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De la continuación de las partes de comedias de Lope de Vega a las partes colectivas

Jaime Moll






ArribaAbajoLa herencia de Lope

El primer cuarto del siglo XVII está dominado por la edición de las partes de Lope de Vega, iniciada en Zaragoza en 16041, donde se fija el número habitual de comedias -doce- que constituyen una parte. Continuada por diversos editores, hasta que Lope recaba para sí el privilegio de edición a partir de la parte IX, con la parte XX, de 1625, y a pesar de que en el prólogo de la misma anuncia la publicación del volumen siguiente2, se paraliza la edición, debido a la propuesta de la Junta de Reformación, aceptada por el Consejo de Castilla, de suspender la concesión de licencias para imprimir comedias y novelas3. Las consecuencias de esta suspensión no se hacen esperar. Los editores de los reinos de la Corona de Aragón y los editores andaluces, éstos en ediciones falsificadas, bajo pie de imprenta de ciudades y nombres de impresores de los reinos de dicha Corona de Aragón, continúan la edición de partes de Lope de Vega. La escasez de comedias nuevas originales de Lope hizo que se incluyesen en las nuevas partes obras de otros autores, al mismo tiempo que se le atribuían comedias que no eran suyas. Esta continuación no autorizada, de cuya portada llega a desaparecer el nombre de Lope, da origen a la llamada Colección de diferentes autores, que tanto ha preocupado a los bibliógrafos del teatro del siglo XVII4.

Desconocemos, hasta el presente, las gestiones de editores y autores para que se levantase la suspensión de licencias para novelas y comedias. Sólo tenemos noticia de las protestas de los autores más perjudicados. Como muestra de estas denuncias, vamos a transcribir dos de ellas. En el prólogo «Al que ha de leer», del «Para todos», dice Juan Pérez de Montalbán:

Pongo aquí quatro comedias mías, sólo para dar a entender que las que se han impresso hasta aquí sin mi orden son falsas, mentirosas, supuestas y adulteradas; porque como los que las hurtan no tienen bastante espacio para trasladarlas y quien las imprime las compra de los que las hurtan, salen con mil desatinos, errores y barbaridades, sin atender al agravio que se hace a los ingenios assí en la opinión como en el interés, imprimiendo por una parte lo que no han hecho y por otra quitándoles la acción que tienen a sus cosas propias, daño que no solamente nos viene de otros reinos, sino de Cádiz y de Sevilla, que quando sea menester yo informaré a los Señores del Consejo del impressor y del librero que lo hacen, para que con el castigo se remedie el atrevimiento de imprimir cosa sin su licencia.5



El recuerdo de la condena que sufrió en 1627 su padre, el librero y editor Alonso Pérez, por la edición contrahecha del Buscón, de Quevedo6, habrá influido en la redacción de los párrafos transcritos.

Lope de Vega, en «La Dorotea», bajo el nombre de Francisco López de Aguilar, dice lo siguiente:

También ha obligado a Lope a dar a la luz pública esta fábula el ver la libertad con que los libreros de Sevilla, Cádiz y otros lugares del Andalucía, con la capa de que se imprimen en Zaragoza y Barcelona, y poniendo los nombres de aquellos impresores, sacan diversos tomos en el suyo, poniendo en ellos comedias de hombres ignorantes que él jamás vio ni imaginó, que es harta lástima y poca conciencia quitarle la opinión con desatinos.7



A fines de 1634, se reanuda la concesión de licencias. El 8 de diciembre de dicho año, obtiene Tirso de Molina licencia para editar su segunda parte de comedias8. Su alejamiento de Madrid fue propuesta por la Junta de Reformación el mismo día de su decisión sobre la edición de comedias y novelas. Su nombre irá también unido al retorno a la normalidad editorial.

Lope de Vega se apresura a continuar la interrumpida colección de sus comedias, paralizada diez años antes en la parte XX, y es el licenciado José Ortiz de Villena el encargado de preparar las comedias que constituirán las partes XXI y XXII, obteniéndose el privilegio real por diez años los días 25 de mayo y 21 de junio, respectivamente. Lope no pudo ver en las librerías dichas partes. El 27 de agosto de 1635 fallecía en su casa de la calle de Francos. El día anterior otorgó testamento ante el notario Francisco de Morales y Barrionuevo9; entre los testigos figuran el ya citado José Ortiz de Villena, sacerdote, y Diego de Logroño, librero, dos personas que intervienen en lo que podríamos llamar la herencia editorial de Lope, el primero como colector de sus obras -a las ya citadas partes XXI y XXII hemos de añadir «La Vega del Parnaso» y las «Fiestas del Santissimo Sacramento»- y el segundo como editor de la parte XXI, desplazando a Alonso Pérez, el librero amigo que tantas obras -teatrales o no- editó de Lope10.

Vamos a estudiar el proceso editorial de las cinco últimas partes de comedias de Lope, consideradas habitualmente formando parte de la serie auténtica -en oposición a las partes llamadas extravagantes, en realidad, como ya hemos señalado, continuación periférica no autorizada, ante la suspensión de la edición madrileña- pues no todas, a las que se debe añadir «La Vega del Parnaso» y las «Fiestas del Santissimo Sacramento», responden a las mismas coordenadas.

Lope de Vega, antes de su muerte, solicitó licencia y privilegio para tres partes, las dos ya citadas -XXI y XXII- y una que no llegó a imprimirse. El 25 de mayo de 1635 firmó el rey el privilegio para «ynprimir un libro yntitulado La veinte y una parte de las comedias» y un segundo privilegio para doce comedias, que se enumeran en el registro de cédulas reales11, ambos por diez años. Igualmente sin número de parte se le otorga el 21 de junio del mismo año el privilegio para la que será la parte XXII12, enumerándose también las doce comedias que integrarán la misma.

Las comedias que figuran en el segundo privilegio, otorgado el 25 de mayo de 1635 y que no llegó a ser usado, habían sido todas impresas anteriormente, nueve en parte no controladas por Lope y tres en las que él publicó. Damos a continuación los títulos de las comedias de este privilegio no usado, seguidos del número de la parte correspondiente a su primera edición:

  • - La noche toledana (III).
  • - La ocasión perdida (II).
  • - El gallardo catalán (II).
  • - Los Benavides (II).
  • - La batalla del honor (VI).
  • - El hombre de bien (VI).
  • - El servir con mala estrella (VI).
  • - El secretario de si mismo (VI).
  • - El llegar en ocasión (VI).
  • - La dama boba (IX).
  • - La locura por la honra (XI).
  • - El perro del hortelano (XI).

Ignoramos la causa por la que no se llegó a imprimir la obra anterior. El plan editorial que propició el yerno de Lope, Luis de Usátegui, comprendió únicamente las partes XXI, XXII, «La Vega del Parnaso» -estas tres obras con la ayuda de José Ortiz de Villena- y la parte XXIII. En 1635 se publican las partes XXI y XXII13, la primera a costa del ya citado Diego Logroño y la segunda a costa de los libreros de Madrid Domingo de Palacio y Villegas y Pedro Verges. «La Vega del Parnaso», reunión de poesías y comedias, recopilación, como ya hemos dicho, de José Ortiz de Villena, fue publicada en 1637, sin editor expreso y con privilegio real concedido el 3 de noviembre de 1635 a Luis de Usátegui14. Un nuevo editor, como veremos muy activo en el campo teatral, Pedro Coello, edita en 1638 la parte XXIII, con privilegio del 16 de enero del mismo año, también a favor de Luis de Usátegui15, que termina con ello su intervención en la edición de comedias de su suegro.

Interesante es otro proyecto editorial del mismo año 1638, que no llegó a realizarse, pero que prueba el interés en seguir aprovechando la fama de Lope. El 21 de junio de dicho año, el librero madrileño Alonso Lozano obtuvo privilegio real, por sólo cuatro años, para reeditar las partes quinta y sexta de las comedias de Lope de Vega16. ¿Por qué no se llegaron a imprimir? ¿Hubo oposición por parte de los herederos? Lo desconocemos, pero el hecho de que las últimas ediciones se impriman en Zaragoza, aunque dos de ellas editadas por un librero de Madrid, favorece esta última hipótesis.

Pedro Verges, librero de Madrid, probablemente emparentado con el homónimo impresor zaragozano y que como hemos visto coeditó la parte XXII con Domingo de Palacio y Villegas, decidió continuar la colección de Lope. Existiendo herederos en los reinos de Castilla, no consideraría fácil obtener privilegio en los mismos y lo obtuvo para el reino de Aragón a favor del impresor zaragozano Pedro Verges, por diez años, dado en Zaragoza el 17 de octubre de 1640. Es la parte XXIV, impresa en dicha ciudad el año 164117. La intervención del librero Pedro Verges se expresa en la dedicatoria a Don Bernardo de Velasco y Rojas, secretario del Secreto del Santo Oficio de la Inquisición del Reino de Aragón, fechada en Madrid, el 12 de agosto de 1641, en la que explícitamente se declara que «se han impreso a mi costa». Quizás también intervino en la preparación de esta parte José Ortiz de Villena, pues le vemos colaborar con el mismo librero de Madrid, Pedro Verges, tres años después, al recopilar los autos sacramentales que formarán las «Fiestas al Santissimo Sacramento»18, también impresas en Zaragoza por el impresor Pedro Verges, «A costa de Pedro Verges, Mercader de Libros, en la calle de Toledo», de Madrid. Esta obra fue coeditada con el librero zaragozano Pedro Alfay, existiendo otra emisión en la que figura «A costa de Pedro Alfai, Mercader de libros».

Con las «Fiestas» terminan las ediciones de comedias de Lope promovidas desde Madrid. La parte XXV es editada en Zaragoza, en 1647, por el librero Roberto Deuport19, al cual le había sido concedida anteriormente licencia y tasa para entrar en los reinos de Castilla ejemplares de la parte XXIV20, como hemos visto también impresa en dicha ciudad, en 1641. Ya hacía doce años que Lope había muerto. Aunque se seguirán reeditando sus comedias en tonos colectivos, una parte con sólo obras suyas no era ya un negocio editorial. La herencia de Lope ya había dado sus frutos.




ArribaAbajoViejos y nuevos dramaturgos: El segundo tercio del siglo XVII

La suspensión de licencias para imprimir comedias en los Reinos de Castilla impidió, durante diez años, un desarrollo normal de la edición teatral, que afectó tanto a los autores ya consagrados por el público como a los nuevos escritores. Al levantarse la misma, dramaturgos de generaciones distintas se disponen a publicar sus obras. Ya hemos visto la actuación de Lope de Vega y el aprovechamiento de su herencia teatral. Vamos ahora a ver lo que hicieron en este momento los demás autores. Hay que tener en cuenta que, muerto Lope, ningún dramaturgo pudo sucederle con parecido éxito editorial. Tampoco ninguno fue tan prolífico productor de comedias. En estos años aparecen también nuevos editores que se dedican a la edición de partes de comedias, algunos de ellos ya los hemos visto intervenir en la continuación familiar de las partes de Lope.

Con Lope, Tirso de Molina, Pérez de Montalbán y Calderón obtienen privilegios para imprimir sus partes de comedias. Tirso, después de su primera parte, editada sin licencia en Sevilla, en 162721, y de la tercera, en 1634, por el librero aragonés Pedro Esquer22, impresa en Tortosa por Francisco Martorell, ve salir la segunda parte en Madrid23, sólo con licencia, sin privilegio, a costa de la Hermandad de Libreros de dicha ciudad, y obtiene el 8 de marzo de 1635 el primer privilegio para comedias concedido en dicho año para su parte IV24, al que sigue el concedido a Francisco Lucas de Ávila, el 24 de julio de dicho año, para la parte V25. Sólo Calderón, bastantes años después, igualará en vida el número de partes de Tirso, superándolo después de su muerte.

Junto a Lope y Tirso, inician la publicación de sus comedias dos nuevos dramaturgos, que han visto impedido su lanzamiento editorial por los diez años de suspensión de licencias: Juan Pérez de Montalbán y Calderón de la Barca. El primero obtiene en 29 de junio de 1635 privilegio para su primera parte de comedias y el 10 de diciembre lo logra Calderón también para su primera parte. Montalbán, muerto en 1638, sólo publica dos tomos, en 1635 y 163826, reeditado el primero en este último año y ambos en 1652, en Valencia. Calderón ve publicar su primera parte en 1636, su segunda en 1637, ambas preparadas por su hermano José, reeditadas en 1640 y 1641, respectivamente27.

Desconocida era la existencia de una tercera parte de comedias de Calderón, que no llegó a publicarse, revelada por la concesión de un privilegio real, por diez años, el 7 de marzo de 1645, cuyo texto es el siguiente:

Licencia a Don Pedro Calderón de la Barca para que pueda imprimer la trcera parte de doce comedias suyas y previlegio por diez años.28



La concesión de un privilegio exige la existencia de un manuscrito que ha de ser previamente aprobado por el censor designado por el Consejo de Castilla. Es por tanto cierto que existía una parte tercera, con doce comedias, como es habitual, preparada quizá por el propio Calderón, ya que su hermano José, que recopiló las dos anteriores, estaba en el frente de Cataluña, donde murió el 23 de junio del mismo año. Es una época en la que Calderón tiene problemas económicos. Licenciado del ejército a fines de 1642, quizá le movió a solicitar el privilegio el posible beneficio de su venta a un editor. ¿Por qué no se editó esta parte tercera? ¿Su entrada al servicio del Duque de Alba le hizo desistir de ello? Nuevo punto oscuro que por ahora no podemos aclarar.

Dentro de este lanzamiento de nuevos autores de comedias, Francisco Rojas Zorrila ve publicada en 1640 su primera parte, a la que sigue la segunda y última en 1645, tres años antes de su muerte29.

Mientras Calderón no publica nuevas partes, en los años cincuenta y tres nuevos autores ven editadas individualmente sus comedias: Moreto30, su primera parte en 1654; Álvaro Cubillo de Aragón31, un conglomerado de comedias y poesías -«El enano de las musas»- el mismo año y en 1658 sale la primera parte de Juan de Matos Fragoso32. En la década de los sesenta sólo se publica un tomo individual de comedias, la parte tercera de Calderón33, 1664, recopilada por Sebastián Ventura de Vergara Salcedo, en tanto que se publican veinte tomos de la colección de comedias escogidas, iniciada en 165234. El mercado lector acoge favorablemente las partes colectivas.




ArribaLas colecciones de partes colectivas

Como acabamos de indicar, de 1658 a 1670 sólo se publica una parte individual de comedias, la tercera de Calderón. Estamos en pleno apogeo de la llamada «Colección de comedias escogidas», de partes colectivas de diferentes autores. La afición a la lectura de comedias no disminuye, pero la variedad que ofrece un tomo colectivo se impone en el mercado librero, aunque también habría que considerar la actitud de los dramaturgos hacia la edición de sus obras y las posibilidades, por parte de los editores, de reunir doce comedias de un solo autor, que tenga y tengan suficiente atractivo. Por otra parte, era más barato para un editor reunir doce comedias de diferentes autores y obtener licencia o privilegio para su edición, que comprar a un autor el privilegio de edición de una parte suya. Además hay que tener en cuenta que varias partes de la Colección de comedias escogidas son ediciones sin licencias, pues las que figuran son falsas. Y no debemos olvidar las numerosas ediciones de comedias sueltas, en su mayoría sin indicaciones tipográficas.

Los editores madrileños de la primera mitad del siglo XVII prefieren la parte individual antes que la colectiva. Ésta es edición propia de los editores de la periferia, lejos del contacto directo con los autores, residentes habitualmente en la corte. Los dramaturgos escriben para el teatro, para su representación, no para que sus comedias se editen. Las comedias son vendidas a los «autores de comedias» o sea los directores de las compañías teatrales, que las representaban en exclusiva, hasta que agotadas sus posibilidades las vendían a otras compañías. A los comediantes no les interesa su edición, pues les podría hacer perder sus derechos exclusivos de representación. Los autores habitualmente no guardan copia de lo escrito. En actitud contradictoria está el editor, que conociendo la afición lectora de comedias procura satisfacerla.

Angelo Tavanno, al editar en 1604, en Zaragoza, la primera parte de Lope de Vega, recopilada por Bernardo Grasa, marca la pauta de lo que será la «parte de comedias» e inicia la colección de obras de un autor que dominará el primer cuarto del siglo XVII. En la corte no será demasiado difícil conseguirla, había comedias suficientes. Alonso Pérez puede lanzar la parte II (Madrid, 1609)35 y Gaspar de Porres reunir la parte IV (Madrid, 1614)36. Fuera de ella es difícil lograr doce comedias de Lope o doce comedias de un único autor con suficiente atractivo. Jusepe Ferrer y Filipo Pincinali, libreros de Valencia, lanzan en 1608 la primera parte colectiva con sus «Doze comedias famosas, de quatro poetas naturales de la insigne y coronada ciudad de Valencia»37, que será acreditada en Barcelona (1609)38 y en Madrid (1614)39. En Sevilla publican la tercera parte de Lope (1612)40 pero han de completar sus comedias con las de otros autores, mientras que en la propia corte Francisco de Ávila prepara la continuación de las partes de este autor con un tomo colectivo, la quinta parte (Alcalá, 1615)41, a base de comedias sueltas, aunque corrige inmediatamente y en el mismo año logra que le publiquen la sexta parte (Madrid, 1615)42 con doce comedias de Lope de Vega, seguida de las partes VII y VIII (ambas Madrid, 1617)43 en las que indica de quien ha obtenido las correspondientes veinticuatro comedias. Lope pleitea por el derecho a publicar sus comedias44. Pierde el pleito, mas desde este momento es el propio Lope el que se preocupa de la edición de sus comedias, obteniendo los correspondientes privilegios. La suspensión de licencias para comedias y novelas propuesta en 1625 por la Junta de Reformación y aceptada por el Consejo de Castilla impide a Lope continuar los éxitos editoriales de la colección de partes de sus comedias, que no pueden imprimirse legalmente en los reinos de Castilla. Del éxito de la colección de partes de Lope de Vega se aprovechan los editores de la Corona de Aragón y los libreros andaluces para ir publicando la continuación no autorizada de la misma, frente a las quejas impotentes del propio Lope y de otros autores.

De nuevo nos encontramos con la imposibilidad por parte de los editores alejados de la corte de reunir doce comedias de Lope o de un solo autor. La continuación de la colección lopiana tiene que acoger comedias de otros autores, hasta que el mismo nombre de Lope desaparece de la portada. Las partes de esta continuación no autorizada por Lope, que pasan a formar la llamada «colección de diferentes autores»45, coexisten con la reanudación de la colección autorizada y con la edición de partes de otros autores señaladas anteriormente. A la Corona de Aragón, a los libreros andaluces, se une Portugal, poco después de recuperada su independencia. Juan Leite Pereira edita cuatro parte colectivas de comedias46. Con ello llegamos a la mitad del siglo XVII y a la aparición de varias tentativas madrileñas, que acabarán cristalizando en la gran «Colección de comedias escogidas».

Desconocido era el primer intento, levantada la suspensión de licencias, de publicar en Madrid una parte de autores diferentes. El 13 de enero de 1640, el librero Diego de Logroño, el editor de la parte XXI de Lope (1635), obtiene privilegio para imprimir doce comedias, cuya enumeración es la siguiente47:

  1. Los trabajos de Job (Felipe Godínez).
  2. No hay bien sin ageno daño (Antonio Sigler de Huerta).
  3. Las tres edades de Salomón (¿será las tres edades del mundo, de Luis Vélez de Guevara?).
  4. Virtudes vencen señales (Luis Vélez de Guevara).
  5. Competidores y amigos (Antonio Sigler de Huerta).
  6. Las maravillas de Babilonia (Guillem de Castro).
  7. Celos no ofenden al sol (Antonio Enríquez Gómez).
  8. El señor de noches buenas (Álvaro Cubillo de Aragón).
  9. Castigar por defender (Rodrigo de Herrera y Ribera).
  10. El galán sin dama (Antonio Hurtado de Mendoza).
  11. No hay amor donde hay agravio (Antonio Hurtado de Mendoza).
  12. El marido hace mujer (Antonio Hurtado de Mendoza).

Y el 29 de mayo del mismo año, 1640, le fue concedido un nuevo privilegio para «Doce comedidas exemplares de varios autores». Ignoramos por qué no se imprimieron estas partes. La situación económica de Diego de Logroño no debía ser demasiado floreciente. Viudo dos veces (de la segunda mujer, Isabel Gómez, tuvo una hija, Isabel de Logroño, que se casó con Pedro González, tirador de oro), casado en terceras nupcias con Andrea del Campo, que le dio otra hija, Antonia de Logroño, afirma en su testamento de 21 de julio de 1654:

Y respeto de la esterilidad de los tiempos, declaro que antes se han gastado en las enfermedades que he tenido y otras cosas mucha parte de los bienes que yo tenía y de la dicha mi muger, con que ha anido antes muchas pérdidas que ganancias.48



El hecho es que hemos de esperar hasta 1651, en que Tomás Alfay, de familia de libreros aragoneses, establecido en Madrid, editó «El mejor de los mejores libros que ha salido de comedias nuevas»49, impreso en Alcalá por María Fernández, reeditado en 1653 por el librero Manuel López, impreso esta vez en Madrid, por María de Quiñones.

El éxito de la parte colectiva editada por Tomás Alday impulsó a Diego de Logroño a vender el privilegio que había obtenido -en realidad ya había caducado- a Mateo de la Bastida, el cual editó en 1652, impresa por Diego Díaz de la Carrera, la «Flor de las mejores doce comedias, de los mayores ingenios de España, sacadas de sus verdaderos originales», con siete de las comedias que figuraban en el privilegio de 164050. En los preliminares no figuran las correspondientes aprobaciones, sólo la mención de que se poseen las mismas. Por otra parte se hace constar que Diego de Logroño ha cedido el privilegio a Mateo de la Bastida, indicando como fecha del mismo el 11 de mayo de 1652, mas en los registros de cédulas reales no figura ningún privilegio en este día. En la fe de erratas el corrector se refiere a «este libro intitulado Primera parte de doze comedias, de los mejores ingenios de España...» ¿Estaba en la intención de Diego de Logroño, o de Mateo de la Bastida, editar una colección de comedias? Es probable, pero su quebrantada economía no favoreció la realización de dicho plan, aunque se pueda percibir su intención de proseguir la publicación de partes de comedias en las palabras «Al lector», que figuran en el mismo volumen, escritas por su hermano Pedro de Logroño, testimonio, por otra parte, de los problemas que ofrece la recopilación de comedias para su edición:

Viendo la estimación que hiziste (Curioso Lector) de un tomo de Comedias, que salió el año passado de varios Ingenios desta Corte, me pareció darte éste, de las mejores que he podido recoger, procurando darte las nunca impressas, para recrearte más el gusto con ellas; que la que ay para imprimir por ellos, y te asseguro que nunca he podido hallar original sin mala letra y muchos defetos en las coplas, y la causa es porque el que las traslada apenas tiene lugar para corregirlas del original. Si te agradare este tomo, te prometo darte otro con mucha breuedad, procurando escoger las que han aplaudido los Teatros y no han salido a luz.51



Diego de Logroño realizó otros intentos. En 1653 -la fecha de la tasa probablemente auténtica, es de 14 de mayo de dicho año- se publicó la parte IV de comedias escogidas, editada por Diego de Balbuena, con privilegio cedido por Diego de Logroño, de fecha 11 de mayo de 1652, o sea la misma fecha que digura en la «Flor»52. Las fechas de las aprobaciones parecen puestas a voleo: la aprobación de la autoridad religiosa es de 20 de diciembre de 1652, mientras que la aprobación por encargo del Consejo de Castilla es del 10 del mismo mes y año, cuando lo normal es que sea posterior a la aprobación eclesiástica. Por otra parte ambas aprobaciones, que han de ser previas a la obtención del privilegio, en este caso son varios meses posteriores. Lo que podemos suponer es que Diego de Logroño tenía comedias recogidas y ante el éxito de las primeras partes de la Colección de comedias escogidas intentó obtener alguna ventaja económica de su cesión a otro librero que estuviese dispuesto a editarlas y tuviese medios para hacerlo. El problema de las autorizaciones legales se solucionó de manera no legal, aunque posteriormente, el 25 de enero de 1654, obtuvo Diego de Logroño «licencia... para que pueda imprimir doçe comedias y previlexio por diez años»53. Es probable que se refiera al mismo la siguiente cláusula de su codicilo, de 4 de octubre de 1654:

Item declara que Juan de la Bastida, librero, tiene en su poder, del otorgante, quince comedias manuescritas para escojer doçe para imprimir las doce dellas en un libro, con pribilegio que tiene de su magestad el otorgante, y dello le tiene hecho un papel, obligándose a darle ciento y doce libros de la impression primera que hiciere; manda se cobren en la forma que se contiene en el dicho papel.54



No correspondió a Diego de Logroño, como acabamos de ver, la iniciación de la Colección de comedias escogidas, sino a un librero de origen aragonés, establecido en Madrid, Juan de San Vicente55, quien el 20 de junio de 1652 obtuvo licencia del Consejo de Castilla para imprimir la «Primera parte de doze comedias de diferentes autores»56. Antes del mes, el 13 de julio de 1652, Antonio Ribero, mercader de libros, obtiene el privilegio para lo que será la segunda parte de dicha colección57. En tres años se publican las siete primeras partes, seis en Madrid, como figura en su portada, y las dos ediciones distintas de la parte sexta con falso pie de imprenta de Zaragoza58. La continuación, respetando la numeración de la falsificada parte sexta, es de los editores madrileños. La corte era el lugar adecuado para reunir fácilmente manuscritos de comedias. Lejos de la misma, las posibilidades eran mucho menores.





 
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