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Universidad de Alicante
La imagen de la Universidad española del siglo XVIII, para aquellos que nos dedicamos a la investigación de la literatura dieciochesca, está asociada en primera instancia con los satíricos y definitorios comentarios cadalsianos sobre la universidad salmantina o las peripecias que en la misma vivió el singular Torres Villarroel. Una imagen negativa de una institución que atravesó por entonces una época de profunda decadencia y que, según opinión común y contrastada, se mostró ajena o refractaria a la propagación de la Ilustración. Prácticamente podemos afirmar que, aunque la mayoría de los literatos dieciochescos pasaran por las aulas universitarias, es factible estudiar su evolución intelectual y creativa al margen de esta circunstancia. La cultura y la literatura innovadoras de la época se desarrollaron fuera de unas aulas donde mayoritariamente presidía el espíritu de aquellos para quienes, según Feijoo, «toda novedad es mentira, toda vejez axioma».
Pero esa imagen negativa nunca debe conducir a la ignorancia de la historia de una institución que, de una u otra forma, condicionó notablemente la cultura de aquella época. Ignorarla sería tanto como desconocer los obstáculos que debían superar quienes protagonizaron la cultura ilustrada, cayendo en una visión «abstracta» de la misma al no tener en cuenta una dialéctica donde las Luces acabaron siendo a menudo un tenue claroscuro. Por todo ello es de sumo —496→ interés la obra de Mario Martínez sobre la Universidad de Orihuela, resultado de una larga y exhaustiva investigación que ha deparado un análisis ejemplar, y único tal vez en su categoría, de una de las universidades menores de la época.
La presente obra, basada en la Tesis de Doctorado del autor, tiene un carácter global que permite conocer con detalle la historia de una institución docente que, en lo básico, probablemente no difiere demasiado de las otras instituciones similares. Mario Martínez comienza su estudio con un capítulo dedicado al marco urbano y comarcal de Orihuela; analiza la fundación de la institución en el contexto de las universidades menores que aparecieron durante la época barroca; detalla el funcionamiento interno del centro y su evolución institucional haciendo hincapié en sus órganos de gobierno y en la estructuración de la vida académica. El segundo volumen, probablemente de mayor interés para quienes nos dedicamos al ámbito literario, comienza con un capítulo dedicado a los conflictos universitarios, desde los de carácter interno entre las diversas instituciones que pretenden hegemonizar el poder en la universidad oriolana hasta la ofensiva del regalismo borbónico, que se encontró con una enorme resistencia tal y como demuestra Mario Martínez. El siguiente capítulo está dedicado al contenido de las enseñanzas universitarias, a la «pugna entre el Barroco y la Ilustración». Su lectura es de gran interés para conocer en términos concretos las tremendas dificultades que tuvo la penetración de las Luces en el contexto cultural español. No se trata de un caso aislado, examinado con verdadero lujo de detalle, sino de un caso capaz de ejemplificar una situación relativamente general. «El difícil camino de las Luces», finalmente superadas por el conservadurismo que presidió toda la trayectoria de la universidad oriolana, nos puede orientar para calibrar históricamente la tormentosa trayectoria de la Ilustración más allá de unos círculos significativos, pero aislados y no siempre representativos. Mario Martínez estudia los intentos de modernización de las ciencias y las letras en el ámbito académico de Orihuela (vol. II, pp. 127 y ss.), pero por encima de nombres y circunstancias concretas nos queda esa sensación de impotencia de quienes pretendieron reformar una institución anclada en la rutina y la mediocridad. Finalmente, el autor analiza la función social de la Universidad, estudiando la evolución y características de la población universitaria y la incidencia de la institución en la vida urbana y comarcal.
En definitiva, nos encontramos ante un estudio ejemplar en el ámbito de la historia cultural que nos permite conocer de forma sistemática y global la evolución de una institución de una ciudad levítica, pero también representativa de un país que en pleno siglo XVIII seguía siendo en buena medida levítico.