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Libros de caballerías en Alemania

Folke Gernert





Los lectores alemanes del Renacimiento estaban fascinados con las peripecias de las andanzas del esforzado caballero Amadís de Gaula: disfrutaban con el poder mágico de Urganda la Desconocida, se deleitaban en las descripciones de la hermosura de Oriana y sufrían con las maldades de Arcaláus.

Las novedades editoriales de origen románico llegaban a Alemania en el siglo XVI a menudo, y con cierto retraso, vía Francia. Así, el Morgante Maggiore (1483) de Luigi Pulci pudo leerse por primera vez no antes de 1530 en traducción alemana llevada a cabo a partir de una adaptación en prosa francesa, el Morgant le Géant de 1517. Asimismo, la fiebre amadisiana se difunde en Alemania desde París, donde se publicaron en los talleres de Denys Janot entre 1540 y 1544 las traducciones francesas de los cuatro libros del Amadís y del Esplandián (libro V), de Nicolas de Herberay, seigneur des Essarts. Esta versión transmite un texto ligeramente modernizado, más ligero y ameno que el original de Garci Rodríguez de Montalvo, y especialmente rico en detalles eróticos. En este sentido, resulta llamativo y algo contradictorio que las traducciones alemanas de esta versión francesa insistan desde un principio en el valor didáctico de la obra. Newe Historia, Vom Amadis auß Franckreich: seer lieblich vnd kurtzweilig, auch den jungen nützlich zulesen, mit viel angehefften guten Leeren; newlich auß Frantzösischer, in vnser algemeine, geliebte Teutsche sprach gebracht es el epígrafe que el traductor anónimo sitúa al frente del primer libro del Amadís publicado en Alemania, salido de los talleres del famoso impresor Sigmund Feyerabend en Frankfurt en 1569: «Historia nueva del Amadís de Francia, muy amena y entretenida, una lectura aconsejable también para jóvenes, porque contiene buenos preceptos, recientemente traducido de lengua francesa en nuestra común y querida lengua alemana». La misma libertad con la que el señor des Essarts «traducía» -mejor sería decir: adaptaba- el texto español es la que caracteriza a las versiones alemanas. Entre los muchos cambios de varia índole es particularmente llamativa la manera en que se eliminan consecuentemente todas las referencias al mundo católico: así, una oración que el Amadís español y francés dirige con toda naturalidad a la Virgen, mediadora entre la esfera terrenal y la divina, se transforma en el texto alemán en una prez mediante la cual el caballero invoca la ayuda del mismísimo Todopoderoso; dicho sea de paso, el marido de la condesa Renata de Lorraine, a quien Sigmund Feyerabend dedicaba la obra, fue un calvinista practicante.

No sabemos si la razón del éxito de este proyecto editorial radicó en lo fantástico o lo ejemplar de las aventuras del héroe. Sigmund Feyerabend no se detuvo después de la edición de los cuatro libros del Amadís y del Esplandián de Montalvo, sino que continuó publicando toda la saga amadisiana que había visto la luz en Francia, en total trece libros en sólo seis años, entre 1569 y 1575. Pero el público lector alemán aún no se sentía ahíto y pedía aún más aventuras caballerescas del mismo género. Para colmar ese ansia los talleres bávaros de Georg Willer imprimieron la obra de un traductor que firmaba con las iniciales A.F.V.L., posiblemente el teólogo Andreas Fabricius Leodius, que en dos volúmenes trasladó al alemán otras tantas obras amadisianas italianas de Mambrino Roseo da Fabriano, la Aggiunta al cuarto libro (1563) e Il secondo libro delle prodezze di Splandiano (1564); ambas traducciones vieron la luz en Augsburg en 1578. En el ínterin, los franceses habían producido aún más traducciones y, así, los sucesores de Feyerabend se lanzaron a publicar entre 1574 y 1593, en colaboración con Jacob Foillet, las traducciones alemanas de los libros XIV-XXI del Amadís francés y, además, tres originales alemanes (libros XXII-XXIV) entre 1594 y 1595. Un año después, en 1596, salió de la imprenta de Lazarus Zetzner en Estrasburgo una imitación del Trésor d'Amadis francés, una especie de best of, diríamos hoy, una compilación de joyas retóricas procedentes de los 24 volúmenes de la serie amadisiana alemana.

No obstante, la popularidad del Amadís de Gaula en tierras germánicas transciende el ámbito de la historia del libro y de la lectura. Personajes de este libro de caballerías se encuentran omnipresentes, por ejemplo, en diversas fiestas cortesanas. Cuenta un cronista contemporáneo que en la boda del príncipe Guillermo de Baviera con la princesa Renata de Lorraine, celebrada con gran lujo en 1568, participaron en las justas y juegos caballerescos algunos nobles invitados disfrazados como el «Cabalier dela Fortuna», «Don Florisella di Nichea», el «Caualier de la ardente spada» y como Amadís de Gaula. A propósito de otra boda, celebrada unos años antes, en 1561, cuentan algunos invitados en sus relatos que el novio de la duquesa Anna de Sajonia-Meissen, el príncipe Guillermo I de Nassau-Oranien, había contestado a la madrina preocupada por el bienestar espiritual de la novia que hiciera lo posible para que su mujer dejara de lado la Biblia y leyera en su lugar el Amadís de Gaula y otros libros entretenidos. Esta anécdota, que en su momento no era más que chismorreo -algo malicioso incluso- sobre un acontecimiento de la alta sociedad, se ha convertido en un documento valioso que nos permite apreciar que la obra de ficción y lectura de diversión por antonomasia en la Alemania renacentista fue precisamente un libro de caballerías español.

Parece ser que sus lectores fueron sobre todo de origen noble y sexo femenino. A ellas está dedicada la mayoría de las ediciones y a ellas se dirigen los autores de los paratextos: Das dritte Buch der Historien von Amadis ausz Frankreich: ausz welchem zu lernen, wie das glück so wanckelbar, darumb sich keiner zu Vil darauss verlassen solle, jetzt newlich durch I.V. V.V.L. ausz frantzösisicher Sprach verteutscht, vormals nie aussgangen: Allen Frawen und Jungfrawen gansz nützlich vnd kurtzweilig zu lesen- así reza el título del tercer libro de la serie alemana: «El tercer libro de las historias del Amadís de Francia, donde se aprende que la fortuna es inconstante y que el hombre no debe confiar en ella, ahora nuevamente de lengua francesa traducido al alemán por I.V. V.V.L., una lectura provechosa y entretenida para dueñas y doncellas». El hecho de que un público lector femenino se entretuviera con semejantes historias licenciosas e inverosímiles no fue siempre visto con buenos ojos, muy al contrario. El veredicto más severo contra las historias amadisianas es el de Hans Jakob Christoffel von Grimmelshausen: «Hinweg nun! Amadis / und deines gleichen Grillen» («Fuera con el Amadís y semejantes quimeras») dice el escritor alemán en el prólogo de su novela Prinz Proxymus und Lympida de 1672. Reprende a los jóvenes que se pierden leyendo estas historias mentirosas de magia y galanteo, absorbiéndolas como un «veneno contagioso», perdición del «tesoro de la castidad».

Estas advertencias de Grimmelshausen no impidieron que hubiera una recepción muy fructífera de los libros de caballerías españoles en Alemania. Georg Friedrich Händel compuso una ópera intitulada Amadigi (1715), Christoph Martin Wieland escribió una novela en verso con el título Der neue Amadis («El nuevo Amadís», 1771) y Johann Wolfgang von Goethe evoca en una breve poesía homónima sus recuerdos infantiles a la luz de la literatura de corte amadisiano. Incluso, los niños alemanes de hoy día tienen a su disposición un libro infantil intitulado Es war ein Ritter Amadis («Érase una vez un caballero llamado Amadís») que ojalá les haga poseedores de un universo literario tan rico como el del joven Goethe.





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