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Pinta en jocoso numen, igual con el tan célebre de Jacinto Polo, una belleza

El pintar de Lisarda la belleza,

en que a sí se excedió naturaleza,

con un estilo llano,

se me viene a la pluma y a la mano.

Y cierto que es locura
5

el querer retratar yo su hermosura,

sin haber en mi vida dibujado,

ni saber qué es azul o colorado,

qué es regla, qué es pincel, obscuro o claro,

aparejo, retoque ni reparo.
10

El diablo me ha metido en ser pintora;

dejémoslo, mi musa, por ahora,

a quien sepa el oficio;

mas esta tentación me quita el juicio,

y sin dejarme pizca,
15

ya no sólo me tienta, me pellizca,

me cozca, me hormiguea,

me punza, me rempuja y me aporrea.

Yo tengo de pintar, dé donde diere,

salga como saliere,
20

aunque saque un retrato

tal, que después le ponga: aquéste es gato.

Pues no soy la primera

que con hurtos de sol y primavera

echa, con mil primores,
25

una mujer en enfusión de flores;

y después que muy bien alambicada

sacan una belleza destilada,

cuando el hervor se entibia,

pensaban que es rosada, y es endibia.
30

Mas no pienso robar yo sus colores;

descansen, por aquesta vez las flores,

que no quiere mi musa ni se mete

en hacer su hermosura ramillete.

¿Mas con qué he de pintar, si ya la vena
35

no se tiene por buena,

si no forma, hortelana en sus colores,

un gran cuadro de flores?

¡Oh siglo desdichado y desvalido

en que todo lo hallamos ya servido!
40

Pues que no hay voz, equívoco ni frase

que por común no pase

y digan los censores:

¿Eso?, ¡ya lo pensaron los mayores!

¡Dichosos los antiguos que tuvieron
45

sus conceptos de albores,

de luces, de reflejos y de flores!:

que entonces era el sol, nuevo, flamante,

y andaba tan valido lo brillante

que el decir que el cabello era un tesoro,
50

valía otro tanto oro.

Pues las estrellas, con sus rayos rojos,

cuando eran celebradas:

oh dulces luces por mi mal halladas,

dulces y alegres cuando Dios quería;
55

pues ya no os puede usar la musa mía

sin que diga, severo, algún letrado

que Garcilaso está muy maltratado,

y en lugar indecente;

mas si no es a su musa competente
60

y le ha de dar enojo semejante,

quite aquellos dos versos, y adelante.

Digo, pues, que el coral entre los sabios

se estaba con la grana aún en los labios,

y las perlas con nítidos orientes
65

andaban enseñándose a ser dientes;

y alegaba la concha, no muy loca,

que si ellas dientes son, ella es la boca;

y así entonces, no hay duda,

empezó la belleza a ser conchuda.
70

Pues las piedras (¡ay Dios, y qué riqueza!)

era una platería, una belleza,

que llevaba por dote en sus facciones

mas de treinta millones.

Esto sí era hacer versos descansado,
75

y no en aqueste siglo desdichado

y de tal desventura,

que está ya tan cansada la hermosura

de verse en los planteles

de azucenas, de rosas y claveles,
80

ya del tiempo marchitos,

recogiendo humedades y mosquitos,

que con enfado extraño

quisiera más un saco de ermitaño.

Y así andan los poetas desvalidos,
85

achicando antiguallas de vestidos,

y tal vez sin mancilla,

lo que es jubón ajustan a ropilla,

o hacen de unos centones

de remiendos diversos, los calzones,
90

y nos quieren vender por extremada,

una belleza rota, y remendada.

¿Pues qué es ver las metáforas cansadas

en que han dado las musas alcanzadas?

No hay ciencia, arte ni oficio,
95

que con extraño vicio,

los poetas, con vana sutileza,

no anden acomodando a la belleza,

y pensando que pintan de los cielos,

hacen unos retablos de sus duelos.
100

Pero diránme ahora

que quién a mí me mete en ser censora,

que de lo que no entiendo es grave exceso;

pero yo les respondo, que por eso,

que siempre el que censura y contradice
105

es quien menos entiende lo que dice.

Mas si alguno se irrita,

murmúreme también, ¿quién se lo quita?

No haya miedo que en eso me fatigue

ni que a ninguno obligue
110

a que encargue su alma,

téngansela en su palma

y haga lo que quisiere,

pues su sudor le cuesta al que leyere.

Y si ha de disgustarse con leello,
115

vénguense del trabajo con mordello,

y allá me las den todas,

pues yo no me he de hallar en esas bodas.

¿Ven?, pues esto de bodas es constante

que lo dije por sólo el consonante;
120

si alguno halla otra voz que más expresa,

yo le doy mi poder y quíteme ésa.

Mas volviendo a mi arenga comenzada,

¡válgate por Lisarda retratada,

y qué difícil eres!
125

No es mala propriedad en las mujeres.

Mas ya lo prometí, cumplillo es fuerza,

aunque las manos tuerza,

a acaballo me obligo;

pues tomo bien la pluma, y ¡Dios conmigo!
130

Vaya pues de retrato;

denme un «Dios te socorra» de barato.

¡Ay!, con toda la trampa

que una musa de la hampa

a quien ayuda tan propicio Apolo,
135

se haya rozado con Jacinto Polo

en aquel conceptillo desdichado,

¡y pensarán que es robo muy pensado!

Es, pues, Lisarda, es pues, ¡ay Dios, qué aprieto!

No sé quién es Lisarda, les prometo;
140

que mi atención sencilla,

pintarla prometió, no definilla.

Digo pues, ¡oh qué pueses tan soezes!:

todo el papel he de llenar de pueses.

¡Jesús, qué mal empiezo!
145

Principio iba a decir, ya lo confieso,

y acordéme al instante

que principio no tiene consonante;

perdonen, que esta mengua

es de que no me ayuda bien la lengua.
150

¡Jesús!, y qué cansados

estarán de esperar desesperados

los tales mis oyentes;

mas si esperar no gustan impacientes

y juzgaren que es largo y que es pesado,
155

vayan con Dios, que ya eso se ha acabado,

que quedándome sola y retirada,

mi borrador haré más descansada.

Por el cabello empiezo, esténse quedos,

que hay aquí que pintar muchos enredos;
160

no hallo comparación que bien les cuadre:

¡que para poco me parió mi madre!

¿Rayos del sol? Ya aqueso se ha pasado,

la pregmática nueva lo ha quitado.

¿Cuerda de arco de amor, en dulce trance?;
165

eso es llamarlo cerda, en buen romance.

¡Qué linda ocasión era

de tomar la ocasión por la mollera!

Pero aquesa ocasión ya se ha pasado,

y calva está de haberla repelado.
170

Y así en su calva lisa

su cabellera irá también postiza,

y el que llega a cogella,

se queda con el pelo y no con ella;

y en fin después de tanto dar en ello,
175

¿qué tenemos, mi musa, de cabello?

El de Absalón viniera aquí nacido,

por tener mi discurso suspendido;

mas no quiero meterme yo en hondura,

ni en hacerme que entiendo de Escritura.
180

En ser cabello de Lisarda quede

que es lo que encarecerse más se puede,

y bájese a la frente mi reparo;

gracias a Dios que salgo hacia lo claro,

que me pude perder en su espesura,
185

si no saliera por la comisura.

Tendrá, pues, la tal frente,

una caballería largamente,

según está de limpia y despejada;

y si temen por esto verla arada,
190

pierdan ese recelo,

que estas caballerías son del cielo.

¿Qué apostamos que ahora piensan todos,

que he perdido los modos

del estilo burlesco,
195

pues que ya por los cielos encarezco?

Pues no fue ese mi intento,

que yo no me acordé del firmamento,

porque mi estilo llano,

se tiene acá otros cielos más a mano;
200

que a ninguna belleza se le veda

el que tener dos cielos juntos pueda.

¿Y cómo? Uno en su boca, otro en la frente,

¡por Dios que lo he enmendado lindamente!

Las cejas son, ¿agora diré arcos?
205

No, que es su consonante luego zarcos,

y si yo pinto zarca su hermosura,

dará Lisarda al diablo la pintura

y me dirá que sólo algún demonio

levantara tan falso testimonio.
210

Pues yo lo he de decir, y en esto agora

conozco que del todo soy pintora,

que mentir de un retrato en los primores,

es el último examen de pintores.

En fin, ya con ser arcos se han salido;
215

mas, ¿qué piensan que digo de Cupido

o el que es la paz del día?

Pues no son sino de una cañería

por donde encaña el agua a sus enojos;

por más señas, que tiene allí dos ojos.
220

¿Esto quién lo ha pensado?

¿Me dirán que esto es viejo y es trillado?

Mas ya que los nombré, fuerza es pintallos,

aunque no tope verso en qué colgallos;

¡nunca yo los mentara
225

que quizás al lector se le olvidara!

Empiezo a pintar pues; nadie se ría

de ver que titubea mi Talía,

que no es hacer buñuelos,

pues tienen su pimienta los ojuelos;
230

y no hallo, en mi conciencia,

comparación que tenga conveniencia

con tantos arreboles.

¡Jesús!, ¿no estuve en un tris de decir soles?

¡Qué grande barbarismo!
235

Apolo me defienda de sí mismo,

que a los que son de luces sus pecados,

los veo condenar de alucinados;

y temerosa yo, viendo su arrojo,

trato de echar mis luces en remojo.
240

Tentación solariega en mí es extraña;

¡que se vaya a tentar a la montaña!

En fin, yo no hallo símil competente

por más que doy palmadas en la frente

y las uñas me como;
245

¿dónde el viste estará y el así como,

que siempre tan activos

se andan a principiar comparativos?

Mas, ¡ay!, que donde vistes hubo antaño,

no hay así como hogaño.
250

Pues váyanse sin ellos muy serenos,

que no por eso dejan de ser buenos

y de ser manantial de perfecciones,

que no todo ha de ser comparaciones,

y ojos de una beldad tan peregrina,
255

razón es ya que salgan de madrina,

pues a sus niñas fuera hacer ultraje

querer tenerlas siempre en pupilaje.

En fin, nada les cuadra, que es locura

al círculo buscar la cuadradura.
260

Síguese la nariz, y es tan seguida,

que ya quedó con esto definida;

que hay nariz tortizosa, tan tremenda,

que no hay geómetra alguno que la entienda.

Pásome a las mejillas,
265

y aunque es su consonante maravillas,

no las quiero yo hacer predicadores

que digan: «Aprended de mí», a las flores;

mas si he de confesarles mi pecado,

algo el carmín y grana me ha tentado,
270

mas agora ponérsela no quiero;

si ella la quiere, gaste su dinero,

que es grande bobería

el quererla afeitar a costa mía.

Ellas, en fin, aunque parecen rosa,
275

lo cierto es que son carne y no otra cosa.

¡Válgame Dios, lo que se sigue agora!

Haciéndome está cocos el Aurora

por ver si la comparo con su boca,

y el oriente con perlas me provoca;
280

pero no hay que mirarme,

que ni una sed de oriente ha de costarme.

Es, en efecto, de color tan fina,

que parece bocado de cecina;

.y no he dicho muy mal, pues de salada,
285

dicen que se le ha puesto colorada.

¿Ven como sé hacer comparaciones

muy proprias en algunas ocasiones?

Y es que donde no piensa el que es más vivo,

salta el comparativo;
290

y si alguno dijere que es grosera

una comparación de esta manera,

respóndame la musa más ufana:

¿es mejor el gusano de la grana,

o el clavel, que si el gusto los apura,
295

hará echar las entrañas su amargura?

Con todo, numen mío,

aquesto de la boca va muy frío:

yo digo mi pecado,

ya está el pincel cansado;
300

pero pues tengo ya frialdad tanta,

gastemos esta nieve en la garganta,

que la tiene tan blanca y tan helada,

que le sale la voz garapiñada.

Mas por sus pasos, yendo a paso llano,
305

se me vienen las manos a la mano:

aquí habré menester grande cuidado,

que ya toda la nieve se ha gastado,

y para la blancura que atesora,

no me ha quedado ni una cantimplora;
310

y fue la causa de esto

que como iba sin sal, se gastó presto.

Mas, puesto que pintarla solicito,

¡por la Virgen!, que esperen un tantito,

mientras la pluma tajo
315

y me alivio un poquito del trabajo;

y por decir verdad, mientras suspensa

mi imaginación piensa

algún concepto que a sus manos venga.

¡Oh si Lisarda se llamara Menga!
320

¡Qué equívoco tan lindo me ocurría,

que sólo por el nombre se me enfría!

Ello, fui desgraciada

en estar ya Lisarda baptizada.

Acabemos, que el tiempo nunca sobra;
325

a las manos, y manos a la obra.

Empiezo por la diestra

que, aunque no es menos bella la siniestra,

a la pintura, es llano,

que se le ha de asentar la primer mano.
330

Es, pues, blanca y hermosa con exceso,

porque es de carne y hueso,

no de marfil ni plata, que es quimera

que a una estatua servir sólo pudiera;

y con esto, aunque es bella,
335

sabe su dueño bien servirse de ella,

y la estima bizarra,

más que no porque luce, porque agarra;

pues no le queda en fuga la siniestra,

porque aunque no es tan diestra
340

y es algo menos en su ligereza,

no tiene un dedo menos de belleza.

Aquí viene rodada

una comparación acomodada;

porque no hay duda, es llano,
345

que es la una mano como la otra mano.

Y si alguno dijere que es friolera

el querer comparar de esta manera,

respondo a su censura

que el tal no sabe lo que se mormura,
350

pues pudiera muy bien naturaleza

haber sacado manca esta belleza,

que yo he visto bellezas muy hamponas,

que si mancas no son, son mancarronas.

Ahora falta a mi musa la estrechura
355

de pintar la cintura;

en ella he de gastar poco capricho,

pues con decirlo breve, se está dicho:

porque ella es tan delgada,

que en una línea queda ya pintada.
360

El pie yo no lo he visto, y fuera engaño

retratar el tamaño,

ni mi musa sus puntos considera

porque no es zapatera;

pero según airoso el cuerpo mueve,
365

debe el pie de ser breve,

pues que es, nadie ha ignorado,

el pie de arte mayor, largo y pesado;

y si en cuenta ha de entrar la vestidura,

que ya es el traje parte en la hermosura,
370

«el hasta aquí» del garbo y de la gala

a la suya no iguala,

de fiesta u de revuelta,

porque está bien prendida y más bien suelta.

Un adorno garboso y no afectado,
375

que parece descuido y es cuidado;

un aire con que arrastra la tal niña

con aseado desprecio la basquiña,

en que se van pegando

las almas entre el polvo que va hollando.
380

Un arrojar el pelo por un lado,

como que la congoja por copado,

y al arrojar el pelo,

descubrir un: ¡por tanto digo «cielo»,

quebrantando la ley!, mas ¿qué importara
385

que yo la quebrantara?

A nadie cause escándalo ni espanto,

pues no es la ley de Dios la que quebranto;

y con tanto, si a ucedes les parece,

será razón que ya el retrato cese,
390

que no quiero cansarme,

pues ni aun el costo de él han de pagarme;

veinte años de cumplir en mayo acaba:

Juana Inés de la Cruz la retrataba.


Arguye de inconsecuentes el gusto y la censura de los hombres, que en las mujeres acusan lo que causan

   Hombres necios que acusáis

a la mujer sin razón,

sin ver que sois la ocasión,

de lo mismo que culpáis:

   si con ansia sin igual
5

solicitáis su desdén,

¿por qué queréis que obren bien,

si las incitáis al mal?

   Combatís su resistencia,

y luego, con gravedad,
10

decís que fue liviandad

lo que hizo la diligencia.

   Parecer quiere el denuedo

de vuestro parecer loco,

al niño que pone el coco
15

y fuego le tiene miedo.

   Queréis, con presunción necia,

hallar a la que buscáis,

para pretendida, Taïs,

y en la posesión, Lucrecia.
20

   ¿Qué humor puede ser más raro

que el que falto de consejo,

él mismo empaña el espejo,

y siente que no esté claro?

   Con el favor y el desdén
25

tenéis condición igual,

quejándoos, si os tratan mal,

burlándoos, si os quieren bien.

   Opinión ninguna gana,

pues la que más se recata,
30

si no os admite, es ingrata,

y si os admite, es liviana.

   Siempre tan necios andáis

que, con desigual nivel,

a una culpáis por crüel,
35

y a otra por fácil culpáis.

   ¿Pues cómo ha de estar templada

la que vuestro amor pretende,

si la que es ingrata, ofende,

y la que es fácil, enfada?
40

   Mas entre el enfado y pena

que vuestro gusto refiere,

bien haya la que no os quiere,

y quejaos en hora buena.

   Dan vuestras amantes penas
45

a sus libertades, alas,

y después de hacerlas malas,

las queréis hallar muy buenas.

   ¿Cuál mayor culpa ha tenido

en una pasión errada,
50

la que cae de rogada,

o el que ruega de caído?

   ¿O cuál es más de culpar,

aunque cualquiera mal haga,

la que peca por la paga,
55

o el que paga por pecar?

   ¿Pues para qué os espantáis

de la culpa que tenéis?

Queredlas cual las hacéis,

o hacedlas cual las buscáis.
60

   Dejad de solicitar,

y después, con más razón,

acusaréis la afición

de la que os fuere a rogar.

   Bien con muchas armas fundo
65

que lidia vuestra arrogancia,

pues en promesa e instancia,

juntáis diablo, carne y mundo.


Loa al mismo asunto

Hablan en ella:



LA VIDA.
LA MAJESTAD.
LA PLEBE.
LA NATURALEZA.
LA LEALTAD.
Música: dos Coros.

(Cantan dentro.)

Coro 1.
   Aunque de la vida son

por fuerza todos los días,

éste por antonomasia

es el día de la vida,

pues naciendo en él Carlos,
5

si bien se mira,

de vida es aquel solo,

que lo es de dicha.

Coro 2.
   Pues de las sacras, reales,

altas, augustas cenizas,
10

bello, generoso Fénix,

más que nace, resucita.

La Majestad le aplauda,

porque no es digna

de aplaudir a los reyes
15

la común vida.

(Sale la VIDA de dama.)

VIDA.
   Con cuánta razón, ¡oh grave,

métrica, dulce armonía,

de tan alto, heroico asunto

el alto timbre me aplicas!,
20

pues siendo la Vida yo,

en quien los mortales cifran

todo el fin de sus anhelos,

todo el colmo de sus dichas;

díganlo tantos cuidados,
25

díganlo tantas fatigas,

tantos ansiosos desvelos,

tantas tristes agonías,

tantas prudentes cautelas,

tantas indignas mentiras,
30

tantas industrias y tantas

diligencias exquisitas

como hacen los hombres, sólo

para conservar la vida.

¿Qué servidumbre hay tan baja,
35

qué enfermedad tan prolija,

que captiverio tan duro,

qué suerte tan abatida,

qué deshonor tan sensible,

qué pobreza tan impía,
40

qué pérdida tan costosa,

ni qué prisión tan esquiva,

que no padezca constante,

que no tolere sufrida,

del deseo de vivir
45

aquella innata caricia?

Pues si aun la que es desdichada

goza la prerrogativa

de ser amada del hombre,

¿qué será la que, lucida,
50

púrpura real arrastra,

altos palacios habita,

sacros laureles se ciñe,

soberanos timbres pisa,

gobierna opulentos reinos,
55

rige diversas provincias,

tiene esforzado valor,

goza juventud florida,

la adorna cana prudencia,

le asiste salud cumplida
60

como se ve en nuestro grande

Carlos, de quien hoy festiva

el natalicio dichoso

aplaudo, mostrando fina,

que el día que al mundo nace,
65

es solamente mi día?

MÚSICA.
    ¡Pues naciendo en él Carlos,

si bien se mira,

de vida es aquel solo,

que lo es de dicha!
70

(Sale por el otro lado la MAJESTAD.)

MAJESTAD.
   Tente, no tan jactanciosa

intentes, desvanecida,

querer celebrar por tuya,

una acción que es sólo mía:

la majestad soy de Carlos,
75

en quien altamente brilla

lo sacro, como en su solio,

lo regio, como en su silla.

Dime, ¿qué prenda hay que pueda

vanamente presumida,
80

igualarse a mi grandeza,

aunque se ostente querida?

Si tú blasonas de grande,

siendo una engañosa harpía

que en futuras esperanzas
85

presentes males desquitas,

siendo una común alhaja

que tan sin razón te aplicas,

que al monarca tal vez faltas,

y tal, al plebeyo animas,
90

que ni al mérito conoces

ni haces caso de la dicha,

pues al infeliz le sobras

y al dichoso de ti privas,

parecida a la Fortuna,
95

tan ciega y desconocida,

que al que te busca, desdeñas,

y al que te ofende, acaricias,

¿qué haré yo, que tan sagrada,

tan atenta, tan altiva,
100

sólo al valor esforzado,

sólo a sangre esclarecida,

de sacro laurel corono,

visto de púrpura invicta?

Y si tú tantas finezas
105

que hacen los hombres, publicas,

por ti, ¿qué te diré yo

de las que a mí me acreditan?

¿Hay tan remotos lugares,

hay tan apartados climas,
110

hay tan diversas naciones,

hay tan bárbaras provincias,

que no registre animoso

el valor en busca mía?

¿Qué montes no se trastornan,
115

qué sendas no se trajinan,

qué mares no se revuelven,

qué abismos no se registran,

qué riesgos no se atropellan,

qué bien no se desestima,
120

qué sangre no se derrama,

qué vida no se aniquila?

¿Guarda secretos la noche,

parla noticias el día,

registra espacios el aire,
125

oculta la tierra minas,

que no penetre, no sepa,

esta insaciable fatiga?

Del hambre sacra del oro,

de la sed de mandar rica;
130

dígalo la zona ardiente,

dígalo la zona fría;

de una burladas las llamas,

de otra las nieves vencidas.

La ambición de majestad
135

gloriosamente atrevida,

¿no puso escalas al cielo,

no rigió el carro del día?

¿No he sido yo, a quien heroica

la española valentía,
140

ha dilatado por todos

los espacios que el sol mira?

Luego a mí sola, por todas

las causas que tengo dichas,

me toca su aplauso, pues
145

dicen las voces festivas:

MÚSICA.
   ¡La Majestad le aplauda,

porque no es digna

de aplaudir a los reyes

la común vida!
150

VIDA.
   Bueno es, Majestad, que quieras,

que contra razón se rindan

los derechos naturales

a las leyes positivas.

El vivir es en el hombre
155

lo primero, y tan precisa

es en él esta elección,

que escogerá, si le brindan

con una de las dos cosas,

el que más mandar estima,
160

la vida sin majestad,

no la majestad sin vida.

MÚSICA.
    ¡Pues en el ser del hombre,

si bien se prueba,

mandar es accidente,
165

vivir, esencia!

MAJESTAD.
   No en el ser precisa, sólo,

fundes el ser preferida,

que no puede hacer las cosas

mejores, el ser precisas.
170

La naturaleza siempre

de lo imperfecto camina

a lo perfecto, y no habrá

quien por eso sólo, diga,

que es lo imperfecto mejor;
175

la materia se anticipa

a la forma, y no por eso

es por más noble tenida.

Del corporal alimento

vemos que se necesita
180

más que del discurso; y no hay

tan ciega filosofía

que diga que es mejor que

la potencia discursiva.

MÚSICA.
   ¡Que aunque alegues razones
185

de ser primero,

el ser más necesario,

no es ser más bueno!

MAJESTAD.
   Y eso asentado, no sufro

el pasar porque me pidas
190

que eres esencia en el hombre,

que el hombre también sin vida

es hombre.

VIDA.
No es hombre tal:

que en estando divididas

las porciones de alma y cuerpo,
195

que allí el cadáver se mira,

y allí el alma separada,

de entrambas se verifica

que es alma y que es cuerpo de hombre,

no que es hombre; y convencida
200

te debes mostrar, supuesto

que sin que la unión las ciña

no componen hombre; conque

no hay hombre, mientras no hay vida.

MÚSICA.
   ¡Que si compuesto el ser
205

es de alma y cuerpo,

no puede entrar el hombre

sin el compuesto!

MAJESTAD.
   Es verdad; mas díme ahora,

en volviendo a estar reunidas
210

esas dos porciones como

sucederá el final día,

¿negarás ser hombre?

VIDA.
No.

MAJESTAD.
    Pues siendo tú mortal vida,

claro es que no serás tú
215

entonces la que le anima;

luego no eres tú esencia.

VIDA.
   Sí seré, que como viva

el hombre, de cualquier modo

es fuerza que yo le asista:
220

que el ser o no ser mortal,

no inmuta la esencia mía,

que esto toca a privilegios

de la voluntad divina,

y es propriedad, y no esencia
225

el ser o no ser finita:

pues vida es vivir el hombre

de cualquier modo que viva.

MÚSICA.
   ¡Que aun la vida acabada,

si el hombre expira,
230

en volviendo a reunirse

vuelve la vida!

(Sale la NATURALEZA por donde está la VIDA, y la LEALTAD por donde está la MAJESTAD.)

NATURALEZA.
   ¿Qué es eso, Vida? Pues cuando

esperaba que festiva

dieses a Carlos los años
235

dichosos, tan divertida

con la Majestad te encuentro?

LEALTAD.
   ¿Y tú, Majestad, te humillas

a competencias? ¿No ves

que en la Majestad invicta,
240

no el ser vencida, que no

cabe en su soberanía

este ultraje, pero aun es

desdoro el ser competida?

NATURALEZA.
   Demás de que no miráis
245

que es vana vuestra porfía

y vanos los argumentos

pues todos ellos estriban

en la vida de los hombres,

y la del rey es distinta:
250

que no debe mensurarse

con tal usüal medida,

pues en su heroico ser viene

a ser una cosa misma,

una vida que gobierne,
255

que una majestad que viva.

MÚSICA.
   ¡Que si ya en Carlos vemos

se identifican,

no es posible que una

de otra prescinda!
260

NATURALEZA.
    Y no obstante, pues yo soy

Naturaleza y me obliga

el haberte dado el ser

a que te socorra, mira

en qué te puedo ayudar.
265

LEALTAD.
   Yo, la Lealtad, que sublima

a la majestad; y así

a tu lado estoy.

(Sale la PLEBE de villana.)

PLEBE.
Por vida

de la vida que más quiero,

que es la de Carlos invicta,
270

que por quererlo yo tanto

juro por la vida mía;

que es buen modo de dar años

el darnos tan malos días,

como venirse al tablado
275

con cuatro bachillerías

sobre si la majestad

es más buena que la vida,

y andarse con vericuetos,

de quién es fina o no fina,
280

si es esencia o no es esencia,

si muere o si resucita,

que hablando de ésta, parece

que tratan de la otra vida.

Miren, ¿qué tiene que ver
285

años con sofisterías?

Bien haya yo que la Plebe

soy, que gozosa y festiva,

ni miro cuál es más noble

ni atiendo a cuál es más linda,
290

sino que lo llevo a voces,

y en empezando mi grita,

¡par Dios!, quieran o no quieran

que han de hacer lo que yo diga.

Y así déjense de aqueso,
295

y empiecen sus señorías,

o altezas, o qué sé yo,

a dar a Carlos los días,

y si no, empezaré yo,

que no espero cortesías,
300

a decir que...

(Dentro gritan:)

¡Viva Carlos,

viva Carlos, Carlos viva!

PLEBE.
   ¡Viva, que esto sí es dar años!

MAJESTAD.
   Pues, ¿cómo, descomedida,

a la Majestad te atreves?
305

PLEBE.
    Porque la Lealtad me anima;

que cuando obra con amor

la Plebe, no se amotina;

que la grita del amor

no es motín, sino caricia.
310

VIDA.
    Bien dice la Plebe, y es

bien que su gusto se siga,

que tal vez los ignorantes

a los discretos avisan.

LEALTAD.
   Lo que es yo, de tu opinión
315

soy...

NATURALEZA.
Y yo soy de la misma;

pero estando ausente Carlos,

¿qué importa que las festivas

voces le aplaudan si nada

escucha?

LEALTAD.
No inadvertida
320

digas eso, porque donde

la Lealtad está, es precisa

cosa estar presente el rey,

que mañosamente fina,

siendo lince de distancias,
325

aun halla en la ausencia, vista.

VIDA.
   Y más cuando vemos que

su vida se multiplica

en la de tantos vasallos,

que amantes le sacrifican
330

las proprias.

MAJESTAD.
Y también vemos

su Majestad aplaudida

en la lealtad de sus pechos,

siendo, para que los rija,

cada corazón un reino
335

y cada alma una provincia.

PLEBE.
   Pues empiece la Lealtad,

pues de más cerca le mira

que su propria majestad,

y más que su vida misma.
340

LEALTAD.
   Vuestros vasallos, en muestra

de que su lealtad se arguya,

cada uno diera la suya,

para conservar la vuestra:

pues mañosamente diestra,
345

a la eterna majestad,

pide una perpetuidad

tan grande, y tan sin medida,

que viváis en vuestra vida

tanto como en su lealtad.
350

Y pues amorosos

posponen su vida,

con que su lealtad

mejor se acredita:

MÚSICA Y TODOS.
   ¡Vivid, alto Carlos,
355

porque todos vivan!

MAJESTAD.
   Y quieren, cuando os dedican

las vidas y las personas,

multiplicaros coronas

como afectos multiplican,
360

pues en los que sacrifican

en aras de la lealtad,

a la divina bondad

piden, que la deseada

vida os dé tan dilatada
365

como os dio la majestad.

Y pues sus deseos

solamente aspiran

a veros reinar

edad infinita:
370

MÚSICA Y TODOS.
    ¡Vivid, alto Carlos,

porque todos vivan!

NATURALEZA.
    La Naturaleza ofrezca

a vuestra planta real,

que la vida natural
375

sobrenatural parezca.

Y tanto la dicha crezca,

que aunque sucesión reserve

en que sus leyes observe,

sin faltarnos vos jamás,
380

en el individuo más

que en la especie se conserve.

Y, pues, amorosa,

contra su orden misma

quiere conservaros,
385

amante y propicia:

MÚSICA Y TODOS.
   ¡Vivid, alto Carlos,

porque todos vivan!

VIDA.
   Y todos piden amantes

que, pues vuestros desengaños
390

hacen los instantes años,

viváis años por instantes,

que gloriosos y triunfantes

eternicen la corona

que en vuestras sienes se abona,
395

y que exenta y preferida,

exceda a todos la vida,

tanto como la persona.

Y pues en la vuestra

las demás se cifran,
400

y en ella tenéis

las demás unidas:

MÚSICA Y TODOS.
   ¡Vivid, alto Carlos,

porque todos vivan!

PLEBE.
   Carlos de mi corazón,
405

en quien hay tanta excelencia

que a no haceros rey la herencia

os hiciera la elección;

vivid de años un millón,

y pues a la luz salistes,
410

y más a reinar venistes

que a vivir, en mi entender,

habéis de reinar, o ver,

señor, para qué nacistes.

Y pues que la Plebe
415

en vos se ejercita

pues halla en vos modo

de buscar su vida:

MÚSICA Y TODOS.
   ¡Vivid, alto Carlos,

porque todos vivan!
420

MAJESTAD.
   Y pues la francesa

flor de lis divina,

que trasplantó a España

su pompa florida,

vive, porque goza
425

vuestra compañía:

MÚSICA Y TODOS.
   ¡Vivid, alto Carlos,

porque todos vivan!

VIDA.
   Y el águila sacra

de Mariana invicta,
430

que de vuestros rayos

bebe más que mira,

su vida dichosa

en vos multiplica:

MUSICA Y TODOS.
   ¡Vivid, alto Carlos,
435

porque todos vivan!

LEALTAD.
   Y el Cerda invencible,

que él solo acredita

vuestro imperio más

que la monarquía,
440

pues vive en vos como

vuestra sangre misma:

MAJESTAD.
    ¡Vivid, alto Carlos,

porque todos vivan!

NATURALEZA.
   Y la soberana
445

María Luïsa,

por quien vuestro imperio

ángeles domina,

se alimenta sólo

de vuestras noticias:
450

MÚSICA.
   ¡Vivid, alto Carlos,

porque todos vivan!

MAJESTAD.
   Y el senado que es,

en paz y justicia,

de Minos afrenta,
455

de Licurgo envidia,

pues todo su influjo

de Vos participa:

MÚSICA.
   ¡Vivid, alto Carlos,

porque todos vivan!
460

VIDA.
    Y las bellas damas,

a quienes admira

cobarde el deseo,

y la fe atrevida,

pues hacen con vos
465

del desdén caricia:

MÚSICA.
   ¡Vivid, alto Carlos,

porque todos vivan!

PLEBE.
   La Nobleza y Plebe

que con vos unida,
470

se exalta la plebe,

lo noble se humilla,

pues para serviros

están avenidas:

MÚSICA.
   ¡Vivid, alto Carlos,
475

porque todos vivan!

VIDA.
   Vivid, excelso monarca,

porque viva en vuestra vida

todo el reino.

(Dentro.)

¡Viva Focas!

VIDA.
Y... mas, ¿qué voz...?

(Dentro.)

¡Viva Cintia!
480

MAJESTAD.
    ¿Qué festivas voces son

las que al repetir que viva

Carlos dicen...

(Dentro.)

¡Viva Focas!

MAJESTAD.
Y prosiguen...

(Dentro.)

¡Viva Cintia!
485

PLEBE.
    Yo os lo diré; que cansados

de ver loa tan prolija,

empiezan ya la comedia.

LEALTAD.
   No es posible que eso elijan

porque no hay quién haga damas,
490

porque los que las hacían,

están ocupados.

PLEBE.
Pues,

¡buen remedio!, pues vestidas

estáis, vosotras podéis

hacerlas; pues si me dicta
495

bien el magín, la comedia

todas la tenéis sabida,

que es una de Calderón,

que dice, que es en la vida,

verdad y mentira todo.
500

Y con que tú hagas a Cintia,

Majestad; y la Lealtad

a la persona de Libia;

Naturaleza, el papel

que es de Ismenia; y yo y la Vida
505

lo que se ofreciere allí;

estaremos convenidas,

pues que resulta en obsequio

de Carlos todo.

NATURALEZA.
Advertida

estás; y pues que no cesan
510

sus voces, las nuestras digan,

cuando repitan las suyas:

(Dentro.)

    ¡Viva Focas, viva Cintia!

NATURALEZA.
   Con más hidalgos afectos,

¡vivan Carlos y María!
515

MÚSICA Y TODOS.
   ¡Vivan Carlos y María!