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ArribaAbajoLetra por «Tierno, adorado Adonis»...



Tierno pimpollo hermoso
que a pequeñez reduces
del prado los colores,
y del cielo las luces,

pues en tu rostro bello  5
unidos se confunden
de estrellas y de rosas
centellas y perfumes;

Cupido soberano,
a cuyas flechas dulces,  10
herido el viento silba,
flechado el viento cruje;

astro hermoso, que apenas
das la primera lumbre,
cuando en los pechos todos  15
dulce afición influyes;

bisagra que amorosa
dos corazones unes,
que siendo antes unión,
a identidad reduces;  20

oriente de arreboles,
porque sol más ilustre
en tu rostro amanezca
que en el cielo madrugue;

hijo de Marte y Venus,  25
porque uno y otro numen,
te infunda éste lo fuerte,
te dé aquélla lo dulce;

bello Josef amado,
que dueño te introduces  30
en comunes afectos
de efectos no comunes;

sol que naces, mudando
del otro la costumbre
en el ocaso, porque  35
adonde él muere, triunfes:

la cortedad admite,
pues las solicitudes
que aspiran a tu obsequio,
no es razón que se frustren.  40




ArribaAbajoSainete segundo

PERSONAJES
 

 
ARIAS.
MUÑIZ
ACEVEDO.
COMPAÑEROS.
 

Salen MUÑIZ y ARIAS.

 
ARIAS
Mientras descansan nuestros camaradas
de andar las dos jornadas
(que, vive Dios, que creo
que no fueran más largas de un correo;
pues si aquesta comedia se repite 5
juzgo que llegaremos a Cavite,
e iremos a un presidio condenados,
cuando han sido los versos los forzados),
aquí, Muñiz amigo, nos sentemos
y toda la comedia murmuremos. 10
MUÑIZ
Arias, vos os tenéis buen desenfado;
pues si estáis tan cansado
y yo me hallo molido, de manera
que ya por un tamiz pasar pudiera
(y esto no es embeleco, 15
pues sobre estar molido, estoy tan seco
de aquestas dos jornadas, que he pensado
que en mula de alquiler he caminado),
¿no es mejor acostarnos
y de aquesos cuidados apartarnos? 20
Que yo, más al descanso me abalanzo.
ARIAS
¿Y el murmurar, amigo? ¿Hay más descanso?
Por lo menos a mí, me hace provecho,
porque las pudriciones, que en el pecho
guardo como veneno, 25
salen cuando murmuro, y quedo bueno.
MUÑIZ
Decís bien. ¿Quién sería
el que al pobre de Deza engañaría
con aquesta comedia
tan larga y tan sin traza? 30
ARIAS
¿Aqueso, don Andrés, os embaraza?
Diósela un estudiante
que en las comedias es tan principiante,
y en la poesía tan mozo,
que le apuntan los versos como el bozo. 35
MUÑIZ
Pues yo quisiera, amigo, ser barbero
y raparle los versos por entero,
que versos tan barbados
es cierto que estuvieran bien, rapados.
    ¿No era mejor, amigo, en mi conciencia, 40
si quería hacer festejo a su excelencia,
escoger, sin congojas,
una de Calderón, Moreto o Rojas,
que en oyendo su nombre
no se topa, a fe mía, 45
silbo que diga: aquesta boca es mía?
ARIAS
¿No veis que por ser nueva
la echaron?
MUÑIZ
¡Gentil prueba
de su bondad!
ARIAS
Aquésa es mi mohína;
¿no era mejor hacer a Celestina, 50
en que vos estuvisteis tan gracioso,
que aun estoy temeroso
-y es justo que me asombre-
de que sois hechicera en traje de hombre?
MUÑIZ
Amigo, mejor era Celestina, 55
en cuanto a ser comedia ultramarina:
que siempre las de España son mejores,
y para digerirles los humores,
son ligeras; que nunca son pesadas
las cosas que por agua están pasadas. 60
    Pero la Celestina que esta risa
os causó era mestiza
y acabada a retazos,
y si le faltó traza, tuvo trazos,
y con diverso genio 65
se formó de un trapiche y de un ingenio.
Y en fin, en su poesía,
por lo bueno, lo malo se suplía;
pero aquí, ¡vive Cristo, que no puedo
sufrir los disparates de Acevedo! 70
ARIAS
¿Pues es él el autor?
MUÑIZ
Así se ha dicho,
que de su mal capricho
la comedia y sainetes han salido;
aunque es verdad que yo no puedo creello.
ARIAS
¡Tal le dé Dios la vida, como es ello! 75
MUÑIZ
Ahora bien, ¿qué remedio dar podremos
para que esta comedia no acabemos?
ARIAS
Mirad, ya yo he pensado
uno, que pienso que será acertado.
MUÑIZ
¿Cuál es?
ARIAS
Que nos finjamos
80
mosqueteros, y a silbos destruyamos
esta comedia, o esta patarata,
que con esto la fiesta se remata;
y como ellos están tan descuidados,
en oyendo los silbos, alterados 85
saldrán, y muy severos
les diremos que son los mosqueteros.
MUÑIZ
¡Brava traza, por Dios! Pero me ataja
que yo no sé silbar.
ARIAS
¡Gentil alhaja!
¿Qué dificultad tiene?
MUÑIZ
El punto es ése,
90
que yo no acierto a pronunciar la ese.
ARIAS
Pues mirad: yo, que así a silbar me allano,
que puedo en el Arcadia ser Silvano,
silbaré por entrambos; mas ¡atento,
que es este silbo a vuestro pedimento! 95
MUÑIZ
Bien habéis dicho. ¡Vaya!
ARIAS
¡Va con brío!
 

(Silba ARIAS.)

 
MUÑIZ
Cuenta, señores, que este silbo es mío,
 

(Silban otros dentro.)

 
¡Cuerpo de Dios, que aquesto está muy frío!
ARIAS
Cuenta, señores, que este silbo es mío.

  (Silba.) 

 

(Salen ACEVEDO y los COMPAÑEROS.)

 
ACEVEDO
¿Qué silbos son aquéstos tan atroces? 100
MUÑIZ
Aquesto es ¡Cuántos silbos, cuántas voces!
ACEVEDO
¡Que se atrevan a tal los mosqueteros!
ARIAS
Y aun a la misma Nava de Zuheros.
ACEVEDO
¡Ay, silbado de mí! ¡Ay desdichado!
¡Que la comedia que hice me han silbado! 105
¿Al primer tapón silbos? Muerto quedo.
ARIAS
No os muráis, Acevedo.
ACEVEDO
¡Allá a ahorcarme me meto!
MUÑIZ
Mirad que es el ahorcarse mucho aprieto.
ACEVEDO
Un cordel aparejo. 110
ARIAS
No os vais, que aquí os daremos cordelejo.
ACEVEDO
¡Dádmelo acá! Veréis cómo me ensogo,
que con eso saldré de tanto ahogo.
 

(Cantan sus coplas cada uno.)

 
MUÑIZ
Silbadito del alma,
no te me ahorques, 115
que los silbos se hicieron
para los hombres.
ACEVEDO
Silbadores del diablo,
morir dispongo;
que los silbos se hicieron 120
para los toros.
COMPAÑERO 1.º
Pues que ahorcarte quieres,
toma la soga,
que aqueste cordelejo
no es otra cosa. 125
ACEVEDO
No me silbéis, demonios,
que mi cabeza
no recibe los silbos
aunque está hueca.
ARIAS
¡Vaya de silbos, vaya! 130
Silbad, amigos;
que en lo hueco resuenan
muy bien los silbos.
 

(Silban todos.)

 
ACEVEDO
Gachupines parecen
recién venidos, 135
porque todo el teatro
se hunde a silbos.
MUÑIZ
¡Vaya de silbos, vaya!
Silbad, amigos,
que en lo hueco resuenan 140
muy bien los silbos.
COMPAÑERO 2.º
Y los malos poetas
tengan sabido,
que si vítores quieren,
éste es el vítor. 145
 

(Todos cantan.)

 
¡Vaya de silbos, vaya!
Silbad, amigos;
que en lo hueco resuenan
muy bien los silbos.
ACEVEDO
¡Baste ya, por Dios, baste; 150
no me den soga;
que yo les doy palabra
de no hacer otra!
MUÑIZ
No es aqueso bastante,
que es el delito 155
muy criminal, y pide
mayor castigo.
 

(Todos cantan.)

 
¡Vaya de silbos, vaya!
Silbad, amigos;
que en lo hueco resuenan 160
muy bien los silbos.
 

(Silban.)

 
ACEVEDO
Pues si aquesto no basta,
¿qué me disponen?
Que como no sean silbos,
denme garrote. 165
ARIAS
Pues de pena te sirva,
pues lo has pedido,
el que otra vez traslades
lo que has escrito.
ACEVEDO
Eso no, que es aquése 170
tan gran castigo,
que más quiero atronado
morir a silbos.
MUÑIZ
Pues lo ha pedido, ¡vaya;
silbad, amigos; 175
que en lo hueco resuenan
muy bien los silbos!

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