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María de la Concepción Gimeno de Flaquer1 y la creación de la identidad femenina en la España de finales del siglo XIX

Marina Bianchi






Premisa

María de la Concepción Gimeno de Flaquer escribe novelas, ensayos y artículos, en los que da muestra de su compromiso en la defensa de los derechos femeninos y en el análisis de la situación social de las mujeres a finales del siglo XIX.

A pesar de los esfuerzos para la emancipación del llamado «sexo débil», estamos hablando de una escritora y periodista muy poco estudiada, sobre la que solo existen raros artículos y superficiales referencias a la producción literaria. Es decir, todavía falta un estudio completo, que surja de un análisis de los textos y que aclare cómo y hasta qué punto Gimeno contribuyó en la mejora de la situación femenina. No hay, además, bibliografías completas que incluyan los títulos de los innumerables artículos de Concepción. Han aparecido biografías de la escritora en la prensa de su época2, y unas cuantas más recientes en volúmenes no monográficos3, pero en ambos casos se trata de datos incompletos, muchas veces erróneos4. Después de las primeras ediciones, hoy en día difíciles de encontrar, solo se han vuelto a publicar un fragmento del ensayo La mujer española5 y once6 de los muchísimos artículos de Gimeno. Los estudios de Maryellen Bieder7, Carmen Ramos Escandón8, Solange Hibbs-Lissorgues9 y Diego Chozas Ruiz-Belloso10 aportan informaciones interesantes, pero se centran en aspectos específicos, o en el análisis de un número limitado de textos.

Falta entonces un análisis global y unitario de la producción de la escritora, que incluya los ensayos y conferencias que dieron fama a la autora, así como las novelas y los artículos, nunca reimpresos. Solo considerando los textos de Concepción como diferentes etapas de un mismo camino se puede entender realmente la teoría feminista de una mujer que consideraba fundamental el papel social de su sexo, tanto en la lucha por los derechos femeninos como en la construcción de la identidad nacional y de la cultura local y universal.




1. Bio-bibliografía11

María de la Concepción Pilar Loreto Laura Rufina Gimeno y Gil, este es el verdadero nombre de la escritora, decide cambiar la «g» del primer apellido por una «j», y sustituir el apellido de la madre con el del marido, eliminando además algunos de los nombres. Se da entonces a conocer como Concepción Jimeno de Flaquer12.

Gimeno nace en Alcañiz, en la provincia de Teruel, el 11 de diciembre de 185013. Estudia en Zaragoza, publicando su primer artículo «A los impugnadores del bello sexo» en 1869, en la revista El trovador del Ebro. Con veinte años se va a Madrid, donde logra acceder a los círculos literarios y empieza a colaborar con El Argos. En la tertulia de De la Torre14, conoce a Carolina Coronado y a Juan Valera, colaborando con este en la redacción de la revista La mujer en 1871. En 1972 funda en Barcelona La ilustración de la mujer15, cuyo propósito declarado es la defensa de su sexo: los artículos remarcan constantemente la necesidad de una educación femenina que iguale la masculina. El papel central de la cultura en las páginas de la revista es evidente en la inclusión de novelas por entregas, poemas y referencias literarias, que conviven con el tema típicamente femenino: la moda.

Al mismo tiempo Concepción se dedica a escribir ensayos y novelas: en 1873 publica Victorina o heroísmo del corazón16, al que siguen El doctor alemán17 en 1880, La mujer española18 en 1877, y La mujer juzgada por una mujer19 en 1882, colaborando además con El correo de la moda en los años de la estancia en Cataluña y luego hasta 1886.

En 1879 se casa con el periodista Francisco de Paula Flaquer y Fraise, director de la revista cubana La aurora y de El álbum ibero-americano de Madrid. Tras diversas estancias en Francia y Portugal, en 1883 el matrimonio se muda a México, donde Gimeno funda y dirige El álbum de la mujer20. A través de la revista, innovadora en el contexto mexicano de la época, la escritora da a conocer en el país los nombres de muchos autores españoles y sus obras21.

Tras siete años de estancia en México22, la periodista vuelve a Madrid y se hace cargo de la dirección de El álbum ibero-americano, confiriéndole un carácter muy parecido al de El álbum de la mujer. Gimeno sigue promocionando el intercambio cultural entre el viejo continente y el nuevo: ahora difunde en España las costumbres, la literatura y la historia mexicanas, conocidas y estudiadas en los años anteriores. Diversamente de lo que la crítica ha estado creyendo hasta ahora23, Concepción no figurará como directora hasta el final de la publicación: su nombre aparecerá en la portada bajo esta definición solo desde 1890 hasta 1892. A partir de enero del año siguiente la frase «Directora: Concepción Gimeno de Flaquer» desaparece, y desde del número del 22 de junio de 1900 hasta el final de la edición leemos: «Director: Francisco de Paula Flaquer».

El mismo año de la vuelta a España se publica Mujeres. Vidas paralelas24, una recolección de artículos ya aparecidos en las revistas y reunidos aquí en un ensayo. Concepción organiza además tertulias literarias, a las que asiste Juan Valera25 otra vez. Este le ofrece la posibilidad de dar un ciclo de conferencias en el Ateneo Científico y Literario de Madrid, entre 1890 y 190326. Las sesiones se componen de los siguientes títulos: Las culturas indígenas mexicanas, conferencia leída el 6 de mayo de 1890; Civilización de los antiguos pueblos mexicanos. Disertación histórica leída por su autora en el Ateneo de Madrid en la noche del 17 de junio de 189027; Mujeres de la revolución francesa28 en 189129; Ventajas de instruir a la mujer y sus aptitudes para instruirse. Disertación en el Ateneo de Madrid en la noche del 6 de mayo de 189530 y El problema feminista. Conferencia pronunciada en el Ateneo de Madrid31, en 1903. El año siguiente la autora se declara favorable al divorcio, contestando a una encuesta de Carmen de Burgos para el Diario Universal32.

Simón Palmer cita además una conferencia de 1905, La influencia y acción social de la mujer33. Gimeno seguirá hablando frente al público de los problemas de las mujeres y de su papel en la sociedad y en la historia, tanto en España como en el extranjero34: en 1906 lee La mujer italiana en el arte y en la historia, en la Associazione della Stampa de Roma, a la que siguen dos conferencias en la Unión Ibero-Americana de Madrid, Civilización mexicana en la época precolombina y La mujer antigua y la mujer de espíritu moderno, y una en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, La mujer y el arte. La última intervención es de 1908, en la Sociedad Española de Higiene de Madrid: Iniciativas de la mujer en higiene moral social35. Mientras tanto, en 1906, se le otorga a Concepción el cargo de Presidenta de la Unión Ibero-Americana.

En 1909 se publica la novela corta Una Eva moderna36, última obra de la autora. Dos años después Gimeno se va a Buenos Aires para un ciclo de conferencias. Tras un viaje por América Latina en 191737, Concepción muere en Madrid, probablemente en 1919.




2. La escritura de Gimeno de Flaquer: el contexto y los antecedentes

Concepción se mueve en un contexto histórico en el que se observan cambios notables, de los que muchos atañen la esfera femenina y el papel social de la mujer. A menudo se ha hablado de la modernización con referencia a los años del reinado de Isabel II (1843-1868), pero no es así, por el conservadurismo y las tradiciones monárquicas aún vigentes. El verdadero cambio, ya acontecido en otros países occidentales expuestos al liberalismo capitalista, se dará en España solo desde 186838. La transición del Antiguo Régimen a un estado capitalista conlleva inevitablemente una renovación artística y literaria; los cánones de la llamada «Alta Cultura», que afectan y limitan los textos de los años del gobierno de Isabel II e imponen una escritura moralizante en el respeto de los dogmas religiosos, pierden su valor como consecuencia de la Revolución Gloriosa: empieza entonces una laicización del arte. El mercado editorial encuentra nuevos clientes en el público urbano, debido a las campañas de alfabetización; la libertad creciente en la escritura coincide con una difusión cada día mayor de libros y revistas. La escritura femenina, antes legitimada solo si tenía fines didácticos, ahora puede emprender nuevo caminos.

La modernización conlleva un parcial reconocimiento de la educación de las mujeres, sobre todo con referencia a las madres y las maestras burguesas. A esto se añade la acción de la Iglesia Católica que intenta acercarse al público femenino, en busca de una recuperación del poder perdido en los últimos años. El acceso a la escritura y el contacto con el exterior, facilitado por la religión, ofrecen la posibilidad de creación y difusión de una nueva conciencia femenina. Muchas mujeres empiezan a escribir y algunas encuentran un trabajo estable en el ámbito literario y de la prensa. Las periodistas logran superar los valores tradicionales de las escritoras de la temporada anterior y llevan la cuestión femenina al centro de un debate teórico de máxima actualidad.

Gimeno encuentra su espacio en este contexto. Si bien retoma elementos de las décadas anteriores, como la tendencia a presentar ejemplos de madres y mujeres célebres del pasado, Concepción difunde una mentalidad nueva, que afirma la fundamental creación de una conciencia femenina. Las obras de Gimeno ofrecen un recorrido a través de los temas más variados; la autora encuentra ideas para reflexionar sobre la cuestión femenina en cada uno de ellos.

En muchos textos se aprecia la influencia de Concepción Arenal y, de manera menos evidente, la de Emilia Pardo Bazán39, con la que, además, mantiene una relación epistolar40. Como ellas denuncia las limitaciones impuestas a las mujeres en ámbito artístico y literario. Comparte con Arenal las preocupaciones por la educación femenina, la importancia de la posibilidad de una profesión y el hecho de creer en una lucha pacifista, basada en la natural predisposición de las mujeres a lo bueno. Como Pardo Bazán41 Gimeno es un ejemplo para su público, encarnando el ideal de señora ilustrada que se promociona en sus textos. Como ella escribe novelas, ensayos y artículos, funda revistas y da conferencias. Como Emilia, se gana el apoyo de los lectores y logra entrar en los círculos literarios. Y finalmente se le otorga, como a aquella, el derecho de hablar frente a los oyentes, mujeres y hombres, en el Ateneo de Madrid, privilegio concedido hasta aquel entonces solo a estas dos escritoras.

Con referencia a las tendencias estéticas, las obras de Concepción, sobre todo las novelas en las que nunca falta la historia de amor, reciben los influjos románticos de la temporada anterior. Pero la influencia más fuerte es la del realismo de Balzac o Galdós y del costumbrismo de Fernán Caballero. Lo explica la misma autora en el ensayo Mujeres: vidas paralelas:

Los escritores que en nuestros días pretenden hacer del realismo una doctrina, un grito de combate o un sistema, no han creado este género literario, lo que han hecho ha sido desnaturalizarlo al abusar de él [...].

El género realista no es tampoco el pesimismo, como algunos han supuesto muy erróneamente. [...]

El artista y el poeta se han de inspirar siempre en la verdad sin copiarla servilmente, pues, como no todo es admirable en ella, solo debe sacarse a la superficie lo digno de ser admirado. Enlácese el realismo con una razonada idealidad, y resultará un feliz consorcio. [...]

La necesidad de dar vuelo a la imaginación creó la escuela romántica; mas el romanticismo, libre de trabas, extraviose por no comprender que nada vale una idea original, atrevida y grandiosa, mientras no sea sensata. [...]

Otro de los defectos de la escuela romántica es el no hablar sus personajes el lenguaje llano que se usa en la vida real42.



A continuación Gimeno elogia además a María de Zayas y Sotomayor. Concepción admira a la escritora del Siglo de Oro por su capacidad de dar vida a personajes tan reales que parecen vivos, con desenvoltura, ingenuidad, sencillez y amor a la verdad, defendiendo con valor a sus contemporáneas. De ella, a pesar de la distancia temporal, hereda la simplicidad del lenguaje, el propósito moralizante, la sinceridad de las protagonistas en su denuncia de la misoginia y del machismo de los que son víctimas, la creación de heroínas que se independizan y luchan por sus derechos sin perder su feminidad, y la conciencia de los personajes femeninos a la hora de tomar decisiones y aguantar las consecuencias. De la misma manera, la periodista reconoce el mérito de Fernán Caballero, porque a ella se debe la regeneración de la novela española, devolviéndole la verdad, la simplicidad y la moralidad en sus descripciones costumbristas, que dibujan tipos populares y en general el carácter del pueblo español. Pero le reprocha su mirada nostálgica hacia el pasado y su rechazo del presente, que le quitan actualidad a sus obras. Procede de Cecilia la propensión a la realidad y las escenas de la vida diaria, en las que los personajes se dejan guiar por sus ideas y su forma de ser.




3. Los artículos de Concepción para educar a las mujeres43

La prensa de finales del siglo XIX y principios del siguiente se vuelve el medio privilegiado para la denuncia de la situación femenina: en una sociedad que todavía cree en el «ángel del hogar», las mujeres intentan contar y definir su nuevo papel social. Da ahí la masiva presencia de nombres femeninos en los ambientes literarios y periodísticos, en los que tanto las escritoras como las lectoras reconocen en el texto la expresión de su sensibilidad y la necesidad de una transformación del concepto de «género»44. Se crea pues una red de intercambios entre las periodistas que colaboran a veces con los hombres, publicando artículos de ellos o escribiendo textos para las revistas hechas por y para los hombres. En las ediciones femeninas se nota una doble tendencia, hacia el deseo de emancipación por un lado y hacia la aceptación de los valores reconocidos por la sociedad misógina de finales del siglo XIX por otro. Pero la prensa no deja de representar un contacto con el exterior, una salida para el «ángel del hogar», una posibilidad de comunicación entre el ámbito privado y el público. Las revistas para las mujeres juntan la frivolidad del tema de la moda con el intento de instruir al público y proporcionarle los instrumentos necesarios a la comprensión de la injusticia social de la que son víctimas. Por eso hay textos que describen las novedades en prendas de vestir, junto a artículos literarios, de divulgación científica, de defensa del derecho femenino a la educación, de denuncia social en los entornos familiares, sociales y profesionales45.

Estos son los presupuestos de los que manan las revistas de Concepción, quien se distingue por el evidente carácter didáctico y la predisposición al justo medio, condenando y criticando cualquier extremismo o radicalismo que por su poder destructivo se oponen a toda posibilidad de evolución. En la totalidad de sus ediciones abundan las descripciones y biografías de mujeres ilustres, ejemplares, cuyos retratos acompañan a menudo los textos46. No faltan los artículos firmados por hombres cuya opinión sobre la cuestión femenina es marcadamente distinta a la de Gimeno. La inclusión de dichos textos se debe al propósito didáctico: es deseo primario de la escritora que sus lectoras consigan un pleno entendimiento de la realidad social en las que viven, porque solo una perspectiva global y consciente puede generar un anhelo sincero de progreso.

En sus revistas Concepción se encarga principalmente de los artículos de opinión y de información, dejándoles casi siempre a sus compañeros y compañeras la creación de poemas, cuentos o novelas por entrega. Los textos de Gimeno dan muestra de su preparación en cualquier ámbito, encarnando ella misma el ideal de señora ilustrada que quiere difundir. Para los temas tratados, sus artículos se podrían dividir en ocho grupos.

El primer conjunto incluye las numerosas anotaciones e ideas personales sobre las costumbres, las virtudes y defectos humanos, los acontecimientos y la crónica que involucran la aristocracia, los eventos culturales, teatrales, musicales, artísticos y literarios, los últimos descubrimientos científicos, la historia y la geografía. Muy pocas veces leemos aquí noticias políticas, excepto las que afectan directamente a las mujeres. La sección «Crónica policroma»47 de los primeros números de El álbum ibero-americano, que reaparecerá tras años de ausencia bajo el título de «Crónica»48, aporta varios ejemplos de este tipo: Concepción, sustituida a veces por el marido, cuenta y comenta acontecimientos de todo tipo. De la misma manera, «Madrid aristocrático»49 y «Madrid elegante»50 informan de las fiestas, reuniones, noviazgos y bodas de la aristocracia de la capital.

Los artículos que describen los viajes de la autora se podrían reunir en un segundo grupo, que forma casi un diario de viajes. Es el caso de las tres cartas de Gimeno al hermano, tituladas «Un verano en Portugal» y publicadas en los números 14, 16 y 23 de El mundo ilustrado, cuyo propósito es el siguiente: «Al pisar por vez primera un país extranjero, quiero reunir mis impresiones y transmitírtelas por medio de la palabra escrita. [...] El lápiz de touriste no dibuja más que esbozos»51. Los tres textos se componen de descripciones poéticas de los lugares visitados, datos históricos y geográficos, reflexiones sobre las costumbres y la forma de ser de los portugueses, referencias a la actividad del embajador de España en el cercano país, la lengua, la literatura y la cultura lusitana. Debido a la estancia en México, no faltan en el diario de viajes los artículos sobre este país de Hispanoamérica, como «El bosque de Chapultepec»52, «El quetzal»53 o «Cultura de la mujer mexicana»54.

Las descripciones de lugares lejanos ayudan a educar a las lectoras, que conocen a través de las palabras de Concepción lo que no pueden aprender de la observación directa. La formación, la instrucción y el conocimiento de las mujeres constituyen el tema principal del tercer tipo de artículos. Me refiero a los textos que remarcan la igualdad intelectual de los dos sexos y defienden el derecho femenino al trabajo y a la independencia económica, evitando que las parejas se casen sin amor por el dinero:

En otras naciones las mujeres desempeñan cargos distintos, que les permiten bastarse a sí mismas sin el apoyo del hombre.

La mujer española, especialmente en la clase media, se ve obligada a unirse eternamente a un hombre que no ama, por temor al mísero porvenir que le ofrece el celibato55.



La nueva mujer ilustrada tiene la ventaja de ser «más altiva, más digna, porque tiene conciencia de su personalidad»56. Su cultura le permite salir de la tradicional pasividad: la Eva moderna, dotada de principios morales y deseosa de tener su dignidad y su papel social activo, puede contribuir al progreso nacional y universal. Para que esto se haga realidad, hace falta convencer a los hombres de la importancia de la educación femenina. Gimeno escribe entonces artículos como «Mujer estudiosa»57, en los que pone a sus adversarios en la condición de no poder negar lo evidente:

El estudio es necesario al alma de la mujer como el aseo a su cuerpo.

El estudio es el agua lustral que purifica su espíritu. [...]

¿Teméis que la mujer se envanezca al verse ilustrada [...]? Hay un remedio para evitar este mal: generalizar la instrucción. El día en que todas las mujeres sean ilustradas, ninguna hará estúpido alarde de su ilustración [...].

[...] la prosperidad y la fuerza creciente de las naciones más avanzadas, se deben a la superioridad intelectual de las mujeres. [...]

Por regla general son los estúpidos los partidarios de la ignorancia de la mujer, pues por poco que discurran han calculado perfectamente que el día en que la mujer se ilustre, habrá dejado de ser frívola y no podrá sufrir las sandeces de los que se colocan constantemente ante ella con el incensario en la mano. [...]

No, mil veces no: la mujer no ha recibido un alma para tenerla dormida, una inteligencia para no hacer uso de ella, y una voluntad para doblegarla inconscientemente. [...]

La mujer ha de ser [...] la madre de sus hijos, y para ser buena madre y cumplir su augusta misión, necesita ser ilustrada. Una mujer ignorante no podrá dar a su hijo más que la vida material, y lo tendrá que abandonar enseguida a unas manos mercenarias. [...]

La pasión por el estudio, que es una de las más nobles, extingue en nuestra alma mezquinas pasiones, rasga densas brumas, y cual rayo de luz, penetra en los más encapotados horizontes, inundándolos de suaves resplandores58.



Si la nueva mujer ha progresado hasta conquistar su papel activo en la sociedad, la situación del hombre se ha ido deteriorando con el tiempo:

El hombre contemporáneo ha conocido la influencia de la mujer y quiere condenarla a la nada, a perpetua inferioridad, por temor de que la mujer le sobrepuje, por temor de que esta le dispute el cetro. No os disputamos el cetro; pero advertid que si no lo empuñáis bien, nos veremos obligadas a tomarlo para que no se os caiga de las manos.

El hombre de hoy ha perdido toda la virilidad, todo el vigor que debía distinguirle; el hombre de la era presente es tan afeminado que más se parece a las mujeres de nuestros días que a los hombres de otra edad.

[...] la toilette de los hombres de hoy exige más detalles que la de una elegante dama. [...]

La raza masculina ha degenerado notablemente: los hombres de otros tiempos soportaban los rigores atmosféricos; los hombres de hoy necesitan abanico y sombrilla [...]

La degeneración de la raza masculina no es solamente física, también es moral. [...] ellos tienen nuestras aficiones, nuestros gustos y hasta nuestras pequeñas pasiones: en ellos brilla la vanidad y la envidia, pasiones femeninas, y para que no les falte nada son murmuradores y curiosos. Tienen todas las frivolidades: han perdido sus cualidades y han añadido a sus defectos los nuestros sin poseer las virtudes que nos caracterizan.

[...] mientras el hombre va perdiendo cualidades, la mujer las centuplica [...]59.



El hombre afeminado, preocupado por su aspecto exterior, es culpable de la creación y difusión de la arraigada creencia según la cual la hermosura es la única virtud femenina. Del análisis de este problema se encarga Concepción en el siguiente conjunto de textos, en el que intenta deconstruiresta convicción misógina, que se ha visto respaldada por el afán femenino por el excesivo cuidado de la imagen. La escritora muestra su contrariedad a la mentalidad de las que solo se preocupan por la ropa y las decoraciones, olvidándose de la belleza interior que se alimenta del estudio y del conocimiento. La moda «subyuga principalmente [a la mujer], a esta impone tiránicas leyes que la esclavizan física y moralmente»60. Por eso «[e]s triste que rindáis un culto idólatra a quien tan poco vale, a quien no la merece; es doloroso que, arrastradas por su impetuosa corriente, abandonéis lo más para entregaros a lo menos»61. Las que se dejan guiar por la diosa Moda se hacen responsables del juicio masculino negativo, que por equivocarse unas pocas, afecta a todo el sexo femenino. Pero el verdadero culpable es el hombre, que «ha preferido la frívola a la docta»62, por su superficialidad o por miedo o debilidad ante el atractivo femenino. Contra esta teoría, la periodista ensalza las cualidades de la mujer fea:

Si los hombres no fueran tan aturdidos, y se detuviesen a estudiar las cualidades de la fea, no la pospondrían a la bonita.

[...] la fea, convencida de no atraer por su rostro, intenta cautivar por su inteligencia. [...]

La fea encuentra tiempo para todo, porque como los teatros, paseos y soirées son palenques de la hermosura, no acude a ellos.

[...] la fea es atenta, fina, cortés; y sobre todo, muy agradecida.

[...] La fea es tan constante en sus afectos como voluble suele ser la hermosa63.



La mujer es tierna, atenta, fina e inteligente. Estas son sus virtudes, las mismas que debería usar en la lucha por sus derechos. Hay entonces un grupo de textos que critican el feminismo radical de las que se imponen con la violencia y la propaganda política, originando desórdenes, organizando huelgas, es decir, apropiándose del poder destructivo típicamente masculino. Solo la sensibilidad, el conocimiento, la razón y la astucia son armas adecuadas a ese fin: «Se hace muy necesaria una revolución en el mundo de las ideas; mas no creáis que intentamos hacerla tras las barricadas o encendiendo la tea de la discordia: nuestra misión es misión de paz y amor»64. No faltan las provocaciones a los hombres que no están cuando se necesita su ayuda concreta y que usan la fuerza para conseguir lo que buscan. Las mujeres son diferentes y en la diferencia radica la llave del éxito: «la fórmula de nuestro programa es la de los feministas prudentes: Igualdad en la diferencia. Las feministas sensatas no quieren masculinizarse; ellas saben que la coquetería y la gracia han de vencer al Sansón de todos los tiempos»65.

En la diversidad entre los dos sexos se centra otro grupo de artículos, en los que se afirma la superioridad moral de la mujer, capaz de encontrar el justo medio en cada situación y de guardar una conducta impecable en todo momento: «¡Cuántas veces rechaza un amor que la haría venturosa, porque el deber se lo manda rehusar, porque su digna severidad le ordena tener en más que la vida el deber! [...] ¿Puede encontrarse hipocresía más noble y generosa?»66. Los hombres son malos, mezquinos, instintivos, características que el universo femenino desconoce, ya que se distingue por la dignidad, la moral, la dulzura y la fuerza de voluntad. Concepción expresa su contrariedad a las que actúan con frivolidad o superficialidad, dejándose llevar por los sentimientos y la irracionalidad, y aconseja a sus lectoras para que aprendan a discernir lo útil y bueno. Esto les será imprescindible a la hora de educar a los hijos, porque la madre es «el eslabón primero de esa interminable cadena, llamada sociedad», «la grande influencia del Universo, porque sobre sus rodillas se forma la sociedad», «la gran palanca social» y por consiguiente «[e]l porvenir de las naciones está en las manos de la madre»67.

Como prueba de los valores, las capacidades y el papel imprescindible de la mujer, Gimeno redacta artículos que proporcionan ejemplos de mujeres célebres, admirables por su cultura, conducta moral y valor, como vemos en «Heroínas catalanas»:

[...] el nombre de doña Rosa Colominas Martínez de Fraise, hermosa señora, blanca, delicada y rubia como una Ofelia.

[...] pasaba con ánimo resuelto por lagos de sangre, tropezaba con miembros del cuerpo humano, respiraba atmósferas fétidas [...]. Dicha señora no solo brilló por el valor, sino por la fidelidad conyugal y otras virtudes: fue premiada con el grado de alférez y recibió toda su vida la paga perteneciente a ese grado.

[...] no solo [...] las que tomaron activa parte en la defensa de la patria, Catalanas de otras provincias prestaron grandes servicios, ya llevando de un lado a otro municiones de guerra y boca, ya convirtiéndose en soldados68.



Se trata de textos que elogian a personajes históricos, reinas, aristocráticas, ilustradas, intelectuales, artistas, escritoras, protagonistas de obras literarias y mujeres religiosas. La religión es relevante por el papel que se les atribuye a los personajes femeninos en las Sagradas Escrituras: la Virgen, las que anunciaron la resurrección, las mártires, y en general todas las que no abandonan nunca a Jesús o a Dios, al revés de los hombres: «No tuvo Jesucristo en el sexo femenino un Judas traidor, un Pedro que le negase y un Pilatos que le condenara. Mientras todos sus discípulos le abandonan, [...] la mujer, acusada de voluble, frívola y libertina, sigue a Jesús por todas partes»69.

Siendo las mujeres superiores moralmente, tienen la capacidad de influir positivamente en las vidas y acciones masculinas. El poeta necesita a su musa, como el hombre débil necesita a la amada que le dé el valor para luchar:

Al amor a la gloria, despertado por el amor a una mujer, debemos grandes inventos [...]

Los hombres más humildes han combatido valerosamente por ofrecer a su dama un nombre glorioso. [...]

El amor o la amistad de una mujer es la gota de esencia que derrama un genio protector en el amargo cáliz del poeta. El afecto de una mujer es para ese canoro ruiseñor la única rama que le sostiene en el árbol de la vida70.



De la misma manera Beatriz inspira a Dante Alighieri, le proporciona la fuerza, le anima y le guía en el artículo «La mujer en la Divina comedia»:

La Beatriz dantesca es mujer en la Vita nuova, símbolo en la Divina comedia [...]. Confíale Dante la más alta misión; hácela protectora, inspiradora. La alegoría dantesca, encarnando en Beatriz la más elevada de las ciencias, paréceme profecía de la asociación de la mujer a la vida intelectual [...].

Gracias a Beatriz, encuentra Dante a Virgilio. ¡Hermoso concepto de la mujer guiando al hombre hacia la poesía, hacia el ideal!

[...] Beatriz préstale fuerzas para continuar el penoso viaje, para buscar la llama purificadora que conduce a la perfección. Por voluntad de Beatriz transfórmase el poeta [...]71.



Los textos de Concepción describen pues el universo adverso en el que se mueven las mujeres y en el que muchos nombres femeninos han logrado imponerse, a pesar de todo. La autora espera que esto les sirva a las lectoras y les anime a emprender una defensa de sus derechos.

Convencida de la importancia del conocimiento, sin el que no puede haber desarrollo social, Gimeno utilizala prensa para difundir sus ideas y su cultura, supliendo las carencias de formación de su público.




4. El papel de las mujeres en los ensayos y las conferencias

Los ensayos pueden ser trabajos para la publicación, recopilaciones de textos para la prensa o transcripciones de las ponencias leídas frente al público, pero en todo caso dan muestra de la preparación de Concepción en los ámbitos filosófico, social, jurídico, literario, artístico, histórico y cultural. Las referencias a la literatura, la pintura, la música, las ciencias, ya presentes en los artículos, se insertan en obras que a menudo parecen verdaderos ensayos sociológicos o filosóficos72. Gimeno observa atentamente la sociedad de su tiempo y la describe analizando las razones culturales, históricas y políticas de las injusticias hacia las mujeres. La peor consecuencia de «las preocupaciones ridículas y el oscurantismo de los hombres»73 es que el sexo masculino no reconozca las facultades intelectivas femeninas. Las lagunas en la educación y la consiguiente desigualdad social, que no se basan en criterios científicos, son el resultado de «la tiranía secular, la tradicional sujeción»74. Y en España estas ideas están aún más arraigadas que en cualquier otro país europeo: «[p]oca parte ha tomado nuestra nación hasta hoy en el movimiento feminista»75. El problema español se debe a la falta de una conciencia de grupo que conlleve la formulación de un programa feminista válido: «[s]orprende que no haya tomado parte España en ese movimiento. No existe entre nosotras ninguna agrupación que sostenga su bandera, ningún partido militante, programa oficial alguno»76. Las mujeres españolas no conocen el origen del problema, no tienen conciencia social, que se adquiere a través del estudio.

Concepción explica su punto de vista y sus ideas en los ensayos: La mujer española. Estudios acerca de su educación77 (1877), La mujer juzgada ante el hombre78 (1882), La mujer juzgada por una mujer79 (1882), Ventajas de instruir a la mujer y sus aptitudes para instruirse80 (1895), En el salón y el tocador. Vida social. Cortesía. Arte de ser agradable81 (1899), Evangelios de la mujer82 (1900), El problema feminista83 (1901) e Iniciativas de la mujer en higiene moral social84 (1908). Estos volúmenes reúnen la teoría feminista de la autora, pero también incluyen retratos de mujeres ejemplares, que se multiplican y pasan a ser el tema central en los demás ensayos: Madres de hombres célebres85 (1884), Civilización de los antiguo pueblos mexicanos86 (1890), Mujeres de la revolución francesa (1891), Mujeres. Vidas paralelas87 (1893), La mujer intelectual88 (1901),Mujeres de raza latina89 (1904), La Virgen Madre y sus advocaciones90 (1907) y Mujeres de regia estirpe91 (1907). Encontramos en este segundo grupo las descripciones y las biografías de mujeres que dieron prueba de su inteligencia, su fuerza moral y su importancia social en toda época.

En las páginas de La mujer española. Estudios acerca de su educación, Gimeno intenta «demostrar la influencia de la mujer en la cultura de los pueblos y su fuerza moral sobre estos»92, para que la mujer española entienda «lo que es y lo que puede ser»93. El último capítulo de la obra se centra en la situación de la escritora en España y en los problemas que su profesión le provoca: las bromas y la incomprensión deliberada de sus textos, sus acciones y sus palabras, las acusaciones de los hombres que le reprochan el abandono de la familia para dedicarse a escribir y temen la perversión que el estudio y la lectura pueden causar, las dudas y sospechas acerca de la autoría de las obras femeninas, que si son buenas pasan por ser el trabajo de algún familiar de sexo masculino. El epílogo aporta una esperanza para el futuro: «Ojalá contribuyan muchas mujeres con sus facultades morales a dignificar el sexo»94. Para animar a las lectoras, Concepción añade un catálogo de escritoras y artistas, entre los primeros aparecidos en el panorama literario mundial, al que siguen opiniones de hombres eminentes en favor de la mujer.

Gimeno está convencida de que la creación de la identidad universal depende de la situación femenina95: las madres y las esposas contribuyen en la creación de la raza, la lengua, la cultura, las costumbres, la comida y por eso en la definición del carácter de una población, directamente o a través de la influencia que ejercen en los hijos y maridos. Esta es la idea principal de Madres de hombres célebres. Y si las mujeres de distintos lugares comparten elementos de su forma de ser, a pesar de la lejanía, entonces las culturas de esos sitios también se parecen en algo: en Mujeres de raza latina, Concepción habla por primera vez de una posible especificidad del feminismo hispánico frente al británico. El ensayo describe a españolas, portuguesas, latinoamericanas, italianas, francesas, rumanas y filipinas que comparten el origen románico del idioma y la presencia de la hispanidad en su cultura.

Sin embargo, la importancia social del papel femenino no se limita a la creación de la identidad nacional y universal: depende además de las acciones de las mujeres que facilitan el progreso de la población mundial. Iniciativas de la mujer en higiene moral social se abre con una imagen muy positiva del sexo femenino que en Europa contribuye activamente al bien de la especie humana y al desarrollo social:

Obra de amor [...] es la que realiza la mujer moderna con sus provechosas iniciativas en higiene moral social. [...]

La mujer moderna, sacerdotisa de ideas redentoras, apóstol regenerador, créase una misión ilimitada e infinita. Ejércela estableciendo instituciones clementes en pro de la humanidad, instituciones que, moralizando al individuo, empujan a los pueblos hacia la perfectibilidad, dando poderoso aliento a grandes empresas, colaborando con los pensadores para el engrandecimiento de la sociedad.



Un poco diferente de los demás ensayos es Civilización de los antiguos pueblos mexicanos. La disertación, presentada en el Ateneo de Madrid el 17 de junio de 1890 y dedicada al general Porfirio Díaz, en aquel entonces presidente de la República de México, delinea el carácter de la civilización azteca, en la que las mujeres gozaban de la libertad y los derechos que la cultura clásica había ido quitándoles a las europeas. En «Imperial Eyes, Gender Views: Concepción Jimeno Re-writes the Aztecs at the End of the Nineteenth Century»96, Carmen Ramos Escandón analiza la ideología feminista del ensayo, en la que la autora enfatiza mucho la fuerza de voluntad de las mujeres aztecas, a las que atribuye características europeas. En Civilización de los antiguo pueblos mexicanos se nota el afán de Concepción por establecer una relación entre España y América Latina, que toma forma en la descripción de Malintzin, la inteligente y capaz intérprete de Hernán Cortés, que se convierte a la religión cristiana y espera que su población haga lo mismo, convencida de las ventajas del acercamiento a la cultura occidental. La escritora observa la población desde una perspectiva privilegiada: es al mismo tiempo la dominadora española en una colonia y la dominada mujer, víctima de una injusticia social. Conociendo ambas condiciones, Gimeno describe a los aztecas de una manera distinta a la habitual: contra la visión imperialista dominante, por primera vez una europea elogia el alto nivel de civilización azteca. Y lo hace en un texto en el que la historia de la conquista se vuelve novela de amor y poder, en la que la heroína, fuerte, independiente e inteligente, conquista el corazón de Cortés. La realidad aparece distorsionada a veces, pero el ensayo proporciona informaciones fiables sobre la organización social en la población precolombina.

La conferencia sobre la civilización mexicana, como todas las de la escritora, tiene éxito, no solo por la innovación de los contenidos, sino por ser Concepción una mujer «de talento, de erudición, de dominio del idioma, y de savoir faire en materia de lectura»97.




5. La «mujer moderna» en las novelas

Las mujeres reales de los ensayos se vuelven heroínas fantásticas en las novelas conocidas de Gimeno: Victorina o heroísmo del corazón (1873), El doctor alemán (1880), Suplicio de una coqueta (1885)98 cuya cuarta edición se titula ¿Culpa o expiación? (1890), Maura (1888)99 y Una Eva moderna (1909). Tenemos noticia, además, de un título inédito: Sofía. Como recuerda Carmen Ramírez Gómez100, la edición de 1895 de Madres de hombres célebres señala la preparación de dos novelas: Maura y Sofía. Habría que añadir que el listado de obras publicadas que aparece en la última página de Iniciativas de la mujer en higiene moral social de 1908 también incluye el volumen Sofía, del que no nos han llegado más informaciones ni ediciones.

La intención didáctica que caracteriza los textos conocidos depende probablemente de la reticencia de los hombres hacia la autoría de una mujer y las obras que tienen un destinatario femenino101: La adhesión aparente a los valores tradicionales sería entonces una estratagema finalizada a la aceptación por parte de los círculos literarios y del público masculino. El propósito ejemplar no impide la presencia de heroínas cultas, inteligentes, libres e independientes, que no pierden su sensibilidad y feminidad, y que sorprenden por su fuerza de voluntad, autocontrol y lucidez a la hora de escoger entre los sentimientos y la razón.

En la primera novela Victorina o heroísmo del corazón, de evidente influencia romántica, la protagonista está casada con un hombre que no ama y que no le es fiel. Victorina siente una doble tensión entre su deber conyugal y el amor hacia un joven poeta, que a su vez tiene que escoger entre dos mujeres. La heroína tiene cierta educación, pero su nivel cultural es más bien bajo y por eso no le proporciona suficientes fuerzas para reaccionar como debería. A pesar de esto, Victorina no cede a la pasión y cuando el marido la abandona ingresa en un convento, donde la fe le da la seguridad que no tenía, librándola de la opresión de la situación familiar y salvándola de su debilidad. Los demás personajes femeninos la critican por su devoción a los valores tradicionales y por la importancia que atribuye a las apariencias, que no están justificadas por una elección consciente, ni finalizadas a una independencia real.

El doctor alemán sigue siendo una obra sentimental de origen romántico, en la que la naturaleza deja inalterada la bondad del ser humano y se contrapone a la corrupción de la ciudad y del progreso. El doctor, ateo y misógino, cree en la debilidad femenina. Herminio, su opositor, intenta convencerle de lo contrario, hasta que el protagonista se da cuenta de la broma: su interlocutor no es un hombre sino una mujer, Hersilia. El amor tendrá el poder de cambiar la mentalidad y la actitud del doctor, que aprenderá a ser un marido fiel de fe cristiana.

Suplicio de una coqueta (1885) es la novela que marca el pasaje de los excesos románticos a los conflictos interiores más realistas de las siguientes novelas102. El título cambia en ¿Culpa o expiación? en 1890. La autora explica las razones de la modificación en el «Post scriptum»103: «cuando dé a la luz la obra, le preguntaré al público; ¿qué fue el amor de Margarita, culpa o expiación? Y en vez de Suplicio de una coqueta, como se titulaba el libro, la pregunta dirigida al público, servirá de título»104. Margarita es la protagonista, la joven coqueta que llama la atención de los hombres y luego desilusiona a los que se enamoran de ella. Su comportamiento tiene consecuencias negativas, tanto que su primo Rafael se mata por celos. Se casa con el Embajador de Francia por intereses económicos y luego se enamora del Ministro de México, que no quiere renunciar a ella, a pesar de sus esfuerzos para no dejarse llevar por la pasión. Margarita, culta y capaz de autocontrol, rechaza al hombre, pero esto le provoca un sufrimiento que su cuerpo débil y enfermo no puede aguantar. La lejanía de su amor hace que la situación se agrave, hasta que la protagonista, aún muy joven, se muere. Gimeno le pide al público que juzgue: ¿el suplicio de un amor no satisfecho vale como expiación del pecado moral, o el coquetismo y el matrimonio de conveniencia no dejan de ser una culpa condenable? La agresividad y la insistencia del Ministro de México provoca la reacción y el rechazo de Margarita, que intenta resistir con todos sus medios: el diálogo, las mentiras, las justificaciones, las oraciones y las invocaciones a la ayuda divina. La protagonista sufre profundamente: la pasión masculina tiene ahora el mismo poder destructivo que tenía el coquetismo de Margarita en su juventud. La pregunta de Concepción tiene la respuesta implícita en su desarrollo y en su título original: es una provocación para los hombres que se esconden detrás de su incapacidad de resistir a la hermosura femenina, y que luego prefieren echarle la culpa al objeto de sus deseos.

Una Eva moderna (1909) cuenta la historia de Luisa, una mujer ilustrada, culta, que lee mucho y cree en la igualdad de los dos sexos y en el derecho femenino al voto. Está casada con un hombre que no ama por intereses familiares, y se enamora de Carlos, un hombre que comparte sus ideas y su defensa de la mujer. El feminismo radical aleja a Luisa de sus deberes de madre, pero al final la protagonista se da cuenta de la falta de validez de sus proyectos en el presente: la igualdad solo se logrará en el futuro. Su tarea actual es la de cuidar a su hija, educándola para que pueda, en el momento adecuado, luchar por su independencia.

Las cuatro novelas representan distintos momentos tópicos de la ideología feminista de Concepción. Victorina es débil por las lagunas en su formación: la única posibilidad de escape es la fe. Siendo buena y capaz de autocontrol como toda mujer, no cede a la tentación, pero necesita una fuerza superior que la ayude en su resistencia moral. La feminidad, la bondad y la dulzura adquieren poder solo si van acompañadas del conocimiento y la cultura necesarios: Hersilia logra entonces regenerar al doctor, convirtiéndolo en los ámbitos científico y religioso. Si en el intento de autoafirmación el sexo femenino se «masculiniza» y se apodera de la actitud de los hombres, como le pasa a Margarita, también se apropia de la destrucción que esto conlleva. La mujer no debe renunciar a su identidad, a lo que la distingue de la otra mitad de los seres humanos, a su diferencia: no puede olvidarse de sus cualidades y sus deberes, de las obligaciones que tiene como madre. Luisa, señora ilustrada cuya cultura alimenta su discernimiento, escoge al final la mejor de las opciones: utiliza su poder regenerador para educar a la hija, para que ella entienda cuál es el camino a seguir y pueda, a su vez, tomar la decisión adecuada a su misión femenina.




6. Conclusiones

La principal aportación de Gimeno a la lucha femenina consiste en su conocimiento de la situación social de las mujeres, que le permite señalar a las lectoras cuál es la vía, como Luisa se la indica a su hija. Concepción quiere que su público se informe, que conozca y aprenda a analizar las causas de la misoginia, para luego buscar una solución eficaz. Se trata de una tarea que las mujeres tienen que realizar juntas: «siempre estuvieron distantes el proletariado, la burguesía y la aristocracia: obra importante del feminismo es la unión de estas clases sociales, que fraternizando aportan valiosas fuerzas para la defensa de los intereses de la mujer»105. Por eso el desarrollo intelectual es fundamental para cualquier clase social. La concienciación facilitará la que Gimeno llama la «nueva acción social»106 y llevará a la superación de la desigualdad histórica entre los sexos.

La solución radica en el conocimiento, siempre y cuando la razón le acompañe: hay que escoger el justo medio, sin exagerar ni pretender cambios demasiado repentinos. El anarquismo y el feminismo radical no son medios adecuados a los fines y a la situación presente: la mujer consciente e instruida será capaz de luchar gradualmente para realizar sus propósitos en una sociedad más preparada y favorable a la evolución. Pero creo que detrás de estas convicciones hay algo más, una teoría más compleja107.

Concepción quiere deconstruir la imagen masculina del «ángel del hogar», y lo hace a través de la escritura. Pero sus personajes recaen a menudo en aquella misma representación. Si la cultura se define gracias a las madres, las mujeres han contribuido, de alguna manera, a la creación de esa visión misógina. La vuelta atrás, el apego a los valores tradicionales no son más que la aceptación del pasado, la concienciación acerca de los errores femeninos cometidos en la elaboración de la cultura universal. Reclamar la igualdad no sería entonces una mejora: ser como los hombres sería mantener el estado presente, que las mujeres ya han contribuido a construir con sus acciones pasadas. El progreso radica, al revés, en la definición de la diferencia entre los dos sexos: las mujeres, depositarias de las posibilidades futuras, buscan distinguirse de los hombres, resultado presente de la historia y la cultura de las épocas anteriores, para una evolución hacia nuevas posturas más favorables para ellas. La realización del cambio pasa obligatoriamente por el papel de las madres y esposas, que contribuyen, juntas y conscientes de las necesidades femeninas, al desarrollo universal y al progreso social, a través de la pacífica influencia en sus hijos y maridos. La lucha política genera conflictos inútiles: hay que entender que el feminismo «no es revolución, sino evolución»108.

Con referencia a esta teoría, Gimeno se declara «feminista moderada»109, y la crítica acerca de su obra remarca su posición no radical y su relación con la tradición110. Pero hay que recordar que Concepción reivindica en sus textos el derecho femenino al voto, exige «la misma ley moral, civil y económica para los dos sexos»111, reconoce la necesaria «influencia de la mujer en la reforma de los Códigos»112, pide el derecho «de ejercer las profesiones liberales, siéndole retribuido su trabajo como al varón»113. Astuta y moderna, la escritora sabe convencer sutilmente a los hombres, con armas típicamente femeninas, con ironía a veces, evitando conflictos e insistiendo no en la igualdad sino en la diferencia entre los dos sexos, concepto reconocido por las actuales teorías feministas. Rosi Braidotti, entre otros, entiende el feminismo como el camino hacia la idealización de una nueva diferencia sexual, que ya no se base en la dicotomía de la cultura patriarcal que situaba a la mujer en una condición de inferioridad, sino que es un proceso activo de potenciación de la diversidad en la cultura y en la sociedad114. En este sentido cabe situar la ideología de Concepción en los actuales cánones feministas.

Recordando la definición de Gerda Lerner115, además, la creación de la conciencia feminista pasa por cinco etapas evolutivas: reconocer la pertenencia a un grupo social sometido a otro; admitir las injusticias y sus causas, que no son naturales sino históricas; buscar la unión con otras mujeres para encontrar una solución común; proponer, finalmente, una organización social alternativa, en la que los dos sexos gocen de autonomía e independencia. Es lo que Concepción quiere: que las mujeres de su tiempo entiendan su sumisión y se unan en el propósito común de lograr su independencia no solo económica, en una sociedad distinta que acepte y promocione una nueva imagen femenina. La escritora, más allá de esta teoría, explica paso a paso como tienen que actuar las lectoras y se encarga personalmente de encaminar a las mujeres, proporcionándoles los conocimientos necesarios.

De la misma manera podríamos considerar feministas las revistas dirigidas por Gimeno, según la definición de Mercedes Roig Castellanos, quien distingue tres tipos de ediciones: «las consideradas propiamente femeninas, las de carácter feminista y, finalmente, las familiares»116. Las revistas femeninas son las que las mujeres leen como pasatiempo, las familiares son las que tratan los problemas relacionados con la educación de los hijos y la convivencia en la familia, y por último las que nos interesan son «publicaciones feministas, periódicos fundados y dirigidos por mujeres defensoras de los derechos de sus congéneres»117, entre las que cabe ubicar las de Concepción.

Gimeno propone pues una teoría feminista, elaborando su idea de reconstrucción de la identidad femenina, en una época en que el sistema clásico de representación del sujeto femenino tierno y angelical entra en crisis, por el miedo masculino al monstruo rebelde que se esconde tras la feminidad. La adhesión aparente a los valores tradicionales y la sensación de feminismo moderado se deben más bien a la modalidad de transmisión: la autora opta por un lenguaje que no salga de la convención de «escribir como un hombre»118, que no coloque sus textos fuera de las normas codificadas, que no provoque la desaprobación del público. Concepción elige la lengua masculina, la misma que se había usado para construir la representación clásica del «ángel del hogar», pero la suaviza con su ternura típicamente femenina, la hace más elegante y la usa para difundir una teoría progresista que deconstruye aquella misma imagen, proponiendo una Eva moderna que dominará el siglo XX:

El siglo XX será denominado siglo de las mujeres: empiezan a soplar vientos favorables al sexo femenino, disipadores de errores seculares, abusos tradicionales y perjuicios arraigados que envilecen a la compañera del hombre119.



Es un objetivo que se consigue poquito a poco, como Gimeno educa gradualmente a sus lectoras, descomponiendo su ideología en muchos fragmentos. Los artículos, ensayos y novelas constituyen las clases de un largo curso de estudios de teoría feminista. De este modo la escritora proporciona a sus lectoras los conocimientos necesarios para la lucha por los derechos de las mujeres: ofrece su válida y directa contribución a la emancipación y a la construcción de una nueva identidad femenina.






Bibliografía

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      • «La Fidalga (gran dama portuguesa)», en Las españolas, americanas, lusitanas pintadas por sí mismas, Madrid, Imp. Miguel Guijarro, 1873, pp. 340-347.
      • «Colombine», en Carmen de Burgos, Divorcio en España, Madrid, M. Romaro, 1904, p. 44.
    • Revistas con las que colaboró y fechas:
      • El trovador del Ebro, Zaragoza: n.º 18, 7 de noviembre de 1869.
      • La mujer, Madrid: 24 de julio de 1871.
      • El Argos, Madrid: 30 de septiembre de 1871.
      • La familia, Madrid: n.º 9, 4 de marzo de 1877.
      • La madre de familia, Granada: n.º IV, 8 de marzo de 1879.
      • El Parthenon, Barcelona: 15 de marzo de 1880.
      • El correo de la moda, Madrid: desde el 2 de octubre de 1872 hasta el 2 de diciembre de 1886.
      • El mundo ilustrado, Barcelona: desde el n.º 4 de 1879 hasta el número 192 (n.º 96 de la segunda serie) de 1883.
      • Flores y perlas, Madrid: n.º II, 24 de abril de 1884.
      • La ilustración de la mujer, Barcelona: casi todos los números publicados (1872-1883).
      • El álbum de la mujer, México: casi todos los números publicados (1883-1890).
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