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ArribaAbajo Un ilustrado de base: Manuel Rubín de Celis

Juan A. Ríos Carratalá


Universidad de Alicante

INMACULADA URZAINQUI

ÁLVARO RUIZ DE LA PEÑA

Periodismo e Ilustración en Manuel Rubín de Celis

Oviedo, Cátedra Feijoo, 1983

La Cátedra Feijoo nos ha deparado este año una grata sorpresa con la publicación de una monografía sobre el ilustrado y periodista asturiano Manuel Rubín de Celis. De sorpresa se puede hablar cuando la personalidad y la obra de dicho autor eran desconocidas -más allá de alguna referencia bibliográfica- para la mayoría de nosotros, y de grata porque el trabajo realizado se adecúa perfectamente a un objetivo necesario e interesante: el examen del siglo XVIII español desde una perspectiva que no sólo tenga en cuenta a sus protagonistas estelares.

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Es indudable que la avalancha de publicaciones sobre las figuras más destacadas del denominado Siglo de las Luces ha supuesto una valoración más documentada y justa de dicho período. Nunca se podrá afirmar que autores como Jovellanos, Feijoo, Mayans, Leandro Fernández de Moratín y otros han sido exhaustivamente analizados. Pero creemos que, con la seguridad que nos pueda aportar la bibliografía ya aparecida, se debe ampliar el campo de investigación de los dieciochistas. Esta necesidad es brillantemente puesta de manifiesto por el profesor Caso González en el prólogo del libro que comentamos. Coincidimos con él en la especial atención que se debe prestar a autores como Rubín de Celis, secundarios desde el punto de vista de la calidad de sus obras, pero esenciales a la hora de configurar la realidad de los movimientos literarios e ideológicos de su época.

Acostumbrados a estudiar la historia de nuestra literatura teniendo en cuenta sólo sus hitos más destacados, solemos olvidar que los trechos intermedios poseen una multitud de protagonistas, tal vez sin un relieve personal, pero que tampoco se limitan siempre a ser un mero reflejo de las grandes figuras. Es cierto que Rubín de Celis no aporta demasiadas notas originales al pensamiento ilustrado, pero al poner éste en un contexto concreto, en la expresión de un activo e inquieto periodista, ensayista y traductor, no cabe duda que podemos matizar nuestra visión de dicho pensamiento y de su época en general. Los llamados autores secundarios, ajenos por lo general a los altos vuelos intelectuales o estéticos, suelen estar por el contrario en mejor disposición de ser permeables a la realidad de su contexto. Ese contexto limitado y concreto que cada vez nos resulta más necesario para descubrir la verdadera radiografía de nuestro siglo XVIII. Los dos tomos ya aparecidos de la monumental bibliografía del doctor Aguilar Piñal nos revelan la insignificancia de lo estudiado en relación con lo existente y conservado. Los miles de títulos rescatados, por simples razones cuantitativas, ya nos denuncian la obligatoriedad de matizar afirmaciones demasiado tajantes y casi nunca contrastadas. De la misma forma, la aparición de esta monografía sobre Rubín de Celis nos induce a pensar en la multitud de personajes que como él configuraron -desde la vanguardia o desde otras posiciones- no sólo la Ilustración, sino la dialéctica cotidiana y omnipresente de una historia de las ideas en continuo proceso de formación.

En cuanto a la investigación llevada a cabo por Inmaculada Urzainqui y Álvaro Ruiz de la Peña, creemos que está presidida por la corrección, seriedad y honestidad. Lejos de la tentación de convertir la monografía en una de tantas hagiografías, los autores nos han revelado   —541→   las verdaderas dimensiones de Rubín de Celis. El mérito es indudable teniendo en cuenta la falta de datos que nos recalcan los investigadores, carencia solventada en buena medida gracias al presente libro. No estamos ante una investigación cerrada, pero consideramos que aquellos que en algún momento nos hemos topado con la figura de Rubín de Celis disponemos ahora de un instrumento suficiente para conocerla. En el estudio de una época donde proliferan las polémicas y la actividad periodística cobra cada vez un protagonismo mayor, cualquier monografía tropieza con una multitud de personajes que, como Rubín de Celis, nos son casi desconocidos, lo cual obstaculiza gravemente el proceso y consiguiente resultado de la investigación. Creo que este problema y en el caso concreto del ilustrado asturiano ha quedado solventado.

Por último, quisiéramos recordar un hallazgo que por sí justificaría el trabajo llevado a cabo por Urzainqui y Ruiz de la Peña: la participación intelectual de Rubín de Celis en un texto tan fundamental como el Discurso sobre el fomento de la industria popular, atribuido hasta ahora en exclusiva a Pedro Rodríguez Campomanes. Suponemos que la documentación aportada por los autores suscitará la sana discusión entre los especialistas. Pero el relativamente sorprendente dato está ahí, como indicador de las posibilidades contenidas en investigaciones de este tipo. Ni el prestigio de Campomanes ni la trascendencia de «su» obra quedan en entredicho, pero el caso ejemplifica la necesidad de conocer la trayectoria nada desdeñable de muchos autores, ilustrados o no, de segunda línea.

No sabemos hasta qué punto la publicación de una monografía como la aquí comentada puede ser un caso aislado o, por el contrario, es capaz de auspiciar un nuevo y complementario enfoque en la bibliografía dieciochista. Esperemos que sea lo segundo, porque de ello deduciremos una muestra de madurez científica siempre necesaria.