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Expediente sobre la impresión de libros y papeles sin licencia, 1750-1758. Informe del Consejo aprobando la decisión de la Audiencia de Manila para que no se efectuasen impresiones sin su licencia, 7 de agosto de 1770. Real cédula que aprueba el anterior dictamen y respuesta de la Audiencia, 1770-1771.
—47→
Como preliminar a los tres documentos que aquí se insertan, conviene saber que por real cédula fecha en Buen Retiro a 20 de mayo de 1750, se ordenó por punto general que, tanto en América como en Filipinas, no se imprimiese, bajo de ciertas penas, papel alguno sin que precediese licencia del tribunal o juez ante quien estuviese pendiente el recurso o pleito. La Real Audiencia mandó cumplir esta cédula en 18 de agosto de 1752, para lo cual dispuso se notificase a los impresores, como en efecto se hizo el 28 de septiembre, en el Colegio de Santo Tomás al capitán Jerónimo Correa de Castro, a don Nicolás de la Cruz Bagay, en el Colegio de San Ignacio, y en Sampaloc, el 10 de octubre, al hermano Lucas de San Francisco, «impresor del referido pueblo».
Señor.- La Audiencia de Manila en carta de doce de Julio del año próximo pasado, dio cuenta con testimonio, de que para evitar los notables inconvenientes que de la inobservancia de las leyes y reales cédulas se experimentaban, de no acudir por su licencia para imprimir libros, memoriales y todo género de papeles, las puso en su fuerza y vigor mediante el bando que hizo publicar52 en veinte y dos de Abril del mismo año de mill setecientos sesenta y nueve, prescribiendo las penas correspondientes a los que sin la precedente licencia de aquel gobierno imprimiesen, vendiesen o tuviesen cualquier impreso, mandando al mismo tiempo se recogiesen los que sin este requisito hubiese de los años anteriores, para ponerles las notas correspondientes, con cuyo motivo escribió el Arzobispo al Presidente una carta en que después de hacerle presente estaba reimprimiendo un catecismo para la instrucción de los indios y que tenía que hacer lo mismo con una pastoral, le insinuaba las facultades que en el particular de disciplina eclesiástica tenía su dignidad para no ser comprendida en esta providencia; pero que si no obstante, consideraba estarlo, se hallaba pronto a solicitar el permiso cuando lo necesitase, de lo que se desentendió el mencionado tribunal, por hablar sólo con el presidente; pero no para dejar de manifestar haberse ya producido varios recursos y quejas por los regulares contra este prelado por el memorial que imprimió sobre asuntos de visita, y el que dice había ya llegado por mano de los interesados a las de Vuestra Magestad, a quien lo hace presente para su inteligencia. Al mismo tiempo se recibió otra representación del citado Arzobispo, de veinte y ocho de Julio del propio año próximo pasado, en que hace —60→ presente que hallándose necesitado para el restablecimiento de la disciplina eclesiástica de su diócesis de imprimir varias veces, con el mayor sigilo, diferentes papeles, y al mismo tiempo sin destino una imprenta que quedó entre los bienes ocupados a los regulares de la Compañía, acudió al Gobernador, pidiendo se la dejase en depósito, ínterin Vuestra Magestad, se la daba, como con efecto lo consiguió después de repetidas instancias, y teniendo dispuesto la impresión de un catecismo y una carta pastoral, se halló con la novedad del bando que queda expuesto, en que se lo impedía y con la precisión de escribir al gobernador, con el fin de aclarar toda duda, de si eran o no comprendidos en él los papeles pertenecientes a su pastoral oficio, y no habiendo logrado de la Audiencia decisión alguna, tuvo que acudir de nuevo al propio gobernador, para que le diese licencia de reimprimir el citado catecismo; pero que quedaba con la firme esperanza de que, hecho cargo Vuestra Magestad de las preeminencias que en conformidad de las leyes, han gozado siempre los prelados, se dignará de mandar que se le guarden y declarar que no se entienda con él el expresado bando de la Audiencia, por lo correspondiente a la impresión de edictos, añalejos, catecismos, memoriales, manifiestos, cartas y demás papeles tocantes a su episcopal ministerio. El Consejo en vista de lo referido y de lo que en su inteligencia ha expuesto el Fiscal en la adjunta respuesta, que original pasa a las reales manos de Vuestra Magestad, conformándose con su dictamen, por las sólidas razones en que le funda, y omite repetir, por no molestar su real atención; es de parecer de que se apruebe el mencionado bando promulgado por la Audiencia, prohibiendo toda impresión sin su licencia; y que denegándose la expresada solicitud del Arzobispo, mediante las leyes y decisiones que expresa el Fiscal, se lleve a puro y debido efecto lo que se prescribe por las expresadas leyes que prohíben la impresión de cualesquiera obras sin permiso de los tribunales superiores. Vuestra Magestad resolverá lo que fuere más de su real agrado. Madrid, 7 de Agosto de 1770.- (Hay cinco rúbricas.) |
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—65→
Aparición del periodismo en las colonias españolas. Diversas causas a que obedece. Algunos de los primeros periódicos de la América española. Precursores que tuvo en Manila el primer periódico. Bandos y proclamas del gobernador Fernández de Folgueras. Dos Avisos al Público. Un Poema Heroico. En busca de noticias. Publícase el periódico Del Gobierno. Examen de sus diversos números. Un gobernador periodista. Conclusión.
La aparición del periodismo en las colonias españolas obedeció a causas muy diversas y tuvo lugar en épocas muy distintas.
Termómetro fiel de la vitalidad de un país, un periódico es el reflejo de la sociedad en que nace, de las causas que le dan vida y de las necesidades a que responde.
Creemos poder manifestar la verdad de estos principios con un ligero examen de lo que aconteció en América y Filipinas al producirse la publicación de los primeros periódicos.
A Lima corresponde indudablemente el honor de haber tenido el primer periódico, al menos en el sentido que a la palabra pudiera darse en aquellos tiempos.
La llegada al Callao de los barcos que llevaban las mercaderías acarreadas de España a Cartagena de Indias y Nombre de Dios, y de allí por —66→ tierra a Panamá, era un acontecimiento demasiado importante y que se verificaba muy de tarde en tarde para que no despertase en el público un interés profundo. De España iba cuanto las colonias necesitaban para la vida en cambio de la plata de Potosí, sacada a costa de los indios, que perecían a millares; de España las leyes y todas las órdenes de gobierno y todos los nombramientos de los funcionarios públicos, por ínfimos que fuesen. Todo el mundo estaba de este modo pendiente de la llegada de las flotas. Vese también así en el primer cuarto del siglo XVII, que coincide con el arribo de aquéllas al Callao, la aparición de las Nuevas de Castilla, periódico destinado a registrar las noticias de la familia real, de los sucesos políticos de Europa y de las provisiones, como entonces se llamaba a los nombramientos de los funcionarios públicos.
Comienzan también por esos años a frecuentar las aguas del Pacífico las naves inglesas y holandesas, tripuladas por piratas, que se apoderan de los barcos de comercio españoles, dificultan la navegación y aun amenazan al mismo puerto de la capital del Virreinato: circunstancias todas que producen en las colonias de la América del Sur una profunda alarma y despiertan el interés más grande por saber los movimientos de aquellos extranjeros, enemigos de Dios y de la Patria, y ante estos hechos nacen las Noticias del Sur, encaminadas a referir aquellas incursiones piráticas.
Pasan los años; normalízase la vida del Virreinato; crece el comercio; desarróllanse las artes y la industria; cultívanse las letras y las ciencias, y ya a los fines del siglo XVIII una pléyade de hombres ilustrados forman una Sociedad de Amigos del País, cuyo órgano viene a ser el Mercurio Peruano, periódico ante todo literario y científico, que es un verdadero monumento de la ciencia colonial española.
México, que había logrado tener la primera imprenta cuando aún no mediaba el siglo XVI, arrastra vida más tranquila desde un principio, y entregada por completo a las tareas de la paz, sin los amagos de las invasiones piráticas y en comunicación mucho más frecuente con la madre patria, sólo ve nacer su primer periódico casi en la mitad del siglo XVIII, seguido luego por el Diario Literario, que edita Alzate en 1768, y más tarde de la Gaceta del Gobierno de México, que se publica durante largos años.
En Buenos Aires, ciudad comercial ante todo, después del tímido ensayo de un periódico oficial que pasa casi desapercibido, se funda, al finalizar el siglo pasado, el Telégrafo Mercantil, que logra una vida relativamente próspera, hasta que al calor de la revolución de mayo de 1810, nace la Gaceta de Buenos Aires, órgano de las ideas de los nuevos gobernantes54.
Ocupan los ingleses a Montevideo en 1817, y, junto con sus armas, llevan allí una imprenta, con la que un industrial, bajo la protección de —67→ los jefes militares, edita en inglés y castellano la Estrella del Sur, destinada a desaparecer bien pronto con la expulsión de sus fundadores. Livadida la ciudad por el periódico revolucionario de Buenos Aires, los gobernantes españoles se creen en el caso de combatir aquellas influencias con las mismas armas, y con tipos que hacen llevar del Brasil, fundan la Gaceta de Montevideo55.
En Chile, durante el primer período revolucionario, las nuevas autoridades preocúpanse de difundir sus ideas por la imprenta, de que hasta entonces había carecido el país, y bajo la dirección de un fraile criollo y con tipos y operarios encargados a los Estados Unidos, publica en 1812 la Aurora de Chile, destinada a desaparecer con la reconquista española, para ser a su vez reemplazada por un periódico que titulan ¡Viva el Rey!, y cuyas páginas inspira también un fraile y el Gobernador en persona56.
Estos ejemplos bastarán, creemos, para manifestar las causas diversas que dan nacimiento al periodismo en las colonias españolas de América y que podemos clasificar en cuatro secciones bien marcadas: el interés que despiertan los sucesos de la Península, u otros que afectan la vida de aquellos países; el espíritu literario, como sucede en Lima, en México, según hemos visto, en el Ecuador con la aparición de las Primicias de la Cultura de Quito en 1791, verdadera planta exótica como las que la naturaleza prodiga bajo los trópicos, y en ese mismo año en el Nuevo Reino de Granada con la publicación del Papel Periódico de Santa Fe de Bogotá; las necesidades del comercio, en esfera mucho más limitada; y, por fin, las ideas de independencia, que en Buenos Aires, Caracas, Chile, Cartagena, etc., buscan un órgano de comunicación con los gobernados que sirva a la vez de ilustración para la masa del pueblo, a quien hay empeño en hacerle conocer sus nuevos deberes y derechos.
Vamos a ver que en Filipinas el nacimiento del primer periódico no obedece ni a las necesidades del comercio, ni al espíritu literario o científico, ni mucho menos a las ideas de independencia. Corresponde, pues, por entero al anhelo que el vecindario sentía por vislumbrar siquiera lo que pasaba en la Península en las críticas circunstancias por que atravesaba con la invasión francesa, y cuando faltaban casi en absoluto a la colonia los medios de comunicación con la madre patria.
Este primer periódico, sin embargo, como sucede en tales casos, no nació repentinamente, sino que vino precedido de la publicación de hojas volantes, o, mejor. dicho, de folletos noticiosos, cuya historia y descripción es conveniente conocer.
El 15 de febrero de 1809 llegaba a Manila despachado por el Virrey de Nueva España el bergantín Activo, que era portador de una comunicación oficial de la Junta Suprema, relativa a los sucesos que se desarrollaban —68→ en la Península, y a los trabajos emprendidos para conservar sus dominios a Fernando VII.
En el momento
de recibir aquella comunicación, el gobernador de
las Islas D. Mariano Fernández de Folgueras, convocó
a la Real Audiencia, acordándose en el acto verificar
la proclamación de Fernando; que se reconociesen las
órdenes emanadas de la Junta central, y que se invitase
inmediatamente a una reunión a las autoridades eclesiásticas,
civiles y militares para manifestar a todos lo que pasaba
en la Península, y que por bando se instruyese al
público «de los sucesos ocurridos y medidas adoptadas
en España y en esta capital en justo cumplimiento
de la fidelidad, lealtad y amor que profesamos a la augusta
casa de Borbón, y que se extendiese por mí
una proclama, expresa el Gobernador, en que se patentizase
lo ocurrido y se animase al pueblo a los patrióticos
sentimientos de que siempre debe estar inflamado»57
.
En consecuencia de estas resoluciones, Fernández de Folgueras, con fecha 16 de febrero de aquel año, hizo circular la proclama acordada, en la que, al mismo tiempo que se refiere a la jura que debía hacerse de Fernando VII, pinta la situación creada a la Península por la invasión extranjera y estimula al vecindario a socorrer en cuanto fuese posible a la madre patria; y, no contento con esto, dirige luego otra «A las Islas Filipinas» excitándolas a conservarse fieles a su desgraciado monarca.
Pocos días después procedía a dictar un bando para hacer conocer al público la paz ajustada entre España e Inglaterra, noticia que le acababa de comunicar el Virrey de Nueva España. Y con la misma fecha hacía circular la declaración de guerra al emperador de la Francia, expedida por la Junta Suprema establecida en Sevilla.
Pasábanse mientras tanto los días, y ni una sola noticia llegaba para calmar la justa inquietud en que vivían los colonos de Filipinas acerca de la suerte que corriera la Península. Por fin, el 21 de mayo de aquel año el corregidor de Mindoro noticiaba al Gobierno que en la mañana de ese día acababa de fondear allí una goleta francesa al mando del teniente de navío D. Alejandro Ducrest de Villanueva, quien era portador de pliegos que enviaba a las autoridades de Filipinas el gobernador de la Isla de Francia.
Apresada la goleta en Batangas y conducidos por tierra los pliegos a Manila, se procedió luego a su apertura, resultando ser, en efecto, un oficio del capitán general de aquella isla, a que acompañaba un cajón de 10 legajos de Gacetas publicadas en los meses de enero a octubre de 1808.
«Como la sola noticia, refiere Fernández de Folgueras, del arribo de la goleta francesa con pliegos, fomentó en el público de esta capital el justo recelo de que serían dirigidos a subyugarnos a su nuevo sistema y a pretender la Francia que estos dominios de la Monarquía española en el Asia se desviasen de la fidelidad que acababa de manifestar su respectiva —69→ Metrópoli, así es que en el momento en que fue conducida la goleta francesa a esta capital y en el de recibir yo los pliegos que venían por tierra y llegaron al mismo tiempo, me trasladé a la Real Audiencia y en acuerdo se procedió a su aperción (sic) y lectura, la que, verificada, quedó acordado cuanto se refiere en el mismo impreso (de que vamos a hablar), el cual debería darse al público por lo mismo que se hallaba en la más extremosa impaciencia de saber el contenido, aunque con todas las nobles ideas de fidelidad y de mantenerla a nuestro amado rey y señor D. Fernando VII, en unión con su respectiva Metrópoli. Así se verificó, y repartidos a los Tribunales, Cuerpos, Comunidades, jefes y vecindario los correspondientes ejemplares, cesó la curiosidad, y sólo se oían las expresiones enérgicas y fervorosas con que cada uno se producía, detestando la infame sugestión, perfidia y ardid con que el gobernador de la isla de Francia intentó que este Gobierno se mantuviera con él en la inteligencia que observaba, y trató de persuadir en su oficio inserto en el expresado impreso»58. |
El folleto a que viene haciéndose referencia, que consta de 11 páginas en folio y una blanca al fin, datado en Manila a 2 de Junio de 1809, impreso en papel fuerte, aunque sin pie de imprenta, titulábase Aviso al Público. Comienza su autor por dar en él somera relación de la llegada de la goleta francesa y de su captura, y de cómo se procedió a la apertura de los pliegos que conducía;
Esto era en verdad hacer buena política. Fernández de Folgueras no admitía misterios ni reticencias en la cosa pública: quería que el pueblo se enterase por sí mismo de asuntos que tanto le importaba conocer y que se preparase a recibir las malas noticias, mientras llegaban las buenas.
Publicose así, conforme a lo
ofrecido, el extracto de los periódicos franceses,
y en seguida el oficio que los acompañaba, y, lo que
es mucho más importante para nuestro tema, a la postre
del folleto una nota que decía: «Sucesivamente se
imprimirán traducidos a nuestro idioma los artículos
de las Gacetas que se juzguen más interesantes, para
que igualmente se entere de ellos el público, así
como se ha verificado con cuantos se recibieron de nuestra
Metrópoli por el bergantín Activo...»
Y aquí tenemos ya perfectamente establecido el germen del primer periódico filipino.
Mas, en vista de lo que reza la nota precedente, ¿debemos creer que salieron a luz algunas hojas volantes diversas de las proclamas y bandos que dejamos ya mencionados? Nosotros estamos por la negativa, o al menos no ha llegado a nuestro conocimiento noticia de semejantes papeles.
Conocemos, sí, otro Aviso al público, que consta de 10 páginas en folio y una hoja blanca final, sin pie de imprenta y con la fecha del 11 de septiembre de 1809. Contiene el anuncio de la llegada de un segundo bergantín francés nombrado el Emprendedor, y despachado también por el Capitán general de la isla de Francia para conducir un duplicado del oficio del mismo ya insinuado, y otro en que se participaba al gobernador el estado de los negocios de la Península, ambos insertos en el folleto que indicamos, con otros varios documentos emanados del comandante del buque y las respuestas que a unos y otros diera Fernández de Folgueras.
Resumiendo estos incidentes, concluía el Gobernador de Manila:
Si esto era lo qué las autoridades obraban para mantener a los habitantes de las Islas al corriente de las noticias de los sucesos que se desarrollaban en España, ¡cosa singular!, no faltó tampoco en el público quien de su cuenta se cuidase de esparcirla... en forma de un poema en verso heroico. Las autoridades habían dicho la verdad; pero como ésta era amarga y le hería en lo más vivo, produjo en el pueblo la triste impresión que es de suponer. A levantar, pues, el espíritu nacional hubieron de tender los versos de aquel buen patriota, si bien pobrísimo poeta. Vale la pena de decir, aunque sean dos palabras, de trabajo tan curioso como interesante, para el estudio dé los orígenes del periodismo filipino.
Comencemos por la descripción bibliográfica del folleto:
Poema / en / verso / heroico. / Recopilación de noticias extraídas de gacetas inglesas. / En contraposición / de los / falsos y artificiosos bvletines / venidos de la Isla de Francia, / qve dà à luz D. Francisco Abaurre y Labayru / Oficial mayor de la Contaduría de Exercito, / y Real Hacienda de las Islas Filipinas en / vista de la impresión melancolica / que estos causaron. / (La línea siguiente entre viñetas y filetes). Con las licencias necesarias. / Impreso en la Imprenta del Real Colegio de / Santo Thomas de esta Ciudad de Manila: Por Carlos Francisfco de / la Cruz. Año 1809.
Fol.- Port.- V. en bl.- 13 hojs. sin foliar, con el verso de la última en bl.- signado, a contar desde el segundo pliego, ¶-¶ ¶ ¶ ¶ ¶ ¶, de dos hojas.
—71→Escrito en octavas reales y dividido en cuatro cantos, hemos de citar ahora algunos de los pasajes del poema que se relacionan con nuestro asunto.
Véase cómo comienza el canto segundo, con el cual se inicia propiamente el tema que el poeta se ha propuesto cantar:
Habla luego de la arribada a Manila del bergantín francés y de lo papeles que tenía encargo de repartir, y entrando ya en el canto tercer expresa:
|
—72→
Y aquí es cuando el autor entra propiamente en materia, contando los hechos de armas en que se habían distinguido los españoles. Ésta es, por lo tanto, la parte de gaceta que corresponde al poema, y que por su extensión y lo añejo del asunto, de todos conocido, no podemos transcribir.
Más, reiterando la fuente de donde bebe sus noticias, dice Abaurre:
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Y concluye así:
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Pero claro está que las gacetas inglesas no podían satisfacer a los buenos colonos. Ellos deseaban recibir informaciones directas de la madre patria, y esas no llegaban. Tal ansiedad se había apoderado ya del vecindario a principios de octubre de, aquel año de 1809, que el Comercio fletó un barquichuelo para que se dirigiese a Nueva España con el solo objeto de procurarse noticias.
«La incertidumbre en que existe esta colonia, expresaba Fernández de Folgueras al Virrey en aquellas circunstancias, de la verdadera situación de su Metrópoli por la variedad de sucesos que se relacionan en los papeles o gacetas francesas e inglesas que se han recibido en esta plaza después de la salida de la nao Magallanes para el puerto de Acapulco, motivan que yo despache a vuestra excelencia con este solo único objeto y el de conducir los pliegos del servicio y correspondencia pública la goleta Mosca, cuya expedición por aquél interesante objeto y el de tener con la mayor frecuencia posible las referidas noticias y abierta la comunicación con ese Reino se ha prestado franca y generosamente a costear este Comercio, en alivio de las urgencias del Estado y melancólica y triste situación de estas reales cajas»59. |
—73→
Mas, todos los esfuerzos de los colonos resultaron inútiles. Veían pasarse los meses, y ni un solo barco llegaba a Manila con las ansiadas noticias. Este silencio tenía al vecindario en el más profundo abatimiento, sin que pudiera explicárselo satisfactoriamente de otro modo que por la ruina total de la madre patria. En tales circunstancias, y mediado ya el año de 1811, arriba a Manila un buque inglés con gacetas de Londres que alcanzaban casi hasta fines del año anterior, y entonces, conforme a lo ofrecido por el activo y entusiasta Gobernador, para que el público pudiera enterarse de los sucesos que tanto le interesaban, lanzose a la prensa y vio la luz pública el primer periódico de Manila.
Según la descripción que va en seguida, verá el lector que, publicado el primer número sin título, pie de imprenta ni fecha, subsanáronse estas omisiones, al menos en parte, en los siguientes; que su aparición fue irregular y sin día fijo, y que el número de páginas de que constan es también vario.
(En letra manuscrita:) Nº 1º / Manila 8 de agosto de 1811 / Deseoso el Superior Gobierno, que todos los habitante de es- / te Reino de Filipinas, que han acreditado constantemente su fideli- / dad, amor y patriotismo, sean participes de las lisonjeras notici- / as, que comprehenden las Gacetas Inglesas venidas de Bengala, ha / procurado, se traduzcan con la mayor puntualidad, y ha acelerado, / se den a la prensa, con el fin de que extienda, y transmita a to- / dos los puntos de la Islas, el entusiasmo, e inalterable resistencia de / los Españoles, en la metrópoli, la inagotable fidelidad de los aliados / Británicos, las victorias obtenidas sobre las armas Francesas, y lo que / es más, la abertura de las Cortes en la Isla de León, bajo el ca- / ñón del Opresor de la Europa, que por tan violentos medios, y / a costa de muchos sacrificios tiró a embarazarlas, y le parecía haber- / lo ya conseguido, con la repentina ocupación de las Andalucías; etc.
Fol., de 138 x 232 milímetros en la parte Impresa.- 15 pp. sin foliación, signatura ni pie de imprenta.- pág. final en blanco.- Al pie: «Se continuará.» - En papel de China.
Las líneas que hemos transcrito son las que, a modo de prólogo, inician la publicación. Como se verá, en los números siguientes se encabezó el periódico con las palabras Del Superior Gobierno, subentendiéndose probablemente Gaceta.
«Por medio de las Cortes, continúa el prospecto, queda ya indisputablemente consolidada la Soberanía Nacional sobre las firmes y legítimas bases que nunca ha estado, y por cuyas deliberaciones se promete y confía la Nación, no sólo será expelido de toda la Península el Tirano que la oprime y quiso subyugarla, sino que saldrán sabios Establecimientos que eternicen su felicidad.» |
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He aquí ahora el contenido, de los artículos de este número primero:
-Calcuta: abril 10 de 1811.- Londres, 17 de septiembre, carta particular.- mayo 8, adición al suplemento: Las Cortes de España.- Lisboa, octubre, 12.- Calcuta, 15 de mayo.- Boston, noviembre 22.- Londres, 29 de octubre.- Nota de oficio comunicada a la Regencia de España por el Gobierno Inglés sobre la conducta que se proponía observar con las Américas.- Londres, octubre 23.- Reus en Cataluña, septiembre 20.- Jefes españoles.- Batalla de Bassaco: Despacho de Lord Wellington al Conde Liverpool, Coimbra, a 30 de septiembre.- Nota.
-Del Superior Gobierno / (Nº II.) / Manila 12 de agosto de 1811. 14 pp. s. f.
Véase el facsímil. Hemos preferido sacar el de este número porque es el primero que ostenta el título del periódico.
-Nota del editor sobre que se continúa la puntual traducción de las Gacetas inglesas, con algunas reflexiones sobre la guerra con la Península.- Cortes de España.- Oficios del Lord Mariscal Wellington a D. Miguel Pereyra Forgaz.- Peco Negro, 20 de octubre de 1810. (Cuatro oficios.) - Calcuta, Miércoles 15 de mayo de 1811.- Extracto de una carta particular de un caballero inglés, escrita en Cádiz.- Coruña, 14 de octubre.- Cartagena, 18 de septiembre.- Londres, 31 de octubre.- Advertencia en que se previene que por orden del Gobierno los números siguientes se venderán por el oficial de partes de la Secretaría.
-N. III.- Manila, 19 de agosto de 1811.- 12. pp. s. f.: - Nota del Editor acerca de las últimas noticias de la Península y especialmente de la muerte del Marqués de la Romana.- Continuación de la correspondencia de Lord Wellington.- Copia de la orden de ataque sobre las líneas de los aliados, dada por Massena e interceptada en su vía a uno de los Generales de División.- Gibraltar, diciembre 22.- Cádiz, noviembre 20 de 1810.- Decreto de las Cortes.- El Ministro de Estado ha dirigido al Excmo. Señor Henrique Wellesley, embajador de Inglaterra, copia del antecedente decreto con el siguiente oficio.- Respuesta.- Memorial dirigido por el Consejo de Regencia a las Cortes y resolución de éstas.- Decreto.
-N. IV.- Manila, 28 de agosto de 1811.- 10 pp. s. f. - Advertencia del Editor.- Acciones de Cataluña en septiembre y octubre de 1810: Carta del Coronel Fleyer al General en Jefe del Ejército de Cataluña.- Carta -de D. Tadeo Aldea al General O'Donnell.- Otra carta.- Carta del General O'Donnell al Presidente de la Junta.- Tarragona, 25 de octubre.- Filipinas.
La nota del Editor dice así:
«Ínterin que no se presenten nuevos y auténticos documentos con que satisfacer y lisonjear a este celoso vecindario y demás patrióticos habitantes de las Islas, limitará el Gobierno a sólo un número semanal el periódico que se publique, cuidando de insertar exactamente las noticias relativas a la situación de la Península y sus provincias ultramarinas o americanas, teniendo —75→ por guía la real orden del Supremo Consejo de Regencia de 30 de abril de 1810, que sabiamente precave que ni aun en el idioma español se admitan ni oigan proclamas o papeles que fingen ventajas del enemigo para acobardar, alucinar y distraer, presumiendo que sólo corran y se aseguren las que se publiquen bajo la norma y autoridad de los Gobiernos.» «Siempre que haya objeto digno de saberse y celebrarse, el jefe mismo volará a la imprenta para que por adicción y número extraordinario se publique y corra puntualmente.» |
A pesar de lo que pudiera creerse, bajo el rubro «Filipinas» no se encuentra noticia alguna de interés local.
-N. V.- Manila, septiembre 14 de 1811.- 15 pp. s. f. y final bl.: - Nota del editor acerca de la reunión de Cortes en la Península.- Cortes.- Filipinas: observaciones del Editor acerca de la próxima caída de José Napoleón.- Gaceta extraordinaria de la Regencia de España de 5 de agosto de 1810, con dos cartas de D. Miguel de Azanza.
-N. VI.- Manila, 24 de septiembre de 1811.- 7 pp. s. f. y final bl.: - Nota del Editor advirtiendo que ya por carteles había dado al público las plausibles noticias llegadas de Cantón.- Copia original de la carta instructiva en que se extractan las noticias anunciadas (escrita por los Factores de la Compañía de Filipinas en China).- Nota del Editor avisando que se publicarán en el numero siguiente las traducciones de gacetas de Londres.
-N. VII.- Manila, 30 de septiembre de 1811.- 10 pp. s. f.: - Nota del Editor ofreciendo para el número siguiente pruebas de que la Francia iba ya al precipicio.- Madrás, julio 28 de 1811.- Gaceta extraordinaria de Bombay del 24 de julio.- Despacho del General Ballestero al general en Jefe.- Cádiz, 30 de enero.- Londres, febrero 3.- Sesión de las Cortes de 29 de diciembre.- Decreto de las Cortes.- Cádiz, noviembre 23.- Castropol, noviembre 2.- Badajoz, diciembre 2.- Londres, febrero, 15., - Nota del Editor.
Está
nota dice así: «Para poder adelantar en la publicación
de noticias, se desea por el traductor qué los aficionados
que tienen, leen y entienden las Gacetas le suministren artículos
y especies que encuentren omitidas en los periódicos...»
Al llegar la publicación a este número séptimo, el editor remitiola al Gobierno de la Península, acompañándola de un documento tan curioso como detestablemente escrito que a la letra dice como sigue:
«Careciendo Manila de gacetas y materia con que poderlas fomentar, no debía exponerse el actual Gobierno a relatar proclamas y distribuir arengas que hiciesen mérito a la crítica, ni los expusiesen a dudar. Entre tanto las tristes papeletas y relaciones por la India y la China no pasaban en la centésima parte de la ciudad, y aunque de cada gremio, cuerpo o sociedad saliesen especies, planes y deseos, no se les daba nunca pábulo con que poderse fermentar. —76→»Luchando y sintiendo así el no haber materia para poder hablar cuando las provincias ya creían la última de nuestra infelicidad, recibo por Bengala gacetas de Londres hasta 19 de noviembre de 1810; y luego que descubro rasgos de las Cortes de España y victoria de Lord Wellington en Portugal, me lanza a la prensa sin más preparación, réplica ni aparato que el corto rasgo de su entrada, número primero, sencillo y consonante, para destruir por si los embolismos que fomentaban, y tanto éste como el segundo se dieron de gratis a cuantos los pudieron tomar, dirigiéndose igualmente a todos los corregidores, alcaldes y curas, que contestaron haber resucitado a las provincias, pues creían muerta ya la España y a Fernando, mostrándose en su reconocimiento el benéfico resultado por medio de tan nuevo paso, nunca practicado con las provincias; y como mi objeto se llenase mejor en clase de traductor que de originario (pues hay donde remitirse sin dar lugar a replicar), continué mientras hubo materia en las gacetas con que poder entretener y halagar, sin haber propasado nunca los límites prescriptos por la Suprema Junta Central, que cuidar y advertir con el número cuatro para satisfacer, contener y apagar, cerrando dicho número con un rasgo agradable a la fiel y sana lealtad. »Nada equívoco ni nada perjudicial he copiado, aunque alguno murmura lo que se dejaba de explicar (que yo no lo he visto), pues era, dicen, un anuncio de gobierno nuevo que me venía pronto a relevar. »A los dos meses hube, por expediente fiscal, de suspender mi obra, cuyo reclamo por la correspondencia ordinaria en su tiempo se resolverá; pero luego que tenga materia nueva del 8 de marzo de este año para acá, seguiré valientemente a costa de mi corto sueldo y mi grande generosidad. »Sirva, pues, esta carátula de guía sencilla, que diga a qué se reduce la remisión de unos papeles que nada pueden decir a la Corte de novedad.- Manila, 22 de diciembre de 1811. González»60. |
Cuál fuera el expediente fiscal que motivó por el momento la suspensión del periódico, lo ignoramos; pero debió ya cesar muy pocos días después de la fecha en que González remitía su trabajo a la Corte, cuando vemos que el número 13 lleva la fecha de 25 de enero de 1812. No hemos logrado ver los que mediaron entre el séptimo y este último, si bien, claro está que han debido publicarse en fines de diciembre de 1811 y principios de enero de 1812.
He aquí ahora los restantes que conocemos:
-N. XIII.- Manila, 25 de enero de 1812.- 12 pp. s. f.: - Nota del Editor, con algunas reflexiones sobre la instalación de un Gobierno legítimo y la dispersión y desorden de los ejércitos franceses.- Gaceta extraordinaria de Montevideo del 20 de diciembre de 1810.- El Conciso, Real Isla de León, 24 de septiembre.- Gaceta extraordinaria de Montevideo, Sábado, 22 de diciembre de 1810.
-N. XIV.- Manila, 31 de enero de 1812.- 13 pp. s. f. y final bl.: - Nota del Editor sobre los reales decretos y sesiones de Cortes que se transcriben. —77→ - Gaceta extraordinaria de Montevideo del 28 de diciembre de 1810.- Id., id. - El Conciso extraordinario, 29 de septiembre de 1810.- España.- Gaceta extraordinaria de Montevideo, 31 de diciembre 1810.- Filipinas (sin nada que se refiera a las Islas).
-N. XV.- Manila, 7 de febrero de 1812.- 9 pp. s. f. y final bl.: - Nota del Editor.- Prospecto del periódico Diario de las Discusiones y Actas de las Cortes.- Reglamento provisional para el Consejo de Regencia. Apuntes sacados de las Gacetas de la Regencia.- Nota.
En la primera de las notas dice el editor:
«Se ha copiado ya cuanto se ha visto reimpreso en Gacetas de la fiel Montevideo, que es a lo más que puede extenderse nuestro amor y celo patriótico, guardando la más debida consideración a las insinuaciones del augusto Congreso Nacional, pues en los cuadernos manuscritos en los diarios de Cádiz, que se han visto, leernos hacerse una absoluta prohibición en 16 de diciembre de 1810, de que se puedan reimprimir dichos diarios sin expresa licencia de las Cortes; y así en tanto que S. M. nos los dirige originales, sólo presentamos en este número el prospecto literal con que se manifiestan»... Nota final: -«Si se hallase materia nueva interesante, seguirá el periódico semanal; de lo contrario se suspende hasta recibir pliegos y correspondencias.» |
De las notas precedentes es fácil deducir que el periódico moría ya con ese último número: entrabado, por una parte, el editor por la orden de 16 de diciembre de 1810, que prohibía la reimpresión de los Diarios de Cádiz sin expresa licencia de las Cortes, la única fuente española quizás a que por entonces se podía ocurrir en Filipinas para proporcionarse noticias, y privado, por otra, de recibir «pliegos y correspondencias», faltaba en absoluto material para la publicación.
Conocemos, sin embargo, un cuadernito en cuarto, dado a luz con posterioridad al número XV del Gobierno, y que, o mucho nos engañamos, o es una continuación de aquel periódico. Se intitula:
Noticias / sacadas de las Gacetas / de los sucesos acaecidos en la Península / en todo el año de 1812.
Está datado en «Sampaloc y julio 4 de 1813. En el Reino de Filipinas», y consta de 10 páginas terminadas por la siguiente nota:
«Amigo
Público: esta es la última gaceta, por no tener
yo más noticias interesantes que dar a la imprenta,
que si las tuviera, las daría gustoso, como hasta
aquí, por saber que me agradecían el trabajo
todo buen patriota, o, por mejor decir, verdadero español.»
Tal es la historia del primer periódico publicado en Manila.
Sevilla, 30 de noviembre de 1894.
—[78-79]→ —80→
—81→
Descripción del libro. Autores que lo citan. Extracto de los preliminares. ¿Existe el Itinerario en portugués? Opiniones de los bibliógrafos. Causa probable del error en que algunos han incurrido. Lo que cree Inocencio da Silva. Nuevos argumentos. Qué debe decirse de la traducción castellana del P. Sande. Versión latina, o sea la reimpresión de Amberes. ¿De Missione Legatorum es el primer libro impreso en Macao? Cortas noticias biográficas del P. Sande.
1590
De Missione Legatorvm, Iaponen / ƒium ad Romanam curiam, rebuƒq; in / Europa, ae toto itinere animaduerƒis / dialogvs / ex ephemeride ipsorvm. Legatorvm col- / lectvs, & in sermonem latinvm, versvs / ab Eduardo de Sande Sacerdote Societatis Iesv. / (Grab. en mad.: la Trinidad en un trono, y al pie muchos mártires.) In Macaenƒi portu sinici regni in domo / Societatis Iesv cum facultate / Ordinarij, & Superiorum. / Anno 1590.
4.º, de 10 por 15 cents. - Port. - v. con el decreto del obispo D. Leonardo de Saá, cometiendo el examen del libro al P. Alejandro Valignano, visitador de la Compañía, y a los demás que éste designase: Macao, Nonas de septiembre de 1589; y la aprob. del mismo Valignano y de los PP. Jacobo Antúnez y Nicolás de Ávila, 4 de las Nonas de octubre del dicho año.- 3 hojs. prels. s. f. - 412 págs. - En papel fuerte de China y en letra romanilla, de treinta y cinco líneas por página. Con reclamos y signado: A2-Z; Aa-Zz; a-f., de 4 hojas, menos el primer pliego Kk, que es de 2 y se halla repetido.
Prels.: - Prólogo del P. Valignano a los alumnos del Seminario Japonés, sin fecha.- Dedicatoria del autor al P. Claudio Aquaviva, Prepósito General de la Compañía, sin fecha.- Index colloquiorum.
Véase el facsímile.
—82→Biblioteca de la Universidad de Sevilla.
Biblioteca Nacional de Lisboa.
Archivo da Torre do Tombo.
P. LUIS DE GUZMÁN, Hist. de las Mis., etc., Alcalá, 1601, fol., II, p. 660.
P. PEDRO RIBADENEIRA, Illvstrivm Scriptorvm Religionis Societatis Iesv catalogvs, Antuerpioe, 1608, 8.º, pág. 51.
LEÓN PINELO, Epit. de la Bib. Or. y Occ., Madrid, 1629, 49, pág. 39.
NICOLÁS ANTONIO, Bibl. Hispana, Roma, 1672 fol., t. I, pág. 261.
SOTHWEL, Bibl. Script. Societ. Iesv, Roma, 1676, fol., pág. 186.
PINELO-BARCIA, Epít. de la Bibl. Or., Madrid, 1737, fol., I, c. 173.
NICOLÁS ANTONIO, Bibl. Hisp. nova, Madrid, 1783, I, pág. 339.
BARBOSA MACHADO, Bibl. Lusit., Lisboa, 1701, fol., t. I, pág. 744.
TERNAUX COMPANS, Bibl. Asiatique.
SALGADO, Bibl. Lusit. escolhida.
FIGANIERE, Bibl. hist., núm. 1641.
SILVA, Dicc. bibliog. portugez, Lisboa, 1858, 4.º, t. II, pág. 216.
BRUNET, Manuel du Libraire, t. V (París, 1864), col. 120.
BACKER, Bibliog. des Ecrivains de la Comp. de Jesús, t. III, pág. 686.
Para la cabal inteligencia y más fácil resolución de las dudas que con ocasión de este libro hasta ahora se han suscitado en el campo bibliográfico, creemos indispensable transcribir algunos de los pasajes de los preliminares, que consideramos de gran interés, y que damos traducidos al castellano.
El Obispo Saá dice en su decreto citado: «Encargo
al reverendo Padre Valignano el examen del libro compuesto
por el Padre Eduardo de Sande De Missione Legatorum Iaponensium
ad Romanam Curiam Rebusque in Europa ac toto Itinere Animadversis,
y concedo licencia para que, después de aprobado por
dichos padres, pueda darse a la imprenta.»
Y la aprobación
de los examinadores: «Leímos y examinamos el libro
De Missione Legatorum Iaponensium, etc., compuesto por el
P. Eduardo de Sande, y nada encontramos en él que
se oponga a la fe católica ni a las buenas costumbres.»
Conviene recordar que estos documentos llevan la fecha de septiembre y octubre de 1589.
De la carta dedicatoria del P. Sande traducimos los pasajes siguientes:
«Determinó el P. Alejandro Valignano, visitador de las partes del Oriente, que todas las cosas referidas en las sucesivas cartas de estos nobles adolescentes, vertidas al latín, se consignasen con más detenimiento, a fin de que cursasen en el libro que trata de esta embajada los estudiantes japoneses de latín, y, después de traducido de latín en lengua japonesa, leyesen en él los principiantes, y, una vez impreso en latín y japonés, fuese como una especie de tesoro de cosas tan necesarias y útiles, y, a la vez, divertido prontuario, Y como yo hubiese tomado a mi cargo ejecutar este —83→ trabajo, determinó el mismo Padre que no fuese una historia seguida, que acaso pudiera parecer pesada, sino que llevase la forma de diálogo en el que hablasen los Enviados Mancio, y Miguel, sus compañeros Martino y Julián: y León y Lino, aquél, hermano del Rey de Arima, etc... En consecuencia emprendí, por mandato del mismo Reverendo Padre, traducir en lengua latina, después de dispuestas en orden, las cosas tan admirablemente observadas por estos ingenuos adolescentes, sin que pueda menos de observar que han transcurrido ya muchos años desde que, dejados los estudios de humanidades, empecé a cultivar otros más serios, pues en virtud de santa obediencia estoy del todo dedicado a aprender las letras chinas...» |
El P. Valignano, a su vez, dirigiéndose a los alumnos del Seminario, les dice:
«Este libro sale felizmente a luz, y en él se habla cuando los Legados por vuestra patria cerca de la Corte Romana anotaron con diligencia, y que Eduardo de Sande, sacerdote de nuestra Sociedad, que hoy reside en la China y en otro tiempo se dedicaba a los estudios de humanidades y que siempre con tanto empeño trabajó en las cosas nuestras que por mí le fueron encomendadas; ha vertido al latín y compuesto en forma de diálogo entre los Legados, sus compañeros y parientes, valiéndose de los escritos de los mismos Legados...» |
Después de los
pasajes de la obra que quedan transcritos, entremos al examen
de la duda bibliográfica que dejamos insinuada. ¿Es
ésta la edición original del trabajo del P.
Sande, o antes que ella se publicó en portugués
el itinerario de los Enviados japoneses? Siguiendo el orden
cronológico de los autores que hablan de la bibliografía
de Sande que conocemos o de que hemos podido disponer, resulta
que el P. Luis de Guzmán, de la Compañía
de Jesús, historiador de las misiones de la Orden
en la India Oriental y en los reinos de la China y el Japón,
en su voluminoso libro publicado en Alcalá en 1601,
dice en el lugar citado: «Y que sea verdad lo que se ha dicho,
de la calidad de estos caballeros, pruébase, lo primero,
con el libro que se imprimió en el puerto de Macao
el año de mil y quinientos y noventa, que se intitula
De Missione Legatorum Iaponensium, que aunque le compuso
el Padre Duarte de Sande de la Compañía; pero,
como él mismo dice en el prólogo, le hizo para
que le leyesen en Japón los hermanos naturales de
aquella tierra y los estudiantes que estaban en el Seminario»
,
etc.
El P. Pedro de Ribadeneira, primer bibliógrafo de la Compañía, mencionó también en su Catálogo, impreso en 1608, el Itinerarium, aunque sin asignarle fecha.
Estos dos autores no hicieron la menor referencia a trabajo alguno de Sande publicado en portugués, a pesar de ser de su misma Orden, de escribir a raíz de los sucesos y de haberse así hallado en situación de no olvidarlo, caso de haber existido.
—84→Antonio de León
Pinelo no tuvo más noticia de la obra que la cita
que de ella hace el Ldo. Herrera Maldonado en su Epitome
Historial de la China, impreso en Madrid en 1620, en que
se le atribuye la fecha disparatada de 1514, que aquel bibliógrafo
no pudo, por supuesto, admitir, declarando «que era fuerza
que el año estuviese errado»
.
Nicolás Antonio en su Bibliotheca Hispana publicada en Roma en 1672 sólo cita el Itinerario de los Príncipes a Europa el Año MDLXXXIV, que dice haberse impreso en Macao en 1589, en 4.º. Se ve, pues, que da el título de la obra en castellano (y no en portugués) y para nada menciona el texto latino, que sin duda alguna no vio, cuando para aquella cita se refiere al testimonio de Alegambe y al de León Pinelo. Y si el hecho de citarse el título de la obra en español, nos pudiera autorizar para dar por averiguada la existencia de una edición, tendríamos, así, que el libro de Sande contaría tres, una en portugués, otra en castellano, ambas de Macao y de 1589, en 4.º, y una tercera en latín, también de aquella ciudad y posterior en un año a las dos precedentes...
En la segunda edición de la obra del bibliógrafo sevillano aparecen copiadas al pie de la letra las palabras que en la de Roma se dedican al P. Sande, de modo que ningún elemento nuevo aporta a esta disquisición bibliográfica.
El P. Nataniel Sothwel, o Sotuelo como se firma en su Biblioteca, adicionó, según es sabido, la bibliografía de sus predecesores jesuitas Ribadeneira y Alegambe, y al colacionar los trabajos de Sande se limita a citar el Itinerario, asignándole siempre la fecha de 1589 y a Macao como lugar de impresión.
En la segunda edición
de la Biblioteca Oriental y Occidental de León Pinelo,
su continuador González de Barcia habla del Viage
de Mancio Ito y demás Enviados japoneses, diciendo
que está «escrito en diálogos, e impreso en
Macao, 1589, 4.º, en portugués»
.
Barbosa Machado en su gran bibliografía portuguesa, copiando a Nicolás Antonio y a Pinelo-Barcia, sólo menciona el Itinerario portugués.
Ternaux-Compans en su Bibl. Asiat. cita la edición portuguesa, aunque asignándole el año de 1590; y los PP. Backer dan como título de esa edición el de Itinerario de Quatro Príncipes Japonezes Mandados a Santidad de Gregorio XIII e de Todo Quanto Lhe Sucedeo na Jornada Ate se Restituhirem as suas Terras. Macao, no Collegio da Companhia, 1590, en 4.º.
Estos mismos bibliógrafos citan la edición latina, copiando el título de Brunet, quien lo da con bastante exactitud, y, a la vez, nos informa que un ejemplar de ella se vendió en 6 libras y 6 chelines.
En el fondo es probable que la duda original en la descripción del libro ha debido nacer, en cuanto a la fecha, de la que llevan los preliminares, 1589. El ejemplar que acaso se tuvo a la vista carecería, según es de —85→ creer, de portada, y así se supuso que la verdadera data de la impresión era la que acusaban la licencia y aprobación.
Pero he aquí que de entre tanta confusión, originada de las citas que los bibliógrafos fueron tomando unos de otros, sin discusión ni examen de sus respectivas afirmaciones, se ve ya aparecer en el campo bibliográfico un criterio más luminoso.
En efecto, Inocencio da Silva, habiéndose cargo de la duda de que nos ocupamos, y partiendo de sólo la mención hecha del libro por Barbosa Machado, cita el Itinerario en portugués, y con este motivo dice lo siguiente:
«Tal es la indicación de la obra portuguesa de este autor de que Barbosa nos da noticia, y de su Biblioteca pasé copiada (a lo que parece) para el seudo Catálogo de la Academia, para la Bibl. Asiat. de Ternaux- Compans y para la Bibl. Lus. Escolhida de J. Augusto Salgado. Sin embargo, no hay ninguno de estos bibliógrafos que diga haberla visto, ni memoria de que jamás apareciese ejemplar de ella en algún lugar conocido. Existe en verdad otra obra sobre el mismo asunto, escrita en latín y por el referido padre, que conforme a la juiciosa observación del Sr. Figaniere (en su Bibl. Hist., núm. 1641), que ya antes que él alguno había hecho, pudo ocasionar el Qui Pro Quo de Barbosa, induciéndole a transcribir en portugués el título de la obra latina... Debo con todo advertir que Antonio de Moraes Silva en la Relacao dos Libros e Autores de que se sirvió para la composición de su Diccionario, apunta también el Itinerario de Duarte de Sande. Sin embargo, su testimonio se halla en este caso debilitado por las muchas inexactitudes en que incurrió, dando en la dicha relación como portugueses algunos libros conocidamente escritos en castellano, etc. Así, sólo podría merecer crédito si en el cuerpo del Diccionario probase alguna vez con ejemplos sacados del Itinerario, como acostumbra en sus autorizaciones de vocablos: ahora habiendo examinado este punto no hallé ni una sola cita en este sentido. Esto no quiere decir que no la haya, pues por acaso se me escapase; entretanto, subsiste la duda, o casi certeza en que estoy, de que la obra de Duarte de Sande jamás se imprimió en portugués.» |
Estas atinadas observaciones del bibliógrafo portugués creemos que pueden todavía reforzarse con algunas otras.
Notemos, desde luego, que, tratándose de un hecho negativo, cual es la no existencia de un libro, la prueba incumbe siempre al que afirma, no al que niega, en cuyo caso estamos nosotros.
Pues bien: de las noticias preliminares de la edición latina de 1590 que hemos cuidado de transcribir, y que llevan la fecha de septiembre y octubre de 1589, como se recordará, resulta en todas ellas que sólo se menciona la traducción latina de Sande, y jamás la portuguesa. Si ésta se hubiese publicado, pues, en 1589, como afirman los que la citan, y aun en el año siguiente, como quiere Ternaux-Compans, es evidente que alguna mención se hubiese hecho de ella en los preliminares a que nos referimos.
—86→Además,
debemos suponer que el material no podía ser muy abundante
ni los operarios del establecimiento tipográfico de
la Compañía muy numerosos para poder producir
en un período de tiempo tan escaso dos volúmenes
de tan largo aliento. El mismo autor Sande no se acuerda
para nada de la traducción portuguesa con que los
bibliógrafos se empeñan en adornarle; no se
encontraba siquiera en Macao cuando se imprimía su
libro latino; se hallaba, además, ocupado en estudiar
el idioma chino; ni, por fin, esa traducción portuguesa
habría tenido objeto, pues, según se apuntaba
en los preliminares, la versión latina se hacía
con gran trabajo, y sólo por necesidad, como que estaba
destinada a servir a los estudiantes del seminario por lo
cual el P. Valignano les decía que el regalo era,
no de poca valía y de mero entretenimiento, sino en
gran manera útil y provechoso: «numera haec non levia
aut ludicra, imo valde utilia ac frugifera.»
¿A qué
habría conducido, pues, una traducción portuguesa,
ni cómo habría podido ejecutarse?
De lo que
no puede caber duda es del propósito que los Padres
de Macao alimentaban por aquel entonces de verter la traducción
latina al japonés, para que en las escuelas de la
Compañía sirviese a los niños de texto
de lectura en aquel idioma. El P. Sande lo aseguraba así
al Prepósito general Aquaviva, y al final del diálogo
latino se encuentra esta frase de uno de los interlocutores:
«Reliquum est, ut cum reverendo Padre Visitatore de colloquiis
his inter nos habitis, elegante sermone japonico scribendis
& excudendis agamus.»
Para verificar la impresión
esperaban, según cuidan de advertirlo, que el mismo
P. Valignano llevase de Europa los caracteres de imprenta
que se necesitaban, propósito que no llegó
al parecer a realizarse, quedando así aquella obra
en proyecto.
Se ha dicho, en cambio, que del libro de Sande se hizo una traducción castellana por el doctor Bujeda de Leiva. Este autor imprimió efectivamente en Zaragoza, en 1591, un volumen en octavo, titulado Historia del Reino del lapón y descripción de aquella tierra y de algunas costumbres cerimonias, u regimiento de aquel Reino: Con la relación de la venida de los embajadores del Japón a Roma, para dar la obediencia al Summo Pontífice y todos los recebimientos que los príncipes cristianos les hicieron por donde pasaron y de las cartas y presentes que les dieron a su Majestad el rey Nuestro Señor, y a los demás príncipes: Con la muerte de Gregorio XIII y electión de Sixto V, y las cartas que dio su Santidad para los reyes de aquel Reino, hasta la partida de Lisboa, y más seis cartas de la China y del Japón, y de la llegada de los señores Japones a Goa. Recopilada por...: obra hecha teniendo a la vista el libro de Sande, formada sobre sus noticias, pero que propiamente no puede llamarse traducción, sino extracto.
De esta misma
índole es la relación contenida en el libro
nono de la Historia de las Misiones, etc., del P. Luis de
Guzmán, que da cuenta del «Viaje que hicieron los
Señores Japones a Roma para dar la obediencia a
—87→
su
Santidad del Papa Gregorio Decimotercio, y su vuelta desde
Europa a la India»
, noticias probablemente sacadas también
de la obra de Sande, que el P. Guzmán conocía
perfectamente.
Se ha dicho, igualmente, quizás partiendo del supuesto de la existencia de la edición portuguesa del Itinerario, que éste se había traducido al latín y publicado por Martín Nuncio en Amberes en 1593, en un volumen 12.º (Backer, t. III, pág. 686.) Claro está, después de lo que hemos visto, que esta edición de Amberes no es una traducción, sino una reimpresión del libro original estampado en Macao.
La embajada de los japoneses a Roma dio origen
a una multitud de folletos, parte de los cuales enuméralos
Backer en la pág. 334 del t. III de su Bibliographie;
pero la aparición del libro de Sande, más conocido
quizás en Europa entonces, como ahora, por la reimpresión
de Amberes, motivó la publicación de dos Tratados,
que probablemente fueron obra de los domínicos, en
los cuales, según nos informa el P. Guzmán
en su obra citada (pág. 645 del t. II), «se imponen
a la Compañía de Jesús algunas cosas
que, si ellas fuesen ciertas y verdaderas, como allí
se pintan, sería falso y sin fundamento mucho de lo
que en algunos libros desta Historia queda dicho.»
Esos Tratados, que no conocemos y cuyos autores el historiador jesuita no quiso nombrar, contenían en efecto las acusaciones más violentas contra la Compañía derivada especialmente del famoso viaje de los Embajadores japoneses a Roma y del breve que el P. Valignano había llevado a Japón para que sólo pudiesen pasar allí los jesuitas, con exclusión de los frailes y eclesiásticos.
Para no citar más de uno
de los cargos referentes a los Legados Japoneses, decían,
en efecto, aquellos autores: «Los años pasados enviaron
al Papa cuatro muchachuelos con títulos de príncipes
de Japón a dar la obediencia al Papa, y acá
dijeron que el Papa los había armado caballeros y
hecho príncipes, y así los trujeron con título
de serenísimos príncipes hechos tales del Papa,
los cuales agora son hermanos de la Compañía,
que si no se hubieran acogido a la Iglesia, anduvieran pidiendo
limosna»
, etc.
Y a desvanecer tales cargos está dedicada la parte final de la obra del P. Guzmán.
Resueltas, a nuestro juicio las dificultades que quedan propuestas en el sentido que indicamos, debemos plantear todavía otra de más importancia sin duda. ¿De Missiones Legatorum Iaponensium ad Romanam Curiam de que tratamos es o no el primer libro impreso en Macao?
Brunet así lo afirma
categóricamente al mencionarlo, pues dice «Livre tres
rare, le premier qui ait eté imprimé á
Macao.»
Nosotros creemos poder demostrar lo contrario, valiéndonos
precisamente del libro de Sande.
Entre los preliminares se encuentra, según hemos visto, el prólogo que el P. Valignano dirige a los seminaristas de Macao al ofrecerles la obra:
—88→«He aquí, les dice, excelentes jóvenes, el Tercer Testimonio de mi cariño, hacia vosotros, al publicar este diálogo de la embajada de los Legados Japoneses y de las cosas que en ella les ocurrieron. Pues ante todo, y en cuanto de mí dependió, cuidé con el Catecismo, compuesto y publicado en Europa en idioma latino, afirmar vuestras almas en el conocimiento de las verdades principales de nuestra fe cristiana... Traté, en seguida, de que se publicase otro libro que sirviera para imbuiros en aquellas virtudes morales, ilustrando la doctrina con las reglas y confirmándola con los ejemplos, lo cual me persuado he conseguido con el libro De Honesta Puerorum Institutione a Joanne Bonifacio presbytero Societatis Jesu, Hic Excuso.» |
Tal sería, pues, el primer libro impreso en Macao; el de Sande De Missione Legatorum ocuparía, por lo tanto, el segundo lugar.
Es fácil persuadirse que los tipos con que aquellas obras se imprimieron eran de procedencia europea y que allí fueron llevados por el mismo P. Valignano, de quien, como acabamos de verlo, expresaba Sande por boca de uno de los interlocutores de su diálogo que llevaría igualmente los caracteres japoneses que se necesitaban para la traducción.
No tenemos noticia de ejemplar alguno del tratado del P. Bonifacio62 que se dio a luz en Macao; pero, a ser cierta nuestra hipótesis de que los caracteres que sirvieron para su impresión -y que fueron sin duda los mismos empleados en De Missione Legatorum- se condujeron por el Padre Valignano, ese libro ha de llevar la fecha de 1589. Valignano llegó, en efecto, a Macao de regreso de su viaje a Roma en él mes de agosto de 1588 (Guzmán, Historia, t. II, pág. 419), y como el prólogo que puso a la obra de Sande, aunque sin fecha, ha de ser anterior al mes de octubre de 1589 en que suscribía la aprobación que a su frente se registra; y como, además, algún tiempo ha debido transcurrir antes de que la imprenta quedase montada y concluida la impresión misma del libro, es así evidente que la aparición de la primera obra impresa en Macao ha debido tener lugar, según expresábamos, en la primera mitad de ese año de 1589.
Para terminar esta nota bibliográfica, sólo nos quedan por consignar algunos datos biográficos del autor del libro que la ha motivado.
El P. Duarte o Eduardo de Sande nació en Guimaraens en Portugal; alistose en la Compañía en la casa profesa de San Roque de Lisboa, en el mes de junio de 1562; fue catedrático de retórica en el Colegio de Coimbra, y pasó a Oriente en 1578. Sirvió sucesivamente los cargos de rector del Colegio de Bassaim, en Goa, de superior de las misiones de China y rector del Colegio de Macao, donde falleció el 22 de junio de 1600.