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América no es sólo Borges

Daniel Moyano






Diálogos

Jorge Luis Borges y Osvaldo Ferrari


Seix Barral, 383 páginas, 1500 ptas.


Un libro más de diálogos o conversaciones con Borges, donde el escritor argentino reitera ideas y temas ya tratados en su obra o en anteriores libros de entrevistas.

Se trata de 60 conversaciones radiales emitidas semanalmente por una emisora de Buenos Aires entre marzo de 1984 y septiembre de 1985, periodo en que Borges cumplió 85 años y 86 años de edad, y publicadas luego, también semanalmente, en el periódico Tiempo argentino.

Los temas son los que ya sus lectores conocen sobradamente: tigres, Platón, Swedenborg, Spinoza, espejos y laberintos, la cábala, Góngora y Quevedo, el tiempo y un largo etcétera.

La erudición de Borges, reiterativa y por momentos abrumadora, se atenúa aquí cuando, obligado por la respuesta espontánea y la índole del diálogo, se ve precisado a improvisar, y allí su lenguaje se vuelve más comunicativo.

Lo de «diálogo» me parece que le queda un poco grande al título, porque la verdad que el entrevistador Osvaldo Ferrari en ningún momento está a la altura de Borges y se limita a frases de apoyo que dan pie para la siguiente respuesta, salvo cuando, como en la página 26, intenta introducir en el discurso de Borges, eminentemente protestante, elementos de un catolicismo en boga en Buenos Aires por los años 50, con Eduardo Mallea, la así llamada «iglesia invisible» y el también así llamado «arquetipo del hombre argentino», que Borges se apresura a negar.

Creo haberlo dicho ya en algún otro comentario de libros de este periódico: la reiteración editorial de textos de y sobre Borges, y sólo Borges, priva a los lectores españoles del conocimiento de otros hechos culturales y filosóficos tan importantes como el suyo, en el área del Río de la Plata, sin hablar de la riquísima historia de las ideas que podemos encontrar en el resto de América Latina, acaso menos matafísícas que las de Borges pero reveladoras de una realidad que es necesario y diría obligatorio conocer, a través de los hechos que produjo y de las creaciones artísticas suscitadas, para empezar a mirar con ojos realistas la verdad de un continente que, a 500 años de su descubrimiento, todavía, al menos desde Europa, no hemos aprendido a mirar.

Para una correcta apreciación de estos textos hay que tener muy en cuenta que ellos son producto de una visión anglosajona de la cultura, y que en el círculo intelectual de Borges, donde según Osvaldo Ferrari fueron lasamente conversados, sólo se hablaba inglés.





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