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391

Poética, pp. 327-8.

 

392

Ibídem, pp. 328-9. Elogia la facilidad de Lope en el arte de la risa y trata de las facecias, los equívocos y otros logros de placer estético por el vocablo (p. 331). Luzán echa de menos en castellano la poesía burlesca de tipo italiano que se basaba en el estilo macarrónico o fideuciario (imitación latiniparla con entretejido de rimas en latín y romance). Una vez más, se confirma la pluralidad de fuentes que sirve a nuestro preceptista. Téngase en cuenta que, como señala Russel P. Sebold, «lo español de la Poética de Luzán consiste en el hecho de que éste ilustra los principios universalmente válidos con ejemplos españoles, o bien con ejemplos que fácilmente podrían aplicarse a la práctica de los escritores españoles», El rapto de la mente. Poética y poesías dieciochescas, Madrid, Prensa Española, 1970, pp. 95-6.

 

393

Véase la cuidada edición de La Gatomaquia de Lope de Vega realizada por Celina Sabor de Cortázar (Madrid, Castalia, 1983), pp. 17 y ss. Para la tradición épico-burlesca, pp. 21 y ss. Luzán coincide, en parte, con Lope en la crítica del estilo de Góngora. «La Gatomaquia lleva implícita la burla al culteranismo, al incorporar a su elocución los elementos constitutivos de ese estilo tan criticado por el mismo Lope» (Ib., p. 33).

 

394

Cfr. el ya clásico estudio de Maxime Chevalier L’Arioste en Espagne (1530-1650), Recherches sur l’influence du «Roland furieux», Bordeaux, Féret y Fils, 1966. Y además Esther Lacadena, Nacionalismo y alegoría en la épica española del siglo XVI: «La Angélica» de Barahona de Soto, Universidad de Zaragoza, Departamento de Literatura Española, 1980, pp. 38 y ss.

 

395

Maxime Chevalier, Los temas ariostescos en el romancero y la poesía española del Siglo de Oro, Madrid, Castalia, 1968, pp. 17 y ss. Sobre la traducción de Urrea, Pierre Geneste, Le capitaine-poète aragonais Jerónimo de Urrea. Sa vie et son oeuvre ou chevalerie el Renaissance dans l’Espagne du XVIe siècle, París, Ed. Hispanoamericanas, 1978, pp. 161 y ss. Otro aragonés, Martín de Bolea y Castro, es autor de un Libro de Orlando determinado, Zaragoza y Lérida, 1578, escrito en octavas. En las colecciones de romances publicadas en Zaragoza también se recoge el tema (Ibíd., pp. 43 y ss.). La mezcla de amor y guerra produjo particular fruto en los tratamientos ariostescos del Barroco. De su popularidad habla el que fuesen asunto de academia. Sobre la presencia de Ariosto en Los sueños de Quevedo ha insistido recientemente J. A. Álvarez Vázquez en la ed. de los mismos en Madrid, Alianza Ed., 1983.

 

396

Garcilaso de la Vega, Obras completas con comentario, edición crítica de Elías L. Rivers, Madrid, Castalia, 1974. Camila era una virgen consagrada a Diana tras la que Garcilaso encubrió probablemente a una prima de don Bernardino de Toledo (hermano menor del duque de Alba) que, desdeñando a éste, se metió en un convento. «El personaje literario de Camila remonta a la Eneida, siendo veloz mujer guerrera que aparece al final del libro VII (vv. 803-817) y que ocupa lugar prominente en la segunda mitad del XI (vv. 535 y ss.); criada en el monte por su padre, Metabo, era gran cazadora y virgen famosa [...] Se menciona a esta Camila en la Cárcel de amor, por ejemplo, en la defensa de las mujeres [...] Camila también aparece en los manuales de lugares comunes (por ejemplo, en la Officina Textoris como ejemplo de cursor velocissimus» (Ib., pp. 720-765). Camila aparece también en la Divina Comedia de Dante y en numerosos poemas épicos posteriores a la Eneida que recrearon la imagen de esta virgen guerrera, homologada con sus predecesoras (Pentesilea o las amazonas). En el Orlando furioso de Ariosto aparece en los cantos XX, 1 (celebrada, junto a Arpalice, por su valor en las armas), XXV, 32 (imitada por Bradamante), y XXXVII, 5 (alabada, entre otras, como mujer que merece fama eterna). En cuanto a Ruggiero, sabido es que es un sarraceno que aparecía en el Orlando innamorato de Boiardo, poema en el que se enamora de Bradamante. En Ariosto, como nuevo Eneas, comporta un mundo mágico al que accede gracias al viejo encantador Atlante.

 

397

Martín de Riquer anota en su ed. del Quijote (Barcelona, Planeta, 1962, p. 353) la fuente ariostesca de esta aguda novela psicológica, que tanto se aparta de la historia caballeresca, llena de elementos mágicos, de Ariosto.

 

398

He consultado la ed. de Ludovico Ariosto, Orlando furioso, Vinegia, Aluuise de Torti, MDXXXVI, en la Biblioteca Universitaria de Zaragoza.

 

399

El Diccionario de Autoridades define la gigantilla: «Figura de pasta de una gran cabeza, y miembros desproporcionados en estatura pequeña. Destas se llevan dos por guía de los Gigantones en procesión del Corpus, la una de hombre, y la otra de mujer. Y por semejanza se llama assi a la mujer mui gruessa y baxa de cuerpo». Sobre el tema de los gigantes zaragozanos, véase el trabajo de Elíseo Serrano Tradiciones festivas zaragozanas. Historia de los festejos populares en Zaragoza, Zaragoza, 1981, pp. 78-9. Por otra parte, y según me confirma el propio Elíseo Serrano, a quien agradezco su generosidad, hay referencias a «gigantillos enanos» en el siglo XVIII ya desde 1718, en la Descripción histórico-panegírica de las solemnes demostraciones festivas [...] en la traslación del Santissimo al nuevo gran templo de Nuestra Señora del Pilar, del Padre Joseph Antonio de Hebrera, Zaragoza, 1719, p. 185. En 1723, aparecen gigantillos de a pie y de a caballo en la Relación histórica [...] de las fiestas que la ciudad de Zaragoza [...] oficio propio de la Aparición de Nuestra Señora [...] del Pilar, de Joan Francisco Escuder, Zaragoza, 1724, p. 298. En fechas posteriores, las relaciones de Manuel Vicente Aramburu de la Cruz, Zaragoza festiva (Zaragoza, 1760), y Thomas Sebastián de Latre, Demonstraciones [...] en celebridad de los dos infantes gemelos, Zaragoza, 1783, aparecen cuatro gigantes. Parece que la «giganta moza» de Luzán pertenecería a la comparsa de la familia que aún perdura en la Memoria de las fiestas de 1807, que se publicó un año más tarde, y en la que aparecen el padre y la madre y dos hijos, «hermano y hermana» (cfr. Tradiciones festivas). Para el tema literario de los gigantes y gigantas, hay unas páginas ejemplares de Francisco Márquez Villanueva en Fuentes literarias cervantinas (Madrid, Gredos, 1973, pp. 293-309). Recuerda oportunamente que el gigante como tipo cómico aparece primero en el Morgante de Luigi Puli y más tarde en Folengo, Quevedo y Cervantes. De interés para Luzán es la observación respecto al Quijote de Avellaneda, autor aragonés que saca en el cap. XIII al rey Bradimán de Tajayunque, «híbrido monstruo de un desenvuelto secretario y uno de los gigantes de la procesión del Corpus» (Ibíd., p. 309).

 

400

Sobre las bases políticas que sustentaban la monarquía borbónica, véase, por ejemplo, Gonzalo Anes, El Antiguo Régimen: Los Borbones, Madrid, Alfaguara, 1975, p. 300. Nótese cómo Luzán se burla de la hidalguía, tema sobre el que tanto se discutió en su siglo: «(fidalgos todos, que por Padre i Madre / vienen de Adán sin duda ni porfía)».