entonces curiosa
sólo apercibió los bultos
y no distinguió las formas.
250
Primero nos pareció,
viendo que sus puntas tocan
con el cielo, que eran nubes
de las que a la mar se arrojan
a concebir en zafir
255
lluvias que el cristal aborta;
y fue bien pensado, pues
esta inumerable copia
pareció que pretendía
sorberse el mar gota a gota.
260
Luego, de marinos monstruos
nos pareció errante copia
que a acompañar a Neptuno
salían de sus alcobas,
pues sacudiendo las velas,
265
que son del viento lisonja,
pensamos que sacudían
las alas sobre las olas.
Ya parecía más cerca
una inmensa Babilonia,
270
de quien los pensiles fueron
flámulas que el viento azota.
Aquí, ya desengañada
la vista, mejor se informa
de que era armada, pues vio
275
a los surcos de las proas,
cuando batidas espumas
ya se encrespan, ya se entorchan,
rizarse montes de plata,
de cristal cuajarse rocas.
280
Yo, que vi tanto enemigo,
volví a su rigor la proa,
que también saber huir
es linaje de vitoria,
y así, como más experto
285
en estos mares, la boca
tomé de una cala, adonde
al abrigo y a la sombra
de dos montecillos, pude
resistir la poderosa
290
furia de tan gran poder
que mar, cielo, tierra asombra.
Pasan sin vernos y yo,
deseoso -¿quién lo ignora?-
de saber dónde seguía
295
esta armada su derrota,
a la campaña del mar
salí otra vez, donde logra
el cielo mis esperanzas
en esta ocasión dichosa,
300
pues vi que de aquella armada
se había quedado sola
una nave y que en el mar
mal defendida zozobra,
porque, según después supe,
305
de una tormenta que todas
corrieron había salido
deshecha, rendida y rota;
y así llena de agua estaba
sin que bastasen las bombas
310
a agotalla y, titubeando
ya a aquella parte, ya a estotra,
estaba a cada vaivén
si se ahoga o no se ahoga.
Llegué a ella y, aunque moro,
315
les di alivio en sus congojas,
que el tener en las desdichas
compañía de tal forma
consuela que el enemigo
suele servir de lisonja.
320
El deseo de vivir
tanto a alguno le provoca
que, haciendo animoso escalas
de gúmenas y maromas,
a la prisión se vinieron,
325
si bien otros les baldonan,
diciéndoles que el vivir
eterno es vivir con honra;
y aun así se resistieron...
¡portuguesa vanagloria!
330
De los que salieron, uno
muy por estenso me informa;
dice, pues, que aquella armada
ha salido de Lisboa
para Tánger y que viene
335
a sitiarla con heroica
determinación que veas
en sus almenas famosas
las quinas que ves en Ceuta
cada vez que el sol se asoma.
340
Duarte de Portugal,
cuya fama vencedora
ha de volar con las plumas
de las águilas de Roma,
envía a sus dos hermanos
345
Enrique y Fernando, gloria
deste siglo, que los mira
coronados de vitorias.
Maestres de Cristo y Avís
son; los dos pechos adornan
350
cruces de perfiles blancos,
una verde y otra roja.
Catorce mil portugueses
son, gran señor, los que cobran
sus sueldos, sin los que vienen
355
sirviéndolos a su costa.
Mil son los fuertes caballos
que la soberbia española
los vistió para ser tigres,
los calzó para ser onzas.
360
Ya a Tánger habrán llegado
y ésta, señor, es la hora
que, si su arena no pisan,
al menos sus mares cortan.
Salgamos a defenderla,
365
tú mismo las armas toma,
baje en tu valiente brazo
el azote de Mahoma
y del libro de la muerte
desate la mejor hoja,
370
que quizá se cumple hoy
una profecía heroica
de morabitos, que dicen
que en la margen arenosa
de África ha de tener
375
la portuguesa corona
sepulcro infeliz; y vean
que aquesta cuchilla corva
campañas verdes y azules
volvió con su sangre rojas.
380
REY
Calla, no me digas más,
que, de mortal furia lleno,
cada voz es un veneno
con que la muerte me das.
Mas sus bríos arrogantes
385
haré que en África tengan
sepulcro, aunque armados vengan
sus maestres los infantes.
Tú, Muley, con los jinetes
de la costa parte luego,
390
mientras yo en tu amparo llego,
que, si, como me prometes,
en escaramuzas diestras
le ocupas, por que tan presto
no tomen tierra -y en esto
395
la sangre heredada muestras-,
yo tan veloz llegaré
como tú con lo restante
del ejército arrogante
que en ese campo se ve,
400
por que la sangre concluya
tantos duelos en un día,
porque Ceuta ha de ser mía
y Tánger no ha de ser suya.

(Vase.)

MULEY
Aunque de paso, no quiero
405
dejar, Fénix, de decir,
ya que tengo de morir,
la enfermedad de que muero;
que, aunque pierdan mis recelos
el respeto a tu opinión,
410
si celos mis penas son,
ninguno es cortés con celos.
¿Qué retrato, ¡ay, enemiga!,
en tu mano blanca vi?
¿Quién es el dichoso, di,
415
quién...? Mas espera, no diga
tu lengua tales agravios.
Basta, sin saber quién sea,
que yo en tu mano le vea
sin que le escuche en tus labios.
420
FÉNIX
Muley, aunque mi deseo
licencia de amar te dio,
de ofender y injuriar, no.
MULEY
Es verdad, Fénix, ya veo
que no es estilo ni modo
425
de hablarte, pero los cielos
saben que en habiendo celos
se pierde el respeto a todo.
Con grande recato y miedo
te serví, quise y amé,
430
mas, si con amor callé,
con celos, Fénix, no puedo,
no puedo.
FÉNIX
No ha merecido
tu culpa satisfación,
pero yo por mi opinión
435
satisfacerte he querido,
que un agravio entre los dos
disculpa tiene y así
te la doy.
MULEY
¿Pues hayla?
FÉNIX
Sí.
MULEY
¡Buenas nuevas te dé Dios!
440
FÉNIX
Este retrato ha enviado...
MULEY
¿Quién?
FÉNIX
...Tarudante el infante.
MULEY
¿Para qué?
FÉNIX
Porque ignorante
mi padre de mi cuidado...
MULEY
Bien...
FÉNIX
...pretende que estos dos
445
reinos...
MULEY
No me digas más.
¿Esa disculpa me das?
¡Malas nuevas te dé Dios!
FÉNIX
Pues ¿qué culpa habré tenido
de que mi padre lo trate?
450
MULEY
De haber hoy, aunque te mate,
el retrato recebido.
FÉNIX
¿Pude escusarlo?
MULEY
¿Pues no?
FÉNIX
¿Cómo?
MULEY
Otra cosa fingir.
FÉNIX
Pues ¿qué pude hacer?
MULEY
Morir,
455
que por ti lo hiciera yo.
FÉNIX
Fue fuerza.
MULEY
Mas fue mudanza.
FÉNIX
Fue violencia.
MULEY
No hay violencia.
FÉNIX
Pues ¿qué pudo ser?
MULEY
Mi ausencia,
sepulcro de mi esperanza.
460
Y para no asegurarme
de que te puedes mudar,
ya yo me vuelvo a ausentar,
vuelve, Fénix, a matarme.
FÉNIX
Forzosa es la ausencia, parte...
465
MULEY
Ya lo está el alma primero.
FÉNIX
...a Tánger, que en Fez te espero
donde acabes de quejarte.
MULEY
Sí haré, si el morir dilato.
FÉNIX
Adiós, que es fuerza el partir.
470
MULEY
Oye, ¿al fin me dejas ir
sin entregarme el retrato?
FÉNIX
Por el Rey no lo he deshecho.
MULEY
Suelta, que no será en vano
que saque yo de tu mano
475
a quien me saca del pecho.

(Vanse. Tocan un clarín y ruido de desembarcar y van saliendo el infante DON FERNANDO y DON ENRIQUE y DON JUAN COUTIÑO.)

FERNANDO
Yo he de ser el primero, África bella,
que he de pisar tu margen arenosa,
por que oprimida al peso de mi huella
sientas en tu cerviz la poderosa
480
fuerza que ha de rendirte.
ENRIQUE
Yo en el suelo
africano la planta generosa
el segundo pondré. ¡Válgame el cielo!

(Cae.)

¡Hasta aquí los agüeros me han seguido!
FERNANDO
Pierde, Enrique, a esas cosas el recelo,
485
porque el caer agora antes ha sido
que ya como señor la misma tierra
los brazos en albricias te ha pedido.
ENRIQUE
Desierta esta campaña y esta sierra
los alarbes al vernos han dejado.
490
JUAN
Tánger las puertas de sus muros cierra.
FERNANDO
Todos se han retirado a su sagrado.
Don Juan Coutiño, conde de Miralva,
reconoced la tierra con cuidado
antes que el sol, reconociendo el alba,
495
con más furia nos hiera y nos ofenda;
haced a la ciudad la primer salva;
decid que defenderse no pretenda,
porque la he de ganar a sangre y fuego,
que el campo inunde, el edificio encienda.
500
JUAN
Tú verás que a sus mismas puertas llego,
aunque Volcán de llamas y de rayos
deje al sol con pardas nubes ciego.

(Vase. Sale el gracioso BRITO, de soldado.)

BRITO
¡Gracias a Dios que abriles piso y mayos
y en la tierra me voy por donde quiero
505
sin sustos, sin vaivenes ni desmayos!
Y no en el mar adonde, si primero
no se consulta un monstruo de madera,
que es juez de palo en fin, el más ligero
no se puede escapar de una carrera
510
en el mayor peligro. ¡Ah, tierra mía!
¡No muera en agua yo, como no muera
tampoco en tierra hasta el postrero día!
FERNANDO
¿Qué es eso, Brito?
BRITO
Una oración se fragua
fúnebre, que es sermón de Berbería:
515
panegírico es que digo al agua
y en emponomio horténsico me quejo,
porque este enojo, desde que se fragua
con ella el vino, me quedó, y ya es viejo.
ENRIQUE
¿Que escuches este loco?
FERNANDO
¡Y que tu pena
520
sin razón, sin arbitrio y sin consuelo,
tanto de ti te priva y te divierte!
ENRIQUE
El alma traigo de temores llena;
echada juzgo contra mí la suerte;
desde que de Lisboa salí, sólo
525
imágines he visto de la muerte.
Apenas, pues, el berberisco polo
prevenimos los dos esta jornada,
cuando de un parasismo el mismo Apolo,
amortajado en nubes, la dorada
530
faz escondió y el mar ceñudo y fiero
deshizo con tormentas nuestra armada.
Si miro al mar, mil sombras considero;
si al cielo miro, sangre me parece
su velo azul; si al aire lisonjero,
535
aves noturnas son las que me ofrece;
si a la tierra, sepulcros representa,
donde, mísero yo, caiga y tropiece.
FERNANDO
Pues disfrazarte aquí mi amor intenta
causa de un melancólico accidente:
540
sorbernos una nave una tormenta
es decir que sobraba aquella gente
para ganar la empresa a que venimos;
verter púrpura el cielo transparente
es gala, no es horror, que, si fingimos
545
monstruos al agua y pájaros al viento,
nosotros hasta aquí no los trujimos;
pues si ellos aquí están, ¿no es argumento
que a la tierra que habitan inhumanos
pronostican el fin fiero y sangriento?
550
Esos agüeros viles, miedos vanos,
para los moros vienen que los crean,
no para que los duden los cristianos.
Nosotros dos lo somos; no se emplean
nuestras armas aquí por vanagloria
555
de que en los libros inmortales lean
ojos humanos esta gran vitoria.
La fe de Dios a engrandecer venimos;
suyo será el honor, suya la gloria,
si vivimos; dichosos, si morimos;
560
el castigo de Dios justo es temerle,
éste no viene envuelto en medios vanos;
a servirle venimos, no a ofenderle;
cristianos sois, haced como cristianos.
Pero ¿qué es esto?

(Sale DON JUAN.)

JUAN
Señor,
565
yendo al muro a obedecerte,
a la falda de ese monte
vi una tropa de jinetes,
que de la parte de Fez
corriendo a esta parte vienen
570
tan veloces que a la vista
aves, no brutos, parecen:
el viento no los sustenta,
la tierra apenas los siente
y así la tierra ni el aire
575
sabe si corren o vuelen.
FERNANDO
Salgamos a recebillos,
haciendo primero frente
los arcabuceros, luego
los que caballos tuvieren
580
salgan también a su usanza
con sus lanzas y arneses.
¡Ea, Enrique, buen principio
esta ocasión nos ofrece!
¡Ánimo!
ENRIQUE
Tu hermano soy;
585
no me espantan accidentes
del tiempo, ni me espantara
el semblante de la muerte.

(Vanse.)

BRITO
El cuartel de la salud
me toca a mí guardar siempre.
590
¡Oh, qué brava escaramuza!
Ya se embisten, ya acometen,
¡famoso juego de cañas!
Ponerme en cobro conviene.

(Vase y tocan al arma; salen peleando de dos en dos DON JUAN y DON ENRIQUE.)

ENRIQUE
¡A ellos, que ya los moros
595
vencidos la espalda vuelven!
JUAN
Llenos de despojos quedan
de caballos y de gentes
estos campos.
ENRIQUE
¿Don Fernando
dónde está, que no parece?
600
JUAN
Tanto se ha empeñado en ellos
que ya de vista se pierde.
ENRIQUE
Pues a buscarle, Coutiño.
JUAN
Siempre a tu lado me tienes.

(Vanse y salen DON FERNANDO con la espada de MULEY y MULEY con adarga.)

FERNANDO
En la desierta campaña,
605
que tumba común parece
de cuerpos muertos, si ya
no es teatro de la muerte,
sólo tú, moro, has quedado,
porque rendida tu gente
610
se retiró y tu caballo,
que mares de sangre vierte
envuelto en polvo y espuma
que él mismo levanta y pierde,
te dejó para despojo
615
de mi brazo altivo y fuerte,
entre los sueltos caballos
de los vencidos jinetes.
Yo, ufano con tal vitoria,
que me ilustra y desvanece
620
más que el ver esa campaña
coronada de claveles,
pues es tanta la perdida
sangre con que se guarnece
que la piedad de los ojos
625
fue tan grande, tan vehemente,
de no ver siempre desdichas,
de no mirar ruinas siempre,
que por el campo buscaban
entre lo rojo lo verde;
630
en efeto, mi valor,
sujetando sus valientes
bríos, de tantos perdidos
un suelto caballo prende,
tan monstruo que, siendo hijo
635
del viento, adopción pretende
del fuego y entre los dos
le desdice y lo desmiente
el color, pues siendo blanco
dice el agua: «Parto es este
640
de mi esfera, sola yo
pude cuajarlo de nieve».
En fin, en lo veloz, viento;
rayo, en fin, en lo eminente,
era por lo blanco cisne,
645
por lo sangriento era sierpe,
por lo hermoso era soberbio,
por lo atrevido, valiente,
por los relinchos, lozano
y por las cernejas, fuerte.
650
En la silla y en las ancas
puestos los dos juntamente
mares de sangre rompimos,
por cuyas ondas crueles
este bajel animado,
655
hecho proa de la frente,
rompiendo el globo de nácar
desde el codón al copete,
pareció entre espuma y sangre
-ya que bajel quise hacerle-
660
de cuatro espuelas herido,
que cuatro vientos le mueven.
Rindiose al fin, si hubo peso
que tanto atlante sufriese,
si bien el de las desdichas
665
hasta los brutos lo sienten;
o ya fue que enternecido
de su instinto dijese:
«Triste camina el alarbe
y el español parte alegre,
670
luego ¿yo contra mi patria
soy traidor y soy aleve?
No quiero pasar de aquí».
Ve con bien, pues triste vienes,
tanto que, aunque el corazón
675
disimula cuanto puede,
por la boca y por los ojos,
Volcanes que el pecho enciende,
ardientes suspiros lanza
y tiernas lágrimas vierte.
680
Admirado mi valor
de ver, cada vez que vuelve,
que un golpe de la fortuna
tanto le postre y sujete
tu valor, pienso que es otra
685
la causa que te entristece,
porque por la libertad
no era justo ni decente
que tan tiernamente llore
quien tan duramente hiere.
690
Y así, si el comunicar
los males alivio ofrece
al sentimiento, entre tanto
que llegamos a mi gente,
mi deseo a tu cuidado,
695
si tanto favor merece,
con razones le pregunta
comedidas y corteses:
«¿qué sientes?», pues ya yo creo
que el venir preso no sientes.
700
Comunicado el dolor
se aplaca, si no se vence;
y yo, que soy el que tuvo
más parte en este accidente
de la fortuna, también
705
quiero ser el que consuele
de tus suspiros la causa,
si la causa lo consiente.
MULEY
Valiente eres, español,
y cortés como valiente,
710
tan bien vences con la lengua
como con la espada vences.
Tuya fue la vida, cuando
con la espada entre mi gente
me venciste, pero agora
715
que con la lengua me prendes
es tuya el alma, por que
alma y vida se confiesen
tuyas, de ambas eres dueño;
pues ya cruel, ya clemente,
720
por el trato y por las armas
me has cautivado dos veces.
Movido de la piedad
de oírme, español, y verme,
preguntado me has la causa
725
de mis suspiros ardientes.
Y aunque confieso que el mal
repetido y dicho suele
templarse, también confieso
que quien le repite quiere
730
aliviarse, y es mi mal
tan dueño de mis placeres
que por no hacerles disgusto
y que aliviado me deje
no quisiera repetirle;
735
mas ya es fuerza obedecerte
y quiérotela decir
por quien soy y por quien eres.
Sobrino del rey de Fez
soy; mi nombre es Muley Jeque,
740
familia que ilustran tantos
bajaes y belerbeyes.
Tan hijo fui de desdichas
desde mi primer oriente
que en el umbral de la vida
745
nací en manos de la muerte.
Una desierta campaña,
que fue sepulcro eminente
de españoles, fue mi cuna,
pues para que lo confieses
750
en los Gelves nací el año
que os perdisteis en los Gelves.
A servir al Rey mi tío
vine infante, pero empiecen
las penas y las desdichas;
755
cesen las venturas, cesen.
Vine a Fez y una hermosura,
a quien he adorado siempre,
junto a mi casa vivía
por que yo cerca muriese.
760
Desde mis primeros años,
por que más constante fuese
este amor, más imposible
de acabarse y de romperse,
ambos nos criamos juntos,
765
y Amor en nuestras niñeces
no fue rayo, pues hirió
en lo humilde, tierno y débil
con más fuerza que pudiera
en lo augusto, altivo y fuerte,
770
tanto que para mostrar
sus fuerzas y sus poderes
hirió nuestros corazones
con arpones diferentes.
Pero como la porfía
775
con iguales piedras suele
hacer señal, por la fuerza
no, sino cayendo siempre,
así las lágrimas mías,
porfiando eternamente,
780
la piedra del corazón,
más que los diamantes fuerte,
labraron y no con fuerza
de méritos excelentes,
pero con mi mucho amor
785
vino al fin a enternecerse.
En este estado viví
algún tiempo, aunque fue breve,
gozando en auras suaves
mil amorosos deleites.
790
Ausenteme por mi mal;
harto he dicho en ausenteme,
pues en ausencia otro amante
ha venido a darme muerte.
Él dichoso, yo infelice;
795
él asistiendo, yo ausente;
yo cautivo y libre él,
me contrastará mi suerte;
cuando tú me cautivaste,
¡mira si es bien me lamente!
800
FERNANDO
Valiente moro y galán,
si adoras como refieres,
si idolatras como dices,
si amas como encareces,
si celas como suspiras,
805
si como recelas temes
y si como sientes amas,
dichosamente padeces.
No quiero por tu rescate
más precio de que le acetes;
810
vuélvete y dile a tu dama
que por su esclavo te ofrece
un portugués caballero
y, si obligada pretende
pagarme el precio por ti,
815
yo te doy lo que me debes;
cobra la deuda en amor
y logra tus intereses.
Ya el caballo, que rendido
cayó en el suelo, parece
820
con el ocio y el descanso
que restituido vuelve.
Y porque sé qué es amor
y qué es tardanza en ausentes,
no te quiero detener,
825
sube en tu caballo y vete.
MULEY
Nada mi voz te responde,
que a quien liberal ofrece,
sólo acetar es lisonja.
Dime, portugués, ¿quién eres?
830
FERNANDO
Un hombre noble y no más.
MULEY
Bien lo muestras, seas quien fueres.
Para el bien y para el mal
soy tu esclavo eternamente.
FERNANDO
Toma el caballo, que es tarde.
835
MULEY
Pues si a ti te lo parece,
¿qué hará a quien vino cautivo
y libre a su dama vuelve?

(Vase.)

FERNANDO
Generosa acción es dar,
y más la vida.
MULEY

(Dentro.)

¡Valiente
840
portugués!
FERNANDO
Desde el caballo
habla. ¿Qué es lo que me quieres?
MULEY
Espero que he de pagarte
algún día tantos bienes.
FERNANDO
Gózalos tú.
MULEY
Porque al fin
845
hacer bien nunca se pierde.
Alá te guarde, español.
FERNANDO
Si Alá es Dios, con bien te lleve.

(Suena dentro ruido de trompetas y cajas.)

Mas ¿qué trompeta es esta
que el aire turba y la región molesta?
850
Y por esta otra parte
cajas se escuchan: música de Marte
son las dos.

(Sale DON ENRIQUE.)

ENRIQUE
¡Oh, Fernando!,
tu persona, veloz vengo buscando.
FERNANDO
Enrique, ¿qué hay de nuevo?
ENRIQUE
Aquellos ecos
855
ejércitos de Fez y de Marruecos
son, porque Tarudante
al Rey de Fez socorre y arrogante
el Rey con gente viene.
En medio cada ejército nos tiene,
860
de modo que cercados
somos los sitiadores y sitiados.
Si la espalda volvemos
al uno, mal del otro nos podemos
defender, porque a una y otra parte
865
nos deslumbran relámpagos de Marte.
¿Qué haremos, pues, de confusiones llenos?
FERNANDO
¿Qué? Morir como buenos,
con ánimos constantes.
¿No somos dos maestres, dos infantes,
870
cuando bastara ser dos portugueses
particulares para no haber visto
la cara al miedo? Pues Avís y Cristo
a voces repitamos
y por la fe muramos,
875
pues a morir venimos.

(Sale DON JUAN.)

JUAN
Mala salida a tierra dispusimos.
FERNANDO
Ya no es tiempo de medios:
a los brazos apelen los remedios,
que uno y otro ejército nos cierra
880
en medio. ¡Avís y Cristo!
JUAN
¡Guerra, guerra!
BRITO
Ya nos cogen en medio
un ejército y otro sin remedio.
¡Qué bellaca palabra!
La llave eterna de los cielos abra
885
un resquicio siquiera,
que de aqueste peligro salga afuera
quien aquí se ha venido
sin qué ni para qué. Pero fingido
muerto estaré un instante
890
y muerto lo tendré para adelante.

(Cáese en el suelo y sale un MORO acuchillando a ENRIQUE.)

MORO
¿Quién tanto se defiende,
siendo mi brazo rayo que desciende
desde la cuarta esfera?
ENRIQUE
Pues, aunque yo tropiece, caiga y muera,
895
en cuerpos de cristianos
no desmaya la fuerza de las manos,
que ella de quien yo soy mejor avisa.
BRITO
¡Cuerpo de Dios con él, y qué bien pisa!

(Písanle y éntranse y salen MULEY y DON JUAN COUTIÑO riñendo.)

MULEY
Ver, portugués valiente,
900
en ti fuerza tan grande no lo siente
mi valor, pues quisiera
daros hoy la vitoria.
JUAN
¡Pena fiera!
Sin tiento y sin aviso
son cuerpos de cristianos cuantos piso.
905
BRITO
Yo se lo perdonara
a trueco, mi señor, que no pisara.

(Vanse los dos y salen por la otra puerta DON ENRIQUE y DON JUAN retirándose de los MOROS, y luego el REY y DON FERNANDO.)

REY
Rinde la espada, altivo
portugués, que si logro el verte vivo
en mi poder, prometo
910
ser tu amigo. ¿Quién eres?
FERNANDO
Un caballero soy; saber no esperes
más de mí. Dame muerte.

(Sale DON JUAN y pónese a su lado.)

JUAN
Primero, gran señor, mi pecho fuerte,
que es muro de diamante,
915
tu vida guardará puesto delante.
¡Ea, Fernando mío,
muéstrese agora el heredado brío!
REY
Si esto escucho, ¿qué espero?
Suspéndanse las armas, que no quiero
920
hoy más felice gloria;
que este preso me basta por vitoria.
Si tu prisión o muerte
con tal sentencia decretó la suerte,
dé la espada Fernando
925
al Rey de Fez.
MULEY
¿Qué es lo que estoy mirando?
FERNANDO
Sólo a un rey la rindiera,
que desesperación negarla fuera.

(Sale DON ENRIQUE.)

ENRIQUE
¡Preso mi hermano!
FERNANDO
Enrique,
tu voz más sentimiento no publique,
930
que en la suerte importuna
estos son los sucesos de fortuna.
REY
Enrique, don Fernando
está hoy en mi poder y, aunque mostrando
la ventaja que tengo
935
pudiera daros muerte, yo no vengo
hoy más que a defenderme,
que vuestra sangre no viniera a hacerme
honras tan conocidas
como podrán hacerme vuestras vidas.
940
Y para que el rescate
con más puntualidad al Rey se trate,
vuelve tú, que Fernando
en mi poder se quedará, aguardando
que vengas a libralle.
945
Pero dile a Duarte que en llevalle
será su intento vano,
si a Ceuta no me entrega por su mano.
Y agora vuestra Alteza,
a quien debo esta honra, esta grandeza,
950
a Fez venga conmigo.
FERNANDO
Iré a la esfera cuyo rayo sigo.
MULEY
(Por que yo tenga, ¡cielos!,
más que sentir entre amistad y celos).
FERNANDO
Enrique, preso quedo;
955
ni al mal ni a la fortuna tengo miedo.
Dirasle a nuestro hermano
que haga aquí como príncipe cristiano
en la desdicha mía.
ENRIQUE
Pues ¿quién de sus grandezas desconfía?
960
FERNANDO
Esto te encargo y digo
que haga como cristiano.
ENRIQUE
Yo me obligo
a volver como tal.
FERNANDO
Dame esos brazos.
ENRIQUE
Tú eres el preso y pónesme a mí lazos.
FERNANDO
Don Juan, adiós.
JUAN
Yo he de quedar contigo;
965
de mí no te despidas.
FERNANDO
¡Leal amigo!
ENRIQUE
¡Oh, infelice jornada!
FERNANDO
Dirás al Rey..., mas no le digas nada,
sino con gran silencio en miedo vano
estas lágrimas lleva al Rey mi hermano.
970

(Vanse y salen dos MOROS y ven a BRITO como muerto.)

MORO 1.º
Cristiano muerto es este.
MORO 2.º
Por que no causen peste,
echad al mar los muertos.
BRITO
En dejándoos los cascos bien abiertos
a tajos y a reveses,
975
que aínda mortos somos portugueses.
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