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En esta composición adivinamos ecos biográficos ya que, según el autor coetáneo Calleja, la joven Juana se enfrentó a cuarenta sabios de distintas disciplinas que el virrey, el marqués de Mancera, había convocado para mostrar sus precoces conocimientos (Puccini, 1996: 173).

 

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Precisamente, a este eclesiástico la dominica portuguesa Violante do Céu (1607-1693) dedicó en 1643 un poema que alaba su saber y su dicción. Sor Violante fue una escritora del barroco que, como sor Juana Inés, compuso poemas de tema erótico que condujeron a pensar que un desengaño amoroso la había motivado a tomar los hábitos (Pociña, 1998: 57-60).

 

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Según Octavio Paz (1998: 526-527): «La Carta atenagórica es un texto polémico en el que la crítica a Vieyra esconde una crítica a Aguiar. Esa crítica la hace una mujer, nueva humillación para Aguiar que odiaba y despreciaba a las mujeres. La Carta es publicada por el obispo de Puebla que así cubre a sor Juana con su autoridad. El obispo escribe un prólogo escondido bajo un pseudónimo femenino, burla y vejamen a Aguiar y Seijas [...] sor Juana intervino en el pleito entre dos poderosos príncipes de la Iglesia romana y fue destrozada».

 

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M.ª Milagros Rivera (2003: 51) ha comentado recientemente que últimas investigaciones filológicas también atribuyen a Teresa el tratado Dichos e castigos de profetas e filosofos que dijeron la verdad, que se halla copiado al final del único manuscrito que conserva Arboleda de los enfermos y Admiraçion operum Dey y que se encuentra en la Biblioteca del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

 

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Expresiones que también encontramos en la prosa de Teresa de Jesús y en otras escritoras religiosas del Siglo de Oro que decidieron escribir sobre sus vivencias (Herpoel, 1999).

 

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Las alusiones a los dos tratados de Teresa de Cartagena remiten a la edición de Lewis Hutton (1967); no se reproduce en cursiva la resolución de las abreviaturas y con la cifra romana II se indica que la cita remite a Admiraçion operum Dey.

 

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El tono de educada humildad recuerda la disculpa de sor Juana a sor Filotea cuando, tras defender su derecho a rebatir el sermón de Vieyra, expone: «Pero, ¿dónde voy señora mía? Que esto no es de aquí, ni para vuestros oídos, sino que como voy tratando de mis impugnadores [...]» (Sáinz de Medrano, 1991: 457).

 

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Recordemos que sor Juana elogia los conocimientos que se pueden adquirir realizando las labores domésticas: «Pues qué os pudiera contar, Señora, de los secretos naturales que he descubierto estando guisando? [...] Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito» (Sáinz de Medrano, 1991: 446).

 

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Por extensión, el principio femenino se relacionaría con la noche y esto nos lleva a recordar que Teresa, en Admiraçion, nos habla de la noche en la que el entendimiento -como la mujer- debe recogerse para reflexionar y entrar en comunicación con lo divino, que se relaciona con la iluminación. También debe comentarse que en el extenso poema Primero Sueño, sor Juana alude a la noche del conocimiento que acerca el alma o la razón hacia su Creador.

 

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«Puede decirse que las dos religiosas emplearon lo que Josefina Ludmer llama «tácticas del débil» para hacerse reconocer. «[Sor Juana en la Respuesta] combina, como todas las tácticas de resistencia, sumisión y aceptación del lugar asignado por el otro, con antagonismo y enfrentamiento, retiro de colaboración [...] acepta que las mujeres no hablen en los púlpitos y en las lecturas públicas, pero defiende la enseñanza y el estudio privado (defiende su escritura en verso y la polémica con Vieyra). Aceptar, pues, la esfera privada como campo "propio" de la palabra de la mujer, acatar la división dominante pero a la vez, al constituir esa esfera en zona de la ciencia y la literatura, negar desde allí la división sexual. La treta (otra típica táctica del débil) constante en que, desde el lugar asignado y aceptado, se cambia no sólo el sentado de ese lugar sino el sentado mismo de lo que se instaura en él» (Ludmer, 1984: 51-53).