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De ahí la peculiar crítica de Lévinas a las formas idolátricas con las que se transfiguran nuestras relaciones con la materia y con la tierra, y que él resume básicamente en dos: la religión pagana y el arte. Por su parte, la religión pagana, que da a lo mundano significados de trascendencia, revelación o sacralidad, no hace sino enmascarar el abandono existencial del hombre y la desnudez e indigencia de lo humano. En cuanto al arte, no sería tanto la obra, en la que aflora la pesadez de la materia, lo que trasviste, recomponiéndola, la desnudez del ser, sino nuestra relación imaginaria con el arte como ídolo que nos esconde nuestra desnudez encadenándonos perversamente a ella. Sobre esta temática, véase Lévinas (1977a: 194-7).

 

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El «hay» es el concepto básico de la obra de Lévinas, De l'existence à l'existant, escrita durante la guerra en un campo de concentración nazi. Recuerda, en cierto modo, el ello de Buber como fenómeno del ser impersonal, ni ser ni nada, si bien en Lévinas adquiere matices de horror y locura que no tiene en Buber. Más próximo está -como el propio Lévinas reconoce- a la noción de lo neutro en Blanchot: «Podríamos decir que la noche es la experiencia propia del hay. Cuando las formas de las cosas se han disuelto en la noche, la obscuridad de la noche -que no es un objeto ni la cualidad de un objeto- invade como una presencia. En la noche a la que estamos clavados, no tratamos con ninguna cosa. Pero esta ninguna cosa no es una pura nada. No hay algo. Pero esta universal ausencia es, a su vez, una presencia absolutamente inevitable... Hay en general, sin que importe lo que haya, sin que pueda ser adherido un sustantivo a ese término hay, forma impersonal, como llueve o hace calor. Anonimato esencial» (Lévinas, 1986a: 94). Para la influencia de esta noción por parte de Blanchot, cfr. Lévinas (1975), Libertson, (1982).

 

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He desarrollado con más detenimiento la relación del pensamiento de Lévinas con la tradición hebraica en D. Sánchez Meca (1995). Véase también Cohen (1994).

 

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De ahí que no se pueda, de ningún modo, considerar a Lévinas como un teólogo del hebraísmo o del monoteísmo, tal y como algún intérprete ha pretendido. Para Lévinas, la teología no es más que un determinado modo de esa pretensión egológica de reducir la distancia entre humanidad y divinidad. La radical refutación de las nociones de sacralidad, idolatría, magia en Du sacré au saint (Lévinas, 1977b) tiene el sentido de una destrucción de las palabras y los símbolos que aluden malignamente a la divinidad. En lo sagrado no se manifiesta sólo una indebida vinculación de Dios al mundo y a la inmanencia, sino una idólatra referencia a Dios mismo. No obstante, no siendo teológico, el pensamiento de Lévinas adquiere fuerza y sentido como pensamiento condicionado por la trascendencia, por lo absolutamente Otro de la divinidad.

 

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Este texto es parte reducida de un trabajo mucho más extenso, pendiente de publicación, sobre la obra de E. Lévinas.

 

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Dado que la recopilación de R. Burggraeve, aquí citada, contiene, por extenso, lo sustancial de la bibliografía lévinasiana hasta 1989, menos la española, nos limitamos a señalar algunas publicaciones aparecidas desde entonces, alguna de las cuales -G. González R. Arnáiz- completa la de aquél.

 

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Sigo la convención de citar la obra de Peirce con el número del volumen, seguido del número del párrafo en los Collected Papers de C. S. Peirce, ver las Referencias Bibliográficas.

 

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Para una justificación de esta traducción ver F. Andacht (1993: 9-14).

 

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(1988: 83).

 

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Las referencias al relato borgeano pertenecen a la edición de Prosa Completa Vol. I (1980: 331-39).