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ArribaAbajo La Biblia en verso de Ignacio de Luzán (257 octavas inéditas)

Guillermo Carnero


Universidad de Alicante

La Biblioteca Nacional de Madrid conserva, con la signatura Mss. 2528, un manuscrito en cuyo primer folio puede leerse lo que sigue:

HISTORIAE CELEBRIORES / VETERIS / TESTAMENTI / ICONIBVS REPRAESENTATAE / ET / Ad exitandas [sic] bonas Meditationes / selectis Epigrammatibus bonas meditationes [sic] / in lucem data [sic] / a / Christophoro Weigelio / NORIBERGAE. / 1712. / y con la tradución [sic] en verso castellano / de Dn. Ignacio Luzán / y de su mano y pluma. / V.B. / (Letra de D. Antonio Mori).



En 2 r. se añade, entre el original latino del primer epigrama y su traducción, la siguiente nota:

Tradución [sic] castellana de Dn. Ignacio Luzán, y de su propia letra según el original que conserva Dn. Manuel de Yera en Cádiz138.



En 28 r. se copia este nuevo título:

  —110→  

HISTORIAE CELEBRIORES / NOVI / TESTAMENTI / ICONIBVS REPRAESENTATAE / ET / Ad excitandas bonas meditationes / selectis Epigrammatibus exornatae / in lucem datae / a / Christophoro WEIGELIO / NORIBERGAE / y la tradución [sic] en verso castellano de / Dn. Ignacio Luzán / y de su mano y pluma.



El manuscrito es sin duda copia de otro, por sus errores y omisiones; una copia apresurada, pobre y no muy cuidada. Las cuestiones que de inmediato plantea son dos: qué original es la fuente de la traducción, y si esta labor puede ser atribuida al conocido autor de la Poética.

Ese original es una selección de temas bíblicos en dos volúmenes, uno para cada Testamento; en la edición que manejo, y que creo la más antigua, publicados sin año en Nuremberg, y fechada la dedicatoria en 1708. Se trata de una hermosa edición, en la que cada página incluye un grabado alusivo al episodio que, debajo, se resume y glosa en cuatro versos latinos seguidos de su versión alemana. Pude localizar esta Biblia, tras una laboriosa búsqueda, en la Fürstlich Fürstenbergische Hofbibliothek, una pequeña biblioteca de Donaueschingen (Baden-Württemberg)139. El autor y editor es el célebre grabador Christoph Weigel († 1726), especializado en la impresión de obras de arte, antigüedades y heráldica.

En cuanto al Ignacio Luzán a quien se atribuye la traducción, la prudencia aconsejaba tomar en cuenta la posible autoría del Padre Ignacio Luzán, contemporáneo de su más famoso homónimo.

Jaime Finestres nos dice, en su Historia de Poblet140, que el P. Luzán fue abad de Piedra de 1732 a 1736; nada sobre su obra literaria. Latassa141 añade que nació en Albalate del Arzobispo, que era devoto de S. Inocencio, orador de mérito y autor de sermones como el dedicado a la Virgen de Arcos (Zaragoza, Francisco Moreno, 1735). Vicente   —111→   de la Fuente, en su continuación de la España Sagrada142, copia de Finestres sin más adición que el segundo apellido del abad, Ayuda. Jiménez Catalán143 recoge la Oración histórica, panegyrica y gratvlatoria [...] a la Soberana Imagen de María Santísima de los Arcos... (Zaragoza, Francisco Moreno, 1736), que a su vez atribuye Palau al otro Luzán.

Ni una palabra sobre el abad en la bibliografía cisterciense que, a partir de Muñiz (1793), he podido consultar144.

No hay pues indicio alguno que permita atribuir la traducción de Weigel al abad Ignacio Luzán y Ayuda.

En cuanto a Ignacio de Luzán Claramunt, no conozco referencia a nuestro ms. 2528 ni a su contenido en la bibliografía. Nada dice Juan Ignacio de Luzán en el «Índice de las obras» ni en la «Vida» que contiene el ms. 17521 de la misma Biblioteca Nacional de Madrid; pero la ausencia no me parece concluyente, pues tampoco se cita ahí, por ejemplo, el Informe sobre Casas de Moneda145. Sí refiere en cambio Juan Ignacio que su padre estudió latín en sus años juveniles y que, estando en Palermo, pensó en hacerse sacerdote (ms. cit. 41 v.); y habla de amigos residentes en Alemania y Viena (42 v., 44 r., 59 v.). De ellos pudo obtener Luzán el apreciable regalo que a todas luces era la Biblia de Weigel, si no de una requisa de su tío el inquisidor. Es verosímil que Luzán emprendiera la traducción como ejercicio de latinidad.

  —112→  

Por otra parte, nuestro ms. 2528 incluye en 47 r. y v. un «Índice de las obras de Luzán» que no permite dudar de que el allí antes citado se entiende ser el autor de la Poética.

El corto ingenio, la ramplonería y el conceptismo del original no ofrecían mucho horizonte al traductor, que unas veces es brillante, otras correcto y otras torpe e incorrecto lingüística y métricamente, con el pie forzado de la estrofa elegida, la octava octosilábica con rima de romance. En cualquier caso, tenemos doscientas cincuenta y siete octavas hasta ahora desconocidas.

En la transcripción del ms. numero las estrofas y pongo su título en mayúscula; suprimo los originales latinos copiados de Weigel e incluyo algunas de las láminas. No sigo el mayusculismo arbitrario del original y distingo porque, por que, por qué, sino, si no, etc. Añado en nota las aclaraciones a referencias bíblicas que me parecen exigirlo.

  —113→  

imagen

  —114→  

1 r.

HISTORIAE CELEBRIORES
VETERIS
TESTAMENTI
ICONIBVS REPRAESENTATAE
ET

Ad exitandas [sic] bonas Meditationes
selectis Epigrammatibus bonas meditationes [sic]
in lucem data [sic]

a
Chistophoro Weigelio
NORIBERGAE
1712.

y con la tradución [sic] en verso castellano
de Dn. Ignacio Luzán
y de su mano y pluma.
V. B.
(Letra de D. Antonio Mori)

1 v. = en blanco

2 r.



I-Pecado de Adam

Tradución [sic] castellana de Dn. Ignacio Luzán, y de su propia letra según el original que conserva Dn. Manuel de Yera en Cádiz

En medio del Paraíso
la astuta serpiente engaña
a Eva, y ella cariñosa
su esposo con la manzana.
Con el ierro de tus padres
primeros aprender trata,
ó posteridad, que no hai
lugar libre de asechanzas.

  —115→  

II - Castigo de Adam

Assí del Paraíso arroxa
un ángel vibrando fuego
a los que quisieron ser
iguales a Dios immenso.
Ya la vergüenza i pobreza
a su desnudez ha abierto
los ojos, y ven entrambos
lo que son y lo que fueron.

2 v.



III - Muerte de Abel

Aquí iace Abel, a quien
la bárbara diextra mata
de su hermano, aborrecido
sólo porque al Cielo agrada.
El pérfido Caín huie
por más que el mundo se halla
vacío, porque el delito
le atormenta y le amenaza.



IV - El diluvio universal

Mira el mundo que perece
en avenidas de aguas,
reservando del peligro
sola a su artífice el arca.
Apartad, hombres, la mente
de las amorosas llamas,
pues sobre tales incendios
llueve vengadora el agua.



V - Salida del arca

Baxa el agua i se descubre
la tierra, parece el arca,
Noé sale, vuela el ave
i de allí la fiera salta.
Porque Dios quiere que todo
cresca otra vez, se restaura
el mundo y logra este nombre
limpio ya con tantas aguas.

3 r.



VI - Salida del arca y sacrificio de Noé

Agradecido Noé
da a Dios gratos holocaustos,
hácese la paz y el iris
es la señal del contrato.
Sobre este iris algún día
se sentará el juez airado;
tema de Dios enemigo
el hombre que quiebra el pacto.



VII - Torre de Babel

Quando a los aires se eleva
la torre, Dios enojado
de los hombres el lenguaje
confunde en sonidos varios146.
Nuestro nombre, decían ellos,
pongamos sobre los astros;
pecó su soberbia lengua
pero pagó sú pecado.



VIII - Vocacion de Habraham

A otra región desterrado
assí, por mandarlo Dios,
desde los paternos campos
camina Abraham con Loth.
Con sus costumbres el justo
illustra, con luz el Sol
el mundo: luego no nacen
a un solo pueblo los dos.

3 v.



IX- Melchisedé y Abraham147

Después que a los enemigos
arroxa i a Loth redime
Abraham, los panes i el vino
de Melchisedech recibe.
Pero del rey de Sodoma
los dones desprecia viles,
que el justo no su interés
sino el del pueblo mide.

  —116→  

X -El rey de Gerara y Abraham148

El rey de Gerara, huiendo
del Cielo iras149 i amenazas
le da dones a Abraham
y le restituie a Sara.
Creemos que a los delitos
eternas penas aguardan,
pero, ¡quién teme del otro
ver la justicia violada!



XI - Loth

Loth y sus hijas caminan
sin volver atrás la cara
a las perversas ciudades
que Dios con su fuego acaba.
Pero su muger, que mira,
de sal se vuelve en estatua.
¡O, si su fragilidad
con esta sal se enmendara!

4 r.



XII -Hospitalidad de Abraham150

A tres ángeles la mesa
el piadoso Abraham prepara;
la sucesión le prometen,
búrlase la anciana Sara
Mereció castigo, que es
delito la desconfianza
quando el que habla no puede
engañarse en lo que habla.



XIII - Agar desterrada

Con tu hijo a los desiertos
sales, Agar, desterrada;
tu dueño Abraham no lo estorba,
zelosa Sara lo manda.
No por esto te abandona
Dios quando lloras tus faltas;
ia por las lágrimas tuias
te dará copiosas aguas.



XIV - Ismael socorrido

Congoxada ruega al Cielo
por su hijo a quien la sed mata
la madre, y después se alegra
con las aguas señaladas.
El chico Ismael recobra
fuerzas con beber el agua.
Aprende: Dios, quando ruegan,
los infelices ampara151.

4 v.



XV- Sacrificio de Abraham

Mirad de Abraham el cuchillo,
padres de blandas entrañas,
con el cual su amado hijo
sacrificar no retrasa.
Vosotros no perdonéis
vuestro hijo, si Dios lo manda;
pocas víctimas entonces
irán a la Estigia llama.

  —117→  

XVI - Rebeca

A los criados de Isac
i a los cansados camellos
Rebeca del fresco pozo
ofrece cántaros llenos.
Esta dignación, ó virgen,
te dio esposo no pequeño,
que es rara prenda virtud
y hermosura en un sugeto.



XVII - Esaú vende su mayorasgo

Esaú, vendedor necio,
a Jacob jura la venta
i todo su mayorasgo
da por las rubias lentejas.
Del padre, la tierra y cielo
a un tiempo la gracia dexa.
¡Ó, quántas riquezas pierde
de la gula la baxeza!

5 r.



XVIII - Bendicion a Jacob

Jacob, a quien de cabrito
con pieles viste su madre,
el vendido mayorasgo
logra de su ciego padre.
Assí una muger entonces
con ardid i a un ciego sabe
engañar; pero aora tiene
a un Argos que rezelarse152.



XIX - Escala de Jacob

Esta es la escala que junta
la tierra al Olimpo excelso;
por aquí suben y baxan
los moradores supremos.
La escala es la vía de cruz
que Jesús passó primero;
el que el de la cruz rehúsa
huie el camino del Cielo.



XX - Jacob sirve por Rachel153

Mira aquí a Jacob, que alegre
servir siete años sufrió,
i mira a Rachel, por quien
estos siete años sirvió.
Si la cara de una hermosa
doncella a esto le obligó,
di, ¿lograrás sin trabaxo
gozar a la cara de Dios?

5 v.



XXI - Lucha de Jacob con el Ángel154

Qué lucha es ésta? Del Cielo
oprime a un ángel Jacob
i le tiene hasta que ofresca
los bienes que deseó.
Jusgo que con esta lucha
la Deidad nos enseñó
que nadie después espere
dones si no trabaxó.



XXII - Esaú se reconcilia con Jacob

Esaú, a quien postrado
adoras, ya te recibe,
o Jacob, i aunque está armado
con mil cariños te admite.
Aprended, mortales, quánto
un rendimiento consigue,
pues que pudo conciliar
destos hermanos las lides.

  —118→  

XXIII - Dina155

La fuerza que se hizo a Dina
castigan la fuerza i armas;
Sichem i los ciudadanos
mueren al filo de espadas.
¡Ay, de nosotros! Si assí
Dios sus offensas vengara,
a penas en todo el mundo
algún morador quedara.

6 r.



XXIV - Joseph vendido

Venden a Joseph, que a Egipto
ha de passar hecho esclavo.
¿Quién le vende? Llena de ira,
la turba de sus hermanos.
¡O maldad, el innocente
en vil moneda apreciado!
Pero aún no ve nuestro siglo
aqueste error desterrado.



XXV - Presentan la túnica de Joseph a Jacob

Jacob, engaño padeces
con la toga ensangrentada,
quando juzgas que tu hijo
de una fiera dio en las garras.
Pero la péssima fiera
daña a tu hijo, no te engañas,
que ninguna es peor fiera
si a la envidia se compara.



XXVI - Castidad de Joseph

De la más impura mano,
Joseph castíssimo, escapa;
más cruel que una serpiente
es la muger que te abraza.
Pero, ¿para qué al que huie
necia le quitas la capa?
En vano es: ningunos velos
pueden ocultar tu infamia.

6 v.



XXVII - Joseph en la cárcel

Restituidos honores
Joseph anuncia al copero
pero fatales desgracias
a tu vida, ó panadero156.
Aquél su profeta olvida
en el palacio soberbio
donde igualmente carecen
de agradecidos i buenos.



XXVIII - Joseph explica los sueños de Faraón

Joven profeta los sueños
a Pharaón le descubre
que no puede descifrarle
de viejos la muchedumbre.
Ó Joseph, tu castidad
en los futuros te instruie,
que de ojos puros la luz
más i más de lexos luce.



XXIX - Joseph reconocido por sus ermanos

El sueño, ó casto Joseph,
verdades te manifiesta:
ves aquí adorar tus plantas
humilladas las estrellas157,
que tus culpados hermanos
las Hyadas representan,
que a deshacerse en su llanto
os precisa la vergüenza.

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imagen

Castidad de Joseph

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7 r.



XXX - Los hermanos de Joseph dan cuenta a Jacob

Los hermanos de su hermano
las honras i vida qüentan,
pero el padre con que viva
Joseph sólo se contenta,
i con razón de su vida,
no de sus dichas, se alegra;
que siendo virtuoso i vivo
su hijo, nada más desea.



XXXI - Joseph se presenta a su padre Jacob

Mira a Jacob y a Joseph
cómo a abrazarse se acercan,
i aprende de aquí que vienen
los gustos tras de las penas.
Aquella toga que al padre
en la sangre de la fiera
le afligió antes salpicada
púrpura aora le alegra.



XXXII - Bendición de Jacob a sus hijos

Jacob, ya para morir,
a sus hijos pronostica
sus sucessos, i fallece
deseando a todos mil dichas.
A las últimas palabras
de tu padre, ó hijo, mira,
que tal vez hace la muerte
que paresca que adivinan.

7 v.



XXXIII - Moysés sacado del río

La hija del rey ve en las aguas
a Moysés, a quien su padre
quería matar; le libra
i le cría como infante.
Assí la alta Providencia
la astucia humana deshace;
con la misma arte que estudia
perderle, sabe librarle.



XXXIV - Moysés castiga a un egipcio

La muerte a aquel que, culpado,
la dio al hebreo innocente,
siendo el vengador, Moisés
da el castigo que merece.
Pharaón, ya hai a quien temas;
porque la mano que tiene
tanta fuerza ha de admirarte
quando tu vara govierne.



XXXV - La sarza que vio Moysés

Ó Moysés, con pies desnudos
adora la Deidad sacra
que está escondida en el fuego
en que se quema la zarza.
No temas, embaxador
embiado a la aula gitana158,
porque essa llama que miras
dará fuerza a tus palabras.

8 r.



XXXVI - Trabajos de los hebreos en Egipto

Del insufrible trabaxo
el pueblo hebreo se quexa.
¡;Pero qué hace Pharaón!
Más trabajos les aumenta,
que es costumbre de tiranos
querer aumentar sus fuerzas
oprimiendo más i más
de sus pueblos las cabezas.



XXXVII - Vara de Moysés

La admirable vara al suelo
arroxada, sierpe se hace
y se traga las culebras
obras de mágica arte.
Teme, o Phraón: la vara
que tantas sierpes deshace,
aun que en dragón te conviertas,
la ponzoña ha de quitarte.

  —121→  

XXXVIII - Plagas de Egipto: Las aguas en sangre

Mira las fuentes y el mar
vueltos de color de sangre
que muestran, cruel tyrano,
tu delito i penas graves.
Por ti del pueblo el sudor
con sangre llegó a mesclarse,
y éste hará que del Mar Roxo
las altas olas te traguen.

8 v.



XXXIX - Peste del ganado

Todo el ganado consume
la cruel peste; en todas partes
los cadáveres los campos
cubren, i podridos iacen.
En nada ofendió el ganado,
pero la bestia indomable
del tyrano aprender pudo
destas penas sus ultrages.



XI - De los hombres

Otra vez con llagas vuelven
los cuerpos de Egipto a hincharse;
de aquí los hombres fallecen,
de allí los ganados iacen.
Pero, ¿por qué al rey cruel
esta pena no combate?
Porque la su hinchazón
avía hecho que enfermasse.



XLI - Granizo

Todo lo que hai en las selvas,
todo lo que halla en los campos
hiere cruel granizo
embuelto en truenos y rayos.
¡O Pharaón duro, en quien,
aunque rompan los peñascos,
no mueven el corazón
los rayos aun duplicados!

9 r.



XLII - Muerte de los primogénitos

Por todas partes la muerte
destruye los mayorasgos;
Dios lo quiere, aun el rey mismo
llora de su hijo el estrago.
Ahora dexa a los hebreos,
que no mueve a los tyranos
solo el daño de su pueblo
si no es con su propio daño.



XLIII - Primera Pasqua

Con báculos i ceñida
la cintura, de la Pasqua
come de prissa el cordero159
de Abraham la fiel prosapia.
Si el cordero comer quieres
que al mundo las culpas lava.
has de tener casto amor,
fee viva, firme esperanza.



XLIV - El maná

Cógese el rosío que
quaxado del cielo cae,
cuia celestial comida
del pueblo sacia la hambre.
Si a los hambrientos comida
desde el cielo se le trahe,
¿quién negará que allí está
de los hombres el Gran Padre?

9 v.



XLV- Da agua a la piedra

Assí en otro tiempo pudo
sacar de las piedras agua
del insigne bicornuto
varón la admirable vara160.
Más que esta vara tu cruz
puede, o Jesús; luego el alma
que las lágrimas resiste
más dura que el mármol se halla.

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XLVI - Castigo de los amalecitas161

Por aquí de Josué
los Amalecitas carga
la mano; de allí Moysés
al cielo las suias alza.
Quando la piedad les da
la fuerza, triumphan las armas
porque siempre es invencible
mano a quien Dios acompaña.



XLVII - Moysés elige jueces

Jetro162 a Moysés aconseja
que ministros fieles junte
a quienes de sus cuidados
alguna parte acumule.
El que para muchos vela
i a muchos a un tiempo acude
muchos ojos, muchas manos
es preciso que vincule.

10 r.



XLVIII - Moysés en el Monte Sinaí

Entre fulminantes llamas,
vibrando truenos el cielo,
habla el gran Dios de Israel
i da la Ley a su pueblo.
Quando tiene el corazón
duro, oído mal dispuesto
el vasallo, el rey entonces
manda bien con voz de trueno.



XLIX - El arca

Tu imagen fue Arón, ó Christo,
i en el corazón impressos
en doce piedras preciosas
traxo los nombres del pueblo163.
Tu amor en la cruz descubre
traes los fieles en el pecho:
en el libro de la vida
quien permanece está puesto.



L - Becerro de oro

Quiebra las tablas, Moysés,
de la Ley que Dios te dio,
porque ya iace a los pies
del pueblo que la quebró.
Puesto que ya salta i juega,
come i bebe, bien mostró
que parecerse en costumbres
quiere el ternero su dios.

10 v.



LI - Racimo del país de promisión

Qué feliz la tierra fue
que produjo aquel racimo,
a quien apenas dos hombres
en el hombro han sostenido.
Pero aora, quando qüentan
que un hombre gasta sus vinos,
qué estéril se ha buelto el suelo,
dándole el cielo el castigo.



LII - La serpiente de metal

El metal, la sierpe, Christo
al pecador representa;
aquél no tiene veneno,
éste de culpa se exempta.
Aquél a los cuerpos, éste
salud al alma franquea:
luego a Jesús en la cruz
si estás enfermo te acerca.



LIII - La burra de Balaam164

¿Por qué me hieres, Balaam,
si del camino me apartan?,
fue lo que habló en otro tiempo
con voz prodigiosa el asna.
Si quando vamos por sendas
vedadas nos avisaran,
juzgo que el hablar los asnos
no fuera cosa tan rara.

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11 r.



LIV - Paso del Jordán

Huie una corriente, i otra
como alto monte se para;
assí el Jordán descubrió
seco camino en sus aguas.
Por aquí al pueblo encamina
Josué, que nada embaraza
al capitán que en favor
del cielo mueve sus armas.



LV - El ángel se aparece a Josué

Al punto Josué se postra
luego que el ángel le avisa
que es el mismo capitán
de la celestial milicia.
¡O, qué bien! Porque así debe
sugetarse a tal divisa
el capitán que quisiere
tener victoria cumplida.



LVI - Castigo de Achán165

Parece el hurto; el perdón
Achán pide, mas no alcanza,
que ha de morir de allí a poco
del pueblo con las pedradas.
Si también assí los hurtos
nuestros tiempos castigaran,
dime, ¿dónde se hallaría
suelo sin piedras tiradas?

11 v.



LVII - Engaño de los gabaonitas166

Engañado el capitán
hebreo por cautelosas
mentiras, a Gabaón
pacto de paces otorga.
Con la muerte el pueblo quiere
vengar el dolo, y lo estorba
Josué, que príncipe tal
le fee pactada no viola.



LVIII - Josué para el Sol

Manda Josué al Sol se pare,
párase, el día se alarga
porque no huiga el enemigo
de la noche con la capa.
El capitán que quisiere
que por sus soldados salga
Dios, que es el sol de justicia,
emprenda justas caurpañas.



LIX - Castigo de Adonibesec167

Vencido Adonibesec,
de manos y pies cortadas
las coiunturas, en cárcel
de Jerusalem acaba.
Assí cruel vencedor
sus enemigos trataba,
pero ya el mismo castigo
contra su author se prepara.

12 r.



LX - Sísara168

El cápilan fugitivo
de su campo cananeo
mescla la leche y la sangre,
junta la muerte y el sueño.
De Jabán la suerte iace,
que para postrar su exfuerzo
una muger con un clavo
fixó a Sísara en el suelo.

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LXI - Gedeón y el ángel169

El manjar, Gedeón, que ofreces
toca el ángel con su vara;
al punto el fuego que brota
de la piedra lo arrebata.
Alégrate, auspicio tienes;
assí el ardor de batallas
con tu guía pechos fríos
como el mármol hará un asqua.



LXII - El vellón de Gedeón170

El capitán Gedeón
temprano el vellón levanta
moxado en la tierra seca,
seco en la tierra moxada.
La divina protección
con prodigios saber trata;
que sólo con Dios propicio
se han de emprender las batallas.

12 v.



LXIII - Voto de Jepté171

Su hija a Jepté vencedor
sale a encontrar la primera,
luego víctima ha de ser,
muerta del padre a la diestra.
Entre tanto llorará
que sin prole alguna muera;
assí aora, casada, presto
la muger llorar rezela.



LXIV - El ángel a Mané172

Dos vezes del alto cielo
a Mané se embía un ángel,
primero es gusto de Dios,
despues el ruego le trahe.
Mira que fiel es la turba
de ministros celestiales,
o hombre, cuán officiosos
en tus deseos te valen.



LXV - Samsón mata un león

¡Ó, qué fuerza tan terrible
tubo de Samsón la diestra,
que fue sufficiente a hacer
pedazos tan cruel fiera!
Pero postrará una loba
a quien un león no hizo mella;
luego al dolo mugeril
no le iguala alguna bestia.

13 r.



LXVI - Samsón mata mil filisteos

Con la quixada Samsón
a mil enemigos mata,
i pone a dos mil restantes
en fuga precipitada.
En este mundo guerrero
quántas muertes se encontraran
si hubiera tantos Samsones
como se hallan tales lanzas.

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LXVII - Se lleva las puertas de la ciudad

¿Para qué, Samsón, de noche
a las philisteas ciudades
las puertas quitas? En vano
trabajas para escaparte.
Aunque esté abierta, ninguna
huida hará que te escapes,
que el amor por los cabellos
sabrá atado sugetarte.



LXVIII - Rompe los lazos con que lo ataron

Rompe al punto, ó philisteos,
los lazos con que le atasteis,
que Samsón no ha de ser preso
con estos engaños y arte.
A este héroe sólo Amor,
que vencer lo demás sabe,
por los engañosos brazos
vence de Dalila afable.

13 v.



LXIX - Samsón desploma el templo

Mira: a los juegos del pueblo
el ciego Samsón llevado,
desploma con mano fuerte
el magnífico theatro.
Feliz el que con su muerte
logra la de sus contrarios,
a quien su mismo sepulchro
vencedor le está aclamando.



LXX - Muerte violenta de una muger por los de Benjamin173

Ésta muere de los hombres
oprimida a la violencia,
pero hecha pedazos mueve
a su venganza las diestras.
De Benjamín deste modo
muere la estirpe perversa,
que Dios con ríos de sangre
impuros fuegos anega.



LXXI - Ruth y Booz

Ruth, que tras los segadores
cuidadosa coge espigas,
éssa te agrada i la escoges,
Booz, que esposa te sirva.
Ruth el alma, y el divino
esposo Booz significa;
Dios ama al que aun el menor
con sumo desvelo estima.

14 r.



LXXII - Ana presenta al sacerdote su hijo174

Ana a ti, o gran sacerdote,
el hijo avido con ruegos
te presenta, i le consagra
al culto de Dios eterno.
Aora le ofrece al altar
la madre de cera hecho
alguna vez, mas el chico
no permanece en el templo.

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imagen

Se lleva las puertas de la ciudad

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LXXIII - Muerte de Helí175

Viendo destrozado el pueblo
i viendo el arca captiva,
del delito de sus hijos
Helí comprimido expira.
Caió i de lástima digno
murió en la misma caída,
porque los padres mui tiernos
amedrente esta ruina.



LXXIV - Saúl ungido176

Como rey unge a Saúl
Samuel, porque Dios lo manda,
quando de su padre busca
a las fugitivas asnas177.
¡Ó, qué vien aquella gente
de dura cerviz encarga
a quien antes se entregó
cuidar de especie tan tarda!

14 v.



LXXV - Lo encuentran escondido178

Alto varón, ¿por qué buscas
algún rincón de tu casa?
¿Por qué huies la corona
que el mismo Dios te prepara?
En vano es, que tu humildad
ella misma te declara:
porque ésta, como los astros,
más luz en las sombras guarda.



LXXVI - Samuel amenaza al pueblo

Reprehende a los ingratos
Samuel, i a lluvias i rayos
los amenaza, i el miedo
de la Deidad va insinuando.
Promete a los buenos dones
de Dios, su amor encargando.
Aprende: al pueblo govierna
temor con amor mesclado.



LXXVII - Saúl detiene a Samuel y le rasga la ropa179

Quando detiene al profeta
Saúl la ropa le rasga,
i de que perderá el reino
su mano el agüero guarda.
Mira que aun los reyes mismos,
si obliga la suerte amarga,
detener quieren los buenos
aun rasgándoles la capa.

15 r.



LXXVIII - David ungido

Presente está ya David;
unge, ó propheta, su frente,
porque Dios mismo al menor
de todos elige i quiere.
Luego estatura, linage,
riquezas, ánimo fuerte
nada hacen, que sólo Dios
es quien el cetro concede.

  —128→  

LXXIX - Mata a Goliath

Antes lo avía postrado
mi honda con pequeña piedra;
después con su misma espada
su cerviz cortada queda.
Assí murió Goliath;
gigantes soberbios teman,
que el cielo tiene de rayos
aún más poderosas piedras.



LXXX - Despedida de Jonathás y David180

Ia conoce Jonathás
de su padre ánimo i furias,
i la saeta arrojada
avisa a David la fuga.
Por los últimos abrazos
las almas se entregan mutuas;
assí el verdadero amigo
dos corazones aduna.

15 v.



LXXXI - Da el sacerdote los panes del altar a David181

Da los consagrados panes,
sustento a David hambriento,
el sacerdote, i después
tu espacia, ó Goliath sobervio.
La misma espada le guarda
con que antes pudo ser muerto.
Aprende: aun del más contrario
logran la salud los buenos.



LXXXI I - Abigail182

Abigail, para aplacar
de David la justa ira,
por su indiscreto marido
lleva sus dones rendida.
Si es de la muger cabeza
el varón, prodigio es viva
baxo una necia cabeza
esta muger entendida.



LXXXIII - David quita la lanza y la copa a Saúl183

David, que la vida pudo
quitar a Saúl dormido,
la lanza sólo i la capa
fue lo que traxo consigo.
¡Ó, qué bien! Porque a un furioso
se quita su azero mismo;
ni con esta copa pudo
apagarse su delirio.

16 r.



LXXXIV - Saúl consulta a la phytonisa184

La phytonisa lo llama,
Samuel sale de la urna,
Saúl lo adora y medroso
oye su muerte futura.
Aprende: si Dios no está
favorable a tus fortunas
en vano a Acheronte mueves:
podrás ser dichoso nunca.

  —129→  

imagen

Saúl consulta a la phytonisa

  —130→  

LXXXV - Muerte de Saúl

Vencido Saúl i de dardos
por todas partes herido,
con su mismo azero, echado
sobre él, se mata a sí mismo.
¿Quién no teme contra sí
la ira de Dios ofendido,
que hace que el culpado sea
ministro de su castigo?



LXXXVI - David manda dar muerte al que le presenta la diadema de Saúl

Asombrado ve David
el brazalete y diadema
de Saúl, y manda al punto
que aquel que los traxo muera.
Ó, con cuánta razón priba
de la vida al que le alegra
la muerte de rey; que assí
su vida misma conserva.

16 v.



LXXXVII - Da muerte a el que trahe la cabeza de Isboseth185

A estos dos que de Isboseth
la cabeza te presentan
al punto, ó rey justo, quieres
que al filo de azero mueran.
¡Si el engaño y asechanzas
muchas más vezes tubieran
aqueste premio, el palacio
qué seguro lugar fuera!



LXXXVIII - David lleva el arca en triumpho

La sagrada arca del pacto
con solemne triumpho llevan;
titubea, i al caerse
muere Oza186, que va a tenerla.
Oza muere; luego el impío
que destruie, que desprezia
de Dios los templos i altares,
¡ó, qué castigo no espera!



LXXXIX - Nathán a David187

En secreto sus delitos
Nathán a David propone;
óyele el rey, se arrepiente
y sus errores conoce.
Al instante que sus culpas
llora, el perdón de Dios oye;
el serio llanto de un rey,
¡ó, cuánta efficacia esconde!

17 r.



XC - Perdona a Absalón el fratricidio

Ó fratricida Absalón,
el perdón paterno debes
a los ruegos que por ti
la muger astuta ofrece.
Admirable es el poder
de la lengua en las mugeres;
quando lo que ha de hablar sabe
mill prodigios hacer suele.

  —131→  

XCI - Semei lo apedrea188

Maldiciones i peñascos
el cruel Semei arroxa
contra su rey fugitivo,
i el rei su castigo estorba.
Si el piadoso corazón
de Dios ofensas perdona,
¿quién negará que este rey
según su corazón obra?



XCII - Muerte de Absalón

Traidor fue a su padre el hijo
que está pendiente del árbol
sirviéndole aora el cabello
que antes de adorno, de lazo.
Vencedor Joab, tres lanzas
contra su pecho ha vibrado,
porque un corazón tan duro
con una no tubo harto.

17 v.



XXIII - Joab traidoramente mata a Amasa189

La diestra la barba prende,
fingen ósculos los labios,
la isquierda le ase, y de Amasa
el corazón hiere osado.
Assí destruió Joab
su competidor bizarro.
Este arte aún dura: del mundo
huie los blandos alhagos.



XCIV - Derrama David el agua que costó muchos peligros190

El rey, derramando el vaso,
sacrifica a Dios el agua
que tanto peligro cuesta,
ni la sed con ella apaga.
Si aora los poderosos
assí su sed toleraran,
no se hallara tanta sangre
en el mundo derramada.



XCV - Juizio de Salomón

Quando el rey manda que el hierro
la dudosa prole parta,
a su verdadera madre
al punto el amor declara.
Causó temor en el pueblo
al advertir ciencia tanta;
digno es sin duda de amor
el rey que tal miedo causa.

18 r.



XCVI - Salomón edifica el templo

Aquel rey respecto a quien
ni huvo ni avrá otro más sabio,
digno del inmenso Dios
un templo ha edificado.
Pero el corazón, de Dios
templo, al amor ha entregado;
i assí tan poco ha de hallarse
necio que pueda igualarlo.



XCVII - Achías a Jeroboam le da los pedazos de su capa191

Quantos pedazos Ahías
te da de su rota capa,
el mismo otras tantas tribus,
ó Jeroboam, te encarga.
Siendo la capa del pueblo
symbolo, aprended, monarcas,
aquel que agrava los pueblos
sus hombros mismos agrava.

  —132→  

imagen

Salomón edifica el Templo

  —133→  

XCVIII - Separación de las diez tribus192

El yugo duro que el rey
tyrano imponer pretende
en común mutín diez tribus
sacudir tratan rebeldes.
Assí sucede que quando
príncipe avaro les quiere
sacar con graves tributos,
riquezas y pueblos pierde193.

18 v.



XCIX - Idolatría de Jeroboam

Rompe el ara, la ceniza
se cae, del rey se entorpece
la mano, y del sacerdote
con ruegos a sanar vuelve194.
Mas Jeroboam con tantas
señales no se convierte,
porque ignorar sus errores
es el error de los reyes.



C - Un león mata a un profeta que se desvió de su camino día de ayuno195

A el que el prescripto camino
muda, el aiuno quebranta,
a este profeta un león
con sañudo diente mata.
Nosotros, porque quebramos
de Dios la ley vezes tantas,
por esso un hombre para otro
es lobo en mutua venganza.



CI - A Jeroboam conoce un ciego196

Aunque en vil trage vestido
a Jeroboam conoce
un ciego, y de su familia
la fatal ruina oye;
luego se da aquella luz
con la que aun los ciegos noten
los más ocultos delitos
que hasta los reyes esconden.

19 r.



CII - A Elías le trae un cuervo la comida

El pan i la carne un cuervo,
Elías, a ti te trae,
i con tal comida alivia,
ó gran profeta, tu hambre.
Nadie niegue que milagros
cuesta a Dios alimentarte,
pues quien te da la comida
de hurtos sólo vivir sabe.



CIII - Elías pide a la muger le haga una torta197

Ve presto, muger, y prompta
llévale a aquel gran propheta
lo que para ti i tu hijo
sería la última cena.
Después se llenará tu arca
porque assí Dios mismo premia
las dádivas que en sus siervos
aver tomado confiessa.

  —134→  

CIV - Elías resucita el hijo de la dicha muger198

Quando aplicando sus miembros
los del muchacho calienta,
¿no delinea una cruz
extendida fiel profeta?
A Christo en la cruz pendiente
esta imagen representa;
con ésta murió la muerte
i volvió la vida nuestra.

19 v.



CV - Abdías socorre a los profetas199

Para escapar de las furias
de su rey, a los profetas
en una cueva los guarda
y sustenta con su hacienda.
¿Quién es éste? Es el que Abdías
se llama; que el que professa
servir a Dios, a sus siervos
también en servir se emplea.



CVI - Sacrificio de Elías aceptado200

En vano los de Baal
con sus clamores desean;
el fuego del cielo baxa
al punto que Elías ruega.
Con él la víctima, el ara
i aun hasta el agua se quema,
i con esta misma luz
que es nada Baal se muestra.



CVII - El ángel lleva pan y agua a Elías

Tomados el pan y el agua,
mandan que vaia el profeta
lexos hasta los collados
donde el Monte Horeb se ostenta.
Aprende: el aiuno da
fuerza al alma; si deseas
la cumbre de las virtudes,
pisar la gula es la senda.

20 r.



CVIII - Jezabel contra Naboth201

De Jezabel los perjuros
astutamente fallaces
te pierden assí, ó Naboth,
infeliz i miserable.
¡Qué tempestades de ierros
la ira femenil no trae
quando contra el inocente
fulmina granizos tales!



CIX - Muerte y castigo de Acab202

El soldado sin destino
dispara, y Dios la saeta
para vengarse, ó Achab,
contra tu pecho endereza.
Ia antes le avía señalado
su impiedad con negra seña;
mui de intento pareció
golpe que en lo negro acierta.



CX - Fuego del cielo contra los que persiguen a Elías203

Cae el capitán al fuego
que Elías del cielo trae,
y los soldados con él
en cenizas se deshacen.
Temed, capitanes, reyes,
al que os predica verdades,
que en lugar de lanzas, rayos
el Olympo arroxar sabe.

  —135→  

20 v.



CXI - Elías arrebatado al cielo204

Viendo al cielo arrebatado
tu maestro, ó Elíseo,
la capa que se le cae
tomas como grande premio.
Con esta capa en que estubo
el propheta todo fuego,
nunca en el amor de Dios
podrá reffriarse el pecho.



CXII - Eliseo endulza las aguas205

Mira: el sagrado propheta,
ya que tantas muertes hacen,
vuelve, mesclándoles sal,
essas aguas saludables.
La sal del doctor, el agua
del pueblo es copia elegante.
Aprende: al pueblo los dotos
fuerza y salud han de darle.



CXIII - Mata un oso los muchachos porque se burlavan de un propheta calvo206

¿Por qué contra los muchachos
tan cruel verdugo se apresta?
Porque assí, ¡ó propheta calvo!,
se burlan de tu cabeza.
Como esta fiera sus hijos
forma, el hombre los desprezia;
por eso acaso castigan
el padre i hijos con ella.

21 r.



CXIV - Eliseo anuncia la victoria a los reyes207

Quando amedrenta a tres reyes
de la batalla el suceso
se hacen piadosos, buscando,
grande Eliseo, tus ruegos.
Tú ofreces, porque lo anuncia
Dios, vencedores tropheos:
assí la piedad, a todos
útil, aiuda el esfuerzo.



CXV - Eliseo socorre a la viuda208

Assí el óleo de la viuda
piadoso Elías aumenta
con ruegos, porque a sus hijos
los redime i alimenta.
Aprende que si el amado
de Dios sus manos eleva,
para protegerte tiene
mui poderosa influencia.



CXVI - Eliseo entrega vivo el hijo a la madre209

La muger salta de gozo
viendo a su hijo, desea
decir a voces: ¡ó, quánta
es tu piedad, ó profeta!
Mi hijo antes con tu favor
a nueva vida se alienta;
aora yo, que el corazón
de que carecí me entregas.

21 v.



CXVII - Eliseo enmienda las comidas mortíferas210

Las mortíferas comidas
de la olla Elíseo enmienda;
después con nuevo prodigio
los panes i el vino aumenta.
Al varón de Dios aclama
i adora bien satisfecha
la turba. Quita la hambre
si agradar los tuios piensas.

  —136→  

CXVIII - Naamán se baña en el Jordán211

Las corrientes del Jordán
de Naamán limpian la lepra,
que pudo aver en el río
del juicio tanta fuerza.
En la cruz el corazón
del juez divino agua ostenta;
acercaos, pecadores,
que este licor más penetra.



CXIX - Huie el exército que sitiaba a Samaria212

Assombrado el syro huie,
todos los reales dexa,
i con esto de Samaria
la cruel hambre se quita.
O afligidos, confiad,
si la razón os alienta,
que os dará al fin Dios socorro
i el enemigo riquezas.

22 r.



CXX - Castigo de Jezabel

Quando a sus pies los caballos
a Jezabel despedazan,
vianda i bebida los perros
en su carne i sangre hallan.
Con razón en tales vientres
el sepulchro se prepara
a la que fue en lo lascivo
carne, y fiera en lo tyrana.



CXXI - El muerto en el sepulcro de Eliseo resucita213

El muerto que en el sepulcro
del grande Elíseo entierran
al punto a recobrar vuelve
nueva vida que le alienta.
Si aun sepultados los huesos
pudieron dar vida nueva214
del justo, ¿acaso quando hable
obrará menos la diestra?



CXXII - Ezechías manda romper los ídolos

Rompe, Ezechías, la sierpe
i simulacros nefandos
si acaso quieres que sea
tu dominio afortunado.
El rey que es piadoso, el que
contra Dios no sufre ossados,
éste tampoco tendrá
que recelar sus contrarios.

22 v.



CXXIII - Senacherib en huída

Con este castigo Dios
multa al assyrio tyrano;
assí a su Jerusalem
libra del fiero contrario.
Aún todavía en el cielo
quedan ángeles y rayos;
tema, si es que queda algún
Senacherib que sea osado.



CXXIV - Mengua la sombra del relox215

La vida parece sombra,
i noche la sombra larga;
quanto más larga es la vida
tanto hacia la muerte anda.  1025
Luego con razón el rey
pide la sombra menguada
porque de allí bien infiere
que assí su vida se alarga.

  —137→  

imagen

Resucita el muerto en el sepulcro de Eliseo

  —138→  

CXXV - El profeta Holda anuncia la ruina de Jerusalem216

Holda, profeta funesto,
de Jerusalem avisa
la ruina a los legados,
muerte cercana a Josías.
Para que no sólo guarden
en la arca la ley divina
los hijos como sus padres,
debió la vara advertida.

23 r.



CXXVI - Castigo de la peste quando David217

¡Quánto al ángel con la espada
vengadora David teme!
Porque a su pueblo destruie
con la peste que le hiere.
Llora el rey, gime, i los yerros
de su hinchada qüenta advierte,
que disminuió los hombres
que multiplicar pretende.



CXXVII - Hiere el rostro el falso profeta al profeta de Dios218

De dos reyes en presencia
i ministros de dos reyes
del sacro profeta el rostro
el falso profeta hiere.
Assí los impíos palacios
que pagar mentira suelen
con menosprecios reciben
al que verdades ofrece.



CXXVIII - Obed amenaza a los victoriosos219

Legado de Dios airado,
Obed temores impone
a los victoriosos, que eran
mui crueles i feroces.
¡Quiera Dios que en nuestro tiempo
igual profeta se logre
que de los que a Christo siguen
temple guerras i rencores!

23 v.



CXXIX - Salida de la captividad de Babilonia

¡Ó, qué ligero y qué alegre,
el iugo babilón suelto,
vuelve a sus antiguas casas
de Jerusalem el pueblo!
Destierro es el mundo, cárcel
el cuerpo, la patria el cielo;
¿por qué, pues, la muerte temes
que te libra de este riesgo?



CXXX - Los abrahamitas labran chozas

Palmas los Abrahamitas
llevan, i gustosos labran,
dexándose la ciudad,
las chozas con verdes ramas.
Assí la pacienzia nuestra
en el mundo labra palmas,
para que feliz de allí
se eleve al cielo la casa.

  —139→  

CXXXI - Reedificación de Jerusalem

Una mano lleva cal,
la otra govierna la espada;
se pelea y se edifica,
assí la obra se levanta.
Con razón aun el soldado
a Dios le fabrica casa,
que de la ciudad en este
lugar ha de estar de guarda.

24 r.



CXXXII - Honores a Mardocheo220

Assí el soberbio Aman sirve
a tu honor, ó Mardoqueo,
i de tu mérito insigne
donde quiera es pregonero.
A él, porque baxo sus pies
te quiso tener primero,
una horca le ha de dar
lugar que merece excelso.



CXXXIII - Job que pierde todos sus bienes

Uno que faltó el ganado,
otro los hijos, la casa
otro avisa, i Job a Dios
con animo i boca alaba.
El lo dio, dice, i es suio
todo lo que cobrar trata;
io nada soi, i assí a mí
sólo pertenece nada.



CXXXIV - Job en el muladar

Después de todas tus llagas
y de tus falsos amigos
llega por fin tu muger
imbiada del Lago Stygio221.
Ten ánimo, ó Job, recobra
todos tus antiguos bríos,
que de una muger la lengua
vence quanto malo ha avido.

24 v.



CXXXV - Job restituido a sus riquezas dobladas

Hijos, esclavos y ovejas
i todo, en una palabra,
lo que perdió, Dios a Job
da con doblada ganancia.
Ni es de admirar el que assí
floresca en edad tan larga
quien con su invicta pacienzia
se vinculó rosas tantas.



CXXXVI - Jeremías explica la desgracia de Jerusalem arrojando una olla al suelo222

La olla, que arroxada al suelo
con la mano se quebranta
de Jeremías, explica,
Jerusalem, tu desgracia.
Con el lodo de las culpas
dura al calor de la Gracia,
de Dios serás esparcida
por enemigas moradas.



CXXXVII - Quema el rey las amenazas que escrive Jeremías223

Apenas la lee, quema
el rey la carta traída,
porque allí de sus delitos
i su castigo le avisan.
—140→
Porque a quien las lenguas buenas
feroz tyrano apellidan
nada debe temer más
que las plumas que lo escrivan.

25 r.



CXXXVIII - Jeremías arrojado en un pozo224

De la cueva en que el furor
impío de los que mandan
hizo arroxar al propheta,
mandándolo el rey le sacan.
Que huiga vecinos peligros
entonces al rey encarga,
que no es razón que peligre
rey que a los buenos ampara.



CXXXIX - Captividad de Babilonia

Assí Salem se destruie,
assí el cruel enemigo
riqueza del templo sancto
se lleva con los cautivos.
Con razón perdió el hebreo
su templo que tanto quiso,
pues antes con sus ofensas
a su Dios avía perdido.



CXL - Los niños del horno de Babilonia225

La estatua del rey assirio
mira, i a un tiempo las llamas
ardientes que a los tres niños
son la pena preparada.
Assí es que quando los reyes
divinos honores anxian,
entonces el innocente
es materia de las llamas.

25 v.



CXLI - Cena de Balthazar

Teme el rey, que de sagrados
vasos bebe los licores,
a las ignoradas cifras
que una sombra le propone.
¿La sombra assí assombrar puede?
Lo que pudiera conoce
la mano de Dios armada
de rayos abrasadores.



CXLII - Daniel en el lago de los leones

Aunque más hambrientos ante
Daniel los leones se hallen,
amansados se le rinden
y dissimulan la hambre.
A éste quiso verle muerto
la invidia de los magnates;
luego a los buenos sólo el
palacio puede dañarles.



CXLIII - Jonás arrojado a el mar

Náutica, turba, ¿qué tardas?
Pues ya la ballena abre
la boca, arroja a Jonás
a los turbulentos mares.
Temió el decreto de Dios
en Nínive publicarle,
y assí será castigado
de un mudo pez en la cárzel.

26 r.



CXLIV - La ballena arroja a Jonás

De Nínive poco lexos
la ballena a Jonás vierte,
a quien tres días i noches
sirvió de cárzel su vientre.
A obedecer presto a Dios
a donde te llama aprende.
¿No quieres? Pues avrá fuerza
que con violencia te lleve.

  —141→  

imagen

La ballena arroja a Jonás

  —142→  

CXLV - Jonás anuncia la ruina de Nínive

A los ninivitas Jonás
de su ciudad la ruina
anuncia, i el rey i el pueblo
con llanto a Dios apaciguan.
Perdónale, i floreciente
permanece. Aprende: libra
Dios a aquel que sus delitos
él por sí mismo castiga.



CXLVI - Jonás siente no ver destruida a Nínive

Quando descansa a la sombra
de la floreciente yedra
siente que la destruición
de Nínive aún no se llega.
Si la ciudad permanece
que cae su fama rezela
el propheta; ¡ó, quántos hombres
la vanagloria enagena!

26 v.



CXLVII - Judith

La cabeza que Judith
cortó con espada ajena
mira: ia cabe en un saco,
i maior que el mundo era.
Ó sobervios, a quien Dios
aun con semexante diestra
suele castigar mill vezes,
temed la mugeril fuerza.



CXLVIII - El joven Tobías

Coge i registra esse pez
i nada temas, Tobías;
su corazón huie el Diablo,
su hiel los ojos alivia.
Tantos ciegos ai aora,
tantos prende la lascivia...
¡Ó, si también este pez
se hallara en nuestras orillas!



CXLIX - El joven Tobías cura a su padre

Apenas el joven llega,
del ciego padre Tobías
con la hiel los ciegos ojos
unta, i la salud le aplica.
El hijo que es bueno quiere
del padre clara la vista;
el malo es sólo el que quiere
sus luzes obscurecidas.

27 r.



CL - Castigan los ángeles a Heliodoro226

Un ángel castiga a este
Heliodoro, que imbiado
a Jerusalem, intenta
robar el sagrado erario.
Io os aviso, no busquéis,
capitanes, tales sacos,
que vuestro exército todo
puede destruir tal mano.



CLI - Muerte de Antíoco227

Este rey, quando, en furor
ardiendo, amenaza fuego
a Jerusalem, del carro
como Phaetón cae al suelo.
Enfermo muere, i a todos
ahuienta su hedor violento.
¡Ó, qué sentina de vicios
es el hombre que es sobervio!

1 5 1228

27 v. = en blanco

  —143→  

imagen

  —144→  

28 r.

HISTORIAE CELEBRIORES
NOVI
TESTAMENTI
ICONIBVS REPRAESENTATAE
ET
ad excitandas bonas meditationes
selectis Epigrammatibus exornatae
in lucem datae
a
Chistophoro WEIGELIO
NORIBERGAE
y la tradución [sic] en verso castellano de
Dn. Ignacio Luzán
y de su mano y pluma

28 v. = en blanco

29 r.



CLII - Adoración de los reyes magos a Christo N.S.

Mira cómo ofrece dones
la trinidad de los reyes,
a quien una estrella guía
i a Dios muestra en un pesebre.
¡Ó, si más veces siguieran
la luz del cielo los reyes,
cómo conocer pudieran
héroes que los aprovechen!

  —145→  

CLIII - huida a Egipto

A Dios apenas nacido
llevan a Egipto en destierro,
que a nacer esta huida obliga
el furor de Herodes fiero.
¡Ó cruel estirpe de Herodes!
Quiere éste destruir el Verbo
i no puede; puede aquél,
i la voz de Dios ha muerto.



CLIV - Predicación del Baptista

El Baptista, voz de Dios,
clama. Concurrid, ó pueblos,
i os enseña a preparar
a Dios, que viene, los pechos.
Vosotros, a quien el agua
lavará, llorad, ó reos,
que este agua no purifica
si el llanto no va primero.

29 v.



Bauptismo de Christo

Él a tus plantas, ó Christo,
no se atreve aun a humillarse,
i tu cabeza tú mismo
al Baptista sugetaste.
Él baptizó tu cabeza,
a quien nada ai que se iguale,
luego ni aun en esto pudo
algún hombre aventajarse.



CLVI - Las tentaciones

A que le tiente el maligno
genio Jesús se permite;
assí las armas te dexa
con que puedas rebatirle.
Sea tu escudo la palabra
de Dios, que cuando le ciñe
el pecho, el infernal genio
nunca puede combatirle.



CLVII - Sermón de la montaña

Qué virtud, qué vida hacer
dichosos los hombres pueda,
assí lo enseñas, ó Christo,
del monte en la cumbre excelsa.
Tu escuela, ó Christo, es el monte.
Luego el que la áspera senda
rezela por los peñascos
ser tu discípulo niega.

30 r.



CLVIII - El centurión229

Este centurión en una
palabra le pide al Verbo
Divino con vos humilde
que alivie a su hijo enfermo.
En la hora en que lo pide
sale su hijo del lecho;
assí su prompta fee hace
prompto a Dios en su remedio.



CLIX - Christo duerme en la Barca de San Pedro230

Los discípulos turbados
turban de Jesús el sueño,
claman que les dé socorro,
que parece el frágil leño.
Despierta, i con querer sólo
apacigua olas i vientos;
aprende que Dios aiuda
obligado de los ruegos.



Escoje a Mateo

En el lugar en que toma
i qüenta dinero i premios,
en éste quires, ó Christo,
que a ti te siga Matheo.
Él sigue a ti, que le llamas
el atractivo venciendo
del oro; luego esta voz
te acredita Dios immenso.

  —146→  

30 v.



CLXI - Los discípulos de Christo arrancando espigas en sábado231

No murmures, que la hambre,
arrancando mieses secas,
los discípulos de Christo,
ó phariseo, sosiegan.
A los que en luz de doctrina
del orbe antorchas se muestran
que se les dé el alimento
ningún sábado lo veda.



CLXII - Christo predica desde la nave

Ves aquí Jesús escoge
por su cáthedra una nave,
para enseñar de allí al pueblo
con consexos saludables.
Palabras de salud tiene
más preciosas que el diamante,
luego hasta aora nave alguna
no traxo riquezas tales.



CLXIII - Parábola del que compra el campo del tesoro

Qué prudente, dices, fue
el comprador que su hacienda
vendió toda i compró el campo
que oculta tantas riquezas.
Si a Dios lo diera en sus pobres
comprador del cielo fuera;
luego el avaro sus bienes
neciamente los reserva.

31 r.



CLXIV - La degollación del Baptista

Con la espada de un verdugo
cae a escondidas la inocente
cabeza que la danzante
del rey amada apetece.
Ni es maravilla: el Baptista
de Dios que clama se cree
voz; nada el lascivo amor
más que esta voz aborrece.



CLXV - San Pedro se hunde en el mar

Luego que a Jesús conoce
Pedro, salta de la nave;
camina i el mar le ofrece
a su pie camino estable.
Sopla el Bóreas, teme, se hunde
en el mar, Jesús le vale;
fluctúa el agua por que
de Pedro a la fee se iguale.



CLXVI - Parábola de un ciego a otro ciego guía

Un ciego a otro ciego guía
i quando le guía, entrambos
en un hoio se despeñan
con salto precipitado.
Pedid, doctores, a Dios
luz que alumbre vuestros pasos;
porque vuestra ruina a muchos
conduce al Stigio lago.

31 v.



CLXVII - La cananea232

Mientras que la cananea
clama, ruega, insta i repite
no sin alabanza, a su hija
logra la salud que pide.
Aprende: si Dios tus ruegos
luego al instante no admite,
quiere que en fee i esperanza
más tiempo te muestres firme.



CLXVIII - Christo multiplica sus milagros

Christo está presente, huien
males i stygios contrarios,
anda el coxo i el que fue
ciego la vista ha cobrado.
Piadosa turba le admira
y del Maestro sigue el lado;
assí el que con beneficios
instruie es de nuestro agrado.

  —147→  

CLXIX - Cura a el endemoniado233

El mal huésped que afligió
al mísero en fuego i agua,
éste, ó Christo, de tu voz
teme i huie la efficacia.
Los discípulos resiste
que en arroxarle trabajan,
que por tener débil fee
fuerzas bastantes les faltan.

32 r.



CLXX - Christo enseña que la puerta del cielo es estrecha

A los que hace la soberbia
del mundo vanos e hinchados,
este pequeño amedrente
con su minuto tamaño234.
La puerta del Cielo no es
maior que uno de estos parvos,
luego a los grandes sobervios
no está abierto su palacio.



CLXXI - Parábola del amo que perdona a su criado, i éste no perdona a su compañero

El señor perdona todo,
pero el criado sus deudas
cobra de su compañero
con el miedo i la violencia.
Al que antes su compañero
atormentó le atormentan
también después: sé tú blando
si a Dios piadoso deseas.



CLXXII - Christo abraza a los niños

Quando miras con qué amor
Jesús los niños abraza,
¡ó, si fuera yo también
pequeñuelo acaso!, exclama.
Dobla la rodilla, humilla
el cuello a la Deidad sacra;
assí humillado a los brazos
de la Deidad te preparas.

32 v.



CLXXIII - El mozo rico

El mozo rico, a quien mandas
que dé a los pobres su hazienda,
qué presto, ó Christo, i qué triste
se retira y se amedrenta.
¡ó, quán sin razón llamamos
fortunas a las riquezas,
si ellas mismas ser perfectos
i felices no nos dexan!



CLXXIV - Los operarios que fueron a trabajar a distintas horas

El que vino tarde pero
bien las vides cultivó
el mismo precio recive
que el que de mañana entró.
Dios es señor que assí paga,
que da muchas veces Dios
maior premio que el trabaxo,
i no puede dar menor.



CLXXV - Christo arroja del templo a los vendedores

En aquel tiempo, o Jesús,
piadossísimo del templo
arroxas los que su honor
profanado hacía reos.
Nosotros también mil vezes
tus iglesias ofendemos;
con razón, pues, de tu azote
los castigos padecemos.

  —148→  

33 r.



CLXXVI - La viña y los malos arrendadores

Este typo del hebreo
mató antes tantos prophetas,
después al Hijo de Dios
clavó en la cruz su fiereza.
Ó christianos, no arroxéis
de vuestros pechos la excelsa
palabra de Dios, por que
vuestro este typo no sea.



CLXXVII - Parábola del que vino al combite sin el vestido235

Desnudo huésped que al real
combite atrevido entraba,
a lo obscuro de una cueba
es llevado, el rey lo manda.
Si púrpura no nos viste
de la sangre derramada
en la cruz, de igual tiniebla
pena el abismo nos guarda.



CLXXVIII - Lo que es del César, a Cesar

Quando al darte la moneda
muestras, ó Christo, que el censo,
si es del César, se dé al César,
i si es de Dios a Dios mesmo,
el que a tentarte venía
se admiró i quedó en silencio,
que en no pudiendo engañar
calla la voz del hebreo.

33 v.



CLXXIX - Jesuchristo llora sobre Gerusalem236

Mira cómo aquí en piadoso
llanto Jesús se derrite
quando ve i que ha de arruinarse
tan grande ciudad predice.
Llorando a Gerusalem
quiere que su llanto imite
porque de Dios vengador
los rayos esta agua impide.



CLXXX - Parábola de las vírgines

Cinco vírgines despiertas
vienen, cinco se durmieron;
a éstas se cierra la puerta
del Cielo, a aquéllas se ha abierto.
Luego no ai otra peor
pérdida que la del tiempo,
a quien de la salvación
se sigue a vezes el riesgo.



CLXXXI - Parábola237 de los talentos

A los que trahen ganancias
el señor dones entrega,
i el que el talento enterrado
vuelve, pierde las riquezas.
La Gracia que para el uso
no aplicaste se te niega,
que para el justo Dios es
perder quando no grangeas238.

34 r.



CLXXXII - El juicio universal

De sus sepulcros los justos
i reos a premios i penas
obligará a presentarse
al fin del Juez la trompeta.
Si despreciando esta imagen
todavía alguno peca,
o de ojos o de mente
es forzoso que caresca.



CLXXXIII - Obras de misericordia: dar de comer al hambriento

Christo tiene hambre, el pobre
quiere que se la remedien,
que tan unido a los pobres
como esto su amor le tiene.
—149→
Con su carne i con su sangre
te alimenta tantas veces,
¡i tú en los pobres de Christo
la hambre permitir puedes!



CLXXXIV - Dar de beber al sediento

Nada tienen los mortales
que valga menos que el agua,
i no obstante, dada a Dios
a precio grande se paga.
Da, pues, al que tiene sed
el vaso con mano franca,
que por él tu salvación
puedes creer se te alcanza.

34 v.



CLXXXV - Dar posada al peregrino

Si algún pobre peregrino
a ignorada ciudad viene,
de tu casa abre las puertas,
ofrece i da lo que puedes.
¿Recibes a éste? Pues quando
la muerte a otro orbe te lleve,
Christo te recibirá
de su Padre en el alvergue.



CLXXXVI - Vestir al desnudo

Mira el desnudo, a quien urge
o su suerte o su pobreza
que lluvias, fríos o soles
es preciso que padesca.
Desnudo a Christo en la cruz
clavaron tus insolencias;
razón es que en este pobre
su túnica a Christo vuelvas.



CLXXXVII - Visitar los enfermos

El enfermo que afligido
iace, pide le consuelen;
hazle con tu compassión
el peso que sufre, leve.
A quien la enfermedad, el asco
o el tedio lexos expellen,
éste no puede llamarse
próximo del que padece.

35 r.



CLXXXVIII - Visitar los encarcelados

En obscura cárzel llora
macilento el prisionero;
alivia a este miserable
con tu socorro i comerzio.
Si esto haces, tu alma, que ahora
está en la cárzel del cuerpo,
también hallará después
a Dios que le dé consuelo.



CLXXXIX - La última cena de N.S.J. Christo

Mira del Rey de los Reyes
la última cena admirable,
en que la sangre de Christo
bebida es, manjar su carne.
Assí, quando por la boca
la Gracia de Dios entrare,
ninguno ai más perezoso
que el que sin ella se halle.



CXC - La oración del huerto

Alto sueño a los discípulos
ocupa; Jesús despierto
ora, tiembla i todo está
en sudor de sangre embuelto.
Afligido le conforta
ángel embiado del Cielo.
Aprende: al llevar la cruz
Dios da a las fuerzas augmento.

35 v.



CXCI - Prisión del huerto

Antes le vendió, i aora
ósculos piadosos finge
Iscarioth, y a su Dios
entrega por señas viles.
No ai cosa más vergonzosa
que la amistad que se finge:
la que a tal maldad se atreve
no avrá alguna a que no aspire.

  —150→  

imagen

Visitar los enfermos

  —151→  

CXCII - Delante de Caiphás

¿Para qué son los testigos?
-dice Caiphás- Jesús veo;
de la muerte es puesto que hijo
se llama de Dios eterno.
Quando hace reo esta causa
del mundo al juicio perverso,
si es que quieres ser piadoso
no esperes sino tormentos.



CXCIII - Negación de San Pedro

Al Maestro que con la espada
desnuda defendió Pedro,
a aqueste mismo, perjuro
niega aora el conocerlo.
A esta piedra esclava humilde
pudo postrar en el suelo.
¿Quién juzgará que sus fuerzas
bastan sólo a sostenerlo?

36 r.



CXCIV - Resurrección de Christo

Christo con victoria sube,
rompe lazos de la muerte,
no ai ligaduras que manos
o pies oprimir pudiessen.
Te enseña a que vencedor
de tus vicios puedas verte:
vence tus inclinaciones,
de tu alma lazos fuertes.



CXCV - Sana Christo al enfermo que descuelgan por un techo

¡Ó, quánta fee! Desde un alto
techo el enfermo descuelgan
para que, ó piadoso Christo,
con tu aiuda sanar pueda.
La enfermedad antes del alma,
después la del cuerpo auientas
con la palabra239: assí que eres
Verbo tus palabras prueban.



CXCVI - Sana Christo la enferma que toca su ropa

Por todos lados le lados le oprime
la turba, siente a la enferma
que toca su ropa Christo,
i da alivio a su miseria.
¿Quién, pues, a tu corazón,
ó buen Jesús, no se llega?
Que luego que nuestros males
siente, al punto los remedia.

36 v.



CXCVII - La vieja que hecha su limosna240

La vieja que al oro i plata
sus dos monedas añade,
ésta como liberal
más que los demás se aplaude,
porque los demás sus dones
por vana gloria reparten;
ésta poco da, pero es
sólo Dios a quien lo trae.



CXCVIII - La Magdalena unge la cabeza a Christo en casa del fariseo

No, piadosa muger, este
callado murmurio te obste
que quiere que tus ungüentos
se vendan i den a pobres.
Unge la cabeza sacra
que aora aún no tiene dónde
se recline, i desta suerte
nadie puede ser más pobre.



CXCIX - Christo se aparece a la Magdalena en traje de ortelano

Suspende el passo i no quieras
tocar, Magdalena, a Christo,
que le estorba que a sus pies
imprimas ósculos finos.
—152→
Hecho a rendirse al amor,
huie aora de tus cariños
por no volverse más tarde
a sus celestes retiros.

37 r.



CC - La Asención [sic] de N.S. a los cielos

Veis aquí nos dexó Christo
sus pisadas, ó mortales,
quando desde el orbe nuestro
a su patria ha de ausentarse.
Feliz será aquel que nunca
de sus pisadas se aparte,
porque éste para los Cielos
el camino mexor sabe.



CCI - A Zacharías se le presenta un ángel241

El incienso Zacharías
quema, el ángel se presenta
i que está Isabel preñada
i de qué prole le enseña.
Mientras que duda, enmudece:
luego el que a ser su hijo venga
no que voz es de algún hombre
sino que es voz de Dios prueba.



CCII - La encarnación

Gabriel, legado de Dios,
desde los Cielos desciende;
aora del linage humano
la redempción ha de hacerse.
Tan grande embaxada en solas
dos palabras se contiene:
da una la Virgen, después
su palabra Dios concede.

37 v.



CCIII - Visita a Santa Isabel

Viene la Virgen que a Dios
parirá; al enqüentro sale
Isabel, se alegra i salta
lo que en el útero trahe.
Ya el chicuelo se levanta
aun quando su sol no nace.
¡Ó, qué bien de precursor
sabrá el officio adaptarse!



CCIV - Nacimiento de Christo

La que pare es madre virgen,
Dios es el que infante nace;
entre secas pajas i entre
mal pulidos brutos iace.
La casa al desconocido
cerrada, aora se aplaude;
mas con todo al quien a Dios
quiera el corazón cerrarle.



CCV - El ángel anuncia a los pastores el nacimiento del Mesías

¿Por qué teméis, ó pastores,
essa luz que resplandece
a media noche, si della
falta vuestros ojos tienen?
Id presto, que el Verbo carne
se ha hecho, ved que no puede
mirar tan grande pretigio
alguno sin luz celeste.

38 r.



CCVI - Presentación al templo, Simeón y Anna

La virgen madre lo ofrece,
Simeón el niño recibe,
proféticamente canta
y la vieja Anna repite.
Quiere que la muerte cierre
sus ojos, que si felice
vio a Jesús, nada gustoso
queda en el mundo que miren.



CCVII - J. Christo en el templo con los doctores

Buscando por todas partes
por fin a Jesús enqüentran,
¡pero dónde! Entre doctores
y allá en su casa paterna.
—153→
Afligido a veces buscas
a Jesús, que te consuela.
¿Por qué, pues, del templo i los
doctores sacros te alexas?



CCVIII - Christo resucita a un muerto

Luego al punto que tu voz
lo dice, éste se levanta;
caídos estamos, ó Christo,
quando levantamos mandas.
Luego más es restituir
la perdida vida al alma:
no temas, pues, maior mal
que el que esta muerte amenaza.

38 v.



CCIX - Caridad del samaritano242

Avía passado el levita,
se avía ido el sacerdote
i el samaritano sólo
con su ayuda te socorre.
Éste es el próximo: luego
raro es este nombre al orbe,
porque qualquiera desea
huir del que infeliz conoce.



CCX - Martha y María

A tu hermana, que se sienta
i está atenta a la palabra
de salud, a ésta Jesús
a ti la antepone, ó Martha.
La salud sola es la cosa
que a qualquiera le hace falta;
las demás, si a esto no importan,
no debe el hombre estimarlas.



CCXI - Parábola de la higuera243

La esperanza i el cuidado
que puso el colono guarda
a la higuera que el señor
mandó del suelo arrancarla.
¿Hasta aquí no has dado fruto?
Teme segur afilada,
quizás es último este año
que para probarte falta.

39 r.



CCXII - La oveja perdida

El hombre pastor es Dios,
que a la oveja, a quien distrae
su vago error, busca, enqüentra
i alegre en sus hombros trae.
También por sólo este hombre
determinó el humanarse.
¡Quánto vale un alma que
tanto pudo a Dios costarle!



CCXIII - El hijo pródigo con los cerdos244

A mí, miserable, aun las
bellotas cerdosa hueste
me quita, i ni aun de algarrobas
mi hambre saciarse puede.
Iré llorando a mi padre,
que si pródigo en sus bienes
pequé, pródigo en mi llanto
quizá podré complacerle.



CCXIV - El hijo pródigo va a su padre245

A su hijo que se vuelve
recive su padre: invidia
tiene el otro, porque teme
su herencia disminuida.
Aquél fue pródigo, a éste
avaro el nombre se aplica;
assí los caducos bienes
en ser buenos nos limitan.

  —154→  

39 v.



CCXV - El rico y Lázaro

Aquí está el rico, i aquí
Lázaro, cuias heridas
lame el perro, está a sus puertas
i de hambre casi expira.
Pero ni a éste miserable
ni a aquél dichoso apellida;
ten memoria que la muerte
sola este título libra.



CCXVI - El rico en el infierno

Aora el glotón del abismo
vecino es; pero del Cielo
Lázaro, antes infeliz,
dichoso después de muerto.
Entre las llamas vocea:
dame agua, Lázaro; pero
con razón niega una gota
a quien ni un bocado dieron.



CCXVII - Christo cura a los diez leprosos

Ó Jesús, tu Gracia libra
de la lepra a diez enfermos,
i uno sólo sano acude
a darte agradecimientos.
Uno, i es aquel a quien
tú perdonaste los ierros.
¡Ó maldad, si aun éste fuera
ingrato al bien que le han hecho!

40 r.



CCXVIII -Milagro del ciego

¿Qué quieres que te haga? Assí
habla Jesús a este ciego,
i el ciego responde: sólo
el que yo vea te ruego.
Mira, esto Jesús mandó:
vee al punto. Tú a este Maestro
mira también, que si es sol
te dará claros reflexos.



CCXIX - Zaqueo246

Apresúrate, Zacheo,
presto el sycómoro dexa,
Jesuchristo es quien te llama,
ninguna tardanza tengas.
Este tu huésped será;
dexa no justas riquezas,
que assí vacía tu casa
de salud quedará llena.



CCXX - Jesuchristo entra en Gerusalem en triumfo

Éste aclama, aquél vestidos
y estotro olivas desprende;
assí de Herusalem
aplaude a su rey la plebe.
Después con muchos oprobios
desnudo en la cruz le extiende,
que tales alteraciones
la pompa del mundo tiene.

40 v.



CCXXI - Los discípulos de Emaús

A éstos instruies i llamas
necios porque no comprehenden,
o Christo, que de la cruz
tu gloria alcanzada tienes.
Siendo de la cruz el precio
cienzia grande el conocerle,
¡que posean essa ciencia
qué pocos el mundo tiene!



CCXXII - Las bodas de Canaam

A los esposos que junta
el amor i Christo honra
con su presencia, i aiuda
con sus poderosas obras,
—155→
quando falta lo mexor
el agua en vino transfforma,
i assí ya que Dios es bueno
el gusto mismo lo informa.



CCXXIII - Jesuchristo y Nicodemo247

Ó Nicodemo, al Messías
que enseña, gustoso atiende,
que de tu ánimo la noche
como sol dissipar puede.
Del agua y del Paracleto
sagrado renacer debes;
quien nuevo hombre en éstos se hace
por hijo de Dios se tiene.

41 r.



CCXXIV - La samaritana

Assí a la samaritana
Jesús se acerca, i le ofrece
él mismo las aguas vivas, de
salud mystica fuente.
También a éstas la combida,
mas falta de amor celeste
el calor, que agua ofrecida
casi ninguno apetece.



CCXXV - El de la piscina

Aquel que a médicas aguas
nadie llevaba, presente
tiene aora de su salud
en Jesús la mexor fuente.
Quando él sana, la esperanza,
ó miserables, os vuelve
de que a quien no tiene hombres248
Dios mismo a assistirle viene.



CCXXVI - Panes y peses

Tubieron hambre; el prodigio
tuio fue que apacentasses
con poca comida, ó Christo
piadoso, a tantos millares.
El que aora para pocos
tantas comidas se gasten
cierto es que lo que hace el maligno
espíritu con sus artes.

41 v.



CCXXVII - Los judíos quieren lapidar a Jesús249

Ó perversa gente, piedras
buscas i tirarlas quieres
contra aquel que ser Dios tales
i tantas señas convienen.
¡Ó qué bien! No quedará
piedra que entera se muestre
en esta ciudad que da
piedras que a los justos hieren.



CCXXVIII - Jesús cura al ciego de nacimiento

Ó Christo, a aquel que sus padres
míseros ciego engendraron
tu haces que al punto consiga
la vista, lodo aplicando250.
El phariseo del templo
le echa porque havía mirado;
luego entre los ciegos sólo
no hace la invidia su estrago.



CCXXIX - El buen pastor

Uno se para, otro huie,
éste libra sus ovejas
aun con riesgo de su vida,
el otro al lobo las dexa.
Si aquél o éste es buen pastor,
sin preguntarlo se muestra;
pero es necessario hallar
pastores que buenos sean.

  —156→  

42 r.



CCXXX - Resureción [sic] de Lázaro

De no acostumbrada voz
Lázaro llamado sale
después que por quatro días
su urna le guarda cadáver.
Aprended, sacros doctores,
que en la voz no ha de cessarse251
porque desta necessitan
las almas que en vicios iazen.



CCXXXI - Christo lava los pies a sus apóstoles

Ante estos pies se arrodilla
a quien humillarse deben
el cielo, tierra e infierno
con sumisión reverente.
Si te postra alguna vez
a los pies de otro tu suerte
mira a Jesús, i en su exemplo
tu corazón se renueve.



CCXXXII - Christo ante Caifás

Este rostro de Jesús
que visto felices hace,
¡ay de mí!, diextra inhumana,
más que bárbara, herir sabe.
Si una palabra no puedes
sufrir, el rostro que tales
afrentas sufrió, ó sobervio,
¿cómo puede no templarte?

42 v.



CCXXXIII - Ecce homo

Mira al hombre que ser Dios
tanta paciencia convence,
i mira hombres que la ira
el ser hombres les desmiente.
Si otra vez crucificarle
es lo que tus culpas quieren,
te igualas con los judíos,
peor que las fieras eres.



CCXXXIV - Christo en la cruz

En medio Jesús, de aquí
i allí un ladrón i otro pende;
éste en la cruz se hace bueno
i aquél maldito perece.
¡Ó mortales! Aprended
a esperar i a temer, que éste
de salvación da esperanza
como aquél miedos ofrece.



CCXXXV -Descendimiento de la cruz

Tú que de la cruz a Christo
ves baxar en esta imagen,
¿le ofreces tu corazón
porque como urna le guardes?
Renuévale el monumento
en que gustoso descanse;
Jesús para entrar en él
limpio i nuevo quiere hallarle.

43 r



CCXXXVI - Christo y Santo Tomás

Creó luego que las vio
al mirar Thomás las llagas;
ó mi Dios i mi Señor,
lleno de su amor exclama.
Crees, mas con mente fixa
estas llagas no reparas,
porque en el amor de Dios
tu corazón frío estaba.



CCXXXVII - Christo con San Pedro

¿Qué cuidado de Juan tienes
si assí quiero que se quede?252
Pero a ti, o Pedro, la fuerza
te hará ir donde no quieres.
Sígueme, esto a Pedro dixo;
i a todos nos comprehende,
que su cruz a cada uno,
no la del otro, conviene.

  —157→  

CCXXXVIII - La venida del Espíritu Santo

Sancto Spíritu se oculta
en el fuego que parece
lengua, i sobre las cabezas
de los discípulos viene.
Si de sus sagrados pechos
el celeste amor es huésped,
por su buena o mala lengua
qualquiera conocer puede.

43 v.



CCXXXIX - San Pedro cura a un coxo

Quando la mano te da
el coxo i limosna pide,
que se levante en el nombre
de Jesús, Pedro, le dices.
Se levanta, anda i siguiendo
a un coxo con passos firmes
cinco mill hombres el recto
camino de la fee siguen.



CCXL - Muere a los pies de San Pedro el avariento253

El engañoso que oculta
el precio en que vendió el campo,
éste ante los pies de Pedro
padece el último estrago.
Si este castigo el oculto
dinero, ¿quál el robado
merece de Dios? Si quieres
vivir, no seas avaro.



CCXLI - Martirio de San Estevan

Con estas piedras cruel
gente a Esteban la diadema
eterna labra, i no obstante
él mismo por ellos ruega.
Por las piedras el primero
sube al Cielo, i les enseña
a los que siguen que es dura
la senda que al Cielo lleva.

44 r.



CCXLII - El apóstol San Felipe baptisa a el enuco [sic]

Enseñándole Philipo
el eunucho lo que lee
entiénde, i la fee de Christo
con todo el corazón quiere.
Presente el río, del carro
uno i otro ya desciende;
allí el etíope laba254
i nada impossible emprende.



CCXLIII - Conversión de San Pablo

El ciego a quien tú derribas
al punto, ó Christo, comprehende
para conocer tu luz
la fuerza que el rayo tiene.
Luego la deidad con esta
luz los errados convierte,
con la qual los que antes eran
ciegos, con vista se advierten.



CCXLIV - San Pedro resucita a Thabita255

Mira cómo resusita
viva a los ruegos de Pedro
Thabita, que muerta era
causa a tanto sentimiento.
Digna es de vivir dos veces,
aunque qüente años immensos,
la que en su vida y avisos
tantos vivir aprendieron.

44 v.



CCXLV - El ángel se aparece al centurión256

Mira cómo el ángel viene
i al centurión le señala
la verdadera salud,
por quién i cómo ha de hallarla.
No admires de la Deidad
esta desusada gracia,
que este prodigio merece
la piedad que en él se halla.

  —158→  

CCXLVI - San Pedro ad vincula257

Pedro libre de prisiones
se levanta, i de la cárcel,
la puerta de hierro abierta,
guiándole el ángel sale.
La Iglesia humilde por Pedro
lo alcanza assí. Aprende: grande
es la efficazia que tienen
ruegos que de una fee nacen.



CCXLVII - Castigo de Elymas258

Apenas se opone Elymas,
famoso en mágicas artes,
a Paulo, quando infeliz
de ambos ojos ciego yace.
Milagros Paulo duplica
porque Sergio a Christo sabe
conocer; conque a este ciego
pudo assí la vista darle.

45 r.



CCXLVIII - San Pablo sana a un coxo

A este coxo que tenía
ya la fee en su pecho impressa
levantarse, ó Paulo, mandas;
se levanta, corre, vuela.
Si pasamos, si seguimos
floxos de virtud la senda,
o esta muerta nuestra lee
o por lo menos enferma.



CCXLIX - San Paulo en el aréopago

Quando la resurrección
Paulo en Athenas enseña,
éste cree, aquél se para,
ríe éste, el otro se ausenta.
¿Los novísimos no quiere
oír quien lo nuevo desea?
I es que resucitar teme
el que antes el morir tiembla.



CCL - San Paulo ante el rey Agrippa259

A quien admiran hablando
el rey Agrippa i la reina
sin razón, ó Festo, juzgas
que es locura la que ostenta.
En obsequio de la fee
Paulo assí captivar dexa
su mente, i si tú supiesses
imitaras tal demencia.

45 v.



CCLI - San Paulo en Malta260

Quando la vívora cae
arrojada, sin que ofenda
la mano que muerde, el pueblo
a Paulo por Dios venera.
Malteses, no esto creais
sino lo que Paulo enseña:
porque Dios mismo a vosotros
por su boca os amonesta.



CCLII - El ángel del Apocalipse y siete candeleros261

Estos siete candeleros
denotan los pueblos fieles,
i también las siete estrellas
siete prelados refieren.
La voz del Divino Verbo
es la espada; ó reo, teme
su herida, porque no ai otra
que hiera más gravemente.

  —159→  

imagen

El ángel del Apocalipsis

  —160→  

CCLIII - Los ancianos y los quatro animales262

Los ancianos a los santos,
los quatro animales luego
notan los evangelistas,
i la voz de Dios los truenos.
Si a la evangélica luz
su vista alguno no ha abierto,
de la vista de Dios debe
separarse como ciego.

46 r.



CCLIV263 - Las plagas sobre la tierra

En la misma hoguera en que
ruegos de justos se ofrecen
como incienso, sus trisulcos264
rayos Némesis enciende.
A estas llamas la tercera
parte del mundo perece;
aprende, ó impío, i a Dios,
que es el mismo fuego, teme.



CCLV - El sol sobre dos columnas en mar y tierra

Este rostro del Sol gozos
de luz eterna promete,
i este iris sereno paz
a los piadosos ofrece.
Oprimido en tierra i mar
el mundo que se envanece,
el pie de bronce i de fuego
de justa Némesis siente.



El dragón es precipitado

265

46 v.



CCLVI - El Príncipe del infierno en el abismo

Ante el tribunal del juez
todo muerto se presenta;
vivo será el que en el libro
de la vida se numera.
El príncipe del Averno
autor de vicios se encierra,
i la libertad del mundo
gime en el abismo presa.



CCLVII - La Jerusalem celeste

Ves la admirable ciudad
de Jerusalem Celeste,
que toda de piedras finas
más que el cristal resplandece.
El que es piadoso no aquí
llore el mundo que perece,
que casas sólo de lodo
la caduca tierra tiene.

total 260 láminas266

  —161→  

imagen

El Sol sobre dos columnas

  —162→  

47 r.

ÍNDICE DE LAS OBRAS DE LUZÁN

Tradución [sic] del Pange Lingua267

Soneto - El hijo de Laertes268

idm. -a su Bethulia269

idm. -sale de tierra270

idm. -poeta cordovés de los Demonios271

idm. -Dn. Juan Clemente no272

Traducción de los Epinicios Latinos al Delphín por la victoria de Fontenoi273

Octavas en la abertura de la Academia de las tres Bellas Artes en 1752 -está impresa en la distribución de Premios274

El Juicio de Paris -en la entrada de Fernando VI en Madrid, año 1746275

Romance a la Duquesa de Bervic embiándole el Poema de el Juicio de Paris276

Canción a Dn. Manuel de Roda sobre el Cometa del año 1743277

La Primavera, poema278

Hero y Leandro, ydilio anacreóntico279

47 v.

Canciones

Reprimir tienta en vano280

idm: -ahora es tiempo Euterpe281

  —163→  

idm. -dame segunda vez282

Medea a Jasón, epístola de Ovidio, tradución [sic]283

Tradución [sic] de la sátyra de Horacio ibam forte via sacra284

Versión del psalmo Miserere285

Tradución [sic] de las Epigramas de la historia del viejo y nuevo Testamento, en es tampas hechas por Christóval Worgelio [sic] en Nüremberg. Copiadas las Epigramas de el original y propia letra de Luzán que posee Dn. Manuel de Yera en Cádiz.