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El soneto fue reproducido en César Rodríguez Chicharro, «Xavier Villaurrutia, Marcial Rojas y Ulises», La palabra y el hombre, abril-junio (1973): 3-14. Este artículo desenmascara el seudónimo de Marcial Rojas. En un escrito autobiográfico, Celestino Gorostiza aclaró la verdad: «El expectador era en realidad libelo semanario en el que dábamos rienda suelta al humor y a la ironía, y en el que nos dedicábamos a molestar a los teatros comerciales y muy especialmente, a la vez muy injustificadamente, al magnífico actor y caballero que fue Alfredo Gómez de la Vega» [Celestino Gorostiza, El trato con escritores (México: INBA, 1964): 104].

 

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No es correcto el dato muy difundido de que la primera obra mexicana llevada a la escena por un grupo experimental fue Proteo de Francisco Monterde. Lo encontramos primeramente en Magaña Esquivel, Imagen: 89; y ha sido repetido por muchos autores (Grínor Rojo, Yolanda Argudín, etc.). Otras obras merecen este lugar: Una farsa de Diez Barroso (est. 5 de septiembre de 1926), El último juicio de List Arzurbide (est. 29 de octubre de 1930), El mundo sin deseo de Francisco Navarro (est. el 19 de junio de 1931 en La Habana), y otras. En 1931 Bustillo Oro escribió sus tres mejores obras, que aunque fueron estrenadas hasta el año siguiente, por lo que no distan mucho del año estreno de Proteo (Teatro de Orientación, 17 de septiembre de 1931).

 

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La información del Teatro de Orientación incluida en este estudio es un resumen cotejado de diversas fuentes, destacando a Mendoza López, Primeros renovadores: 31-33; Magaña Esquivel, Medio siglo: 67-80; Usigli, México: 134; Celestino Gorostiza, «Apuntes para una historia»: 26; y Villaurrutia, Textos: 163-68, 177-82 y 190. Además se incluye información procedente de la correspondencia inédita de José Gorostiza.

 

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No he podido identificar a Julián Gómez Gorkin. No existe libro suyo en la red de bibliotecas norteamericanas, ni se le cita en los libros críticos o bibliográficos referentes al teatro mexicano y latinoamericano. En el análisis cuantitativo del Teatro de Orientación lo incluyo como mexicano.

 

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Con esta definición de moralidad, Enrique Díez-Canedo califica a El hombre deshabitado de Rafael Alberti, pieza estrenada en Madrid en 1931 por la compañía mexicana de María Teresa Montoya y Ricardo Mondragón.

 

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Esta cita pertenece a «Breve noticia», que sirvió de prólogo a una lectura de Ifigenia cruel en casa del escritor Gonzalo Zaldumbide, en París (12 de diciembre de 1925). Fue publicada en francés en Revue de l'Amérique Latine (1 de febrero de 1926). Además en Reyes, Ifigenia cruel: 11.

 

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El único ensayo crítico sobre el teatro de Francisco Navarro es de John B. Nomland, Teatro mexicano contemporáneo 1900-1950 (México: INBA, 1967): 226 y 259-60. Otros críticos lo citan someramente, véase Anna L. Oursler, El drama mexicano desde la revolución hasta el año de 1940 (México: Edición de autor, 1947): 41; y Chris N. Nacci, Concepción del mundo en el teatro mexicano del siglo XX (México: Impresora Económica, 1051): 13. También es incluido en Margarita Mendoza López et al., Teatro mexicano del siglo XX, 1900-1986 Catálogo de obras teatrales (México: IMSS, 1987) tomo II: 82-83; y en Ruth S. Lamb, Bibliografía del teatro mexicano del siglo XX (México: Ediciones de Andrea, 1962): 89. Sobre las labores diplomáticas de Navarro véase Gabriel Agraz García de Alba, Jalisco y sus hombres (Guadalajara: EDA, 1958): 178-79.

 

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Como crónica de la estancia en New Haven, existen publicadas las dieciséis Cartas de Villaurrutia a Novo, dos de ellas con una posdata de Usigli. La primera carta fechada es de octubre de 1935, y la última es de julio de 1936. Por ellas conocemos los estudios y el diario vivir de estos escritores en cierne. Abundante fue el repertorio de piezas que ambos tuvieron la suerte de ver en la escena americana. Sobresalían en su recuerdo varias producciones: An American Tragedy de Dreiser, en una versión de Piscator; St. Joan de George Bernard Shaw; Murder in the Cathedral de Eliot y Espectros de Henrik Ibsen, ésta con la actuación de Alla Nazimova, la introductora del método de Stanislavski a los Estados Unidos. Para Usigli la estancia en Yale era su segunda salida al extranjero; había visitado los Estados Unidos con anterioridad. Por su parte, Villaurrutia nunca más abandonaría México, ni por la tentación de conocer el continente europeo.

 

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El autor dedicó esta obra a su amigo Xavier Villaurrutia, con una larga carta que incluyó en la publicación: «Querido Xavier: Debo a nuestras conversaciones que usted ha hecho camino siempre por el filo de la inteligencia y bajo la esfera de la lucidez, mi interés por la farsa que me parece una modalidad más depurada y poética del teatro» (Teatro, 1: 404). En esta dedicatoria de La última puerta, Usigli recuerda sus conversaciones con Villaurrutia sobre el género de la farsa, y agrega: «No pretenderé que sea usted precisa y absolutamente el culpable de que incurra yo en ese género, pero su presencia mental en mí vino a anudar oportunamente varias ideas dispersas» (Teatro, 1: 404).

 

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Las cartas que envió Villaurrutia a Novo son un excelente documento para conocer la estancia de los jóvenes autores en Yale. Usigli también hace algunos comentarios sobre la estancia en Yale, en Teatro 3: 432 y 600. Villaurrutia menciona en una carta dos obras con temática de la muerte: Dead End y Till the Day I Die, y agrega: «Por mi parte yo veo la oportunidad de que alguien haga representar con conocimiento de causa, mi Invitación a la muerte» (Cartas, 54).