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ArribaAbajo «El don de la ternura»: sobre la obra poética de Meléndez Valdés

John H. R. Polt, Batilo: Estudios sobre la evolución estilística de Meléndez Valdés, Berkeley & Oviedo, Centro de Estudios del Siglo XVIII & Univ. of California Press, 1987


Guillermo Carnero


Universidad de Alicante

Este volumen, a pesar de haber sido impreso según su colofón en Diciembre de 1987, ha tardado un año en ser distribuido. Es el primer fruto de la colaboración editorial entre el Centro ovetense de estudios sobre el XVIII y el Departamento de Español de la Universidad de Berkeley; una colaboración que, por aunar los esfuerzos de dos focos de investigación de primera magnitud, promete felices resultados para el futuro. El profesor Polt, catedrático de Berkeley, no necesita presentación entre los dieciochistas españoles: es autor de dos monografías sobre Jovellanos (1964 y 1971), editor de Los gramáticos de Forner (1970) y autor de una antología de poesía dieciochesca (3.ª edición en 1986) a la que corresponde sin exageración el mérito de haber posibilitado la revitalización del tema en la enseñanza universitaria en España y en los centros del hispanismo internacional. Su especial dedicación a Meléndez ha cuajado en la edición (en colaboración con Georges Demerson) de unas ciudades Poesías selectas (1981) y en la crítica de las Obras en verso en 2 volúmenes (1981 y 1983) publicada también en Oviedo.

Este reciente Batilo se ocupa de la obra poética de Meléndez desde dos enfoques   —470→   básicos: estudiando la evolución de los textos desde los manuscritos a las sucesivas ediciones (gracias a la completa cartografía preparada en la edición de 1981-1983) y poniendo en pie minuciosos análisis y comentarios que revelan detalladamente el funcionamiento de la máquina de trovar del poeta y de su psicología literaria. La entidad de los textos mismos es siempre el objeto primordial del estudio, y a este respecto no resulta ociosa la referencia a la Estilística en el título. Claro está que ni siquiera una Estilística aséptica (que no ha sido voluntad de Polt asumir) podría eludir otras cuestiones necesariamente implícitas, lo mismo que el estudio de fuentes y modelos. Así tenemos referencias, en la consideración de poemas hábilmente seleccionados, a cuestiones de contenido tales como la influencia del sensualismo inglés. No, en cambio, ni es propósito que el autor se haya impuesto, a lo que podría llamarse un modelo omnicomprensivo del pensamiento de Meléndez, o a su relación con el Romanticismo. A éste último respecto, sin embargo, se hacen algunas referencias certeras. Del mismo planteamiento del volumen y de las exposiciones que lo constituyen se deduce que estas cuestiones interesan al profesor Polt como un resultado más del análisis literario.

Los dos primeros capítulos se dedican a la corriente, tan frecuente entre los contemporáneos de Meléndez, que se viene llamando «anacreóntica» o «rococó», en la que se incluyen más de un centenar de composiciones del poeta. Polt demuestra que Meléndez la cultivó a lo largo de su vida entera (por lo cual hay que reducir el alcance de la supuesta influencia de Jovellanos que documentaría la «Epístola a sus amigos salmantinos») y que en la segunda parte de su vida la utilizó como un marco libremente interpretado dentro del cual se amplían las características tópicas del género. Se ocupa de la incidencia de fuentes no españolas (Gessner, Saint-Lambert, Thomson), de la representación poética del paisaje, los elementos, las aves, las estaciones o el cuerpo femenino, o de los esquemas rítmicos.

El capítulo tercero trata de los romances, con las precauciones que resultan de la observación de las enmiendas injustificables introducidas, so capa de restauración, por Mor de Fuentes en la edición de 1838; enmiendas que pasaron como de buena ley a la compilación de Cueto en la BAE (Poetas líricos del siglo XVIII) y que, unidas a las de este último, fueron asumidas sin saberlo por los editores posteriores, que tomaron un corpus doblemente corregido por el de la edición de 1820. Trata Polt de las fuentes del romancero de Batilo en su primera época (Garcilaso, Lope, Góngora) y de la posterior sustitución de esos magisterios por el de la poesía descriptiva contemporánea inglesa y francesa. Completan el capítulo análisis de textos concretos como «La despedida del anciano» (ejemplo de crítica social dedicada a la denuncia de los vicios y defectos de las clases dominantes y de la postergación de las productivas), «El árbol caído», «La tempestad», los dos a «Doña Elvira» (precursores del romance histórico decimonónico) o las «Alarmas» motivadas por los sucesos de 1808, subproducto   —471→   de una tesitura superficialmente patriótica que Meléndez abandonaría enseguida al creer, como tantos españoles de su tiempo, que la regeneración de España pasaba en la práctica por el relevo dinástico. El estudio del romancero de Batilo conduce a importantes conclusiones: la progresiva presencia en el poeta de lo reflexivo y lo filosófico junto al abandono de los modelos clásicos españoles, y un creciente sentimentalismo que es propio de su obra en conjunto -tengamos presente que en la elegía «A Jovino» de 1794 (no en romance) formula Meléndez el concepto de «fastidio universal» sobre el que llamó la atención Sebold hace veinte años, en lo que toca a la definición y cronología del Romanticismo español y europeo-.

A las odas se dedica el capítulo cuarto: renacentistas o garcilasianas, horacianas y pindáricas en la primera época; filosóficas y religiosas en la segunda, revelando aquí una nueva orientación que sí encajaría en las directrices preconizadas por Jovellanos en la epístola antes citada.

Con las Obras en verso y con este Batilo el profesor Polt ha puesto en manos de los dieciochistas dos inapreciables instrumentos de conocimiento y de trabajo, si con las Poesías selectas ha logrado que el cantor de Filis sea amplia y adecuadamente leído por las jóvenes generaciones.