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ArribaAbajo

Libro III




Leandro


ArribaAbajo    Canta con boz süave y dolorosa,
¡o Musa!, los amores lastimeros,
que'n süave dolor fueron criados.
Canta también la triste mar en medio,
y a Sesto, d'una parte, y d'otra, Abido,  5
y Amor acá y allá, yendo y viniendo;
y aquella diligente lumbrezilla,
testigo fiel y dulce mensagera
de dos fieles y dulces amadores.
¡O mereciente luz de ser estrella  10
luziente y principal en las estrellas,
que fueron desd'acá al cielo embiadas
y alcançaron allá notables nombres!
Pero comiença ya de cantar, Musa,
el proceso y el fin de'stos amantes:  15
el mirar, el hablar, el entenderse,
el ir del uno, el esperar del otro,
el desear y el acudir conforme,
la lumbre muerta y a Leandro muerto.

    Sesto y Abido fueron dos lugares,  20
a los cuales en frente uno del otro,
ést'en Asia y aquél siendo en Europa,
un estrecho de mar los dividía.
Con sus ondas Neptuno en ellos dava;
oíanse los gallos y los perros  25
de'ntrambos y los humos se topavan.
El dios d'Amor contra estos dos lugares,
por su plazer o por lo que'l se sabe,
su mano convirtió con tanta fuerça,
que aun hizo mayor mal del que pensava;  30
y en ambos dio con una sola flecha,
dando en el coraçón d'un gentil moço
y en otro coraçón d'una donzella,
los nombres de los cuales eran estos:
era Leandro el dél, y el d'ella Hero,  35
iguales en linage y en hazienda,
en valer, en saber y en hermosura.
Él estava en Abido y ella en Sesto;
d'ambos lugares, ambos eran gloria,
honra y plazer de sus contentos padres,  40
aunque tamaño bien, algunas vezes,
en tanta mocedad le recelavan.
En Sesto, un'alta torre Hero tenía,
sobre la mar, en buen asiento puesta,
dentro en la cual morava, repartiendo  45
sus oras en onestos exercicios,
para vivir sabrosa y cuerdamente.
Este lugar sus padres se le dieron,
pero no se le dieron por guardalla
con guardas, ni con premias, ni estrechezas.  50
Su misma voluntad era su guarda.
Su vivir era libre, mas no suelto;
haziendo su querer cuanto quería,
no hazía sino lo razonable;
y en esta discordançia concordava.  55
Alegre'stava, 'stando retraída,
no buscava solaz ni pasatiempos,
antes los pasatiempos la buscavan.
Virgen y virginal su vivir era;
no andava en competencias ni asonadas,  60
ni en cuentas con agenas hermosuras.
Tan apartada de tener imbidia
estava, que, aun de quien se la tenía,
se dolía entre sí y se lastimava.
En tanto que esta vida ella sostuvo,  65
no pudo Amor entralle en su morada,
porque subir no suele a'scala vista,
ni suele romper muros, ni por fuerça
entrar donde l'echan con buen tiento.
No vence a quien no quiere ser vencido.  70
Sólo para ladrón dizen que's ábil,
y nunca os hurtará cosa que valga,
sino cuando's verá que'stáis durmiendo,
o cuando'stéis en gran tropel de gente,
adonde vanamente'stéis atento.  75
Allí se os meterá no sé por dónde,
y hurtándoos lo mejor y más guardado,
nunca lo sentiréis, hasta ya cuando
con la mano tentéis lo que allí os falta.
Esto halló por prueva esta señora,  80
que mientra'stuvo dentro de sus puertas,
el amor no osó entrar a fatigalla.
Mas luego que salió do andava gente,
con maña le hurtó sus muchos bienes,
tanto, que la dexó pobre de rica.  85
Ella bivía, según havemos dicho,
recogida en su torre cuerdamente
y embuelta en exercicios virginales;
con sacrificios santos y continos
trabajava en placar a la gran Madre  90
del Niño, que jamás pudo placarse.
Mas esto no valió contra su'strella,
porque la triste, en fin, de pasar uvo
por do sus tristes hados la pudieron
poco a poco llevar, con blanda fuerça.  95
Llegava la sazón del santo día,
los sestios en el cual solenizavan
la gran fiesta de Venus y d'Adonis.
Cubiertos los caminos y los campos
ivan de gente alegre y presurosa,  100
los unos caminando con silencio,
los otros con cantar alegres himnos,
hazia'l templo dond'eran estas fiestas.
Ni hombre ni muger uvo en las islas
del Egeo, ni en todo el Helesponto,  105
ni a donde en la Cithere enciensos queman,
que aquestos sacrificios no acudiesen.
Muchos de Cipro y muchos de Thesalia
fueron aquí, y Phrigia y las montañas
del Líbano quedaron despobladas.  110
Pues tras éstos, ya veis, si los de Sesto
y d'Abido pudieron escusarse
d'acudir, por su parte, en tal jornada.
Todos fueron en son d'alegre fiesta,
ceñidas sus cabeças d'arrayanes,  115
diversidad de flores esparziendo,
flores que Amor y amores influían.
Los mancebos, en quien la sangre hierve,
de la solenidad curavan poco;
no curavan sino de las mugeres.  120
Vían entrar las unas y las otras:
de las unas notavan hermosura,
de las otras notavan otras gracias.
Ellos estando así, veis donde asoma,
por la más principal puerta del templo,  125
Hero, la virgen generosa, ilustre.
Entrava con sus rayos d'hermosura,
acá y allá mil gracias descubriendo,
mil gracias que'ncubrir no se podían.
Como salir la blanca aurora suele,  130
con su color las rosas imitando,
y el oro figurando en sus cabellos;
y al su salir, las gentes s'alboroçan
y empieçan a sentir nueva alegría,
renovándose en sus viejos trabajos:  135
así salió la virgen, cuando entrava
por el templo de Venus, y así iva,
haziendo'star atentos mil sentidos.
Movía con su gesto, y refrenava,
cuantos eran allí, y en un momento  140
contrarios acidentes produzía.
En su cuerpo su alma se mostrava,
y víase también claro en su alma,
que a tal alma, tal cuerpo se devía.
Levantava los ojos a su tiempo,  145
sin parecer que s'acordava dello,
dando con un descuido mil cuidados.
El andar, el mirar, el estar queda,
andavan en tal son que descubrían
un cierto no sé qué tan admirable,  150
tan tendido por todo y por sus partes,
con tal orden y fuerça recogido,
que era imposible dalle lugar cierto;
y con su luz tan presto dava el golpe,
que sin herir, al parecer, matava,  155
como rayo que mata al primer punto.
Las tres gracias, que dizen los poetas
que no son sino tres, eran en ella
infinitas, según todos dezían.
Unos dezían: «Si Júpiter la viera  160
los días que acordó d'andar vagando
en diversas figuras trasformado,
¡cuán lexos fuera Leda de ser madre
de Cástor y de Pólux y d'Helena!,
¡y cuán lexos de ser Dánae burlada,  165
sintiéndose llover oro en sus haldas!»
Dezien otros: «Por ésta fuera bueno,
no por Briseis, desavenirse Achiles
d'Agamenón, y'starse así en su tienda
cantando y lamentando sus congoxas,  170
y dexando morir los tristes griegos
debaxo de la cruda'spada d'Héctor.»
«¡O si alcançase -sospirava el otro-
tenella por muger siquiera un'ora,
y en sus braços me resolviese todo,  175
como al sol, nieve, o como cera al fuego!
En tanto bien, tal brevedad sufrirse
podría con razón, pues no s'á visto
que tanto bien no s'acabase presto.»
Acudía, tras éste, otro mancebo,  180
diziendo: «Yo, en Esparta y en Athenas,
y en la ciudad Lacedemón, é'stado,
adonde ay competencias d'hermosuras,
y adonde sus thesoros puso Venus,
mas nunca vi belleza en tanto grado,  185
que igualar a la désta se pudiese.»
Dezía más: «Mis ojos son vencidos
de tanta luz, de contemplar tan alto,
mas la parte inmortal nunca se vence
del manjar natural de quella bive.»  190
Otros eran allí más sensüales,
con vulgares palabras y acidentes,
y'stávanse diziendo unos a otros:
«¡Quién pudiese saber adónde duerme,
para tocar la ropa donde s'echa!  195
¡O quién besase agora donde pisa!
¡O quién siquiera su pariente fuese,
para poder hablalle algunas vezes,
o, si no su pariente, su criado,
para servilla de cualquier oficio!»  200
Estas tales razones y otras muchas
dezían todos estos con ardientes
sospiros y alboroços entrañables.
Solo, Leandro calla y solo muere,
solo cierra su boca y aun sus ojos,  205
apretándose en su profunda llaga.
Como el doliente que su muerte teme,
que no osa dezir donde le duele,
y de miedo del mal se da por sano,
de flaco y d'apretado haziendo esfuerços,  210
así el cuitado de Leandro'stava
sintiéndose venir su muerte cerca.
Conoció la saeta emponçoñada,
vio la mano de donde salió el tiro,
sintió que al coraçón l'acudió el golpe,  215
entendió más, cuál llaga se le hizo,
y concluyó que por manera alguna
no podía escaparse de la muerte.
Pero, desengañado, se'ngañava,
y dávas'antender que biviría,  220
y viendo la verdad, se dava maña
a creer no sé cómo la mentira.
Él, luego que la virgen vio en el templo,
estuvo sobre sí como espantado
d'un tan grande milagro d'hermosura.  225
Y en verdad quisiera hallarse lexos
d'un peligro tan presto y tan estraño,
y diera, por entonces, todo el gusto
y todo el bien, de ver un bien tamaño,
por no verse en un mal de tanto aprieto.  230
Tras esto, rebolvió su sentimiento,
y empeçó a recebir aquella vista
d'aquel sol que aserenava el mundo.
Dexó estender sus rayos por su alma,
hechando su calor y luz por ella,  235
y así l'esclareció, y él levantóse
con nuevos alboroços levantados,
y empeçó con Amor a entrar en cuenta,
acordando de no dexar morirse.
El esperança, allí, vino a su tiempo,  240
prometiéndole muy fundadamente
cosas que ya el deseo le pedía.
Y allí el fuego'stendió sus bivas llamas,
y empeçaron a hazerse grandes torres
d'amor y de verdad, y no de viento.  245
Él echava sus ojos en los della,
y ella también alguna vez alçava
los suyos hazia él, de tal manera
quél no podía bien certificarse
aquello si era acaso o si era adrede.  250
Con esto, andava Amor más en su fuerça;
mas como quiera, en fin, que aquesto fuese,
si los ojos d'entrambos se topavan,
allí era el salir a recebirse,
allí era el mezclarse de las almas,  255
no embargante que aquella de Leandro
la mayor parte del camino andava.
Las saetas d'Amor eran espesas,
de los ojos al coraçón bolavan,
y allí luego la yerva s'embolvía  260
con la más pura sangre que topava.
A él, tres cosas le ocurrieron juntas,
cada una en su grado por estremo,
con las cuales Amor se muestra fuerte:
hermosura y linage y clara fama,  265
que'n esta virgen reluzían todas,
y alumbravan en ella otras mil gracias.
Con esto, y con aquello que emos dicho,
y con lo más que mi'scrivir no alcança,
Leandro'stava tal, que le convino  270
emprender de seguir do Amor quería.
Y así, puestos los ojos en el gesto
della, y un poco más osadamente
mirándola, empeçó de dar indicios
de temor y d'amor y de deseo.  275
Viose dentro en el campo ya metido,
y vio cómo s'avía descubierto,
al primer punto, más que no deviera.
Pero tornar atrás no convenía,
porque'n peligro tal, lo más seguro  280
es osar más, después d'aver osado.
Acidentes contrarios l'acudieron,
atónito quedava muchas vezes,
y algunas un gran ímpetu le dava,
con esfuerço mayor del que'l quisiera.  285
Luego, después, su coraçón temblando,
se le tornava atrás, y s'encogía,
arrepentido bien de sus esfuerços.
Veníale tras esto una vergüença
de mil miserias, que de cosas grandes  290
Amor muy presto la vergüença quita.
Mas el deseo, en fin, atizó el fuego,
y en gran parte quitó los movimientos
del triste miedo y del grosero empacho.
Y así, cobrando esfuerço poco a poco,  295
movió sus pies el afligido amante
hazia dond'ella'stava al otro cabo.
¡Cuántas vezes estuvo por tornarse,
cuántas vezes quisiera hallar estorvo,
y cuántas no quisiera ser nacido!  300
Parecíale bien mudar acuerdo
o diferir lo començado un poco.
Mas, en fin, no podía, y así andava
cayendo y levantando en sus deseos.
Y al cabo, no sé cómo, vacilando,  305
y sin determinarse, hizo cosa
mucho mayor que uviera jamás hecho
un fuerte coraçón determinado.
Porque'l llegó bien cerca donde'stava
ella, y allí delante se le puso,  310
y empeçó con los ojos d'hablalle
tanta verdad, que presto fue entendido.
A ratos la mirava con cautela,
arrebatando presto alguna vista,
a hurto de la gente que allí andava.  315
Otras vezes, se trasportava todo,
y sin tener en sí cuenta con nada,
abría los sus ojos ciegamente,
dexándolos topar en aquel rostro,
do su bien y su mal estavan juntos.  320
Descubría su alma en su momento,
y allí, después d'averse descubierto,
disimulava tan de veras, luego,
como si allí disimulara siempre.
Estos tan verdaderos sentimientos  325
que Leandro mostrava en cien mil cosas,
tanta fuerça tuvieron sobre Hero,
que, cuanto a lo primero, la movieron
a cierta vanidad y loçanía,
que l'hazían pensar su hermosura,  330
teniéndola contenta de sus gracias.
Este gusto ya veis que, una por una,
Leandro se le dava, porque'l era
en quien ella a sí misma contemplava.
Seguíase d'aquí ser agradable  335
a ella, él, pues él era la causa
de quien ella su gusto recebía.
Aquesta fue la principal entrada,
la primera, a lo menos, por dond'ella
al deleite empeçó d'abrir la puerta.  340
Començó a querer bien muy sanamente,
sanamente según ella entendía,
mas este su entender era engañoso.
Debaxo de'sta sanidad andava
la pestilencia, entrando por las venas,  345
esperando matar súpitamente.
Y la razón estava descuidada
con el bien aparente, y no creía,
por su bondad, sino qu'era muy bueno
sentir una ternez, una blandura,  350
un buen contentamiento moderado,
conforme al bien de nuestro ser humano.
Con estas cosas Hero fue engañada,
con esto Amor sus tratos componía,
con estos echadizos era cierta  355
la traición, que'stava muy secreta,
para salir en oportuno tiempo.
Concebido, pues, ella, el sentimiento
que vio salir del gesto del mancebo,
abaxó los sus ojos blandamente,  360
con una pura y virginal vergüença,
que luego se'stendió toda en su rostro;
y un no sé qué le puso d'hermosura
por encima d'aquel que ya tenía.
Abaxó los sus ojos, como digo;  365
luego, después, los levantó a su tiempo,
bolviéndos'a Leandro mansamente.
Mas esto fue con ademán tan cuerdo,
que'l seso se mostró muy descubierto,
y d'Amor pareció sola una sombra.  370
Sintió Leandro en l'amorosa flecha
salida del mirar de'sta donzella
un gozo tal, con una tal blandura,
que si no aconteciera en los comienços,
que suelen ser alboroçados todos,  375
en lágrimas parara este acidente.
¡Tanto se'nterneció el alma del moço!
En fin, él s'alegró d'una alegría
confiada, de ver que era admitido
su coraçón en el coraçón della.  380
Mas este sentimiento fue tan alto,
y vínole este bien tan sin pensallo,
que, sabiendo por do se confiava,
temía sin saber por dó temía.
Como aquel que, 'n descuido, cosa nueva  385
de lexos ve, que calla y'stá quedo,
y entre sí con silencio s'alboroça,
mirando bien sus ojos si le'ngañan,
y al cabo no se fía en lo que vee,
hasta tanto que claro lo á juzgado:  390
así Leandro'stava temeroso,
no temiendo porque su bien no viese,
mas porque l'iva tanto en no engañarse,
que'n esto de sus ojos no fiava,
ni fiava tampoco de los della,  395
los cuales claramente le mostravan
un puro amor con un encogimiento,
que suele andar embuelto casi siempre
con las cosas que'l hombre tiene en tanto,
que teme a cada paso que an de'rrarse.  400
Mas, en fin, como quiera que'sto fuese,
el alma dél sintió, como de lexos,
un ardor y una luz, que la movieron
a deseo, 'sperança y alegría.
El deseo empeçó a tomar la mano  405
siguiendo el esperança por sus pasos.
Y así'stava Leandro deseando
y'sperando su bien, y componiendo
mil formas d'alcançar lo que quería;
tanto que allí pensó y determinóse  410
de llegar y d'hablar a su señora,
o bien o mal, como mejor pudiese.
Mas porque'l templo donde ellos estavan
era lleno de gente y mil mancebos
y mugeres, que's más, ivan cayendo  415
en esto que aora os cuento d'esta istoria,
a él le pareçió mejor consejo
esperar que la noche con su manto
ocupase los ojos siempre ociosos,
en las vidas agenas ocupados.  420
Y así, entre tanto qu'él esto'sperava,
l'Aurora que a Titón bolver quería,
por descansar en sus amados braços,
por las puertas se entró del Oçidente.
Y allí, tras ella, el sol con sus cavallos  425
cabullióse en la mar del viejo Atlante.
Entonces las tinieblas se'stendieron
por la haz de la tierra, poco a poco.
Y el templo, do los dos amantes eran,
tomó la'scuridad que convenía  430
al caso que tratamos, y aun a todos
los casos que enridar suele Cupido.
Leandro, desque vio oportuno el tiempo,
a Hero se llegó, con tanto miedo,
que apenas pudo Amor obrar su fuerça.  435
Provó a callar y estarse padeçiendo
su miseria entre sí, pero no'stava
tan de'spacio, que'star callando osase,
y así empeçó de hablar, su boz temblando,
sus rodillas también, que no podían  440
la carga sostener del triste cuerpo.
Dixo mal su razón, y por mal cabo.
Mas este su dizir tuvo más fuerça
y pudo más, de solo poder poco,
que si fuera el mejor, y el más ornado,  445
el más ardiente, y copioso'stilo,
que fue'l de cuantos fueron celebrados,
en Roma y en Athenas, en el tiempo
que la dulce eloqüencia competía
con el furor de las luzientes armas.  450
Su embaraço fue tal, y su turbarse,
que, con sólo mostrar muestras de miedo,
mostró, con puro amor, puro deseo.
Y mostró más, estar determinado
a la muerte que Amor quisiese dalle.  455
Ella, que'sto entendió tan a la letra,
que ni fue menester querer creello,
ni atenerse a testigos ni a argumentos,
ni discurrir razones necesarias,
para alcançar una verdad tan grande,  460
como en un punto vio el alma tendida,
de su amador, y vio todas sus llagas,
así también vençida fue en un punto.
Y en un punto fue hecho lo que'l tiempo
jamás pudiera hazer, por más que pueda  465
bolver y rebolver la mortal gente.
En Leandro bolvió a encenders'el fuego
con el calor que'n Hero vio movido.
Y así se fue esforçando entre sí mismo,
y su pasión templando por un rato.  470
Sus ojos rebolvió por todo el templo,
y viendo bien que nadie no le vía,
aseguróse lo mejor que pudo.
Y con acatamiento convenible,
començó a hablar con coraçón más firme,  475
no diziendo regalos ni dulçuras,
no requiebros, según la vulgar gente
los llama; no razones bien compuestas,
no palabras pensadas en la noche,
no mentiras en forma de verdades,  480
ni verdades en forma de mentiras;
no dezía sino puras llanezas,
habladas llanamente y con descanso,
que siempre la verdad es descansada.
Ella'stava escuchando todo aquesto  485
con un callar atento a las palabras
que oía, con bolverse algunas vezes,
agora colorada, ora amarilla,
d'amarillez que apenas se mostrava.
Señalava, otra vez, algún empacho  490
con varios y confusos movimientos;
componía, sin tiempo, sus cabellos;
la mano alçava a concertar su toca;
no hallava lugar para su manto;
acá y allá, le andava rebolviendo  495
sin saber cómo'star, cómo ni dónde.
Mesurava, tras esto, su semblante,
no por hazerse grave o desdañosa,
mas por quitar de sí el desasosiego,
que'l temor y el empacho le traían.  500
Entre'stos acidentes, en fin, uvo
de dexars'ir y de entregarse un poco
al blando amor, al dulce sentimiento,
que a formarse en su alma començava.
Dieron desto señal, luego, los ojos,  505
y en Leandro empeçaron a meterse,
con una tal blandura y caimiento,
que'l triste amante se sintió cortados,
de seso y libertad, todos los nervios.
Y así, sin más, sin ver lo que hazía,  510
perdido el miedo que'l amor le dava,
perdido el conocer del desacato
perdido el contemplar del valer della,
perdido el contentarse con miralla,
perdida la memoria de sí mismo,  515
perdida, en fin, la fuerça de su alma,
atrevióse a tomar la mano d'Hero,
d'Hero la mano s'atrevió a tomalla.
Mas esto fue con un ardor tamaño,
d'una congoxa tal, tan entrañable,  520
con un gemir tan baxo y tan profundo,
de su necesidad tan gran testigo,
que desculpó la culpa del pecado.
Y el merecer, tan junto al pecar, vino,
que no sé cuál fue más, ni cuál primero.  525
Ella, al punto que vio tan nuevo hecho,
y se sintió tan presto salteada,
no supo qué hazer de sí, ni supo
sino quedar tan atajada d'esto,
que ni pudo'star brava ni enojarse,  530
ni pudo atrás tirar su blanca mano,
por no dar a entender lo que'ntendía,
y por disimular consigo misma,
lo que después disimular no pudo.
Así que, 'stando onesta, 'stuvo queda  535
como'stuviera'stando desonesta.
La vergüença, tras esto, variava
sobre'lla, rebolviendo, por otr'arte,
por do movió nuevo acidente en ella.
Porque después que'stuvo como dixe,  540
sin hazer movimiento de atajada,
començóse a encender su sangre un poco,
dentro en su coraçón moviendo saña.
Mas esto sólo fue para animalla
a querer defender algo su punto,  545
y así empeço a tornar atrás la mano,
cubierto de color su lindo rostro,
arredrándose un poco de do'stava,
como suele parars'el alondrilla,
en mitad del tendido y raso campo,  550
cuando el bravo alcotán sobre'lla mueve
las alas, meneándolas al viento;
de miedo'stá la cuitadilla queda,
elada, yerta, el coraçón pasmado;
mas si cobra después algún esfuerço,  555
métese'n algún surco por reparo.
Leandro, que'ntendió tales mudanças,
y un contraste tan grande d'acidentes,
viose tener la suya sobre'l hito.
Y así llego a tomalla por el manto,  560
provando d'apartalla de la gente,
hazia un lugar que'stava más escuro.
Ella, movida entonces con más saña,
ni se dexó llevar por dond'él quiso,
ni sobre'l manto le sufrió la mano.  565
Mas buelta sobre sí, con grave gesto,
semejantes palabras de'stas dixo:
«¡O hombre, que veniste por mal tuyo,
a este templo, a deslustrar mi honra,
sin entender cuán gran locura emprendes!  570
¿No sabes tú que soy sierva de Venus,
y virgen, y por virgen que la sirvo?
¿No sabes tú, los hombres de mi sangre,
que te castigarán si saben esto?
¿Y no sabes, también, que'stoy criada  575
en gran encerramiento con mis padres?
¿Y que nunca salí? Querer llegar
al lecho virginal es cosa dura.
¡Vete, y jamás parezcas do'stuviere!»
Esto dicho, calló como vençida,  580
con lágrimas venidas a los ojos,
pero bueltas atrás, luego en un punto.
Leandro, aunque oyó tales palabras,
que a los oídos le sonaron fuertes,
dentro en ella sintió cierta blandura,  585
que montó más que'l triste son de fuera.
Y así no desmayó, antes fiando
d'un dulce enternecer, que'n sí sentía,
soltando la su boz así responde:
«¡O señora, y gran reina d'hermosura,  590
tanto, que competir puedes con Venus
y en saber puedes ser otra Minerva!
Yo muy bien sé que todo lo que as dicho
es gran verdad, sin recebir contrario,
y sé muy bien cuán gran locura emprendo.  595
Mas el amor ningún peligro escucha,
ni por dificultad suele atajarse.
Constreñido por él, a tus pies m'hecho,
ofreciéndote'l alma por don grande
para Dios, cuanto más para los hombres.  600
El cuerpo á d'ir tras ella en compañía
súfrele, pues es cuerpo de tu alma,
que la mía es ya tuya puramente,
por ley d'Amor escrita en nuestras almas,
y más que te la doy, y tú la tienes.  605
Yo vine aquí, como an venido muchos,
puesto que como yo nadi ha venido,
y vine así al bulto de la fiesta,
por ver, mas no ¡cuitado! por ver tanto.
¡O cuánto mejor fuera! Pero, al cabo,  610
lo que á de ser no puede prevenirse.
Vite'ntrar por la puerta de'ste templo
tal, que no ay para qué gastar palabras
en querer explicallo, cuanto más,
que cosa que no cabe en el sentido,  615
mucho menos cabrá en ninguna lengua.
Al cabo, yo te vi, señora mía;
tras esto, no sé yo más qué dezirte.
No sé sino que'stoy puesto en tus manos,
herido mortalmente de tu mano.  620
Herísteme, y quiçá tú no lo piensas;
pues ¿cómo pensarás en el remedio?
Si no puede'l amor que'n mí conoces
en ti hazer el fruto que devría,
mi gran necesidad te mueva un poco,  625
sabiendo que por ti me veo en ella.
Acuérdate qué as dicho, que'res sierva
de Venus y que'stás puesta en servilla.
Si esto es así ¿no sabes que'sta reina
es reina principal de cuantos aman,  630
y a éstos da favor, y éstos son suyos?
¿No as oído dezir, cuando ella pone
al duro coraçón su blanda mano,
que todo lo más fuerte s'enternece?
¿El Amor, no t'an dicho que's su hijo,  635
nacido de mitad de sus entrañas,
y ella también de Júpiter nacida,
ques dios benigno y amador muy grande?
Y el proprio y natural oficio dellos
es acordar las discordantes almas.  640
Ama si quieres, pues, ser agradable
al hijo, y a la madre y al agüelo.
Las vírgines irán tras su Dïana,
en soledad de vida, por los yermos.
Tú, y las que'stáis a Venus consagradas,  645
en lecho conjugal havéis de veros.
Tu santa religión, sagrada y pura,
será corresponder, por igual peso,
al punto del amor que te presento,
atándote en la ley del matrimonio.  650
Tú ves cómo me tienes, y en qué paso;
entrégame al oficio que quisieres;
si quieres tanto onrarme que me quieras
por marido y por siervo, yo soy tuyo,
venido aquí por Venus embiado;  655
y herido de la flecha de su hijo,
huyendo del morir, con la saeta
travesada en mitad de mis entrañas,
vengo a caer de ojos en tus manos.
Así embió Mercurio al fuerte Alcides  660
al servicio de Jardane donzella,
sus fuerças al chapín della entregando.
¿Tú no as leído el caso de Atalanta,
virgen d'Arcadia, hermosa estrañamente,
que, por guardar su donzellez entera,  665
al triste Melanión fue tanto cruda
que le hizo pasar cien mil martirios,
hasta que Venus, enojada d'esto,
así la castigó de sus cruezas,
que so los pies de su amador la puso?  670
Y alguna vez no le valieron lloros,
ni le valió llamarse desdichada,
ni al cielo levantar sus tristes ojos.
No pienses que te traigo a la memoria
estas istorias por traerte enxemplos,  675
que donde la razón está tan clara,
escusado será cualquier enxemplo.
Dígolo por dezirte lo que pasa,
porque no yerres contra la que sierves.
¡Qué gran error sería si tú errases!  680
D'esto tengo cuidado y esto miro,
que lo que a mí me toca no lo pienso.
En mí muy poco va que yo me pierda
por lo que soy; va mucho, por ser tuyo:
si agora é de perder, todo es perdido,  685
poca pena será tan breve cuenta,
do no abrá que contar sino dos puntos:
o servirte y bivir para ti sola,
o apartarme y morir generalmente.»

    Después que de lo hondo de su pecho,  690
uvo Leandro echado estas razones,
no dixo más, sino que con solloços
habló callando lo que hablar no pudo,
de lágrimas cuajada su garganta.
Con esto, y con lo más que é referido,  695
Hero acabó de verse sometida
al yugo del amor que tanto puede.
Y así, sin replicar palabra entonces,
sus ojos abaxó con cierto empacho,
no de cosa que'n sí viese mal hecha,  700
sino de lo que vio que se sentía,
que le mostrava ya lo venidero.
Así que cuanto más los acidentes
blandos d'amor al coraçón l'entravan,
tanto más la vergüença l'apretava,  705
porque ésta en los principios trae su cuenta.
Ella mostrava mil señales d'esto,
ascondiendo su gesto algunas vezes,
queriendo hablar y enmudeciendo luego.
Pero poniendo, en fin, todos sus ojos,  710
d'una parte, en el rostro de Leandro,
el cual era notable en hermosura,
y d'otra, en el dolor que'n él se vía,
que bastara a romper cualquier dureza,
determinóse a posponello todo  715
y d'entregarse a la más blanda parte.
Parecióle también que no hazer esto
era crueza de persona fiera,
y que'ra culpa, y pareciera mal,
dexar morir así un hombre tan noble;  720
un hombre que tan presto supo amalla,
un hombre tan hermoso y de tal casta,
que bien vio en él l'alteza de su sangre;
un hombre que'n su gesto señalava,
en armas, coraçón y en paz buen trato,  725
un hombre tal, en fin, que'lla le amava.
¡O Polimnia, ya agora el tiempo pide
que te buelva a pedir algún socorro
con que des a mi canto un nuevo aliento!
La noche, con su buelo, ya encumbrava  730
el alta cumbre del luziente cielo,
y las estrellas decendiendo davan
a los mortales la sazón del sueño,
cuando Hero se vio puesta en el punto,
no de dormir, sino d'abrir sus ojos,  735
y su boca a dezir su triste suerte.
Y así, con su blandura declarada,
a su dulce amador replicó esto:
«Amigo mío, que este nombre es tuyo,
y así t'é de llamar yo dend'agora,  740
¿qué dicha o qué desdicha á sido ésta?
¡Que ayas puesto los pies en esta tierra
para mover así mi entendimiento
con nuevos y diversos pensamientos!
Tus palabras m'an puesto en lo que vees;  745
¡que no sean palabras Dios lo quiera!
Si me'ngañas, no sé lo que se's esto,
que no merezco ser de ti engañada.
Començar a quererte, ya pasara;
disimulando como muchas hazen,  750
todo fuera sentir algún trabajo.
Pero verme cuitada en un momento,
los términos pasar todos d'un golpe,
y, en partiendo, llegar al postrer punto,
es cosa que quiçá nunca s'á visto.  755
Esto que agora aquí contigo paso,
ya puede ser que muchas lo an pasado
consigo solas, o con sus amigas,
con ellas descansando de sus males.
Mas yo, pasallo así, sin más rodeo,  760
contigo, de quien yo devo guardarme,
Amor esto no sé si puede hazello.
Sospecho que's algún pecado mío,
o quiçá la sobervia de mis padres,
que siempre confiaron de mí tanto,  765
que alguna vez, oyendo hablar d'algunas
que uvieron por amor hecho algún yerro,
luego dezían: -¡Cuán lexos nuestra hija
de verse en otro tanto, por más fuertes
que fuesen los combates que le diesen!-  770
¡Tristes d'ellos, que así s'an engañado!
¡Triste de mí, que así les é salido,
tan al revés de como me'speravan!
Mas ¿para qué son ya tantas querellas?
¡Qué'n fin mi voluntad es la culpada,  775
y así lo quiero yo que'lla lo sea!
Con todo, no querría tal estremo;
bien huelgo de quererte, mas no tanto;
que'n lo mucho'stá el mal y'stá el peligro
y está el temor d'errar contra mi honra;  780
y el sospechar que te parezco mal.
Y estoy aquí del arte que me vees;
tú mira un poco por lo que conviene,
a poder abonarme yo comigo,
y a no perder al mundo la vergüença.  785
Quererte por senyor y por marido,
¡juzga tú mismo aquí si é de querello!
Pero ¿cómo será, que abiertamente
no podrá ser, que no querrán mis padres,
que a mi virginidad m'an dedicado?  790
Pues a hurto tampoco veo cómo
se pueda hazer que no lo entiendan todos.
Los hombres d'esta tierra andan baldíos,
no entendiendo sino en vidas agenas;
si acaso por Abido andar te vieren,  795
de rastro sacarán todos tus pasos.
Tú, solo y tan turbado como dizes,
¿podrás así engañar a todo un pueblo?
Lo que solo contigo abrás pensado,
pasmado quedarás, dende a dos oras,  800
de ver que anda vertido por las plaças.
Mas, dexándolo todo a tu jüizio,
tiempo será que sepa yo tu nombre,
y que sepa la tierra do naciste;
esto me di, que todo lo demás  805
que yo agora podría preguntarte
tú ya me lo dixiste, antes d'hablarme.
De mí, si saber quieres otro tanto,
a mí me llaman Hero, y es mi patria
Sesto, una gran ciudad que oy avrás visto;  810
cabe la cual parece un alta torre,
pegada con la mar sobre una peña;
mi aposiento es allí, donde'stoy sola,
con una sola dueña que me sirve,
mi mocedad pasando estrechamente.  815
No ay ver fiestas allí, ni otros plazeres,
o de bailar o d'otros regozijos
con que suele la gente alboroçarse.
Los vientos son los músicos continos,
que a medianoche siento a mis ventanas;  820
las olas a su son andan bailando,
saltando por las peñas tan sin arte,
que temo alguna vez que no me lleven,
desd'allí donde'stoy, puesta en lo alto.
Pero'sto no es nada; la costumbre  825
holgar me haze ya con esta vida.
Lo que sufrir no puedo sin gran pena
es no tener con quien descansar pueda,
agora en especial, que tanto tengo
que descansar, cuitada; pero vaya  830
que si contigo descansar no puedo,
poco aprovechará cualquier descanso.»
Atajada quedó en diziendo esto,
y así calló, sus ojos en el suelo,
cogiendo su cabeça entre los ombros.  835
Leandro, que subir se vio tan presto
a un estado tan alto de fortuna,
dexóse'star así por un buen rato,
sin saber responder a tanto gozo.
Su coraçón se'nterneció del todo,  840
dando en llorar, mas fue muy diferente
este llorar d'un otro que emos dicho.
Las lágrimas que fueron de dolor,
en lágrimas d'amor se convertieron.
Ya después que s'abrió con esto un poco  845
su alma, y tornó en sí, cobrando fuerças,
dixo: «Señora, tras un bien tan alto,
¿qué á de dezir un hombre, que's tan baxo?
A bienaventurança nunca vista,
palabras nunca dichas se merecen.  850
Aquestas no las ay en mí ni en otro;
lo que tengo t'é dado, que's el alma;
en ésta'stán las obras y palabras;
tómalo todo junto, si no en partes,
del arte que tú misma lo quisieres.  855
Yo me llamo Leandro y soy d'Abido,
que's un lugar que'stá en frente del tuyo;
el Helesponto ves como'stá en medio;
duro estrecho de mar para nosotros,
no embargante que a mí, el trabajo en esto,  860
descanso me dará en cualquier trabajo,
y el peligro porná mayor esfuerço.
Todavía la mar nos está en medio;
duro estrecho d'amor que nos aparta
los cuerpos, ayuntándonos las almas;  865
mas tú me das aliento para todo,
y házesme ver lo que las gentes dizen,
y dízenlo quiçá porque lo oyen,
mas no porque lo entiendan ni lo sientan
que al verdadero amante todo es fácil.  870
Así lo será a mí pasar a nado
este braço de mar, yendo a tu torre,
que ir en barco sería perder tiempo.
Y tomar para esto por compañía
sería no acudir a tu secreto.  875
Cosa tan importante y deseada,
yo solo é de gozar d'hazella toda.
Yo mismo seré'l barco y el remero,
y siendo el llevador seré'l llevado.
Yo romperé las ondas de Neptuno,  880
y mi proa porné contra los vientos
d'Eolo, y no me turbarán los Phocas,
ni me ternán las muy peinadas Nimphas,
aunque Thetis allí venga con ellas,
mostrando los sus pechos sobre'l agua.  885
Ni aquellos con sus rostros monstruosos,
ni aquestas con sus hermosuras blandas,
divertirme podrán de mi camino.
No temeré los montes de las aguas,
ni el bramido del mar embravecido,  890
viendo que voy adonde'stás, iré
por camino muy llano y muy seguro.
Solamente una cosa t'encomiendo:
que, cuando acordarás que yo a ti vaya,
en la noche me pongas una lumbre,  895
muy junto a la ventana donde duermes,
porque mejor saber yo pueda el punto
de cuándo é d'ir, y al tiempo que ya fuere,
en lo escuro, atinar sea más fácil.
Tu lumbre me será la cierta guía  900
con que será guiado mi vïage
hasta tomar derechamente'l puerto.
No será menester alçar los ojos,
cansados y adormidos, para'l norte.
Como el piloto en medio del gran golfo,  905
pasado lo peor ya della noche,
no curaré del reluziente carro,
ni de su carretero que le buelve,
ni las estrellas, que fortuna mueven
en la mar, moverán mi seso un punto,  910
haziéndome torcer mi governalle.
El Orión podrá espantar los otros,
y el Arcturo también cuanto quisiere,
mas a mí no, pues eres tú mi'strella
sola de donde mi fortuna pende.  915
Ser el çielo sereno o ser escuro,
ser prósperos los vientos o contrarios,
por mi seguridad, poco m'importa;
por donde yo querría el cielo claro,
y el aire sin moverse puesto en calma,  920
es por tener segura nuestra seña,
no nos la mate algún maligno viento.
Esto sólo t'encargo cuanto puedo,
que a nuestra lumbrezilla des gran cobro,
porque'n su luz está toda la mía.  925
Si la viere morir desde'l estrecho,
donde fuere luchando con las ondas,
yo moriré también en aquel punto.
Y tú te quedarás, aunque al principio
soledad sentirás, o mucha o poca,  930
d'un hombre que por ti quedó tendido,
escupido del agua en la ribera,
hecho manjar de perros y de cuervos.»

    Hero no pudo aquí más refrenarse,
y dixo: «¡Dios tan grande mal no quiera  935
que tú te pierdas por ninguna vía!,
pero si esto á de ser, lo cual no sea,
¿cómo piénsaste tú que'stoy tan tibia
que no tenga pensado ya el remedio?
Mi triste imaginar, de punto en punto,  940
va rebolviendo por cien mil peligros,
y los que ay y no ay se representan,
y como en ti desastre, si le pinto,
sólo el pensarlo me trastorna y mata,
y é de pensar por fuerça lo que temo.  945
Pienso luego también en los remedios,
triste, por no morir antes de tiempo,
y en todos los que voy imaginando,
la muerte es la primera que m'ocurre
y la postrera en quien resuelta quedo.  950
Yo tengo preparada así la istoria,
que emos de ser en vida y muerte juntos,
y tú'stásme deziendo gentilezas
y unas cosas que ofenden los oídos
tanto, que ya no sé si perdonallas.»  955

    Dest'arte platicavan sus conciertos,
y en palabras y en obras pretendían,
entre'llos concluido casamiento.
Mas al cabo, lo más que refirmaron
fue venir él a nado, como dixo,  960
y ella poner la lumbre a la ventana,
con muy grande cuidado de guardalla,
que algún viento crüel no la matase.
Estando en esto, alçaron los sus ojos,
y el bullir sintieron de la gente,  965
que ya la noche, resfriando, dava
señal de la venida del luzero.
Y así, de miedo del luziente día,
descubridor de tenebrosos hechos,
se uvieron de partir los dos amantes,  970
entre'llos debatiendo un muy gran rato
cuál de los dos primero partiría,
queriendo cada cual ser el postrero.
Él se fue, en fin, primero, por poder
pasar antes del día por la torre,  975
de la cual informado muy bien era.
Llegando allá se le alteró la sangre,
y acudiéronle mil cosas tan juntas,
que un rato le turbaron el sentido;
luego, tornando en sí, puso los ojos  980
en las ventanas donde sospechava
que solía asomarse su señora;
y allí le fue presente'l pasar suyo,
rompiendo por las ondas fortunales,
y el asomar, de cuando en cuando, della,  985
mirando y escuchando en la tiniebla,
y aquella diligente lumbrezilla
que sola fue tercera en sus conciertos.
Estando en esto, vio romper el alva,
y allí luego temió ser descubierto,  990
mas, sosegando el coraçón un poco,
su tino aseguró discretamente,
viendo el lugar, la torre y el camino,
a fin que, cuando uviese de pasar,
según quedava entre'llos concertado,  995
ni con la escuridad de la gran noche,
ni con la tempestad de la fortuna,
desatinar su alma no pudiese.
Después desto se dio gran priesa en irse,
yéndose hazia do'stava un navío,  1000
que adereçado los suyos tenían,
para poder pasar cómodamente
el estrecho hasta dar dentro en Abido.
Navegava Leandro el Helesponto,
siguiendo su jornada con buen viento,  1005
la mar segura, el cielo favorable,
descuidado el piloto en su exercicio,
cantando con plazer los marineros,
sin acordarse de templar la vela.
Él sólo estava puesto en su negocio,  1010
trayendo con la mar estrecha cuenta,
notando bien sus movimientos todos;
dezía dentro en sí: «Si esta bonança
se pudiese guardar hasta la buelta,
cualquiera tempestad que ora viniese  1015
sería para mí próspero tiempo.»
Contemplando tras esto en las mudanças
de la mar y del viento, contemplado
con las prestas mudanças de fortuna,
las mudanças también de las mugeres,  1020
y la falta común, l'hazían miedo;
mas luego este temor todo parado,
en grande confiança de su dama
y en claro conocer cuán diferente
era la cuenta della, de las otras.  1025
Con estos pensamientos navegando,
llegó su nave a la ciudad d'Abido,
dond'él se vio tan nuevo en sus plazeres,
y en todo su exercicio tan mudado,
que todos sus amigos se'spantavan  1030
de velle tal, y entre'llos conferían,
hechando mil jüizios sobre aquello.
No preguntó en llegando por sus perros;
tampoco preguntó por sus cavallos;
cargávas'en estremo con las fiestas,  1035
y con las justas y con los torneos,
y más con sus amigos que con todos,
que descubrirse a nadie no podía;
holgava poco de salir al campo,
sino solo y adonde no le viesen.  1040
Hablava allí consigo y con las piedras,
a lo menos hablava con aquellas
piedras y cantos de la torre d'Hero.
No alcançava plazer ni pasatiempo,
si no era'star contino imaginando  1045
en las gracias que de'lla le quedaron
pintadas en el alma para siempre.
Bolvía sobre un punto cien mil vezes,
no acabando jamás de contentarse
d'imaginarlo así como ello era,  1050
o gustando también de contemplarlo
tanto, que no podía desasirse
d'aquello que una vez le avía entrado.
Otras vezes, entre'stos pensamientos,
se le pegava algún escrupulillo,  1055
no con razón alguna ni con causa,
sino por una natural dolencia,
de cuantos son nacidos en el mundo,
en especial d'aquellos que bien aman.
Que cuando el pensamiento anda más alto,  1060
llegando, al cabo, el gusto de su gloria,
á de topar de pura fuerça entonces
en algo que l'estorve su deleite,
tanto el temor está cabe'l deseo
y tanto la tristeza cabe'l gozo.  1065
Mas, tras esto, donde'l más escarvava
y donde más andava su sentido
era en sentir una congoxa estraña,
de ver que se tardava ya la seña,
porque seis días eran, con sus noches,  1070
pasados ya, y la lumbre no asomava
ni se vía señal de cosa buena.
Y así las tardes, cuando el sol ya iva
asomando su luz a l'otra gente
que'stá'sperando entonces su salida,  1075
esperava él también cuando saldría
aquel luziente sol d'aquella lumbre
que su alma alumbrar sólo pudiera.
Y él triste, en ver que nunca parecía,
podéis pensar cuál era su tiniebla,  1080
viéndos'estar en noche tan perpetua,
como si en los cimmerios estuviese.
En su alma contrarios acidentes
igualmente sobre'sto padecía:
antes d'anochecer, grand'alboroço;  1085
después d'anochecido, una tristeza
profunda; la su luz nunca asomava,
y un tan desesperado caimiento,
que todos los afetos fallecían.
Fallecían, mas no quedavan muertos,  1090
que aún la'sperança resollava un poco,
y aun tenía su pulso movimiento,
como el ascua cubierta de ceniza,
que ni luz ni calor muestra de fuego,
tiniendo entrambas cosas en sí bivas,  1095
pero vas'acabando poco a poco
si algún soplo de viento no socorre.
Pues Hero, acullá dentro donde'stava,
yo fío que su parte le cabía;
sentía su dolor y el de Leandro,  1100
y más el de Leandro que no el suyo.
Todo su bien, su vida y su deseo
estava en ver a él, y cuanto a esto,
la carga bien igual era d'entrambos.
Mas sin esto, el dolor quella sentía  1105
por mayor y más fuerte en sus entrañas,
era entender que aquello por donde ella
quedava con agustia intolerable,
que aquello mismo la pusiese en culpa
en los ojos d'aquél, cuyo sentido  1110
satisfecho tener tanto quería.

    Pero quiçá querrán saber algunos,
atentos en leer toda esta istoria,
por donde fue que Hero no pudiese
tan presto hazer su seña deseada.  1115
Yo lo diré si con plazer me'scuchan
y me dan facultad que me divierta
un poco del propósito empeçado.
Cuando Aristeo, el hijo de Cirene,
por la maldad que hizo contra Orpheo,  1120
incurrió en tan gran odio de las Nimphas
que por ello perdió cuanto tenía,
afligido y lloroso d'este daño,
dexando las florestas de Peneo,
partióse para do'stava su madre,  1125
por lamentar con ella su desdicha
y pedille remedio convenible
a la pérdida grande recebida.
Y así, por su camino caminando,
junto al Pindo llegó, do'stá la fuente  1130
de Peneo, y allí viendo el gran lago
do morava Cirene con sus Nimphas,
quedóse cabezbaxo y fatigado.
Y allí, después que un rato en su silencio
stuvo, recoziendo su congoxa,  1135
con alta boz, de llanto dolorosa,
doliéndose, a su madre dixo esto:
«Madre Cirene, madre, que ahí tienes
tu asiento, en lo más hondo d'esas aguas,
¿por qué d'Apolo tú me concebiste?  1140
Pues, concebido, al mundo m'as echado,
echándome a los hados importunos,
¿a qué servió hazerme del linage
d'aquellos dioses, grandes inmortales,
si avía de parar, toda esta honra,  1145
en ser de los mortales el más baxo?
¿Qué se hizo el amor que me tenías,
cuando me prometiste dar el cielo?
No solamente'l cielo no m'as dado,
mas aquello que yo, con mi trabajo  1150
y con mi pura industria y diligencia,
en la tierra alcancé, que á sido el arte
d'arar los campos, de plantar las viñas,
d'apacentar los útiles ganados,
su fértil criazón multiplicando,  1155
de componer las casas y costumbres
a las enxambres de las abejuelas;
agora veo, siéndome tú madre,
que todo lo é perdido, no sé cómo.
¡Inche tu coraçón, si gana tienes  1160
de destruir un pecador nacido
de tus entrañas; echa ardiente fuego
en mitad de los campos, abrasando
las frescas vegas, los espesos montes,
los rastrojos, barbechos y sembrados,  1165
arranca de raíz las verdes viñas,
cuando en su flor amostrarán más fruto,
embía a los ganados pestilencia,
pon el cuchillo de tu ira en todo,
si tanto t'aborreces con mi honra!»  1170
Oyó la madre, desde allá do'stava,
el sonido del llanto de su hijo,
y estuvo así, con los oídos altos,
un poco sobre sí, puesta en su'strado.
Estavan a sus pies todas las Nimphas  1175
d'hermosura y valor más estimadas,
ocupadas en varios exercicios.
Unas labrando'stán, otras texendo,
otras sacan el hilo con sus husos
de las puras madexas de la seda,  1180
o verdes de color o christalinas.
Xantho y Lisea, Drimo y Philodoce,
allí'stavan con los cabellos sueltos,
ondeando por sus blancos pescueços.
Estavan más, en esta compañía,  1185
Cimodoce y Thalía, con Nisea,
y la fresca Licoris, con Cidipe,
la una virgen, la otra poco antes
provada en los trabajos de Luçina.
Dos hermanas también, Clío y Beroe,  1190
ambas hijas del gran Oceano, ambas
con su oro, con sus nebridas ambas
y Ephire, y la hermosa Deyopea,
y Arethusa tras éstas, que aun entonces
dexava sus saetas y su arco.  1195
A bueltas del lavor que'stas hazían,
eran d'oír los cuentos que contavan.
Clímine recitava los amores
de Mares y de Venus, y los celos
de Vulcano, y la red por él compuesta;  1200
contava Chao de Júpiter las artes,
d'Apolo y de Neptuno, y d'otros dioses,
cómo en diversas formas transformados
engaños amorosos compusieron.
Estando así, desacordadas todas,  1205
atentas escuchando estas istorias,
sintió otra vez Cirene el triste llanto
del triste hijo, demudóse toda,
por do también se demudaron todas.
Y así, de los asientos, donde'stavan,  1210
de vidrio y de christal, se levantaron,
y heridas de la boz d'un tan gran lloro,
acudieron a ver lo que era aquello.
Aretusa fue allí la más ligera,
porque llegó primero que las otras,  1215
a sacar su cabeça sobre'l agua.
Y en esto, rebolviendo a la otra parte,
«O Cirene -gritó- bastante causa
tuviste d'alterarte como vimos.
Sábete que Aristeo, tu dulce hijo,  1220
a l'orilla del agua'stá llorando:
queréllase de ti, con grandes bozes,
llamándote por nombre crüel madre.»
Atónita Cirene de'stas nuevas,
«Traelde -respondió- traelde, hermanas,  1225
puedan sus pies, que yo les doy licencia,
tocar los aposientos divinales.»
Esto dicho, mandó luego a las aguas
que, apartándose, abriesen el camino
por do su hijo entrase fácilmente.  1230

    Y así el agua s'abrió hazia lo baxo,
y encorvándose toda por arriba,
se hizo como en forma de montaña,
y tomando Aristeo dentro en su seno,
metióle en el hondón del alto río.  1235
Ya entrava en los palacios el mancebo
de la hija immortal del gran Peneo,
mirando al derredor con maravilla
las casas, los castillos, los adarves,
los grandes y sobervios aposientos  1240
de peñas y de grutas naturales,
con paredes y techos todos d'agua.
Vía, con esto, estrañedad de montes,
con altas espesuras resonantes,
y alegres vegas, y riberas frescas  1245
de ríos, que corrían mansamente,
entre los cuales vio Phasis y Lico,
y las fuente do nace el Enipeo.
Y vio el Danubio, que con sus rebueltas,
acá y allá, se parte a cada paso,  1250
y Rheno, y Tíber, Liris y Garona,
y Eridano con cuernos, hecho un toro.
Después que uvo llegado a lo más dentro,
en vista de los ojos de su madre,
y ella entendió la causa de sus lloros,  1255
mandó que s'asentase y que pusiesen
las mesas, y fue echo en continente.
Luego allí truxeron abundancia
de diversas viandas y de vinos;
los altares delante'stavan puestos,  1260
ardiendo encima d'ellos toda Arabia.
Dixo Cirene entonces: «Toma, hijo,
d'ese vino de Lidia en esa copa;
sacrifiquemos dél al gran Oceano.»
Y en esto començó d'hazer sus ruegos  1265
al gran padre del mundo de las aguas
y a dozientas hermanas principales:
las ciento son, cien Nimphas de cien montes,
las otras son cien Nimphas de cien ríos.
Mandó, después, del vino más precioso,  1270
por tres vezes echar dentro en el fuego,
que ardiendo'stava allí en los sacrificios;
el fuego, cada vez que'l vino echaron,
su llama levantó visiblemente
hasta llegar con ella al alto techo.  1275
Con este buen agüero confirmada,
Cirene començó de dezir esto:
«Allá, en la mar del isla de Carpatho,
un adevino'stá d'ilustre fama;
á por nombre Proteo, el cual corriendo  1280
en su carro, llevado por cavallos
marinos (la mitad atrás son peces),
por el campo del agua da sus bueltas;
no á mucho qu'él acá bolvió, en Thesalia,
a gozar de su patria deseada;  1285
las Nimphas le veneran, y Nereo,
por su saber, por cuanto el gran profeta,
por gracia que ha alcançado de Neptuno,
alcança cuando quiere en un momento:
lo que's y lo que fue y lo que será.  1290
As de tomar, ¡o hijo!, este gran sabio
y atalle bien con fuertes ataduras,
que d'otra arte jamás avrá remedio;
qu'él t'informe de cosa que le pidas,
y aunque a sus pies tú t'eches umilmente,  1295
mostrándole con lágrimas tu cuita,
y aunque vea que'l alma se t'arranca,
no esperes que por eso d'él alcances
palabra, para ti, que buena sea,
si primero con fuerça no le vences.  1300
Mañana, cuando el sol esté bien alto,
y los ganados buscarán las sombras,
y cantarán apriesa las chicharras,
yo te quiero llevar do'stá este viejo,
hasta ponerte dentro en su gran cueva,  1305
en la cual, él por descansar se mete,
refrescando sus miembros calurosos,
y al sueño dando sus cansados ojos.
Allí le tomarás con gran ventaja,
tendido y adormido como muerto.  1310
Entonces le podrás atar, mi hijo.
Mas, porque estés en todo previnido,
as de saber que, cuando le tuvieres
atado en tu poder, como t'é dicho,
engañarte querrá con mil visiones,  1315
convertiéndosete en diversas formas.
Agora se te hará un valiente toro,
ora un bravo león, agora un tigre,
ora dirás que's un pesado puerco
y otra vez que's una ligera cierva.  1320
Tras esto, mudars'á en forma de fuego,
y luego bolverá en corriente agua.
Mas mira bien que, mientras con más formas
te quisiere engañar el falso viejo,
que'ntonces más as tú de costreñirle,  1325
y más le as d'apretar con dura fuerça,
hasta tanto que buelva en su figura,
en aquella en que tú ya l'avrás visto,
sin cuidado, dormir dentro en su cueva.»
Esto dicho, mandó todo rocialle  1330
con agua d'odorífera ambrosía,
y él se sintió, con esto, un nuevo spirtu,
tomando un nuevo ser d'un nuevo hombre.
Al lado de unas peñas carcomidas,
d'una sierra que asoma una gran punta,  1335
donde brama la mar y echa su'spuma,
yendo y viniendo por compás contino,
ay una gruta de grandeza estraña,
cabe la cual los tristes marineros
solían guarecerse, en otro tiempo,  1340
del tiempo fortunal que'l viento dava:
su morada Proteo aquí tenía.
Eran su puerta y tranca los peñascos,
donde'stava cerrado, sin cerrarse,
en un rincón dest'ascondrijo escuro.  1345
A su hijo dexó la Nimpha puesto,
y en dexándole allí, fuese bolando
metida dentro d'una espesa nube.
La muy temida'strella, en el verano,
que'n la frente del can está en el cielo,  1350
y es su uso quemar los secos indios,
estava ya en su fuerça, y el sol dava
la buelta encima del balcón más alto,
marchitando las verdes arboledas,
secando los arroyos y las fuentes,  1355
cuando Proteo, por refrescar su cuerpo,
a su fresca morada s'acogía.
Ivan cabe'l, saltándole delante,
gran multitud del pueblo de Neptuno,
el aire rociando con sus colas:  1360
los bezerros marinos se caían,
acá y allá, de sueño en la ribera,
y él estávase en medio, puesto en alto,
asentado en su peña, recontando
los rebaños a él encomendados,  1365
como el pastor que buelve su ganado
hazia'l corral con las barrigas llenas,
a la ora que'l sol se va ascondiendo,
y abivan los corderos y cabritos,
con su balar, la hambre de los lobos.  1370
Apenas s'uvo retirado el viejo,
y, tendido en sus hondos aposientos,
al sueño los sus ojos entregando,
cuando Aristeo arremetió con grita,
apañándole todo entre sus braços  1375
para podelle atar de pies y manos.
El triste recordó y viose en aprieto,
y así provó a valerse con sus artes,
trasformándose en mil nuevos milagros,
en fuego, en agua, en espantosas fieras.  1380
Después que vio sus artes no bastavan
a valelle, y se vio vencido y preso,
dexóse d'andar más en sus engaños.
Y en sí bolvió, bolviendo en su figura,
hablando esta razón con boz humana:  1385
«¡O moço confiado, más que cuantos
confiados al mundo son nacidos!
¿Quién te mandó venir a mis rincones
a fatigar mis sosegadas canas?
¿Qué buscas o qué quieres? ¿Tras qué andas  1390
por comarcas tan ásperas y solas?»
«Tú lo sabes, Proteo, respondió el moço,
tú lo sabes muy bien, pues nada puede
a tu grande saber ser ascondido.
Yo vengo aquí por mandamiento espreso  1395
del alta divinal sabiduría,
y véngote a pedir algún socorro
a mi calamidad tan miserable.»
No dixo más, y en esto el duro viejo,
apretado, entre sí, con pura fuerça,  1400
retorciendo sus ojos fieramente,
batiendo los sus dientes, y gruñiendo,
abrió su boz, abriendo los secretos
ascondidos en los profundos hados,
y sus concetos declaró dest'arte:  1405
«Movieron tus locuras, ¡o mancebo!,
la saña contra ti del alto coro,
y sabe que, según tu culpa á sido,
no pagas la mitad de lo que as hecho.
Orpheo es quien las cuitas que padeces  1410
te procura, en vengança de la muerte
de su muger, que de las tristes parcas
arrebatada fue súpitamente.
¡Triste della, que, huiendo de tus manos,
por librarse de tu maldita fuerça,  1415
dexándos'ir corriendo, sin aviso,
por la ladera d'un florido prado,
topó su pie con una ponçoñosa
bívora, que'n la yerva puesta'stava!
Lloráronla en los montes las Driadas,  1420
inchiendo d'alaridos las montañas;
lloróla toda Thracia, hasta las cumbres
más altas de Rhódope y de Pangeo;
lloráronla los Getas comarcanos;
lloróla el caudal Hebro y otros ríos,  1425
con lágrimas corriendo de sus fuentes.
El cuitado d'Orpheo ya no llorava,
ya su dolor dexava atrás los lloros,
ya buscava consuelos, ya quisiera
un poco descansar de su trabajo,  1430
y así, con su vihuela desfogando,
o a lo menos provando si podría
desfogar su dolor por algún modo,
a ti, dulce muger, cantando andava,
retumbando su boz por las riberas.  1435
Cantávate en partiendo el claro día,
cantávate en viniendo la mañana,
andava discurriendo mil lugares,
por dar lugar a su afligido pecho.
No le bastavan ya los largos campos,  1440
no tampoco las sierras ni los montes;
no hallava su mal dónde cupiese,
sino donde su bien traspuesto'stava.
Y así dizen que'ntró por las gargantas
del reino de Plutón, profundo abismo,  1445
y por los bosques de cerrada niebla,
cuajados de temor escuro y frío,
y osó llegar hasta las tristes almas,
hasta'l rostro del rey, fiero, espantoso.
Y supo entrar en pláticas y ruegos,  1450
con aquellos que nunca fueron vistos,
por ruegos ni palabras ser vencidos.
Con su cantar, la cárcel tenebrosa
mudó su sentimiento y exercicio;
iva el tropel de las delgadas sombras  1455
y figuras de lumbre carecientes,
desde sus pozos, a'scuchar el canto
de su boz, con el son de su vihuela.
Tantas aves no van para los sotos,
a descansar de sus continos buelos,  1460
cuando el agua o la noche las aprieta,
cuantas a aquesto concurrieron almas,
madres, hijos, maridos y mugeres,
mochachos, y mancebos, y donzellas,
varones señalados en sus artes,  1465
cavalleros en armas, y letrados,
reyes grandes y princeps ilustres,
los cuales todos, ya hediondo cieno,
y espesura de cañas ya podridas,
y el agua negra en su cenagal fixa  1470
de la laguna Estigia y de Cocito,
ceñidos y cubiertos los tenía.
Y allí, también, delante, se movieron
con esta novedad las tres hermanas,
escuras hijas de la'scura noche.  1475
Y'stuvo enternecido el can Cerbero,
abriendo sus tres bocas trasportado.
Y en Ixión cesó la rueda un poco.
Y el águila de Tirio'stuvo queda.
Todo el abismo, en fin, quedó vencido,  1480
sin poder resistir al son d'Orpheo.
Él s'iva ya, su Eurídice llevando
empós dél, porque así se lo mandara
Prosérpina, y que nunca se bolviese
a mirar si tras él ella venía,  1485
hasta tanto que'stuviese en salvo.
Ya que llegavan junto a la salida,
a salir al abierto y claro cielo,
después de mil trabajos y peligros,
el cuitado amador, por amor puro,  1490
con deseo de ver su compañera,
olvidado daquello que emportava
tanto, bolvióse atrás, y en siendo buelto
cayó en su yerro, el cual era por cierto
de perdonar, si allí se perdonase.  1495
Los trabajos en esto fueron todos
perdidos, y perdidas, ¡o cuitado!,
tus tantas y tan grandes diligencias,
quebrado el patto del tirano crudo.
Por tres vezes se vio temblar l'infierno,  1500
y otras tantas s'oyó rugir la furia
d'Alecto y Tisiphone y de Megera.
Eurídice entendió su perdimiento,
y dixo: -¡O Orpheo! ¿quién tanto mal nos hizo,
que así nos destruyese en un momento?  1505
¡Qué desacuerdo fue tan grande'l tuyo!
Ves ya como otra vez los tristes hados
me'stán llamando, y el eterno sueño
mis ojos, que'ran tuyos, va cerrando.
¡Queda con Dios, yo voy de la gran noche  1510
universal llevada a los abismos,
y dándote mis manos como puedo!-
Aquí su boz faltó, y ella partióse,
como humo delgado, por el aire,
desparzido y resuelto en un instante.  1515
El cuitado d'Orfeo bolvió, queriendo
abraçar su muger, y abraçó el viento;
y en esto, con la furia del deseo,
corrió a pasar la miserable barca;
mas el viejo Carón, que's el barquero,  1520
no le dexó, y así quedó en l'arena,
sin seso, sin consejo y sin amparo.
El triste, ¿qué hará para valerse?
¿Adónd'irá? ¿Dó buscará socorro,
después de muerta su muger dos vezes?  1525
¿Con qué llanto podrá mover de nuevo
las almas y los dioses so la tierra?
Siete meses continos, según fama,
llorando'stuvo, echando entre las peñas
desiertas de Strimón, y allí quexando  1530
con alta boz su miserable suerte,
los tigres y leones amansava
y llevaba tras sí los fuertes robles,
cual suele'l ruiseñor, entre las sombras
de las hojas del olmo o de la haya,  1535
la pérdida llorar de sus hijuelos,
a los cuales, sin plumas, aleando,
el duro labrador tomó del nido;
llora la triste paxarilla entonces
la noche entera sin descanso alguno,  1540
y desd'allí do'stá puesta en su ramo,
renovando su llanto dolorido,
de sus querellas inche todo'l campo.
Ningún amor, por blando que viniese,
onesto o desonesto, pudo hazelle  1545
desocupar de su trabajo un poco.
Solo s'andava, rodeando el yelo
y las nieves que soplan de la Scitia,
la muerte de su Eurídice llorando,
y blasfemando las mercedes vanas  1550
que Plutón por Prosérpina le hizo.
Con esto, las mugeres de la Thracia,
yendo tras él, y siendo desdeñadas,
en tanta saña se'ncendieron luego,
que andando en los nocturnos sacrificios  1555
de Bacho, le hizieron mil pedaços,
los cuales, siendo desparzidos todos,
ensangrentaron feamente'l campo;
su cabeça, arrancada de los ombros,
fue echada en el caudal entonces d'Hebro,  1560
y así como la trastornava el agua,
llevándola en su fuerça la corriente,
su lengua fría «¡Eurídice!» llamava;
«¡Ah cuitada d'Eurídice!» bolvía
a dezir, con el alma que se le iva;  1565
allí las fuertes peñas respondían,
con el retumbo «Eurídice» sonando.
Esto dixo Proteo, y echóse luego
de la peña en la mar hasta lo hondo,
mordiéndose las manos de despecho,  1570
y con esta su ravia, acordó d'irse
a Neptuno a quexarse de sí mismo,
porque sufrir podía los trabajos
que importunos le davan cada día.
Y así, con este fin, determinado,  1575
caminando tres días so las aguas,
que'n su carro no quiso d'afligido,
arribó a los palacios del rey grande,
donde vio multitud d'úmida gente,
guardando alderredor la real casa.  1580
Todos en velle s'inclinaron luego,
señalando plazer de su venida,
mas después, viendo el ceño desabrido
y el descontentamiento que trahía,
bolvieron sobre sí con gran silencio,  1585
mirándose los unos a los otros,
alguna fuerte novedad temiendo.
Neptuno'stava dentro retirado,
con Thetis y Nereo, y con Eolo,
que vino a defenderse de las quexas  1590
que dava en contra dél el padre Oceano,
el cual también allí'stava presente.
Ellos estando así, llegó el estruendo
del venir de Proteo, y así Neptuno
saliól'a recebir allá delante,  1595
tomando su tridente en su derecha.
Entró el prudente viejo, con sus pasos
mesurados y mansos, encubriendo
gran parte del dolor que padecía.
Y en llegando a su rey, puso en el suelo  1600
las rodillas, postrándose de pechos;
y en haziendo su justo acatamiento,
mandado levantar, en pie se puso.
Y viendo alderredor la mucha gente
que atenta'stava, abriendo ojos y boca,  1605
hizo un cierto ademán, significando
que quisiera poder allí'star solo,
o a lo menos con menos compañía.
Neptuno, conociendo su deseo,
y su necesidad viendo en su gesto,  1610
luego mandó que se saliesen todos,
sino aquellos con quien primero'stava
retirado, según os emos dicho.
Proteo entonces, entendido el tiempo
y el lugar convenible a su negocio,  1615
dexadas otras pláticas aparte,
así empeçó d'hablar lo que se sigue:
«Mi mal y mi dolor, ¡o rey tan alto!,
que eres después de Júpiter, tu ermano,
no sufre ornamentos ni rodeos,  1620
ni aun palabras por simples que'llas sean;
mi caso, así desnudo si se cuenta,
bien bastará para mover a todos,
por poco que se muestre su miseria.
E empeçar a dezille es cosa dura,  1625
ya veis lo que será, si se prosigue.
Tú m'as hecho merced, yo lo confieso,
tanto mayor d'aquella que merezco,
que quiçá de muy ancha yo no basto
para llevalla, así, sin gran trabajo,  1630
por ti alcancé a saber todas las cosas
presentes, venideras y pasadas.
Tanto, que ya el oráculo de Delphos
quedava alguna vez casi olvidado.
No pudo ser no se siguiese imbidia  1635
a tanto bien, y así empeçó Fortuna,
o el influxo crüel de las estrellas,
a bolver contra mí toda su fuerça,
que desd'un tiempo acá, no sé por dónde,
ni sé por qué razón, hombres perdidos  1640
a fatigarme vienen cada punto,
pidiéndome remedio a sus congoxas.
Y si fuese por cosas importantes,
conformes a mi ser, aún sufrir sía,
pero vienen corriendo a importunarme:  1645
el uno, porque l'an movido pleito;
el otro, porque nunca alcançar puede,
con su muger, un rato descansado;
otros vienen mesándose las barbas,
porque ricos no son como desean;  1650
otros mueren por governar el mundo,
por alcançar de reyes grandes cargos;
y muchos ay, mas de'stos yo me río,
y alguna vez no m'aborrecen tanto,
que lloran como niños y se quexan,  1655
diziendo que d'amores andan muertos,
y cuéntanme los tiros que les hazen;
y no es nada, sino que'l otro día,
por buena enmienda d'stos mis trabajos,
vino a mí no sé quién muy fatigado  1660
porque se le murieron sus abejas
y le salieron mal sus grangerías.
Fatíganme con estas vanidades;
no las puedo sufrir, y así no quiero
muchas vezes quitallos de congoxa,  1665
sino déxome'star endurecido,
sin responder palabra a sus preguntas;
con esto, yo quedara satisfecho,
vengado del enojo que me hazen,
sino que'ste remedio no me vale.  1670
Que no alcanço cuál dios o cuál demonio
les á mostrado agora este secreto,
que me toman estando descuidado,
y átanme fuertemente como a esclavo,
y por más que me valga de mis artes,  1675
convertiéndome en mil nuevas figuras,
todavía me tienen y m'aprietan,
hasta que les respondo a lo que quieren.
Y este postrero labrador maldito
que vino a mí buscando sus abejas,  1680
matóme est'otro día con sus fuerças,
haziéndome pasar cien mil martirios.
Aguardóme'l traidor en fuerte tiempo,
viniendo yo d'apacentar tus phocas,
cansado y muerto, sin poder valerme,  1685
del ardiente calor del fuerte día.
Acogíme a mi cueva, y aún apenas
tuve mi cuerpo echado en mi reposo,
y mis ojos al sueño trastornados,
cuando el ladrón m'arrebató durmiendo,  1690
y a poder de prisiones y d'aprietos
sacóme, d'en mitad de mis entrañas,
mis secretos más altos y ascondidos.
¿Cosa es ésta para poder sofrirse,
que'l saber que a los otros da gran onra  1695
y provecho y deleite, me dé a mí
desonra y daño y sinsabor contino?
¿Tan cuitado é de ser y tan astroso,
que la grande merced que tú m'as hecho
se me buelva en las manos crudo agravio?  1700
No será así, sino que he de bolverte
cuanto m'as dado; dalo a quien quisieres,
que no quiero saber ni entender nada;
ni quiero más apacentar tus monstruos,
ni quiero aprovecharme de mis artes,  1705
sino andarme con los de baxa suerte,
entre los más rüines de tu corte;
y enxemplo ser a todos manifiesto,
de las mudanças que'n tu reino s'usan:
en Vertunio se quede'l transformarse,  1710
y el misterio d'adevinar en Phebo;
¡esténs'allá con sus divinidades,
temidos y adorados de la gente!
Acá yo m'averné con mi miseria,
sin los pesados cargos de la fama.  1715
Muy mejor me será ser Poliphemo
y andarme consolando en mi pobreza,
con mi flauta colgada del pescueço,
que ser Proteo y ser, por una parte,
estimado de todos como sabio,  1720
y por otra, bivir siempre afrentado,
pues puede cada cual hazerme fuerça,
haziéndome con ásperos tormentos
confesar la verdad a pesar mío.»
Acabada esta habla, en aquel punto,  1725
los que'stavan allí se'ntristecieron,
por parte de Proteo mostrando duelo,
y aun Eolo, también, aunque enemigo,
no dexó de sentir tan triste caso,
consigo haziendo un movimiento fuerte.  1730
De lo cual se movio su compañía,
Euro y Bóreas, Áfrico y Favonio.
Y por poco que'n sí se rebolvieron,
levantóse la mar con tal braveza
que si Neptuno allí con su tridente  1735
la cosa presto no pacificara,
perdieran navegantes y navíos
sus cuerpos en mitad del agua triste.
Ya después que'l gran rey con su semblante
hizo que todos estuviesen quedos,  1740
atentos a'scuchar lo que'l diría,
con su boz divinal así comiença:
«Proteo, después que'n el dolor troyano,
donde padres y madres lamentaron
las pérdidas sangrientas de sus hijos,  1745
lloré también un hijo que fue muerto
por la mano crüel del fiero Achiles,
no m'acuerdo que tal dolor sintiese
cual agora le siento por tu causa,
sobre'l caso que aquí m'as referido.  1750
Tú as visto bien que la merced que t'hize
no la hize sino por onra tuya
y por gratificarte tus servicios.
Si han salido después esos trabajos,
no ha sido culpa mía, tú lo sabes,  1755
pues sabes lo que siempre yo t'he amado.
Lo que ha sido, no puede no aver sido;
en lo de por venir, demos remedio;
éste se dará tal cual tú quisieres.
Los que aquí'stán son padre y madre tuyos,  1760
y los otros también son tus amigos,
a lo menos seránlo en este caso.
Digan su parecer todos en esto;
yo seré'l secutor de vuestro acuerdo,
con voluntad tan firme de complille,  1765
cuanta la ternás tú de que se cumpla.»
Acabó su razón aquí Neptuno,
y'stando así los unos y los otros
esperando cuál dellos hablaría,
Thetis quisiera allí ser la primera,  1770
mas tomóle la mano el gran Oceano,
y en pie se levantó por hablar esto:
«Si ser pudiese, dixo, por un rato,
que dexase Proteo de ser mi hijo,
yo lo confieso aquí que m'holgaría,  1775
porque agora quiçá con ser su padre,
(puesto que la verdad al cabo vence),
mi razón no terná toda su fuerça,
que, o serán mis palabras sospechosas,
cuando con más hervor yo las dixiere,  1780
o serán flacas si con este miedo
el amor paternal queda oprimido.
Mas como quiera, en fin, que'sto suceda,
é de dezir mi voto en esta causa,
viendo que la razón está tan clara.  1785
Y, si por caso, me'ngañare en algo,
con causa natural será el engaño,
engañándome en esto como padre.
Pero viniendo al punto del negocio,
dexando los preámbulos aparte,  1790
digo que aquí no hallo yo disputa
ni hallo sino un caso miserable
y un lastimoso género de vida
que pasa por Proteo, como emos visto.
Él está aquí sus llagas descubriendo,  1795
su misma desventura por él habla;
no demanda justicia contra nadie,
ni requiere vengança de ninguno;
sólo para su mal pide remedio,
y aun no pide remedio, sólo muestra  1800
la gran causa que tiene de pedille.
Si s'á de dar, o no, padre Neptuno,
tú lo as mostrado ya con tus palabras
y as dado la sentencia de tu boca.
A nosotros agora no nos queda  1805
sino alabar lo que hazes por nosotros,
haziendo por Proteo lo que'l te pide.
Lo demás que á de ser, dar nuestro voto
en cuál será el mejor remedio en esto,
harémoslo siguiendo lo que mandas.  1810
Y pues yo'stoy tan adelante ya,
brevemente diré lo que m'ocurre,
dexando el concluir para los otros.
En el mal que Proteo nos ha mostrado,
dos miserias parece entre las otras  1815
que s'an de ponderar, principalmente.
La pena de su cuerpo es la primera,
la cual sufrió en el tiempo que fue atado;
la desonra, después, es la segunda,
la cual también en la primera cabe,  1820
cuando a poder d'ultrajes fue forçado
a dezir los secretos nunca dichos.
Estas cosas con otras dos contrarias
s'an de curar, por orden de natura.
La pena que'n su cuerpo ha recebido  1825
cúrese con plazer d'aquí adelante,
la desonra con onra se repare,
y así todo'stará buelto a su punto.
Mas esto, dicho así, generalmente,
s'á d'ordenar en partes reduzido,  1830
dando forma en el cómo y en el cuándo
el descanso y la onra, que ora andamos
buscando para dalle, ha de ser d'arte
que sin que pierda el bien, que agora tiene,
de la antigua merced que tú l'as hecho,  1835
alcance estos remedios que dezimos.
Esto'stá así, mas ¿cómo ha de ser esto?
Será fácil, pues quien es poderoso
para todo, ha de ser el author d'ello.
Neptuno, tú que alcanças en tu reino,  1840
y en los reinos también de tus hermanos,
como señor y hermano, cuanto quieres,
tú lo as d'hazer y tú m'as de dar gracia,
para dezir la forma que avrá en esto.
El bien, para llegar a ser perfeto,  1845
es cierto que ha de ser comunicado,
y así es bivo, y d'otra arte será muerto.
El don del gran saber que Proteo tiene
razón es que se'stienda por el mundo:
con la luz del claro sol se stiende.  1850
Y si hasta'quí s'ha divulgado a algunos,
avráse divulgado'strechamente,
y así los que necesidad tenían
d'aprovecharse dél, hanle buscado
como el herido ciervo busca el agua.  1855
¡D'aquí han sido las luchas y las premias!
Agora, para dar remedio en todo,
avráse de mudar todo este juego,
haziendo que cada año, en ciertos tiempos,
en públicos lugares señalados,  1860
se ponga a descubrir sus profecías,
a fin que todos queden satisfechos,
con certitud d'aquello que dudavan.
Y dest'arte, pensando quedar todos
del general oráculo informados,  1865
no ternán para qué ser importunos,
fatigándole dentro en su morada.
Pero, porque según ya avéis oído,
no quede por curar ninguna llaga,
y queden sus afrientas y fatigas  1870
con enmienda bastante reparadas,
terné por bien que, al plazo señalado,
cuando todos vernán, como a la fuente,
para coger misterios y secretos,
se hagan fiestas de diversos juegos.  1875
Entiendan en solaz todas las gentes,
las orgías de Baco se celebren,
los thiasos se muevan con sus sones,
todos acá y allá desparzan flores
del árbol que's a Venus agradable.  1880
Sacrificios sobre'sto se levanten,
el humo de las víctimas inchiendo
el aire al derredor, subiendo al cielo,
y esto, todo por onra y alegría
del grande sabidor que lo merece.»  1885

    No bien uvo acabado estas razones
el padre de la nimpha de Nereo,
cuando todos con gestos y ademanes,
y palabras, su voto confirmaron.
Y Neptuno, abaxando su cabeça,  1890
sinificó quél era muy contento,
y así mandó que todo fuese hecho,
sin quitar ni poner, como s'ha dicho.
Desde'ntonce Proteo siguió este'stilo,
que cada'ño, en sus tiempos señalados,  1895
con público pregón, por muchas partes,
el día y el lugar notificando,
andava repartiendo los thesoros
del prophético don que le fue dado.
Mas tanta era la gente que acudía  1900
a la boz del oráculo divino,
que'l prudente varón por orden puso
que donde sus ministros allegasen
a dar el plazo de su santo día,
los d'aquella provincia solamente  1905
al lugar acudiesen dedicado.
Y aun proveyó, con el poder bastante
que le fue dado para todo aquesto,
que los d'otras comarcas no pudiesen
este plazo saber por ningún modo,  1910
hasta ya que su ora les viniese
para acudir a do les fuese dicho.

    Poco tiempo después que'sto se hizo,
fueron los tiempos de Leandro y d'Hero.
Y acontenció, por caso de fortuna,  1915
o por la eternal orden de los hados,
que a la sazón que fue ido Leandro,
y pasado el estrecho par'Abido,
cuando Hero, ya después d'esclarecido,
començava a salir fuera del templo  1920
para bolverse a la ciudad de Sesto,
levantóse'l rumor de la llegada
del gran Proteo, y luego los pregones
publicaron que dentro de tres días
avía de llegar a lugar cierto  1925
a derramar la boz de sus misterios.
En el piélago grande de Propontis,
muy junto a do s'acaba el Helesponto,
a la parte d'Europa, un promontorio
pequeño'stá ceñido d'un gran llano,  1930
donde hay una ciudad y otros lugares.
Aquí mandó Proteo que se juntasen
los vezinos de toda aquella tierra,
por do convino a Hero y a su padres
partir siguiendo el hilo de la gente.  1935
Y así, poniendo priesa en su camino,
sin parar más en Sesto de dos oras,
hizieron brevemente su jornada,
mas no tan brevemente que a la triste
se le hiziese breve un solo paso  1940
de los muchos que dio en aquel camino.
Era de ver el alboroço'straño
que'n cuantos allí andavan se mostrava;
ella sola, en mitad de tantos pueblos
alegres iva triste y descaída  1945
sino que alguna vez también sentía
algún plazer, pensando que supiera
de l'alta boz del divinal propheta
algo que a su negocio conviniese.
Pero luego bolvía su tristeza,  1950
no podiéndol'entrar cosa en provecho,
sino'star en su torre y asomarse
cada punto a mirar el sol do andava,
para poder hazer su dulce seña.
Llegados al lugar do el gran milagro  1955
havía de ser visto por las gentes,
en la ora, Proteo, por él nombrada,
se puso en un'altura señalando
que todos estuviesen muy atentos.
Entonces, de su boz abriendo el caño,  1960
anduvo derramando maravillas,
y tocando en los unos y en los otros,
secretamente, las cubiertas llagas,
entre las cuales no olvidó la d'Hero,
antes la señaló con tantas sombras,  1965
y así la repitió con tal ahínco,
que notaron en él un cierto afecto
dolorido, sobre'sto, y lastimoso.
En las palabras dél, ella bien vido
gran parte del proceso ya pasado  1970
y aun d'aquello que por venir estava.
En lo de por venir, s'alteró mucho.
El primer movimiento fue entendello,
mas el segundo fue cerrar los ojos,
no queriendo entender lo que'ntendía.  1975
¡O crudo Amor, que al que sigue tus pasos
no hay engañarle ni desengañarle!
Todo lo vee y todo lo sospecha,
y lo que'l mismo ha visto y sospechado,
cuando otro se lo dize, no lo cree.  1980
Tardóse en esta fiesta cuatro días,
y tardóse otros seis en el camino,
de ida y de venida para Sesto.
Aquesta fue la causa del tardarse
la triste d'Hero en asomar su lumbre;  1985
esto a Leandro dio tales diez días
tan malos, tan penosos y tan largos,
que no lo fueron tanto los diez años
que los griegos tuvieron sobre Troya.
Hero, llegando en vista de su torre,  1990
en su alma sintió entrañable gozo.
Representóle Amor en aquel punto
el tiempo y el lugar d'hazer su seña,
el venir de Leandro y su'speralle,
el estar juntos, aunque'n esto un poco  1995
la virginal vergüença l'atajava,
de la cual trabajava en defenderse
con pensar y entender que eran casados.
Y así podía contemplar sus gozos
más libremente y con menos empacho.  2000
Discurrió el Sol, del Ganges a Marruecos,
estendiendo su luz por nuestro mundo,
y la su queda ausencia, que's la noche,
debaxo de su manto recogía,
como a sus hijos, cuanto animales  2005
caseros y silvestres tienen vida.
Hero, que vio tendida la tiniebla
y vio llegar la ora del reposo
universal y del deleite suyo,
no pudiendo encubrir sus alboroços,  2010
encerróse en su torre, porque sola,
con más plazer y menos embaraço,
pudiese recebir los sentimientos
que'l Amor nuevamente l'embiava.
Allí viéndose sola'star tan cerca  2015
de tener en sus braços su bien todo,
no podía sufrir, por una parte,
un gozo tan de l'alma y tan estraño;
por otra, un poco la templava el miedo,
el cual, con el amor, anda contino,  2020
dando avisos no aviendo por qué dallos,
cuanto más adonde hay tales peligros
cuales eran los de'stos dos amantes.
Ya que'ntendió la ora ser llegada,
y fuera dilatar hazerse agravio,  2025
temblando, como tiembla el azogado,
tomó su lumbre y fuese a la ventana,
asentándola allí discretamente,
porque del viento defendida fuese.
No fue tan presto allí puesta la lumbre,  2030
que Leandro tan presto no la viese,
con los ojos que Amor le dava siempre.
Con éstos recibió la luz y el fuego
de la seña encendida, y así ardiendo
s'aparejó para'l camino straño.  2035
Puesto ya junto do'l estrecho bravo
dava sus golpes sin jamás cansarse,
estuvo así mirando la tiniebla
tendida en su color por todo'l aire.
Su frente alçó, tras esto, a ver el cielo,  2040
y allí con cada'strella s'alegrava,
pensando recebir favor de todas.
Después desto, 'scuchó con diligencia
por todo alderredor si se oiría
cosa de que guardarse conviniese.  2045
Y nunca sus oídos alcançaron
en qué topar pudiesen, sino sólo
en el contino son del mar dond'Hele
dexó con su caída y su renombre.
La'scuridad, embuelta en el estruendo,  2050
dava temor al pecho del amante,
mas no porque pudiese ser movido
su coraçón a más d'un sentimiento,
que no era más su efecto de sentirse;
la verdad suya y su voluntad cierta  2055
era seguir su fin determinado,
contra del cual ninguna fuerça avía
de viento, ni de mar, ni de tiniebla,
antes si en esto alguna fuerça cupo
fue poner más firmeza en su deseo.  2060
Bolviendo sobre sí, con este'sfuerço,
el valiente amador, por animarse
más y por más vencer toda flaqueza,
contra el temor así s'embravecía,
como s'embravecieron los leones  2065
del carro de la grande madre Idea,
cuando fue a castigar al triste d'Atis
en los desiertos montes de la Phrigia;
en fin, él rebolvió sobre su miedo,
diziendo con enojo estas palabras:  2070
«¡O flaco coraçón!, después que osaste
emprender la más alta y peligrosa
empresa que jamás s'haya emprendido:
¿no osaste tú mirar Hero en el templo?;
¿no osaste tener cuenta con sus ojos?;  2075
¿no osaste declararte por su siervo?;
¿no osaste recibir la merced grande
que su valer te hizo en admitirte?;
¿no osaste, en fin, tan alto levantarte
que pudiste alcançar merecimiento  2080
de ser en breve tiempo su marido?;
pues si esto osaste ¿qué hay que osar agora?;
¿temes quiçá del mar las bravas ondas?;
¿no temes más aína el fuego ardiente
que abrasando te'stá dentro en tu alma?  2085
Implacable es la mar, pero implacable
es más el fuerte amor, que'n ti'stá ardiendo.
Confía, coraçón, de l'alta Venus,
pues que'n la mar nació y en ella reina.
¿Qué se hizo el esfuerço que tenías  2090
cuando muy en tu seso, allá en el templo,
dezías a tu Hero mansamente:
-Yo romperé las ondas de Neptuno,
y la proa porné contra los vientos
d'Eolo-? Más fue entonces prometello,  2095
visto'l lugar a do lo prometiste,
que's agora cumplir lo prometido.
Mira do'stá tu lumbre a la ventana,
centelleando así tan bivamente,
que'n su centellear muestra llamarte.  2100
¿Espérate tu gozo y tú te tardas?
Tu mayor bien t'aguarda ¿y tú no buelas?
¡O coraçón, tú'stas allá en tu cuerpo,
no me dentengas más acá este mío!
Recógete en tu fuego y pasa el agua,  2105
salta en la mar, ten ojo a la tu lumbre,
ella te llevará por do quisieres,
sin que llegues tus plantas a las ondas,
hasta dexarte puesto entre los braços
d'aquella para quien nací en el mundo.»  2110
Apenas uvo dicho'stas palabras,
cuando sin más, con animoso acuerdo,
desnuda de su cuerpo sus vestidos,
haziendo dellos un pequeño lío,
se lo ató por cima en su cabeça.  2115
Saltó en mitad, tras esto, del mar bravo,
y su vista a su'strella endereçando,
como el aguja s'endereça al norte,
empeçó de luchar contra la fuerça
de los golpes del agua inexorable.  2120
Eran allí sus braços los sus remos,
servíanle los pies de governalle,
el fuerte pecho el agua iva cortando,
dexando con la'spuma un largo rastro.
Dezía el gran varón, casi entre dientes,  2125
el rato que las olas l'apretavan:
«Mientras que voy, ¡o aguas!, amansaos,
ahogáme después cuando bolviere.»
Estando en la mitad de su jornada,
agora padeciendo, ora venciendo,  2130
salióle Doris con sus hijas todas,
y todas le tomaron allí en medio,
por podelle valer en su trabajo.
Las unas l'ivan sostiniendo el cuerpo,
las otras l'allanavan el camino,  2135
con manos poderosas hasta en esto.
Otras se davan a'sparzille rosas,
con arrayán cogido entre'l rocío,
de la tierra de Cipro floreciente.
Con aquestos regalos y otros muchos,  2140
a l'orilla llegó, mas no tan sano
que no mostrase en sí muy gran quebranto.
No le pasó tan bien Hero este rato,
desd'allí donde'stava en su ventana,
no le pasó tan bien porque hartas vezes  2145
ella quisiera más pasar nadando
el estrecho que no pasar la pena
que'sperando y temiendo padecía.
Un rato se quexava de sí misma,
porque puso su'sposo en tal peligro;  2150
luego, después, se querellava d'él
culpándole porque tardava tanto.
Ningún peligro entonces sospechava,
sino de desamor o de descuido.
No temía la mar, sino las calles  2155
y las casas d'Abido, y las ventanas.
Bolvía, después, a'segurarse de'sto,
y la mar y los vientos la'spantavan.
Y entonces ya tomara por partido
que'stuviera Leandro dondequiera,  2160
holgando a su plazer, puesto en los braços
d'otra muger a quien más s'inclinase
con tal que su salud y vida fuesen
seguras de peligros desastrados.
Estando en este miedo, contemplava  2165
la gran dificultad de su venida,
y'stava atenta si venir l'oyese.
Y a cada golpe de la mar que oía
pensava que'l sería, pero luego
con la verdad venía el desengaño,  2170
y tornava de nuevo a'star atenta,
hasta que ya sentió que'ra llegado.
Y no uvo más lugar de pensamientos,
sino que hizo luego con presteza
y con cautela lo que convenía.  2175
Y así, abaxando con medrosos pasos
a una puerta, que allí'stava, pequeña,
junto a l'orilla, donde dava el agua,
en l'arena asentado vio su'sposo,
goteando la mar de sus cabellos,  2180
alcançándos'un huelgo con el otro,
no pudiendo mostrar sino cansancio,
teniendo tanto que mostrar entonces.
Y así corrió a tomalle entre sus braços,
abraçándole muy estrechamente,  2185
sin podelle dizir ni una palabra.
Y después ya que'n esto'stuvo un poco,
empeçó de tomalle por la mano,
para llevalle arriba a su aposiento.
Y en tiniéndol'allí, viéndole laso,  2190
y ensalgado de l'agua y de l'arena,
con sus cabellos le fregava el rostro,
con su trançado l'alimpiava el cuello,
y con sus mangas anchas de camisa
los braços y los pechos l'enxugava.  2195
Y en el lugar do las amargas aguas
su vileza y hedor dexado avían,
otras aguas d'olor puso preciosas,
como aquellas que Venus, de sus manos,
compuso y rebolvió para Vulcano,  2200
cuando con sus regalos y dulçuras
le hizo fabricar las fuertes armas
con las cuales a Turno mató Eneas.
Después que así l'estuvo regalando,
con sus lágrimas tiernas y gozosas,  2205
empeçóle d'hablar estas blanduras:
«Mi dulce bien, mi dulce'sposo y dulce
coraçón mío por quien todo me's dulce,
¿pudiste tú, mi bien, tan gran trabajo
y peligro pasar como as pasado?  2210
¿Pudiste tú romper las fuertes olas
con la blanda ternez desos tus pechos?
¿Y pude yo ponerte en aventura
de perderte en un punto y de perderme?
¿Pude ponerte yo en tanto peligro  2215
como ha sido pasar la mar a nado?
Si fuera tu enemiga, ¿qué pudiera
hazer más contra ti de lo que te he hecho?
Yo te tengo en los braços, y aún me pesa
del trance peligroso en que t'é puesto.  2220
Ya el peligro pasó, mas todavía
le temo, como cuando era presente.
Descansa ya, mi bien, en estos braços,
echa acá tu sudor y tus trabajos,
pon en mi rostro el amargor de l'agua  2225
que'n el tuyo se puso injustamente.
Buélvete a mí y en mí toma vengança
del viento y de la mar y de la noche.
¡Entrégate de cuanto has trabajado
entrégate de cuanto has padecido,  2230
y entrégate de mí, que'stó entregada!»
A tanto amor, Leandro ¿qué pudiera
responder con palabras respondiendo?
Calló de puro tierno y derretido
un rato, casi de sentido fuera.  2235
Tras esto, con dulçuras entrañables,
a todo satisfizo de tal arte
que'l amor de los dos quedó en un punto,
correspondiente'l uno con el otro.
Y así fue'l casamiento celebrado,  2240
y quedaron entrambos, desde'ntonces,
atados a la ley del matrimonio.
No fueron estas bodas con padrinos,
ni con solenidad d'alegres fiestas;
no asistió Juno presidiendo al lecho;  2245
no'speraron para llevar la'sposa
la salida del Héspero luziente;
no huvo epitalámeos de poetas,
ni tañer d'instrumentos sonorosos;
no huvo lumbres colgadas de los techos,  2250
ni ligero bailar con grandes saltos;
no huvo sino tiniebla, con silencio,
y soledad bastante a poner miedo;
y en lugar de cantar el himineo
los moços y donzellas sestïanas,  2255
cantó el mochuelo desde las almenas
los agoreros y funestos versos
que acustumbra cantar en los principios
de muchos lastimosos infortunios.
Nunca el aurora vio el tálamo destos  2260
amantes, desdichados y contentos;
la noche sola fue quien les compuso
todos los ornamentos y adereços,
porque, después que'ntrambos fueron llenos
del gozo que'l amor vende tan caro,  2265
ya que sus mensageros la mañana
començava a embiar, su poco a poco,
uvo Leandro de partirse apriesa.
Y Sesto fue con lágrimas de muerte,
y con dolor de lástima entrañable.  2270
¡O tú, amador que amaste en algún tiempo,
tú puedes vello agora y contemplallo!
Él iva fluctuando para Abido,
como cuerpo caído en la mar triste,
llevado por las ondas tristemente.  2275
Y así, dando como al través en tierra,
llegó desesperado, no pensando
sino en cuán poco le duró su gozo,
aunque también tras esto s'acordava
cómo quedava entrellos concertado  2280
de verse muchas vezes, pero en esto
el dolor de l'ausencia era tan grave
que muy poco podía sosegarse.
En tanto que'l pasava estos trabajos,
Hero quedava dentro en l'alta torre,  2285
mirando en su ventana y escuchando
como desamparada en tierra agena,
poco menos doliente y afligida
que la hija quedó, del rey de Creta,
al tiempo que Theseo la dexó sola,  2290
olvidada en la isla entre alimañas.
Estuvo allí de l'arte que os he dicho,
sin hazer movimiento de sí misma,
hasta que anduvo más entrando el día
y bullía la gente en sus negocios.  2295
Tornóse ha echar entonces en su cama,
fingiendo mal, mas bueno era fingillo.
Huvo de levantarse, no pudiendo
sosegar ni valerse en algún modo.
Vistióse, pero no como solía,  2300
porque'ran antes desto sus vestidos
de colores alegres y agradables,
a su hermosura y juventud conformes;
vístese agora de vestidos tristes,
y tócase también de tristes tocas,  2305
fingiendo todavía no'star buena.
Andava, así, pasando su miseria,
contemplando la mar y aquel camino,
como si en él quedara rastro alguno.
Eran sus exercicios ver el tiempo,  2310
y entender las mudanças de la luna,
y saber de los signos y planetas,
las ásperas y blandas impresiones.
Y esto no lo aprendió por las escuelas
d'aquellos que interpretan Ptolomeo.  2315
Nunca piloto, en golfo navegando,
desde su popa'stuvo tan atento
a'scudriñar pronosticando el cielo,
como ella'stava, desde su ventana,
puesta en mirar el sol si se ponía  2320
escuro o claro, o si al salir la luna
dava señal de viento o de bonança.
El fin de su negocio aquí tratava,
porque'l concierto dellos no tenía
otra dificultad, sino era sólo  2325
la de la mar, la cual ya entonces era
más de temer, por ser el principio
del triste invierno, do los vientos andan
por salir de su cárcel y vengarse
de lo poco que han hecho en el verano.  2330
Ésta fue la razón por do Leandro,
al tiempo que se fue de'star con Hero,
casi se fue perdida el esperança,
y Hero también quedó con poco aliento,
sin poders'ayudar de los consuelos  2335
que da el amor a aquellos sus queridos
que alcançan por merced hecha a muy pocos
amar por un igual y ser amados.
El bravo Escorpión ya levantava
su cabeça al ardor del gran planeta,  2340
y las estrellas, que'n su cuerpo moran,
ivan echando fuertes amenazas,
cuando los dos amantes se turbavan,
rebolviéndoseles toda la sangre;
viendo turbarse'l aire, a cada paso,  2345
los días caminavan hazia'l punto
de donde suelen dar su buelta presto;
los puertos se cerravan y la gente
no andava ya tan suelta en sus comercios;
los tristes navegantes se guardavan  2350
de fiar sus navíos de las playas;
dava la mar sus espumosos golpes
en la riberas d'Asia y de l'Europa.
¿Qué hará la cuitada en tal afrenta?
¿Engañars'ha diziendo que no es nada  2355
la fuerça de la mar y de los vientos
contra las flacas fuerças de un mancebo?
¿Desengañars'ha, pues, determinando
de no mostrar su lumbre hasta'l verano?
¿Podrá tragar d'un trago tantos días,  2360
tan duros, tan amargos y tan largos?
¿Quién te dará consejo en tal aprieto,
¡o Hero!, quién podrá con tu alvedrío,
pudiendo tu alvedrío ya tan poco?
Conséjate mi fe contigo misma,  2365
pues para ti no queda otro consejo.
Déxate ir ya corriendo tu fortuna,
has lo peor si quies determinarte.
Y pierde tu negocio, pues no puedes
sufrirte un breve tiempo por ganalle.  2370
Cargava el crudo invierno cada día,
y cargava el dolor d'esta señora,
no alcançando remedio en su deseo,
sino aquel que'n poder del viento'stava.
Si algún descanso alguna vez tenía,  2375
era subirse a lo alto de su torre,
y a su plazer d'allí mirar Abido.
Y en tanta multitud de tantas torres,
luego le dava el alma en la primera
si sería la de Leandro aquélla,  2380
y empeçava sin más a contemplalla.
Vido una tarde, desde su ventana,
unas pisadas d'hombre en el arena,
y luego imaginando entre sí misma
«¡O si éstas, dixo, fuesen las pisadas  2385
que aquí dexó Leandro cuando vino!»
Muchas noches dezía: «Ésta fue el ora
que aquí llegó mi bien», y así empeçava
por orden a pensar lo que pasaron,
mas luego la memoria s'encogía,  2390
que no es manjar de tristes lo pasado
cuando de lo presente es tan contrario.
Otras vezes, andando la mar alta,
y estando en mayor fuerça la fortuna,
se l'antojava que abonava el tiempo,  2395
y entonces s'alegrava, pero luego
tornava a la verdad, y a su tristeza.
Otro día, después, le parecía
que la noche pasada bien pudiera
haver puesto su lumbre y que Leandro  2400
pudiera aver venido sin peligro.
Y mientras que'ste antojo le durava,
era el morir y el fuerte congoxarse,
era el darse mil culpas y el reñirse,
era el quedar quexosa de sí sola,  2405
sin tener qué dezir contra los vientos,
y era el determinar con grandes fuerças
de no hazer otro tanto esotra noche.
Mas después que la noche era venida,
viendo la tempestad toda en su fuerça,  2410
midiendo la presente y la pasada,
vía su proprio error abiertamente.
¿Qué diremos agora de Leandro?
¿Qué diremos, sino que padecía
los mismos accidentes y dolores?  2415
En entrambos ardía un mismo fuego;
havía d'hazer por fuerça un mismo efeto.
Y así'stava el cuitado allá, en su playa,
lo más del día y la noche toda entera,
tristemente asentado en una peña;  2420
y allí la peña y su alma se partían
los golpes de las olas igualmente.
No le dava'sperança la fortuna,
que se hiziese la seña con tal tiempo,
mas era tan ardiente su deseo  2425
que total desengaño no sufría.
Y así tenía el ojo, a ver su lumbre,
de punto en punto imaginando vella.
Y con este cuidado acontecióle
tres vezes parecelle que la vía,  2430
y cada vez le pareció esto tanto,
que, sin más, acordó d'aventurarse,
no pensando por donde era el camino,
sino sólo acordándose dond'iva,
y así se desnudó todas tres vezes,  2435
rostro a rostro a la mar arremetiendo,
y todas le bolvió la mar en tierra,
haziéndole tragar sus fuertes tragos.
Entonces se bolvió su duelo en saña,
y con palabras de furor terrible,  2440
«¡O Bóreas -gritó- ¿por qué así quieres
destruirme y matarme con tus furias?
Esa mar que levantas ¿tú no entiendes
que sólo contra mí'stá levantada?
Tantos días ha ya que començaste  2445
a mostrar tu poder, que ya no puedes
topar con quien no'sté puesto a recado.
Puestas están las naves en sus puertos,
seguras de tus manos, los tratantes
entienden en sus tratos dentro en tierra.  2450
Los que pescan sus redes han cogido
y en sus choças están juntos holgando.
Las Nimphas con su madre en sus moradas
dobladas estarán sobre tus fuerças.
Los phocas y delphines y otros monstruos  2455
ya saben adond'han de guarecerse.
Todos están, en fin, puestos en cobro.
Yo solo soy quien tus movimientos
descargan su malicia cuanto pueden;
dondequiera m'alcança tu fortuna;  2460
no hay puerto para mí si no es sol'uno,
y déste tú m'apartas y tú m'echas,
echándome al través doquier que vaya.
¿No t'acuerdas de ti, de cuando amaste,
con cuánto ardor tu frío bolvió en fuego?  2465
¿Quién t'atajara entonces tus deseos,
pudieras no perder el sufrimiento?
¿Y si tu rey la cárcel no t'abriera,
cuando füiste a tomar a tu Orithia,
quedaras a plazer dentro en tu cueva?  2470
Mide mi desear con aquél tuyo
(aunque siempre muy mal se mide'l mío),
y entenderás la muerte a que m'obligas.
¡Acuérdate ora un poco d'aquel tiempo
que tuviste en tus braços tus amores!  2475
Y si agora con esto no t'ablandas,
y no t'echas, cayéndote en tu lecho,
yo acabo de perder toda'sperança,
y no gasto más tiempo en conjurarte,
ni en echarme a tus pies, echando gritos,  2480
después de tantas lágrimas echadas.»
Bolvió a sentir, tras estas sus querellas,
la tempestad bolver como de nuevo,
y en esto no fue tiempo de más saña,
ni d'echar más palabras contra'l viento,  2485
sino de desmayar y de entregarse
a cuanta adversidad venir quisiese.
Estuvo así tres días con sus noches,
la fortuna durando y él muriendo,
tendido como muerto entre las peñas.  2490
Mas el amor, que aún desto no s'hartava,
y quería acabar ya su tragedia,
llegando el postrer auto al postrer punto,
no le quiso dexar en sus desmayos,
sino que, con la mano del deseo,  2495
le levantó del triste caimiento,
adonde casi ya'stava enterrado.
Y así, un día, después d'anochecido,
dixo entre sí: «Sé que'ste bravo tiempo
ha de tener sus términos por fuerça.  2500
Y si dezimos que's ira del cielo,
también terná su punto donde pare;
no puede ser tan grande la vengança
de los dioses que'l mundo ora s'acabe.
Pues si esto ha de parar tarde o temprano,  2505
¿no es mejor esforçarme y'star fuerte
para cuando la seña pareciere,
que ser entonces muerto o'star flaco
que no vea mi lumbre o que la vea
para no poder ir do me llamare?»  2510
Con esto se'sforçó consigo mismo,
y empeçó a levantarse poco a poco,
tomando su camino para Abido.
Y allí'stuvo dos días trabajando,
de darse algún alivio y cobrar fuerças.  2515
Iva saliendo el sol ya del Centauro
y callentava del Cabrón los cuernos,
cuando Leandro, saliendo una mañana,
a l'orilla de l'agua a ver el tiempo,
vio que la mar sus ondas levantava  2520
algo menos inchadas que solía;
y'stando atento al discurrir de l'agua,
vio que sus golpes s'alargavan menos,
y menos ocupavan la ribera.
Entonces, con un gozo dulce y blando,  2525
començó a echar las lágrimas que suelen
echar los tristes, cuando en sus tristezas
algún modo les viene d'esperança.
Y de sí le tomó un dolor tan tierno
de ver el mal en que visto s'havía,  2530
que aumentava el llorar en abundancia.
Todavía abonava la fortuna,
entrando más el día, y aún el cielo
arrasava la parte do era el viento,
y así el fuerte amador levantó su alma  2535
a hazer sus cuentas y a pensar el cómo
y el cuándo la su luz parecería.
Pasó aquel día en esperar la noche,
estando atento al rebolver del cielo.
Nunca tan fixo fue'l mirar de Clicia  2540
mirando'l sol, ni cuando bivió nimpha
ni después cuando en yerva fue tornada,
como fue'l de Leandro en este día,
contando los momentos que faltavan
al punto de la noche deseada.  2545
Estendióse la sombra por el mundo,
escureciendo las más altas sierras,
y aunque'n esta tal ora suele'l viento
echarse muchas vezes, no fue entonces,
antes se levantó como de nuevo.  2550
Y empeçó a renovar su paroxismo,
puesto que, a la verdad, no era tan grande
como fueron los otros ya pasados.
Todavía la'scuridad cargava,
y por allá, al estremo de los polos,  2555
s'oían ciertos truenos, y allá dentro,
el piélago bramava fuertemente.
Si allí fuera Leandro Palinuro,
o no fuera Leandro, claro viera
el peligro que'l tiempo amenazava,  2560
mas así'stava arriba ya ordenado,
y así no vía el triste lo que vía.
Hero, de l'otra parte, 'stava ardiendo,
no pudiendo sufrirse en su deseo,
y así le pareció todo ser fácil  2565
sin andar más en pláticas consigo.
Por lo cual, no curando de más cuentas,
determinó d'hazer lo que quería
quemándosele'l alma en bivo fuego,
como aquella que'stava resoluta,  2570
después d'haver gran tiempo vacilado.
Llegada, pues, la ora de la noche,
que a todos en reposo es concedida,
quiso poner su lumbre a la ventana,
mas el viento, que andava apoderado,  2575
reforçó más en aquel mismo punto,
y como si a sabiendas lo hiziera,
envistió en la ventana, con tal furia,
que la lumbre mató y echó de dentro
a la triste'n mitad del duro suelo.  2580
Del caer no sintió sino el agüero
y el estorvo d'aquel poco de tiempo.
Mas como quien ligeramente corre,
y al precio señalado va el primero,
y de vencer es tanta su codicia,  2585
que, aunque caya en mitad de la corrida,
sin poner tiempo en levantarse, buelve
a correr mucho más ligeramente,
así la desdichada tornó luego
con un ímpetu nuevo a su negocio.  2590
Y bolviendo a querer hazer su seña,
otro golpe de viento bolvió a dalle,
derribándola así como el primero.
¡O porfía d'amor!, ¿a qué no bastas
con tus fuerças en nuestros coraçones?  2595
Otra vez uvo de'ncender su lumbre,
otra vez le fue fuerça que'ncendida
la llevase a poner en su ventana,
poniéndole reparos contra'l viento.
Súpitamente, en esto, las tres Parcas  2600
sus cuchillos tomaron en las manos,
apercibidas, aguardando el punto
para cortar los tratos y las vidas
destos tristes amantes mal logrados.
La lumbre'stava ardiendo en la ventana;  2605
Leandro, a l'otra parte, en la ribera;
y como vio su'strella amanecida,
la noche se le hizo día claro,
la fortuna se l'antojó bonança,
y el crudo viento un aire sosegado;  2610
todavía tras esto era el deseo
tan grande d'acertar lo que'mprendía,
que, por razón, y por amor, estava
temiendo aquello que temer no supo.
Y en este punto s'ofreció tras todo  2615
oír, acullá, lexos grandes bozes
y llantos d'una nao que se perdía.
Saltóle'l coraçón dentro en sus pechos,
mudósele'l color de las mexillas,
y púsosele enhiesto su cabello,  2620
viendo presente allí su muerte biva.
Entonces, sus rodillas por el suelo,
bolviendo al cielo sus cansados ojos,
a los mayores dioses, y menores,
a todos, invocó con grandes ruegos,  2625
y a Venus y a Neptuno más que a todos,
con lágrimas, diziendo estas palabras:
«¡O santa Venus, que'n la mar naciste,
para valer a cuantos te siguiesen,
ardiendo por amor, como yo ardo,  2630
vesm'n la mar y vesme que te sigo,
sin poderte seguir, si no me vales!
Un moço fui criado entre mis padres,
sin desear hazer agravio a nadie,
con ganas de seguir buenas custumbres,  2635
guardéme d'andar suelto, entre los vicios,
en que suelen andar sueltos los moços.
Nunca salí vagando por el mundo,
ni é salido jamás sino a tu templo,
adonde m'inspiraste'l amor grande,  2640
por el cual é caído en lo que vees.
Si este proceso de bivir merece
lo que no merecieron los gigantes,
cuando guerra movieron contra'l cielo,
muy justos me vernán estos martirios.  2645
Mas si mi juventud y mi inocentia,
y el hazer de mi alma sacrificio
en los altares de tus mandamientos,
merecen gualardón y no castigo,
¿por qué consientes que me den más penas  2650
que sufre Salmoneu y sufre Ticio?
Presentes a tus ojos mis sentidos
todos están, sin asconderse alguno.
¡Duélate mi dolor, que tanto duele,
muevan ya mis entrañas a las tuyas;  2655
ten lástima d'un moço que se pierde
al primer paso de su dulce vida!
Y tú, Neptuno rey desto que'n suerte
te cupo, en el partir con tus hermanos,
mira la causa de mis tristes llantos.  2660
Verás que por amor estó en peligro
de perderme'n mitad deste tu reino.
Tú sabes por amor cuántos dolores
padecen los mortales y inmortales.
¿Qué padiciste tú por Menalipe?  2665
Por Ceres, ¿qué pasaste, y por Medusa?
¿No bolviste'n delphín, tú, por Melantho?
¡Así pudiese yo bolverme'n esto!
Mas en tanta miseria mucho pido.
Si en los males que pasan por los unos  2670
hazen sentir los males de los otros,
¿por qué mi mal no sientes ¡o Neptuno!?
¿Y por qué, si le sientes, no me hazes
camino por mitad destas tus aguas?
No sufre tanto bien mi fuerte'strella.  2675
Pero ya pueda más tu santo pecho
con las blanduras que d'amor te quedan,
que no el bravo furor de mi fortuna
con la dureza de mi nacimiento.
Si de mis pocos años no te dueles,  2680
duélete de los muchos de mi padre
y de los fuertes llantos que la triste
de mi madre hará, cuando supiere
el desastrado género de muerte
que me'stuvo aguardando entre tus ondas.  2685
Considera el morir que ha de ser éste,
ir yo a mi bien, teniéndole tan cerca,
y en la ida morir ante sus ojos:
ir apriesa a llegar do'stá mi vida
y topar con la muerte en el camino;  2690
veré mi luz que me'stará llamando,
terné la mar que me andará sorbiendo;
llevarm'á el alboroço de la torre
y enterrarm'ha de l'agua la braveza;
pensaré yo llegar donde'stá Hero  2695
para gozar de toda su hermosura,
y a trueque desto, llegaré a lo hondo,
para ser allí muerto entre los peces.
¡O Hero mía, o Hero, mis entrañas!,
¿qué dolor será el tuyo cuando vieres  2700
a l'orilla de l'agua'star tendido
este tu cuerpo sin esta alma tuya?
Porque voy para ti, de ti me parto,
despídome de ti, para ti yendo.
¡O'straño despidir, o'straña ida,  2705
que la fuerça que pongo por hallarte,
toda la veo puesta ya en perderte!
No te duela, ¡o mi bien!, mi muerte tanto,
como, triste, é temor que ha de dolerte.
Tiempla tu amor, después de ser yo muerto,  2710
que aun allá do'stuviere, terné alivio
cada vez que supiere de tu vida,
y allá descansaré con tu descanso,
y gozaré de cuanto tú gozares,
como aquí gozaría si quisieses.  2715
¡O Neptuno!, que a ti quiero bolverme
y tornar otra vez a suplicarte,
por estas tantas lágrimas que vierto,
por el mal entrañable que padesco,
por la vegez y el llanto de mis padres,  2720
por el afrenta y por la muerte d'Hero,
por los dolores que d'amor sentiste
en el amor de cuantas t'he nombrado,
que atajes esta mar que anda bolviendo
a levantar sus poderosas fuerças  2725
contra un hombre tan flaco y tan cuitado,
como agora yo'stoy en esta arena.»
En acabando la postrer palabra,
acabóse de desnudar y luego
saltó en la mar con ánimo admirable,  2730
como saltó el troyano entre los griegos
el día que mató al triste Patroclo.
Un rato fue siguiendo su camino,
con trabajo, pero podía hazello,
mas ya después que allá, más adelante  2735
llegó, la mar s'embraveció del todo,
rebentando sus furias concebidas;
envistieron los vientos con sus fuerças,
el Aquilón, el Áfrico y el Euro,
haziendo sierras espantosas d'agua;  2740
los truenos y los rayos s'alcançavan;
el cielo se rompía en torbellinos
y la mar del furor que padecía
hasta'l hondón s'abría espesas vezes.
Peleava en mitad destas fortunas  2745
sin desmayar un punto el triste moço,
luchando con sus pies y con sus manos,
rompiendo por la muerte y por las ondas,
teniéndose entre tantos enemigos;
pero la tempestad creciendo andava,  2750
y aunque la noche a la mañana s'iva,
no havía'sperança allí de ningún día.
Este andar peleando duró tanto
que Leandro, que'n fin era de carne,
començó, el triste, de perder sus fuerças.  2755
Empeçaron sus braços a vencerse,
sus piernas anduvieron desmayando,
entrávale la muerte con el agua,
y dél a su plazer tomava el tiempo.
Él, viéndose morir entre'stos males,  2760
la postrer cosa que hizo el desdichado
fue alçar los ojos a mirar su lumbre.
Y aquel poco d'aliento que tenía,
echóle todo en un gemido baxo,
embuelto en la mitad del nombre d'Hero.  2765
Y allí un golpe le dio del mar tan bravo,
que le sorbió del todo en un instante,
y en este mismo punto, un torbellino
acabó de matar la lumbrezilla,
testigo fiel y dulce mensagera,  2770
d'estos fieles y dulces amadores.
Começó a esclarecer en este tiempo,
y Hero, con furia de mortal congoxa,
con los ojos buscando toda el agua,
buscando las riberas y buscando  2775
más allá que llegava con su vista,
no viendo nada, en fin, cayó de pechos
en la ventana, sobre las barandas.
Y acaso, sin sentir cosa que hiziese,
que ya poco sentido le quedava,  2780
hazia'l pie de la torre miró el suelo,
y su Leandro vio muerto en l'arena.
Entonces, con la ravia de la muerte,
a rasgar empeçó sus vestiduras,
mesando sus cabellos y arañando  2785
su lindo rostro, sus hermosos pechos,
inchiendo d'aullidos todo'l campo.
Tras esto, así, sin más pensar su muerte,
dexándose caer de la ventana,
dio sobre'l cuerpo muerto de Leandro,  2790
que aún entonces se l'acabava el mundo.
Y así se fueron juntas las dos almas
a los campos Elisios para siempre.

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