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1

En 1907 y 1908 respectivamente, fueron publicadas en El cuento semanal de Madrid dos nouvelles del autor, «La Leyenda del gaucho» y «La sombra de la madre», que luego aparecieron en las reediciones de los Cuentos de la Pampa de 1920 (Madrid, Tipográfica Renovación) y de 1933 (Madrid, Espasa-Calpe) junto a otros cuentos previamente publicados en 1910 como Cuentos argentinos (París, Garnier, 1910). No nos ocuparemos aquí de ellos, aunque forman parte de una investigación más amplia.

 

2

Nació en Buenos Aires en 1874 y murió en Niza en 1951. Viajó tempranamente con su familia a Europa y cursó en París parte de sus estudios secundarios. También estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires. En 1897, se instala en París. Cursa estudios de sociología en la Sorbona. Desde allí publica en diversos periódicos nacionales e internacionales. En 1899 viaja por Estados Unidos y luego pasa por México y Cuba, para regresar luego a París, desde donde va a España. Entre Julio de 1903 y Agosto de 1904, permanece en Buenos Aires. Recién dejará París en 1911 para realizar una gira por Latinoamérica durante aproximadamente 2 años.

 

3

En 1903, llevaba publicadas las ficciones de Paisajes parisienses, 1901, prologado por Unamuno, una novela (La novela de las horas y los días, 1903, con prólogo de Pío Baroja), y Crónicas del bulevar (1903, prologado por Darío), además de libros de poesías aparecidos entre 1893 y 1897. Estos libros se inscriben dentro del decadentismo, si tenemos en cuenta que ponen en escena a personajes de la bohemia, que transcurren en París y que construyen ambientes sombríos, con cierto vuelo espiritualista. La novela, en cambio, narra la historia de un pintor detenido en su obra, hastiado por la vida bohemia y en busca de un sentido existencial. Encontrará ese sentido alejándose de la ciudad hacia el campo y optando por una vida sana, dedicada a su mujer y a su obra.

 

4

La joven literatura hispanoamericana (París, 1906), Las nuevas tendencias literarias (Valencia, 1908), Burbujas de la vida (París, 1908).

 

5

Me baso aquí en la descripción del término que hace Eduardo Zimmermann quien sostiene que describía durante el período «el conjunto de consecuencias sociales del proceso de inmigración masiva, urbanización e industrialización que transformó al país, entre las que se contaron problemas en áreas de vivienda, sanidad y salud pública, el aumento de la criminalidad urbana, la protesta obrera y el surgimiento de nuevas corrientes ideológicas que desafiaban la validez de las instituciones políticas y económicas vigentes», en Los liberales reformistas. La cuestión social en la Argentina, 1890-1916, Buenos Aires: Sudamericana-Editorial de San Andrés, 1995.

 

6

Los relatos que componen la primera edición del libro son «El malón», «Los caballos salvajes», «Rosita Gutiérrez», «El curandero», «La muerte de Toto», «Giovanni», «Costura» y «La lechuza».

 

7

Todas las citas remiten a la última edición -aunque ampliada- de los Cuentos de la pampa.

 

8

La cursiva es mía.

 

9

Resulta interesante constatar que la última idea alude casi exclusivamente podría decirse, a la forma de vida de la élite porteña. Estas frases sueltas nos tornan convincente la idea de David Viñas según la cual Ugarte es uno de los últimos representantes del gentleman escritor. Sin embargo, la figura que mejor caracteriza a Ugarte es, a mi juicio, la del escritor-gentleman.

 

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Así lo señala Norberto Galasso en su cronología incluida en la compilación de escritos de Ugarte, La Nación Latinoamericana, Caracas, Ayacucho, 1978: «La familia goza de una situación económica muy sólida y don Floro, si bien no posee estancias en explotación, se halla estrechamente ligado a las familias más ricas del país y por ende, a los círculos políticos dominantes» (346). También afirma Galasso «Las vinculaciones de su padre le permiten tratar personalmente a varios escritores de la generación anterior que lo alientan en sus inquietudes: Lucio V. Mansilla, Carlos Guido y Spano, Pedro B. Palacios (Almafuerte). [...] Osvaldo Magnasco y Carlos Pellegrini también fomentan las inquietudes literarias del joven» (1978: 366).