Mauriac en La mesa redonda

Ricardo Gullón

François Mauriac, reciente premio Nobel de Literatura, es el inspirador y uno de los miembros del Consejo directivo de La table ronde.

Sus compañeros de equipo dedicaron a festejarle uno de los últimos fascículos (el 61) de la revista.

Viejos amigos, compañeros de ayer y de hoy, participan en este homenaje, en el que toma parte, desde lo pasado, la sombra de André Gide, por la incorporación al número de dieciocho cartas, escalonadas entre abril de 1912, fecha inicial de la amistad entre ambos escritores, y diciembre de 1950, vísperas de la muerte de Gide: «un gran enemigo común nos aproxima -escribía éste-: se llama mentira o fraude, duplicidad, mala fe... Y ¡cuán cerca de usted me siento cuando se trata de combatirlo!».

Lo más interesante de este número quizá sea la veintena de páginas escritas por Claude Mauriac, hijo del festejado. Tales páginas están integradas por diversos extractos del Diario llevado por Claude y en ellos hallamos imágenes varias del Mauriac íntimo y familiar, del Mauriac leyendo y discutiendo con sus hijos y sus hermanos el desenlace de una comedia, asistiendo a un espectáculo, oyendo tal conferencia de Francis Jammes, discurriendo sobre Dios y la fe... La prosa jugosa de Claude Mauriac refleja con atrayente sencillez el perfil cambiante y animado del hombre, del escritor y del padre.