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ArribaAbajoExtremos de un enamorado atormentado de ausencia y desesperación


Endechas reales

ArribaAbajo   Si piensas, Filis mía,
que porque no me han muerto
los males de esta ausencia
hay exageración en mis tormentos,
    sabe que el no morirme  5
es de mi amor esmero,
de mi fineza industria
y el mayor testimonio de mi afecto.
    Pues como a merecerte
ascender sólo puedo  10
del penar por la senda,
por no dejar de padecer, no muero.
    La vida economizo,
porque en tanto que aliento
los martirios que sufro,  15
el mérito me dan de que carezco.
    Los tormentos me elevan
a aquel grado supremo,
que me brindó la dicha
y a que nunca aspiró el merecimiento.  20
    Si bien lo consideras,
verás en mí el primero
indigno venturoso,
a quien sus dichas no han hecho soberbio.
    Las glorias que he logrado,  25
gozando amor tan tierno,
si en mí, un agradecido,
en otro hubieran hecho un altanero;
    que es propio de almas viles
el desvanecimiento  30
en viéndose elevados
de la abatida esfera de su centro;
    y es propensión de infames
y de villanos pechos,
olvidar beneficios  35
y huir la obligación de agradecerlos.
    ¡Cuán distintos son, Filis,
los tiernos sentimientos
que produce en el alma
de tus finas bondades el recuerdo!  40
    En tan larga distancia
tan presente te tengo,
que tú misma diriges
mis más indiferentes movimientos.
    Apenas formo paso,  45
ni admito pensamiento,
sin que antes premedite,
que debe ser su solo fin tu obsequio.
    O pises la aspereza,
que en jardines hibleos  50
convirtió aquel Felipe
que hizo en Almansa su renombre eterno;
    o ilustres con tu vista
los más ocultos senos
del Valsain umbroso,  55
ninfa añadida a sus cristales tersos;
    o curiosa registres
los nobles monumentos,
en que el poder romano
Segovia ostenta y reverencia el tiempo;  60
    el alma a todas partes,
las distancias venciendo,
te sigue presurosa,
en las alas llevada del deseo.
    Que ésta es, amada Filis,  65
la guarda que te he puesto,
esclava que te adore
y dependa de ti, como su dueño.




ArribaAbajoTristes expresiones de un desconsolado


Endechas reales

ArribaAbajo   Testigos son, bien mío,
las lágrimas que vierto
del dolor riguroso
que las abre camino desde el pecho.
    Mis ardientes suspiros  5
esparcen por el viento
las nuevas infelices
de que está el triste corazón enfermo.
    La palidez del rostro
es transparente espejo  10
por donde se trasluce
mi vida reducida a los extremos.
    Ni animo las palabras
ni articulo los ecos,
tanto, que se equivocan  15
con mis ayes las voces que profiero.
    Mis ojos han cegado
con el llanto sangriento,
y escribo en mis mejillas
con líneas de dolor mi mal acerbo.  20
    El pasmo que me oprime
me embarga el movimiento
y, si acaso me animo,
pienso que en cada planta un monte muevo.
    En fin, estoy de suerte  25
que a cada instante temo
el término infelice
que acabe con mi vida y mi tormento.
    Éstos son, Lisi mía,
los crueles efectos,  30
que en Fabio han producido
los tósigos hechizos de tus versos.
    ¡Qué ajena está el alma
del dolor que padezco
al tomar en las manos  35
la sangrienta sentencia de que muero!
    Conduje a mi cabeza
el riguroso pliego,
dándole con mis labios
de mi dichosa esclavitud el sello.  40
    ¡Cuán bien me hiciste, Lisi,
en el mandato expreso
de que le abriese sólo
estando ausente de tus ojos bellos!
    Pues así te libraste  45
de verme ante ellos muerto
y ahorraste la fatiga
de tener compasión aquel momento.
    Parece que el caballo,
mi desdicha sintiendo,  50
quiso con mil desvíos
decirme le arrojase de mi seno.
   Como quien conocía,
más racional que el dueño,
era mi diligencia  55
el camino de mi desasosiego.
    Pero no era posible
penetrar tal agüero,
durando en mis oídos
todavía recientes tus requiebros.  60
    Mas, ¡oh cuánto se engaña
quien se fía indiscreto
de favores logrados
sin el apoyo del merecimiento!
    Con la presente angustia  65
tan torpe está el ingenio,
que ni acierto a explicarme
ni puedo más que producir lamentos.
    Mándasme, Lisi mía,
que encierre en el silencio  70
las abrasadas ansias,
vivas exhalaciones de mi pecho.
    Bien conoces, bien mío,
lo duro del precepto;
querer que se repriman  75
de infinitos volcanes los incendios.
    Si yo no te adorara
con aquel amor ciego,
admiración del mundo,
ejemplar del amor más verdadero,  80
    no fuera tan difícil
acceder a tu ruego,
siendo, como es, tu gusto
norma aun de mis más leves pensamientos.
    Pero encuentro imposible  85
reprimir tanto fuego
por más que favorezcan
tu voluntad mi amor y mi respeto.
    Apagar, dueño mío,
no podrán mis deseos  90
ni el tiempo, ni tus iras,
ni la muerte que cada instante espero.
    Aun después de mi vida
en mi cadáver yerto
tomarán nuevo bulto  95
y volarán a ti como a su centro.
    Si yo condescendiera
con tu cruel empeño,
indigno me juzgara
de haber dichoso sido en algún tiempo.  100
    Porque es caso imposible
que aquel que llega a serlo
no esté siempre anhelando
glorias que son de tal valor y precio.
    Y así perdona, Lisi,  105
si obedecerte niego
en cosas que me pueden
acreditar de infame y de grosero.
    Y si vengarte quieres,
mejor puedes hacerlo  110
con sólo permitirme
rondar las luces de tu hermoso cielo.
    Amante mariposa
moriré en tus incendios,
contento, Lisi mía,  115
con ser tu amor el mal de que fallezco.
    Esto Fabio responde,
de tristezas tan lleno,
como lo están probando
los números forzados de sus metros.  120
    Disculpa, dueño mío,
al mal limado verso
el torpe desaliño
por la ingenua verdad de sus conceptos;
    y vive persuadida  125
que el amor que alimento,
a pesar de la muerte,
apuesta duraciones con lo eterno.




ArribaAbajoPonderación de las penas padecidas en una corta ausencia


Madrigales



- I -

ArribaAbajo   Ausencias son, bien mío,
eternas de mi amor consideradas,
las tristes horas que de ti me ausento;
y con fiero desvío
aprensiones del vulgo autorizadas  5
me aparten de tu vista y mi contento.
¿Qué rudo entendimiento
el nombre dio a respetos tan tiranos
de respetos humanos,
debiéndolos llamar más propiamente  10
necia vulgaridad impertinente,
o con más justos nombres,
infierno repetido de los hombres?


- II -

    Publíquelo mi pena,
que tanto, Lisi, al separarnos crece  15
con modos de rigor jamás usados;
que de mí se enajena,
y aun la dulce memoria desvanece
del feliz galardón de mis cuidados.
Suspiros abrasados,  20
lágrimas vivas de mis muertos ojos,
desazones y enojos,
temores, ansias, sustos, desconsuelos,
y, por corona de desdichas, celos,
son familia casera  25
que al separarme de tu luz me espera.


- III -

   El mal mullido lecho,
en que mis penas aliviar solía,
teatro de suplicios asemeja:
y en continuo despecho,  30
se escucha el eco de la pena mía,
formado de una queja y otra queja.
Vanamente forceja
contra el tropel de males riguroso
mi espíritu fogoso,  35
conociendo que a lid tan encendida
término pondrá sólo el de mi vida;
siendo por raros modos
remedio a un mal el mal mayor de todos.




ArribaAbajoQuejas de un sentido de maldicientes, que desacreditaban su fino amor


Romance endecasílabo

ArribaAbajo   ¿No te bastaba, bárbara fortuna,
para saciar tu condición tirana,
ensangrentarte en mi arrastrada vida,
sino que aun quieres lastimarme el alma?
    ¿Qué más queréis, infames enemigos,  5
si veis a la fortuna declarada
en favor vuestro y tanto, que parece
interés suyo propio mi desgracia?
    ¿Qué más podéis apetecer, villanos,
cuando me veis ceder con mano franca  10
altivas pretensiones, y contento
niego a la envidia y ambición entrada?
    ¿Podéis más desear de mi ardimiento,
a quien ninguno, aunque soberbio, iguala,
que haberle sujetado y abatido  15
casi hasta lo vergonzoso de la infamia?
    ¿No pudierais, traidores, en mi pecho
tomar satisfacción de vuestra rabia,
sin mostrar que el vengaros con la lengua
es porque manos para hacerlo os faltan?  20
    Si nobles sois, y si os preciáis de honrados,
bien pudierais buscarme cara a cara;
mas, ¿cómo ha de ser noble quien comete
la torpe bastardía de ocultarla?
    Pienso que queréis mucho vuestra vida,  25
cuando reñís con desiguales armas,
y, como os contempláis en descubierto,
la defensa ponéis en la distancia.
    Vive el cielo que estoy avergonzado,
más que de la calumnia, de que haya  30
personas de tan viles pensamientos
que vivan solamente de fraguarlas.
    Pero no importa que en perjuicio mío
el mundo se conjure; que su saña
no podrá oscurecer ni su malicia  35
la verdad inocente de mi causa.
    Vive tú, idolatrada Lisi mía,
que mientras seas tú norte del alma,
ni tempestad habrá que me atribule,
ni naufragio en que no consiga tabla.  40




ArribaAbajoQuejas de un ausente


Liras



- I -

ArribaAbajo   Amado dueño mío,
de cuyas celestiales perfecciones
esclavo mi albedrío
adora ciegamente las prisiones,
escucha, si te deja otro deseo  5
el miserable estado en que me veo.


- II -

    No ya, Amarilis bella,
cual otro tiempo, cantaré suave,
cuando benigna estrella
quiso mostrarme aspecto menos grave;  10
pues me ha dejado la pasión que siento
el numen torpe, ronco el instrumento.


- III -

    Todo soy confusiones,
cuando me acuerdo del dichoso estado
y las satisfacciones  15
con que me vio Cupido coronado;
viendo ahora que muda adversa suerte
el bien en mal y la ventura en muerte.


- IV -

    ¡Oh, cuántos envidiosos,
mal contentos entonces con mis dichas,  20
estarán gozosos
viéndolas convertidas en desdichas;
y cuántos, sin tomar de mí escarmiento,
renovarán su malogrado intento!


- V -

    El que antes te adulaba,  25
hablando bien de mí o de cosa mía,
porque en esto notaba
que se cifraba toda tu alegría,
mudando en trato aleve el vil engaño,
no mirará ya a más que a hacerme daño.  30


- VI -

    Los que antes mis amigos
gustaban de nombrarse, vuelta en ira
su amistad, enemigos
son declarados; pero más me admira
el ver alguno que con modo injusto  35
celebra con donaires mi disgusto.


- VII -

    Aunque el dolor más fuerte,
que me aflige en tan triste desconsuelo,
es privarme de verte,
porque así más se aumente mi desvelo.  40
¿Quién ha visto dolor más extremado,
que separar a dos que se han amado?


- VIII -

    Ausente de tus ojos,
bien a costa, Amarilis, de los míos,
todo me causa enojos,  45
y tales son mis necios desvaríos,
que cuantos veo, cuantos hablo y trato
me gradúan de necio y de insensato.


- IX -

    Viene la noche fría,
y cuando en ella hallar descanso espero,  50
me aflige más que el día,
renovando las penas de que muero;
y al alba suelo hallar por más quebranto
humedecido el lecho con mi llanto.


- X -

    En cada acción que animo  55
siento mi mal, pues con modal grosero
mi adorno desestimo;
ni en nada pienso más que en mi mal fiero,
esperando con ansias inmortales
la muerte por remedio de mis males.  60


- XI -

    Quiera piadoso el cielo
alivio darme en tantas desventuras,
o con ligero vuelo
la Parca ataje mis desdichas duras;
que es menor mal la muerte a que me ofrezco  65
que el infierno de males que padezco.


- XII -

    Y tú, Amarilis mía,
dueño querido a quien el alma adora,
cuida de tu alegría
mientras un desdichado gime y llora,  70
que así será menor mi mal injusto
y se limitará, si tienes gusto.




ArribaAbajoSeguridades de un amor verdadero


Endecasílabos

ArribaAbajo   Los negros caracteres que matizan
con el luto del alma el papel terso
puros raudales fueron en su origen,
que después atezó el dolor violento.
    Turbio vapor que despidió a los ojos  5
el material adusto de mi pecho,
corto raudal a mitigar la llama,
pero bastante a publicar el fuego.
    Lágrimas vivas son, si bien ajenas
del cristal primitivo en que nacieron,  10
milagros del dolor que me atormenta,
que sabe convertir lo blanco en negro.
    En ellos te traslado mis desdichas
estimadas por dichas de mi afecto,
pues el ser tú la causa desfigura  15
la sangrienta impresión de los tormentos.
    Repásalos siquiera, dueño mío,
y ya que yo por mí no lo merezco,
desengaño que debo a tu hermosura,
desde que el alma te juró por dueño,  20
    conviértate a piedad su porte triste,
en que van publicando abatimiento,
cubiertos del color de mis quebrantos,
y encadenados como mis deseos.
    Mas, ¡oh cuánto me engaña mi delirio!  25
pues ¿quien puede llegar a ser tan necio
que espere compasión de una belleza
que adorna de impiedades sus trofeos?
    Aborréceme pues; que no es posible
que consigas con tu aborrecimiento  30
que mi encendido amor menos me abrase
ni mi ciega pasión me mate menos.
    Usa cuantos rigores te persuada
la airada sutileza de tu genio,
pues, para despreciarlos y sufrirlos,  35
tengo ánimo mayor que todos ellos.
    Estudia en los horrores de estos montes
nuevos rigores de sus monstruos fieros,
lisonjas del amante pecho mío,
ansioso siempre de sufrir de nuevo;  40
    que antes el sol apagará sus luces
y se hundirá la máquina del cielo,
que Fabio deje de adorar a Lisi
a pesar de sus iras y desprecios.
    Pues fuera muy villano su cariño  45
si le apartaran de su pensamiento
ni alegres esperanzas de otras glorias,
ni el temor de los males más acerbos.




ArribaAbajoGozos de una dicha


Endecasílabos

ArribaAbajo   ¿Qué importan los infiernos repetidos
de que fue reducido centro el pecho,
si tan altos favores galardonan
la fiel moderación de mis respetos?
    ¿Qué importa haber penado y padecido  5
ansias mortales y dolor violento,
si ha sido el tolerar correr la posta
para llegar a descansar al cielo?
    Corrido, dulce dueño de mi vida,
me quedo cada vez que considero  10
en ti tanta piedad para premiarme,
en mí la improporción de merecerlo.
    Como estaba tan hecho a desengaños,
recelaba del sueño lisonjero,
hubiese dado bulto a mis venturas  15
para burlar mi amante devaneo.
    Mas no ha sido lisonja de la idea
esta vez, porque yo, Lisi, me acuerdo
mariposa haber sido de tus luces
y pavesa encendida de mi fuego.  20
    En dulces lazos confundió oficiosa
la madre del amor nuestros incendios.
¡Qué más dichas!, ¡qué más satisfacciones
para quien debe enloquecer con menos!
    Envidia tuvo amor de mis venturas,  25
y al verme coronar tantos trofeos,
por desquite y venganza de su enojo
segundos tiros asestó a mi pecho.
    Nuevo incendio añadir quiso a mi llama,
como si fuera fácil dar aumento  30
a una pasión que tiene traspasados
los términos remotos de lo inmenso.
    Yo vivo tan contento con mis glorias,
que embebido mi amante pensamiento
sólo se ocupa en contemplar las dulces  35
gracias imponderables de su dueño.
    Consérvalas, amada Lisi mía,
largas edades, siglos sempiternos,
para que el mundo goce en tu hermosura
tan alta prueba del poder del cielo.  40




ArribaAbajoA un disgusto de Filis


Soneto


ArribaAbajo   Como si amor por sí, Filis, no fuera
bastante a ejercitar mi sufrimiento,
la malicia con ímpetu violento
en hacerme infeliz también se esmera.

    Vierte la envidia su ponzoña fiera,  5
atosigando el alma con su aliento,
y la astucia al favor del valimiento
me calumnia, mi bien, y me impropera.

    Todos los males, Filis, mi constancia
podrá vencer; podré con mi paciencia  10
rendir del hado el proceder injusto.

    Contrastará al rencor mi tolerancia,
pero ¿quién tendrá, Filis, resistencia
al verte, ay Dios, con el menor disgusto?




ArribaAbajoAprecio de las penas sufridas por Filis


Soneto


ArribaAbajo   Rodeado mi amor de inconvenientes,
víctima, Filis, soy de mi deseo;
y es mi fineza tal que hallo recreo
en que se frustren ansias tan ardientes.

    Mas ¿qué gloria mayor que el ver que sientes  5
mis desgracias por tuyas? Pues no creo
que pueda yo lograr mayor trofeo
ni ellas más premio que el que así me alientes.

    Vengan pesares pues, vengan disgustos,
penas, fatigas, ansias, desconsuelos;  10
¡dichoso Hortelio cuanto más padece!,

    pues los males más graves trueca en gustos
saber que sólo a costa de desvelos,
y así penando, a Filis se merece.




ArribaAbajoVolviendo a Filis sus elogios


Soneto


ArribaAbajo   Vuelven a tu poder, Filis divina,
prendas a quienes dio ser y existencia
el gozo, el desconsuelo y la impaciencia,
conceptos del amor que me domina.

    Dichosas ellas, pues que las destina  5
a hacer cerca de ti su residencia
la suerte grata, cuando su violencia
con la más dura ausencia me conmina.

    ¡Con cuánto desconsuelo lucha el alma
vencida de un recelo que la embiste,  10
y contra quien en vano el juicio lidia!

    ¡Mas cómo yo podré esperar la palma,
cuando he llegado a término tan triste
que a mis mismos papeles tengo envidia!




ArribaAbajoAuxilio pedido a Filis contra calumnias e imposturas


Soneto


ArribaAbajo   Dices que no merezco, dueño mío,
ser de ti amado; como si no vieras
cada momento pruebas verdaderas
de que tú sola riges mi albedrío.

    Vierta la envidia de su seno impío  5
contra mi firme amor calumnias fieras;
pues, como que hecho estoy a sus quimeras,
sus artes y asechanzas desafío.

    La verdad que ha triunfado en mis desgracias
también contrastará las imposturas  10
que me usurpan el logro de tus gracias;

    mas, ay, que si tu fe no me aseguras,
aún podrá ser que triunfen las falacias
si su auxilio las dan mis desventuras.




ArribaAbajoPreferencia dada a todas las desdichas sobre los celos


Soneto


ArribaAbajo   De tu dueño tirano los recelos,
castigo de una vil desconfianza,
con dilatar el fin a mi esperanza
defraudan de su logro mis anhelos.

    Él pena, Filis, con sus duros celos,  5
y como tanto mal a mí me alcanza,
dudo adónde se inclina la balanza,
Filis, si a su pesar o a mis desvelos.

    Él goza, aunque celoso, tu hermosura,
si bien aborrecido; yo, privado  10
de tanta gloria, aunque adorado, muero.

    Pero ¿dónde me lleva mi locura?
Muera mil veces yo desesperado,
que antes morir que estar celoso quiero.




ArribaAbajoEsperanza fundada más en la compasión que en la inclinación


Soneto


ArribaAbajo   En el tropel de males que padezco,
de la común envidia combatido,
nuevos tormentos a mi suerte pido
y más gustoso cada vez me ofrezco.

    Al odio, a las venganzas agradezco  5
los duros trances a que me han traído;
pues los medios, mi bien, ellos han sido
de lograr galardón que no merezco.

    Muerda la envidia pues, el odio invente
calumnias nuevas, no me asusta nada,  10
ni haber mal puede que mi gloria impida.

    Pues todo es fuerza que tu amor aumente,
pues quien así me quiere enamorada
me ha de amar mucho más compadecida.




ArribaAbajoLa firmeza de Filis desarma a la envidia


Soneto


ArribaAbajo   La envidia con su aliento venenoso,
Filis, pretende emponzoñar mi gusto,
haciéndome vivir con tanto susto
que no alcanzo consuelo ni reposo.

    Mas, quien a ser llegó tan venturoso  5
que mereció tu amor no fuera justo
que tanto bien gozase sin disgusto,
ni sin tanta pensión fuese dichoso.

    Tanto bien es, mi bien, ser de ti amado
que mereciera ser aborrecido,  10
si pudiera extrañar ser envidiado.

    Vengan envidias pues, calumnias pido,
promuevan maliciosos mi cuidado,
que yo en lo firme de mi bien descuido.




ArribaAbajoAgradecimiento a la memoria del amor


Soneto


ArribaAbajo   Acostumbrado, Filis, a tu halago
y privado ya de él por tiranía
de mi suerte, las glorias de algún día
con doblados tormentos satisfago.

    ¿Quién tan mortal y tan acerbo trago  5
de tan grande dulzura esperaría,
ni que tan corto tiempo trocaría
tanto placer en tan terrible estrago?

    Pero, ¿cómo es posible que yo sienta
pesar alguno tras de gusto tanto,  10
por más que amor me niegue ya su gloria?

    Pues para disipar cualquier tormenta,
en el mar proceloso del quebranto,
tengo un iris seguro en mi memoria.




ArribaAbajoA los desvelos de Hortelio, mayores que los de los demás hombres


Soneto


ArribaAbajo   Busca el albergue en la tiniebla fría
de la noche el cansado caminante;
el rústico, artesano y negociante
acaban su fatiga con el día;

    de los vientos la ruda rebeldía  5
en los puertos encierra al navegante,
y aun hace deponer su arnés brillante
a Marte del invierno la porfía;

    reposa el ganadero en su majada
las abrasadas siestas del verano;  10
todos descansan por distintos modos.

    Sólo Hortelio por ti, Filis amada,
nunca descansa de su afán tirano.
¿Por qué? Porque interesa más que todos.




ArribaAbajoRemedio contra los celos de Filis


Soneto


ArribaAbajo   Si más me pides celos, Filis mía,
que te burlas creeré de mi fineza,
o que mal satisfecha tu belleza
de su merecimiento desconfía.

    ¿Quién goza de la luz del claro día  5
que busque de la noche la torpeza?
¿Y quién en la abundancia y la riqueza
que padece escasez persuadiría?

    ¿Será posible abrigues en tu idea
caprichos tan extraños e infundados  10
cuando te atreves a pedirme celos?

    ¿Quién habrá, Filis, que tus celos crea,
cuando en ti vea la copia de los cielos
y en mi el original del amor vea?




ArribaAbajoSeguridades de un firme amor


Madrigal

ArribaAbajo   Un rayo de los cielos desprendido,
abrasando mi aliento,
me sepulte en el centro del olvido;
o, con furor violento,
globo de plomo al pecho dirigido  5
acabe con mi vida y mi tormento;
si no es cierto, bien mío,
que muero de no verte
y que es la ausencia para mí más muerte
y más fatal que rayo y plomo impío.  10
Considera, si cabe en mi albedrío,
si está en verte mi vida,
ser de mí mismo, Filis, homicida,
y buscar voluntario los enojos
que padezco apartado de tus ojos,  15
y al fin tu desagrado y displicencia,
mal mayor que la muerte y que la ausencia.




ArribaAbajoImpertinencias de curiosos malintencionados


Madrigal

ArribaAbajo   Si está mi vida, Filis, en tus ojos,
y de verte me priva
de Celia la celosa impertinencia,
¿cómo puedo ocultar yo mis enojos?
¿Cómo quieres que viva,  5
o que tenga paciencia
siendo tan en mi daño sus antojos?
Truécame el alma o da, Filis, licencia
al tierno sentimiento,
escaso desahogo a mi tormento;  10
que en igual accidente
quien ama como yo, como yo siente.




ArribaAbajoExplicación de lo penoso de una ausencia


Liras

ArribaAbajo   Ausente de tus ojos,
hermosa Filis, todo soy tormentos;
mis voces son lamentos,
mis placeres enojos,
tósigo el aire leve que respiro,  5
infierno y muerte cuanto toco y miro.
    El trato de las gentes
me es enojoso, evito los amigos,
porque, siendo testigos
de mi mal inclemente,  10
ni me consuelen ni mis penas sientan;
sólo gusto de ver que se acrecientan.
    Que quien de ti carece,
cuando una vez gozó de tus favores,
si sustos, si dolores,  15
si daños, no apetece,
indigno de ellos fue, que en mal tan grave
ni otro consuelo, ni otro alivio cabe.
    Busco nuevas ansioso
de ti en vano tal vez, y al ver frustradas  20
mis ansias desdichadas,
suelo quedar gozoso
y exclamar, cuando más mi pena crece,
sólo penando a Filis se merece.
    No bien ha concluido  25
dos veces Febo el circular trabajo,
después que el turbio Tajo
presenció condolido
la última despedida lastimera
que conturbó su plácida ribera.  30
    Y ya al alma parecen
siglos las horas que ha que no te veo;
y a mi amante deseo
crecen las fuerzas y mis ansias crecen.
Pero, ¿por qué mis penas exagero?  35
¿Por ti no muero? Pues gustoso muero.




ArribaAbajoSentimientos en las disposiciones de una ausencia voluntaria de Lisi


Soneto


ArribaAbajo   Parte a dorar con luces celestiales
de los floridos sotos los primores,
a dar nuevos alientos a las flores
y veneno mortal a los zagales.

    Yo quedo en el infierno de mis males,  5
víctima del volcán de mis ardores,
lastimoso ejemplar a los pastores
que alcancen mis martirios infernales.

    De nuevas flores tu belleza vista
esas florestas, mientras mi quebranto  10
fúnebres flores a mi muerte alista.

    Y no te cause mi expresión espanto;
pues si tú las produces con tu vista,
yo también con el riego de mi llanto.




ArribaAbajoAfectos y sentimientos propios y precisos en la ausencia de Lisi


Soneto


ArribaAbajo   Si es muerte, si es infierno, Lisi mía,
el punto que me roba a tu presencia
del vulgo la mordaz impertinencia
o de mi hado infeliz la tiranía,

    ¡cuánta habrá sido, oh Lisi, mi agonía,  5
mi confusión, mi pena y mi dolencia,
considerada bien la eterna ausencia
de las eternas horas de este día!

    ¡Ay, dulce prenda mía!, si el no verte
un breve tiempo tiene tanta parte  10
de sentimiento que me da la muerte,

    ¡cuánta será mi pena al contemplarte
capaz por mi desdicha de perderte,
incapaz por mi mal de recobrarte!




ArribaAbajoSeguridades del amor fundadas en la misma incomparable hermosura de Lisi


Soneto


ArribaAbajo   Si tu mérito, Lisi, conocieras,
como la envidia persuadir procura,
y estimaras en tanto tu hermosura,
cuanto estimarla por razón debieras,

    poco desconfiaras ni temieras  5
de un amor tan leal y fe tan pura,
y viviendo en tu mérito segura,
menos motivos de pesar me dieras.

    ¡Cuál quedara la envidia, Lisi mía,
al verte como estás desconfiada,  10
desvanecida su mordaz sospecha,

    y en mí el deseo y pertinaz porfía
de verte de tu mérito pagada,
por verte de mi afecto satisfecha!




ArribaAbajoSentimientos amorosos en el desmayo de una dama causado de un atroz suceso


Soneto


ArribaAbajo   Hermoso y adorado dueño mío,
copia y compendio del hermoso cielo,
origen de mi mal y mi desvelo,
norte de mi cuidado y albedrío;

    cobrad aliento, resucite el brío  5
que muerto yace en tanto desconsuelo;
no así, siendo su sol, neguéis al suelo
la luz que eclipsa ese desmayo frío.

    Libre del daño que esgrimió a mi vida
en vuestro riesgo mi contraria suerte,  10
bien podéis ya alentar asegurada;

    si no queréis, dulcísima homicida,
que en Fabio sea verdadera muerte
la que en vos sólo es muerte figurada.




ArribaAbajoReflexiones amantes de un apasionado considerado y reverente


Soneto


ArribaAbajo   Si nadie puede verte sin amarte,
dulce bien mío, y nadie puede verte
sin que le abrasen con rigor de muerte
ardentísimas ansias de agradarte;

    quien logra tan de cerca contemplarte,  5
y tanto como yo sabe quererte,
difícil es que a contenerse acierte
en los límites sólo de mirarte.

    Abrásome a tu vista, dueño mío,
pretendo triunfos, pero al conocerte  10
repugnante, desisto en mis trofeos;

    que a mi ciego furioso desvarío
refrena más el miedo de ofenderte,
que le mueve el tropel de mis deseos.




ArribaAbajoExplicación de la firmeza del verdadero amor


Soneto


ArribaAbajo   Antes al cielo faltarán estrellas,
al mar peligros, pájaros al viento,
al sol su resplandor y movimiento,
y al fuego abrasador vivas centellas;

    antes al campo producciones bellas,  5
al monte horror, al llano esparcimiento,
torpes envidias al merecimiento,
y al no admitido amor tristes querellas;

    antes sus flores a la primavera,
ardores inclementes al estío,  10
al otoño abundancia lisonjera,

    y al aterido invierno hielo y frío,
que ceda un punto de su fe primera,
cuanto menos que falte el amor mío.




ArribaAbajoTemores justos y continuos de un amante desconfiado de su mérito


Soneto


ArribaAbajo   ¿Qué es esto, amante corazón rendido?
¿De qué te sirve tan dichoso estado,
si tus penas parece se han doblado
de que empezaste a ser favorecido?

    La imagen horrorosa del olvido  5
turba mi gloria y crece mi cuidado,
y aun al alma, confieso, ha penetrado
(no celos) un recelo mal nacido.

    ¡Ay, Lisi mía, en qué mortal quebranto
despedazado el corazón me siento  10
de un temor a la rústica violencia!

    Y si sólo un temor me aflige tanto,
¡cuánto será, bien mío, mi tormento,
si a ser este temor llega evidencia!




ArribaAbajoDisculpa de una justa desconfianza


Soneto


ArribaAbajo   Perdona, Lisi mía, la extrañeza,
si en dicha que es mayor que la esperanza,
en idioma de mi desconfianza
lastima tus oídos mi fineza;

    que hiciera agravio a la mayor belleza,  5
si tranquilo en mi torpe confianza
no temiera en mis dichas la mudanza
que tu mérito inspira y mi rudeza.

    Disculpe tu gallardo entendimiento
mis tiernos siempre apasionados modos,  10
dialecto del temor más importuno,

    nacido de mi fiel conocimiento;
que, aunque gloria mayor logro de todos,
también merezco menos que ninguno.




ArribaAbajoDescripción de la hermosura de Lisi por un término peregrino


Soneto


ArribaAbajo   Es tan grande mi amor, oh Lisi mía,
que no podré explicarle aunque más quiera,
porque si en voces mi pasión cupiera,
ni de ti ni de mí digna sería.

    A tu mérito, Lisi, y gallardía  5
amor se debe de más alta esfera,
y, si acaso adorarte alguien pudiera
como mereces, sólo yo podría.

    No es soberbia, mi bien, no desvarío
del juicio perturbado al miserable  10
estado en que hoy se advierte mi albedrío.

    Verdad es cierta y hecho incontrastable,
pues, si bien se examina el amor mío,
a sola tu belleza es comparable.




ArribaAbajoPonderación justa de un amor verdadero


Soneto


ArribaAbajo   Arde mi corazón, y su violento
incendio por las venas se derrama,
siendo pábulo noble de esta llama
amor, que en mis entrañas alimento.

    Ardiente exhalación es cada aliento,  5
que el aire vago a su contacto inflama,
si es que más propiamente no se llama
bostezo del volcán de mi tormento.

    Este es, Lisi, mi amor voraz y altivo,
a quien es imposible hallar segundo,  10
milagro que obró en mí naturaleza;

    superior al amor más excesivo,
mayor que cuanto en sí comprende el mundo;
sólo, Lisi, inferior a tu belleza.




ArribaAbajoSoneto segundo del caballero con los mismos consonantes


ArribaAbajo   Ponderarte el ardor, que violento
por mi abrasado pecho se derrama,
no es empeñarte, Fili, en que a su llama
ni aun tus desprecios sirvan de alimento.

    Sin esperanzas mi pasión aliento,  5
que con los imposibles más se inflama;
advierte, Fili, bien si nadie llama
en el mundo ambición lo que es tormento.

    Y aunque mi amor confieso que es altivo,
pues blasona en la tierra sin segundo,  10
por milagro de la naturaleza,

    ser tu esclavo es blasón más excesivo;
mira, mi bien, si quien te diera el mundo
pensará esclavizar a tu belleza.




ArribaAbajoSoneto tercero del caballero con los mismos consonantes


ArribaAbajo   Bien sé que en vano mi dolor violento
lanza suspiros, lágrimas derrama,
y que no resta a mi amorosa llama
más que sola mi pena, otro alimento.

    Bien conozco el empeño a que me aliento,  5
y cuán en vano el corazón se inflama,
mas a un amor que heroico se llama,
ni aterra lo imposible ni el tormento.

    Y si fuera mi amor menos altivo
por tu desdén, bien mío, sin segundo  10
desdijera de mi naturaleza;

    que aunque parezca término excesivo,
solas tres cosas grandes tiene el mundo:
mi soberbia, mi amor, y tu belleza.




ArribaAbajoSoneto cuarto del mismo caballero con distintos consonantes


ArribaAbajo   Necio, atrevido y loco me apellida,
Fili, tu injusta condición ingrata,
y con infames títulos maltrata
la más noble pasión y bien nacida.

    Emplea en mí tu cólera encendida,  5
abrasa un corazón que te retrata,
y consume, si te es empresa grata,
la ya torpe memoria de mi vida.

    Ya aborrezco el vivir, pues inhumana
segunda causa das a mi tormento,  10
por que acabe mi vida de esta suerte:

    Acción por todos términos tirana
ensangrentarte en mi aborrecimiento,
sobrando tu desdén a darme muerte.




ArribaAbajoPoesía burlesca




ArribaAbajoEl medicastro


Epigrama


Non morbi, non dira lues, non praelia terris
Tot rapiunt gentes, quot medicaster iners.


ArribaAbajo   Ni enfermedades, ni peste,
ni de la guerra el cuchillo,
asesinan tantos hombres
como un médico imperito.




ArribaAbajoEl loco de Chinchilla


Fábula a la moda, esto es, insulsa y frívola

ArribaAbajo   Andaba en Chinchilla un loco
con la bellaca manía
de dar de palos a cuantos
topaba por su desdicha.
    Ninguno quedaba libre  5
de su locura maldita;
al que no descalabraba,
magullaba las costillas.
Pero, fuese compasión,
mentecatez o desidia,  10
de tantos apaleados,
nadie acudió a la Justicia.
Ni ésta pensó en recogerle,
por estar la policía
muy atrasada en los tiempos  15
de que se cuenta esta hablilla.
Hasta que uno de Albacete,
murciano en las malas tripas,
manchego en lo mal sufrido
a Chinchilla subió un día.  20
Atísbale el loco al punto,
y, acercándose, le tira
tan gran palo a la mollera,
que a ir sin montera le birla.
    El de Albacete, mohíno  25
de la ruin burla, le quita
el palo y con él vuelve
unas tornas bien cumplidas;
moliéndole de manera
entre nuca y rabadilla,  30
que, a no acudir gente, allí
acaba el loco sus días.
    Escápase al fin, y como
si llevase el palo encima,
corre a la ciudad gritando:  35
«¡Otro loco anda en Chinchilla!»
De aquí procedió el refrán,
y de aquí la medicina
de aquel loco. ¡Cuántos uno
de Albacete necesitan!  40
A muchos parecerá
insulsa la fabulilla,
mas, ¡qué falta es ésta en tiempo
en que tanta insulsez priva!




ArribaAbajoEl pedo dispertador o Caga siete


Fábula medio verdad y medio mentira

ArribaAbajo   Del traductor de la Xaira,
heridos de la Advertencia,
murmuraban en un corro
siete sabios de la legua.
    Cada cual se iba apropiando  5
una de sus indirectas
muy pagado de no estar
comprehendido en todas ellas.
Clamaba un versiblanquista
contra el traductor poeta,  10
amenazándole hacer
pepitoria de sus piezas.
Otro prosador pedante
ponderaba en larga arenga
de todos los prosadores  15
la atroz e inaudita ofensa.
Un anti-epigramatista
de musa baja y ratera
en mil críticas pueriles
publica mil anatemas.  20
De un traduccionero insulso
resonaban las querellas
convocando en su venganza
la turba traduccionera.
    Gritando un sectario triste,  25
de la rigidez francesa:
«Juro hacer con la Raquel,
por ser judía, una hoguera.»
Del malhadado Linguet
otro peroró en defensa,  30
inspirado del furor
de alguna sibila renca.
Habló en fin una alimaña,
de sátiro facha y señas
y dijo, medio rumiando,  35
«él me llevará otra vuelta,
    que para eso tengo yo
cosecha de desvergüenzas,
y, aunque no letras, barberos
que desde Aragón afeitan».  40
    Descubre Huerta a este tiempo
la ridícula asamblea
y ocúrresele un arbitrio
de burlarse y disolverla.
    Arrímase poco a poco,  45
y cuando ya estuvo cerca,
el ruin concilio apestando,
un tronante pedo suelta.
Aturdidos del estruendo
vuelven todos la cabeza  50
y, al verle, más aturdidos
se escabullen y dispersan.
Hácese público el caso
y todo el mundo celebra
del pedo dispertador  55
la ridícula historieta.
    De suerte que los muchachos
gritan cuando a alguno encuentran:
«Allá va uno de los siete
en que se ha cagado Huerta».  60
Iguales chascos aguarden
los necios de mala lengua,
y el que ladra por detrás
que le caguen o le pean.




ArribaAbajoSeñas y fazañas del Criticastro Esópico nuevamente aparecido con el nombre de Cosme Damián


ArribaAbajo   Si oír queréis las señas
del nuevo Criticastro,
que hasta los pollinos
osan trepar la cumbre del Parnaso,
    y aun hasta las lechuzas,  5
los búhos y los grajos
como águilas caudales
quieren beber al sol los puros rayos,
    atended su pintura,
que juro ha de agradaros,  10
pues por extravagantes
suelen tal vez gustar los mamarrachos.
    Para la insigne copia
voy el pincel mojando
en el bacín de un fraile  15
estadizo, relleno y remostado,
    que a tal héroe se debe
obsequio y honor tanto
como pintar con mierda
para blasón eterno su retrato.  20
    Al ver su personilla,
diréis que anduvo escaso
hasta el cielo al formarle,
pues poco menos le dejó que enano.
    Su figurilla sucia  25
es el remedo exacto
de los amoladores
que nos entran por vía de Bilbao.
    A tal vaso es conforme
su espíritu tacaño,  30
pues es el hombrecillo
insulso, frío, insípido y menguado.
    Mas con todo hay quien dice
ser sus gracias un pasmo;
diránlo por lo frías,  35
verbigracia el papel sobre el teatro.
    Remedando la vieja
dicen que hace milagros;
más milagros haría
en remedar la moza un vejetastro,  40
    pues su extraño gestillo
enigma es o acertajo,
que ni es peje ni ave,
y es medio entre sardina y entre gallo.
    Son sus ojos ojetes  45
hundidos y arrugados,
ojos que aun a los ojos
aojaran de los culos de los diablos.
    Su narigueta rara
parece garabato  50
de desmotar traseros
cascarrientos, mohosos y cagados.
    Sus dientes volaverunt,
y en su lugar dejaron
un portillo que dice:  55
aquí estuvimos hace algunos años.
    Su color verdinegro
es de un viejo zapato
que fue negro y el tiempo
en meadero le trocó de gatos.  60
   Su voz es voz de grillo
que está arromadizado,
y por colmo de gracia
es gangueta el Señor Escaga-olfatos.
    Esta pues sabandija  65
es quien tomó a su cargo
el vengar los entuertos
del partido Glacial Transpirenaico,
    porque al tal avechucho
estaba reservado  70
ofrecerse a los Manes
del glorioso Voltaire en holocausto.
    Al duelo se previene
con furor endiablado,
como el de una tortuga  75
cuando en sangrienta lid combate un sapo,
    porque tales engendros,
según dice Elïano,
suelen tener por sangre
zumo de berenjenas o de nabos.  80
    Contra el follón de Huerta
y el prólogo malvado
del Teatro insolente
empieza a armarse, bien que muy despacio.
    Suspende una gran obra  85
que estaba remendando,
que por lánguida y fría
no la pueden tragar ni aun los muchachos;
    aquella, por ejemplo,
en que lección tomando  90
el Loco de Chinchilla
salió tan diestro en dar sus garrotazos,
    y después de tres meses
en que anduvo acopiando
frigideces francesas,  95
lógica ruin envuelta en dicharachos,
    torpes inconsecuencias,
insípidos sarcasmos,
necias inconexiones,
capciosidades para ingenios chatos,  100
    suposiciones falsas
para argumentos falsos,
doctrina de los libros
que hacen a tantos Españoles fatuos,
    y, en fin, con cierto estilo,  105
sólo arena y chinarros,
propio de los discursos
de los graves Demóstenes bracatos,
    guerra íntima sangrienta
al colector nefando,  110
mas de vergüenza o miedo
salió el paladinzuelo enmascarado;
    y como siempre hay ruines
y pobres mentecatos,
y envidiosos de gracia,  115
pues no hay tuerto que guste de ojos claros,
    se te ofrecen padrinos
y con ellos al lado,
pues para empresas tales
hacen liga los necios y los malos.  120
    Andaba tras de Huerta
con un testillo armado
de cierto viejo Zoilo
como con un cañón de a veinte y cuatro;
    hallóle pues durmiendo,  125
pues nunca le han quitado
el sueño Satireros,
ni el continuo ladrar de canes tantos;
    adviértelo Cosmillo,
y el lance aprovechado,  130
le embiste, pero el ruido
le despertó en el hecho del asalto;
    volvió Huerta la cara,
y a nadie divisando,
pues es nadie tal gente,  135
sólo vio la Alimaña que he pintado;
    y por no incomodarse,
alzándose a pisarlo,
arrancando una flema,
le abismó en el diluvio de un gargajo.  140
    Huyeron los padrinos,
temiendo igual estrago,
al ver que no son menos
ominosas sus flemas que sus flatos.
    Éste el fin triste ha sido  145
del Héroe Vascongado;
lamenten su tragedia
Hispano-Celtas, Rútulos y Galos.




ArribaAbajoCantar contra Cosme Damián


ArribaAbajo   La Memoria de Cosmillo
es cosa particular;
que una mentira la empieza,
la acaba una necedad.