Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

Carta de Juan Rogel a Juan de Hinestrosa, tesorero de Cuba, en que refiere el estado miserable en que se hallaba la Florida

(11 de diciembre de 1569)1

Juan Rogel

Jesús.- Muy magnífico Señor.- Dios Nuestro Señor dé a Vuestra Merced muchas y muy sanctas pascuas spirituales y corporales, tiniendo Su Majestad divina por bien de nascer con nuevas gracias y dones en el ánima de Vuestra Merced, amén. La de Vuestra Merced rescibí con el pliego que con ella venía: pague Nuestro Señor a Vuestra Merced la grande caridad y cuidado paternal que de nosotros tiene, pues nuestra pobreza, por mucho que hagamos, no es bastante para ello; en esto poco que podemos, tenga Vuestra Merced por cierto que no dejaremos de hacer lo que pudiéremos todos los días, de encomendar a Nuestro Señor a Vuestra Merced en nuestros sacrificios y pobres oraciones, juntamente con toda su casa; por estar ausente el Padre Viceprovincial, el cual está en Gualy, daré yo en esta cuenta del suceso de las cosas destas partes: después que venimos acá, a mediado agosto, me mandó el Padre ir a residir en un pueblo de indios, que se dice Orista, cinco leguas de Sancta Elena, a donde me hicieron una iglesia con una casa, y resido allí después acá, con tres mancebos que llevé conmigo para deprender la lengua a solas con los indios sin guarda de soldados, y cierto hasta agora me va muy bien con ellos, gloria al Señor, y tengo esperanza que se han de convertir, si aquí permanecemos, por ver en ellos un muy buen natural y no tener las abominaciones canonizadas que tienen los de esa costa de la Florida, y tener su modo de vivir, tan ordenado y concertado, que no hay que tocarles ni mandarles cosa alguna, aunque se hagan cristianos, porque ellos no tienen más que una mujer cada uno y trabajan todos y, tienen su casa de ayuntamiento a donde se juntan los más ancianos, que son los que gobiernan el pueblo, y, allí determinan el orden y gobierno que han de tener en su república, y viven con orden y concierto muy grande, tanto, que viviendo yo entre ellos, no veo en ellos, en lo que toca a las costumbres, cosa notable digna de reprehensión, excepto el ser muy tahures, que juegan cuanto tienen a un juego de dados; y son muy mercaderes, saben muy bien comprar y vender, y van a sus tratos la tierra adentro, llevando cosas que allá no hay, y trayendo las que no hay por acá; y demás desto no veo en ellos el vicio del hurtar, y si algo hacen, es porque se lo han enseñado los españoles; no hacen mal a quien no lo hace, y así vivo muy siguro entre ellos, y si han muerto a españoles, ha sido por las muy grandes ocasiones que para ello le dieron, sigún a mí me lo han dicho; muéstranme tener grande afición, y cuando ellos lo tienen para sí, nos mantienen a mí y a mis compañeros, dándonoslo sin pedírselo y sin darles yo cosa alguna por ello, por ser estilo común entre ellos no dar nada por la comida; como no hay lengua suficiente para predicarles el Sancto Evangelio, somos constreñidos agora deprenderla, y por esto aún no hemos comenzado de propósito a predicarles, más de solamente darles a entender la unidad de Dios y el premio y pena de la otra vida, dándoles primero a entender que, tenemos cuerpo y alma, y que la alma no muere; y cierto, señor, que he visto en ellos que hace impresión el temor del infierno, hasta derramar las lágrimas, cuando les dicen que han de estar como un tizón ardiendo sus almas en el infierno, si se mueren sin ser cristianos; esto es, señor, lo que hasta agora se ha hecho después que me pusieron en aquel puesto; estoy muy consolado, gloria al Señor, entre ellos y con grandes deseos de acabar de aprender esta lengua.

El Padre Viceprovincial ha ido a Gualy: está allí de asiento, para experimentar si habrá alguna comodidad allá de poner algún asiento de nosotros solos entre los indios, y para esto llevó consigo al hermano Francisco y algunos mancebos, demás de los que allí estaban: hay allá muchos y pasando muy estrechamente, porque, como los indios2 de mantenimiento que mandó el capitán Pero Menéndez Marqués que diesen para los padres, se les quitó más de la tercia parte, por haberse acortado aquí también la ración tanto, que ya no se da más de a media libra de harina, andamos todos muy alcanzados, aunque todos, por la misericordia del Señor, muy consolados y alegres; y cierto, señor, no siento tanto y es de sentir nuestra falta, pues para eso hemos venido a estas partes, y es el tesoro que venimos a buscar; pero es grande lástima ver a estos pobres labradores cargados de hijos y necesitados a trabajar, demostrando para haber de cultivar la tierra, y no poderlo hacer por faltarles las fuerzas por la falta de mantenimientos, y ver a los niños llorando y pidiendo pan, y no tener el Padre qué darles, ni aun bellotas; y así agora estaban en tanta apretura, que pidieron con mucha instancia se hiciesen procesiones y se dijesen misas, para que el Señor nos enviase algún socorro, y así el Señor, casi visiblemente, nos socorrió, metiendo este navío en este puerto contra viento y marea; todo esto escribo tan largo a Vuestra Merced, para que el Señor Gobernador y esos señores tengan cuidado, por amor de Dios, de proveer esta pobre gente de comida suficiente hasta su primera cosecha, que después ellos nos proveerán a todos, y sea con toda brevedad por amor del Señor.

El padre Álamo reside aquí, el cual se encomienda mucho en las santas oraciones de Vuestra Merced, y hace mucho fruto y es grande alivio para esta pobre gente, que, si no fuera por el ánimo que les da ordinariamente en sus sermones para llevarlo con paciencia, no sé que hobieran hecho; yo vengo aquí algunas veces a confesarme y a consolarme con mis carísimos padres y hermanos, y especialmente agora he venido porque todos los indios se han ido a coger la bellota por esos montes, y a buscar comida, pues allá no me la dan.

A Juanico le tenemos aquí, que le trajo el padre Sedeño: están tan contentos con él en casa todos, que alabo al Señor de verlo; anda tan recto y tan obediente, que andan buscándole ocasión para haberlo de azotar algunas veces porque no olvide el buen temor de la disciplina; cierto, estoy muy consolado de verle tan bonico y bien mandado, escribe bien, está Saucedo muy contento de la forma de su letra, hacémosle leer cuando comemos para que se suelte en ello, trabajamos lo que podemos con él, para siquiera en alguna cosa poder servir a Vuestra Merced por tantas mercedes como nos hace.

Mande Vuestra Merced enviar, por amor del Señor, para él; también envío a pedir a Alonso Velázquez de Cuéllar un cuero de vaca en limosna; si la diere, suplico a Vuestra Merced nos la haga enviar a buen recado, o si dieren alguna cera o cualquier otra cosa algunos a quien yo escribiré, suplico a Vuestra merced tome el trabajo de mandárnoslo enviar a muy buen recado.

A la señora Isabel Nieto y a todos esos señores, y a los señores Francisco de Ávalos, Bartolomé Cepero y a todos los demás que Vuestra Merced manda y, mande dar mis encomiendas en el Señor, y que me encomienden a Su Majestad Divina en sus santas oraciones, y lo mismo pedimos a Vuestra Merced yo, el hermano Juan y el hermano Pedro y todos los mancebos desta casa. Dios Nuestro Señor dé a Vuestra Merced su santo spíritu y le prospere spiritual y corporalmente, como este su muy mínimo siervo le desea, amén. De Santa Elena, a once de diciembre de mil e quinientos sesenta y nueve años.

Después de haber escrito ésta, recibí una del Padre Viceprovincial, y me dice cómo el Señor ha sido servido de llevar para sí al hermano Domingo Váez, que era el que estaba en Gualé con el padre Sedeño, en quien todos teníamos puestos los ojos, por saber bien hablar la lengua; y estaba el Padre Viceprovincial determinado de ponerlo en la Tierra Firme para que comenzase a predicar, y era agora el maestro de la lengua de todos los nuestros que allí están, y tradució las oraciones y dotrina cristiana en ella, y la ponían en arte para que fácilmente se pudiese deprender; y cierto, señor, que en esto se ve el abismo de los juicios de Dios, cómo son muy diferentes de los que los hombres tenemos; él sea alabado por siempre jamás: murió de unas tercianas que le dieron, que no hacía caso dellas, y también las han tenido todos los que allá están; la carta de Vuestra Merced ya se la envié, llevolas el padre Álamo, que fue allá por mandado del padre, para ir de allí a confesar los de Tacatucuru, y de allí creo se allegará a Sanct Agustín: quamdiu in hac vita sumus, peregrinamur ad Dominum, andamos todos en peregrinación; plega a Su Majestad Divina acertemos a servirle.

El doctor de la Rosa, que es el que ha estado aquí por gobernador después que nosotros venimos, va en este navío; hame rogado scribiese a Vuestra Merced, para que lo tenga por encomendado en lo que ahí se le ofreciere: Vuestra Merced lo haga por amor del Señor, porque digni est ut hoc ei prestes.

Al señor Gobernador Vuestra Merced mande darme encomiendas en el Señor, y que le suplico se acuerde de proveer esta pobre gente, por amor de Dios.- De Vuestra Merced indigno siervo en el Señor.- Juan Rojel.- Al muy magnífico señor Juan de Hinistrosa, tesorero de Su Majestad en la isla de Cuba, etc., mi Señor en Cristo.- Habana.