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Capítulo VI

De las figuras en general i división de las de sentencia


1. Figura es cierta forma de hablar por la qual la oración se hace más agradable i persuasiva, sin respeto alguno a las reglas de gramática. Esta especie de figura se llama en griego schema, que propiamente significa la vestidura i gesto de los representantes; i se ha trasladado esta voz del theatro cómico a la escuela de los rhetóricos, porque assí como los comediantes, según la variedad de las personas i de los afectos del ánimo que quieren representar, sacan varios vestidos acomodados a las personas i a los afectos i hacen diferentes gestos conforme conviene, assí la oración, siguiendo la variedad de las cosas de que trata, se reviste de varias maneras i se anima con diferentes gestos. Por esto importa mucho saber el número, naturaleza i uso de las figuras principales para servirse de ellas como mejor convenga. Cicerón las llamó luces de las sentencias i de las palabras477; i con razón, porque unas son figuras de sentencia i otras de palabras.

2. Las figuras de palabras, porque su ser consiste en éstas, dejan de ser tales si se mudan las palabras, o si se varía la orden de ellas. Las figuras de sentencia consisten en las mismas cosas que se dicen. I por esso permanecen, aunque se mude o se varíe la orden dellas. Deviéndose poner, pues, mayor diligencia en las cosas i solamente un cuidado suficiente en las palabras, pues aquéllas son el alma de la oración, i éstas el cuerpo i ropage esterior; aunque es verdad que las figuras de palabras son más fáciles, devemos empezar a tratar de las figuras de sentencia por ser las cosas i los pensamientos anteriores a las palabras en ser, tiempo, conocimiento i uso. En lo qual seguimos el parecer de Quintiliano478 i creemos a Cicerón, que dijo479 que lo que hace más loable la eloqüencia de Demósthenes fueron los adornos de las sentencias de que usa freqüentíssimamente.

3. Las figuras de sentencia se pueden reducir a cinco classes.

4. La primera contiene las figuras que comprehenden alguna petición o respuesta.

5. La segunda classe contiene las figuras de ficción.

6. La tercera, las de rompimiento del sentido.

7. La quarta, las de amplificación.

8. La quinta, las de méthodo.




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Capítulo VII

De las figuras de petición i de respuesta


1. Según la división propuesta en la primera classe, devemos esplicar las figuras de petición o demanda, las de respuesta, i las de petición i de respuesta.

2. A la petición sencilla pertenecen cinco figuras, que son: manifestación del deseo, deprecación, duda, interrogación i comunicación.

3. La manifestación del deseo, en latín optatio, es una vehemente significación de lo que se desea, como quando dijo Juan Boscán:


O vida llena de enojos,
O mundo que vas assí;
¡Qué bien fuera para mí,
Si yo no tuviera ojos
Para veros, quando os vi!



4. Dige que es una vehemente significación de lo que se desea, porque si es una mera espressión del deseo no es figurado modo de hablar, por elegante que sea, como se ve en estos honestíssimos deseos de frai Luis de León:


    Despiértenme las aves
Con su cantar sabroso no aprendido;
No los cuidados graves
De que es siempre seguido
El que al ageno arbitrio está atenido.
    Vivir quiero con migo,
Gozar quiero del bien que devo al cielo,
A solas sin testigo,
Libre de amor, de celo,
De odio, de esperanzas, de recelo.



5. El deseo siempre deve ser honesto i nada contrario a la razón natural, a la qual se opone el que manifestó Lope de Vega, diciendo assí480:


    O siempre aborrecido desengaño,
Amado al procurarte, odioso al verte,
Que en lugar de sanar, abres la herida,
    Pluguiera a Dios duraras, dulce engaño
Que, si ha de dar un desengaño muerte,
Mejor es un engaño que da vida.



Donde Lope de Vega antepuso el bien físico al moral, contra la orden dictada por la razón natural. Mui al contrario desto manifestó su deseo frai Luis de León, quando, tratando del mundo i de su vanidad, dijo:


    Pluguiera a Dios que fuera
Igual a la esperiencia el desengaño,
Que dárosle pudiera;
Porque, si no me engaño,
Naciera gran provecho de mi daño.



6. También deve evitarse la manifestación del mal que se desea a otro, que llamamos maldición, indigna de ánimos christianos, aunque no qualquiera maldición es figura, sino la vehemente, i que sobresale en la oración. I assí no pertenece acá el refrán que dice: «El caudal de tu enemigo en dinero le veas». Ni estotros: «Tal te veas entre enemigos, como pájaro entre niños»; «Pleitos tengas i los ganes». Ni la no menos erudita que maldiciente Ibis de Ovidio, a quien imitó con elegancia mal empleada el que glossó esta quartilla:


    Ai Carillo, si te fueres
De quien tanto te ha querido,
Plega a Dios que aborrecido
Seas de todas mugeres.



7. I con mayor facundia Diego del Castillo, en aquellas redondillas con quebrados que empiezan:


Pues ansí me despediste
De tu fe,
I ageno me heciste
De quanto bien prometiste,
Sin por qué;
Ruego a Dios que siempre seas
Desamada.



8. Deprecación es un ruego, súplica, invocación o plegaria vehemente, ahora se haga a Dios o a sus santos, para que intercedan con Dios, o a los hombres i demás cosas consideradas como personas. Divinamente santa Teresa de Jesús desahogó su ánimo con esta deprecación o plegaria:


    Sácame de aquesta muerte,
Mi Dios, i dame la vida.
No me tengas impedida
En este lazo tan fuerte.
Mira que muero por verte;
I vivir sin Ti no puedo;
Que muero, porque no muero.



Este último verso está tomado de la Serafina de Naharro.

9. Es a todas luces admirable la deprecación que hizo a Dios frai Luis de León en la excelente canción, del Conocimiento de sí mismo:


    Ya que en mí buelto sossegué algún tanto,
En lágrimas bañando el pecho i suelo,
I con suspiros abrasando el viento;
Padre piadoso (dige), Padre santo,
Benigno Padre, Padre de consuelo,
Perdonad, Padre, aqueste atrevimiento.
A Vos vengo, aunque siento
(De mí mismo corrido),
Que no merezco ser de Vos oído.
Mas mirad las heridas que me han hecho
Mis pecados; quán roto i quán deshecho
Me tienen, i quán pobre i miserable,
Ciego, leproso, enfermo, lamentable.
    Mostrad uestras entrañas amorosas,
En recebirme agora i perdonarme;
Pues es, benigno Dios, tan propio uestro
Tener piedad de todas uestras cosas.
I, si os place, Señor, de castigarme,
No me entreguéis al enemigo nuestro.
A diestro i a siniestro,
Tomad Vos la venganza.
Herid en mí, con fuego, azote i lanza.
Cortad, quemad, romped, sin duelo alguno;
Atormentad mis miembros de uno a uno.
Con que después de aqueste tal castigo
Bolváis a ser, mi Dios, mi buen amigo.



10. Juan Fernández de Velasco, condestable de Castilla, que murió en Madrid día 15 de marzo del año 1613, recibió sepultura, destinada para sus passados, para sí i para sus sucessores, en Medina del Pomar, en el convento de Santa Clara de religiosas del Orden de San Francisco; i el epitafio que mandó poner contiene unas deprecaciones mui tiernas, que dicen assí:

Al pueblo

Fieles i devotos, detened el passo, por caridad se os ruega, alzad los ojos al Señor, que en essa cruz se representa, i con piadoso afecto le encomendad las ánimas de los que aquí esperan la resurrección i juicio universal, que en vida i muerte confessaron; i no seáis escasos de thesoros infinitos i agenos; assí en semejante condición no falte quien haga lo mismo por vosotros.

A las religiosas

Venerables i religiosas madres, esposas de Jesu-Christo, que adoráis en essa cruz, por su sangre preciosa os ruegan uestros patrones i bienhechores, vivos i difuntos, que quando por aquí passareis, os acordéis i apiadéis de los que encomendados a uestra fiel custodia, en confianza de uestras oraciones, yacen en este pósito.



11. Los poetas suelen empezar sus poesías por la deprecación. I assí Juan de Mena:


Canta tú, christiana musa.



12. La duda, que los griegos llaman diaphóresis, o aporía, i los latinos dubitatio, o addubitatio, i los españoles dudanza, es la manifestación de la incertidumbre en que estamos sobre decir o hacer una o otra cosa. Esta figura sirve para manifestar la suspensión del ánimo en alguna deliberación; i freqüentemente suele hacerse preguntando como quien consulta. Assí dijo Juan Boscán en una canción:


¿Qué haré?, que por quereros
Mis estremos son tan raros,
Que ni soi para miraros,
Ni puedo dejar de veros.



13. La duda conviene a los exordios, porque amplifica los assuntos i hace atentos a los oyentes. Con ella dio principio frai Luis de León a su canción en alabanza de todos los santos:


    ¿Qué santo?, ¿o qué gloriosa
Virtud? ¿Qué deidad que el cielo admira,
O musa poderosa,
En la christiana lira
Diremos, entretanto, que retira
    El sol, con presto buelo,
El rayo fugitivo en este día
Que hace alarde el cielo
De su cavallería?
¿Qué nombre entre estas breñas a porfía
    Repetirá sonando
La imagen de la voz?, en la manera
El aire deleitando
Que el Efrateo hiciera
Del sacro i verde Hermón por la ladera,
    A do ceñido el oro
Crespo, con verde yedra, la montaña
Condujo con sonoro
Laúd, con fuerza i maña,
Del osso, i del león domó la saña.
    Pues quien diré primero
Que el alto i que el humilde, i que la vida
Por el manjar grossero
Restituyó perdida,
Que al cielo levantó nuestra caída.
Igual al Padre eterno,
    Igual al que en la tierra nace i mora,
De quien tiembla el infierno,
A quien el sol adora,
En quien todo el ser vive i se mejora.



14. Interrogación es la pregunta que se hace; como ésta de don Jorge Manrique:


    Pues yo fui mi enemigo
En darme, como me di;
¿Quién osará ser amigo
Del enemigo de sí?



15. I estotra de Quirós:


    Pues que yo me maravillo
De ver quán mal me tratáis;
¿Cómo no os maravilláis
De mí que puedo sufrillo?



I estotra de Castillejo:


    ¿Quién avrá tan concertado,
Que a la corta, que a la luenga,
Su gironcillo no tenga
De loco o de requebrado?



16. Esta figura sirve para excitar la atención i comover el ánimo, como quando frai Luis de León, perifraseando un salmo de David481, dijo:


¿Mas yo en qué espero agora
En mal tan miserable, mejoría?
En Ti en quien solo adora,
En quien solo confía,
En quien solo descansa el alma mía.



17. Conduce mucho para dificultar, como se ve en este ingenioso soneto de Boscán:


    Bueno es amar; ¿pues cómo daña tanto?
Gran gusto es querer bien; ¿por qué entristece?
Placer es desear; ¿cómo aborrece?
Amor es nuestro bien; ¿cómo da llanto?
    Da esfuerzo amar; ¿pues cómo causa espanto?
Por el amor el bien del alma crece;
¿Pues cómo assí por él ella padece?
¿Cómo tantos contrarios cubre un manto?
    No es el amor el que dolor nos trahe;
La compañía que a su pesar él tiene
También a su pesar nos hiere i mata.
    El mal en él de nuestra parte cae;
Él solo en nuestro bando nos sostiene,
I nuestra paz continuamente trata.



18. Aprovecha también la interrogación para manifestar la satisfación que se tiene de lo que se dice; como quando don diego López de Haro, introduciendo a la Virgen Madre en un villancico, dijo assí:


Pues Hijo de Dios parí,
¿Por qué se duda de mí?



19. Es también apropósito la interrogación para afirmar mucho más. En este sentido dijo don Diego Hurtado de Mendoza482:


¿Qué fiera te criava,
Que tan blanda saliste al parecer,
I tan brava al oír i responder?



20. I frai Luis de León, interpretando a David483:


Dios es mi luz i vida,
¿Quién me podrá dañar?
Mi fortaleza Es Dios i mi manida;
¿Qué fuerza, o qué grandeza
Pondrá en mi corazón miedo o flaqueza?



21. En este mismo sentido, i con el mismo fin, dijo san Pablo484: «Si Dios por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que ni aun de su propio Hijo fue escaso, sino que por nosotros todos lo entregó ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?».

22. Comunicación, llamada en griego, según Julio Rufiniano485, anacoenosis, i también idiotismos, es la deliberación con aquellos mismos, delante de quienes hablamos, aunque sean nuestros enemigos. Hermosamente, el licenciado Thomé de Burguillos, o por mejor decir, Lope de Vega Carpio, deliberó assí en un soneto486:


    Si escrivo veras, nadie las entiende;
Si burlas, vos decís que no las haga;
Si alabanzas, ninguno me las paga;
¿Pues qué tengo de hacer, si todo ofende?



23. I con no menor ingenio i elegancia, consultó al amor en otro soneto deste modo487:


    Amor, ¿qué se ha de hacer de las mugeres,
Que ni vivir con ellas, ni sin ellas
Pueden nuestros pesares i placeres?



24. Ouintiliano488 i Rufiniano escriven que la consultación se hace de dos maneras, porque a veces, quando no podemos negar el delito ni traspassar a otro la culpa, hacemos a nuestro contrario participante de nuestra intención i hecho. Otras veces, de tal manera comunicamos i imbuimos nuestros pensamientos a nuestros contrarios, que los hacemos comunes a ellos i les pedimos consejo.

25. Esta figura se diferencia de la duda, en que en la duda solamente manifestamos nuestra incertidumbre interior, pero en la comunicación, además de hacerla saber a otros, los consultamos. Assí refiere san Lucas en los Hechos apostólicos489, que san Pedro i san Juan hablaron desta manera: «Si lo que vamos a decir es justo en el acatamiento de Dios, juzgad vosotros qué es mejor, ¿oír a vosotros o a Dios?». Esta figura tiene grande fuerza para mover los ánimos en los oyentes, porque el primer modo de ella, que es quando consultamos al enemigo, vale mucho para sacar como por fuerza la confessión; como quando dijo el bachiller Alonso de la Torre:


    Con dos estremos guerreo,
Que se causan de quereros:
Ausente muero por veros,
I presente porque os veo.
¿Qué haré triste cativo?
¡Cuitado triste de mí;
Que ni ausente yo comigo
Hago vida, ni contigo,
Ni puedo vivir sin ti.



26. I el segundo modo con que deliberamos con los oyentes, maravillosamente conduce para blandear sus ánimos, porque concilia benevolencia i manifiesta la justicia de la causa. Assí dijo el marqués de Astorga a su dama:


Vida de la vida mía,
¿A quién contaré mis quejas,
Si a ti no?



27. Pero con espíritu más levantado, frai Luis de León, quejándose de la ausencia de Jesu-Christo en su gloriosa Ascensión:


    ¿I dejas, Pastor santo,
Tu grei en este valle hondo, oscuro,
Con soledad i llanto?
¿I Tú, rompiendo el puro
Aire, te vas al inmortal seguro?
    Los antes bien hadados,
I los agora tristes i afligidos,
A tus pechos criados
De Ti desposseídos,
¿A do convertirán ya sus sentidos?
    ¿Qué mirarán los ojos,
Que vieron de tu rostro la hermosura,
Que no les sea enojos?
Quien oyó tu dulzura,
¿Qué no tendrá por sordo i desventura?
    Aqueste mar turbado
¿Quién le pondrá freno? ¿Quién concierto
Al viento fiero airado?
Estando Tú encubierto,
¿Qué norte guiará la nave al puerto?
    ¡Ai!, nube embidiosa,
Aun deste breve gozo; ¿qué te aquejas?
¿Do buelas presurosa?
¡Quán rica tú te alejas!
Quán pobres i quán ciegos, ¡ai!, nos dejas.



28. Confessión, en griego paromología490, es una confessión que la parte hace a su contrario, embolviéndole en la misma culpa del hecho que confiessa. Desta suerte Cicerón, defendiendo a Quinto Ligario contra su acusador Tuberón, le confessó lo siguiente491: «Tienes, pues, o Tuberón, lo que un acusador deve desear más, confesso al reo; pero de tal manera confesso, que él, o Tuberón, siguió aquella parcialidad, que tú mismo i que tu padre, hombre merecedor de toda alabanza. Es pues necessario que, antes de reprehender la culpa de Ligario, confesséis uestro delito».

29. La concessión, en griego epítrope, es un modo de hablar, por el qual se concede o, como suelen decir, se da algo de barato al contrario, para persuadir otra cosa más importante, o lo que derriba todo lo que hemos concedido. Egemplo de lo primero se ve en lo que dijo Cicerón defendiendo a Lucio Flaco i reprovando las deposiciones de los griegos492. «Atribuyo (dice) a los griegos las letras, les doi el conocimiento de muchas artes; no les quito la gracia de su conversación, la agudeza de sus ingenios, la facundia en el decir; i finalmente, a mayor abundamiento, si se atribuyen otras cosas, no contradigo; pero essa nación nunca respetó la religión i la fe de los testimonios». Egemplo de lo segundo, esto es, de derribar todo lo que se ha concedido, se verá en estotro egemplo de Cicerón contra Cayo Verres493: «Sea ladrón, sea sacrílego, sea caudillo de todo género de maldades i vicios; pero es buen general, i feliz i digno de ser conservado para los tiempos peligrosos de la república». Como si digesse Cicerón, que un hombre tan malvado como Verres, de ningún modo era bueno para general. I en este mismo egemplo se ve que si la concessión es fingida i burlesca, incita al odio contra el enemigo, especialmente si en ella se amontonan muchos delitos que no se pueden conceder con verdad.

30. Permissión, en griego sygkóresis, es un modo de hablar, en que dejamos al arbitrio de los jueces algunas cosas para que formen de ellas la verdadera idea i también los contrarios. Assí, Adherbal, en una carta que escrivió al senado romano, dijo494: «No pido ya que me libréis de la muerte, ni de congojas, sino del mando de un enemigo i de los tormentos del cuerpo. Providenciad lo que queráis sobre el reino de Numidia, que es uestro. Libradme de las manos desapiadadas». La permissión se diferencia de la concessión, en que la concessión es de algún dicho, i la permissión de lo hecho. I como esta diferencia solamente es de la materia, muchos rhetóricos, de estas dos figuras han hecho una, sin perjuicio de la enseñanza.

31. Preocupación, prevención, o anticipación, en latín occupatio, en griego prolepsis, es una manera de hablar en la qual se anticipa lo que el contrario obgeta, o el juez puede pensar, i se procura dar salida. Tiene dos partes: es a saber, la propuesta de la obgeción, llamada en griego ypophora, i la satisfación a ella, llamada antypophora, como se ve en este egemplo de santa Theresa de Jesús495: «¿Qué es esto, christianos?, los que decís no es menester oración mental. ¿Entendeisos? Cierto que pienso que no os entendéis. I assí queréis desatinemos todos. Ni sabéis quál es oración mental, ni cómo se ha de rezar la vocal, ni qué es contemplación; porque si lo supiéssedes, no condenaríades por un cabo lo que alabáis por otro». Esta figura antypóphora, es una pronta i acomodada razón de aquello que se propone, requiere singular juicio i prudencia, porque para proponer las razones contrarias, es menester conocer bien la naturaleza i propiedades de las cosas de que se trata, i el natural, condición i modo de discurrir de aquellos con quien las tratamos, sabiendo mui bien qué es lo que les ofende; i para dar una satisfación cabal, que sea bien recibida, es también necessario saber qué cosas se pueden decir que merezcan su aprovación, i quáles se devan callar. Cicerón usó mucho de las prolepsis en los principios de varias oraciones.

32. La segunda parte de la prolepsis se llama sugeción, en latín subjectio, la qual tiene lugar quando el mismo que pregunta al contrario responde, como se ve en este refrán: ¿Quién te enriqueció? Quien te governó; ¿Quién te hizo alcalde? Mengua de hombres buenos; ¿Quién te hizo rico? Quien me hizo el pico; ¿Qué havedes, fulano? Poco mal i bien atado; ¿Quién es tu enemigo? El hombre de tu oficio; ¿Quién ayuda al saco? El aguja i el pedazo; i enesta hermosa invectiva de san Clemente Alejandrino496, elegantemente traducida por frai Luis de León497: «¿Es por ventura alguna dellas pequeña? Embute los chapines de corcho. ¿Es otra mui luenga? Trahe una suela sencilla i anda la cabeza metida en los hombros i hurta esto al altor. ¿Es falta de carnes? Afórrase de manera que todos dicen que no ai más que pedir. ¿Crece en barriga? Estréchase con fajas, como si tranzasse el cabello con que va derecha i cenceña. ¿Es sumida de vientre? Como con puntales hace la ropa adelante. ¿Es bermeja de cejas? Encúbrelas con hollín. ¿Es acaso morena? Anda luego el albayalde por alto. ¿Es demasiadamente mui blanca? Friégase con la tez del húmero. ¿Tiene algo que sea hermoso? Siempre lo trahe descubierto. ¿Pues qué si los dientes son buenos? Forzoso es que se ande riendo. I para que vean todos que tiene gentil boca, aunque no esté alegre, todo el santo día se ríe i trahe entre los dientes siempre algún palillo de murta delgado para que quiera que no en todos tiempos esté abierta la boca».

33. La misma figura se observa en esta oda de Anacreonte, que tradujo en español don Estevan Manuel de Villegas498:


Dio la naturaleza
Armada frente al toro; i al cavallo
Pies en robusto callo,
Cursó a la liebre de veloz presteza,
I una sima de dientes
A los leones, fieras impacientes;
También al pez i al ave
Alas con que romper el agua i viento;
Al hombre entendimiento;
¿Pero qué a la muger? Beldad suave.
I harto fue, pues la bella,
Defensa, hierro i llama atropella.



34. I compitiendo el mismo poeta, no sé si diga consigo mismo o con el dulce Anacreonte, compuso esta monóstrofe499:


Sabia naturaleza
Dio dos cuernos al toro,
Quatro pies al cavallo,
Quatro manos al osso;
Ligereza a la liebre,
Velocidad al corzo,
I una sima de dientes
Al león prodigioso;
Las aves soltó al viento,
Los peces echó al Ponto;
Para sus euros diestras,
Para sus aguas doctos;
Al hombre entendimiento,
A la muger nególo;
¿Pues qué le dio? Belleza
Con natural adorno;
I esto en lugar de lanzas
I de paveses corvos,
Por más fuerte que el fuego
I que el acero todo.



35. Con mayor gravedad don Rodrigo de Valdepeñas, monge cartujo, glossando unas copias de Jorge Manrique, dijo:


    El mui sereno semblante,
La gracia de ojos i cejas
Perfiladas,
La nariz mui elegante,
Dientes i muelas parejas
I ordenadas;
El continente i mesura,
Que mediana bermegez,
Más aclara;
El color i la blancura,
Quando viene la vegez,
¿Quál se para?
    Entonces se manifiesta,
I conoce el buen anciano
Sin su grado,
Su hermosa edad i apuesta
Aver sido un bien liviano,
I emprestado;
Viendo que bolvió en torpeza
La madrastra principal
De la salud,
Las mañas i ligereza,
I la fuerza corporal
De juventud.



36. Pero con espíritu más levantado frai Pedro de los Reyes, en nombre de un pecador arrepentido, proponiendo, repitiendo i concluyendo assí:


¿Yo para qué nací? Para salvarme.
¿Que tengo de morir? Es infalible.
Dejar de ver a Dios i condenarme,
Triste cosa será; pero possible.
¿Possible? ¿I río i duermo i quiero holgarme?
¿Possible? ¿I tengo amor a lo visible?
¿Qué hago? ¿En qué me ocupo? ¿En qué me encanto?
Loco devo de ser, pues no soi santo.



Octava por cierto digna de la siguiente glossa:


    ¿Yo cómo vine al mundo? Condenado.
¿Dios cómo me libró? Dando su vida.
¿Yo cómo la perdí? Por un bocado,
Que fue del mundo todo el homicida.
¿Dios qué me pide a mí? Lo que me ha dado.
¿Yo qué le pido a Él? La eterna vida.
¿Dios para qué murió? Para librarme.
¿Yo para qué nací? Para salvarme.
    De tierra soi i tierra he de bolverme;
I a siete pies de tierra reducido,
I una pobre mortaja en que embolverme
Tendré del mundo el pago merecido.
No puedo deste passo defenderme;
Ni el César puede, ni el jayán temido.
¡Miseria general! ¡Caso terrible!
¿Que tengo de morir? Es infalible.
    Allí de los amigos más amados
Del alma, tiernamente más queridos,
Los últimos abrazos regalados
Recibiré con llantos i gemidos.
Allí será el mayor de mis cuidados,
Los deleites i vicios cometidos;
Pues que puedo por ellos no salvarme,
Dejar de ver a Dios i condenarme.
    ¿Pues cómo de la emienda i penitencia
Tan descuidado vivo en esta vida?
¿Cómo no limpio i curo la conciencia,
Antes que llegue el fin desta partida?
Porque si llega i falta diligencia,
El dar en el infierno una caída
Hasta el centro profundo más horrible,
Triste cosa será; pero possible.
    Dispuesto con cuidado i prevenido
Conviene estar al tránsito forzoso;
Que si me coge desapercebido,
Tendré el castigo como perezoso.
¡O loco, torpe, necio, endurecido,
Falso, liviano, desleal, vicioso!
Que pueda ser venir a condenarme
¿Possible? ¿I río i duermo i quiero holgarme?
    En este caso mil esclamaciones,
Con lágrimas, sollozos i alaridos.
Harán (sin dar alivio a mis passiones)
Padres, hermanos, deudos, conocidos.
¿Qué ansias, qué congojas, qué afliciones
Turbarán mis potencias i sentidos?
¿Esto tengo de ver? ¿Esto es possible?
¿Possible? ¿I tengo amor a lo visible?
    Agonizando para dar la vida,
El cuerpo flaco con la amarga muerte,
El alma triste teme la partida,
El divorcio preciso i dura suerte.
Amargo cáliz de mortal bevida,
Pues tengo de passarte i de beverte;
¿Cómo de la virtud me olvido tanto?
¿Qué hago? ¿En qué me ocupo? ¿En qué me encanto?
    Allí me assombrará la cuenta larga,
Las visiones horrendas infernales,
La memoria terrible tan amarga
Del falso que condena i otros males.
¿Pues cómo (¡o ciego!) con tan grave carga
De angustias i tormentos desiguales,
No tiemblo? ¿No me emiendo? ¿No me espanto?
Loco devo de ser, pues no soi santo.



37. La sugeción, o es perfeta o imperfeta. La perfeta tiene tres partes: la primera es la proposición; la segunda, la enumeración o recapitulación, i la remoción o rechazamiento; i la tercera, la conclusión o conseqüencia, como se puede observar en este egemplo que refiere Cornificio500: «Pregunto pues, ¿de dónde éste se ha hecho tan rico? ¿Le han dejado un grande patrimonio? Pero los bienes de su padre se vendieron. ¿Le vino alguna herencia? No se puede decir tal cosa; antes bien todos sus parientes le han desheredado. ¿Recibió algún premio de algún pleito o juicio? No sólo no hizo esso, sino que está obligado con una grande fianza. Luego si no ha enriquecido por algunas destas causas, como todos lo veis, o le nace en casa el oro, o ha havido el dinero de donde no es lícito».

38. Sugeción imperfeta es aquella a la qual falta, o la proposición, o la conclusión, o la ilación, o todas tres.

39. La sugeción se practica de dos maneras. La una es quando primeramente referimos i después concluimos dando satisfación a todo, como lo practicó el morisco Cárdenas quando dijo a los de su secta501: «¿Sois vosotros más nobles que los italianos? ¿Más fuertes que los alemanes? ¿Más desconocidos que los indios? ¿Más coléricos que los franceses? ¿Más ricos que los sicilianos? Italia, domadora del mundo, consiente governadores españoles en sus provincias. Los alemanes, con aquella gentileza de cuerpos i ánimo despreciador de la muerte, no bastaron que no atravesassen el Albis las vencedoras insignias de España. Inmensos i no domados mares servían de muro a los del nuevo mundo; pero no bastava para los corazones españoles un mundo i conquistaron otro nuevo. La belicosa Francia sintió en lo más precioso los truenos de las lombardas de España, i cansada de ver presos sus reyes i ser vencida, buscó en la paz seguridad. Los fértiles collados de Sicilia sirven a la abundancia de España. Solos vosotros os queréis oponer; &c.» La segunda manera de practicar la sugeción, es quando a cada una de las cosas que se van diciendo, se añade inmediatamente la satisfación. Assí lo hizo don Diego de Saavedra502, como se puede ver en el egemplo siguiente: «¿Qué no vence el trabajo? Doma el acero, ablanda el bronce, reduce a sutiles hojas el oro i labra la constancia de un diamante. Lo frágil de una cuerda rompe con la continuación los mármoles de los brocales de los pozos, consideración con que san Isidoro venció entregado al estudio la torpeza de su ingenio. ¿Qué reparo previno la defensa que no le espugne el tesón? Los muros más doblados i fuertes los derribó la obstinada porfía de una biga herrada, llamada ariete de los antiguos, porque su punta formava la cabeza de un carnero. Armada de rayos una fortaleza, ceñida de murallas i baluartes, de fosos i contrafosos, se rinde a la fatiga de la pala i del azadón». Pero quisiera yo que no huviesse dicho de san Isidoro lo que no fue assí.




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Capítulo VIII

De las figuras de ficción


1. Passemos ahora a otra classe de figuras, a la qual pertenecen las de ficción.

2. La ficción, o es de persona que habla, o de cosa que se apunta i no se esplica; o meramente de cosa viviente o no viviente. La ficción de persona que habla, generalmente se llama prosopopeya; la de cosa que se apunta i no se esplica, preterición; i la mera ficción de cosa viviente o no viviente, alegoría.

3. Prosopopeya, según Cornificio503 i Cicerón504, quiere decir introdución de persona, i según Quintiliano505, fingimiento de persona, o oración fingida de persona agena.

4. Para hablar con mayor claridad, diremos que puede uno fingir que habla alguno que vive, i llamaremos a esta ficción conversación fingida, en latín, sermocinatio; o puede uno fingir que habla algún muerto, i esta ficción se llama idolopeia; o puede fingirse que habla alguna cosa no animada representada como animada, i esta ficción se puede llamar, o prosopopeya, contrayendo el nombre del género a la especie; o conformación o conformidad, según Cornificio506, porque se forma aquella persona dándole alma i habla.

5. Cada una de estas personas puede hablar, o a solas, i esta oración se llama soliloquio, o dialoguismo; o puede hablar con otra, i se llama coloquio, o diálogo; i si la persona que se finge que habla es viviente i se representan al vivo sus costumbres, esta representación se dice ethopeya; i si se imita su modo de hablar se llama mímesis, o contra hacimiento, i remedo.

6. La ficción de personas vivas, que se introducen hablando o razonando, propiamente no es ficción de personas, sino de oración atribuida a ellas, como si uno introdugera a un padre dando consejos a un hijo. Pero el mejor egemplo es el que leemos en el Deuteronomio507, donde dice Dios a su amado pueblo: «El mandamiento que yo te mando hoi, no es sobre tus fuerzas, ni está lejos. No está en el cielo para que digas: ¿Quién de nosotros podrá subir al cielo para que nos le traiga i le oigamos i pongamos por obra? Ni está en la otra parte del mar, para que pongas achaques i digas: ¿Quién de nosotros podrá passar el mar i traérnosle para que podamos oír i hacer lo que nos es mandado? Sino que está mui cerca de ti la palabra, en tu boca i en tu corazón, para que la hagas. Considera que hoi he puesto delante de tu vista la vida i el bien i, al contrario, la muerte i el mal». Esta figura propiamente se llama sermocinatio, esto es, razonamiento fingido, pero tal que no ai cosa más bien acomodada i apropiada a la verdad, como se ve en este egemplo de san Cipriano, que con mucha elegancia tradujo frai Luis de León508, escriviendo contra las mugeres que vanamente se afeitan: «Ruégote la que esto haces, ¿no temes en el día de la resurrección, quando venga, que el artífice que te crió no te reconozca?; que quando llegues a pedirle sus promessas i premios, ¿te deseche aparte i escluya?; que te diga con fuerza i severidad de juez: Esta obra no es mía, ni es la nuestra esta imagen; ensuciaste la tez con falsa postura, demudaste el cabello con deshonesto color, heciste guerra i venciste a tu cara, con la mentira corrompiste tu rostro, tu figura no es essa; no podrás ver a Dios, pues no trabes los ojos que Dios hizo en ti, sino los que te inficionó el demonio. Tú le has seguido; los ojos pintados i relumbrantes de la serpiente has en ti remedado, figuraste dél i arderás juntamente con él». Pero para que se vea quánto sirve esta figura a la amplificación de los assuntos i impressión de los afectos i adorno del estilo, trasladaré aquí una sabia i eficaz oración que, en nombre de Jesu-Christo, hizo el venerable maestro Juan de Ávila509: «Si bien i perfetamente conocido fuesses, Señor, no avría quien no te amasse i confiasse, si mui malo no fuesse. I por esto dices: Yo soi no queráis temer510. Yo soi aquél que mato i doi vida; meto a los infiernos i saco. Quiere decir: que atribulo al hombre hasta que le parece que muere, i después le alivio i recreo i doi vida. Meto en desconsolaciones que parecen infierno, i después de metidos, no los olvido; mas sácolos, i por esso los mortifico para vivificarlos. Para esso los meto, para que no se queden allá; mas para que la entrada en aquella sombra de infierno sea medio para que después de muertos no vayan allá; mas al cielo. Yo soi el que de qualquier trabajo os puedo librar, porque soi tan bueno; i os sabré librar porque todo lo sé. Yo soi uestro abogado, que tomé uestra causa por mía. Yo uestro fiador, que salí a pagar uestras deudas. Yo, señor uestro, que con mi sangre os compré, no para olvidaros, mas engrandeceros, si a mí quisiéssedes servir; porque fuistes con grande precio comprados. Yo aquel que tanto os amé, que uestro amor me hizo trasformarme en vosotros, haciéndome mortal i passible, el que de todo esto era yo mui ageno. Yo me entregué por vosotros a innumerables tormentos de cuerpo i mayores de ánima, para que vosotros os esforcéis a passar algunos por mí i tengáis esperanza de ser librados; pues tenéis en mí tal librador. Yo uestro Padre, por ser Dios, i uestro primogénito hermano, por ser hombre. Yo uestra paga i rescate. ¿Qué teméis deudas si vosotros con la penitencia i confessión pedís suelta dellas?, yo uestra reconciliación; ¿qué teméis ira?, yo el lazo de uestra amistad; ¿qué teméis enojo de Dios?, yo uestro defendedor; ¿qué teméis contrarios?, yo uestro amigo; ¿qué teméis que os falte quanto yo tengo?, si vosotros no os apartáis de mí, uestro es mi cuerpo i mi sangre; ¿qué teméis hambre?, uestro mi corazón; ¿qué teméis olvido?, uestra mi divinidad; ¿qué teméis miseria? I por accessorio son uestros mis ángeles para defenderos. Uestros mis santos, para rogar por vosotros. Uestra mi Madre bendita, para seros madre cuidadosa i piadosa. Uestra la tierra, para que en ella me sirváis. Uestro el cielo, para que a él venréis. Uestros los demonios e infiernos, porque los hollaréis como a esclavos i cárcel. Uestra la vida, porque con ella ganáis la que nunca se acaba. Uestros los buenos placeres, porque a mí los referís. Uestras las penas, porque por mi amor i uestro provecho las sufrís. Uestras las tentaciones, porque son mérito i causa de uestra eterna corona. Uestra es la muerte, porque os será el más cercano passo para la vida. I todo esto tenéis en mí i por mí; porque ni lo gané para mí solo, ni lo quiero gozar yo solo; pues que quando tomé compañía en la carne con vosotros, la tomé en haceros participantes en lo que yo trabajasse, ayunasse, comiesse, sudasse i llorasse, i en mis dolores i muerte, si por vosotros no queda. No sois pobres, los que tanta riqueza tenéis, si vosotros con uestra mala vida no la queréis perder a sabiendas. No desmayéis, que no os desampararé, aunque os prueva. Vidrio sois delicado; mas mi mano os tendrá. Uestra flaqueza hace parecer más fuerte mi fortaleza. De uestros pecados i miserias saco yo manifestación de mi bondad i de mi misericordia. No ai cosa que os pueda dañar, si me amáis i de mí os fiáis. No sintáis de mí humanamente según uestro parecer; mas en viva fe con amor; no con señales de fuera; mas por el corazón, el qual se abrió en la cruz por vosotros, para que ya no pongáis duda en ser amados en quanto es de mi parte, pues veis tales obras de amor de fuera, i corazón tan herido con lanza, i más herido de uestro amor por de dentro: cómo os negaré a los que me buscáis para honrarme, pues salí al camino a los que me buscavan para maltratarme511. Ofrecíme a sogas i cadenas que me lastimavan, ¿i negarme he a los brazos i corazón de christianos donde descanso? Dime a azotes i coluna dura, i negarme he al ánima que me está sugeta? No bolví la faz a quien me hería, ¿i bolverla he a quien se tiene por bienaventurado en la mirar para la adorar? ¿Qué poca confianza es aquesta, que viéndome de mi voluntad despedazado en manos de perros por amor de los hijos, estar los hijos dudosos de mí, si los amo, amándome ellos? Mirad, hijos de los hombres, i decid: ¿A quién desperdicié que me quisiesse512? «¿A quién desamparé que me llamasse? ¿De quién huí que me buscasse? Comí con pecadores513; llamé i justifiqué a los apartados i sucios. Importuno yo a los que no me quieren514. Ruego yo a todos conmigo: ¿qué causa ai para sospechar olvido para con los míos, donde tanta diligencia ai en amar i enseñar el amor? I, si alguna vez lo dissimulo, no lo pierdo; encúbrolo por amor de mi criatura, a la qual ninguna cosa le está tan bien como no saber ella de sí, sino remitirse a mí. En aquella inorancia está su saber; en aquel estar colgada, su firmeza; en aquella sugeción, su reinar. I bastarle deve que no está en otras manos, sino en las mías, que son también suyas; pues por ella las dí a clavos de cruz, i más son que suyas; pues hicieron por el provecho della, más que las propias suyas. I por sacarla de su parecer i que siga el mío, le hago que esté como en tinieblas i que no sepa de sí. Mas si se fía i no se aparta de mi servicio, librarle he i glorificarle he, i cumpliré lo que dige515: «Soi fiel hasta la muerte i darte he corona 'de vida'». Hasta aquí el apostólico varón Juan de Ávila, en nombre de Jesu Christo, que aunque ya murió para el género humano, es hombre i Dios vivo.

7. Idolopeya es ficción de lenguage atribuido al que ya murió. Elegantíssima idolopeya es aquella que leemos en el libro quarto de la rhetórica, que Cayo Cornificio dedicó a Herennio516: «Si aquel Lucio Bruto resucitasse ahora i estuviesse aquí delante de vosotros, ¿no es cierto que hablaría assí?: Yo arrogé los reyes; vosotros introducís los tiranos. Yo di la libertad que no avía; vosotros no queréis conservar la ya adquirida. Yo libré la patria con peligro de la vida; vosotros no cuidáis de ser libres sin peligro».

8. La prosopopeya, rigurosamente tal, es una introdución fingida de personas, por la qual las cosas, de qualquiera naturaleza que sean, se supone que hablan; como se ve en este útil egemplo de Matheo Alemán517: «Nadie se adule. Ninguno forme de sí lo que no es, ni lo que su sensualidad mentirosa le dice. Diráte lo que a todos. Poderoso eres: Haz lo que quisieres. Galán eres: Passea i huélgate. Hermoso i rico eres: Haz dissoluciones. Nobleza tienes: Desprecia a los otros i ninguno se te atreva. Injuriado estás: No se la perdones. Regidor eres: Rige tu negocio, pese a quien pesare i venga lo que viniere. Juez eres: Juzga por tu amigo, i atropéllese todo. Favor tienes: Gástalo en tu gusto, dándole al pobre humo a narices: que no conviene a tu reputación, a tu oficio, a tu dignidad, ni a tu honra, que te pida lo que le deves, ni la capa que le quitaste». También es de provechosa enseñanza la prosopopeya que hizo el mismo Matheo Alemán, refiriendo el testamento del asno deste modo518: «Aviendo adolecido el asno; hallándose mui enfermo, cercano a la muerte; a instancias de sus deudos i hijos, que como tenía tantos i cada qual quisiera quedar mejorado, los legítimos i naturales andavan a las puñadas; mas el honrado padre, deseando dejarlos en paz i que cada uno reconociesse su parte, acordó hacer testamento repartiendo las mandas en la manera siguiente: Mando que mi lengua, después de yo fallecido, se dé a mis hijos los aduladores i maldicientes; a los airados i coléricos, la cola; los ojos a los lacivos i el sesso a los alquimistas i judiciarios, hombres de arbitrios i maquinadores. Mi corazón se dé a los avarientos; las orejas a reboltosos i cizañeros; el hocico a los epicúreos, comedores i bevedores; los huessos a los perezosos; los lomos a los sobervios i el espinazo a los porfiados. Dense mis pies a los procuradores; a los jueces las manos i el testuz a los escrivanos. La carne se dé a los pobres i el pellejo se reparta entre mis hijos naturales». Parece que Balthasar Gracián tuvo presente este testamento para hacer el del valor, que es admirable, i como se sigue519: «Estando ya sin virtud el valor, sin fuerzas, sin vigor, sin brío, i a punto de espirar, dícese que acudieron allá todas las naciones, instándole hiciesse testamento en su favor i les dejasse sus bienes. No tengo otros que a mí mismo, les respondió. Lo que yo os podré dejar, será este mi lastimoso cadáver, este esqueleto de lo que fui. Id llegando, que yo os lo iré repartiendo. Fueron los primeros los italianos, porque llegaron primeros, i pidieron la testa. Yo os la mando, dijo. Seréis gente de govierno; mandaréis el mundo a entrambas manos. Inquietos, los franceses fuéronse entremetiendo, i deseosos de tener mano en todo, pidieron los brazos. Temo, dijo, que si os los doi avéis de inquietar a todo el mundo. Seréis activos, gente de brazo. No pararéis un punto. Malos sois para vecinos. Pero los ginoveses de passo les quitaron las uñas, no dejándoles ni con qué asir, ni con que detener las cosas. Pero a los españoles han dado tan valientes pellizcos con su plata, que no hiciera más una bruja, chupándoles la sangre quando más dormidos. Itén, dejo el rostro a los ingleses. Seréis lindos, unos ángeles. Mas temo que, como las hermosas, avéis de ser fáciles en hacer cara a un Calvino, a un Luthero i al mismo diablo. Sobre todo guardaos no os vea la vulpeja, que dirá luego aquello de hermosa fachata, mas sin celebro. Mui atentos, los venecianos pidieron los carrillos. Riéronse los demás, pero el valor: No lo entendéis, les dijo. Dejad, que ellos comerán con ambos i con todos. Mandó la lengua a los sicilianos, i aviendo duda entre ellos i los napolitanos, declaró que a las dos Sicilias. A los irlandeses, el hígado. El talle a los alemanes. Seréis hombres de gentil cuerpo, pero mirá que no lo estiméis más que el alma. La mielsa a los polacos; el liviano a los moscovitas; todo el vientre a los flamencos i olandeses, con tal que no sea uestro Dios; el pecho a los suecos; las piernas a los turcos, que con todos pretenden hacerlas, i donde una vez meten el pie nunca más le levantan; las entrañas a los persas, gente de buenas entrañas; a los africanos, los huessos que tengan que roer como quien son; las espaldas a los chinos; el corazón a los japoneses, que son los españoles del Asia; i el espinazo a los negros. Llegaron los últimos los españoles, que avían estado ocupados en sacar huéspedes de su casa que vinieron de allende a echarlos della. ¿Qué nos dejas a nosotros? le digeron. I él: Tarde llegáis. Ya está todo repartido. Pues a nosotros, replicaron, que somos tus primogénitos ¿qué menos que un mayorazgo nos has de dejar? No sé ya qué daros. Si tuviera dos corazones, uestro fuera el primero. Pero mirá: lo que podéis hacer es que, pues todas las naciones os han inquietado, rebolved contra ellas, i lo que Roma hizo antes, haced vosotros después. Dad contra todas; repelad quando pudiéredes en fe de mi permissión. No lo dijo a sordos. Hanse dado tan buena maña, que apenas ai nación en el mundo que no la ayan dado su pellizco, i a pocos repelones se huvieran alzado con el valor de pies a cabeza».

9. Vese assí mismo mui bien egecutada la prosopopeya en esta poesía lírica, en que don Luis de Góngora, para útil egemplo de la brevedad de la vida, introdujo a la flor maravilla hablando con otras flores:


    Aprended, flores, de mí;
Lo que va de ayer a hoi,
Que ayer maravilla fui,
I hoi sombra mía aún no soi.
    La aurora ayer me dio cuna,
La noche ataúd me dio.
Sin luz muriera, si no
Me la prestara la Luna;
Pues de vosotros ninguna
Deja de morir assí.
    Aprended, flores, de mí;
Lo que va de ayer a hoi,
Que aver maravilla fui,
I hoi sombra mía aún no soi.
    Consuelo dulce el clavel
Es a la brevedad mía,
Pues quien me concedió un día
Dos, a penas le dio a él.
Efímeras del vergel,
Yo cárdena; él, carmesí.
    Aprended, flores, de mí;
Lo que va de ayer a hoi,
Que ayer maravilla fui,
I hoi sombra mía aún no soi.
    Flor es el jazmín, i bella,
No de las más vividoras;
Pues vive pocas más horas
que rayos tiene de estrella;
Si el ámbar florece, es ella
La flor que contiene en sí.
    Aprended, flores, de mí;
Lo que va de ayer a hoi,
Que ayer maravilla fui,
I hoi sombra mía aún no soi.
    El alhelí, aunque grossero
En fragrancia i en olor,
Más días ve que otra flor,
Pues ve los de mayo entero.
Morir maravilla quiero,
I no vivir alhelí.
    Aprended, flores, de mí;
Lo que va de ayer a hoi;
Que ayer maravilla fui,
I hoi sombra mía aún no soi.
    A ninguna flor mayores
Términos concede el sol,
que al sublime girasol,
Mathusalén de las flores;
Ojos son aduladores
Quantas en él hojas vi.
    Aprended, flores, de mí;
Lo que va de ayer a hoi;
Que ayer maravilla fui,
I hoi sombra mía aún no soi.



10. Dige que para que aya prosopopeya, es necessario fingir que alguna persona fingida habla, porque si solamente ai ficción de persona, no avrá prosopopeya, como no la ai en este elegante soneto de Góngora a una rosa:


    Ayer naciste, i morirás mañana,
Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
Para vivir tan poco, ¿estás lucida?
I para no ser nada, ¿estás lozana?
    Si te engañó tu hermosura vana,
Bien presto la verás desvanecida,
Porque en tu hermosura está escondida
La ocasión de morir muerte temprana.
    Quando te corte la robusta mano
(Lei de la Agricultura permitida)
Grossero haliento acabará tu suerte.
    No salgas, que te aguarda algún tirano.
Dilata tu nacer para tu vida,
Que anticipas tu ser para tu muerte.



11. La prosopopeya, o es derecha, o torcida. La derecha es quando se finge que alguna persona verdadera, o fingida, habla derechamente. Verdadera, como quando Lope de Vega Carpio en un soneto520 introdujo a Sansón diciendo lo que verisímilmente diría:


    Ningún traidor asir con más egemplo
A la ocasión por el cabello pudo;
I, aunque llegó de su venganza el día;
    No el templo a él, mas él sepulta al templo.
Muere dos veces ciego, i dice mudo:
¿Qué espera el hombre que en muger se fía?



12. Persona fingida, como quando se introduce a la colmena hablando con el colmenero: «Tráeme cavallera, i darte he miel i cera». Acá pertenece lo que leemos en el profeta Baruch521: «Las estrellas dieron luz a sus velas i se alegraron, i digeron: Aquí estamos». Pero con mayor eloquencia san Pablo522, queriendo enseñar las obligaciones de cada persona enderezadas al egercicio de la caridad con una santa alianza, dijo assí: «El cuerpo no es un miembro sino muchos. Si digere el pie: Yo no soi del cuerpo, porque no soi mano. ¿Por esso no es del cuerpo? I si digere la oreja: Porque no soi ojo, no soi del cuerpo. ¿Por esso no es del cuerpo? I si todo el cuerpo fuera ojos, ¿dónde estaría el oído? I si todo fuera oído, ¿dónde estaría el olfato? Assí que Dios puso los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como quiso. I si todos fuessen un miembro, ¿dónde avría cuerpo? Pero ahora ai por cierto muchos miembros, pero cuerpo uno. I no puede decir el ojo a la mano: No necessito de tu ayuda. Ni tampoco la cabeza a los pies: No sois necessarios. Antes bien los miembros del cuerpo, que parecen menos firmes, son más necessarios; i los que tenemos por miembros del cuerpo menos nobles, a éstos honramos más; i nuestros miembros deshonestos, con mayor honestidad. Pero los que tenemos honestos, de nada necessitan. Empero Dios templó el cuerpo, dando más abundante honra al que le faltava, porque no aya división en el cuerpo, sino que todos los miembros con una misma solicitud cuiden unos de otros; i, si un miembro padece algo, se compadezcan juntamente todos los miembros; i, si un miembro fuere honrado, se gloríen juntamente todos los miembros. Vosotros que sois miembros de Christo, i miembros cada uno por su parte, &c.

13. Prosopopeya torcida es aquella en que se finge que dice lo que parece que diría la persona fingida, si fuera verdadera. Assí dijo David523: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, i el entendimiento anuncia las obras de sus manos»; i Sant Iago amonesta assí a los pecadores524: «Mirad cómo la paga de los jornaleros, con que vosotros os quedastes, está clamando en las orejas del Señor de los ejércitos». Para aficionar los letores a las obras poco leídas, i digníssimas de leerse, de frai Luis de León, i amenizar la sequedad de los preceptos con la hermosa variedad de los números, trasladaré aquí la prosopopeya profética que hizo en nombre del río Tajo, que dice assí:


    Folgava el rei Rodrigo
Con la hermosa Cava en la ribera
Del Tajo, sin testigo.
El río sacó fuera
El pecho, i le habló desta manera:
    En mal punto te goces,
Injusto forzador, que va el sonido
Oyo ya, i las voces,
Las armas, i el bramido
De Marte, i de furor i ardor ceñido.
    ¡Ai! Essa tu alegría,
¡Qué llantos acarrea, i essa hermosa
(Que vio el sol en mal día),
A España! ¡Ai! ¡quán llorosa,
I al cetro de los godos quán costosa!
    Llamas, dolores, guerras,
Muertes, assolamiento, fieros males
Entre tus brazos cierras,
Trabajos inmortales
A ti i a tus vassallos naturales.
    A los que en Constantina
Rompen el fértil suelo, a los que baña
El Ebro, a la vecina
Sansueña, a Lusitaña,
A toda la espaciosa i triste España.
    Ya dende Cádiz llama
El injuriado conde a la venganza,
Atento, i no a la fama,
La bárbara pujanza,
En quien para tu daño no ai tardanza.
    Oye que al cielo toca
Con temeroso son la trompa fiera,
Que en África convoca
El moro a la bandera,
Que al aire desplegada va ligera.
    La lanza ya blandea
El árabe cruel, i hiere el viento
Llamando a la pelea.
Innumerable cuento
De esquadras juntas veo en un momento.
    Cubre la gente el suelo.
Debajo de las velas desparece
La mar; la voz al cielo
Confusa i varia crece.
El polvo roba el día i le escurece.
    ¡Ai! que ya presurosos
Suben las largas naves. ¡Ai! que tienden
Los brazos vigorosos
A los remos, i encienden
Los mares espumosas por do hienden.
    El Eolo derecho
Hinche la vela en popa; i larga entrada
Por el hercúleo estrecho,
Con la punta acerada,
El gran padre Neptuno da a la armada.
    ¡Ai triste! ¡I aún te tiene
El mal dulce regazo! ¡Ni llamado
Al mal que sobreviene
No acorres! ¿Ocupado
No ves ya el puerto a Hércules sagrado?
    Acude, acorre, buela,
Traspassa el alta sierra, ocupa el llano,
No perdones la espuela.
No des paz a la mano,
Menea fulminando el hierro insano.
    ¡Ai! ¡quánto de fatiga!
¡Ai! ¡quánto de sudor está presente
Al que viste lóriga,
Al infante valiente,
A hombres i a cavallos juntamente!
    I tú, Betis divino,
De sangre agena i tuya amancillado,
Darás al mar vecino
Quánto yelmo quebrado,
Quánto cuerpo de nobles destrozado.
    El furibundo Marte
Cinco luces las haces desordena
Igual a cada parte,
La sesta, ¡Ai! te condena,
O cara patria, a bárbara cadena.



14. Prosopopeya torcida es aquella en que se finge el razonamiento en tercera persona; como en ésta del capitán Francisco de Aldana.


    Hase movido, dama, una passión
Entre Venus, amor i la natura,
Sobre uestra hermosíssima figura,
En la qual todos tres tienen razón.
    Buscan quien les absuelva esta quistión
Con viva diligencia i suma cura;
I es tan alta, tan honda i tan oscura,
Que no ai quien dalle pueda solución.
    Ponen estas querellas contra vos
Venus que le usurpáis su sacrificio;
Amor que no le conocéis por Dios;
    Natura dice, i jura por su oficio,
Que de uestra impressión nunca hizo dos,
I que ingrata le sois al beneficio.



15. Las comedias i tragedias están llenas destos razonamientos atribuidos a personas fingidas, como se ve en el Pluto de Aristófanes donde se introduce Riqueza hablando con Pobreza; en el Trinummo de Plauto, Lujuria con su hija Pobreza; en la Cistellaria, Socorro dando cuenta del assunto; en la Trofea, introdujo Naharro a Fama razonando con Tolomeo. En este género de ficciones es mui dificultoso guardar el decoro, esto es, procurar que la persona que se finge diga aquello que diría si tuviera juicio i fuera capaz de hablar.

16. Si se finge que la persona habla a solas, aquel fingido razonamiento se llama soliloquio o dialoguismo fingido, que es mui freqüente no sólo en las comedias i tragedias, para hacer entender a los oyentes los designios ocultos, sino también en las Sagradas Letras, como se ve en el profeta Amós quando dice525: «Oíd esto los que holláis al pobre i consumís a los necessitados de la tierra diciendo: ¿Quándo passará el mes (de la cosecha) i venderemos las mercaderías; i quándo passará el sábado i abriremos el trigo (para venderle) para que disminuyamos la medida i acrecentemos el precio, i pongamos balanzas falsas para hacernos con el dinero, señores de los menesterosos i pobres, i vendamos por unos zapatos las granzas del trigo? Juró el Señor sobre el ensalzamiento de Jacob, que nunca se olvidará de las obras déstos.»

17. Digo que el soliloquio, o dialoguismo, es fingido; porque, si fuere historial, no se hace figura rhetórica, sino que se refiere lo dicho, como quando Plauto en su Amfitruón526 introduce a Sosia, maravillándose consigo de ver duplicada su persona, porque Mercurio avía tomado su figura, i a sus solas dice assí: «¿Qué es esto, mal pecado?, ¿no soi yo Sosia esclavo de Amfitruón? ¿Por ventura la nave que me ha traído del puerto de Persia no vino esta noche? ¿Por ventura no me embió acá mi Señor? ¿No es verdad que yo estoi aquí ante nuestras casas? ¿No soi yo el que tengo la linterna en la mano? ¿No hablo? ¿No velo? ¿No es assí que este hombre poco ha me majó a puñadas? Hízolo, por Hércules, porque aún ahora, miserable de mí, me duelen las megillas. Pues, ¿qué estoi dudando?, o ¿por qué no entro en nuestra casa?».

18. Quando se finge que habla uno con otro, este fingido coloquio se llama diálogo fingido, como el ya referido de san Pablo527 i el de Góngora introduciendo a los rocines que hablan, en el romance que empieza: «Mormuravan los rocines», i en el soneto 59 al Santíssimo Sacramento. Acá pertenece aquella carta de Soria a su amiga, que empieza: «Anda, ve con diligencia»; i el romance de Nicolás Núñez, que comienza: «Estávase mi cuidado». También pertenece acá el diálogo de Christóval de Castillejo con su pluma, que dejó correr libremente, quejándose de lo desmedrado que se hallava, en treinta años de secretario del emperador Fernando I. Digo diálogo fingido, porque si se refiriesse lo que verdaderamente sucedió, sería historial, como deve entenderse que lo fue este adagio: «¿Tenéis lumbre, doña Lucía? La de Dios, doña Mencia»; i otro que dice: «Tú la tienes, Pedro. ¿Juro a tal no tengo?». I sin género de duda fue historial el diálogo de la conversión de san Pablo, que según san Lucas, en los Hechos Apostólicos528, sucedió assí: «Yendo por el camino aconteció que llegando cerca de Damasco, repentinamente resplandeció alrededor dél una luz del cielo, i cayendo en tierra oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El qual dijo: ¿Quién eres, Señor? I el Señor le respondió: Yo soi Jesús a quien tú persigues. Dura cosa es para ti dar coces contra el aguijón; i temblando i pasmado dijo: ¿qué quieres que haga? I el Señor le mandó: 'Levántate i entra en la ciudad i allí se te dirá lo que te conviene hacer'».

19. Quando en estos razonamientos fingidos se contrahace la vida i costumbre de aquel de quien se habla, atendiendo a este respeto, el razonamiento fingido se llama ethopeya, la qual pide grande conocimiento de las cosas i mucha arte para tratar de ellas, como se puede ver en la ficción que hizo Matheo Alemán529 para dar una idea agradable de la vida trabajosa del hombre, según sus varias edades, en las quales se assemeja al asno, al perro i a la mona, en cuya ficción se pueden observar hermosíssimas ethopeyas.

20. Finalmente, en quanto en el razonamiento fingido se imitan los dichos agenos, se llama esta imitación mímesis, o contra hacimiento; como quando Cervantes en boca del cabrero Pedro llamó año estil al que devía decir estéril. Las Coplas de Mingo Re-Vulgo abundan de mímesis530. Acá deve referirse lo que en boca de los soldados i mercaderes dice frai Luis de León531:


    O dichosos tratantes,
Ya quebrantados del passado yerro,
Escapado denantes
Por hacer tanto yerro
(Dice el soldado en áspero destierro),
    Que passáis uestra vida
Mui libre ya de trabajosa pena,
Segura la comida
I mucho más la cena,
Llena de risa i de pesar agena.
    O dichoso soldado
(Responde el mercader del espacioso
Mar en alto llevado),
Que gozas de reposo
Con presta muerte, o con vencer glorioso.



21. Assí la sermocinación, como la prosopopeya, hacen la oración maravillosa i eficazmente persuasiva, porque por medio de la sermocinación se manifiestan los pensamientos de los contrarios, haciendo como que hablan consigo, observando la devida verisimilitud, i también introducimos nuestras pláticas con otros i las de otros entre sí, por medio de las quales alabamos, aconsejamos, exhortamos, nos quejamos, reprehendemos i nos compadecemos, i hacemos compadecer a otros i movemos la misericordia i otros muchos afectos, usando deste modo de mayor libertad i autoridad, pues lo que no diríamos en cabeza propia, lo hacemos decir en la agena, i por medio de la prosopopeya animamos i autorizamos la oración. De lo dicho se infiere quán dificultoso es hacer una buena prosopopeya, por la diversidad con que deven caracterizarse las personas verdaderas, pues de una manera hablava Julio César, de otra Marco Catón, uticense; de otra, Cicerón, como se ve en la Conjuración de Catilina, que con admirable eloqüencia escrivió Cayo Crispo Salustio. De un modo hablava Atherbal implorando el favor del senado romano; de otro, Cayo Memmio, hombre facundo i libre, con el pueblo romano; de otro, Cayo Mario, hombre popular i enemigo de la nobleza, como se puede observar en la Guerra Yugurthina del mismo Salustio. I esto tiene igual o mayor dificultad en la ficción de personas, por averse de caracterizar según la naturaleza o propiedades de la cosa que se personaliza.

22. La preterición, en latín praeteritio o praetermissio, en griego paralepsis o apophasis, es una manera de hablar por la qual se dice aquello mismo que se finge que no se quiere decir; como Cicerón en su Divinación532: «Nada digo de mi ingenio, ni ai cosa que pueda decir; ni, aunque la huviesse, la diría». I Gerónimo de Artés, ingenioso poeta valenciano, en una canción:


    Siempre crece mi serviros
I mi triste desearos;
Mas con temor de enojaros
No oso merced pediros.
    I de tal temor vencido,
Callando i pena sufriendo,
Quiero pediros sirviendo
Las mercedes que no pido;
Comportando con sospiros
Un secreto desearos,
Pues es vitoria serviros.



23. Esta figura que finge que las cosas se passan por alto, no es especie de mentira, porque la intención de quien la usa se ve claramente que es apuntar la cosa i no decirla estendidamente, o porque lo que se dice es de poca importancia, o porque es mui sabido, o desagradable i molesto. La cosa se señala i no egecuta, en frasi de la esgrima. Pero no se calla enteramente, porque es útil hacer alguna mención de ello.

24. Alegoría, que Quintiliano llamó inversio533, porque invierte las cosas diciendo una en las palabras i otra en el sentido, i por esso otros la llamaron diversiloquium, esto es, habla de cosas diversas, es una figura que por medio de las partes o circunstancias de alguna cosa dicha por metáfora, o traslación de significación, forma una o muchas sentencias, en que se finge alguna cosa, o bien sea viviente o no viviente. Viviente, como quando don Diego de Saavedra fingió que el reino es un animal, diciendo assí534: «El reino es una unión de muchas ciudades i pueblos; un consentimiento común en el imperio de uno i en la obediencia de los demás, a que obligó la ambición i la fuerza. La justicia i la clemencia constituyen su vida. Es un cuidado de la salud agena. Consiste su espíritu en la unidad de la religión. De las mismas partes que consta, pende su conservación, su aumento o su ruina. No puede sufrir la compañía. Vive expuesto a los peligros. En él más que en otra, egercita la fortuna su inconstancia. Está sugeto a la emulación i a la invidia. Más peligra en la prosperidad que en la adversidad, porque en aquélla se assegura; con la seguridad se ensobervece, i con la sobervia se pierde. O por nuevo se descompone, o por antiguo se deshace. No es menor su peligro en la continua paz, que en la guerra. Por sí mismo se cae quando agenas armas no le egercitan; i en empezando a caer, no se detiene. Entre su mayor altura, i su precipicio, no se interrumpe tiempo. Los celos le defienden, i los celos le suelen ofender. Si es mui pequeño, no se puede defender; si mui grande, no se sabe governar. Más obedece al arte, que a la fuerza. Ama las novedades, i está en ellas su perdición. La virtud es su salud; el vicio, su enfermedad. El trabajo le levanta, i el ocio le derriba. Con las fortalezas i confederaciones se afirma, i con las leyes se mantiene. El magistrado es su corazón; los consegeros, sus ojos; las armas, sus brazos; i las riquezas, sus pies». I poco más adelante, después de aver dicho que «del harpa del reino resulta la magestad, la qual es una harmonía nacida de las cuerdas del pueblo i aprovada del cielo; una representación del poder i un resplandor de la suprema jurisdicción; una fuerza que se hace respetar i obedecer; es guarda i salud del principado»; añade, fingiendo viviente a la magestad: «La opinión i la fama le dan ser; el amor, seguridad; el temor, autoridad; la ceremonia, reverencia: la severidad, respeto; el adorno, estimación. El retiro la hace venerable. Peligra en el desprecio i en el odio. Ni se puede igualar, ni dividir, porque consiste en la admiración i en la unidad. En ambas fortunas es constante. El culto la afirma. Las armas i las leyes la mantienen. Ni dura en la sobervia, ni cabe en la humildad. Vive con la prudencia i la beneficencia, i muere a manos del ímpetu i del vicio.

25. Fíngese por la alegoría alguna cosa no viviente, como el Castillo de Amor, de D. Jorge Manrique; el Hospital de Amor, que hizo el licenciado Diego Ximénez i imprimió por suyo Luis Hurtado de Toledo; el Infierno de Amores, de Guevara; el Infierno de Amor, de Garci Sánchez de Badajoz; el Capítulo del Amor, de Christóval de Castillejo; la Visita de Amor i la Residencia de Amor, de Gregorio Silvestre; la Casa de la Memoria, de Vicente Espinel; i la Casa de Locos, que Matheo Alemán, con su acostumbrada agudeza de ingenio, descrivió assí535: «No es otra cosa el cuerpo del hombre sino una casa de locos, donde tienen a la razón por padre, que los administra, govierna i rige, i a quien todos obedecen. Estos locos, dige, son nuestros cinco sentidos, entre los quales ai algunos domésticos i mansos; i otros, incorregibles, furiosos i perversos; i otros (aunque dañosos) no tanto. La sagaz naturaleza les previno a cada uno de prisión conveniente i necessaria, conforme al uso de su locura. A las manos (por ser ocasionadas) las ató a este árbol del cuerpo, con estas dos cadenas de los brazos, para que no saliessen o alcanzassen a más daño de aquel a donde alcanza la cadena. Puso a los ojos (por ser tan perspicaces, agudos i furiosos) en esta jaulilla pequeña; i a cada uno por guarda, dos puertas de rastrillos, para que si excediessen de lo justo, la razón los encerrasse debajo dellas i assí no dañassen. A el oler i a el oír (aunque son locos) por ser domésticos i mansos, les permitió andar sueltos. Mas a la lengua (dañoso loco) no solamente se contenta con tenerla fuertemente asida i añudada a la coluna de la garganta, mas encerróla detrás de dos murallas i de un fosso, i no bastan a corregirla. No ai sentido que requiera tener ni tenga tantas guardas, ni con quien la razón se deva más desvaler; porque si con ella se descuida un punto yéndose floteando, meterá tan a peligro su dueño que, quando no lo aniegue, a lo me»nos dificultarále la salida».

26. La alegoría, o es clara o oscura. Clara, como ésta en que el príncipe de Esquilache figuró a san Juan Bautista en una sombra, diciendo assí assombrosamente:


    El Passado Testamento
Por mayor os reconoce,
Que, como se puso en Vos,
Hizo las sombras mayores;
    Tales fueron que, saliendo
El sol de Christo a los hombres,
Convino uestras sombras
Se hiciessen después menores.



27. Es la alegoría oscura, como la égloga de Rodrigo Cota, natural de Toledo, intitulada Las coplas de Mingo Re-Vulgo, que ingeniosamente esplicó Hernando de Pulgar; la Batalla de los Perros de Alonso de Palencia carece de ilustrador i le necessita. Son oscuras muchas alegorías proféticas de la Sagrada Escritura, i por su misteriosa oscuridad, necessitan de aguda inteligencia i feliz esplicación, qual es ésta de frai Luis de León en la siguiente alegoría536: «Mas para qué voi menoscabando este bien con mis pobres palabras, pues tengo las del mismo Espíritu que le formó en el vientre de la sacratíssima Virgen, que nos le pintan en el libro de los Cantares, por la boca de la enamorada pastora, diciendo537: Blanco i colorado trahe bandera entre los millares. Su cabeza oro de Tibar. Sus cabellos enrizados i negros. Sus ojos como los de las palomas junto a los arroyos de las aguas bañadas en leche. Las megillas como eras de plantas olorosas de los olores de confección. Los labios violetas, que destilan preciada mirra. Sus manos rollos llenos de oro de Tharsis. Su vientre bien como el marfil adornado de zafiros. Sus piernas colunas de mármol, fundadas sobre basas de oro fino. El su semblante, como el del Líbano, erguido como los cedros. Su paladar dulzuras i todo él deseos. Pues pongamos los ojos en aquesta acabada beldad i contemplémosla bien, i conoceremos que todo lo que puede caber de Dios en un cuerpo i quanto le es possible particular dél, i retratarle, i figurarle, i assemejársele, todo esto con ventajas grandíssimas entre todos los otros cuerpos, resplandece en aqueste; i veremos que en su género i condición, es como un retrato vivo i perfeto. Porque lo que en el cuerpo es color (que quiero para mayor evidencia cotejar por menudo cada una cosa con otra i señalar en este retrato suyo, que formó Dios de hecho, aviéndole pintado muchos años antes con las palabras, quán enteramente responde todo con su verdad; aunque por no ser largo diré poco de cada cosa, o no la diré, sino tocarla he solamente) por manera que el color en el cuerpo, el qual resulta de la mezcla de las qualidades i humores que ai en él, i que es lo primero que se viene a los ojos, responde a la liga, o, si lo podemos decir assí, a la mezcla i tegido que hacen entre sí las perfecciones de Dios. Pues assí como se dice de aquel color que se tiñe de colorado i de blanco, assí toda aquesta mezcla secreta se colora de sencillo i amoroso. Porque lo que luego se nos ofrece a los ojos quando los alzamos a Dios, es una verdad pura i una perfección simple i sencilla que ama. I assí mismo la cabeza en el cuerpo dice con lo que en Dios en alteza de su saber. Aquella pues es de oro de Tibar, i aquesta son thesoros de sabiduría. Los cabellos que de la cabeza nacen, se dicen ser enrizados i negros; los pensamientos i consejos, que proceden de aquel saber, son enlazados i oscuros. Los ojos de la providencia de Dios i los ojos de aqueste cuerpo son unos; que éstos miran como palomas, bañadas en leche, las aguas; aquéllos atienden i proveen a la universidad de las cosas con suavidad i dulzura grandíssima, dando a cada una su sustento, i como digamos, su leche. Pues ¿qué diré de las megillas, que aquí son eras olorosas de plantas i en Dios son justicia i su misericordia, que se descubren i se le echan más de ver, como si digéssemos, en el uno i en el otro lado del rostro?, i que esparcen su olor por todas las cosas. Que, como es escrito538: Todos los caminos del Señor son misericordia i verdad. I la boca i los labios, que son en Dios los avisos que nos da i las Escrituras Santas donde nos habla, assí como en este cuerpo son violetas i mirra, assí en Dios tienen mucho de encendido i de amargo, con que encienden a la virtud i amargan i amortiguan el vicio. I ni más ni menos lo que en Dios son manos, que son el poderío suyo para obrar i las obras hechas por Él, son semejantes a las deste cuerpo, hechas como rollos de oro rematados en Tharsis, esto es, son perfetas i hermosas i todas mui buenas, como la Escritura lo dice539: 'Vio Dios todo lo que hiciera i todo era mui bueno. Pues para las entrañas de Dios i para la fecundidad de su virtud, que es como el vientre donde todo se engendra'; ¿qué imagen será mejor que este vientre blanco i como hecho de marfil i adornado de zafiros? I las piernas del mismo, que son hermosas i firmes, como mármoles sobre basas de oro, clara pintura sin duda son de la firmeza divina no mudable, que es como aquello en que Dios estriba. Es también su semblante, como el del Líbano, que es como la altura de la naturaleza divina llena de magestad i de belleza. I finalmente es dulzura su paladar i deseos todo él, para que entendamos del todo, quán merecidamente este cuerpo es llamado imagen, i faces, i cara de Dios, el qual es dulcíssimo i amabilíssimo por todas partes, ansí como está escrito540: 'Gustad i ved quán dulce es el Señor. I quán grande es, Señor, la muchedumbre de tu dulzura, que escondiste para los que te aman'».




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Capítulo IX

De las figuras de rompimiento de sentido


1. Tratemos ahora de la tercera classe de figuras de rompimiento de sentido, a la qual pertenecen estas quatro, que interrumpen la plática: digressión, apartamiento, cortamiento i corrección o emienda.

2. Digressión, que los latinos llaman digressio, egressio, excursus, escursio, procursio; i los griegos echasis, parechasis, dixodos, echole, es una oración que se desvía de la cosa propuesta a otra que no sea del todo impertinente ni fuera del caso, sino que sirva, o para alabar, o vituperar lo que sea digno de alabanza, o de vituperio, i tenga alguna coherencia con el assunto; o para enseñar de passo lo que ofrece alguna ocasión proporcionada como quando don Diego Hurtado de Mendoza, aviendo dicho que don Alonso Portocarrero murió herido de dos saetas enherboladas, esplicó qué cosa es el veneno de hierba de ballestero541: i aviendo referido que Aben Humeya levantó un estandarte bermejo que mostrava el lugar de la persona del rei a manera de guión, añadió la relación del principio desta ceremonia en los reyes de Granada542; i también aviendo hecho mención del rei de Fez i del de Argel, esplicó el principio de ambos reinos543; i después de aver contado que se vendió i repartió una presa, hizo una digressión contando el origen desta costumbre544; i finalmente, aviendo hecho mención de Sevilla, se puso a referir la opinión que tenía de su origen545.

3. Sirve también la digressión para adornar el assunto principal deleitando al oyente, como se ve en las referidas digressiones de don Diego Hurtado de Mendoza i en la égloga segunda de Garci-Lasso de la Vega, donde el pastor Nemoroso se divierte en celebrar las glorias de la casa de Alva.

4. Quando decimos que la digressión es una oración, no queremos significar precisamente una sola sentencia, sino una o muchas que compongan una especie de oración rhetórica breve o larga. La breve se llama parénthesis, que quiere decir entreposición, i ésta es figura de sentencia. La larga se llama paréchasis, que propiamente es una especie de amplificación. La digressión breve suele servir para aclarar de passo lo que se va diciendo: como quando dijo santa Theresa de Jesús en uno de sus prudentíssimos Avissos: «Delante de su superior (en el qual deve mirar a Jesu-Christo) nunca hable sino lo necessario i con gran reverencia».

5. La digressión larga sirve para mayor enseñanza o adorno, o para uno i otro, como las que se han apuntado de don Diego Hurtado de Mendoza. Conviene que la digressión no sea prolija, para que no moleste ni parezca algún juguete. La digressión larga freqüentemente se desculpa con alguna prefacioncilla anticipada, para que no parezca que se dice lo que no viene al caso por inconsideración o imprudencia. Si la digressión es del caso, no hace el estilo vicioso, sino divertido i agradable, porque quita el fastidio, que tal vez causa el assunto principal, recrea el ánimo, como un passeo por un lugar ameno; renueva su vigor para que pueda continuar con gusto; i, como hace al caso, no solamente causa deleite, que es el almívar de la enseñanza, sino que la infunde con gusto, que es lo que más importa al que pretende persuadir. Concluida la digressión suele añadirse una cláusula que recuerde averse buelto al assunto de que se desvió la oración: i a esto llaman los griegos epanodos, que quiere decir rebuelta. Verdad es que los poetas, que solamente suelen escrivir para deleitar el ánimo, tal vez acaban con la digressión, como lo practicó Virgilio en la geórgica primera, donde hablando de las señales del sol, tomando ocasión de ellas para lisongear al emperador Augusto, hizo una digressión que contiene la muerte de Julio César i acabó con ella. No assí Garci-Lasso en su excelente égloga segunda, donde hizo una rebuelta mui apropiada sin afectación alguna.

6. Apartamiento, en latín aversio, en griego apóstrofe, es el enderezamiento de la plática a otra persona diferente de aquella con quien se habla, o bien la tal persona esté presente o ausente, o sea verdadera o fingida; i debajo de la verdadera se comprehende también la misma persona que habla.

7. Egemplo de persona presente puede ser el común refrán: «A ti te lo digo, hijuela; entendedlo vos, mi nuera».

8. Egemplo de persona ausente es ilustre el de san Matheo, que aviendo referido que Jesu-Christo hablava con el gentío que avía salido a ver a san Juan Bautista su precursor, i no creía su venida, dice que repentinamente enderezó su plática a las ciudades donde avía hecho muchos milagros, deste modo546: «Ai de ti Corozaín, ai de ti Bethsaida; porque si en Tiro i en Sidón (ciudades gentiles) se huvieran obrado los milagros que se han hecho en vosotras, huvieran hecho penitencia en otro tiempo con cilicio i ceniza. Pero en verdad os digo, en el día del juicio, Tiro i Sidón lo passarán más tolerablemente que vosotras; i tú, Cafarnaún, que has sido levantada hasta el cielo, serás abatida hasta los infiernos».

9. Egemplo de persona verdadera, que es uno mismo, o su parte principal, puede ser el siguiente de David547: «Alma mía, ¿por qué estás triste i por qué me perturbas?». Desta suerte, Garci-Lasso de la Vega hizo una conversión a su propio corazón deste modo548:


    ¿Quién sufrirá tan áspera mudanza
Del bien al mal? O corazón cansado,
Esfuerza en la miseria de tu estado:
Que tras fortuna suele aver bonanza.



10. Nicolás Núñez nos dará un hermoso egemplo de persona fingida, qual es el Cuidado hablando con la Muerte en este ingenioso romance:


    Dormiendo estava el Cuidado,
Que el pesar le adormecía.
El dolor del corazón
Sus tristes ojos abría.
Si triste estava velando,
Dormiendo más mal sentía,
Con sospiros i llorando
Su grave passión, decía:
Di, Muerte, por qué no vienes,
I sanas la pena mía;
Darás fin a mi esperanza,
I a mi deseo alegría;
Que a la vida que no vive,
Morir, mejor le sería.



11. I santa Theresa de Jesús nos dará también varios egemplos de personas fingidas, hablando, ya con la muerte, ya con la vida, deste modo:


    Sólo con la confianza
Vivo de que he de morir;
Porque muriendo, el vivir
Me assegura mi esperanza.
Muerte, do el vivir se alcanza
No te tardes, que te espero,
Que muero porque no muero.
    Mira que el amor es fuerte,
Vida, no me seas molesta.
Mira que sólo te resta
Para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
Venga el morir mui ligero;
Que muero porque no muero.
    Aquella vida de arriba
Es la vida verdadera.
Hasta que esta vida muera,
No se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva,
Vivo muriendo primero;
Que muero porque no muero.
    Vida, ¿qué puedo yo darle
A mi Dios, que vive en mí?
Sino es perderte a ti
Para mejor a él gozarle;
Quiero muriendo alcanzarle,
Pues a él solo es el que quiero;
Que muero porque no muero.



12. Es también mui buen egemplo de persona fingida éste de don Diego de Saavedra549: «Artificiosa la abeja encubre cautamente el arte con que labra los panales. Hierve la obra, i nadie sabe el estado que tiene; i, si tal vez la curiosidad quiso acechalla, formando una colmena de vidro, desmiente lo trasparente con un baño de cera para que no pueda aver testigos de sus acciones domésticas. O, prudente República, maestra de las del mundo, ya te huvieras levantado con el dominio universal de los animales, si como la naturaleza te dio medios para tu conservación, te huviera dado fuerzas para tu aumento. Aprendan todas de ti la importancia de un oculto silencio i de un impenetrable secreto en las acciones i resoluciones i el daño de que se descubra el artificio i máximas del govierno, las negociaciones i tratados, los intentos i fines, los achaques i enfermedades internas.

13. Frai Luis de León, en una sabia canción en que merecidamente celebró al nunca bastantemente alabado músico Francisco de Salinas, juntó en un apóstrofe las personas verdaderas con las fingidas deste modo:


    El aire se serena,
I viste de hermosura, i luz no usada,
Salinas, quando suena
La música estremada,
Por uestra sabia mano governada.
    A cuyo son divino
El alma que en el olvido está sumida,
Torna a cobrar el tino
I memoria perdida
De su origen primera esclarecida.
    I, como se conoce,
En suerte i pensamiento, se mejora;
El oro desconoce;
Que el vulgo vil adora
La belleza caduca engañadora
    Traspassa el aire todo
Hasta llegar a la más alta esfera;
I oye allí otro modo
De no perecedera
Música, que es la fuente i la primera.
    I, como está compuesta
De números concordes, luego embía
Consonante respuesta;
I entre ambos a porfía
Se mezcla una dulcíssima harmonía.
    Aquí la alma navega
Por un mar de dulzura; i finalmente
En él ansí se anega,
Que ningún acidente
Estraño ¡peregrino, oye i siente.
    O desmayo dichoso,
O muerte que das vida, a dulce olvido,
Durasse en tu reposo,
Sin ser restituido
Jamás aqueste bajo i vil sentido.
    A este bien os llamo,
Gloria del apolíneo sacro coro,
Amigos, a quien amo
Sobre todo thesoro;
Que todo lo visible es triste lloro.
    ¡O!, suene de contino,
Salinas, uestro son en mis oídos,
Por quien al bien divino
Dispiertan los sentidos,
Quedando a lo demás adormecidos.



14. La apóstrofe es mui del caso para mover los afectos. Son mui afectuosas las apóstrofes que hizo Lope de Vega Carpio en su Albanio, o Égloga al Duque de Alva, alternándolas Antandra i Ismenia550. Tiene mucha i mui oculta eficacia este ingenioso epitafio que hizo el mismo Lope de Vega551 de Erásthenes, médico, por causa de la apóstrofe:


    Enseñé, no me escucharon;
Escriví, no me leyeron;
Curé mal, no me entendieron;
Maté, no me castigaron.
    Ya con morir satisfice.
O muerte, quiero quejarme.
Bien pudieras perdonarme
Por servicios que te hice.



15. La apóstrofe, o es derecha, o torcida. Derecha, como se ve en los egemplos referidos i en este otro de Gerónimo Vich:


    Mi sesso siempre encubrió;
Passiones de enamorado;
Mi gesto desfigurado
Del todo las descubrió.
Sin cargo sois, mi sufrir,
¡Quánto tiempo os he encubierto!
Ya yo no os puedo encubrir.
Mi gesto os ha descubierto.



16. Apóstrofe indirecta es la del discreto romance del príncipe de Esquilache, que dice assí552:


    El que siente sus desdichas,
Llore más i diga menos,
Donde llorar es descanso,
I quejarse no es remedio.
    Mil veces digo a mis males,
Que en los agravios que siento,
Si es tiempo para sufrir,
Para quejarse no es tiempo.



17. Cortamiento de la sentencia, al qual llamó praecissio el autor de la Rhetórica enderezada a Herennio553, Cicerón, reticencia554, Celso, obticentia555, algunos otros556, interruptio, i los griegos, aposiopesis, es una manera de hablar por la qual la sentencia ya empezada no se prosigue, sino que se deja en alto quedando a la discreción del oyente la inteligencia de lo que no se expressa con palabras, o porque es tal lo que se avía de decir, que qualquiera lo entiende, o por no decir cosas indignas, o porque parece al que habla que ya se desvía demasiadamente del assunto, o porque sobreviene otra persona; lo qual suelen practicar los cómicos i los trágicos i los dialoguistas para representar las cosas más a lo natural; i finalmente, sirve para manifestar mejor los afectos del ánimo i moverlos.

18. Es cosa mui natural que una passión mui violenta no permita decir todo lo que se quiere, porque la lengua es mui perezosa para poder seguir la ligereza de los movimientos del ánimo. Quando alguno pues se halla incitado de la indignación o de la ira, no halla palabras que poder pronunciar según la velocidad i vehemencia de la passión, la qual rompe i prorumpe por donde puede i como puede, aunque sea con alguna imperfeción. I assí lo postrero, en que el ánimo se halla ya más sossegado, no tiene travazón con lo primero; i la aposiopesis manifiesta aquella suspensión del ánimo, como se ve en el libro primero de la Eneida, donde el príncipe de los poetas latinos introduce a Eolo mui indignado contra los vientos, porque alborotavan el mar. Gregorio Hernández de Velasco le hizo hablar assí en español:


Decid, desmesurados i atrevidos,
¿Tánto en uestro linage confiastes,
Que sin mi permissión tantos ruidos
En tierra, en aire i mar alzar osastes?
Yo os juro. Mas los mares removidos
Quiero hora sossegar.



19. Es mui tierna la aposiopesis de que se valió don Antonio de Solís en el último verso del siguiente soneto, en que manifestó un vehemente deseo del favor divino i de la intercessión de la madre de Dios para quando estuviere moribundo. Dice assí:


    Uestra sangre, Señor, por mi pecado
Tan repetidas veces malograda,
Clamando está por mí, por mí aplicada,
Precio infinito i precio derramado.
    Uestra Madre, aunque al veros injuriado,
Me mire con desvíos de irritada,
Se queda en el oficio de abogada,
I abogada mayor del más culpado.
    Mi alma en uestro juicio riguroso
No hallará otra razón, pues hoi la ignora,
Con que aplicar a uestro Eterno Padre.
    I assí confuso, humilde i temeroso
Os digo para entonces desde ahora:
Uestra sangre, Señor, i uestra Madre.



20. Donde se entiende me valgan, o alguna semejante espressión. En esta figura imitan los rhetóricos a Timanthes, de quien dijo Plinio557 que en todas sus obras siempre se entendía algo de más lo que pintava; como lo hizo quando, según Valerio Máximo558, pintó el sacrificio de Ifigenia, porque aviendo representado junto al ara, triste a Calcante, congojoso a Ulysses, voceando a Ayaz i lamentándose a Menelao; pintando embuelta la cabeza de Agamenón, con esta ocultación manifestó mejor la grandeza de su dolor, dejándola al juicio de los que viessen aquel triste sucesso.

21. Corrección, temperamento, moderación, o emienda de la sentencia, que los griegos llaman epanorthosis, o epidiorthosis, i según Rutilio Lupo metanoia559, es una manera de hablar por la qual se reprehende la propuesta sentencia, o bien diciendo lo contrario, o bien mejorándolo. I esto se hace, o con alguna condición, como quando dijo Góngora en un soneto:


       ¡Ai ambición humana!
Prudente Pavón, hoi con ojos ciento,
Si al desengaño se los das i al llanto.



O absolutamente, como lo practicó Garci-Lasso de la Vega en este elegantíssimo soneto:


    Gracias al cielo doi, que ya del cuello
Del todo el grave yugo he sacudido,
I que del viento el mar embravecido
Veré desde la tierra sin temello.
    Veré colgada de un sutil cabello
La vida del amante embevecido
En su error i en su engaño adormecido,
Sordo a las voces que le avisan dello.
    Alegraráme el mal de los mortales;
Mas no es mi corazón tan inhumano
En aqueste mi error, como parece;
    Porque yo huelgo, como huelga el sano,
No de ver a los otros en los males,
Sino de ver que dellos él carece.



22. Verdad es que pudiera decirse desde el principio lo contrario, o lo mejor, especialmente si se habla por escrito; pero entonces lo que se diría bien sencillamente no se observaría tanto como corrigiéndolo, o moderándolo; ni se diría con tanta gracia i naturalidad, porque no siempre se ofrece al principio lo mejor; i un hombre amador de la verdad i de la perfeción, i que desea esplicarse lo mejor que puede, no se satisface con lo que ha dicho o hecho; i el deseo de dar a entender a otros la idea más clara que concibe, le obliga a retratar sus pensamientos. Por esso no pareciéndole a propósito la sentencia espressada, la corrige; que es señal de amar la verdad, porque «Quien yerra i se enmienda, a Dios se encomienda, i Temprano se recoge, quien tarde se convierte».




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Capítulo X

De las figuras de amplificación


1. La quarta classe de figuras de sentencias contiene las que sirven para amplificar las cosas, i son doce: esclamación, suspensión, licencia, razón de lo que se dice, declaración de la cosa, semejanza, dessemejanza, comparación, cotejo, oposición, encarecimiento i agregación.

2. Esclamación, en griego Ecphonesis, es una manera de hablar, por la qual la oración, levantándose la voz más de lo que se suele, manifiesta el afecto del ánimo, o la grandeza de la cosa. Por esso suele ir acompañada de la intergeción, o de la nota de admiración. De la intergeción como se ve en este egemplo de Jesu-Christo, según san Lucas560: «Ai de vosotros, Maestros de la Lei, que cargáis a los hombres de cargas que no pueden llevar; i vosotros no las tocáis ni aun con el dedo». Va la esclamación acompañada con la nota de la admiración en estotro egemplo de don Diego Hurtado de Mendoza561: «¡Qué cosa para los curiosos, que vieron al señor Antonio de Leiva teniendo sobre sí el campo de la Liga quarenta mil infantes, nueve mil cavallos i la ciudad enemiga; él con solos siete mil infantes enfrenalla, resistir los enemigos, sitiar el castillo i al fin tomallo, echar i seguir los enemigos, fuertes, armados, unidos, la flor de Italia, soldados i capitanes! I lo mismo sucede en el siguiente egemplo de frai Luis de León en la célebre Canción del conocimiento de sí mismo:


¡Ai corazón tan duro en sí, que baste
A no romperse dentro en nuestro seno,
De pena el mío, de lástima el ageno!



3. Va la esclamación acompañada de intergeción i admiración conjuntamente, como esta esclamación de santa Theresa de Jesús:


¡Ai qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros
En que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
Me cuesta un dolor tan fiero,
Que muero porque no muero.



4. Véase el excelente libro de las Esclamaciones desta sabia i santa virgen. Si se observa bien, quando el ánimo se halla empujado de algún movimiento violento; entonces los espíritus animales corren por todas las partes del cuerpo i entran con abundancia en los morecillos que ai junto a los condutos de la voz, i los hinchen; i hallándose encogidos estos condutos, sale la voz con ímpetu, tanto más fuerte quanto mayor golpe dio la passión de ánimo del que habla. Aun los animales irracionales, si los hieren, chillan, como pidiendo socorro o compassión, o bien verdaderamente quejándose.

5. A la esclamación pertenece en alguna manera la figura epifonema, o aclamación en voz alta, que es la reflexión que se hace sobre lo que se ha referido, la qual suele ser o irónica, como en este egemplo: «¡Qué buen pastor de ovejas el lobo!» O, mui seria, como se ha visto en el egemplo de santa Teresa de Jesús, i se puede observar en estotro de don Diego de Saavedra Fajardo562: «Ninguna cosa alborota más a los vassallos que el robo i sobornos de los ministros, porque los irritan con los daños propios, con las injusticias comunes, con la invidia a los que se enriquecen, i con el odio al príncipe que no lo remedia. Si lo ignora, es incapaz; si lo consiente, flojo; si lo permite, cómplice; i tirano si lo afecta; porque como esponjas lo chupen todo i pueda esprimillos después con algún pretexto. ¡O infeliz el príncipe i el estado que se pierden porque se enriquezcan sus ministros!». No es menos seria otra reflexión del mismo Saavedra563: «Por paz se tiene el dejar en cenizas las ciudades i despobladas las provincias; talados i abrasados los campos, como se ve en Alemania i en Borgoña. ¡O bárbara crueldad, indigna de la razón humana, hacer guerra a la misma naturaleza i quitalle los medios con que nos sustenta! Aun los árboles vecinos a las ciudades cercadas no permiten las Sagradas Letras que se corten, porque son leños, no hombres, i no pueden aumentar el número de los enemigos». Pero en nada cede a los precedentes epifonemas éste del mismo político christiano564: «Muchas veces se levantan las armas con pretexto de celo de la mayor gloria de Dios, i causan su mayor deservicio; otras, por la religión, i la ofenden; otras, por el público sossiego, i le perturban; otras, por la libertad de los pueblos, i los oprimen; otras, por protección, i los tiranizan; otras, para conservar el propio estado, i son para ocupar el ageno. ¡O hombres, o pueblos, o repúblicas o reinos, pendiente uestro reposo i felicidad de la ambición i capricho de pocos!». I lo mejor que tiene este epifonema es que para espressar esta dependencia, está pendiente la misma cláusula del verbo que se entiende.

6. Suspensión, que los latinos llaman sustentatio, es una manera de hablar, por la qual se sostiene el ánimo del oyente hasta la fin de lo que se cuenta, como sucede en esta hermosa descripción del adulador, que devemos al gran juicio de don Diego de Saavedra Fajardo565: «Gran advertencia es menester en el príncipe para conocer la lisonja, porque consiste en la alabanza i también alaban los que no son lisongeros. La diferencia está en que el lisongero alaba lo bueno i lo malo, i el otro solamente lo bueno. Quando, pues, viere el príncipe, que le atribuyen los aciertos que, o se deven a otro, o nacieron del caso; que le alaban las cosas ligeras, que por sí no lo merecen; las que son más de gusto que de reputación; las que le apartan del peso de los negocios; las que miran más a sus conveniencias que al beneficio público; i que quien assí le alaba, no se mesura, ni entristece, ni le advierte quando le ve hacer alguna cosa indecente i indigna de su persona i grandeza; que busca disculpa a sus errores i vicios; que mira más a sus acrecentamientos que a su servicio; que dissimula qualquier ofensa i desaire, por assistille siempre al lado; que no se arrima a los hombres severos i celosos; que alaba a los que juzga que le son gratos, mientras no puede derriballos de su gracia; que quando se halla bien firme en ella i le tiene sugeto, trata de grangear la opinión de los demás, atribuyéndose a sí los buenos sucessos i culpando al príncipe de no aver seguido su parecer; que por ganar crédito con los de afuera, se jacta de aver reprehendido sus defetos, siendo el que en secreto los disculpa i alaba; bien puede el príncipe marcar a este tal por lisongero i huya dél, como del más nocivo veneno que puede tener cerca de sí, i más opuesto al amor sincero con que deve ser servido».

7. En el fin de la suspensión casi siempre suele decirse alguna cosa impensada, que los latinos llaman inopinatum i los griegos paradoxón, cosa contra lo que se imagina. Bartholomé de Torres Naharro empezó su Lamentación a la muerte del rei don Fernando el Católico con una suspensión mui tierna, que dice assí:


Nueva voz, acentos tristes,
Sospiros de gran cuidado,
Palabras corriendo sangre
Con dolor atribulado,
No me quedéis en el pecho,
Mas de dejar un traslado;
Ni me salgáis por la boca,
Que es camino mui usado;
Romped la parte mejor
De mi siniestro costado.
Maravíllense los vivos,
Conozcan de grado en grado
El mundo lo que ha perdido,
I el cielo lo que ha ganado;
La vida, que es abatida,
La muerte, que ha triunfado;
Los ancianos sin consejo,
Los mancebos sin dechado,
Los niños sin clara leche,
Sin pastor todo el ganado.
La señora de las gentes,
Gran reina de lo poblado,
Princesa de las provincias,
Como viuda ha quedado.
No ai nadie que la consuele,
Como su bien le ha faltado.
De negro toda vestida,
Con semblante fatigado,
No quiere ver claridad
Desque su sol la ha dejado.
Todo el palacio sin lumbre,
Todas las horas cerrado;
La su mesa sin manteles,
No quiere comer bocado,
I en un rincón de la casa
El más pobre i apartado,
Las manos sobre los ojos,
Su gesto mui atapado,
Ninguno la osa hablar,
Todo su ser ha cambiado.
No ai quien la cara le vea,
Forastero, ni privado.
Ni quiere ser consolada,
Ni le fuera bien contado.
Lloremos todos con ella
Su daño i nuestro pecado.
Madre España, que has perdido
Más que nadie avrá pensado,
Un señor, marido i padre, &c.



8. El fin desta figura, o la salida del discurso que con ella se da, deve ser o mui grave, o ligera i graciosa. Mui grave, como la de Torres Naharro, i ésta de frai Luis de León:


    No viéramos el rostro al Padre Eterno
Alegre, ni en el suelo al Hijo amado,
Quitar la tiranía del infierno,
Ni el fiero capitán encadenado;
Viviéramos en llanto sempiterno;
Durara la ponzoña del bocado,
Sereníssima Virgen, sino hallara
Tal Madre Dios en Vos, donde encarnara.



O estotra del mismo León, hablando con Christo crucificado:


    Por más que el peso grave
De mi culpa se siente
Cargar sobre mi corvo i flaco cuello,
Que tu yugo suave
Sacudió inobediente,
Quedando en nueva sugeción por ello;
Por más que el suelo huello
Con passos tan cansados,
Alcanzarte confío;
Que pues por el bien mío
Tienes los soberanos pies clavados
En un madero firme;
Seguro voi que no podrás huirme.



9. Fue singularmente grave i maravillosa la salida inopinada de un orador español, que descriviendo el Juicio Universal, representó a sus oyentes la ciega confusión de los pecadores, que aviendo sido idólatras de su honor, procurando toda su vida ocultar sus delitos; entonces se verán públicamente infamados por sus desregladas i encubiertas maldades, manifestadas éstas con infamia suya, no ceñida a pequeño número de personas lisongeras, ni a los limitados confines de algún solo país, ni a poco tiempo; sino divulgadas por el mismo Dios, que todo lo sabe i hará saber a todos los entendimientos de los ángeles buenos i malos, de todos los hombres i de todas las mugeres, con infamia esparcida por todas las regiones i espacios que contienen el cielo i la tierra, i su más profunda i oculta caverna el infierno. Infamia duradera a la par sin par de la eternidad; i todo esto sin que aya duda, sin que pueda valer escusa alguna, ni defensa. Representó el horror de ver (si ai atrevimiento i ojos para ver) un Dios Todo-Poderoso, antes Padre de misericordia i de consolación, entonces Dios de indignación i de venganza; Juez riguroso, Juez inapelable, resuelto a condenar a los culpados, sin querer que aya intercessor alguno, ni conceder remissión, o mitigación de la pena, i aviendo ésta de ser perdurable. Allí se verán los escogidos de Dios i bienaventurados, llenos de un gozo sin medida por el amor de la Divina Justicia; i los réprobos, atormentados de una furiosa i maliciosa rabia, sin esperanza de hallar compassión alguna en amigos o parientes, ni aun en sus propios padres i propias madres. A todo esto se añadirá (dijo aquel orador) la atrocidad de los tormentos, que entonces mismo empezarán a padecer i se les representarán sin esperanza de perdón, ni del menor alivio, i sin fin. Todo será gemir, sollozar, llorar, lamentarse, crugir los dientes, temblar i estremecerse, siendo tanta la fuerza del sentimiento, que ni aun avrá desmayos que hagan algo insensible la siempre viva fuerza del dolor. Representará la memoria aver sido criados a imagen de Dios para verle i regocijarse de su bienaventuranza, siendo participantes della i reinando con él perdurablemente, como reinarán sus fieles escogidos, que estarán delante, a la mano derecha del tremendo Juez. Todos estos obgetos por su naturaleza espantosos, animados por el predicador con palabras espressivas, ásperas i ruidosas, con voz atroz i rostro encendido, con semblante horroroso i ademanes acomodados a lo formidable del assunto; representados a los oyentes con la mayor viveza i vehemencia, se les espeluzaron los cabellos i los obligaron, a levantar el grito, como si ya se hallassen a vista de aquel trance espantoso. Entonces el ingenioso predicador: Esperad, dijo, que para mayor confusión uestra devo añadiros la cosa más estraña i la más lamentable de todos estos mis anuncios. Los oyentes entonces se pusieron más atónitos, pensando cada qual qué miseria tan estraña sería aquélla que pudiesse ser más lamentable que las ya referidas; i he aquí que el orador, con sañuda frente i voz fiera, prosiguió assí: «Os anuncio como cosa cierta que porque sois tan inconsiderados, i aun insensatos, luego que saldréis del sermón, pondréis en olvido lo que ahora teméis, haciendo más caso de los deleites passageros que de la felicidad perdurable, anteponiendo uestro loco capricho a la santíssima voluntad de Dios, que no os dejará sin el castigo que merecen uestro abandono i rebeldía.» De nuevo se horrorizaron los oyentes con esta salida no pensada, i el prudente orador se valió de tan oportuna ocasión para mover los ánimos al arrepentimiento de sus culpas i al firme propósito de la emienda de la vida. I esto baste en quanto a la salida inopinada i grave.

10. Puede ser también ligera i graciosa, como la que dio Góngora, diciendo:


Los ojos son grandes,
I mayor la vista;
Pues conoce un galgo
Entre cien gallinas.



I otro poeta dijo:


Para las ocasiones
Es el dinero,
Aquí tengo un ochavo,
Gástese luego.



I esto aprovecha para que la misma gracia disminuya el delito o le zahiera i satirice. Fue S. Gerónirno esclavón, porque nació en Dalmacia. Preguntóle uno ¿qué diferencia avía entre un esclavón i un asno?, i el santo, que estava a la parte de dentro, le respondió: La pared. Gregorio Silvestre, disgustado con el conde de Miranda porque le hablava de vos, no le visitó en muchos días i, como una vez le encontrasse el conde en la calle, le dijo: «Señor Silvestre, ¿por qué no vais a mi casa?»; i él respondió: «Señor, por esso». De lo qual se rió el conde i procuró emendarse de aí delante. Hablando una vez Silvestre a ciertos amigos en compañía de Juan Latino, célebre humanista, que era ethíope, saludó a todos, i no a él, o porque no le vio o de industria, i quejándose el negro doctíssimo dello, le respondió: «Perdone, señor maestro, que entendí que era sombra de uno destos señores».

11. El uso principal de la suspensión es en el principio de los discursos, procurando hablar de manera que el oyente se mueva a esperar una grande cosa, o mui estraña.

12. Licentia en latín, según Cornificio566, en griego parrhesia, en castellano libertad, o desemboltura de hablar, es una discreta ostentación de decir con libertad, tan apartada de ofender que antes bien obliga. Assí dice Herodoto, padre de los historiadores griegos, que alabando muchos a Cambises i prefiriéndole a Ciro, porque avía añadido el Egipto al reino de su padre, graciosamente dijo Creso567: «En verdad, hijo de Ciro, que no me pareces digno de que te igualen con tu padre, porque aún no tienes un hijo qual él dejó en ti». I esta reprehensión aparente i figurada, dicha con despejo, fue más halagüeña que las magníficas alabanzas de todos los demás. No es lo mismo, pues, hablar libremente que figurar la oración con la licencia, porque la libertad de hablar las más veces ofende; i esta desemboltura de la licencia templada con discreción, solamente tira a amonestar o reprehender amorosamente, i por esso, i para que no se ofenda el oyente, conviene pedir licencia para hablar assí i anticipar las alabanzas dél, declarar el amor que se le tiene, decir que el deseo de su bien precisa a hablar assí, manifestar el sentimiento que tiene el que habla de sus demasías, i echar a otros la culpa, i tal vez a sí mismos.

13. Razón de lo que se dice, en griego aetiología, es una figura por la qual lo que de otra suerte pudiera parecer oscuro, o dudoso, dando la razón se hace claro i cierto. Assí dijo el Ángel a san Josef, hablando del Hijo de Dios568: «Le pondrás por nombre Jesús, porque él librará a su pueblo de los pecados dellos». I con mucho desengaño, el príncipe de Esquilache en una copla:


    Si pecas, mira por ti;
Que el que tiene sesso poco,
Contra los otros es loco,
I el que peca contra sí.



14. Si la razón no es verdadera, sino astuta, sofística i aparente, se llama color, i propiamente es una defensa verisímil, como la que hizo Séneca acusado de la grandeza de sus riquezas, atribuyéndola a la liberalidad de Nerón i no a su codicia, afectando una voluntaria cessión de ellas en favor del mismo Nerón, porque temía la confiscación de sus bienes. La oración que dice Cornelio Tácito aver hecho Séneca en aquella ocasión, es la siguiente569: «Catorce años ha, o César, que fui destinado a la esperanza que se tenía de ti; i éste es el octavo: después que possees el imperio. En el tiempo entremedio, amontonaste en mí tantas honras i riquezas, que nada falta a mi felicidad sino la moderación de ellas. Tu rebisabuelo Augusto permitió a Marco: Agripa el retiro de Mitilene, i a Cayo Mecenas en esta misma corte una ociosidad como la de quien va peregrinando. De los quales el uno compañero en las guerras, i el otro maltratado en Roma con muchos trabajos, recibieron grandes premios, por cierto, pero correspondientes a sus elevados méritos. Yo ¿qué otra cosa pude alegar a tu franqueza, sino mis estudios, criados, por decirlo assí, a sombra de tejado? De los quales me ha resultado la reputación de aver asistido a los rudimentos de tu juventud, grande precio de esta assistencia. Pero me lo has agradecido inmensamente, i me has cercado con innumerables riquezas, de manera, que muchas veces rebuelvo i pienso entre mí: ¿Es possible que yo, que nací cavallero i en una provincia, soi contado entre los principales de la corte? ¿Mi moderna nobleza ha resplandecido entre los nobles antiguos i que llevan ante sí grandes blasones de la suya? ¿Dónde está aquel ánimo contento con las cosas moderadas? ¿Está hermoseando unos huertos como éstos i passea por estas casas de placer junto a la ciudad, i tiene tanta abundancia de dilatados campos i de dinero dado a ganancia? Solamente una desculpa me ocurre, que no deví resistirme a tus mercedes. Pero entrambos avemos llenado nuestras medidas, tú manifestando quánto puede un príncipe dar a un amigo, i yo quánto un amigo recibir de un príncipe. Todo lo demás acrecienta la embidia; la qual, como todas las cosas mortales, ciertamente está prostrada a los pies de tu grandeza, pero puesta sobre mí. Yo soi el que necessita de alivio. De la manera, pues, que si estuviera cansado de la milicia o de algún viage, pediría ayuda; assí en este camino de la vida, viejo i incapaz de cuidados, por mui leves que sean, no pudiendo sostener el peso de mis riquezas, pido socorro. Manda que tus procuradores las administren i que se reciban como hacienda tuya. Ni por esso caeré en pobreza, sino que entregadas las cosas, cuyo resplandor me deslumbra, restituiré a la cultura del ánimo el tiempo que aplico ahora al cuidado de los huertos i de las quintas. Tú tienes sobrada robustez, i bien fundado por tantos años el supremo govierno. Podernos tus amigos ya viejos prometernos quietud. También cederá esto en gloria tuya aver levantado a la suma grandeza a los que saben sufrir la medianía».

15. La declaración, o clara i estendida esplicación de la cosa, que los griegos llaman diatyposis, según Cicerón570, es una ilustre manifestación i representación de las cosas, como si se hiciessen delante de nuestros ojos, que es lo que solemos decir a ojos vistas. Tal es ésta del obispo de Gaeta, don frai Pedro de Oña571: «Es cosa de admiración, que diferentemente va un cavallo, quando arremete en la guerra, que un lobo o un león. Baja un lobo estimulado de la hambre a comerse una oveja, i viendo ladrar los mastines, salta el pastor en lo alto de un cerro, cruge la honda, boltea un tizón ardiendo en la mano despidiendo centellas en el aire, gritan los zagales i teme el lobo, i aun el león; i olvidado el uno de su hambre i el otro de su valentía, se buelve sin hacer presa. Pero un cavallo es al revés, que con lo que los otros temen él se anima i alienta. Tiene poco brío un cavallo en la paz, pero si sale el ginete en campaña en tiempo de guerra, viendo el cavallo las lanzas, el relucir de las armas i el sonido de las cajas, el ruido de las trompetas, el disparar de las piezas, la grita de los soldados, las voces de los heridos, el fuego que discurre de una a otra parte, no le puede detener el escudero, avienta las narices, sacude la tierra, echa espuma por la boca, deshácese por entrar por las lanzas. Detente, animal furioso, que te vas a hacer piezas i a perder la vida. Mira que con menos voces que éssas, se acovarda un león. ¿Pues qué, si le arrima las espuelas el ginete? Aunque después quiera bolverse atrás, no puede. Essa es la estampa más parecida al pecador, principalmente si está rendido a la passión. Allá en la Sabiduría confiessan que oyen la trompeta de la muerte572. Breve i penosa es nuestra vida. I no sólo no les desmaya, antes acometen los placeres, como bestias desbocadas573. De manera, que con lo que los santos huían del mundo i poblavan el desierto, éstos huyen del desierto i buscan el mundo. A este talle en la guerra de la enemistad i odio del prógimo, la bestia del pecador, mientras más discordias siente, más apriesa las enviste i por medio dellas se entra como furiosa bestia. Cavallo desbocado, herido de tu mesma passión, detente, espera pecador574. Oye como hombre las razones que ai para dejar la pesadumbre comenzada; i como christiano considera lo que importa amar al enemigo, pues fuera de mandarlo assí el supremo Señor, te va la vida del alma i el perdón de tus culpas, en perder de tu derecho, si como le tienes, i dejarlo a Dios a quien toca hacer justicia de quien injustamente ofende, i usar de misericordia con quien piadosamente perdona». Hasta aquí el obispo Oña, que también hizo una maravillosa diatyposis de san Juan Bautista, hermitaño penitente, siendo niño i santificado en el vientre de su madre santa Isabel. Pero lo omito por ser mui larga575; i dar lugar a estotra de un hipócrita, bien entendido i declarado, que solamente deve entenderse del que verdaderamente lo es, sin estenderse a persona alguna, que en el esterior hábito de penitencia manifieste la humildad del ánimo que verdaderamente professa. Dice pues assí Matheo Alemán, en su Atalaya de la vida 576: «Pues un hipócrita de los que dicen que tienen: ya dada carta de pago al mundo, i son como los que juegan a la pelota: dan con ella en el suelo de bote para que se les buelva luego a la mano; i dándoles de boleo, alarguen más la chaza o ganen quince. Desventurados dellos, que haciendo largas oraciones con la boca, con ella se comen las haciendas de los pobres, de las viudas i huérfanos. Por la qual será Dios con ellos en largo juicio. Suele ser el hipócrita como una escopeta, quando está cargada, que no se sabe lo que tiene dentro, i en llegándole mui poquito fuego, una sola centella, despide una bala que derriba un gigante. Assí con pequeña ocasión descubre lo que tiene oculto dentro del alma. Derrenegad siempre de unos hombres como unos perales, enjutos, magros, altos i desbaídos, que se les cae la cabeza para fingirse santos; andan encogidos, metidos en un ferreruelo raído, como si anduviessen amortajados en él. Son idiotas de tres altos, i quieren con artificio hacernos creer que saben. Hurtan quatro sentencias, de que hacen plato, vendiéndolas por suyas. Fingen su justicia por la de Trajano; su santidad, de san Pablo; su prudencia, de Salomón; su sencillez, de san Francisco; i debajo desta capa suele vivir un mal vividor. Trahen la cara macilenta i las obras afeitadas; el vestido estrecho i ancha la conciencia; un en mi verdad en la boca i el corazón lleno de mentiras; una caridad pública i una insaciable avaricia secreta. Manifiéstanse ayunos, assí de manjares como de bienes temporales, con una sed intensa, que se sorberán la mar i no quedarán hartos. Todo dicen serles demasiado, i con todo no se contentan. Son como los dátiles. Lo dulce afuera, la miel en las palabras i lo duro adentro en el alma. Grandíssima lástima se les deve tener por lo mucho que padecen i lo poco de que gozan, condenándose últimamente por sola una caduca vanidad en ser acá estimados. De manera que ni visten a gusto, ni comen con él. Andan miserables, afligidos, marchitos, sin poder nunca decir que tuvieron una hora de contento, aun hasta las conciencias inquietas i los cuerpos con sobresalto. Que si lo que desta manera padecen, como lo hacen por solo el mundo i lo exterior en él, para sólo parecer, lo hicieran por Dios para más merecer i por después no padecer, sin duda que vivirían con aquello alegres en esta vida i alegres irían a gozar de la eterna». En cuyas últimas palabras declaró este ingeniosíssimo i discretíssimo escritor, gran censor de malas vidas, que su descripción solamente es de los que son hipócritas.

16. Si la descripción es más sencilla i más breve, se llama hypotiposis, que quiere decir, formación de especie, descripción, o representación hecha a los ojos; como ésta del hipócrita que hizo don Francisco de Quevedo Villegas en su Alguacil endemoniado, que después intituló Alguacilado: «Este señor era uno de los que Christo llamó sepulcros hermosos, por fuera blanqueados i llenos de molduras, i por dentro pudrición i gusanos; fingiendo en lo exterior honestidad, siendo en lo interior del alma dissoluto i de mui ancha i rasgada conciencia. Era en buen romance hipócrita, embeleco vivo, mentira con alma i fábula con voz».

17. Los Caracteres de Theofrasto, si son suyos, las Imágenes de los Filostratos, mayor i menor, i las Descripciones de las Estatuas de Calistrato, suministran admirables egemplos destas dos últimas figuras.

18. La semejanza, o es sencilla, o por su naturaleza tiene partes, esto es, proposición, en griego prótasis, i apódosis, nueva proposición, o buelta de ella.

19. La semejanza sencilla, por otro nombre imagen, en griego icon, es una semejanza sin proposición i sin buelta, hecha por la dicción, como, a manera de, semejante, o otra deste género. Sirva de egemplo aquella antigua seguidilla:


    Fueron mis esperanzas
Como el almendro.
Florecieron temprano,
Cayeron presto.



I el refrán: «Como a tres con un zapato, que quien antes se levanta, antes se lo calza»; i «Cunde como mancha de aceite».

20. I con mucha gravedad, don frai Pedro de Oña, hablando de san Juan Bautista577: «Van de Gerusalén, de parte de la Junta i Concilio General, lo más noble de aquellas repúblicas, pontífices i fariseos, a ofrecerle el mesiasgo i adorarle por Dios, dejándolo en sólo su dicho i voluntad; i no sólo no lo aceta, pero aun no los escucha ni los mira, como si cada uno fuera un basilisco». Fue observación de Aristóteles578, aprovada por Quintiliano579, que los poetas freqüentan más las imágenes que los oradores, porque éstos siempre deven provar lo que dicen. I por esso usan más de las semejanzas compuestas.

21. La semejanza, llamada de los griegos parábole, i de Cicerón collatio, comparación o cotejo de cosas dessemejantes en género; según Quintiliano580, o se hace para enseñar lo que deve hacerse, o para que se conozca lo que la cosa contiene.

22. De la primera especie es el egemplo, llamado en griego paradigma, el qual se hace quando se menciona alguna acción o hecho, para manifestar assí que alguno, o hará cosa semejante, o la deve hacer, según el egemplo.

23. Se apunta que alguno hará algo semejante, como si se digere que el diablo siempre tentará a los hombres, como tentó a Adán i a Eva, primeros padres del género humano.

24. Que deve hacerse algo, se prueva por quatro medios, que son: alguna persona verdadera, o fingida, o animal mudo, o cosa insensible.

25. Por alguna persona verdadera, como quando dijo don Diego de Saavedra581: «Si en todos los tribunales fuessen hechos los assientos de las pieles de los que se dejaron sobornar, como hizo Cambises, rei de Persia, i a su egemplo Rugero, rei de Sicilia, sería más observante i religiosa la integridad».

26. Por alguna persona fingida, como si uno aconsejara a otro que no deve consumir sus bienes en la caza por no morir comido de perros como Acteón. Castillejo tradujo esta fábula de Ovidio i esplicó su moralidad elegantemente.

27. Por un mudo animal, como si se digera que devemos ser misericordiosos con nuestros padres como lo es la cigüeña.

28. Por una cosa insensible, como si se propusiera este egemplo: «Cada árbol alimenta lo que produce, ¿i una madre no alimentará a sus hijos teniendo leche para esse fin?».

29. Pruevan que algo se contiene en la cosa, la comparación i el cotejo.

30. La comparación, llamada en griego parábole, es una figura en que, para ennoblecer aquello de que se habla, se toma la semejanza de las cosas que fueron, o se hacen, o naturalmente, o por acaso se hallan en las cosas. Assí dijo el capitán Francisco de Aldana en la ausencia de su hermano Cosme:


    Qual sin arrimo vid, qual planta umbrosa,
Viuda del ruiseñor, que antes solía
Con dulce canto al parecer del día
Invocar de Titón la blanca esposa;
    Qual navecilla en noche tenebrosa,
Do el govierno faltó que la regía;
Qual caminante que perdió su guía
En selva oscura, horrible i temerosa;
    Qual nube de mil vientos combatida;
Qual ave que atajó la red su buelo;
Qual siervo fugitivo i cautivado;
    Qual de peso infernal alma afligida;
O qual quedó tras el diluvio el suelo;
Tal quedé yo sin vos, hermano amado.



A veces la comparación se toma de las fábulas, como lo practicó Juan Boscán diciendo:


    Un ave no conocida,
La qual Fénix es llamada,
Dicen que es cosa sabida,
Que después de ser quemada,
Torna luego a tomar vida.
    Mi corazón afligido
Con sus males verdaderos
Se halla en este partido,
Que después de consumido
Revive para quereros.



31. Las comparaciones siempre deven hacerse tomándolas de las acciones, hechos o cosas conocidas, i tales, que sean las más a propósito para hermosear lo que se quiere; i no de las cosas oscuras, o soheces, o mui vulgares.

32. Cotejo, en griego symbole, es el careamiento de una sentencia a otra, o de un accidente a otro para que, por la contraposición, aparezca quánto concuerdan o discuerdan las cosas. Quánto concuerdan, quando dijo Boscán:


    Pues del águila es lo bueno,
Que al que de sus hijos vido,
Que no mira al sol de lleno,
Como a hijo que es ageno,
Luego le echa de su nido;
    Assí yo del pensamiento,
Que en miraros no está atento,
Con cautela dél me guardo;
I échole como a bastardo
De bajo conocimiento.



33. Por el cotejo se muestra quánto discuerdan las cosas, como quando dijo el capitán Francisco de Aldana582:


Vestís de fina lana i rica seda,
Vivís con aparatos que asaz cuestan,
Con amigos tratáis del mismo estilo.
Procuráis del Señor la alegre cara,
Pedís la recompensa del servicio;
I finalmente sois un puro hijo
Del siglo, ¿i queréis ser un san Macario,
Un espiritual padre sagrado,
Habitador del egipciano yermo?



34. De las quatro especies de semejanza ya referidas, la segunda i la quarta, es a saber, el egemplo i el cotejo, más parece que pertenecen a la invención de los argumentos que a las figuras.

35. La oración no sólo se adorna con las cosas semejantes, sino también con las dessemejantes. I esta figura se llama en griego anomoiosis, esto es, dessemejanza; o diáphora, que quiere decir diferencia; i es la más a propósito para diferenciar las cosas que podían parecer semejantes.

36. La dessemejanza, o es imperfeta, o perfeta. Imperfeta, es la que no enseña la razón por la qual las cosas son dessemejantes, como quando decimos: que una cosa se parece a otra como el huevo a la castaña.

37. Perfeta, es la que da la razón de la diversidad, como aquélla de Cicerón en la oración por Neyo Planco583: «Es dessemejante la deuda del dinero i la del agradecimiento; porque el que paga el dinero, al instante no tiene aquello que restituyó; i el que deve, retiene lo que es ageno; pero el que paga con el agradecimiento, le tiene, i el que le tiene, con esso mismo de tenerle, le paga». Esta dessemejanza es tan hermosa que aunque Antonio Juliano, rhetórico de florido ingenio, quiso mejorarla, según refiere Gelio584, al mismo Cicerón pareció tan bien que, aviéndola tomado de otro, la hizo propia en su oración por Planco, i después la alabó en el libro segundo de las Obligaciones del hombre de bien585.

38. La oposición, o contraposición, tiene varias especies, que son: distinción, contrariedad, contraria rebuelta i agudeza necia o fatua.

39. La distinción, o separación de cosas, que vulgarmente suelen confundirse, de suerte que quitada la una quede la otra, se llama en griego paradiástole. Como si digéramos que Ulisses no fue prudente, sino astuto.

40. Esta figura es más clara i manifiesta quando se añade la razón. Assí dijo Rutilio Lupo586: «No quiero llamarte escaso, siendo avaro. Porque el que es escaso, usa de lo que le basta; tú al contrario, por la avaricia, quanto más tienes, de más necessitas». Esta figura conviene al que reprehende i zahiere.

41. Contrariedad, o contraposición, en griego antítheton, es la oposición contraria de una sentencia a otra sentencia, o de un miembro a otro miembro; como quando dijo el príncipe de Esquilache en unas redondillas:


    Yo me acuerdo, engaños míos,
Quando os tuve por aciertos.
Mas ya mis ojos abiertos
Ven que fuistes desvaríos.
    I en esta dificultad
Se enseña siempre la edad,
Que no sabe conocer,
Quando es pesar el placer,
I la mentira verdad.



42. Debajo de la antítheton, o contrariedad, deve comprehenderse la antíthesis, o contraposición, que dicen algunos rhetóricos que consiste en la contrariedad de los adgetivos, como quando dijo Marco Varrón: «Ni en una buena miesse deja de aver alguna espiga mala, ni en una mala (miesse), alguna (espiga) buena». Don frai Pedro de Oña unió elegantemente estas dos maneras de contrariedad, diciendo assí con su acostumbrada facundia587: «El camino real del amor (sin el qual no ai cielo) ¡qué perdido i ciego; qué estragado le tenemos! Dejólo Dios tan ancho i estendido, que cabían en él amigos i enemigos; el agraviado con el ofensor; el injuriado con el que le hizo el agravio; el falso con el sincero; el traidor con el vendido; tanto, que dice David588: 'Espacioso i ancho es, Señor, uestro camino en gran manera'. I pruévalo también otro profeta, diciendo589: 'El cordero hace lado al lobo, la oveja al león, i el cabrito lleva a su lado al tigre; i vienen los destruidores de caminos (que con justa razón se pueden llamar salteadores de caminos reales) hacen sendas i dicen: Que no ha de passar i caminar el amigo sino con el amigo, que no se ha de favorecer sino el que es nuestro, aunque sea indigno del favor; que no se ha de comunicar i tratar sino el que se ha declarado por nuestro; que no se ha de hacer carrera sino en orden al interesse, i andar siempre de pendencia: Passe, no passemos. Isaías, en nombre destos, dice590: 'Pallium breve utrumque operire non potest'; no el del amor santo, que lo cubre todo. El amor destos es capa corta, no puede cubrir a todos, amigos i enemigos591. Hanlo cercenado no más que a los amigos. Bien se vee que es amistad a lo viejo, que es corta i escasa. Que es lo que decía el esposo en los Cantares592: 'Es pequeña la hermana de la esposa, que es la sinagoga, es la iglesia; pero en mantillas. Como fue creciendo, creció la ropa. Ropa de niña i amor de niño. Era el de aquella lei amor de amigos. No se estendía a más que para amigos. Ahora la iglesia, que ha crecido, tiene ropa larga de caridad i de amor, para el amigo i para el enemigo'».

43. La contrariedad, o es sencilla, o unida. Sencilla, como quando Joab dijo a David593: «Amas a los que te aborrecen i aborreces a los que te aman».

44. La contrariedad unida, es como aquella de don Diego de Saavedra que, repitiendo el célebre dicho de Marco Catón, citado por Diomedes, dijo594: «Las letras tienen amargas las raíces, si bien son dulces sus frutos».

45. La contraria rebuelta, que los griegos llaman antimetábole, i Cornificio, commutatio595, es una contrariedad de sentencias con inversión o rebuelta de la postrera a la primera. Como quando dijo Jesu-Christo a los fariseos596: «El sábado se hizo por causa del hombre; no el hombre por causa del sábado». Cornificio dio cinco egemplos desta figura por la dificultad de hallarla, aunque es un adorno que tanto hermosea la oración. Pudiera yo citar muchos más egemplos, pero me contentaré con dos mui escogidos. El uno de Juan Álvarez Gato, que dijo:


    Mundo, quien discreto fuesse,
Cierto só que no te alabe.
Quien te quiere, no te sabe,
Quien te sabe, no te quiere.



46. El otro es de Matheo Alemán en su ingeniosa Atalaya de la Vida597: «No queréis ser vos Pablo para Dios, i aguardáis que sea Dios para vos». La contraria buelta, o antimetábole, se diferencia de la epanodos, o buelta, en que aquélla añade la contrariedad, i ésta se contenta con la inversión, o rebuelta de las palabras, variando las sentencias; assí como quando dijo don Luis de Góngora en unas letrillas:


    Da bienes fortuna
Que no están escritos.
Quando pitos, flautas;
Quando flautas, pitos.



47. Agudeza necia, o fatua, en griego oxómoron, es una figura por la qual se dice con agudeza lo que parece dicho necia i fatuamente. Assí dijo don Íñigo de Velasco:


    Tan grandes males recibo
Deste mal con quien peleo,
Que no me cuento por vivo,
Porque os vi, porque no os veo.
    Mi passión mal gradecida
Veros me hizo tenella;
Pero veros es tal vida,
Que es el remedio perdella.
    De quedar uestro cativo
No doi culpa a mi deseo;
Mas no me cuento por vivo,
Porque os vi, porque no os veo.



I el duque de Medina Sidonia:


    Son mis passiones de amor
Tan altas en pensamiento,
Que el remedio es ser contento
Por la causa del dolor.
    Porque demás de querella,
Sin esperanza se gana
Una passión tan ufana,
Que es descanso padecella.
    Es amor el disfavor
Do pende el merecimiento,
Dar la paga del tormento
Con ser causa del dolor.



I con mucho ingenio, el comendador Juan Escrivá:


   Ven, muerte, tan escondida,
Que no te sienta comigo,
Porque el gozo de contigo
No me torne a dar la vida.
    Ven, como rayo que hiere,
Que hasta que ha herido,
No se siente su ruido
Por mejor herir do quiere.
    Assí sea tu venida.
Si no desde aquí me obligo,
Que el gozo que avré contigo
Me dará de nuevo vida.



48. El encarecimiento, exageración o ponderación, que Cornificio llamó exuberatio598; el mismo599, Cicerón600, i Quintiliano601, superlatio, i los griegos, hypérbole, es una manera de hablar por la qual ponderamos la cosa, más o menos de lo que es. Si la ponderamos más, se llama auxesis en griego; en castellano, crecimiento, sobra o excesso; si menos, en latín, defectus; en griego, ellipsis; en castellano, defeto, falta o diminución. Si la exageración se halla en una sola palabra, será tropo, de que ya hemos tratado en su lugar; si en alguna sentencia, figura. Egemplo de ésta puede ser lo que leemos en el lib. 3 de los Reyes602, donde hablando de Salomón, se dice, que hizo que en Gerusalén huviesse tanta abundancia de plata como de piedras, para significar assí la mucha plata que avía en tiempo de Salomón, rei pacífico i fomentador del comercio. Las hipérboles más convienen a los jóvenes que a los viejos, por ser freqüente en aquéllos no guardar modo en las cosas, contra el parecer de muchos sabios antiguos, que aconsejaron que nada se hiciesse con demasía; porque tanto es lo de más como lo de menos. Esto procede de que en los jóvenes se halla mayor vehemencia. Convienen también las hipérboles a los que tienen el ánimo alterado, porque la passión aumenta o disminuye las cosas, i como dice el refrán: «La afición ciega la razón».

49. La hipérbole es propia de las amplificaciones; pero deve ser proporcionada al común modo de hablar, de suerte que por ella se conciba, no una mostruosidad desagradable, sino un excesso o diminución, que conociéndose ser tal, sirva para hacer un justo juicio de la cosa; como se ve en este egemplo de don Estevan Manuel de Villegas en la elegía octava de sus Eróticas, dirigida al conde de Lemos, mecenas de los ingenios de su tiempo.


    Duélome, i con razón, de ver quán poco
Se premian los ingenios cultivados,
Tanto, que el cielo con las manos loco.
    I más, si considero los premiados,
En quien el idiotismo se trasluce
Como en vasos de vidro delicados.



Donde qualquiera pensará que no quería hacer creer el poeta que tocava el cielo con las manos, sino que hacía ademán de admirarse levantándolas haci al cielo. Discretamente, dijo Séneca el filósofo603: «Que la hipérbole nunca espera tanto, quanto se atreve; sino que afirma cosas increíbles para llegar a las creíbles». Atendiendo a la dissonancia que puede causar el excesso hiperbólico, suelen a veces los rhetóricos añadir alguna modificación; como quando Bartholomé de Torres Naharro, en el retrato del rei don Fernando el Católico, más hiperbólico que verdadero, dijo:


Tan liberal, a mi ver,
Que lo poco que tenía,
Primero lo repartía,
Que lo pensasse de haver.



50. Las hipérboles demasiadamente excessivas hacen hinchada la oración, vicio freqüente en nuestros poetas, i aun en los prosistas. Por esso conviene, o no usarlas con demasía, que es lo más acertado, o moderarlas con alguna partecilla de impropiedad o emienda, porque de otra suerte la hipérbole causa risa a quien la oye i hace que se tenga por necio el que la dice.

51. Las hipérboles son lícitas, pues las ha usado Dios freqüentíssimamente por boca de sus profetas i evangelistas, dignándose de acomodarse en esso, como en otras muchas cosas, al común modo de hablar de los hombres. Assí dijo Dios a Abrahán604: «Multiplicaré tus decendientes como el polvo de la tierra»; siendo cierto, según dijo san Agustín605, que no ai quien no vea que el número de los granos de arenas (el texto dice polvo de la tierra) es incomparablemente mayor que el que puede aver de todos los hombres, desde Adán hasta la fin del mundo. Pero qualquiera hombre de juicio puede pensar que el verdadero sentido es que la decendencia de Abrahán sería maravillosamente numerosa, como lo fue i es.

52. Agregación o amontonamiento, en latín congeries o frequentatio, i en griego synathroismos o aparíthmesis, que quiere decir enumeración o reseña, es un ayuntamiento de personas o de cosas, o de unas i otras, o de epíthetos o de sentencias, que dan una perfeta idea de lo que se dice i hacen la oración más instructiva i de más fácil comprehensión. La congeries no admite muchos miembros.

53. De personas, como quando dijo Miguel de Cervantes Saavedra606: «Quedó pasmado Don Quijote, absorto Sancho, suspenso el primo, atónito el page, abovado el del rebuzno, confuso el ventero, i finalmente, espantados todos los que oyeron las razones del titerero».

54. De cosas, como quando aviendo preguntado una dama a Lope de Vega qué tiempo corría, le respondió assí607:


    El mismo tiempo corre, que solía,
Que nunca de correr se vio cansado.
Deciros que es menor el que ha passado,
De más de necedad, vegez sería.
    O mayor, o menor, ai noche i día.
Sube u declina, Filis, todo estado.
Dichoso el rico; el pobre, desdichado.
Con que sabréis quál fue la estrella mía.
    Ai pleitos, i de aquestos grandes sumas,
Trampas, mohatras, hurtos, juegos, tretas,
Flaquezas al quitar naguas de espumas,
    Nuevas, mentiras, cartas, estafetas,
Lenguas, lisonjas, odios, varas, plumas,
I en cada calle quatro mil poetas.



55. I con su acostumbrado juicio don Diego de Saavedra608: «No es sola la lengua quien manifiesta lo que oculta el corazón. Otras muchas cosas ai no menos parleras que ella. Estas son: el amor que, como es fuego, alumbra i deja patentes los retretes del pecho; la ira, que hierve i rebosa; el temor a la pena; la fuerza del dolor; el interés; el honor o la infamia; la vanagloria de lo que se concibe, deseosa que se sepa antes que se egecute; i la enagenación de los sentidos, o por el vino o por otro accidente. No ai cuidado que pueda desmentir estas espías naturales; antes con el mismo cuidado se descubren más».

56. Egemplo de agregación de personas i de cosas, es mui elegante éste de Matheo Alemán609: «No ai en amores Bártulos, ni Aristóteles, ni Galenos. Faltan consejos, falta el saber i no ai medicina».

57. El mismo Matheo Alemán nos dará otro útil egemplo de la abundancia de epíthetos, diciendo assí610: «Quieren llevar a sus casas músicas; pues a fe que les han de cantar coplas. La viuda honrada, su puerta cerrada; su hija recogida i nunca consentida; poco visitada i siempre ocupada; que del ocio nació el negocio: i es mui conforme a razón, que la madre holgazana saque hija cortesana; i si se picare, que la hija se repique; i sea quando casada, mala casera, por lo mal que fue dotrinada».

58. Santa Theresa de Jesús agregó muchas sentencias deste modo611: «Tornando a el amaros unas a otras, parece cosa impertinente encomendarlo, porque ¿qué gente ai tan bruta, que tratándose siempre i estando en compañía, i no aviendo de tener otras conversaciones ni otros tratos, ni recreaciones con personas de fuera de casa, i creyendo las ama Dios, i ellas a él, pues por su magestad lo dejan todo, que no cobre amor?». Es admirable la energía que tiene esta agregación de sentencias de frai Luis de León612: «Quando nacemos, juntamente con la sustancia de nuestra alma i cuerpo, nace también en nosotros un espíritu i una infección infernal, que se estiende i derrama por todas las partes del hombre, i se enseñorea, i las daña i destruye. Porque en el entendimiento es tinieblas; i en la memoria, olvido; i en la voluntad, culpa i desorden de las leyes de Dios; i en los apetitos, fuego; i desenfrenamiento; i en los sentidos, engaño; i en las obras, pecado i maldad; i en todo el cuerpo, desatamiento i flaqueza i penalidad; i finalmente, muerte i corrupción». Pero es mui donoso i de provechosa enseñanza el egemplo siguiente de frai Luis de León613: «Si no quiere acordarse de sí (doña María Varela Osorio) i quiere ver con quánta propiedad i verdad es nao la casera; ponga delante los ojos una muger que rodea su casa; i que de lo que parece perdido, hace dinero i compra lana i lino, i junta con sus criadas, lo adereza i lo labra; verá estándose sentada con sus mugeres, bolteando el huso en la mano i contando consejas; como la nave que sin parecer que se muda, va navegando; i passando un día i sucediendo otro; i viniendo las noches i amaneciendo las mañanas, i corriendo, como sin menearse, la obra; se tege la tela, i se labra el paño, i se acaban las ricas labores; i quando menos pensamos; llenas las velas de prosperidad entra esta nuestra nave en el puerto i comienza a desplegar sus riquezas; i sale de allí el abrigo para los criados i el vestido para los hijos, i las galas suyas i los arreos para su marido, i las camas ricamente labradas i los atavíos para las paredes i salas, i los labrados hermosos, i el establecimiento de todas las alhajas de casa que es un thesoro sin suelo. I dice Salomón que trahe esta nave de lueñe su pan, porque si u. m. coteja el principio desta obra con el fin della, i mide bien los caminos por donde se viene a este puerto, apenas alcanzará cómo se pudo llegar a él, ni cómo fue possible, de tan delgados i apartados principios, venirse a hacer después un tan caudaloso río». En este egemplo se puede observar que las cosas también se unen con las sentencias; i a este tenor, haciendo varias combinaciones de cosas, se pudieran traher diferentes egemplos de agregaciones, i en especial La confusión de Gregorio Silvestre.

59. Digamos que la agregación hace la oración más instructiva i de más fácil impressión en el ánimo. Egemplo de hacerla instructiva puede ser lo que dijo don Diego de Saavedra614, tratando de los medios con que los estados se mantienen: «Siendo, pues, el principal oficio del príncipe conservar sus estados, pondré aquí los medios con que se mantienen, o ya sean adquiridos por la sucessión, por la elección, o por la espada; suponiendo tres causas universales que concurren en adquirir i conservar, que son: Dios, quando se tiene propicio con la religión i la justicia; la ocasión, quando un concurso de causas abre camino a la grandeza; la prudencia en hacer nacer las ocasiones, o ya nacidas por sí mismas saber usar dellas. Otros instrumentos ai comunes a la ciencia de conservar. Éstos son el valor i aplicación del príncipe, su consejo, la estimación, el respeto i amor a su persona; la reputación de la corona, el poder de las armas, la unidad de la religión, la observancia de la justicia, la autoridad de las leyes, la distribución de los premios, la severidad del castigo, la integridad del magistrado, la buena elección de los ministros, la conservación de los privilegios i costumbres, la educación de la juventud, la modestia de la nobleza, la pureza de la moneda, el aumento del comercio i buenas artes, la obediencia del pueblo, la concordia, la abundancia i la riqueza de los erarios». Egemplo de hacer mayor impressión en el ánimo por medio de la agregación, puede ser éste de Miguel de Cervantes Saavedra615: «Don Quijote puso mano a su espada i arremetió a los quadrilleros. Don Luis dava voces a sus criados que le dejassen a él i acorriessen a don Quijote i a Cardenio, i a don Fernando, que todos favorecían a don Quijote. El cura dava voces, la ventera gritava, su hija se afligía, Mari-Tornes llorava, Dorotea estava confusa, Lucinda suspensa, i doña Clara desmayada. El barbero aporreava a Sancho, Sancho molía al barbero. Don Luis, a quien un criado suyo se atrevió a asirle del brazo porque no se fuesse, le dio una puñada que le bañó los dientes en sangre; el oidor le defendía; don Fernando tenía debajo de sus pies a un quadrillero, midiéndole el cuerpo con ellos mui a su sabor. El ventero tomó a reforzar la voz, pidiendo favor a su Santa Hermandad, de modo que toda la venta era llantos, voces, gritos, confusiones, mogicones, palos, voces i efusión de sangre».

60. Pero considerada la condición de las mujeres, es igualmente hermoso que penetrante el agregamiento que hizo Isaías para confundir su vanidad616, profetizando lo que sucedería en la ruina de Gerusalén. Dice assí, elegantemente traducido por frai Luis de León617: «En aquel día quitará el redropelo el Señor a las hijas de Sión, el chapín que cruge en los pies i los garvines de la cabeza, las lunetas i los collocares, las ajorcas i los rebozos, las botillas i los calzados altos, las argollas, los apretadores, los zarcillos, las sortijas, las cotonías, las almalafas, las escarcelas, los bolantes i los espejos; i les trocará el ámbar en hediondez i la cintura rica en handrajo, i el enrizado en calva pelada, i el precioso vestido en cilicio, i la tez curada en cuero tostado, i tus valientes morirán a cuchillo».

61. Algunos rhetóricos han dicho que la agregación no es figura, sino especie de amplificación; pero ¿qué embarazo ai para que juzguemos qué es uno i otro, como sucede en la alegoría? I si ésta tiene lugar no sólo en una sentencia, sino también en muchas, ¿por qué no diremos lo mismo en la agregación? I más quando ésta es tal, que da un especial realce a la oración, como la siguiente del obispo don frai Pedro de Oña618: «Los que hacen ofensa a Dios, enemigos declarados son de su alma. ¿Quieres saber qué tanto? Más mal haces tú a ti mesmo, quando pecas, que te podría hacer todo el universo junto. Imagina ahora que el campo formado de la universidad de las criaturas, que todas quantas ai en la tierra i en los infiernos han hecho liga contra ti i conjuración, i con pertinaz odio i enemistad, i ánimo de destruirte. Ya sabes el poder de los ángeles, que uno, i no el mayor dellos, mató en una noche ciento i ochenta i nueve mil combatientes; i son sin número estos guerreros619. La rabia i la braveza del demonio mírala en la crueldad que usó con el santo Job, i en el tratamiento que hace a un cuerpo quando dél se apodera; i está enfrenado i atado este can cerbero, que si le alargan la trahilla, no ai poder en la tierra para resistirle. Vengan pues en un esquadrón los ángeles; en otro batallón los demonios; en otro los hombres militares, con sus pertrechos de guerra, armas, municiones i artillerías; los tiranos, Falaris, Nerones, Dioclecianos, Domicianos, con sus invenciones; de fieras, los elefantes, rinocerontes, leones, onzas, javalíes, lobos, lebreles i toros, con sus trompas, cuernos, presas, navajas, garras, dientes i colmillos; de las serpientes, basiliscos, dragones, áspides, vívoras, depsas, con sus venenos; de las aves, las de rapiña, los grifos, buitres, halcones, milanos i cuervos. Bage de su esfera el elemento del fuego. Granicen rayos las nubes; bramen los vientos con huracanes i torvellinos; el mar bravo, con sus inundaciones; la tierra, con sus temblores; i sobre todo, el infierno con su fuego i azufre, tinieblas palpables, llanto i crugir de dientes, i con toda la eternidad de sus penas; i tú solo en un campo, atado de pies i manos, espuesto a la tiranía de tantos tiranos, tiros i golpes, dejado de Dios i desamparado; sólo que te conserve la vida, porque no se acaben con ella los tormentos, sino que dures en aquella carnicería, i todas, sin quedar ninguna, hagan su herida i descarguen su fuerza en ti, tirando a matar. ¿Pudiera ser espectáculo más horrible i más lastimoso? Pues oye. Todo esse gran tropel de innumerables enemigos no te pudieran a ti hacer tanto mal, quanto tú te haces a ti mesmo quando juras una liviana mentira, o codicias la muger agena, o quebrantas otro qualquier mandamiento de la lei de Dios. Poco digo quando dices una mentira sin juramento o palabra ociosa. I aun todo esso es nada. Echemos el resto. Si el eterno i poderoso Dios se declarasse por tu mortal enemigo i quisiesse mostrar la pujanza de su fuerte brazo en hacerte todo el mal i daño que alcanza su infinita i absoluta omnipotencia, no te haría tanto perjuicio como tú te haces con el menor pecado mortal». Hasta aquí el obispo Oña, que esplicó lo último que dijo por la infinita perfeción de la bondad de Dios, que no puede hacer mal al que no es malo, porque siendo bueno es hechura suya i, por consiguiente, amable en su divino acatamiento. I esto no es falta de poder, sino suma perfeción de su indecible bondad.



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