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1

Cf. Claude Cymerman, Trois Etudes sur l'exil dans le roman hispano-américain. José Donoso, Mario Benedetti, Daniel Moyano, Paris, Librairie Espagnole, 1989, pp. 75-116; Petra Schumm, Exilerfahrung und Literatur. Lateinamerikanische Autoren in Spanien, Tübingen, G. Narr Verlag, 1990; Sara Bonnardel, La Répression et l'exil dans les romans de Daniel Moyano, Bordeaux, Université de Bordeaux III, 1990; en su libro Exile in the Novels of Daniel Moyano, Diss. Texas Tech University, 1988; K. L. Hollabaugh habla de tres tipos de exilio: 1. el espiritual, 2. el físico, 3. el territorial.

 

2

Véase, Virginia Gil Amate, Daniel Moyano: La búsqueda de una explicación, Oviedo, Universidad de Oviedo, 1993, pp. 81 y ss.; Stephen T. Clinton, «Daniel Moyano: The Search for Values in Contemporary Argentina», Kentucky Romance Quarterly, n.º 25, 1978, pp. 165-175; Rita Gnutzmann, «El Bildungsroman en tiempos difíciles: Una luz muy lejana y El oscuro de Daniel Moyano», en Actas del Congreso del CELCIRP, Montevideo, 2002 (en prensa); Rodolfo Schweizer, Daniel Moyano (Las vías literarias de la intrahistoria), Córdoba (Argentina), Alción Editora, 1996.

 

3

En una entrevista con R. Gnutzmann, Moyano insiste en que la literatura tiene un valor de denuncia, que «debe ser un instrumento de investigación de la realidad. La violencia forma parte de la realidad de América Latina» («Entrevista con Daniel Moyano», Hispamérica, n.º 46-47, 1987, p. 117). Recuérdese la ironía en El trino del diablo: cuando Triclinio quiere volver a su provincia La Rioja, ésta ha sido repartida entre Córdoba, Catamarca y San Juan.

 

4

Se citan los textos moyanianos según las siguientes ediciones: «Para que no entre la muerte» (abreviado Pqn) en El estuche del cocodrilo, Buenos Aires, Ediciones del Sol, 1974; El trino del diablo, Buenos Aires, Sudamericana, 1974a; «Los mil días» (abreviado Lmd), en La espera y otros cuentos, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1982; «Daniel Moyano» en Encuesta a la literatura argentina contemporánea, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1982a, pp. 169-174; Un silencio de corchea, Oviedo, KRK Ediciones, 1999.

 

5

En María Esther Gilio, «Daniel Moyano: la música que brota de la tierra», Crisis, Buenos Aires, n.º 22, 1975, p. 39.

 

6

Frente a este abuelo, el de «Para que no entre la muerte» no repara en la dificultad de alimentar a tantos chicos y no mira un objeto material (el baúl o la caja de dinero) sino que contempla el río y decide: «Que nazcan. Ellos son la única alegría que podemos tener en la vida» (Pqn, p. 57).

 

7

En este cuento hay una clara alusión al prejuicio contra los inmigrantes, expresado sobre todo durante el naturalismo y positivismo, por ejemplo en novelas como En la sangre de E. Cambaceres o en los ensayos de pensadores, sociólogos, médicos y criminólogos de fines del siglo XIX y comienzos del XX como José María Ramos Mejía, Las multitudes argentinas (1899) con evidente influencia leboniana, Agustín Álvarez, ¿Adónde vamos? (1902) o, incluso, José Ingenieros, a pesar de su pensamiento económico-socialista. El abuelo moyaniano rechaza la idea de que viniera a la Argentina para enriquecerse; por el contrario, trajo sus ahorros de Italia; además, no era haragán, trabajó duro como colono durante veintiocho años y su discusión diaria sobre el país muestra su acriollamiento. El baúl cobra un simbolismo especial: aunque contenga la caja de monedas (el tema económico), a la vez representa el origen y la memoria de la familia; de él sale la camisa del tío-abuelo muerto, la foto de la madre de Juan y, muy importante, con ella la sombra del padre, etc.

 

8

Un tercer avatar del mismo personaje lo encontramos en el abuelo del cuento «El viejito del acordeón» de Un silencio de corchea; en él Moyano ofrece incluso el nombre de su modelo: el abuelo materno Giuseppe Bellini, hombre dedicado de lleno a la música que saca de su acordeón. Interviene el autor-narrador para subrayar la existencia fragmentada del personaje a lo largo de sus relatos: «A este viejo lo he metido, fragmentado, en algunas historias. Repartido. Ahora quiero reconstuirlo entero, como quien arma un puzzle. Aunque me falten algunas piezas» (p. 13). En efecto, también aquí sólo se trata de un nuevo aspecto que no pretende dar una imagen total de aquel viejito querido.

 

9

La descripción de las tías es elocuente al respecto: «las tías ya no venían a comer a la hora acostumbrada y que lo hacían en sus propias piezas, mientras el abuelo dormía. Habían engordado mucho en los últimos tiempos y los vestidos se rompían en los costados. Era la inercia total en que vivían, que se adosaba a sus cuerpos. Pasaban el día en sus piezas y a veces cruzaban la galería arrastrándose penosamente hacia el cuarto de baño, ubicado en un extremo» (Lmd, p. 53).

 

10

Moyano en la entrevista con Mempo Giardinelli, «Daniel Moyano: "Al cuento hay que tocarlo en un buen violín y bien tocado"», Puro Cuento, n.º 9, marzo-abril 1988, p. 6; en la misma entrevista, el autor añade otra definición -casi cortazariana- del cuento: «El cuento es ese medio violento y rápido y hermoso de sacarte de esta realidad, para conectarte con esa otra que vislumbramos, que deseamos» (p. 6).