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Homero Aridjis

Biografía de Homero Aridjis

Laurence Pagacz
(Université Catholique de Louvain, Bélgica)

Vida y tiempos de Homero Aridjis: reminiscencias de un mundo futuro

La luz deslumbrante de México, poblada de monstruos aztecas y ángeles cristianos, se arroja sobre el escritorio del autor Homero Aridjis, dejando huellas bajo forma de palabras. Hombre de acción, tanto en la diplomacia, la cultura y la enseñanza como en la defensa del medio ambiente, Homero Aridjis es ante todo un hombre de letras. Se subraya principalmente su lirismo, su gran capacidad para crear imágenes: concibe la poesía como un arte visual, y la sola lectura de los títulos de sus poemarios dan una idea de su fascinación por la luz, la naturaleza y la vida urbana, lo cual coincide con sus intereses ecológicos. Pero es más. Manuel Durán escribe de él:

La poesía de Aridjis es torrencial, oscura, misteriosa, luminosa, todo a la vez; muy moderna pero también hecha de jirones de mitos, cavernas griegas o bíblicas, paraísos entrevistos en un sueño y que de pronto se transforman en infiernos. Poesía de delirio y alucinaciones atravesadas por las sombras de los antiguos griegos, los románticos alemanes y los surrealistas Música en sordina: tres poetas mexicanos. Bonifaz Nuño, García Terres, Aridjis», en 8 (1972): 30).

Homero y ChacmoolEl uso de «jirones de mitos» es, en efecto, una constante aridjiana, ya que su obra entera se puede considerar como la puesta en escena de un Edén subvertido, para retomar las palabras de Ramón López Velarde en El retorno maléfico: describe un mundo en destrucción o destruido por el hombre, lo que le permite reconsiderar la historia pasada y futura. Tanto en su prosa como en su poesía renace un México precolombino que utiliza para interrogar, metaforizar y deformar de manera imaginativa la sociedad actual. Aridjis recupera la herencia azteca y maya, y la pone a dialogar con la herencia clásica y bíblica. De todo ello emerge en su literatura una profunda reflexión sobre el destino inmediato de la Naturaleza y, a través de ella, sobre el destino de la humanidad. Por muy sombrío que sea, siempre quedará el amor, como Juan Rulfo escribió a propósito de Aridjis:

La poesía de Homero Aridjis es un símbolo del amor. Su obra es muy bella, sobre todo en el sentido de la expresión, que en él es muy original, muy nueva. Trata sus temas de una manera limpia. Debo aclarar que sus intenciones poéticas no son eróticas en el sentido que generalmente se da al erotismo, sino amorosas. Digo de Aridjis que es un poeta del amor, en el sentido más noble (Novedades, México, 1971).

Las líneas que siguen son un viaje a través de la vida y del trabajo literario de Homero Aridjis, desde los comienzos hasta la actualidad. Se busca proporcionar así una visión global de las circunstancias biográficas de las cuales surgió la obra aridjiana; los estudios críticos disponibles en este portal permitirán al lector profundizar en la comprensión y la interpretación de su trabajo.

«El mejor poeta joven de México»

Homero Aridjis de niño en su casa en ContepecContepec, Michoacán, es el pueblo que vio nacer al escritor en 1940, y que lo vio leer y escribir: después de soñar con ser futbolista, Aridjis padece un accidente de escopeta a los diez años, y su recuperación fue tan milagrosa que el autor suele hablar de ella como de una «resurrección». Tal vez podamos encontrar en este acontecimiento el origen del interés del escritor por el apocalipsis: este casi encuentro con la Catrina no sólo fue una catástrofe, sino también una revelación, la revelación de la lectura y de la escritura. En aquel entonces, lee y escribe cuentos y poemas, y hasta una novela histórica, La hija de Napoleón, que nunca publicó (conversación con Laurence Pagacz, 14/06/2012).

Su padre Nicias AridjisAsí pues, Contepec se convierte para Aridjis en su cuerno de la abundancia, del que brotan los temas y las luchas de toda su vida, que nunca separó de su obra: la obsesión por la luz, la descripción de la simplicidad y la brutalidad de la vida pueblerina, la fascinación por la mujer, la indignación contra los destructores de la naturaleza, la conciencia poética… Y, sobre todo, por ser el pueblo donde se forja su propia identidad: Soy hijo de dos mitologías: la griega y la mexicana[1], puesto que es hijo de un padre griego, Nicias Aridjis, y de una madre mexicana, Josefina Fuentes.

Su madre Josefina FuentesA los 17 años, Aridjis deja su pueblo michoacano y llega a la Ciudad de México para estudiar Filosofía y Periodismo. Pasa las mañanas escribiendo en la casa de huéspedes donde vive y las tardes tomando clases. Publica un año después La musa roja, un libro hoy inconseguible, pues fue desechado por el propio autor. Una tarde, siguiendo el consejo de un empleado de la librería Juárez (conversación con Laurence Pagacz, 25/06/2012), quien se percató de su gusto por la literatura, se dirige al Centro Mexicano de Escritores (CME) y participa en los talleres literarios de los maestros de los años 50, los escritores Juan José Arreola y Juan Rulfo, con quienes mantuvo una estrecha amistad. A ese centro acudían escritores como Vicente Leñero, Carlos Payán, Fernando del Paso y Juan Martínez. El primer día, al darse cuenta de que Aridjis juega ajedrez, Arreola lo invita a jugar en su casa y de esta manera se volvieron amigos íntimos. También jugaba al ajedrez en casa de Arreola el futuro escritor Eduardo Lizalde. Lo formó Arreola no sólo en el taller sino también durante las partidas de ajedrez:

No sólo escuché en el taller pláticas sobre literatura sino también durante las partidas de ajedrez, ya que acostumbraba recitar versos de Ramón López Velarde, Francisco de Quevedo, Rilke, García Lorca, Pablo Neruda, Paul Claudel y otros (Conversación con Laurence Pagacz, 13/09/2012).

A los 19 años, entre 1959 y 1960, Aridjis se convierte en el becario más joven en la historia del CME. Sus primeras publicaciones aparecen en la Revista de Literatura Mexicana, en un número dedicado a los poetas nuevos. A los 20 años, publica una de las obras que trabajó en el CME: en Los ojos desdoblados, dedicado a Juan José Arreola, escribe sobre la mujer como ente divino. Su segunda obra, La tumba de Filidor, publicada a los 21 años, influiría en unos escritores de la Onda, esta corriente urbana y juvenil, marginal y rockera, y esencialmente transgresora» (Giardinelli, 1989: 24). Aridjis le manda el libro a Paz, que está en París, y éste le contesta con una carta muy elogiosa. Inician una correspondencia y al año siguiente su relación personal está marcada por un acto de consagración que lleva a Paz a declarar en una entrevista con el Excélsior antes de irse a la India como embajador, en 1962: Aridjis es el mejor poeta joven de México.

En su prólogo a la Literatura mexicana hacia el tercer milenio (2000), de Agustín Cadena y Gustavo Jiménez Aguirre, José Agustín identifica en los años 60 un momento de auténtico entusiasmo por la literatura de autores jóvenes. Según Mendiola, este momento fue único en la historia reciente de la poesía mexicana:

Octavio Paz y Jaime Sabines dominaron de una manera tan absoluta que se volvió muy difícil descubrir lo nuevo. Asimismo, poetas como Chumacero, Bonifaz Nuño, Ramón Xirau, Tomás Segovia, Eduardo Lizalde, Gabriel Zaid, José Emilio Pacheco u Homero Aridjis han acaparado, con toda razón, los reflejectores [sic]; aunque ellos también sufrían el resplandor de Paz. Los últimos poetas reconocidos cabalmente en México son Pacheco y Aridjis. Después quién sabe qué pasó (Cadena y Jiménez Aguirre, 2004: 72).

Sin embargo, a partir de la generación de Aridjis se empieza a tomar en cuenta la voz de los jóvenes: éstos publican antes de los treinta años (antes de los veinte, en el caso de Aridjis y Pacheco); surgen nuevos medios de apoyo cultural tales como premios, talleres y becas, preludio al nacimiento de Conaculta (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes) en 1988; nacen nuevas editoriales que dan a conocer a jóvenes vanguardistas (Joaquín Mortiz, Era, Siglo XXI…); las revistas literarias pululan (Cuadernos de Bellas Artes, Cuadernos del Viento, S. Nob, El Corno emplumado, Diálogos, Mester, Correspondencias…): los textos de Homero Aridjis se encuentran publicados en todas ellas.

Pero es con su poemario Antes del reino (1963) que su lírica se hace más notable y augura el futuro de la obra del poeta, como apunta Guillermo Sucre en su prólogo a la antología poética de Aridjis publicada por Akal:

Si de alguien es válido decir –en plena gestación de su obra– que es un joven maestro, ese, creo, sería Aridjis: poeta a la vez naïf y muy elaborado, ancestral y también muy moderno. Toda su obra –desde Antes del reino– es la continuada conquista del esplendor (en Aridjis, 1977: 7).

«Mirándola dormir» (1967), Joaquín MortizA los 24 años, en 1964, Aridjis es el escritor más joven hasta hoy en recibir el premio Villaurrutia, con Mirándola dormir, una obra de amor erótico en prosa poética, tejida con referencias clásicas. La recepción crítica saluda la madurez y la belleza del libro. En su prólogo a la edición española de Noche de independencia seguido de Mirándola dormir, Joaquín Marco escribe al respecto:

El lector de Aridjis debe avanzar en el texto sin oponer resistencia. No hay más lógica que la que dicta el texto mismo y la que nos otorga el creador. Es así como, lanzado por el discurso entre las imágenes desbordadas, se sitúa en el justo camino de la comprensión de uno de los más bellos, profundos y renovadores poemas de amor de nuestra lengua (en Aridjis, 1978: 17-18).

En 1967, Aridjis publica Perséfone, una obra entre la poesía y el relato, reinterpretación del mito homónimo. Perséfone cuenta 36 horas en la vida del narrador en primera persona, enamorado de Perséfone, una prostituta que trabaja en un antro. La fascinación por la mujer llega a altas cotas; es un libro experiencial que no tiene equivalente en el recorrido del autor y que corresponde a una parte juvenil y noctámbula de su vida.

La poesía de esa época –es decir, antes de viajar y vivir fuera del país durante catorce años– se caracteriza por una fuerte presencia de lo femenino relacionado con la naturaleza, la alabanza de la mujer y las experiencias esenciales (creación/sexo/muerte). La influencia de la Biblia y de la mitología griega se manifiesta también en algunos temas y en las construcciones cíclicas y repetitivas de los poemas, que se parecen a letanías.

«Correspondencias 1» En 1965, Octavio Paz y Homero Aridjis, junto con Alí Chumacero y José Emilio Pacheco, empiezan a componer la antología Poesía en movimiento (1966), que publicó la editorial Siglo XXI. Esta antología tuvo una gran repercusión en el ámbito de las letras mexicanas y benefició de más de cuarenta reimpresiones desde entonces. En 1966, Aridjis funda una revista de poesía, Correspondencias, pero sólo alcanza sacar tres números, debido a su partida a Europa con una beca Guggenheim.

Ya se puede dibujar cierta genealogía literaria de Homero Aridjis, por los epígrafes que abren sus obras y por las referencias contenidas en las mismas: sus maestros están muy lejos en el tiempo. Como escribió el autor en el poema «Autorretrato a los 54 años»:

En el comedor de mi casa
tuve mis primeros amores:
Dickens, Cervantes, Shakespeare
y el otro Homero.

Dante y San Juan de la Cruz, Baudelaire, Hölderlin y Novalis también están entre sus predilectos. Se siente cercano a Neruda por la poesía amorosa y –añado yo– a Arreola y Rulfo por el lado fantástico de sus obras, así como a López Velarde por la mezcla de referencias antiguas, modernas y bíblicas.

Tiempo de viajes

La beca Guggenheim, otorgada en 1966, da un giro a su obra y a su vida. Decide ir a vivir primero a París y luego a Londres, con estancias intercaladas en Italia, España y Grecia. Poco después de su llegada a París Aridjis conoce a Henri Michaux, con quien mantiene conversaciones sobre San Juan de la Cruz, Ruysbroeck y el mundo mágico mexicano. Esta amistad poética dura hasta la muerte de Michaux en 1984.

Aridjis tuvo la suerte de crecer como poeta y escritor en pleno boom latinoamericano. Asiste al XXXIV Congreso Internacional del PEN Club celebrado en junio de 1966 en Nueva York, donde se relaciona con varios poetas latinoamericanos de generaciones anteriores como Pablo Neruda, Haroldo de Campos, Nicanor Parra, Alberto Girri, H. A. Murena y Juan Liscano, y los novelistas del boom Mario Vargas Llosa, Juan Carlos Onetti, João Guimarães Rosa, Ernesto Sábato y Carlos Martínez Moreno, además de las figuras literarias Victoria Ocampo y Emir Rodríguez Monegal. También asistieron los mexicanos Carlos Fuentes y Marco Antonio Montes de Oca. Por cierto, en su primera visita a Nueva York, en febrero del 66, Aridjis conoce al vicepresidente del Centro PEN americano, Lewis Galantière, quien le pide elaborar una lista de escritores latinoamericanos para invitar al Congreso, porque se buscaba tener una buena representación de ellos. La mayoría de los veintitrés del grupo latinoamericano estaban en la lista de Aridjis. En el Festival dei Due Mondi de Spoleto, en julio de 1967, se encuentra de nuevo con Paz y lee poesía junto a poetas de la talla de Giuseppe Ungaretti, Allen Ginsberg, John Berryman, Stephen Spender, Ingeborg Bachmann y Rafael Alberti, y conoce a Ezra Pound.

De 1969 a 1971­­­, Aridjis imparte clases sobre literatura latinoamericana en las universidades de Indiana y Nueva York. Aridjis compone la antología para cursos universitarios Seis poetas hispanoamericanos de hoy (1972), que incluye a Vicente Huidobro, César Vallejo, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Octavio Paz y Nicanor Parra, con información y notas a los poemas proporcionadas por los mismos autores entonces vivos. También durante este periodo publica el libro 330 grabados originales de Manuel Manilla (1971), en colaboración con el nieto de Antonio Vanegas Arroyo, el impresor original del grabador mexicano del siglo XIX. Son años prolíficos para el escritor: en Ajedrez – Navegaciones (1969) se observa un acercamiento a la prosa, con situaciones poéticas e historias cortas, con versos mucho más largos. Los espacios azules (1969) trabaja con la luz y la naturaleza: usa el color y la luz a la manera de un pintor; el resultado de ello son poemas visuales. El poeta niño (1971) y El encantador solitario (1973) integran elementos autobiográficos que se retomarán luego en La montaña de las mariposas (2000); el primer texto contiene relatos un tanto fantásticos, poemas, poemas en prosa, mientras que el segundo es un relato corto.

En 1972, Aridjis es nombrado Consejero Cultural en la Embajada de México en el Reino de los Países Bajos y, en 1976 y 1977, sucesivamente embajador en Suiza y en los Países Bajos. Alejado de México, Aridjis escribe mucho y, sobre todo, se interesa en la cultura precolombina. Recién llegado a La Haya, consigue la primera edición de la Historia general de las cosas de la Nueva España de Bernardino de Sahagún en la subasta de la biblioteca de un holandés apodado «el maya loco». Quemar las naves (1975) introduce unos poemas de reflexión sobre la historia de México, aunque es casi exclusivamente una oda a la luz. Vivir para ver (1977) es un elogio a la vida cotidiana en el que se celebra el mundo alrededor, como son montañas, frutos, personas, etc., al mismo tiempo que una suma de poemas que remiten a la cultura prehispánica y a la historia mexicana. Refiriéndose a estos dos libros, César Antonio Molina encuentra que «una brillante claridad, una gran desnudez para suplantar ese halo de misterio, se vuelca sin límite» (Camp de’l arpa, Barcelona, 1977). Testigos de la estancia de Aridjis en los Países Bajos son los relatos Playa nudista (1982), que se presenta como un mural nudista, con una descripción de los cuerpos cercana a la estética grotesca, y «La calle de las vidrieras» (en La Santa Muerte, 2004), designando la calle roja principal de Ámsterdam, además de tres poemas sobre cuadros de Vermeer, Rembrandt y Sanredam para un volumen de textos sobre las obras en el Mauritshuis, el gran museo en La Haya que solía visitar el autor todas las semanas. Entre otros intelectuales a quienes el museo pidió colaboraciones se cuentan Marguerite Yourcenar, J. M. G. Le Clézio, Ernst Gombrich, Nikolaus Harnoncourt, Susan Sontag, Helmut Schmidt y Frank Stella. Durante estos ocho años Aridjis es invitado a menudo a participar en «Poetry International» en Rotterdam. En 1974, en este festival de poesía, encabeza el «Proyecto Mexicano», que consiste en la traducción en catorce idiomas de poesía indígena de iniciación al éxtasis, desde los aztecas hasta los huicholes.

En 1979, tras dejar el servicio diplomático, pasa un año en Nueva York con una segunda beca Guggenheim, y como poeta residente en Columbia University.

Tiempo de luchas

Homero Aridjis en el Museo de la Máscara, Morelia, 1981 Homero Aridijis en el I Festival Internacional de Poesía Morelia, 1981 Al regreso de Aridjis a México en 1980, Cuauhtémoc Cárdenas, el gobernador entrante del Estado de Michoacán, le encomienda fundar el Instituto Michoacano de Cultura. Durante sus dos años como director general crea un gran museo de máscaras mexicanas, establece bibliotecas en diez municipios del estado y organiza el Primer Festival Internacional de Poesía de Morelia (1981). Entre los veintiocho poetas traídos a México –la mayor parte por primera vez– estuvieron los futuros ganadores del Premio Nobel Seamus Heaney, Günter Grass y Tomas Tranströmer, además de Jorge Luis Borges, Tadeusz Rozewicz, Kazuko Shiraishi, Allen Ginsberg, W. S. Merwin, Joao Cabral de Melo Neto, Vasko Popa, Andrei Voznesenski, Cintio Vitier, Lasse Söderberg y Bert Schierbeek. El 14 de agosto de 1982 el gobernador cancela abruptamente el segundo festival, supuestamente en solidaridad con el presidente José López Portillo, quien decretó el día 13 que todos los depósitos bancarios en moneda extranjera deberían convertirse obligatoriamente a moneda nacional. Los llamados «mexdólares» significaban una pérdida considerable para los poseedores. Al mismo tiempo, se cerraba el mercado cambiario. Aridjis logra salvar el Festival y hacerlo en la Universidad Nacional Autónoma de México, en la Ciudad de México, con poetas como Ted Hughes, Yehuda Amichai, Hans Magnus Enzensberger y Octavio Paz, entre otros. Este desafío al poder político le valió un boicot de sus obras durante unos años (conversación con Laurence Pagacz, 27/07/2012).

Homero Aridjis en el II Festival Internacional de Poesía Ciudad de México, 1982 El cineasta Luis Buñuel y Homero Aridjis en 1982 En dos décadas (entre 1970 y 1992), la Ciudad de México pasa de 650 km² a 1300 km² (López González, 1993: 677) y de 5 millones de habitantes en 1960 a 18,2 millones en 2000. Eso hace decir a López González: en veinte años la ciudad fue volviéndose inabarcable, extraña (extranjera), para sus habitantes, extrañeza perfectamente literaturizada en (677). Este sentimiento se nota en el periodo casi exclusivamente prosístico de Homero Aridjis: publica poca poesía entre 1977 y 1990, excepto el poemario Imágenes para el fin del milenio (1986) y Construir la muerte (1982), que está caracterizado por una tonalidad más oscura –la muerte, la noche, la soledad, la podredumbre, el cementerio, el vampiro…–. Su relato corto Noche de independencia (1978) es claramente influenciado por el culto mexicano de la muerte, pero también por el ambiente rock y beat que movió la literatura de La Onda, sin que se extienda la influencia ondera al lenguaje. Fernando del Paso opina: En la atmósfera densa de esta narración, lograda con tanta maestría por Homero Aridjis, se respira la angustia en que se traducen la diversión y el placer concebidos como una obligación, como una carga ineludible (en Proceso, México, 21/05/1979). Se publican luego sus primeras obras de teatro, Espectáculo del año 2000 (1981) y Moctezuma (1981). Espectáculo…, marcada por el milenarismo, describe el arribo masivo del pueblo de México al bosque de Chapultepec donde se dice que ha nacido un Niño de Luz que abrirá el tercer milenio. El lector testimonia diversos diálogos de personajes emparejados (Él-Ella, Adán-Nada, por ejemplo). En Moctezuma, el emperador está muerto y se encuentra bajo forma de sombra en el Mictlán, el inframundo prehispánico que se confunde con el Hades griego, frente a los dioses de la Muerte que parecen más vivos que él. Después de ver Moctezuma, que define como un espectáculo onírico, un espectáculo de pesadilla, de angustia, pero demasiado organizado para ser una pesadilla (en Excélsior, México, 19/05/1982), Luis Buñuel califica a Aridjis de «surrealista», considerándolo como un «gran elogio».

El último Adán (1982 y 1986) es un Génesis al revés en el que el hombre destruye el mundo en seis días y asiste a la regeneración de la naturaleza. De nuevo, esta obra llama la atención de Luis Buñuel:

El apocalipsis será obra del hombre y no de Dios, lo que a mi juicio es una verdad absoluta. Ésa es la gran diferencia entre el delirio apocalíptico de El último Adán y la mediocre descripción de San Juan. Sin duda, la imaginación humana se ha enriquecido al paso de los siglos. La narrativa es una permanente y obsesiva reiteración que a mi juicio contribuye poderosamente a la terrible atmósfera de ese apocalipsis delirante de Aridjis cuyo título podría ser también: «Dies irae, dies illa, solvet saeclum in favilla» (Unomásuno, México, 1983).

Carta de Luis Buñuel a Homero Aridjis El cineasta quería llevar la obra al cine, pero su edad no se lo permitió.

Rufino Tamayo, Octavio Paz, Olga Tamayo y Homero Aridjis, del Grupo de los Cien, 1986Un día del invierno de 1985, impulsado por una carta enviada a un periódico por el poeta Ramón Xirau sobre la contaminación en la Ciudad de México, Aridjis funda el Grupo de los Cien, que nace oficialmente el 1 de marzo. Cien artistas e intelectuales de primer orden, entre los que se cuentan Gabriel García Márquez, Juan Rulfo, Octavio Paz, Álvaro Mutis, Rufino Tamayo, Leonora Carrington y Elena Poniatowska, aceptan por entonces formar parte de este grupo y defender el medio ambiente. Bajo la presidencia de Aridjis y urgido por el Grupo, el gobierno empieza a publicar diariamente los niveles de contaminación atmosférica en el Distrito Federal. Gracias al Grupo se logró la veda de la matanza de la tortuga marina en las playas mexicanas, la protección de los bosques que acogen la mariposa monarca en el invierno y la preservación de la laguna costera donde se reproduce la ballena gris. La lucha incansable de Aridjis por la causa medioambiental se ha visto reconocida a nivel internacional: el Grupo de los Cien recibió el Premio Global 500 de las Naciones Unidas en 1987; y en particular Homero Aridjis, junto con su esposa, recibió de las manos de Gorbachov el Green Cross Millenium Award for International Environmental Leadership en 2002.

El derrumbe del mundo, si siempre formó parte del horizonte literario de Homero Aridjis, llega a su cima en esta época de fin de siglo, a partir de 1985, como anuncia el poema «Profecía del hombre» en Quemar las naves (1975):

Las nubes colgaron como hollejos / los ríos se estancaron muertos / se extinguieron las aves y los peces / en las montañas se secaron los árboles / la última ballena se hundió / en las aguas como una catedral / el elefante sucumbió / en el zoológico de una ciudad sin aire / el sol pareció una yema arrojada en el lodo / los hombres se enmascararon / sin noche y sin día / caminaron solitarios por el jardín negro.

«1492. Vida y tiempos de Juan Cabezón de Castilla» (1985), Siglo XXI «Memorias del Nuevo Mundo» (1988), Edhasa Hay siglos en los que no pasa nada y años en los que pasan siglos, ha dicho Homero Aridjis refiriéndose al año 1492, alrededor del cual escribe las novelas histórico-apocalípticas 1492. Vida y tiempos de Juan Cabezón de Castilla (1985) y Memorias del Nuevo Mundo (1988). Por su magistral recreación de la época y su esfuerzo documental y estilístico, Aridjis obtiene premios y el reconocimiento de la crítica: para Giuseppe Bellini, 1492. Vida y tiempos de Juan Cabezón de Castilla es sin duda una de las novelas de mayor relieve del siglo XX, digna de figurar entre las obras maestras de la narrativa hispanoamericana (Bellini, 1997: 618). Mientras que 1492. Vida y tiempos de Juan Cabezón de Castilla fue galardonada con el Premio Grinzane Cavour, Memorias del Nuevo Mundo fue la ganadora del Premio Literario Internacional Diana Novedades.

La obra dramática Gran teatro del fin del mundo (1989 y 1994) remite a El último Adán por el contexto de fin del mundo provocado por una guerra nuclear: los personajes de los seis textos que componen el libro aluden a figuras históricas tales como Calderón de la Barca, Cristóbal Colón o Maximiliano y Carlota y son actores que saben que morirán después de su última representación. Imágenes para el fin del milenio – Nueva expulsión del paraíso (1990) y El poeta en peligro de extinción (1992) describen un mundo en camino hacia su fin: la naturaleza y la sociedad sufren heridas, mientras el estatuto del poeta se asemeja al de los animales en peligro de extinción. El díptico del México apocalíptico, La leyenda de los Soles (1993) y ¿En quién piensas cuando haces el amor? (1996), cuentan el fin del Quinto Sol en la Ciudad de México. Según una leyenda azteca, el mundo fue creado cinco veces y destruido cuatro veces, y el Quinto Sol –la quinta era– finalizará con grandes terremotos. El señor de los últimos días: visiones del año mil (1994) recrea la confrontación en la España del año mil de cristianos y musulmanes, mientras que como de una crisálida nace la lengua española. Tiempo de ángeles (1994), en que se considera la poesía como la lengua de los ángeles, constituye una respiración en el ambiente catastrofista del fin del mundo. Lo que se destaca de este periodo es la reflexión histórica hacia el pasado (1492…, Memorias…, Gran teatro…, El señor…) y hacia el futuro (La leyenda…, ¿En quién…?), que se presenta como una indagación en los fundamentos de la cultura mexicana: la Conquista y la mitología precolombina. Su ensayo, Apocalipsis con figuras (1997), recoge sus investigaciones sobre el apocalipsis y el milenarismo.

Homero Aridjis, elegido presidente del PEN, 1997Aridjis fue presidente del PEN Internacional de 1997 a 2003, y es en la actualidad presidente internacional emérito de esta ilustre institución establecida en Londres en 1921. Bajo su presidencia llegó a establecer el español como una de las lenguas de trabajo y se revisaron completamente los estatutos del grupo. Durante estos años no deja de escribir y publicar poesía y prosa. Ojos de otro mirar (1998) es un poemario compuesto de autorretratos a distintas edades y de miradas hacia la Grecia antigua, así como de poemas más oscuros sobre la muerte o el fin del milenio. La montaña de las mariposas (2000) es una novela que se basa en recuerdos de la infancia de Aridjis, en tono fantástico. El ojo de la ballena (2001) toma su título de la celebración poética de la presencia de la ballena gris en la Laguna de San Ignacio, pero está compuesto de poemas escritos entre 1999 y 2001 sobre temas diversos: el doble, la muerte, el mundo como laberinto, así como autorretratos del mismo poeta y reflexiones sobre el lugar de la poesía. La Zona del Silencio (2002) trata el tema de la reencarnación a través de un universo de historias entremezcladas con personajes duales (cada personaje es poseído o es una reencarnación de otro espíritu («La Zona del Silencio de Homero Aridjis. Un amor truncado que traspasó la barrera del tiempo», en Aridjis, 2002: 5)). En una entrevista dada a Eve Gil, Aridjis define esta novela como novela new age porque en esa zona se rompen las barreras del tiempo y del espacio (Me gusta encontrar territorios desconocidos: Homero Aridjis, autor de La zona del silencio. Siempre! (2004): 50-51). Algunos de los cuentos reunidos en La Santa Muerte: sexteto de amor, las mujeres, los perros y la muerte (2004), como el kafkiano «Una condición excepcional», presentan rasgos aún desconocidos en la escritura de Aridjis. Por fin, la novela El hombre que amaba el Sol (2005) y Los poemas solares (2005) indagan en uno de los temas favoritos del poeta, el Sol. A propósito de este último escribe Yves Bonnefoy, en su prefacio de la traducción francesa del poemario:

Una gran llama pasa a través de las palabras, la poesía de Homero Aridjis enciende la realidad en imágenes que a la vez la iluminan y la consumen, haciendo la vida una hermana del sueño. Aridjis es un gran poeta; nuestro siglo tiene gran necesidad de él (en Aridjis, 2009).

También son los años en los que escribe tres novelas infantiles, El silencio de Orlando (2000), El día de los perros locos (2003) y El tesoro de la Noche Triste (vuelven los perros locos) (2005). Los protagonistas de las tres novelas son animales (un perico y perros): la primera cuenta la historia de un perico que salva el mundo de los tzitzimime, los monstruos aztecas del crepúsculo; la segunda embarca al lector en las travesías de un grupo de perros callejeros; la tercera continúa las aventuras de los perros locos con una búsqueda del tesoro perdido de Moctezuma. La novela juvenil La búsqueda de Archelon (odisea de las siete tortugas) (2006) ha sido calificada como un Señor de los anillos de los océanos, según escribe por Dick Russell en la contraportada del libro.

Entre 2007 y 2010, Aridjis volvió a ser embajador de México, ante la UNESCO en París, donde defendió la diversidad cultural y la libertad de expresión. Mientras tanto, en México, el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012) está marcado por la violencia y el terror de la lucha anti-narco, que sirve de pretexto para deshacerse de los indeseados. La cifra total de muertes violentas en los seis años –excluyendo, pues, a los desaparecidos y los torturados– es de 121 mil 683, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía: esta cifra se acerca a la de una guerra. En el marco cultural surgen la «narcoliteratura» y los estudios sobre la literatura de la frontera entre México y Estados Unidos. Aridjis se basa en su experiencia personal en clave mitológica precolombina en Sicarios (2007): un año en que vivió bajo protección policial, tras recibir amenazas de muerte, sea por su lucha contra el proyecto de Mitsubishi y el gobierno de México de construir la salinera más grande del mundo en el lugar donde da a luz la ballena gris, sea por su defensa pública de los periodistas cuando fue presidente del PEN. Los sicarios son los asesinos oficiales, protectores de los poderosos: Aridjis, lejos de sentirse a salvo, vivió la protección oficial como una fuente más de preocupación. Los invisibles (2010), novela escrita en París, trata el tema de la invisibilidad, tal como La zona… trata el tema de la reencarnación: se vislumbra un interés por lo esotérico y lo místico. Es una novela fantástica, casi picaresca, que reflexiona sobre la invisibilidad de los marginados a través de la invisibilidad real del personaje principal. También es un homenaje al flâneur de Baudelaire y a otros escritores franceses (Rimbaud, Nerval, Balzac) que inspiraron a Aridjis.

En la actualidad

Al regresar a México, Aridjis sigue fiel a su fama de escritor incansable. Publica el poemario Diario de sueños (2011), que consiste en una suma de poemas redactados a partir de sueños, y próximos, por su temática, a El poeta niño (1971). La novela Los perros del fin del mundo (2012) es un thriller mitológico que sugiere el regreso de los dioses sanguinarios bajo forma de narcotraficantes, sicarios y policías psicópatas. La dura realidad de Ciudad Juárez, comparada con el infierno de Dante, se mezcla con el inframundo de los mexicas. Se acerca, por el tratamiento y el tema, al díptico apocalíptico de los años 90, La leyenda… y ¿En quién…?, así como, de cierta manera, a Sicarios. También sale en 2012 Noticias de la tierra, elaborado con su esposa Betty Ferber. Según leemos en la contraportada del libro, Lester Brown considera que nadie en México ha hecho una contribución más importante para proteger el medio ambiente del país –un esfuerzo que ha producido una onda expansiva a través del mundo. Según ha confesado el propio Aridjis, este libro pretende ofrecer una especie de biografía de [su] relación con la Tierra, a través de [sus] escritos y activismo ambiental con el Grupo de los Cien. Al mismo tiempo, presenta un panorama de la evolución de la conciencia ecológica en México (Aridjis, 2012:13).

Con Esmirna en llamas (2013), Aridjis reanuda con su gusto por la investigación histórica incorporando, por primera vez en una novela, temas de la mitología clásica, como en Perséfone. La novela se basa en las experiencias de Nicias Aridjis, el padre del autor, capitán en el ejército griego en la guerra contra los turcos, que culmina con la quema de Esmirna en 1922, e incluye un archivo fotográfico. El poemario Del cielo y sus maravillas, de la tierra y sus miserias (2013) abarca los temas preferidos del autor: la mezcla de pasado y de presente, de inframundo y de paraíso, en clave mitológica y literaria (en este caso, le inspiraron Dante, Swedenborg, Blake y también la nota roja de los crímenes cometidos en el México actual). Su novela más reciente, Ciudad de zombis (2014), es una metáfora espeluznante del México de hoy. Aridjis comenta:

Es una fauna siniestra que tenemos en México, capaz de cometer crímenes atroces. Son literalmente desalmados, sin alma. Cuando un individuo pierde su identidad, se convierte en instrumento del mal, por eso los sicarios son como zombis (El Golfo, Veracruz, 09/09/2014).

En la actualidad, a los 75 años, Aridjis vive en la Ciudad de México. Sigue activo en la defensa de la Tierra, y sus opiniones son solicitadas por los medios de comunicación en su calidad de ambientalista y escritor. Estuvo presente el poeta en los eventos que conformaron la larga cartelera de la celebración del centenario de Octavio Paz en marzo de 2014, y junto con Derek Walcott, Wole Soyinka, Charles Simic, Lasse Soderberg y otros leyó poemas propios y uno de Paz. Continúa viajando y dando lecturas y conferencias en México, EE. UU., Europa y África. En junio de 2015 fue elegido presidente de la Swedenborg Society, con sede en Londres.

BIBLIOGRAFÍA

  • ARIDJIS, Homero. Sobre una ausencia. Madrid: Akal, 1977.
  • ——. Noche de independencia. Mirándola dormir. Madrid: Ultramar, 1978.
  • ——. La Zona del Silencio. México DF: Alfaguara, 2002.
  • ——. Les poèmes solaires. Précédé de Le poète en voie d'extinction et suivi de Baleine grise. Trad. de l'espagnol (Mexique) par Ivan Alechine. Préface d'Yves Bonnefoy. Paris: Gallimard, Collection Poésie, Mercure de France, 2009.
  • —— y FERBER, Betty. Noticias de la Tierra. México DF: Random House Mondadori, 2012.
  • BELLINI, Giuseppe. Nueva historia de la literatura hispanoamericana. Madrid: Castalia, 1997.
  • CADENA, Agustín y JIMÉNEZ AGUIRRE, Gustavo, eds. Literatura mexicana hacia el tercer milenio: poesía-narrativa-ensayo. México, DF: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2000.
  • DURÁN, Manuel. «Música en sordina: tres poetas mexicanos. Bonifaz Nuño, García Terres, Aridjis». Plural: Crítica, Arte, Literatura 8 (1972): 29-31.
  • GIARDINELLI, Mempo. «Panorama de la narrativa mexicana en los 80’s». Ínsula 512-513 (1989): 22-24.
  • LÓPEZ GONZÁLEZ, Aralia. «Quebrantos, búsquedas y azares de una pasión nacional (dos décadas de narrativa mexicana: 1970-1980)». Revista iberoamericana 164-165 (1993): 659-685.
  • MENDIOLA, Víctor Manuel. «Nota para una poética». Graffylia: Revista de la Facultad de Filosofía y Letras 3 (2004): 69-75.

[1] Aridjis repitió esta frase en varias ocasiones. Por ejemplo en la entrevista otorgada a José Antonio Monterrosas Figueiras y publicada el 3 de julio de 2009. [Consultada: 18/06/2014].

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